12. Miedo y miedos

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MIEDO Y MIEDOS

[John Doe]: Otra cosa: necesitaré un preaviso o una especie de notificación unas semanas antes de que se publique todo.

[SZ]: Ningún problema.

[John Doe]: A lo mejor se lo cuento a mi familia poco antes de la publicación. Aún no lo he decidido, podría incrementar el riesgo. Se lo contaré a unos cuantos amigos en los que confío. Solo por si me pasa algo a mí o a alguno de ellos.

[SZ]: Podrías poner en peligro a esas personas.

[John Doe]: Lo sé. En cierto modo están igualmente en peligro. No se lo contaré todo, solo lo que necesiten saber y, en especial, cómo contactar con Süddeutsche Zeitung en el peor de los casos. Por si me pasa algo o desaparezco, quiero que por lo menos haya una persona que entienda de verdad por qué.

[SZ]: De acuerdo.

[John Doe]: Entonces, ¿para cuándo está prevista la publicación?

[SZ]: Para primavera. Ya no llegamos a noviembre, es demasiado grande.

[John Doe]: ¿Primavera? Quién sabe si seguiremos vivos para entonces…

[SZ]: Sí que seguiremos vivos.

[John Doe]: ¿No tenéis miedo? Vosotros como periodistas disparáis contra personas muy poderosas. Vuestros nombres estarán en los créditos y en toda la prensa. No el mío. (Espero).

Esa pregunta nos la hacen cada vez con más frecuencia los colegas implicados en el proyecto: ¿tenemos miedo?

Mientras no lo pensamos, no tenemos miedo. ¿Y si lo pensamos bien? Entonces sí, en cierto modo.

Tal vez no sea directamente miedo, sino más bien una inquietud que no conocíamos antes de nuestros artículos anteriores. ¿Por qué iba uno a tener miedo, cuando, como nosotros, investiga al ADAC —siglas, en alemán, del Automóvil Club de Alemania, que reconoció haber manipulado los datos de las encuestas para la elección del coche del año—, el escándalo del huevo en Baviera —millones de huevos contaminados por dioxinas salieron de más de mil granjas que utilizaron grasas industriales para alimentar a sus gallinas—, a la Iglesia católica o a empresas armamentísticas alemanas? Alemania es un país muy civilizado en cuanto a la coacción de la prensa, por lo menos mientras no escribas sobre neonazis o salafistas violentos. Es muy raro investigar a periodistas, aunque ocurrió en el caso del blog Netzpolitik.org —en el que dos blogueros fueron acusados de traición por filtrar documentos sobre los planes del Gobierno alemán para extender su programa de vigilancia de internet (finalmente, el fiscal general que promovió la acusación fue destituido y esta se paralizó)—, pero no son detenidos, ni reciben palizas, ni son víctimas de secuestros o asesinatos.

Sin embargo, nuestra investigación multiplica por diez todo lo hecho hasta ahora. ¿O quizá por quince? Como siempre, uno de los motivos por los que conviene la colaboración internacional es nuestra seguridad. A estas alturas hay centenares de periodistas que tienen acceso a nuestros datos, así que tendría poco sentido ir a por nosotros. No conseguirían detener la información; al contrario, solo llamarían la atención aún más.

Por otra parte, somos nosotros quienes hemos puesto los datos a disposición del ICIJ y, por tanto, de docenas de medios de todo el mundo. Si quisieran dar un escarmiento a alguien para evitar más colaboraciones periodísticas molestas, en nuestro caso sería un error.

Y por desgracia hemos encontrado información sobre bastantes personas que probablemente no dormirían mal durante días por habernos enviado a unos matones.

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Hemos encontrado tres empresas en las que aparece Serguéi Roldugin, violonchelista y amigo de Vladímir Putin. Además de International Media Overseas, que ya descubrimos al principio de nuestra investigación, tenemos otras dos: Sonnette Overseas Inc. y Raytar Limited. Las tres están a nombre de una persona que en 2014 ya había explicado en una entrevista que no era empresario. Y que no era millonario. Entonces estamos ansiosos por saber a quién se supone que pertenecen.

Las empresas forman parte de un entramado de sociedades pantalla en cuyas ramificaciones están implicadas más personas del entorno de Putin, junto con banqueros y hombres de negocios más bien desconocidos, todos de San Petersburgo casi sin excepción, la ciudad donde empezó el ascenso de Putin.

En la documentación sobre las empresas offshore de Mossack Fonseca se habla de acuerdos con acciones de varias grandes empresas rusas. Y se trata de mucho dinero. Una cantidad increíble.

Muchos expertos, sobre todo occidentales, dan por hecho que el jefe de Estado ruso, cuyos ingresos en 2014 fueron de 7,65 millones de rublos (aproximadamente 117 000 dólares), gestiona acciones en grandes empresas a través de testaferros. El analista ruso Stanislav Belkovski calcula que la fortuna de Putin ya superaba los 40 000 millones en 2007, pero no puede demostrarlo. Circulan muchas valoraciones parecidas de la fortuna de Putin. Solo se diferencian en el punto de si Putin, al final, tiene 10 000, 40 000 o 200 000 millones. De dólares, se entiende.

¿Está Putin detrás? Podría ser.

Nuestro equipo internacional sobre Rusia, formado por un buen puñado de reporteros, revisa empresa por empresa y contrato por contrato la compleja red empresarial alrededor del violonchelista e intercambian durante semanas los resultados de la investigación. En unas semanas, cuando se reúnan todos los participantes en el proyecto en Múnich, queremos hablar sobre nuestros hallazgos. Hemos encontrado documentos singulares: contratos con fechas anteriores, créditos imposibles de devolver jamás, transferencias misteriosas. Sumamos los importes que han llegado a través de las cuentas a las empresas de la red de Roldugin y ya llevamos más de quinientos millones de dólares. Pero aún no hemos terminado, ni mucho menos.

En Rusia puede pasar cualquier cosa desde la caída de la Unión Soviética. ¿Pero que un violonchelista como Roldugin opere con cientos de millones de dólares? Es poco probable.

Tras él tiene que haber personas muy poderosas.

Y así volvemos a la cuestión del miedo.

Cuando la versión rusa de la revista Forbes publicó en 2004 por primera vez una lista de los cien rusos más ricos (algunos aparecen también en nuestros datos), el redactor jefe de la revista fue tiroteado delante del edificio de la redacción al cabo de unas semanas. La periodista rusa Anna Politkóvskaya, que informó extensamente sobre la guerra de Chechenia, fue asesinada en 2006 en la escalera de su casa de Moscú. Hoy en día sigue sin saberse quién fue el instigador del asesinato, pero todo el mundo conoce la fecha en la que se produjo: el 7 de octubre de 2006, el día en que Putin cumplía 54 años.

Ahí está de nuevo, esa inquietud difusa. ¿Pero qué dicen Roman Anin y Roman Shleinov, nuestros compañeros rusos, que forman parte del equipo del ICIJ desde hace unas semanas? Anin trabajó como redactor de deportes en el periódico crítico con el Gobierno Novaya Gazeta, y en unos años se hizo un nombre como uno de los periodistas de investigación más persistentes de Rusia por indagar y denunciar públicamente la corrupción y el nepotismo en el ámbito militar, político y económico. Anin, por ejemplo, hizo públicos los encargos de construcción en Sochi para los Juegos Olímpicos, encargos de los que sacaba provecho la gente de Putin. Sabe que está en peligro y que no hay seguridad posible.

Desde el año 2000 han sido asesinados cuatro periodistas de Novaya Gazeta.

Ahora Anin trabaja para la red OCCRP y otros medios. Últimamente escribe para la agencia de noticias Reuters sobre «camaradas del capitalismo», una serie en torno a la élite corrupta de Rusia. El otro periodista es Roman Shleinov, que en este momento trabaja como periodista de investigación en el diario Vedemosti, un proyecto conjunto del Wall Street Journal, una editorial rusa y el Financial Times. Shleinov, como Roman Anin, también trabaja para OCCRP. Durante los últimos años ha informado mucho sobre los escándalos que acompañaron el ascenso de Putin.

Roman Anin y Roman Shleinov no pueden entrar en nuestro foro, bien protegido, porque para eso se necesita, entre otras cosas, un smartphone. Un programa de móvil forma parte del complejo sistema de cifrado. Por razones de seguridad, ninguno de los dos utiliza el móvil. De hecho, Anin ya encontró una vez un programa espía en su teléfono. Así que intercambiamos los resultados de la investigación solo mediante mensajes de correo electrónico cifrados. La seguridad es lo primero.

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También estamos obligados a ser muy disciplinados con nuestros datos y dispositivos. Todos los discos duros son encriptados y se guardan en una caja fuerte. Una parte la guardamos en la redacción; otra, en un lugar seguro fuera de la oficina. Nuestra sala del proyecto tiene un sistema de seguridad especial y doble. El nuevo ordenador tiene incluso una caja adicional cerrada con llave, que además está encadenada, de manera que no es fácil llevarse el PC de ahí. Todos los tornillos de la caja del ordenador están pintados además con esmalte de uñas brillante.

Correcto: esmalte de uñas brillante; nuestros hijos sentirían envidia si lo supieran, pero nos lo aconsejó un experto en seguridad. Así detectaremos enseguida si alguien intenta acceder a la caja. Sería fácil repintar los tornillos con un esmalte de uñas de color, pero si es brillante se nota.

En todo caso, esas medidas solo afectan a la seguridad de los datos. En caso de duda, el esmalte de uñas brillante no nos servirá si alguien nos visita.

Pero ¿qué nos serviría? No nos sentimos tan en peligro para pensar en chalecos antibalas, pero recomendamos a todos nuestros compañeros que trabajan en Prometheus, hombres y mujeres, que eliminen su dirección del padrón. Cualquiera puede identificarse como periodista en el padrón para preguntar por nuestra dirección, y por lo general la conseguirá.

Lo sabemos porque ya encontramos una vez el nombre y la fotografía de uno de nosotros en una página de neonazis, en una especie de orden de búsqueda. Por no hablar de la insinuación de una posible visita a los Obermaier. Desde entonces su nombre no aparece en el interfono, y su dirección ha sido eliminada de los organismos oficiales para que nadie pueda averiguarla. Se ha convertido en una medida habitual.

Una vez más: vivimos en Alemania, el país ideal para la mayoría de los periodistas de investigación. Para nuestros compañeros del ICIJ de África, Oriente Próximo, Europa del Este o Iberoamérica los resultados de la investigación serían mucho más peligrosos. Y las amenazas, diarias. Un periodista egipcio ya recibió una llamada del servicio secreto durante la publicación de la filtración de Suiza en febrero de 2015. «Pobre de usted si sigue informando sobre estos temas», le dijo el hombre que estaba al otro lado del teléfono. Y a continuación se los enumeró. Nuestro colega entendió la advertencia, y obedeció. Nosotros habríamos hecho lo mismo, no estamos locos.

En aquella ocasión, por lo que entendimos, se trataba de una casa real de Oriente Próximo. En este caso aparecen prácticamente todas las dinastías de Oriente Próximo en los datos, junto con déspotas africanos, oligarcas de Europa del Este, dirigentes iberoamericanos, miembros de activos grupos mafiosos internacionales y otros delincuentes. Algunos de los miembros del equipo Prometheus, que no para de crecer, no podrán informar con libertad, o se meterán en problemas.

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Jadidja Ismailova ni siquiera puede unirse a la investigación, está en una prisión de Azerbaiyán. Trabajamos con ella en 2013 en la filtración de las empresas offshore, investigaba la participación en ellas de miembros de la familia del presidente azerbaiyano Ilham Aliyev. Entonces Jadidja trabajaba para Radio Free Europe, ahora cerrada, y el proyecto OCCRP, una asociación de periodistas de investigación del sur de Europa, el Cáucaso y Asia Central. Se dedican a lo que los medios locales apenas se atreven ya, la mayoría por miedo a represalias o a la presión económica: investigar, descubrir y publicar.

Según las investigaciones de Jadidja sobre la filtración de empresas offshore, varios miembros de la familia del presidente de Azerbaiyán tenían acciones en sociedades pantalla. Dos de sus hijas, Arzu y Leila, crearon en 2008 tres empresas offshore en las Islas Vírgenes Británicas. El presidente y su mujer Mehriban —miembro del Parlamento— también adquirieron en 2003 su propia empresa offshore: Rosamund International Ltd.

Quien saca a la luz ese tipo de negocios en Azerbaiyán corre peligro. No por nada Reporteros sin Fronteras ha puesto al país en su clasificación mundial sobre la libertad de prensa en el puesto 163 de 180 en 2016.

Jadidja Ismailova no se dejó amedrentar, pese a que no paraba de recibir amenazas. En 2013 fue detenida brevemente y al año siguiente, cuando regresaba de su viaje por Europa, estuvo retenida durante horas en la aduana del aeropuerto de Bakú. Los empleados querían ver el contenido de su USB, pero ella se negó porque aquella petición carecía de base legal y llamó a la policía. Más tarde declaró que el USB estaba vacío. A Jadidja le importa la ley.

En diciembre de 2014 fue detenida de nuevo. Uno de los cargos era haber inducido a su exnovio al suicidio. Una acusación absurda, según testigos, amigos y otros periodistas. «Jadidja Ismailova es una comunicadora molesta. Su detención encaja a la perfección con los esfuerzos del régimen azerbaiyano para acallar las voces críticas con el Gobierno», explicó Human Rights Watch. «Esta reacción lleva la misma firma que otros intentos de silenciar a los medios libres de Azerbaiyán: Jadidja Ismailova es una de las últimas voces independientes del país», dice Amnistía Internacional.

En el verano de 2015 fue condenada en Bakú a siete años y medio de cárcel. Pasados unos minutos de la sentencia, OCCRP escribió en su página web: «Hoy el Gobierno azerbaiyano ha condenado a Jadidja Ismailova a siete años y seis meses de prisión. Creen que eso hará que dejemos de informar. No es así».

De hecho, Miranda Patrucic, que trabaja junto con Jadidja en OCCRP, también encuentra en nuestros datos a la familia del autócrata azerbaiyano Ilham Aliyev. Jadidja Ismailova tenía razón. No es que lo dudáramos, pero lo que ahora vemos demuestra que entonces ella describió solo la punta del iceberg.

Nuestros documentos demuestran, entre otras cosas, que la esposa de Aliyev y, por irónico que parezca, el ministro de Hacienda de Azerbaiyán, influían a través de una fundación panameña en el conglomerado empresarial más grande del país, Ata Holding. Al grupo pertenecen bancos, empresas de alta tecnología, agencias de viajes, compañías de seguros, no existe casi ningún sector en el que no participe. Los beneficios del grupo pasan a continuación, temporalmente, por un complejo entramado de sociedades británicas y panameñas, además de fundaciones, hasta llegar a dos hijas y un hijo de Aliyev[1].

Además, los compañeros de OCCRP dan con dos empresas, hasta entonces desconocidas, de las hijas de Aliyev. Se llaman Kingsview Development Limited y Exaltation Limited. Esta última fue creada, según la documentación, en enero de 2015 para ocultar un inmueble británico por valor de más de un millón de dólares. El presidente no estará muy contento cuando salga a la luz. Para Mossack Fonseca ese tipo de clientes también podrían ser perjudiciales.