[171] Herodes dio el nombre de Antonia, en honor de su amigo Marco Antonio, a la antigua fortaleza Baris levantada por Juan Hircano; cf. I 75, 118 y 401, y Antigüedades XV 292, 403, y XVIII 92. <<
[172] En estas escaleras se sitúa la arenga de Pablo de Tarso a los judíos, cuando fue arrestado por las autoridades romanas, según recuerdan Hechos de los Apóstoles 21, 40. <<
[173] Su descripción se incluye en V 176-182. <<
[174] Cf. V 149-151. <<
[175] Después de este largo excursus sobre Jerusalén y su Templo, se retoma la narración del conflicto bélico, interrumpido en V 135. <<
[176] En esta obra no se vuelven a tratar estas cuestiones; véase, no obstante, la nota a V 237. <<
[177] Está claro que los idumeos no se habían retirado de Jerusalén, a pesar de lo que se dijo en IV 353. <<
[178] Sobre las diversas variantes con que aparece este nombre véase la nota a IV 271. <<
[179] Estos oficiales han sido ya reseñados en IV 235. <<
[180] Cf. V 27 ss. <<
[181] La tercera muralla levantada por el rey Agripa; cf. V 147. <<
[182] Es decir, la primera muralla; cf. V 142. <<
[183] Según cuenta el propio Josefo en sus Antigüedades, XX 17-52, los adiabenos, que habitaban la región superior del río Tigris, se habían convertido al judaísmo, su familia real había aceptado la circuncisión y su reina Helena se había trasladado a Jerusalén, donde levantó algunas construcciones; cf. nota a I 6 y IV 567. <<
[184] Es decir, la piscina de Siloé, aunque en V 410 se dirá que los romanos ocupaban esta fuente. <<
[185] Los palacios de estos dos reyes adiabenos, Monobazo y Helena, no han sido localizados con plena certeza, si bien se ha propuesto la cima de la colina Ofla; cf. comentario ad loc. de PELLETIER. <<
[186] La que se ha narrado en V 71-77, cuando los judíos atacaron a la décima legión mientras levantaba el triple campamento. <<
[187] En su programa de propaganda flaviana Josefo se deja llevar por su actitud filorromana hasta límites inospechados, como es éste, en que incluso defiende claramente la conquista de Jerusalén por parte de Roma; cf. apartado 5 de la Introducción. <<
[188] THACKERAY y PELLETIER, en el comentario a sus respectivas traducciones, ven en esta expresión formularia, que se repite en Antigüedades I 108, II 348, III 81, una cláusula retórica habitual en los escritores griegos y romanos para expresar su opción personal; cf. DIONISIO DE HALICARNASO, 148, 1 y III 35, 6. <<
[189] Juan Hircano (cf. I 54 ss). Este monumento citado más adelante en V 304, 356, 468 y VI 169, parece estar situado al nordeste del palacio de Heredes, cerca de la puerta de Genat. <<
[190] El tribuno y amigo de Josefo, que intervino de mediador en la rendición de éste ante los romanos; cf. III 346. <<
[191] Cf. nota a IV 19 y 553. <<
[192] Josefo distingue aquí, como en otros pasajes, entre los judíos, que son los sediciosos y rebeldes sublevados contra Roma, y el pueblo, que quería la paz y no estaba de acuerdo con esta guerra. <<
[193] En su derrota del año 66; cf. II 554. <<
[194] Cf. II 430. <<
[195] Seguramente serían miembros de las tropas auxiliares romanas, formadas por sirios, árabes u otros habitantes de regiones limítrofes a las judías. DIÓN CASIO, LXVI 5, 4 confirma la existencia de estos tránsfugas. <<
[196] Estas construcciones defensivas se denominaban vinae, por su parecido con una plantación de viñas, según se describe en III 163 y en VEGECIO, IV 15. <<
[197] Era la legión que había acampado más lejos de las murallas de la ciudad, en el monte de los Olivos; cf. V 135. <<
[198] Cf. nota a IV 19. <<
[199] Cf. nota a IV 583. <<
[200] Un talento ático, la unidad de peso más utilizada en esta época en Palestina, equivalía a 36 kilos; cf. III 167. <<
[201] Para esta exclamación existen imágenes bíblicas paralelas, como Lamentaciones 3, 13, donde se presenta a las flechas como «hijas de la aljaba». Sin embargo, es posible que se haya producido una confusión o un juego de palabras entre el hebreo hab-ben, «hijo», y ha-eben, «piedra», o entre el griego huiós, «hijo», e iós, «flecha»; véase la discusión sobre ello en los respectivos comentarios ad loc. de RICCIOTTI y PELLETIER. <<
[202] La helépoli, literalmente «tomadora de ciudades», era una máquina de asalto que consistía en una torre, normalmente hecha de madera y cuero, móvil y equipada de artillería en la plataforma superior y de un ariete o catapulta en la parte inferior; cf. nota a II 553. No obstante, en este caso concreto no parece tratarse de una helépolis completa, sino más bien simplemente de un ariete, como se verá después en V 276, 281 y 282. <<
[203] Los dos mil soldados escogidos que Tito había traído de Alejandría; cf. V 44. <<
[204] Cf. SUETONIO, Tito V, donde se añade que el príncipe romano mató a los judíos a flechazos. <<
[205] La crucifixión era la forma de pena de muerte más cruel y vergonzosa entre los romanos, que se aplicaba a los esclavos y a los extranjeros para castigar el homicidio, el robo, la traición y la rebelión (cf. CICERÓN, Contra Verres V 64; TITO LIVIO, I 26; o Hechos de los Apóstoles 5, 37). Sobre la crucifixión entre los judíos, véase nota a IV 317. <<
[206] En IV 235 es presentado como el más importante de los caudillos idumeos, mientras que en V 249 no se le nombra, sino solamente a su hermano Jacob y a Simón. <<
[207] La proliferación de la artillería romana en esta época alcanza un importante grado de desarrollo y una variedad de artefactos que van desde la maquinaria ligera, trépanos, arietes, tortugas, oxibelas, etc., a las armas pesadas del tipo de las balistas, de complejos sistemas de lanzamientos, helépolis y otras torres de asalto; en general sobre estas cuestiones puede consultarse la obra de E. W. MARSDEN, Greek and Roman Artillery: Historical development, Oxford, 1969. <<
[208] Se está personificando la máquina, la helépoli, que los soldados romanos utilizan para derribar el muro y así «vencer a los judíos». <<
[209] Cf. nota a V 275. <<
[210] La primera desde el punto de vista romano, pero en realidad la tercera muralla, aquella que fue construida por el rey Agripa; cf. V 147. <<
[211] En mayo del año 70. Artemisio, mes del calendario macedónico, equivalente al hebreo Iyyar y a mayo, en el cómputo juliano. <<
[212] Cf. II 230. <<
[213] La tradición ubicaba en este lugar el campamento del rey asirio Senaquerib (cf. II Reyes 18, 17 y 19, 35). Su emplazamiento exacto no es conocido, si bien parece que estaba cerca de la torre Psefino. <<
[214] No se ha localizado el emplazamiento de la tumba de Alejandro Janeo, cuyo reinado ha sido narrado en I 85-106. <<
[215] La actual puerta de Jafa. <<
[216] Cf. nota a V 275. <<
[217] El propio historiador, autor de esta obra. <<
[218] Precisamente es la piedad y la compasión uno de los rasgos de la personalidad de Tito más destacados por Josefo; cf. II 64, IV 92 o V 59. <<
[219] Sobre la existencia de numerosos subterráneos de la ciudad de Jerusalén véanse las notas a V 102 y 104. <<
[220] De esta misma forma escapó también el judío Niger; cf. III 27. <<
[221] Por la torre central de la muralla norte, es decir, de la primera muralla, cf. V 317. <<
[222] El tercer muro desde el punto de vista romano, era el primero en el orden cronológico de construcción; cf. V 302. <<
[223] Cf. nota a V 153. <<
[224] El mismo interés manifestará Tito en VI 95, cuando la toma de Jerusalén haya sido completa. <<
[225] Cf. la toma de Jotapata en III 324. <<
[226] Por el lugar señalado en V 331. <<
[227] En realidad la primera muralla, desde el punto de vista judío, la más antigua y próxima a la ciudad, cf. V 302. <<
[228] Esta descripción en tono épico y formulario se repite en III 250 y262, y aparecía ya en la narración de la batalla de Bet Zacaría de I Macabeos 6, 39. <<
[229] Esta actitud de firmeza ante la muerte es típica de una serie de personajes que se han enfrentado a un poder políticamente opresor contra las leyes judías; el caso de los Macabeos frente a los Seléucidas (I Macabeos 2, 50; II Macabeos 6, 28 y 7, 2) o los doctores ejecutados por Herodes a causa del incidente del águila de oro (I 648-655). Así lo recuerda también el propio JOSEFO en Contra Apión II 234. <<
[230] Sobre la personificación de la Fortuna o Destino en la obra de Josefo puede consultarse el apartado 5 de la Introducción. <<
[231] Cf. nota a V 259. <<
[232] Los desertores del bando romano hablan sido sus instructores en el manejo; cf. V 268-269. <<
[233] Cf. notas a IV 9 y 583. <<
[234] No es así, pues aún faltaba por conquistar la torre Antonia, el Templo y la Ciudad Alta; cf. V 356. <<
[235] En un claro estilo oratorio griego se repiten los tópicos e ideas del discurso del rey Agripa II a los sublevados de Jerusalén para evitar la guerra; cf. II 355-374. <<
[236] La Fortuna en sentido clásico y el Dios hebreo se funden en esta expresión, hasta el punto de ser perfectamente sinónimos. La teología flaviana se pone de parte de Roma, sin olvidar su fe en la Providencia divina, demostrada por las Sagradas Escrituras. La guerra de los judíos contra los romanos entraba también en los planes divinos y es el propio Dios el que está ya desde un principio decidiendo su desenlace en contra del pueblo hebreo. En realidad el tema del abandono de Israel en favor de Roma no es obra de una caprichosa Fortuna, sino de esa Providencia, que castiga y premia; cf. apartado 5 de la Introducción. <<
[237] Estas mismas palabras y argumentos utilizó Nicanor para convencer a Josefo para que saliera de la cueva de Jotapata; cf. III 347. <<
[238] La tercera muralla desde el punto de vista romano, propiamente la primera, la más antigua; cf. V 331. <<
[239] Realmente el discurso de Flavio Josefo se inicia en V 363. Ahora sus palabras pasan del estilo indirecto al directo, lo que no es sólo un recurso meramente estilístico, sino que en el fondo es un discurso judío el que sucede uno discurso romano, siempre dentro de ese conflicto personal de la doble mentalidad de nuestro historiador; cf. B. THEROND, «Discours au style indirect et discours au style direct dans la Guerre Juive de Flavius Joséphe», Hellenica et Judaica. Hommage à V. Nikiprowetsky, París, 1986, págs. 139-154. <<
[240] Princesa, no como título regio, sino en sentido etimológico, ya que en hebreo Sara significa «princesa». <<
[241] Esta historia no se encuentra en los textos bíblicos (cf. Génesis 12, 10-20 y 20, 1-17, donde este hecho ocurre durante la estancia de Abraham en Egipto), sino que parece proceder de otros escritos, no conocidos, donde se recreaban las leyendas bíblicas, como se observa en numerosos pasajes de sus Antigüedades. Hay, por otra parte, un anacronismo, dado que Necao no es un faraón de época patriarcal, sino que es aquel que siglos más tarde combatirá contra el rey de Judá, tosías (cf. II Reyes 23, 29 ss.). <<
[242] Se están mezclando varías historias de la Biblia. Estos «trescientos dieciocho» hombres se insertan en la campaña de los cuatro reyes, contra los que Abraham se alzó con este número de soldados para liberar a Lot; cf. Génesis 14, 14. <<
[243] Este suceso pertenece al ciclo de Abraham, pero no concretamente a la historia de Sara y el Faraón de Egipto, sino a la de Abimelek. Éste, que era rey de Guerar, se apoderó también de Sara y, gracias a la aparición de Dios en sueños, la liberó y a continuación hizo diversas ofrendas a Abraham; cf. Génesis 20. <<
[244] Génesis 46 ss. y Éxodo 1 relatan la estancia de los hebreos en Egipto, cuando Jacob, poco antes de morir, se trasladó allí con todos los suyos por indicación de Dios. <<
[245] Este número de años es el que augura Yahveh a los descendientes de Abraham; cf. Génesis 15, 13 y Antigüedades II 204. En Éxodo 12, 40 y Antigüedades II 318 la cifra alcanza cuatrocientos treinta años, incluyendo la estancia en Canaán. <<
[246] Cf. Éxodo 7 ss. <<
[247] No en época de Josefo, pero si desde antiguo, el apelativo de Palestina se aplicaba a una parte de Siria (cf. HERÓDOTO, 111 91), e incluso a tierra filistea, el litoral mediterráneo desde Cesarea hacia el sur. <<
[248] Uno de los grandes dioses del panteón semítico, con especial relevancia en el culto de Siria, de Canaán, del país de los amorreos y de los filisteos. El Antiguo Testamento cita en numerosas ocasiones a este dios, que se le ha identificado con diversas divinidades y se le ha venerado con distintos epítetos; cf. II Reyes 5; 18, I Samuel 5; I Macabeos 10, 83, etc. <<
[249] Más bien, los filisteos; cf. I Samuel 4-6. En este relato Josefo amplia con tintes retóricos y literarios la historia, contenida en este libro bíblico, sobre la derrota de los israelitas por los filisteos y el correspondiente hurto del Arca de la Alianza. <<
[250] En el llamado «Campamento de los asirlos», cf. nota a V 303. <<
[251] Cf. II Reyes 19, 35. <<
[252] Es decir, el propio Dios, que a lo largo de la historia de Israel ha luchado del lado de su pueblo, como un auténtico «aliado» de guerra; cf., por ejemplo, II Macabeos 8, 23-24; 10, 16 y 12, 36. <<
[253] Cf. II Reyes 25, 1-10 y Jeremías 39 y 52. <<
[254] El relato bíblico menciona varios intentos de ejecución contra el profeta; cf. Jeremías 18, 18 y 22; 26, 8 y 38, 4 ss. <<
[255] Cf. I 31 ss.; Antigüedades XII 242 ss.; I Macabeos 1, 20 ss. y II Macabeos 5, 11 ss. No parece que los judíos tomaran las armas contra Antíoco Epífanes, sino que Josefo en los otros relatos paralelos dirá simplemente que en una ocasión el soberano seléucida tomó Jerusalén «sin combatir» (cf. Antigüedades XII 246) y en otra lo hizo «a traición» (cf. Antigüedades XII 248). <<
[256] Desde diciembre del año 68 hasta junio del 65, los mil doscientos noventa días de la profecía de Daniel 12, 11; cf. nota a I 33. <<
[257] Josefo en este contexto histórico, al igual que otras obras de la literatura greco-judía, vuelve su mirada al pasado para así reinterpretar su propia historia. Por otra parte, los judíos siempre han tenido el deber de recordar el pasado, según lo expresa, por ejemplo, Deuteronomio 7, 18: «Acuérdate bien de lo que Yahveh, tu Dios, hizo al faraón y a todo Egipto». <<
[258] Estos hechos han sido narrados con detalle en I 120 ss. <<
[259] Cf. I 131-154. <<
[260] Cf. I 149 y Antigüedades XIV 66. <<
[261] Sobre este personaje, véase I 345-353 y Antigüedades XIV 468. <<
[262] En I 351 se habla de cinco meses, no de seis, y en Antigüedades XIV 476 se precisa simplemente que estos hechos acaecieron «al tercer mes». <<
[263] Es decir, Moisés, el legislador judío por antonomasia; cf. III 376. <<
[264] En la descripción del Templo (cf. V 193-194) se ha precisado ya el límite que separa el «atrio de los gentiles» del de los judíos en el culto de Yahveh y la pena de muerte que recaía sobre aquel que osara transpasarlo; cf. nota a II 341. <<
[265] Véase nota a V 389. <<
[266] El rey asirio Senaquerib. <<
[267] Senaquerib impuso al rey hebreo Ezequías un tributo de trescientos talentos de plata y treinta de oro; cf. II Reyes 18, 13-16. <<
[268] Cf. IV 604. <<
[269] La riqueza de agua y las instalaciones hidráulicas de Jerusalén son reseñadas por diversos textos, como la Carta de Aristeas 88-91, TÁCITO, Historias V 12, o DIÓN CASIO LXVI 4, 5. <<
[270] Medida griega de volumen equivalente a media metreta, muy utilizada en Roma como sinónimo de quadrantal, de 2 urnae o 48 sextarii, unos 26 litros; cf. AULO GELIO, XVIII 1, 9, y PLINIO, Historia natural IX 93. <<
[271] Nabucodonosor; cf. V 391. Este prodigio de la fuente de Siloé no consta en los textos bíblicos. <<
[272] En tiempos de la destrucción del Templo por Nabucodonosor también Yahveh abandonó su lugar sagrado (cf. Ezequiel 11, 23). La idea de que Dios ha abandonado a su pueblo y está de la parte de los romanos se repite con más insistencia en estos últimos momentos de Jerusalén; cf. nota a V 367. <<
[273] La madre de Flavio Josefo está en prisión (cf. V 544-545), como también su padre Matías (cf. Autobiografía 6), que no es mencionado en esta exclamación; cf., V 533. <<
[274] La primera mujer de Josefo, a la que repudió en el año 76 o 77, durante su estancia en Roma, para casarse después con una judía de la isla de Creta; cf. Autobiografía 426-427. <<
[275] La familia de Josefo pertenece a la primera de las veinticuatro clases sacerdotales y se cuenta entre los descendientes de los Asmoneos; cf. Autobiografía 1-2. <<
[276] En esta situación Josefo se presenta como un nuevo Jeremías y son muchos los paralelos en las lamentaciones de ambos personajes. La historia del presente repetía un conocido pasado bíblico: Roma era la nueva Babilonia, como muy bien los ejemplificarán los apocalipsis judíos de este período. Josefo se dirige a sus compatriotas en términos idénticos a los que antaño hizo Jeremías, sin que tampoco ellos hagan caso a sus palabras. Josefo no veía otra salida a este conflicto, al igual que le ocurría a Jeremías. Dios castigará a una generación corrompida por haber mancillado y haber convertido el Templo en una «cueva de ladrones» (cf. Jeremías 7, 11 y 19, 4). Flavio Josefo y el profeta Jeremías han sido testigos de uno de esos terribles momentos de la historia en el que Dios da la espalda a su pueblo; cf. M. HADAS-LEBEL, Flavius Joséphe. Le juif de Rome = Flavio Josefo. El judío de Roma, Barcelona, 1994, págs. 175-179. <<
[277] Como anota RICCIOTTI en su traducción, esto era posible porque las monedas de la época de Nerón pesaban unos ocho gramos y tenían un diámetro máximo de dieciocho milímetros. <<
[278] Este panorama desolador repite la descripción bíblica de la destrucción de Jerusalén por obra de Nabucodonosor, según se relata en los libros del ciclo de Jeremías: devorar la carne de los propios hijos (Jeremías 19, 19), dejar los muertos sin enterrar (Jeremías 9, 21 y 14, 15-16), etcétera. <<
[279] Otro caso más de la apología de la actividad bélica de Roma en Judea. Eli VI 254-258 Tito intentará salvar el Templo frente a la locura de los zelotes. <<
[280] Cf. VI 165, 167 y 364. <<
[281] Cf. VI 254-266. <<
[282] Los terraplenes que se habían levantado junto a la torre Antonia y al monumento de Juan Hircano; cf. V 356. <<
[283] Sobre este tipo de suplicio véase nota a V 289. <<
[284] Tres eran las formas de cruz conocidas en los suplicios; un palo transversal (patibulum) que el condenado transportaba y que se fijaba o bien en lo más alto del un poste vertical, en forma de T (crux commisa o patibulata), o bien un poco más abajo, en forma de cruz latina o griega (crux immisa o capitata). La crux decussata, en forma de aspa, no pertenece a esta época. <<
[285] La exclusividad del culto judío impedía la entrada de los extranjeros en el Templo de Jerusalén. La balaustrada mencionada en V 193-198 separaba el «atrio de los gentiles» del «atrio de los judíos». <<
[286] Esta afirmación se sitúa en la interpretación cósmica del Templo señalada en V 212. No obstante, también hay que ver en ella una manifestación de la fe escatológica de los sitiados en el nuevo reino mesiánico. Tito y Flavio Josefo quieren salvar el Templo terreno, mientras que Juan de Giscala y los rebeldes, encerrados en el recinto sagrado, piensan en la Jerusalén celestial. <<
[287] En estas manifestaciones se contiene la filosofía o, mejor, la doctrina religiosa de los insurrectos: la idea de que Dios es aliado de su pueblo, Israel, comentada en nota a V 389, y la confianza en la inexpugnabilidad del Templo y de la ciudad de Jerusalén (cf. nota a IV 127). <<
[288] Antíoco IV, rey de Comagene, en el norte de Siria, era aliado de los romanos, de Cestio y de Vespasiano; cf. II 500 y III 68. <<
[289] Pequeño reino situado en el Éufrates superior, entre Cilicia y Armenia, al sur de Capadocia, cuya capital era Samosata. <<
[290] En VII 219-243 se narrará el final de este reino. <<
[291] El famoso aforismo que Solón enuncia al rey Creso; cf. HERÓDOTO, I 32. <<
[292] Alejandro Magno. En II 360 Josefo recuerda esa Fortuna de Macedonia que en otro tiempo, con Alejandro, extendió el poder sobre todo el mundo habitado, mientras que ahora los macedonios están también sometidos ante los nuevos señores favorecidos por esa misma Fortuna. <<
[293] Cf. V 356. <<
[294] El 16 de junio del año 70. <<
[295] Tal vez se pueda identificar esta piscina, llamada también Estrutio, con los restos hallados al noroeste de la torre Antonia; cf. G. A. SMITH, Jerusalem. The Topography, Economics and History from the earliest times to A. D. 70, Londres, 1908, 1, pág. 116. <<
[296] Esta fuente, conocida también con el nombre griego de Amígdalo, podría identificarse con la piscina de Ezequías, al norte del palacio de Herodes (cf. PELLETIER en su comentario ad loc.) o con la fuente del Baño del Patriarca, próxima a la actual puerta de Jafa (cf. THACKERAY, en la correspondiente nota a su traducción). <<
[297] El monumento de Juan Hircano; cf. V 259. <<
[298] Los terraplenes que estaban levantando la décima y décimoquinta legión; cf. V 468. <<
[299] Cf. nota a V 275. <<
[300] De él se volverá a hablar en VI 92 y 148. <<
[301] Hija de Agripa I y hermana de Agripa II; cf. II 220, Es muy probable que este tal Magasaro, funcionario de la monarquía judía favorable a Roma, hubiera desertado y se hubiera pasado al bando de los zelotes. <<
[302] Sobre los problemas de transcripción al griego de este nombre semítico, véase el comentario de PELLETIER. <<
[303] Sobre este artefacto y otros similares véase nota a IV 553. <<
[304] Los campamentos romanos presentaban el aspecto de una fortificación con murallas y torres; cf. III 79. <<
[305] Recordemos la descripción de la ciudad hecha en V 136 ss. <<
[306] Como recuerda TÁCITO, Historias V 11, Tito deseaba también acabar con el «problema judío» para regresar a Roma, donde su padre Vespasiano acababa de recibir el poder imperial. <<
[307] Se repite aquí la el aforismo de inspiración sofoclea (Electro 995), que ya se anotó en otros pasajes, III 153, 112 y 495. <<
[308] Sobre la ubicación de este «Campamento de los Asirios» véase nota a V 303. <<
[309] Cf. nota a V 151. <<
[310] La localización de esta roca, conocida también con el nombre griego de Peristereo, en el barranco del Cedrón no ha sido precisada aún. <<
[311] La fuente de Siloé; cf. nota a V 140. <<
[312] Seguramente se trata del Anás del Nuevo Testamento (cf. Juan 18, 12 y 24); cf. nota a II 563. <<
[313] Lugar desconocido. <<
[314] Cf. V 108. <<
[315] En V 159 se ha precisado que el perímetro completo de la ciudad era de 33 estadios, si bien en este caso el muro de circunvalación tiene que ser necesariamente mayor. <<
[316] Los romanos dividían la noche en cuatro vigiliae, es decir, en cuatro turnos de guardia militar de tres horas cada uno de ellos. En esta época los judíos seguían este cómputo de las horas nocturnas, como lo testimonia Mateo 14, 25 o Marcos 13, 35. El Antiguo Testamento (Jueces 7, 19 o I Samuel 11, 11) se guiaba por un sistema de tres vigilias solamente. <<
[317] Tiberio Alejandro; cf. V 45. <<
[318] Los terraplenes mencionados en V 466 ss. <<
[319] Entre 16 y 17 kilómetros. <<
[320] El sumo sacerdote citado en IV 574. <<
[321] Esta afirmación se contradice con VI 114, donde se precisa que este hijo huyó después de la muerte de su padre Matías. <<
[322] Tal vez haya que leer aquí Magadato, si tenemos en cuenta la nueva mención de Anano, como hijo de Magadato, en VI 229. <<
[323] Del Sanedrín; cf. nota a V 144. <<
[324] Matías, el padre del propio historiador; cf. V 419. <<
[325] Las nueve de la mañana, según el sistema horario romano seguido por Josefo y también por el Nuevo Testamento. <<
[326] Cuando se conoció en Jerusalén la noticia de la caída de Jotapata se difundió también el rumor de que Josefo había muerto; cf. III 432-439. <<
[327] Sobre el escrupuloso cuidado que pone Josefo en distinguir entre el pueblo judío y los «sediciosos» puede verse la nota a IV 141 y V 27. <<
[328] V 421. <<
[329] Estas monedas eran los áureos romanos, que equivalían a una estatera de oro griega, es decir, veinticinco dracmas griegos. Como se indicará en VI 317 el oro se había desvalorizado con la guerra. <<
[330] Árabes y sirios formaban parte de las tropas auxiliares romanas. <<
[331] Las rivalidades y odios entre judíos, árabes y sirios son tradicionales desde época antigua y normales entre poblaciones vecinas, como muy bien precisa TÁCITO, Anales V 1; cf. nota a IV 535. <<
[332] Otra de las frases claves de la teología flaviana; cf. apartado 5 de la Introducción. <<
[333] Los aliados extranjeros, sirios y árabes. <<
[334] Cf. nota a V 8. <<
[335] FILÓN DE ALEJANDRÍA, Embajada a Cayo 157 y 319, se hace eco estas ofrendas. <<
[336] Sobre el sentido impropio del término griego basileús para los emperadores de Roma, véase nota a V 58. <<
[337] La importancia del culto extranjero, sobre todo romano, en el Templo de Jerusalén ha sido comentada en nota a II 197 y IV 181. <<
[338] Juan de Giscala. <<
[339] El que se utilizaba para los holocaustos: un cordero debía ir acompañado de un cuarto de hîn de vino (cf. Éxodo 29 y Números 15, 5), el de un camero de un tercio de hîn (cf. Números 28, 14) y el de un toro de medio hîn de vino (cf. Números 15, 10). <<
[340] Según el tratado Middot 2, 6, el vino y el aceite se guardaban en una estancia situada al suroeste del atrio de las Mujeres. <<
[341] En el Proemio (cf. I 9 y 11) de esta obra nuestro autor manifestó ya la voluntad de expresar sus propios sentimientos, a pesar de que lo prohíban las normas de la historiografía. <<
[342] Nuestro autor aduce ejemplos bíblicos que emulan la presente situación de la ciudad de Jerusalén: el caso de Coré, tragado por la tierra (cf. Números 16, 32), la inundación producida por el famoso diluvio de Noé (cf. Génesis 6 ss.), o la destrucción de Sodoma y Gomorra ya recordada en IV 484-485. <<
[343] Cf. V 99y 133. <<
[344] El 20 de julio del año 70, según el cómputo de la edición de NIESE. <<
[345] Sobre el sentido de este término en este momento, véase la nota a IV 318. <<
[346] Véase la nota a IV 317 sobre la importancia de dar sepultura a los muertos entre los judíos. <<
[347] La cifra es exagerada, si se tienen en cuenta los datos que tenemos sobre la posible población de Jerusalén en este momento. Según el cómputo de M. BROSHI, «La population…», el número de los habitantes de Jerusalén, que antes de la revuelta podían llegar a ochenta y cinco mil aproximadamente, aumentó de forma considerable con la llegada de la población del campo de Judea; cf. IV 137. No obstante, TÁCITO, Historias V 13, da la misma cifra de Josefo, pero referida no a los muertos, sino al número total de asediados en la ciudad. <<
[348] El talento griego de 6.000 dracmas, unos 21 o 22 kilogramos de plata, está documentado como unidad monetaria en los últimos libros del Antiguo Testamento y, por supuesto, en el Nuevo Testamento. <<
[1] Sobre la oposición radical de Josefo entre los rebeldes y el resto del pueblo judío en este conflicto, véase nota a IV 147. <<
[2] Cf. V 523. <<
[3] Sobre la personificación del Destino o Fortuna en Josefo, véase el apartado 5 de la Introducción. <<
[4] Por ejemplo, cuando los judíos asaltaron el campamento romano; cf. V 484. <<
[5] Sobre este tipo de armas, como oxibelas, balistas, catapultas, etc., cf. notas a IV 19 y 583. <<
[6] El pilum romano, citado en el excursus sobre el ejército de III 95. <<
[7] El 20 de julio del año 70, según precisa NIESE. en su edición ad loc.; cf. V 567. <<
[8] Cf. V 275. <<
[9] Es la formación conocida con el nombre de testudo, «tortuga», señalada ya en II 537… <<
[10] Juan de Giscala había abierto una galería subterránea desde la torre Antonia hasta los terraplenes romanos, por debajo del foso de la fortaleza; cf. V 469. <<
[11] Estas ideas han sido destacadas en el excursus sobre el ejército romano; cf. III 72. <<
[12] En boca del propio Tito queda claramente expuesta la teología flaviana: el Dios de los hebreos se ha puesto del lado de los romanos en esta guerra y ha abandonado a su pueblo. La presencia de la divinidad y de la providencia ha estado siempre presente en la persona de Vespasiano, manifestada con especial relieve en su elección, y en la de Tito. A lo largo de este discurso y en los hechos posteriores Josefo repetirá este mismo argumento, que constituye uno de los objetivos básicos de su obra. <<
[13] Esta misma idea les recordaba el rey Agripa a los judíos en su famoso discurso; cf. II 355-357. <<
[14] Otro caso más de la personificación de la Fortuna o Destino; cf. el apartado 5 de la Introducción. <<
[15] TÁCITO, Historias V 11, se hace eco de esta espera a que el hambre acabara con los sitiados. <<
[16] La muerte en la batalla y el martirio como vía para alcanzar la inmortalidad pertenece más bien al pensamiento judío, a pesar de ser Tito el que exprese estas ideas; cf., por ejemplo, II Macabeos 7, 9 y Contra Apión II 232 ss. <<
[17] En estas palabras se perciben conceptos de la doctrina estoica sobre la inmortalidad del alma, si bien también hay ciertos puntos de contacto con la doctrina de los esenios sobre el más allá, según se comentó en nota a II 154. Josefo se había sentido atraído también por las creencias fariseas, ya que éstas mostraban puntos de contacto con la filosofía estoica. Los fariseos habían convertido en un elemento esencial de su doctrina la inmortalidad del alma, que no aparecía en los textos bíblicos. La base de su creencia eran las recompensas y castigos que se recibían después de la muerte, así como la dicotomía entre la Providencia divina y el libre albedrío; cf. II 163, Antigüedades XVIII 14 y Contra Apión II 218. <<
[18] El segundo muro que de forma improvisada habían levantado Juan y sus secuaces; cf. VI 31. <<
[19] A partir de aquí la descripción de los acontecimientos del sitio de Jerusalén evidencia que el propio historiador ha podido ser testigo de los hechos narrados, según se indicó en 11 ss. <<
[20] Sobre la Fortuna que acompaña siempre a la persona de Tito véase V 88. <<
[21] Las doce de la mañana, según el cómputo horario romano seguido por Flavio Josefo. <<
[22] Cf. nota a VI 14. <<
[23] El 22 de julio del 70; cf. VI 22. <<
[24] La legión V Macedónica; cf. V 42. <<
[25] Aproximadamente las tres de la mañana. Las doce horas de la noche se dividían en cuatro vigilias militares de tres horas cada una de ellas, de acuerdo con los correspondientes turnos de guardia. Este mismo cómputo es el que sigue Josefo en otros pasajes (cf. nota a III 319). <<
[26] Cf. V 469 y VI 28. Los subterráneos, con diferentes redes e itinerarios, que había debajo del Templo y de la Antonia eran numerosos según se indica en Antigüedades XV 424 y como parece desprenderse de lo expuesto en V 102, 104 y VII 29. <<
[27] Quizá Josefo presenció directamente estos acontecimientos junto a Tito; cf. nota a VI 55. <<
[28] La lucha se está produciendo en las entradas del Templo, tanto en las escaleras de acceso (cf. V 243) como en las salidas de las galerías subterráneas, lugares todos ellos estrechos. <<
[29] Hasta la una de la tarde; cf. VI 68. <<
[30] Esta expresión parece confirmar la presencia de Josefo en los acontecimientos narrados, al menos en estos últimos momentos de la toma de Jerusalén; cf. nota a VI 55. <<
[31] El ángulo noroeste. <<
[32] Como antes ha ocurrido con Sabino; cf. VI 63. <<
[33] THACKERAY, ad loc., ve en esta expresión una reminiscencia homérica de ¡Hada I 246 y XI 633. <<
[34] El atrio exterior estaba empedrado por unas amplias losas. <<
[35] Citado en V 474. <<
[36] Cf. IV 235. <<
[37] Este día, 17 de Panemo o 17 del mes hebreo Tammuz, en agosto del año 70, es recordado por la tradición como el más desastroso de todos los que ha tenido que padecer el pueblo judío; cf. A. GUTTMANN, «The end of tile Jewish sacrificial cult», Hebrew Union College Annual 39 (1967), 137-158. <<
[38] Diariamente, por la mañana y por la tarde, se ofrecían sendos corderos sin mancha acompañados de una ofrenda vegetal y una libación, por prescripción del Éxodo 29, 38-42 y Números 28, 3-8 (cf. también Antigüedades XIV 65). Este holocausto, denominado tamid, era considerado como el centro del culto y se había mantenido en todo momento desde tiempo inmemorial, incluso durante el asedio y la toma de la ciudad por parte de Pompeyo (cf. I 148). No obstante, en I 33 se ha relatado otro momento de interrupción temporal de este rito, a saber, bajo el dominio de Jerusalén por Antíoco IV Epífanes, que suspendió este sacrificio durante tres años y seis meses. <<
[39] Las exhortaciones que Tito había hecho a los judíos delante de las murallas en V 362-419. <<
[40] Más bien en arameo, ya que el hebreo no se hablaba desde la vuelta del destierro. Sin embargo esta denominación de la lengua materna de los judíos sigue utilizándose en algunos textos de esta época, como por ejemplo en Hechos de los Apóstoles 21, 40 y 22, 2. <<
[41] Sacrificios expiatorios para purificarse, después de haber mancillado y profanado el Templo. Para hacer desaparecer la ira de Dios y recuperar su favor se seguía todo un ritual donde lo fundamental era la aspersión de sangre sobre los objetos del culto y sobre el pueblo. Esto es lo que hizo Judas Macabeo tras reconquistar el Templo, como se relató en 139. <<
[42] Juan de Giscala. <<
[43] La confianza en Dios como aliado y en la inexpugnabilidad del Templo se ha comentado en nota a IV 127 y V 459. <<
[44] Otra de las muchas afirmaciones fílorromanas de esta obra, en este caso en boca del propio autor; cf. VI 94. <<
[45] Esta historia es narrada en II Reyes 24 12, aunque en esta ocasión Josefo la amplía sensiblemente; cf. también Antigüedades X 100. <<
[46] Flavio Josefo no era ya en este momento prisionero de guerra, pues había sido liberado en diciembre del año 69, cuando Vespasiano fue proclamado emperador; cf. IV 622. <<
[47] Una de tantas identificaciones entre el Destino y Dios; cf. el apartado 5 de la Introducción. <<
[48] La creencia en las profecías bíblicas sobre la destrucción del Templo se hallaba entonces en su momento álgido; cf. nota a IV 388. THACKERAY, ad loc., cree que puede tratarse de una referencia a Oráculos Sibilinos IV 115 ss., que se sitúan cronológicamente en torno al año 80 d. C. <<
[49] En los textos bíblicos el fuego es un elemento escatológico que simboliza la ira de Dios y la purificación de todo lo que es impuro; cf. Isaías 26, 11; Jeremías 4, 4 o Apocalipsis 8, 8 ss. <<
[50] Tal vez sea Ismael, hijo de Fabí, nombrado sumo sacerdote por el rey Agripa, y que acudió en una embajada ante Nerón, que lo retuvo en Roma como rehén; cf. Antigüedades XVIII 34, XX 179 y 194. <<
[51] En V 527-531 se ha dicho, en cambio, que este hijo de Matías había huido entonces junto a Tito, antes de morir su padre. <<
[52] Esta estratagema ya la habían practicado antes; cf. V 453. <<
[53] Cf. V 452-456. <<
[54] Cf. nota a IV 583. <<
[55] Es decir, balistas; cf. nota a IV 19. <<
[56] El altar, el lugar de los sacrificios y el Santo de los Santos, la zona más interior del santuario, donde sólo podían entrar normalmente los sacerdotes; cf. V 219 y 226. <<
[57] Josefo insiste en este lugar en la purificación previa a la entrada del Templo, que lógicamente estos profanadores no cumplían; cf. nota a IV 205. <<
[58] Sobre la balaustrada y las inscripciones que cerraban el paso a los extranjeros véanse las notas a V 193-194. <<
[59] Esta propuesta se les ha hecho ya antes repetidamente; cf. V 334 y VI 95. <<
[60] Juan de Giscala. <<
[61] Sexto Cereal Vetuleno, legado de la quinta legión, que desempeñó un importante papel en la lucha contra los idumeos; cf. IV 552-555. <<
[62] Las tres de la mañana; cf. VI 68. <<
[63] Cf. nota a VI 55 y 75. <<
[64] Juan de Giscala. <<
[65] Como ha ocurrido, entre otros, en el caso de los falsos juicios contra Fani y Zacarías (cf. IV 156, 336), nuestro autor se sirve del símil de una representación teatral. <<
[66] Las once de la mañana. <<
[67] Es el mismo personaje que en IV 271 y en V 249 aparece con la variante Caata. <<
[68] Cf. V 203. <<
[69] En VI 5 se ha dicho que los romanos habían talado los árboles en un espacio de 90 estadios alrededor de la ciudad. <<
[70] En este lugar se hallaba el campamento de la décima legión; cf. V 70 y 135. <<
[71] Sobre las cinco de la tarde. <<
[72] Josefo quiere dejar claro que los causantes de la destrucción de la ciudad y del Templo fueron los propios judíos, en concreto ese pequeño grupo de «rebeldes». Así se cumplían las profecías que anunciaban que «manos de la propia patria» profanarían el Lugar Santo (cf. IV 388). Precisamente uno de los temas recurrentes de esta obra es que los romanos no infligieron contra los judíos males peores que los que estos últimos se hicieron a sí mismos. <<
[73] El 24 del mes de Panemo, es decir, a principios de agosto. <<
[74] Cf. V 243. <<
[75] Sobre este monumento véase V 259. <<
[76] El sentido de esta frase es bastante confuso, habida cuenta además de los problemas textuales del pasaje. <<
[77] Como bien señala RICCIOTTI en su comentario, resulta llamativo el hecho de que los héroes romanos acaben su vida resbalando o cayéndose fortuitamente en esta guerra. Tal es el caso de Sabino (VI 64), de Juliano (VI 85) o éste de Pudente. <<
[78] Panemo, el día 15 de agosto del año 70. <<
[79] En esta parte de la ciudad se encontraba el barranco del Tiropeón; cf. V 140. <<
[80] El pavimento de piedra del atrio exterior del Templo, cf. V 85. <<
[81] El pórtico oeste. <<
[82] Una de las cuatro torres que levantó Juan de Giscala; cf. TV 581. <<
[83] Cf. nota a IV 581. <<
[84] En esta descripción de los efectos del hambre Josefo parece tomar el modelo del Salmo 59, 14-1S. <<
[85] Sobre el valor del dracma ático, véase nota a V 550. <<
[86] Esta dicotomía entre griegos y bárbaros puesta en boca de un judío que era ciudadano romano, ha sido comentada ya en nota a V 17. <<
[87] Josefo podría haber recordado la historia narrada en II Reyes 6, 2528, cuando durante la toma de Samaria por parte del rey de Aram, Ben Hadad, en el 845 a. C., una madre devoró a su propio hijo. Lamentaciones 4, 10 se hace eco de algunas mujeres que llegaron a devorar a sus hijos, cuando Nabucodonosor sitió la ciudad en el 587 a. C. <<
[88] Josefo ha podido ser testigo directo de estos acontecimientos concretos (cf. nota a VI 55), si bien gran parte de ellos pueden proceder de relatos de tránsfugas romanos o de testimonios orales judíos. Sobre el problema de las fuentes de esta historia puede consultarse el apartado 4 de la Introducción. <<
[89] Este lugar aún no ha sido identificado. <<
[90] Literalmente Erinia, personificación divina de la venganza. Esta mención da al relato de la antropofagia que tuvo lugar en el asedio de Jerusalén un tono trágico, que con seguridad ha tomado como modelo a algunos autores griegos; cf., la narración de las calamidades de la familia de Herodes (I 431 ss.) y el apartado 6 de la Introducción. <<
[91] Cf. nota a VI 190. <<
[92] Cf. nota a VI 165. <<
[93] Cf. VI 150. <<
[94] Mes del calendario macedónico, que equivale al Ab hebreo. El 8 de Loos corresponde al 27 de agosto del año 70, según el cálculo de la edición de NIESE. <<
[95] Cf. V 203. <<
[96] Sobre esta máquina véase nota a V 275. <<
[97] Esta misma táctica la han empleado las legiones en el asalto a la torre Antonia; cf. VI 27. <<
[98] El más cruel de los esbirros de Simón, según reza en V 531. <<
[99] Seguramente sea el mismo personaje citado en V 531 como Bagadato, si bien allí es el padre de Anano y aquí de Arquelao. <<
[100] Las que separaban el atrio exterior del interior; cf. V 198, 201 ss. <<
[101] Nueve de las diez puertas estaban recubiertas de plata y oro; cf. V 201-205. <<
[102] El 9 de Loos, es decir, el 28 de agosto. <<
[103] Sobre este importante personaje judío, que obtuvo la ciudadanía romana, véase la nota a V 45. <<
[104] El Praefectus castrorum era un mando especial encargado del campamento cuando el ejército se establecía en un lugar fijo (cf. VEGECIO II 10). Sin embargo, este prefecto podía reemplazar al legado de la legión, en caso de ausencia, y, en Egipto, como ocurre aquí con Tiberio Alejandro, detentaba el poder supremo del ejército de la provincia, debido a que en Egipto estaban excluidos los personajes de orden senatorial y las legiones no tenían otro jefe que un prefecto. <<
[105] Otros manuscritos dan la lectura Haterio y Heternio; cf. la edición de NIESE. <<
[106] No se trata propiamente de dos legiones, sino de los dos destacamentos que Tito sacó de Alejandría cuando se hizo cargo de la guerra judía; cf. V 44. <<
[107] Probablemente se trata de ANTONIO JULIANO, autor que escribió una obra sobre la guerra de Vespasiano contra los judíos (cf. MINUCIO FÉLIX, Octavio XXXIII 4) y que ha sido considerado como una de las fuentes perdidas de Josefo y de Plinio; cf. W. WEBER, Josephus und Vespasian: Untersuchungen zu dem jüdischen Krieg des Flavius Josephus, Berlín, 1921, pág. 89. <<
[108] Como hemos comentado en nota a IV 136, Jerusalén, donde se ubica el Templo, es la «ciudad de todos los judíos, los de Palestina y los de la Diáspora», el lugar del culto nacional y la metrópoli de la patria común. <<
[109] Josefo quiere dejar a Tito libre de toda responsabilidad en la destrucción del Templo, aunque para ello tenga que manipular el relato de los acontecimientos. El historiador cristiano del siglo IV SULPICIO SEVERO, Crónica II 30, 6-7, y OROSIO, Historias VII 9, 5-6, atribuyen la destrucción del Templo a una decisión personal de Tito para así librarse a la vez de los judíos y de los cristianos. Una discusión sobre esta cuestión, con bibliografía al respecto, puede leerse en SCHÜRER, Historia…, I, pág. 647, y en I. WEILER, «Titus und Zerstörung des Tempels von Jerusalem. Absicht oder Zufoll?», Klio 50 (1968), pág. 139 ss. <<
[110] El día 10 de Loos, el 29 de agosto. <<
[111] Las ocho de la mañana. <<
[112] En los terraplenes que allí habían levantado las legiones romanas; cf. VI 150-151. <<
[113] Las once de la mañana. <<
[114] Cf. nota a VI 108. <<
[115] Jeremías 52, 12, sitúa la destrucción del Templo por Nabucodonosor en el 586 a. C., en el día 10 del mes quinto, Ab en el calendario hebreo, es decir, Loos en el macedónico seguido por Josefo. II Reyes 25, 8 fija la fecha del día 7 del mencionado mes. La tradición rabínica, por su parte, recuerda estas dos destrucciones del Templo, la del 586 a. C. y la del 70 d. C., como acontecimientos ocurridos el día 9 del mes de Ab. DIÓN CASIO, LXVI 7, 2 únicamente señala que la destrucción de Jerusalén tuvo lugar el «día de Crono», es decir, el sábado. <<
[116] La causa real y próxima no es obra de los judíos, sino de los romanos, ya que seguidamente se dirá que uno de los legionarios arrojó al interior del Templo un tizón ardiendo. Sin embargo nuestro autor ha querido exculpar a los romanos de toda su responsabilidad en esta catástrofe y a lo largo de su obra son varias las expresiones de este tipo que se esparcen con el mismo objetivo; cf. nota a VI 165 y el apartado 5 de la Introducción. <<
[117] Son las estancias del atrio interior señaladas en V 220. <<
[118] Tito es el único extranjero, después de Pompeyo (cf. I 152), que se ha atrevido a penetrar en lo más sagrado del Templo. <<
[119] Cf. VI 252. <<
[120] Realmente no es que el exterior estuviera hecho de oro, sino que, como se detalló en V 208 ss., la fachada estaba revestida de este material. <<
[121] El sentido de estas palabras es poco claro, máxime si se tienen en cuenta los problemas textuales de las mismas. <<
[122] Cf. VI 250. <<
[123] Este profeta, junto con Zacarías, es uno de los que impulsó la reconstrucción del Templo de Jerusalén después del destierro de Babilonia; cf. Esdras 5, 1. <<
[124] El sistema cronológico seguido en este punto no coincide con el de otras tradiciones, como la recogida por el propio Josefo en VI 440-441 y Antigüedades X 147. En estos últimos pasajes se establecen mil ciento setenta y nueve años desde el Templo de Salomón hasta la catástrofe actual, algo diferente de los mil ciento treinta referidos ahora. Desde el «segundo año del remado de Ciro», el 537 a. C., hasta la destrucción del 70 d. C. han pasado seiscientos siete años, no los seiscientos treinta y nueve fijados aquí. En cualquier caso, nuestro autor sigue varios sistemas de calendario, incluso mezclados, como ocurre en este pasaje en el que se dan fechas de cronología judía ajustadas al cómputo romano. <<
[125] El pueblo, que, a juicio de Josefo, no tiene nada que ver con los rebeldes, es el que más está sufriendo los consecuencias del conflicto bélico; cf. el apartado 5 de la Introducción. <<
[126] Los términos de esta frase son exagerados, pues Perea, situada en la Transjordania, no podía producir eco en Jerusalén. <<
[127] Las picas que había sobre el tejado para impedir que se posaran los pájaros; cf. V 224. <<
[128] Sobre la ubicación de estas estancias y su contenido véase nota a V 200. <<
[129] La esperanza en la venganza que tomará Dios contra las potencias hostiles al pueblo judío es un tópico de las profecías mesiánicas, tanto del Antiguo Testamento como de los apócrifos: asi por ejemplo, en los Oráculos Sibilinos III 622; Salmos de Salomón XVII 27; IV Esdras 12, 32-33 y 13, 27-28; I Henoc 46, 4-6 y 52, 4-9. <<
[130] Acerca del destacado papel de pseudo-profeta en la obra de Josefo y en toda la literatura greco-judía del período intertestamentario, en el contexto histórico del auge de la esperanza mesiánica, es interesante el trabajo de J. REILING, «The use of pseudoprophetes in the LXX, Philo and Josephus», New Testament 13 (1971), 147-156. <<
[131] TÁCITO, Historias V 13, enumera estos prodigios divinos. <<
[132] La fiesta de los Ácimos o de la Pascua se celebraba entre el 14 y el 21 del mes de Jántico, en el calendario macedónico, o Nisán, en el hebreo (cf. V 98, 567 y Antigüedades III 248). Por tanto, esta fecha dada aquí por Josefo para esta festividad, el 8 del mes de Jántico, no parece corresponderse con el sistema de cronología seguido a lo largo de la obra. El acontecimiento no ha sido narrado en la historia precedente, si bien podría situarse en el 66 d. C., en los momentos previos a la revuelta. Sobre los problemas de utilización del calendario macedonio, del hebreo o del romano, indistintamente o de forma simultánea, para la ubicación de los acontecimientos narrados en esta obra, véase SCHÜRER, Historia…, 1, págs. 755-759. <<
[133] Sobre las tres de la mañana. <<
[134] Los escribas son personas versadas en el estudio de la Ley y en la interpretación de los textos sagrados, cuya influencia era inmensa en la vida judía como consejeros políticos, jueces o maestros. <<
[135] La doce de la noche. <<
[136] La puerta de Corinto, descrita en V 201-204. <<
[137] Entre los múltiples funcionarios del Templo había unos doscientos encargados de abrir y cerrar las puertas (cf. Contra Apión I 119), cuyo trabajo era revisado por un oficial. Las puertas se abrían a la salida del sol, ya que era a esa hora cuando se ofrecía el holocausto matutino, y se cerraban al anochecer. <<
[138] El comandante o capitán del Templo, el encargado de mantener el orden en el recinto sagrado y de asistir al sumo sacerdote; cf. II 409 y Hechos de los Apóstoles 4, 1 y 5, 26. <<
[139] Mes del calendario macedónico, que se corresponde con el hebreo lyyar y con mayo, según el cómputo juliano. <<
[140] Pentecostés es el nombre griego de la fiesta de las Semanas, que se festejaba el día 6 del mes de Siván, entre nuestros meses de mayo y junio, siete semanas después de Pascua. Es una celebración de origen agrario, que prescribe la peregrinación a Jerusalén para ofrecer las primicias en el Templo; cf. Éxodo 23, 16 y Levítico 23, 17. <<
[141] La idea de que Dios abandona su Lugar Sagrado ha sido mencionada ya en los discursos del propio Josefo (cf. V 412) y en el de Tito a los judíos (cf. VI 127). Por otra parte, es tradicional este abandono del pueblo por parte de sus dioses en los momentos previos a una catástrofe, como lo testimonian los textos de PLUTARCO, Alejandro 24, VIRGILIO, Eneida II 351, TITO LIVIO, V 15, etc. <<
[142] En el otoño del año 66. <<
[143] Es el Jag Hassukôt, la fiesta de los Tabernáculos o de las Cabañas, que se celebraba del 15 al 22 del mes de Tisrí, en septiembre u octubre. Es un festejo de origen agrícola, después de haber recogido el fruto a comienzos de otoño (cf. Deuteronomio 16, 12), en el que se acudía en peregrinación al Templo durante siete días para dar gracias por la cosecha (Levítico 23, 40-43). <<
[144] Esta exclamación se hace eco de la amenaza proferida por el profeta en Jeremías 7, 34. <<
[145] Procurador romano de Judea entre los años 62 y 64, entre Festo y Gesto Floro; cf. II 272. <<
[146] Cf. nota a IV 19. <<
[147] La torre Antonia, erigida en el extremo noroeste del Templo, rompía uno de los ángulos del perímetro cuadrangular del recinto sagrado. El término griego utilizado aquí, tetrágonos, simplemente significa «que tiene cuatro ángulos», un espacio que no tiene por qué ser exactamente cuadrado. <<
[148] No ha llegado hasta nosotros ninguna referencia profética de este tipo. <<
[149] Son las conocidas profecías bíblicas sobre la llegada del Mesías, que en este caso Flavio Josefo orienta y manipula en un sentido filorromano. TÁCITO, Historias V 13, y SUETONIO, Vespasiano IV, confirman la existencia de estas predicciones, que hay que situar en el contexto del mesianismo judío, que por medio de ambiguas profecías preconizaba el advenimiento de una nueva monarquía y de un nuevo reino. Con las profecías sobre la elección de Vespasiano nuestro historiador intenta poner fin al mesianismo apocalíptico mediante un personaje y un imperio reales, en lugar de esperar la llegada de una edad de oro que estaba llevando irremediablemente a la autodestrucción del pueblo judío. <<
[150] Cf, III 399-408. <<
[151] Los estandartes de las legiones eran objeto de culto y reverencia por parte de los soldados y constituían, a juicio de TÁCITO, Anales II 17, las divinidades propias de las legiones. Según el comentario de la traducción de WILLIAMSON es ésta la única referencia literaria existente sobre este tipo de sacrificio. <<
[152] Tito es aclamado como imperator, que era el título concedido a un general vencedor. No obstante, existía el rumor de que Tito quería proclamarse emperador único e independiente del Oriente, al margen de Vespasiano, como anotan SUETONIO, Tito V, y DIÓN CASIO, LXVI 7, 2; cf. WEYNAND, «Flavius. Imperator T. Flavius Vespasianus Augustas», Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft VI 2, cois. 2707-2708. <<
[153] Este tipo de desvalorización del oro se ha señalado en V 550. <<
[154] En VI 279 se relató la subida de estos sacerdotes a la muralla. <<
[155] El muro de circunvalación que había mandado levantar Tito; cf. V 502 ss. <<
[156] El tema de la compasión de Tito es uno de los más repetidos en la propaganda flaviana de esta obra; cf. el apartado 5 de la Introducción. <<
[157] Sobre el barranco del Tiropeón; cf. 1143 y II 344. <<
[158] En este discurso de Tito se repiten algunos de los temas e ideas contenidos en las palabras del rey Agripa a los judíos para evitar la guerra, al inicio del conflicto, en el año 66; cf. II 345-404. <<
[159] Los idumeos (cf. IV 224 ss.) y, sobre todo, los adiabenos del otro lado del Éufrates, que también son recordados en este sentido por el discurso del rey Agripa; cf. 11 388. <<
[160] Herodes el Grande, Agripa I y Agripa II. <<
[161] Referencia a los judíos de Palestina y a los de la Diáspora. <<
[162] Julio César había permitido la recaudación de un tributo entre los judíos de la Diáspora para contribuir al mantenimiento del Templo de Jerusalén. Todo judío adulto tenía que pagar el impuesto de medio sido, dos dracmas, con ese fin; cf. Éxodo 30, 13; Mateo 17, 24 y Antigüedades XVIII 312. Esta contribución había planteado problemas entre los judíos de la Diáspora, que reclamaban este derecho, y las autoridades romanas, según recuerda CICERÓN, En defensa de Flaco 67-68. <<
[163] Alude a la compleja situación del Imperio romano tras la muerte de Nerón en el año 69; cf. IV 497 ss. <<
[164] Cf. II 499 ss. <<
[165] La narración de la campaña de Vespasiano en Galilea ha sido narrada con detalle en el libro III. <<
[166] Cf. IV 605 ss. <<
[167] Los adiabenos, convertidos al judaísmo; cf. IV 567. <<
[168] Cf. V 334, VI 95 y 128. <<
[169] El santuario propiamente fue incendiado por los romanos: uno de los legionarios arrojó un tizón ardiendo que hizo propagarse el fuego; cf., VI 251-252. Los judíos, por su parte, prendieron una parte del Templo, el pórtico norte y, como Josefo indica en VI 165, este hecho fue considerado el comienzo de la quema. <<
[170] Los archivos, situados en el Acra, habían sido incendiados también durante el comienzo de las hostilidades; cf. II 427. <<
[171] Cf. V 137. <<
[172] Sobre la sala de reunión del Sanedrín, situada al este del Xisto, véase nota a V 144. <<
[173] Cf. V 137. <<
[174] El palacio de esta reina de Adiabene, convertida al judaísmo, se ha mencionado en V 253. <<
[175] Es el hijo de la reina Helena de Adiabene; cf. IV 567. <<
[176] El palacio del rey Herodes el Grande, ubicado en la Ciudad Alta; cf. V 176 ss. <<
[177] Fuente de Siloé; cf. V 140. <<
[178] Esta actitud ante la muerte se ha visto ya en otras ocasiones en esta obra; cf. nota a V 355. <<
[179] La edición de NIESE añade entre corchetes la frase «Estaba lleno de muertos por la sedición o por el hambre», que repite la idea anterior. <<
[180] La importancia de estas galerías subterráneas en el desarrollo bélico de la toma de Jerusalén ha sido señalada en la nota a IV 9 y V 104. <<
[181] La misma frase se inserta en IV 541. <<
[182] El 8 de septiembre del 70. <<
[183] Cf. VI 151. <<
[184] El palacio del rey Herodes. <<
[185] El puente sobre el barranco del Tiropeón; cf. II 344. <<
[186] Es aquella torre, mencionada en IV 581 y VI 191, que Juan levantó en su lucha contra Simón, no a la inversa como se indica aquí. <<
[187] Estos cabecillas han sido enumerados en IV 353. <<
[188] Juan de Giscala y Simón. <<
[189] Cf. VI 352. <<
[190] No se trata de ciudadanos romanos, sino de ciudadanos de Jerusalén, mientras que el «resto» lo constituyen todos aquellos judíos que se habían congregado en la ciudad con motivo de la guerra. En las provincias del Imperio los ciudadanos eran un ínfima minoría, formada por inmigrantes itálicos o bien por notables locales, como los casos de los judíos Tiberio Alejandro, Pablo de Tarso o el propio Flavio Josefo; cf. nota a II 308. <<
[191] Los objetos de culto o las ofrendas en metálico o en piezas valiosas que se conservaban en las correspondientes estancias del Templo; cf. nota a V 200. <<
[192] Cf. V 216-217. <<
[193] Cf. V 212. <<
[194] Cf. V 231-236. <<
[195] El gazofýlax, el tesorero del Templo, era uno de los más importantes funcionarios de la administración de este lugar sagrado; cf. Antigüedades XX 194. <<
[196] La esencia del cinamomo, procedente del sudeste de la península de Arabia y del Ceilán, y de la casia, originaria del Extremo Oriente y de la costa africana, entraba en la composición del aceite de la unción sagrada de los sacerdotes, así como en el acompañamiento, junto con el incienso, de las oblaciones y sacrificios; cf. Éxodo 30, 22-33 y Eclesiástico 24, 15. <<
[197] El 25 de septiembre del 70; cf. edición de NIESE, Gorpieo es el mes del calendario macedónico, que se corresponde con el hebreo Elul y con nuestro septiembre. <<
[198] Cf. VI 370. <<
[199] Cf. V 275. <<
[200] En varias ocasiones anteriores habían intentado ya transpasar el muro de circunvalación; cf. VI 157, 323 y 402. <<
[201] La importancia capital de la Fortuna o Destino en esta obra ha sido comentada en el apartado 5 de la Introducción. <<
[202] Las tres torres del palacio de Herodes, Hípico, Fasael y Mariamme; cf. V 161-162. <<
[203] La zona sur del valle o barranco del Cedrón. <<
[204] Cf. VI 370. <<
[205] Cf. VI 355. <<
[206] El 26 de septiembre del año 70. <<
[207] Cf. nota a VI 38. <<
[208] En la actualidad sólo queda la base de la torre Fasael, llamada ahora torre de David. <<
[209] En V 88 y VI 57 se ha presentado ya a Tito como un personaje favorecido de especial forma por la Fortuna. <<
[210] El atrio de las mujeres; cf. V 198. <<
[211] La celebración del triunfo de esta guerra en Roma se describirá minuciosamente en VII 121-162. <<
[212] Seguramente en algunas minas o canteras. <<
[213] Más bien hay que entender aquí anfiteatros, que es donde se celebraban los combates de gladiadores y los espectáculos de lucha entre fieras y esclavos o prisioneros de guerra. <<
[214] El problema de lo exagerado de algunas de las cifras aportadas por Josefo se ha comentado en nota a V 569. <<
[215] Josefo quiere distinguir en todo momento entre los habitantes de Jerusalén y los forasteros judíos, que acudieron a la ciudad para celebrar las mencionadas fiestas y también debido a los acontecimientos bélicos. Así se ha visto antes en VI 384. <<
[216] Durante el desempeño del cargo de gobernador de Siria, entre los años 63 al 66 d. C.; cf. II 280. <<
[217] Desde las tres a las cinco de la tarde. <<
[218] El cálculo no es exacto, pues la cifra debería ser de dos millones quinientos cincuenta y seis mil. En cualquier caso el número parece bastante elevado. Según los cálculos de J. BELOCH, Die Bevölkerung der Griechisch-Roömischen Welt, Roma, 1968 (= 1886), págs. 247 ss., la población de Palestina en tiempos de Nerón era de unos dos millones de habitantes y la de Jerusalén no llegaba a cien mil; cf. también los datos aportados en V 567-569 y VI 420. <<
[219] Sobre los ritos de purificación previos a los sacrificios véase nota a IV 205. <<
[220] Sobre la importancia del Destino o Fortuna en este relato véase el apartado 5 de la Introducción. <<
[221] Cf. VI 370. <<
[222] VII 25-36. <<
[223] En la celebración del triunfo en Roma se tenía por costumbre ejecutar al más destacado de los enemigos. <<
[224] El 26 de septiembre del 70; cf. VI 407. <<
[225] Es Sisac o Sosac, el primer faraón egipcio nombrado expresamente en la Biblia. Invadió Jerusalén en el 930 a. C., en tiempos del rey Roboam, que le entregó los tesoros del Templo y del palacio real (cf. I Reyes 14, 25-28 y II Crónicas 12, 1-12). <<
[226] Antíoco IV Epífanes, en el 170 a. C.; cf. I 31 ss. <<
[227] En el 63 a. C.; cf. 1141 ss. <<
[228] En el 37 a. C.; cf. 1345 ss. <<
[229] Nabucodonosor, en el 586 a. C.; cf. II Reyes 25. <<
[230] Esta cronología no coincide con la expresada por el propio Josefo en VI 260-270. <<
[231] Es el rey de Salem y sacerdote de El-Elyón Melquisedec, mencionado en Génesis 14, 18. El texto bíblico no indica que este tal Melquisedec construyera el Templo de Jerusalén, sino solamente que era sacerdote del mismo. Tras la victoria de Abraham sobre los cananeos, los sacerdotes jebuseos, es decir, de la tribu cananea que habitaba Jerusalén, reconocieron a los israelitas como a sus nuevos señores. La explicación etimológica de «Rey Justo» se contiene también en Hebreos 7, 2, aunque en realidad el término significa «el dios Salem es rey» o «el dios Mélec es justo». <<
[232] Es ésta una etimología popular totalmente errónea. También Antigüedades I 180, el relato del autor egipcio Lisímaco, citado en Contra Apión I 304-311, asi como el historiador judeo-helenístico Eupólemo (en EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica IX 34, 12) y Hecateo de Abdera (en DIODORO DE SICILIA, XL 3, 3) refieren esta etimología fantástica de Jerusalén, como si se tratara de una ciudad griega. El nombre de Jerusalén no tiene el significado griego de hierós, «sagrado», y Sólyma, «Salem», sino que más bien su denominación más antigua es urusalim (cf. las cartas de El-Amarna del siglo XIV a. C.), que parece significar «la ciudad de la paz» o «la fundación de Salem»; sobre la interpretación griega del nombre de Jerusalén y su etimología puede consultarse el articulo de J. JEREMÍAS, «IEROUSALEM / IEROUSOLYMA», Zeitschrift fiir die Neutestamentliche Wissenschaft 65 (1974), 273-276. <<
[233] Sobre esta cronología, véase la nota a VI 269-270. <<
[1] Cf. VI 409-410. <<
[2] Josefo exagera esta destrucción de Jerusalén: en la actualidad aún se conserva una parte del muro sur, otra del occidental, el famoso Muro de las Lamentaciones, y un pequeño resto de la zona oriental. <<
[3] Los hechos narrados en este libro VII, que seguramente es un añadido posterior al relato específico de la guerra de los judíos, coinciden con TÁCITO, Historias III-V, y DIÓN CASIO, LXVI. Los sucesos de la Galla y Germania, el tema de los alanos o el de Comagene son totalmente ajenos al ámbito estrictamente judío, aunque responden a una actitud filorromana y de veneración a la dinastía Flavia profesada por Josefo. Sobre las posibles fuentes de este libro véase el apartado 4 de la Introducción. <<
[4] La X Fretensis. El comandante de esta legión, en un principio Sexto Vetuleno Cereal y luego Lucido Baso, será al mismo tiempo el gobernador de la provincia, al tratarse del único destacamento estacionado en el lugar. Estos gobernadores tenían rango pretoriano y sólo en un período posterior, cuando fue acuartelada en Judea la legión VI Ferrata y el legado de la misma dejó de ser simultáneamente gobernador, la provincia adquirió un rango consular. Fue eliminada la anterior subordinación a los gobernadores de Siria y el nombre oficial de la provincia continuó siendo el de Judea, como lo atestiguan las monedas (cf. nota a VII 157), aunque más tarde la denominación habitual será Syria Palaestina; cf. H.-G. PFAUM, «Remarques sur le changement de statut administratif de la province de Judée», Israel Exploration Journal 19 (1969), 225-233. <<
[5] Este primer campamento se había levantado frente a la torre Psefino (cf. V 133). <<
[6] Es decir, la dinastía de los Flavios; cf. IV 601-604. <<
[7] La legiones V Macedónica, XII Fulminato y XV Apollinaris; cf. III 65 y V 41. <<
[8] Sobre la guarnición del Éufrates, véase nota a V 44. <<
[9] La derrota de la legión XII Fulminato a las órdenes de Cestio se ha narrado en II 500 ss. <<
[10] Ciudad de la Siria Superior, al noroeste de Emesa. <<
[11] Región y ciudad de Capadocia, a orillas del Éufrates, en la que se estableció uno de los campamentos fronterizos del Imperio. Trajano embellecerá y acrecentará la importancia de este enclave. <<
[12] Autobiografía 417-421 añade algunos detalles que no están consignados en este relato, como es el hecho de la preocupación de Josefo por algunos de sus familiares y compatriotas. A petición del historiador Tito perdonó a tres de sus amigos que acababan de ser crucificados en el camino de Técoa. <<
[13] Actual isla de Corfú. <<
[14] La península Tarentina, en Apulia, en el extremo sudeste de Italia. <<
[15] Estas crueles diversiones romanas venían desarrollándose en territorio palestino desde épocas anteriores, aunque sin la participación en ellas de víctimas judías. A partir del reinado de Heredes son muchos los lugares en los que se levantaron anfiteatros (el de Jericó, I 666; Cesarea, I 415, y el de Alejandría, II 490), ya que este monarca era aficionado a organizar luchas de fieras, según recuerda Antigüedades XV 273. Las costumbres religiosas hebreas rechazaban la participación y la asistencia a estos espectáculos, como muy bien lo expresa el Salmo 1, 1-2; I Macabeos 1, 14-15; II Macabeos 4, 9-17 o el Talmud (Berakot IV 2, 7 d); en general sobre los espectáculos públicos en tierras judías véase nota a I 415. <<
[16] Esta captura se ha mencionado en VI 433. <<
[17] Para ello se sirvió de una de las múltiples galenas subterráneas que había debajo del Templo y de la ciudad de Jerusalén; cf. nota a VI 71. <<
[18] Domiciano, nacido el 24 de octubre del año 51 d. C. <<
[19] Berito (Beirut) recibió el título de colonia con Augusto por su apoyo a Roma en las campañas bélicas de Oriente Próximo. Allí estuvieron asentadas las legiones V Macedónica y VIII Augusta. <<
[20] El 17 de noviembre Vespasiano cumplía sesenta y un años. <<
[21] Sobre la importante comunidad judía de esta ciudad puede consultarse la obra de G. DOWNEY, A History of Antioch in Syria, Princeton, 1961, págs. 382 ss. <<
[22] Antíoco I Soter (280-261 a. C.), hijo de Seleuco I Nicator, fundador de la dinastía Seléucida. <<
[23] Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.). <<
[24] En el 170 a. C.; cf. 131 ss. <<
[25] La sinagoga, que más tarde será el centro del judaísmo, apenas aparece en la obra de Josefo (cf. II 285, Contra Apión II 75 o Antigüedades XIX 300), frente a las numerosas menciones en el Nuevo Testamento, en Filón de Alejandría y en las inscripciones. La sinagoga era conocida también con el nombre griego de prosechné y proseuché en la Diáspora (cf. FILÓN DE ALEJANDRÍA,' Contra Flaco 41, 47-49, III Macabeos 7, 20, y Autobiografía 277), mientras que en Palestina se emplea el vocablo, también griego, synagogé (equivalente al hebreo bet knesset), referido aquí por nuestro historiador, y cuyo significado originario de «congregación» pasa en esta época a significar «casa de reunión». A juicio de algunos autores Josefo no muestra interés por las sinagogas, porque no llegó a comprender el movimiento sinagogal que en estos momentos cobraba fuerza; cf. G. F. MOORE, Judaism in the first century of the christian era. The age of Tannaim, Cambridge, 1950, I, págs. 281-307, y A. MOMIGLIANO, «Cio che Flavio Giuseppe non vide», Biblioteca di Storia Antica 9 (1980), 9-21; en general sobre esta institución véase la compilación de trabajos de J. GUTMAN (ed.), The Synagogue, Nueva York, 1974. <<
[26] Según anota JOSEFO en Contra Apión II 39, fue Seleuco I Nicator el que concedió el derecho de ciudadanía a los judíos de Antioquía. <<
[27] En VI 335 se han descrito estas ofrendas. Este Templo sólo puede ser el de Jerusalén, él único al que podía venerar toda la nación judía. Sin embargo, tampoco podría descartarse del todo el hecho de que se tratara de la sinagoga de Antioquía, que pudo haber heredado alguno de los ornamentos del Templo de Jerusalén confiscados por Antíoco Epífanes. La unión entre el Templo y la propia existencia de los judíos era tan fuerte que se llegaron a erigir algunos templos al margen del de Jerusalén, como fue el de Leontópolis (cf. VII 421-425), el de los samaritanos del monte Garizim (cf. III 307) o el de Qasr el Abad en Transjordania, levantado por el Tobíada Hircano a finales del siglo III a. C. <<
[28] Éste es uno de los pocos testimonios, recogidos en la literatura, de proselitismo judío, al que hay que añadir el caso de las mujeres de Damasco reseñado en II 560. No obstante, el proselitismo judío era activo en Roma y en toda la cuenca del Mediterráneo, como parece testimoniar Mateo 23, 15 o Contra Apión II 282. Las mujeres eran las más adeptas a convertirse al judaísmo: tal es el caso de Fulvia, una dama de la nobleza romana de Tiberio (cf. Antigüedades XVIII 82), y quizá el de la esposa de Nerón Popea (cf. Antigüedades XX 195); cf. E. M. SMALLWOOD, The Jews under Román Rule from Pompey to Diocletian, Leiden, 1976, págs. 206 y 278. <<
[29] Cf. III 29 ss… <<
[30] Este magistrado, jefe de la comunidad judía, está atestiguado en ciudades de Asia y de Egipto. El cargo era anual y su elección tenía lugar en la fiesta de los Tabernáculos. <<
[31] Cf. nota a IV 99. <<
[32] Cf. nota a IV 99. <<
[33] Antigüedades XII 121 refiere el episodio de una revuelta antijudía en Alejandría, en la que la población gentil de la ciudad solicitó a Vespasiano y Tito la abolición de los derechos de ciudadanía de los judíos, que finalmente no fue otorgada por los príncipes romanos. <<
[34] Agusto, Agripa, Herodes y Tiberio embellecen esta ciudad, cuyo artífice había sido Antíoco IV, con diversas construcciones romanas: el mercado, ágora o foro del barrio de Epifanía, la basílica de César, el panteón, un teatro, un anfiteatro, termas, templos y otros edificios públicos; véase el estudio de J. LASSUS, «La ville d’Antioche à l’époque romaine d’après l’archéologie», Aufstieg und Niedergang der römischen Welt II 8, 1977, págs. 54-102. <<
[35] Fue cónsul en el año 93 d. C.; cf. TÁCITO, Agrícola 44. <<
[36] Fue cónsul en el 61 d. C. Más adelante, VII 219 ss., se narrará su campaña contra Antíoco, rey de Comagene. <<
[37] Cuatro emperadores, Nerón, Galba, Otón y Vitelio, entre los años 68 y 69. <<
[38] Vespasiano acababa de cumplir sesenta y un años (cf. VII 39), y su edad había sido uno de los elementos que había pesado en su aclamación como emperador; cf. IV 592. <<
[39] El sincretismo religioso de Flavio Josefo hace que incluso los propios romanos veneren al Dios hebreo, en lugar de a sus dioses patrios, aunque en este caso hay que contar con la divinización de la elección de Vespasiano y de los Flavios como emperadores, que nuestro autor viene argumentando a lo largo de toda la obra con ingredientes mesiánicos judíos. Nuestro autor anuncia una Roma eterna dentro la ideología difundida por el Imperio. En Antigüedades X 276-277, Flavio Josefo hace a Daniel profetizar la victoria de Roma sobre los judíos. <<
[40] Estos acontecimientos aparecen también en TÁCITO, Historias IV 12-37, 54-79 y V 14-26, Ahora bien, la rebelión de Germania y Galia no tienen nada que ver con la guerra de los judíos, sino que más bien parece un añadido de Josefo para ilustrar las hazañas de Vespasiano y Tito. <<
[41] Cf. TÁCITO, Germania XIV. <<
[42] Esta conquista ha sido recordada en el tan mencionado discurso del rey Agripa; cf. II 377-378. <<
[43] Este pariente de Vespasiano, que había participado en la guerra de Britania, es enviado de nuevo a este lugar en el año 71 d. C. como gobernador; cf. TÁCITO, Agrícola VIII 17. <<
[44] La actuación de Domiciano en estos hechos se presenta en términos bastante exagerados, en la conocida línea de propaganda flaviana de nuestro autor, si lo comparamos con el relato paralelo de TÁCITO, Historias IV 85-86, o el testimonio de SUETONIO, Domiciano II. <<
[45] Los sármatas no eran escitas, pero desde el siglo III a. C. habían sometido a estos últimos y ocupaban el antiguo territorio escita de las grandes llanuras de la Europa oriental. El influjo cultural y político de Escitia se hacen sentir en un campo muy extenso, hasta el punto de que los autores de la Antigüedad, al confundir conceptos geográficos con étnicos, consideran escita, y posteriormente sármata, a todas las tribus que habitaban esta zona del este europeo. <<
[46] El Danubio. <<
[47] TÁCITO, Historias IV 54, simplemente menciona, sin dar más detalles, esta guerra de los sármatas. <<
[48] Procónsul de Asia en el año 69 y gobernador de Mesia en el 70; cf. TÁCITO, Historias III 46. <<
[49] TÁCITO, Historias II 51 y 99, cita a este personaje en la guerra de Otón contra Vitelio. <<
[50] Cf. VI 39. <<
[51] Ciudad del nordeste de Trípoli, en el Líbano, conocida ya desde el siglo XIV (cf. Génesis 10, 17 y Antigüedades I 138) e identificada con la actual Arqa; cf. ABEL, Géographie…, II, pág. 4. <<
[52] En la descripción del reino de Agripa, en III 56-58, no se menciona la ciudad de Arcea. <<
[53] PLINIO, Historia natural XXXI 24, describe las peculiaridades de este río, pero en sentido contrario a como lo hace aquí Josefo, pues en el autor romano el río fluye durante todos los días de la semana excepto el sábado, en que se seca. Probablemente se trataría de una de tantas fuentes que manaban de forma intermitente en Siria y Palestina y que en este caso se ha llegado a identificar con el río Neba el Fuarr. <<
[54] En la orilla derecha del Éufrates superior, frente a Apamea, con la que estaba unido por medio de un puente de barcas. <<
[55] Vologeses 1, del que se hablará con más detalle en VII 237 y 242. <<
[56] Hasta el final de la obra se mantiene la apología de Tito y se destacan sus cualidades humanas, en especial la compasión; cf. apartado 5 de la Introducción. <<
[57] Este trayecto, incluido el mencionado desierto, ha sido descrito en IV 659-663. SUETONIO, Tito V, narra el viaje de Jerusalén a Egipto y la noticia de que Tito se ciñó en Menfis la diadema, según uno de los ritos de Apis, y que a raíz de ello corrió el rumor de que pretendía coronarse emperador de Oriente. Tras las escalas de Regio y Puteoli, Tito llegó a Roma, donde Vespasiano se sorprendió de la rápida llegada de su hijo, que quería desmentir en persona los falsos rumores. <<
[58] La V y la XV; cf. VII 19. <<
[59] Cf. VII 63 ss. <<
[60] Vespasiano, Tito y Domiciano. <<
[61] El palacio del Palatino. <<
[62] El Templo de Isis y Serapis había sido construido por Calígula en el año 38 en el Campo de Marte. <<
[63] Cecilio Metelo erigió en el 147 a. C. estos pórticos en la ladera oeste del Capitolio, junto al teatro de Marcelo. Augusto los reconstruyó y dedicó a su hermana Octavia en el 23 a. C. <<
[64] La Porta Triumphalis, que seguramente estaba situada entre la Porta Flumentana y la Porta Carmental, no lejos del río Tíber (para su localización véase L. RICHARDSON, A New Topographical Dictionary of Ancient Rome, Londres, 1992, pág. 301). En este punto es donde los generales romanos vencedores, tras pasar por la Via Triumphalis, deponían los haces y el imperium y entraban en la ciudad; cf. CICERÓN, Contra Pisón 55, TÁCITO, Anales I 8, SUETONIO, Augusto 100, y DIÓN CASIO, LVI 42. <<
[65] Sobre el ritual e itinerario de este acto, civil y religioso, de acción de gracias del vencedor en honor a Júpiter Óptimo Máximo pueden consultarse las obras de E. MARÍN, «The triumphal route with particular reference to the Flavian Triumph», Journal of Roman Studies 11 (1921), 2537, y H. S. VERSNEL, Triumphus. An inquiry into the origin, development and meaning of the Román Trumph, Leiden, 1970. <<
[66] Se refiere a los dioses romanos, lo que indica que en este caso concreto Josefo se presenta como un judío, no como un romano. Sobre el conflicto de nuestro autor a la hora de escribir su historia como un judío, como un romano, como un griego o como un «extranjero», véase nota a V 17. <<
[67] El término griego es pégmata, o el latinizado pegma, que se utiliza para designar las máquinas y escenarios teatrales móviles. <<
[68] Con estas naves se quería conmemorar la famosa batalla naval del lago de Gennesar; cf. III 522 ss. <<
[69] La mesa de los doce panes de la proposición; cf. V 217. <<
[70] Estos objetos han sido descritos en V 216 ss. y actualmente pueden verse en los relieves del Arco de Tito en Roma, levantado tras la muerte del emperador por Domiciano en el año 85. <<
[71] El número siete y sus múltiplos simbolizan la idea de abundancia, de perfección y de totalidad. Es la cifra sagrada por excelencia. Con ella se rige el curso del tiempo: la semana (Éxodo 31, 15) o el año sabático (Levítico 25, 1.7). Asimismo, el número siete aparece con frecuencia en rituales y se asocia a objetos sagrados (cf. Levítico 1, 6-17 y Tobías 12, 15); cf. M. LURKER, Wörterbuch Biblischer Bilder und Symbole = Diccionario de imágenes y símbolos de la Biblia, Córdoba, 1987, págs. 213-214. <<
[72] El propio Josefo había pedido salvar otros ejemplares de esta Ley, es decir, de los libros del Pentateuco, después de la destrucción de Jerusalén; cf. Autobiografía 418. <<
[73] Cf. SUETONIO, Domiciano II. <<
[74] La cárcel Mamertina, al noroeste del Foro. En la estancia superior aguardaban los acusados la celebración del juicio, mientras que en la inferior, llamada Tullianum, estaban los presos por delitos capitales y allí solían ser ejecutados. <<
[75] Vespasiano y Tito acuñaron monedas con el lema Judaea capta, Juadaea vicia, en las que estaba representada una mujer llorosa sentada bajo una palmera y detrás de ella un legionario romano. DIÓN CASIO, LXVI 7, 2, sugiere que los Flavios no tomaron el apelativo de Judaicas por la existencia de la Diáspora judía a lo largo y ancho del Imperio romano; una discusión sobre este aspecto puede verse en P. KNEISSL, Die Siegestitulatur der römischen Kaiser, Gotinga, 1969, pág. 42, y SMALLWOOD, TheJews…, págs. 329-330. <<
[76] El Templo de la Paz fue levantado en el año 75, según noticia de DIÓN CASIO, LXV 15, al sudeste del Foro, entre la Via Sacra y la Via Carinae. Este evento es unos de los argumentos utilizados para fechar la composición de la obra; cf. el apartado 3 de la Introducción. Un incendio destruyó este templo en tiempos de Cómodo (cf. HERODIANO I 14, 2). <<
[77] WILLIAMSON, en su traducción, anota cómo estos objetos fueron robados por los vándalos y llevados al norte de África en el 455, recuperados en Constantinopla en el 534 por Belisario y cómo luego han permanecido en una iglesia de Jerusalén hasta el siglo X, fecha en que ya no se vuelve a saber nada de ellos. <<
[78] Cf. VII 150. <<
[79] Cf, V 212, 219 y VI 389-390. <<
[80] Aunque los manuscritos transmitan la lectura de Vetiliano, el personaje no puede ser otro que Sexto Cereal Vetuleno, legado de la quinta legión durante el ataque del monte Garizim; cf. III 307-315. <<
[81] Cf. nota a IV 518. <<
[82] Esta fortaleza, situada en la extremidad nordeste del Mar Muerto, era una de las más importantes de Judea, según la opinión de PLINIO, Historia natural V 16, 72; cf. también Antigüedades XVIII 119. <<
[83] Poco más de 11 kilómetros. <<
[84] Otro de los nombres dados al Mar Muerto. <<
[85] Sobre el empleo de esta medida en la obra de Josefo véase nota a V 36. <<
[86] Alejandro Janeo (107-78 a. C.); cf. I 85 ss. y Antigüedades XIV 83. <<
[87] Fue legado de Pompeyo en la guerra contra Aristobulo (cf. I 140) y gobernador de Siria entre los años 57-55 a. C. (cf. 1160 ss.). <<
[88] Este lugar, conocido también con el nombre de Bares o Baaru, se ha identificado con las aguas termales del actual Wadi Zerqa Main, al norte del desfiladero de Maqueronte; cf. EUSEBIO, Onomástico XLV-XLVI, y ABEL, Géographie…, I, págs. 200 y 460. <<
[89] En la descripción del Mar Muerto, IV 480, la orina de mujer y la sangre menstrual también tienen la propiedad de despegar el asfalto de sus aguas. <<
[90] Seguramente se trata de los nabateos, que ocupaban las regiones limítrofes. <<
[91] Sobre la práctica de este suplicio entre los judíos véase la nota a IV. <<
[92] Los extranjeros citados en VII 191. <<
[93] Este bosque, situado en algún lugar de la Transjordania, no ha sido identificado. <<
[94] En VI 92 se cita a este zelote, aunque no se menciona su huida. <<
[95] Judea era propiedad personal del emperador, que la administraba por medio de un representante suyo, un procurator, como era este Laberio Máximo, o un legatus Augusti pro praetore, como era habitual en las provincias imperiales. <<
[96] Esta Emaús no es la citada en II 63, conocida también por el nombre de Nicópolis, sino la Emaús bíblica (cf. Lucas 24, 53), la actual Qulonieh (la romana Colonia), a 8 kilómetros al sur de Jerusalén; sobre los problemas de identificación de este enclave, véase SCHÜKER, Historia…, I, págs. 654-655. <<
[97] Es decir, la Diáspora, que de esta forma recibía un reconocimiento oficial por las autoridades imperiales. Paradójicamente esta Diáspora permitió a los judíos sobrevivir a la conquista romana y a la catástrofe bélica de los años 66 al 74. Más allá de Palestina y de las zonas limítrofes las consecuencias de la guerra entre la población judía fueron más bien modestas, al igual que lo había sido la participación de la Diáspora en la guerra; cf. SMALLWOOD, The Jews…, págs. 356-388. <<
[98] Por prescripción bíblica todo judío adulto tenía que pagar el impuesto de medio sido, dos dracmas, para contribuir al mantenimiento del Templo; cf. Éxodo 30, 13; Nehemías 10, 32 (sólo se habla de medio sido); Mateo 17, 24 y Antigüedades XVIII 312. Roma mantiene este iudaicus fiscus y lo transfiere al templo de Júpiter Capitolino, ya que el templo de Yahveh ha desaparecido. Domiciano cometió una serie de abusos en la percepción de este impuesto hasta que Nerva reestableció la situación anterior, como anotan SUETONIO, Domiciano XII, y DIÓN CASIO, LXVI 7; cf. M. HADAS-LEBEL, «La fiscalité romaine dans la littérature rabbinique», Revue des études juives 143 (1984), 5-29. <<
[99] Flavio Josefo omite cualquier tipo de referencias de antijudaísmo en la política imperial, como, por ejemplo, la noticia del historiador cristiano del siglo II Hegesipo recogida por EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica III 12, 32. Según este autor bajo Vespasiano, Domiciano y Trajano tuvo lugar una importante persecución contra los judíos, en especial contra aquellos que eran de origen davídico, para así acabar con la descendencia real en la que aún se tenían puestas las esperanzas mesiánicas de los hebreos. <<
[100] El 72-73 d. C. <<
[101] Sobre esta región, al norte de Siria, y sobre Antíoco IV y su dinastía véase la nota a V 461 y la obra de R. D. SULLIVAN, «The Dynasty of Comagene», Auftieg und Niedergang der Römischen Welt, II 8 (1977), 732-798. La historia de Comagene y la de los alanos que viene después no guarda relación con la guerra de los judíos contra Roma, si bien le sirve al autor para ilustrar la política romana en el restablecimiento de las fronteras del Imperio. <<
[102] Los partos constituían una seria amenaza para la política de Roma en Oriente y, como se ha visto en el Proemio, a ellos va dirigida también esta obra. Sin embargo, los partos como tal no intervinieron en la guerra del 66-74, si bien tanto Agripa II, en su famoso discurso (cf. II 388-389), como Tito (cf. VI 343), recuerdan la llamada de los judíos de Jerusalén a sus hermanos de Adiabene, súbditos del reino parto; cf. DIÓN CASIO, LXVI 4, 3, y J. NEUSNER, A histoty of the Jews in Babylonia, Leiden, 1965, 1, págs. 64-67. <<
[103] Esta Calcídica puede ser el reino de Calcídica o Caléis, al sur del Líbano, dentro del antiguo reino itureo, de cuyo rey Herodes de Calcídica y de la Armenia Inferior se ha hablado en I 552, II 217, 221, 223 y 252. Su hijo Aristobulo, referido aquí, también ha sido citado anteriormente en II 221 y 252. No obstante la denominación de territorio calcídico se aplica también a la ciudad de Chalcis ad Bellum, que en el 92 a. C. fue incorporada a la provincia de Siria; cf. SCHÜRER, Historia…, I, págs. 725-728. <<
[104] Emesa, al norte de Siria, es la actual Homs. Sobre la monarquía de este pequeño reino, cf. R. D. SULLIVAN, «The Dynasty of Emesa», Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, II 8 (1977), 198-219. <<
[105] Véase su actuación delante de los muros de Jerusalén en V 460 ss. <<
[106] Región del sudeste de Asia Menor en una posición estratégica entre Anatolia y Siria. En el 101 a. C. Roma la convirtió en provincia. <<
[107] En época romana Tarso, a orillas del río Cidno, era la capital de Cilicia. Esta ciudad, también conocida con el nombre de Antioquía de Cilicia, contaba con una importante comunidad judía, de la que procedía el apóstol Pablo; cf. Hechos de los Apóstoles 21, 39 y 22, 3. <<
[108] En ningún lugar de la obra de Flavio Josefo se habla de los alanos. <<
[109] Es decir, el río Don. <<
[110] El Mar de Azof. <<
[111] Reino situado al sudeste del Mar Caspio. <<
[112] Son las famosas Pylae Caspiae, un desfiladero montañoso en la cordillera del Tauro, a 60 kilómetros de la actual Teherán, que constituían el paso natural de Media e Hircania a Partía. Este lugar fue el escenario de uno de los episodios de la lucha de Alejandro Magno contra el rey Darío; cf. ARRIANO, Anábasis de Alejandro Magno III 19, 2. <<
[113] Hermano de Vologeses I, rey de Partía; cf. VII 237. <<
[114] También era hermano de Vologeses I. <<
[115] L. Flavio Silva fue cónsul en el año 81. <<
[116] Estas eran la legión X Fretensis, que había quedado como guarnición en Jerusalén (cf. VII 5, 17), y las tropas auxiliares. <<
[117] Fortaleza situada en la cumbre de una peña aislada al sudeste de la orilla occidental del Mar Muerto. En 1838 fue identificada por E. Robinson y E. Smith con la actual Sebbeh. ABEL., Géographie…, II, pág. 380, la considera como una de las mesadoth o peñones aislados y escalpados por los que erró el rey David a través del desierto de Engadí (cf. / Samuel 24, 1). <<
[118] El hijo de Jairo, citado en II 447. <<
[119] Cf. II 118. <<
[120] El conocido censo de Quirino ha sido referido en II 117. <<
[121] Sobre los sicarios, su ideología y la etimología de su nombre véase la nota a II 254 ss. <<
[122] En boca de los sicarios obviamente se emplea el término allófylos, «extranjero», habitual en los textos judíos en lengua griega, no el de bárbaros, que pertenece a la tradición de la historiografía grecorromana, como se ha visto en VII 86 y 94, por ejemplo. <<
[123] Josefo en el relato de Masadá continúa con la tesis que ha seguido a lo largo de la narración de toda la guerra judía: el pueblo judío es inocente y son los rebeldes, en este caso los sicarios, los responsables de todos los males. <<
[124] Juan de Giscala. <<
[125] Sobre los diversos ritos de purificación, véase nota a IV 205. <<
[126] Cf. IV 574 ss. <<
[127] Cf. IV 314 ss. <<
[128] Acerca de la organización del Estado judío durante la revuelta, véase la nota a IV 318. <<
[129] El nombre de los zelotes ha sido comentado en nota a IV 161. <<
[130] Cf. VII 253. <<
[131] El asedio romano de Masadá es uno de los acontecimientos que más fama han adquirido de toda la obra de Josefo. Cuando tuvo lugar la expugnación de esta fortaleza, en los primeros meses del año 73, nuestro autor se encontraba en Roma, por lo que no fue testigo ocular de los hechos, como ocurrió en la toma de Jerusalén. Las fuentes de su relato han de buscarse en los commentarii oficiales de la campaña y en relatos orales de los supervivientes. <<
[132] Se trata de un muro de circunvalación y bloqueo similar al que se levantó en la toma de Jerusalén; cf. V 509. <<
[133] La arqueología ha sacado a la luz dos campamentos, uno al sudeste de la fortaleza, a unos 700 metros, y otro en el noroeste, a 300 metros, frente al terraplén. <<
[134] Las poblaciones más cercanas eran Engadí, a unos 17 kilómetros, y Hebrón, a 35, pues el Mar Muerto, distante 4 kilómetros, no servía como agua potable. <<
[135] Las excavaciones realizadas en el yacimiento de Masadá entre los años 1963 y 1965 por Y. YADIN permiten corroborar una lectura arqueológica del relato de Josefo que ahora se inicia. El conocidísimo libro del mencionado autor, Masadá, Herod’ fortress and the Zealots’ last stand, Londres, 1966, puede servimos de guía en la lectura de este pasaje. Más bibliografía sobre Masadá se encuentra en L. H. FELDMAN, Josephus and Modern Scholarship (1937-1980), Berlín-Nueva York, 1984, págs. 763-790 y 964-967. <<
[136] Sobre el nivel del Mar Muerto se eleva a 365 metros y de 100 a 175 sobre el nivel de los valles que la rodean. <<
[137] Hermano de Judas Macabeo; cf. I 48. <<
[138] VII 281-283. <<
[139] Cf. II 408 y 433. <<
[140] Más bien se trata de 104 o 105 años, desde el 32-31 a. C. hasta la conquista por los romanos en el 73 d. C. <<
[141] La dinastía de los Asmoneos. <<
[142] Sobre estos hechos véase I 359-362 y Antigüedades XV 64 ss. <<
[143] Cf. VII 275. <<
[144] Cf. VII 293. <<
[145] O Leuce, si mantenemos la denominación griega. La roca alcanza unos 300 metros de altura sobre el nivel del Mar Muerto. <<
[146] Este tipo de protección se ha visto también en V 297. <<
[147] Cf. nota a IV 266. <<
[148] Cf. nota a IV 19. <<
[149] La toma de Masadá testimonia la intervención de Dios en los actos humanos, en este caso también en favor de los romanos, como también ocurrió en Gamala (cf. IV 70) o en la propia Jerusalén; cf. apartado 5 de la Introducción. <<
[150] La resistencia de Masadá se ha convertido, por este relato de Josefo, en un auténtico símbolo y mito nacionalista, que se ha utilizado incluso en la formación del moderno estado de Israel. <<
[151] Éste es el principio doctrinal básico de los zelotes y los sicarios (cf. II 118, 254 y Antigüedades XVIII 28). Los rebeldes judíos pensaban que con la expulsión de los romanos sería más inmediata la venida del reino de Dios. Roma simbolizaba el mal, que según el libro de Daniel (11 y 12) sería el final de la historia terrena y el principio de la era mesiánica. <<
[152] Por la Providencia divina que cambió el rumbo del viento, como se acaba de indicar en Vil 317. <<
[153] THACKERAY, en el comentario de su traducción, observa en estas palabras una reminiscencia de ideas bíblicas, como las recogidas en II Samuel 24, 14. <<
[154] Resulta muy curioso que en boca de un radical judío se pongan ideas filosóficas griegas sobre la inmortalidad del alma, en la misma línea que se ha visto ya en II 154 ss., III 372 ss. o VI 47. Esta doctrina del alma recogida en este discurso no pertenece a las «leyes de nuestros padres y de Dios» ni a las de los antepasados hebreos, a pesar de lo que dice Eleazar. <<
[155] Este discurso recoge algunas de las ideas expuestas por el rey Agripa antes de la revuelta (cf. II 345-401), aunque, eso sí, con una finalidad y sentido inversos a las de aquél. <<
[156] Sin duda hay que ver aquí una reminiscencia de la doctrina filosófica griega, originalmente pitagórica, pero difundida por Platón, de soma sema, «el cuerpo es una tumba». <<
[157] El comentario de RICCIOTTI señala aquí la reminiscencia de una expresión de origen sofocleo, Traquinias 235. <<
[158] En términos similares se expresa Josefo en el discurso a sus compañeros en Jotapata en III 372. <<
[159] En Contra Apión I 179 se recoge la tradición según la cual los judíos, que en la India reciben el nombre de calanos, por el gimnosofísta Calano, descienden de filósofos de aquel lugar. FILÓN DE ALEJANDRÍA, Todo hombre honrado es libre 93-96, Sobre Abraham 182, y PLUTARCO, Alejandro VI 5, mencionan la noticia de que este tal Calano se dejó consumir por el fuego delante de Alejandro Magno; cf. KROLL, «Kalanos», Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft, X 2, cols. 1544-1546. <<
[160] Al final de su historia Josefo pone en boca de los sicarios la frase clave de su obra, a saber, que Dios es el que ha decidido la suerte de esta guerra y el que ha abandonado a los judíos y se ha puesto del lado de los romanos; a este respecto puede verse, por ejemplo, el discurso de Josefo a los sitiados en Jerusalén, donde aparece este razonamiento (V 412). <<
[161] Estos hechos han sido narrados en II 457 ss. <<
[162] CF. II 466 ss. <<
[163] Cf. II 559 ss., donde se mencionan sólo diez mil quinientos judíos muertos. <<
[164] Cf. II 487 ss. <<
[165] Sobre los espectáculos romanos con judíos como víctimas véase nota a VII 24. <<
[166] Sobre la población de Jerusalén durante el asedio véase la nota a IV 137 y V 569. <<
[167] Cf. VI 350. <<
[168] La Ley judía, el Pentateuco, no contiene ningún precepto de este tipo, sino que parece más bien de corte estoico, como suele ocurrir en los discursos que Josefo introduce en estos momentos. <<
[169] Un estudio detallado de estos discursos puede verse en V. NIKIPROWETZKY, «La mort d’Eléazar fils de Jaire et les courants apologétiques dans le De Bello Judaico de Flavius Joséphe», Mélanges A. Dupont-Sommer, París, 1971, págs, 461-490. Este elogio de la muerte, que realmente sorprende en boca de un judío, ha de insertarse en el contexto de la literatura apocalíptica hebrea de época intertestamentaria, que adopta un sinfín de elementos de la cultura helenística imperante. En efecto, como se ha dicho más arriba, los argumentos para justificar el suicidio no están tomados de la Biblia, sino de la filosofía griega. <<
[170] El suicidio es contrario a la tradición judía, si bien en este contexto es utilizado como un auténtico topos literario, habitual en la historiografía grecorromana. S. D. COHEN, «Masadá. Literary tradition, archaeological remains and the credibility of Josephus», Journal of Jewish Studies, 1982, págs. 387-398, recoge dieciséis ejemplos de este tipo, a los que hay que añadir el caso de Razis, que en la lucha de Nicanor contra Judas Macabeo se clavó una espada (cf. II Macabeos 37-45). <<
[171] Al igual que en la toma de Gamala sólo se salvan dos mujeres; cf. IV 81-82. <<
[172] SCHÜRER, Historia…, I pág, 653, sitúa el suicidio masivo de Masadá al día siguiente de la Pascua, en la primavera del año 73, a pesar de que hay opiniones que optan por abril del 74. <<
[173] La traducción latina de esta obra, conocida como el Pseudo Hegesipo, acaba aquí su relato, con la caída de Masadá, pues en este momento, tras la muerte de Cristo, Dios ha abandonado a su pueblo. Josefo, ajeno a esta perspectiva, continúa su historia con otros acontecimientos. Por su parte el texto hebreo de la Guerra de los judíos, el Josippon del siglo X, transforma este episodio mediante la eliminación del suicido y la inclusión de una lucha heroica. <<
[174] Al igual que en los tiempos de los procuradores, la residencia de los gobernadores es en esta época Cesarea, no Jerusalén. Aquella ciudad, mencionada por TÁCITO, Historias II 78, como Caesarea Iudaeae caput, fue convertida por Vespasiano en colonia romana con el nombre oficial de Colonia prima Flavia Augusta Caesariensis. No obstante, el propio TÁCITO, Historias V 8, distingue entre la capital nacional de los judíos, que es Jerusalén, y la capital de la provincia romana. <<
[175] FILÓN DE ALEJANDRÍA, Contra Flaco 10, informa de cómo el etnarca de la comunidad judía de Alejandría estaba, desde el año 11 d. C., supervisado por una Gerusía o un Consejo de Ancianos; cf. también Antigüedades XIV 117, XIX 282-283, y P. JOUGUET, La vie municipale dans l’Égypte romaine, París, 1911, págs. 38-39. <<
[176] Ésta es la única mención que conocemos sobre este personaje. <<
[177] La historia de este templo ha sido recordada en I 31, 33, 190 y Antigüedades XII 387 y 22, XIII 62-73 y XX 236 y ss., aunque los textos son contradictorios tanto en el nombre del fundador, Onías III o IV, como en la fecha de erección, 160 o 147; cf. H. DELCOR, «Le temple d’Onias en Egypte, réexamen d’un vieux probléme», Revue Bibliqae 75 (1968), 188-205. <<
[178] El territorio de Onías, Leontópolis, estaba situado al nordeste de Menfís y ha sido identificado con la actual Tell el-Yehudíye, «Colina de los judíos», 31 kilómetros al norte del Cairo. <<
[179] Antíoco Epífanes; cf. VII 44. <<
[180] Ptolomeo VI Filométor; cf. Antigüedades XIII 62. <<
[181] La Historia de Egipto de MANETÓN situaba a Moisés como primer sacerdote de Heliópolis, que fue expulsado de allí por ser leproso. JOSEFO, en Contra Apión I 250-387, critica las calumnias antijudías de este relato. <<
[182] Cf. V 217y VII 148-149. <<
[183] Isaías 19, 19; cf. Antigüedades XIII 68. El cómputo de años es bastante exacto, pues Isaías se sitúa entre el 740 y 700 a. C. y la construcción del Templo de Leontópolis después del 170 a. C. <<
[184] La cifra no es correcta: desde la erección del templo, poco después del 170 a. C., hasta su cierre por Vespasiano en el 73 a. C. han pasado doscientos cuarenta y tres años. No obstante en el número trescientos cuarenta y tres se han querido ver razones místicas de valor simbólico de los números (7 x 7 x 7) en lugar de un error; cf. el comentario ad loc. de THACKERAY. <<
[185] La importancia de este tipo de retiradas al desierto en las revueltas judías ha sido comentada en notas a IV 174 y 407. <<
[186] Ya desde antiguo fue numerosa la comunidad judía de Cirene, que tuvo enfrentamientos con los habitantes griegos del lugar (cf. Antigüedades XVI 169-170). En Jerusalén existía una sinagoga para los judíos de Cirene, a la que debían ir en peregrinación (cf. Hechos de los Apóstoles 2, 10; Marcos 15, 21); cf. S. APPLEBAUM, Jews and Greeks in ancient Cyrene, Leiden, 1979. La revuelta judía de Cirene es mencionada también por otras fuentes literarias: ARTEMIDORO, La interpretación de los sueños IV 24, EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica IV 2, 2-3, y OROSIO, VII 12, 6, entre otras. <<
[187] Pentápolis es otro de los nombres de la provincia romana Cirenaica (cf. PLINIO, Historia natural IX 31), que recibe esta denominación por estar constituida por las colonias de Berenice, Hadriané, Teuqueira, Ptolemaida y Cirene, a la cabeza. <<
[188] En Autobiografía 424 JOSEFO recuerda cómo fue acusado de haber entregado armas y dinero a los sublevados de Cirene. <<
[189] Acerca de la actuación de la Providencia divina en el acontecer histórico, véase el apartado 5 de la Introducción. <<
[190] Cf. el Proemio de la obra, I 1-30. <<
[191] Según el comentario de THACKERAY ésta puede ser una alusión a la traducción griega de la obra original aramea, mencionada en I 3. <<