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—ASÍ que fue localizado en la Planicie Roja —el general tamborileaba con sus dedos sobre la mesa del despacho.
—Efectivamente, señor. Mandamos a unos robots interceptores, pero en cuanto se acercaron, los interfirió y los echó al suelo.
—¿Cómo?
—No lo sabemos, pero parece capaz de joder todo tipo de contramedidas electrónicas. Y al contrario, sólo de vez en cuando cae su camuflaje.
—Si es capaz de controlar cualquier arma robot o guiada por ordenador que se le enfrente, ¿qué opción nos queda? —Bubrov lanzó un suspiro que más bien parecía un lamento—. ¿Cómo es posible que esa maldita máquina se esté riendo de nosotros de semejante manera? —se detuvo un momento—. Grisha, ¿puede ese avión resistir una explosión nuclear?