COMPAÑEROS DE EQUIPO.

 

 

Hungría, principios de junio.

 

Hungría no está mal, al menos la parte que he podido ver entre campeonato y campeonato y cuando no estoy durmiendo. Pero no es Montecarlo, no tiene ese encanto, y tampoco tengo a Rodri para amenizar las noches.

Por otro lado, tengo a mi madre al teléfono a cada segundo, porque al parecer el beso que le dí a Rodri en la carrera se ha visto en bastantes programas sensacionalistas. Me alegro de estar en Hungría, para no ser el centro de atención, y para no tener que oír a mi pobre madre más que unos minutos.

Los campeonatos me van bien, emocionantes y delirantes en ocasiones, pero en general bien y mis compañeros de la Pokerstars no paran de picarme sobre mi novio el piloto.

Somos novios? Es la broma que escribo por sms a Rodri de vez en cuando en el torneo. No hemos hablado mucho por falta de coincidencia en los horarios, él está en Sevilla y yo en Hungría, pero también es divertido estar separados.

Si, o eso dice el “Hola”.

Sólo por un beso?

Pues menos mal que no han visto lo del domingo. El domingo fue épico, después de la carrera nos fuimos a comer, luego devolvimos el coche, muy a pesar mío que no podía soltar el volante, al renting, y dimos una vuelta por la ciudad. Algunos obreros recogían las vallas de la carrera.

- ¿Qué te ha dicho mi padre?– me pregunta después de un rato de conversación sana.

- La verdad es que no he entendido mucho, se puede decir que habla un inglés perfecto.- intento bromear, pero no me sale demasiado bien, por la cara que pone. Me hace parar, me abraza y me besa.

- Lo siento.

- ¿Por qué? Tú no piensas lo mismo que él, ¿no?

Él se queda callado un rato y después seguimos caminando.

- Ni siquiera le odio, es sólo que me es indiferente, y no me gusta que alguien que no me importa se meta en mi vida.

Permanezco callada, le dejo hablar.

- Sé que debería estarle agradecido, él me hizo lo que soy ahora, pero a veces me siento como uno de sus productos, el mejor, claro, el más vistoso y al que menos tiempo tiene que dedicarse. Para eso está mi madre. Ella todavía le quiere, no le defiende, pero le quiere. Le quiere aunque nos dejó cuando yo tenía cuatro años, y después de un trato horrible desde el momento en que se quedó embarazada. Siguen casados, ¿sabes? Supongo que a él le sirve para aumentar sus conquistas y a ella como ancla emocional y económica. No les entiendo, no la entiendo a ella. Se ha puesto verdaderamente triste, así que tiro de él y le digo:

- No dejes que nos arruinen el fin de semana, vamos al casino, te voy a enseñar cómo se juega al póker de verdad.

- Ya sé jugar al póker- sonríe.

- ¿Ah, sí? Entonces juguemos una partida privada.

Y al amanecer todavía nos quedan algunos ases en la manga.

Qué tal por Hungría?

Lluvioso, y sin Aston Martin.

Mi madre dice que eres guapísima.

Y tú que le respondes?

Que has tenido suerte en la foto.

 

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Sevilla, principios de junio.

 

- Le he visto- ya llevamos unos días juntos pero no se me ha ocurrido hablarle de él hasta ahora.

- Lo sé, me ha llamado- la miro sorprendido, luego comprendo.

- Vaya, las noticias corren que vuelan.

- Mejor enterarme por él que por una revista- me señala unas cuantas en las que aparece nuestro beso en primera plana. No salgo nada mal…

- Depende, ¿quién miente más?

- No seas así, Rodri…

- Bueno, ¿y qué opinas? ¿Estás de su parte?

- No hay partes aquí, sólo quisiera saber qué es lo que sientes, ¿va en serio?

- Sólo la conozco desde hace unas semanas.

- Creo que los dos sabemos que eso no importa. Tu padre me ha dicho que estás cambiado.

- ¿Desde la última vez que me vio o en general?

Mi madre me mira insistente. Con ella es imposible despotricar.

- Mira, no sé lo que me pasa, sólo sé que me siento como al principio de una carrera cuando estoy con ella y quiero seguir viéndola, a pesar del calendario.

- Bueno, con eso me vale. Sólo te pido que la trates bien, parece muy guapa, ¿juega al póker?

Ganas o pierdes?

Gano, of course…

Si tengo dos ases y tú dos dos, ¿no hay la misma probabilidad de que nos salga un trío y ganemos al otro?

Yo no habría ido con dos dos.

¿Si en una curva no frenas? Llegas antes al hospital.

Contigo nunca puedo frenar.

 

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Montenegro, mitad de junio.

 

Montecarlo, Montreal y ahora Montenegro, ¿sabes esa que dice“Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas”?, pues nada, que me queda Montevideo para convertirme en pez.

Pero que conste que no me quejo ¿eh? Porque ahora mismo estoy en el hotel donde se grabó Casino Royale con mi Vesper a la izquierda, aunque tal vez debería llamarla Bond porque ella es la que juega al póker…

Al final no gané en Canadá, es que alguno le tengo que dejar a Hollywood, y eso me impidió venirme antes a Montenegro, por cierto una ciudad con mucho encanto.

- Apaga la luz, por Dios.

Vaya, Emilia-Vesper no está de muy buen humor. De todas formas me levanto, cierro la cortina que marca con su luz las once de la mañana y empiezo a besarla por la espalda.

- Ya vale- se ríe intentando apartarme.- Necesito dormir para poder ganar.

- Ya dormirás luego- le desabrocho el sujetador que anoche no me dio tiempo a quitarle, y noto que eso la excita. Sigue bocabajo, así que aparto las sábanas, me coloco sobre ella y empiezo a besarla en la oreja, mientras mis manos se pierden en sus pechos.

- Necesito dormir- ella lo repite no muy convencida y en uno de sus movimientos, casi sin querer, entro dentro de ella. Y ya no puedo ver.

 

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Montenegro.

 

El verano es fresco en Montenegro, es una ciudad preciosa, moderna pero como pintada entre las altas colinas. Llevamos aquí una semana y no quiero que termine.

Nuestra rutina consiste en levantarnos hacia mediodía, comer, pasear por los parajes, visitar pueblos encantadores, jugar al póker, hacer el amor hasta quedar exhaustos y dormir, aunque no siempre en ese orden. Me preocupa que Rodri pueda tener problemas con sus patrocinadores, creo que debería estar con su escudería en Londres, más aún siendo el campeón del torneo en este momento, pero siempre que se lo digo, cambia de tema, como si no tuviese importancia.

- ¡Cuéntame más cosas sobre Hollywood!- le pido una tarde.

- Vaya, pareces muy interesada en ese americano.

- Me gustan bastante los americanos.

- ¿Alguno en particular?

- No, ninguno en concreto- y me río. Estamos en la terraza de uno de los restaurantes más bonitos de Montenegro, tomando helado y despidiendo el sol de la última tarde antes de volver a la realidad, a saber, yo a Lleida a la concentración con mi equipo y él a Londres con el suyo. Después coincidimos en Valencia, aunque no sé si podremos vernos, porque yo tengo que preparar lo de Bahamas. Me voy a Bahamas, un mes completo a gastos pagados, playas, sol y el Campeonato del Mundo de póker, un sueño hecho realidad, aunque no me siento tan feliz como esperaba. No le he dicho nada a Rodri, ¿por qué debería? Nosotros no tenemos nada serio, nos hemos divertido, no esperamos nada el uno del otro y, sin embargo, no estoy todo lo contenta que esperaba.

- ¿Te he contado ya lo de aquella vez que cambiamos de coche para probar a nuestros testeadores?

 

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La historia.

 

Debió ocurrir hará unos tres años, durante nuestros últimos entrenamientos en algún circuito, cuando ya nos conocíamos bastante bien.

Es mi alter-ego, y yo supongo que soy el suyo. El caso es que llevábamos algún tiempo con la mosca detrás de la oreja. Emi se ríe por mi forma de pronunciar oreja y me mira con expectación.

Los testeadores son unas personas encargadas de evaluarnos en cada momento. Rellenan unas hojas, en las que ponen puntuaciones de cada carrera que hacemos, y luego nos comparan, con otros pilotos y, lo que más nos pica, con nosotros mismos. Así es como se elige al mejor piloto de la escudería. Me gustaría decir que yo siempre gano, ya me conoces, pero siempre, o casi siempre, empatábamos. Y a nosotros, nada preparados para admitir que uno no es mejor que otro, no se nos ocurre otra cosa que cambiarnos de ropa, el casco y el coche, en secreto y con alevosía.

- Tío, será mejor que no hables, se nota a la legua que no eres americano.

- Pues tú acuérdate de maldecir en español porque Weird está acostumbrado a oírme…

- Joder, se me había olvidado Weird.

- No le hagas ni caso en todo el recorrido y listos.

- Merecerá la pena si así demuestro que soy el mejor.

- Menos lobos, Caperucita.

- ¿Cómo?

Ese era yo hablando en español, así que repito.

- Que less wolves Red Riding Hood.

Montamos en los coches, arrancamos y comenzamos la carrera. Me cuesta acostumbrarme a la voz del estratega de Hollywood, pero me cuesta más no pronunciar una de esas bonitas palabras que me ayudan a desahogarme. Por su parte a mi americano preferido le va peor, Weird no es tonto y no para de pincharle. Conseguimos terminar tres vueltas hasta que cierto pelirrojo se dirige a la cabina de un hombre pelón, le pide su micrófono y dice con voz taimada.

- Ya estás parando, maldito hijo de puta sevillano.

Después de los informes, los expedientes, las broncas y los cambios, se comprobó que los ítems con los que nos medían no estaban adaptados a nuestras características individuales y se cambiaron. Creo que también se han cambiado en otros equipos. A nosotros nos sirvió para incluir una norma extraña en nuestro contrato que nos impide ponernos el casco hasta el pit Lane y como historia para contarles a las chicas. Todavía no sabemos quién es mejor de los dos.

En el aeropuerto de camino a Heathrow todavía podía oír la risa clara de Emi y su respuesta casi infantil.

- ¡Cuéntame otra!

Y así pasamos toda la tarde. Pero esta mañana, mientras nos despedíamos en el aeropuerto la he notado distante.

- Nos vemos en Valencia, entonces.

- Seguro.

- Sólo queda una semana y ya te hecho de menos- era verdad, todavía es verdad. Pero ella me sigue pareciendo distraída.

Quisiera decirle que quiero ir en serio con ella, que quiero que venga conmigo a las carreras, que esté ahí, conmigo, que la necesito a mi lado. Pero no es el momento, ni el lugar, ya se lo diré en Valencia, total no pienso dejarla escapar.

- Y encima ahora me toca volar.

- Pues aprovecha para dormir en el avión- qué mona ella, con sus bromas sobre aviones.

Nos besamos una vez más y me voy derechito a mi suplicio.

 

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Lleida, desde el 20 al 24 de junio.

 

¿Alguien ha participado alguna vez en un congreso de póker? ¿Acaso eso existe? Os preguntaréis. Pues no sé si con ese nombre, pero el caso es que aquí estamos, el grupo de cinco españoles de la Pokerstars que van a asistir al mundial en Bahamas, de hecho, los únicos cinco españoles que se han inscrito oficialmente. Y hablando todo el día de póker. Yo, personalmente, prefiero jugar.

Qué es póker al cuadrado?- le escribo a Rodri un sms en mi enésima reunión.

Repóker?

Yo diría Full de Póker.

Pues si estas tan harta, sal de ahí.

Que más quisiera yo… ellos me pagan la ropa interior cara.

Tienes razón, será mejor que te quedes.

Todavía no le he dicho nada, es que creo que el teléfono no es lo más adecuado para una noticia como esta… en menos de dos semanas tendré un

daikiri en una mano y un abanico en la otra, pero no soy capaz de decírselo al chico que me gusta. Mala partida.

Ya tengo la maleta preparada.

Sólo una?

Bueno, rectifico, ya tengo las maletas preparadas.

Esa es mi chica.

 

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Londres, del 20 al 24 de junio.

 

- ¿Qué, vuelves a estar de cháchara con tu novia?

- ¿Y a ti que más te da?-no estoy de muy buen humor, un mal

presentimiento me roe por dentro, y el puto Hollywood sabe sacarme partido.

- Toda tuya, chaval. Es guapa, no lo niego, y además de dejarme el

campo de chicas libre, me va a permitir ganar en Valencia.

- Lo puedes intentar.

- Venga chicos, dejaros de cháchara-el jefe de equipo, que ya nos conoce, no nos deja ni un respiro.

Entro en el coche, casi encajado porque el habitáculo interior está hecho a mi medida, y acelero, pensando en el último mensaje de Emi, y sonrío. No debería ser tan paranoico.