Notas
[1] Máximo de la Torre perdió una pierna, el 17 de enero de 1939, en la batalla del Ebro, donde era médico de un regimiento de infantería republicano. <<
[2] Un cálculo realizado más tarde reveló un promedio de treinta y cinco espectadores por cada aparato de televisión. <<
[3] Don Alonso Moreno, que ha leído este relato, nos ruega que hagamos constar que si bien hay en él parte de verdad, hay también mucha fantasía. (N. de los EE.) <<
[4] Hugh Thomas: La Guerra Civil española. <<
[5] Para Palma del Río, con una población de doce mil personas, la pérdida de quizá trescientos cincuenta de sus hijos en las semanas iniciales de la guerra no estuvo en desproporción con las pérdidas sufridas por la nación española en su conjunto durante el mismo período. Entre el 18 de julio y primeros de septiembre de 1936 fueron asesinados por los republicanos alrededor de setenta y cinco mil personas, entre ellas casi ocho mil sacerdotes, frailes y monjas. El número de personas muertas por los nacionales en aquellas semanas de venganza es más difícil de establecer; probablemente estuvo entre las setenta y cinco mil y las cien mil. <<
[6] Hugh Thomas: La Guerra Civil española. <<
[7] La propia pica es objeto de inspección especial antes de la corrida. Por la mañana, las dieciocho picas que habrán de utilizarse más tarde son medidas con una regla especial, a fin de asegurarse de que su longitud y su agudeza no son superiores a lo permitido. Después de comprobar cada una de las picas, se les pone un número y se depositan las puntas en una caja sellada, que es abierta en presencia de uno de los delegados del presidente momentos antes de empezar la corrida. Entonces se cogen las puyas y se entregan a los picadores en el preciso instante en que se disponen a entrar en el ruedo. <<
[8] De los sesenta picadores que perdieron la vida en el ruedo, sólo siete murieron después de la instauración del peto. <<
[9] Sin embargo, un objeto expuesto en el museo taurino de Valencia demuestra, dramáticamente, que ni siquiera en la actualidad está desprovista de riesgo la vida del picador. Es una de esas defensas metálicas —que recuerdan a una armadura medieval— con que se protegen las piernas los picadores, y que aparece claramente perforada por el asta de un toro. <<
[10] Muerte en la tarde, Ernest Hemingway. <<
[11] Emest Hemingway refiere en Muerte en la tarde (pág. 29) que uno de estos toros mató a seis jóvenes e hirió a otros sesenta durante una campaña de cinco años en los pueblos de la región valenciana. <<
[12] Barnaby Conrad: The Gates of Fear, Bonanza Books Nueva York, pág. 147 (1957). <<
[13] Por motivos físicos, y quizá también psicológicos, estas primeras firmas tendían a ser excepcionalmente grandes. Esto se puso de manifiesto algún tiempo más tarde, cuando Manolo abrió su primera cuenta en el banco y tuvo que emplear su firma para una de las funciones determinantes de su esperanzado aprendizaje: firmar cheques. Con gran contrariedad, descubrió que su firma no cabía en un cheque corriente. <<
[14] La táctica de El Pipo en los festejos de su tierra era la que se seguía en las plazas más importantes. En realidad, el riguroso ritual del sorteo era pura ficción en muchísimas corridas de categoría. Un torero famoso puede imponer a las empresas sus compañeros de terna. Para un torero modesto, con pocos contratos, estas actuaciones pueden significar la oportunidad para triunfar. De ahí que se sometan a las imposiciones del apoderado y renuncien a sus derechos en el sorteo de los toros. La técnica seguida para amañar el sorteo no puede ser más sencilla. El peón o representante del diestro que se ha arrogado el derecho de elegir libremente, comunica con discreción a sus compañeros los números de las reses que quiere lidiar su matador. Al sacar del sombrero del mayoral los papelitos con los dos números, cada uno de los tres representantes prescinde de los extraídos y canta los respectivos números previamente convenidos. <<