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Dos o tres meses más tarde supe que Tulip se hallaba internado en un hospital de Minneapolis, donde le habían amputado una pierna. Fui a visitarle y le mostré lo escrito.
—Supongo que está bien —me dijo después de leerlo—, pero creo que te has desviado del objetivo principal.
Eso es lo que la gente piensa casi siempre.
—Lo volveré a leer, si quieres —agregó—. He ido muy de prisa esta vez, pero lo leeré con mucha más atención si quieres.