PREFACIO

Resultados involucrados en la escritura de un libro sobre autodefensa psíquica.— Prevalecencia insospechada de ataques psíquicos.— Anuncios de cursos para el desarrollo del poder mental.— La experiencia personal de la autora de un ataque psíquico.— Estudio de la psicología analítica emprendido en consecuencia.— Psicología y ocultismo.— Conexión entre abuso de poderes mentales y el culto brujeril.

Es con un sentido de la seriedad de los resultados involucrados, que me pongo a la tarea de escribir un libro sobre el ataque psíquico y los mejores métodos de defensa contra él. El cometido está obstaculizado por trampas. Apenas es posible dar información práctica sobre los métodos de defensa psíquica sin dar al mismo tiempo información práctica sobre los métodos de ataque psíquico. No es sin razón que los iniciados hayan guardado siempre su ciencia secreta detrás de puertas cerradas. Mi problema es descubrir lo suficiente que sea adecuado sin descubrir lo suficiente que sea peligroso. Pero puesto que ya se ha dado a conocer tanto concerniente a las enseñanzas esotéricas, y puesto que el círculo de estudiantes de lo oculto se está volviendo rápidamente más ancho cada día, pudiera ser que hubiera llegado ahora el tiempo para hablar llanamente. La tarea no la he buscado yo, pero puesto que ha caído en mis manos, lo haré lo mejor para descargarla honorablemente, haciendo asequible el conocimiento que me ha venido en el curso de una experiencia de muchos años de los extraños caminos desviados de la mente que el místico comparte con el lunático. Este conocimiento no ha sido conseguido sin coste alguno, ni, sospecho, su divulgación estará tampoco del todo libre de coste.

He intentado evitar, hasta donde fuera posible, el uso de material de segunda mano. Todos conocemos a la persona que tiene un amigo cuyo amigo vio el fantasma con sus propios ojos. Eso no es de demasiada utilidad para nadie. Lo que necesitamos es tener al testigo ocular bajo un examen minucioso. Por esta razón no he extraído de la vasta literatura sobre el tema como ilustraciones de mi tesis, sino que he preferido apoyarme sobre casos que han caído dentro del alcance de mi propia experiencia, y que he sido capaz de examinar.

Pienso que puedo muy bien alegar tener cualificaciones prácticas, y no meramente teóricas, para la tarea. Mi atención se volvió primero hacia la psicología, y posteriormente al ocultismo como la clave real de la psicología, por la experiencia personal de un ataque psíquico que me dejó con la salud destrozada por un período considerable. Conozco por mí misma el peculiar horror de una experiencia así, su insidia, su potencia, y sus desastrosos efectos en la mente y el cuerpo.

No es fácil conseguir que venga la gente y testifique sus ataques psíquicos. En primer lugar, porque saben que hay pocas probabilidades de que se les crea, y que más probablemente se ganarán para sí una reputación de desequilibrio mental que cualquier otra cosa. En segundo lugar, porque cualquier entrometimiento en los fundamentos de la personalidad es una experiencia de un horror tan peculiar y único que la mente retrocede ante su contemplación y no puede hablarse de ello.

Soy de la opinión de que los ataques psíquicos son mucho más comunes de lo que se realiza[1] generalmente, incluso por los ocultistas mismos. Ciertamente que el público general no tiene ninguna concepción en absoluto de la clase de cosas que son hechas por gente que tiene un conocimiento de los poderes de la mente humana, y se pone a trabajar para explotarlos. Estoy convencida de que este factor jugó una gran parte en el culto brujeril, y fue la causa real del horror y la detestación universales de la bruja. Estos poderes han sido conocidos siempre por los estudiantes de ocultismo, pero hoy en día son conocidos y usados por gente que estaría enormemente sorprendida de descubrir quiénes son sus compañeros practicantes. Mrs. Eddy, la fundadora de la Christian Science (Ciencia Cristiana) se tropezó con estos métodos empíricamente sin adquirir nunca un conocimiento racional en cuanto a su modus operandi. Trató de enseñarlos de tal modo que sólo pudieran usarse para el bien, y su poder para el mal fuera ocultado; pero el que ella misma se percataba bien de sus posibilidades si se abusaba de ellos, está testimoniado por el temor a lo que llamó "Magnetismo Animal Malicioso", que ensombreció toda su vida.

Los métodos de la Christian Science, con su disciplina estricta y cuidadosa organización, fueron desarrollados y explotados por innumerables escuelas y sectas del Movimiento del Nuevo Pensamiento. En muchos de los desarrollos se perdió de vista el aspecto religioso, y se convirtieron simplemente en un método de manipulación mental para fines puramente personales, aunque no necesariamente de modo deliberadamente malo. Sus exponentes anunciaban que enseñarían el arte de la venta, de hacerse dominante y popular en la sociedad, de atraer al sexo opuesto, de atraer hacia uno dinero y éxito. El asombroso número de estos cursos anunciados muestra su popularidad; en un número reciente de una revista americana conté anuncios para sesenta y tres cursos diferentes de diversas formas de poder mental. No serían tan populares si no consiguiesen resultados en absoluto. Consideremos algunos de estos anuncios, y veamos qué indican, leyendo entrelineas y extrayendo nuestras propias conclusiones.

"Transfiere tus pensamientos a otro. Envía para un folleto gratis. Telepatía, o la Radio Mental".

"¿Preocupado —salud, amor, dinero? Déjeme que le ayude. Sin fracasos si se siguen las instrucciones. Estrictamente personal y profesional. Tan cuidadoso como el médico de la familia. Deben acompañar cinco dólares a la consulta. Dinero devuelto si no está satisfecho".

"¿Qué desea? Cualquier cosa que sea, podemos ayudarle a conseguirlo. Denos simplemente la oportunidad escribiendo a 'Nubes despejadas'. Absolutamente gratis. Estará encantado".

"HIPNOTISMO. ¿Desea poseer ese extraño y misterioso poder que encanta y fascina a hombres y mujeres, influencia sus pensamientos, controla sus deseos y le hace a usted el maestro supremo de toda situación? La vida está llena de halagüeñas posibilidades para aquellos que amaestran los secretos de la influencia hipnótica, para aquellos que desarrollan sus poderes magnéticos. Puede aprender en casa, curar enfermedades y malos hábitos sin drogas, ganar la amistad y el amor de otros, incrementar sus ganancias, gratificar sus ambiciones, alejar la preocupación y el trastorno de su mente, mejorar su memoria, superar dificultades domésticas, dar el entretenimiento más excitante nunca visto, y desarrollar un maravilloso poder magnético de la voluntad que le permitirá superar todos los obstáculos hacia su éxito.

"Usted puede hipnotizar a la gente instantáneamente —rápido como un rayo— ponerse a usted mismo o a cualquier otro a dormir a cualquier hora del día o de la noche, o eliminar el dolor y el sufrimiento. Nuestro libro gratis le cuenta los secretos de esta ciencia maravillosa. Explica exactamente cómo puede usar este poder para mejorar su condición en la vida. Es recomendado entusiásticamente por ministros del evangelio, juristas, doctores, hombres de negocios y mujeres de sociedad. Beneficia a todo el mundo. No cuesta nada. Lo damos para anunciar nuestra institución".

Estos son unos pocos especímenes escogidos entre los sesenta y tres anuncios similares contados en este simple ejemplar de una popular revista semanal. Están dados in extenso, sin modificación alguna salvo por la omisión de las direcciones.

Consideremos ahora qué significan anuncios tales como éstos desde el punto de vista de las personas a las que no están dirigidos, las personas sobre las que se presume que el lector desea adquirir poder. ¿Cuál sería su posición si violase el décimo mandamiento y apeteciese la mujer de su vecino, o su buey, o su asno, o cualquiera otra de sus cosas valiosas? Suponiendo que el estudiante diligente de estos métodos desease algo ¿no debería tenerlo? ¿Y suponiendo que él está en el lado oscuro de la ley? ¿O si está cobijando un sentimiento de injuria y desea ser vengado? ¿O meramente ama el poder para su propio provecho? ¿Cuál es el sino del guarnicionero de cañones que proporciona al estudiante del poder mental material para sus experimentos? ¿Cómo se siente uno al estar dominado por éstos métodos, y qué resultados pueden obtenerse finalmente por un experimentador competente?

Permítaseme dar mi propia experiencia, pese a lo dolorosa que es, pues alguien tiene que ser el primero en dar un paso adelante, y descubrir estos abusos que sólo puedan florecer por el fracaso general en realizar su significación.

Tenía yo veinte años cuando entré como empleada de una mujer que ahora sé que debía haber tenido un considerable conocimiento de ocultismo, obtenido durante una larga residencia en la India, y concerniente al cual solía dejar caer indicaciones de las que no podía sacar provecho en aquel tiempo, pero que, a la luz de un conocimiento posterior, he llegado a entender. Era su costumbre controlar a su personal por medio de su conocimiento del poder mental, y tenía una sucesión persistente de crisis nerviosas sumamente peculiares entre la gente que trabajaba bajo ella.

No había estado mucho tiempo con ella cuando quiso que diera evidencia en un litigio. Era una mujer de un humor violento, y había despedido a un empleado sin aviso y sin paga, y él estaba demandándola por el dinero que le debía. Ella quería que yo dijera que su comportamiento había sido tal que estaba justificada en despedirle así. Su método de conseguir mi evidencia fue mirar a mis ojos con una mirada concentrada y decir, "Ocurrieron tales y tales cosas". Afortunadamente para todos los implicados yo había mantenido un diario y tenía un registro día a día de todo el asunto. Si no hubiera sido por esto yo no habría sabido dónde estaba. Al final de la entrevista estaba ofuscada y exhausta, y me tumbé en mi cama con mis ropas y dormí el sueño de la extenuación extrema hasta la mañana siguiente. Supongo que dormí por unas quince horas.

Pronto después de esto deseó mi testimonio de nuevo. Quería deshacerse de mi superior inmediato, y deseaba encontrar suficientes apoyos para justificarla haciéndolo así. Repitió sus maniobras anteriores, pero esta vez no había conseguido un diario sobre el que dejarme caer, y para mi intensa sorpresa me encontré coincidiendo con ella en una serie de cargos enteramente sin base contra el carácter de un hombre del que no tengo razón para creer que fuese otra cosa que perfectamente honrado. La misma extenuación y el mismo sueño muerto descendieron sobre mí inmediatamente después de esta entrevista igual que después de la anterior, pero ahora se manifestó un síntoma adicional. Conforme caminaba fuera del cuarto al final de la entrevista, tuve una curiosa sensación, como si mis pies no estuvieran en el lugar donde esperaba que estuvieran. Cualquiera que haya caminado a través de una alfombra que está hinchada con la parte de abajo llena de aire sabrá lo que quiero decir. Los ocultistas lo reconocerán como teniendo que ver con la extrusión del doble etérico.

El siguiente incidente que ocurrió en esta curiosa casa no me concernió en mí misma, sino a otra chica, una huérfana con considerable fortuna. Mi patrona mantuvo a esta chica constantemente con ella, y finalmente la persuadió para poner todo su capital en sus esquemas. Sin embargo, los depositarios entraron en cólera, forzaron a mi patrona a hacer la restitución, y se llevaron a la chica entonces y ahí, dejando atrás todas sus pertenencias, para ser empaquetadas y enviadas a ella posteriormente.

Otro incidente siguió rápido tras los talones de éste. Había en el establecimiento una mujer anciana que era ligeramente "disminuida" mentalmente. Una querida viejecita, pero infantil y excéntrica. Mi patrona volvió ahora su atención hacia ella, y observamos comenzar el mismo proceso de dominación. En este caso no había depositarios para interferir, y la pobre vieja señora estaba siendo persuadida de quitar sus negocios de las manos de sus hermanos, que hasta entonces los habían administrado, y encomendarlos a las tiernas gracias de mi patrona. Mis sospechas habían sido ya levantadas concienzudamente por aquel entonces. Era más de lo que podía soportar el ver a la vieja "tiíta" estafada, así que metí una mano en el juego, desperté a la "tiíta" a la situación, puse sus pertenencias en una caja, y la envié a sus parientes mientras mi patrona estaba fuera por una breve ausencia.

Confiaba en que mi complicidad en el asunto no llegara a ser conocida, pero pronto fui desilusionada. La secretaria de mi patrona vino a mi habitación una noche, después de las "luces fuera", y me avisó que la Guardiana, como llamábamos a nuestra patrona, había descubierto quién se las había ingeniado para la escapatoria de la "tiíta", y que me había buscado problemas. Sabiendo que era de una naturaleza extremadamente vengativa, supe que mi mejor refugio era la huida, pero la huida no era del todo fácil de conseguir. La institución en la que estaba empleada era educacional, y había que dar un aviso del término antes de dejarla. No esperaba cumplir el plazo bajo el control sin límites de una rencorosa mujer. Así que esperé a una oportunidad que me justificase para marcharme. Con el incontrolado humor de mi patrona no había mucho que buscar. Estaba levantada en hora tardía la noche siguiente empacando, en preparación para mi pretendida huida, cuando vino a mi habitación otro miembro del personal, una chica que rara vez hablaba, que no tenía amigos, y que hacía su trabajo como un autómata. Nunca había tenido tratos con ella, y estaba más que sorprendida por su visita.

Pronto se explicó, sin embargo.

"¿Vas a marcharte?", dijo.

Admití que así era.

"Entonces vete sin ver a la Guardiana. No te irás si no lo haces así. Yo lo he intentado varias veces, y no puedo marcharme".

Sin embargo, yo era joven y confiada en mi fortaleza no puesta a prueba, sin medios de calibrar las fuerzas dispuestas contra mí, y a la mañana siguiente, vestida para el viaje y maleta en mano, bajé y me enfrenté a mi patrona en su madriguera, determinada a decirla lo que pensaba de ella y sus métodos, sin sospechar apenas que ante mí se hallaba todo menos la bellaquería y la brutalidad ordinarias.

Sin embargo, no se me permitió comenzar mi cuidadosamente preparado discurso. Tan pronto como ella supo que me marchaba, dijo:

"Muy bien, si deseas irte, hazlo. Pero antes tienes que admitir que eres incompetente y que no tienes confianza en ti misma".

A lo que repliqué, estando todavía llena de lucha, que si yo era incompetente por qué no me despedía ella misma, y que, en cualquier caso, yo era el producto de su propia escuela de entrenamiento. Comentario que naturalmente no mejoró la cuestión.

Entonces comenzó una letanía sumamente extraordinaria. Ella reasumió su viejo truco de fijarme con una mirada intensa, y dijo:

"Eres incompetente, lo sabes. No tienes confianza en ti misma, y tienes que admitirlo".

Ahora bien, no había duda de que podría decirse mucho concerniente a mi competencia en mi primera colocación a la edad de veinte años, con una gran cantidad de responsabilidad sobre mis hombros, y recién instalada en un departamento desorganizado; pero no podía decirse nada contra la confianza en mí misma, excepto que tenía demasiada de ella. Estaba preparada para lanzarme a donde los arcángeles se hubieran echado para atrás.

Mi patrona no arguyó o abusó de mí. Se mantuvo en estas dos afirmaciones, repetidas como los responsos de una letanía. Entré a la habitación a las diez en punto, y la dejé a las dos. Debió haber dicho estas dos frases varios cientos de veces. Entré como una chica fuerte y saludable. Salí como una náufraga mental y física, y estuve enferma por tres años.

Algún instinto me advirtió que si admitía que era inconsciente y que no tenía confianza en mí misma mi coraje se rompería, y nunca sería buena para nada posteriormente, y reconocí que esta peculiar maniobra de parte de mi patrona era un acto de venganza. Par qué no proseguí el remedio obvio de tomar refugio en la huida, no lo sé, pero para el tiempo en que uno realiza que algo anormal se aproxima en estas ocasiones, uno ya está mas o menos hechizado, y así como el pájaro ante la serpiente no puede usar sus plumas, así uno no puede moverse o marcharse.

Gradualmente todo empezó a sentirse irreal. Todo lo que sabía era que tenía que agarrarme a toda costa a la integridad de mi alma. Una vez que coincidiera con sus sugestiones, estaría lista. Continuamos con nuestra letanía.

Pero estaba llegando cerca del final de mis recursos. Tenía una curiosa sensación como si mi campo de visión estuviera estrechándose. Esto, creo, es un fenómeno característico de la histeria. A partir de las esquinas de mis ojos podía ver dos paredes de tinieblas cerniéndose tras de mí a cada lado, como si uno apoyara su espalda en el ángulo de un biombo, y éste fuera cerrándose lentamente. Supe que cuando estas dos paredes de tinieblas se encontrasen, yo estaría rota.

Entonces ocurrió una cosa curiosa. Oí claramente a una voz interna decir:

"Simula que estás vencida antes de que realmente lo estés. Entonces ella dejará el ataque y serás capaz de marcharte". Qué fue esta voz, nunca lo he sabido.

Seguí inmediatamente su consejo. Con mi lengua en mi mejilla pedí perdón a mi patrona por todo lo que había hecho o debía haber hecho. Prometí permanecer en mi puesto e ir suavemente todos los días de mi vida. Recuerdo que me puse de rodillas ante ella, y ella ronroneó complacientemente sobre mí, muy satisfecha con el trabajo de la mañana, como tenía la razón para estarlo.

Entonces me dejó ir, y subí a mi habitación y me dejé caer en la cama. Pero no pude descansar hasta que la hube escrito una carta. Qué contenía esa carta, no lo sé. Tan pronto como la había escrito y puesto donde ella la conseguiría, caí en una especie de estupor, y permanecí en este estado con mi mente completamente en suspenso hasta la noche siguiente. Es decir, desde las dos en punto de la tarde hasta cerca de las ocho en punto del día siguiente —treinta horas. Era un frío día de primavera con nieve en el suelo. Había una ventana cerca de la cabecera de la cama abierta de par en par, y la habitación no tenía calefacción. No tenía nada con que cubrirme, pero no sentí ni frío ni calor, y todos los procesos del cuerpo estuvieron en suspenso. Nunca me agité. Los latidos del corazón y la respiración eran muy lentos, y continuaron así por varios días.

Fui encontrada finalmente por el ama de llaves, que me revivió por la simple aplicación de una buena sacudida y una esponja fría. Yo estaba aturdida y maldispuesta a moverme o incluso a comer. Se me dejó tumbada en la cama, con mi trabajo teniendo cuidado de sí mismo, viniendo el ama de llaves a verme de tiempo en tiempo, pero sin hacer comentario alguno sobre mi condición. Mi patrona nunca apareció.

Después de unos tres días mi amiga especial, que pensaba que había dejado la casa, supo de mi continuada presencia, y vino a verme; un acto que requería algún coraje, pues nuestra patrona mutua era una formidable antagonista. Me preguntó qué había pasado en mi entrevista con la Guardiana, pero no pude contárselo. Mi mente estaba en blanco, y toda la memoria de la entrevista se había escapado como si se hubiera pasado una esponja sobre una pizarra. Todo lo que sabía es que de las profundidades de mi mente estaba surgiendo y obsesionándome un estado de miedo sin objeto, pero no por ello menos terrible. Yací en la cama con todos los síntomas físicos del miedo intenso. Boca seca, palmas sudorosas, corazón agitado y débil, respiración rápida. Mi corazón estaba latiendo tan fuertemente que a cada latido resonaba una borla de bronce suelta en la armadura de la cama. Afortunadamente para mí, mi amiga vio algo que iba seriamente mal, y envió a por mi familia, que vino a recogerme. Ellos estaban extremadamente suspicaces. La Guardiana era extremadamente desagradable, pero nadie podía probar nada, así que no se dijo nada. Mi mente estaba en blanco. Yo estaba concienzudamente intimidada y muy exhausta, y mi único deseo era marcharme.

No me recobré, sin embargo, como había esperado. La intensidad de los síntomas se disipó, pero continué fatigándome de forma extremadamente fácil, como si se me hubiese drenado de toda mi vitalidad. Sabía que, en algún lugar en la parte de atrás de mi mente, estaba escondida la memoria de una experiencia terrible, y no osaba pensar en ella, porque si lo hacía, el choque y la tensión serían tan severos que mi mente se hundiría, completamente. Mi principal consuelo era un viejo libro de aritmética, y solía pasar hora tras hora haciendo simples sumas para evitar que mi mente corriera en pedazos preguntándose qué se me había hecho y remontando hacia la memoria, y corriendo asustada después ante ello como un caballo atemorizado. Finalmente conseguí cierta medida de paz llegando a la conclusión de que había tenido simplemente una crisis nerviosa por exceso de trabajo, y que toda la curiosa cuestión era el fruto de mi imaginación. Y sin embargo había un sentimiento residual de que era real, y este sentimiento no me dejaba descansar.

Cerca de un año después del incidente, siendo todavía muy pobre mi salud, marché al campo a recuperarme, y allí apareció un amigo que había estado en el lugar en el momento de mi derrumbamiento. Aparentemente había originado un buen montón de charla y encontré aquí a uno que no estaba inclinado a justificar mi experiencia, sino que preguntaba cuestiones pertinentes. Otra amiga se interesó en mi caso y me arrastró al doctor de la familia, que llanamente dio su opinión de que había sido hipnotizada. Era en los días antes de la psicoterapia, y sus cuidados a una mente enferma se limitaban a golpearme en la espalda y dar un tónico y un bromuro. El tónico fue útil, pero el bromuro no, pues disminuyó mis poderes de resistencia, y rápidamente lo desestimé, prefiriendo apañármelas con mi desagrado antes que volverme indefensa. Pues todo el tiempo estaba yo obsesionada por el temor de que esta extraña fuerza, que me había sido aplicada tan efectivamente, fuese aplicada de nuevo. Pero aunque temía este misterioso poder, que entonces realizaba que se hallaba extendido en el mundo, no puedo contar qué alivio fue para mí el encontrar que todo el asunto no era una alucinación, sino un hecho real contra el que uno podría levantarse y afrontarlo.

Obtuve mi liberación de la esclavitud de este miedo encarando toda la situación, y determinándome a descubrir exactamente qué se me había hecho, y cómo podría protegerme contra una repetición de la experiencia. Fue un proceso extremadamente desagradable; de hecho, la reacción causada por la recuperación de las memorias perdidas fue sólo un poco menos violenta que la original; pero finalmente tuve éxito en liberarme de mi opresora condición de miedo, aunque fue mucho tiempo antes de que mi salud física se volviese normal. Mi cuerpo era como una batería eléctrica que había sido completamente descargada. Tomó un largo tiempo el recargarla de nuevo, y cada vez que se usaba antes de que la recarga fuera completa, se iba abajo de nuevo rápidamente. Por largo tiempo no tuve reservas de energía, y después de la última exerción caía en Un sueño muerto a cualquier hora del día. En el lenguaje del ocultismo, el doble etérico había sido dañado, y derramaba prana. No se volvió normal hasta que tomé la iniciación en la orden oculta en la que posteriormente me entrené. En el espacio de una hora después de la ceremonia sentí un cambio, y sólo en las más raras ocasiones desde entonces, después de alguna injuria psíquica, he tenido un retorno temporal de esos vaciantes ataques de exhaustión.

He contado esta historia en detalle porque es una útil ilustración de la manera en que puede abusarse de los poco conocidos poderes de la mente por parte de una persona sin escrúpulos. La experiencia de primera mano es de mucho más valor que cualquier cantidad de ilustración tomada de las páginas de la historia, pese a lo bien autentificada que esté.

Si tal asunto hubiera tenido lugar en la Edad Media, el cura de la parroquia habría organizado una caza de brujas. A la luz de mis propias experiencias, no estoy sorprendida en absoluto de que la gente que había adquirido una reputación por la práctica de la brujería fuera linchada, los métodos son tan terribles y tan intangibles. Podemos pensar que los relatos de los juicios de brujas son ridículos, con sus cuentos de imágenes de cera fundiéndose enfrente de fuegos lentos, o la crucifixión de sapos bautizados, o el recitado de pequeñas retahílas, tales como "Horse, hattock, To ride, to ride". Pero si entendemos el uso del poder de la mente, pronto realizamos que estas cosas eran simplemente ayudas a la concentración. No hay diferencia esencial entre clavar alfileres en una imagen de cera de un enemigo y quemar velas enfrente de una imagen de cera de la Virgen. Puedes pensar que ambas de estas prácticas son grosera superstición, pero apenas puedes pensar que una es real y potente y negar la realidad y la potencia de la otra. "Las armas de nuestro estado de guerra no son carnales" podría ciertamente decirse tanto de los practicantes de la Magia Negra como de la Iglesia.

Mi propio caso pertenece más al dominio de la psicología que al del ocultismo, siendo el método empleado una aplicación de poder hipnótico a fines impropios; lo he dado, sin embargo, porque estoy convencida de que los métodos hipnóticos se usan muy ampliamente en la Magia Negra, y que la sugestión telepática es la clave de una gran proporción de sus fenómenos. Cito mi propio caso, doloroso como me resulta el hacerlo así, porque una onza de experiencia vale tanto como una libra de teoría. Fue esta experiencia la que me condujo a emprender el estudio de la psicología analítica, y posteriormente del ocultismo.

Tan pronto como toqué los aspectos más profundos de la psicología práctica y observé la disección de la mente bajo el psicoanálisis, realicé que había muchísimo más en la mente de lo que se tenía en cuenta por las teorías psicológicas aceptadas. Vi que estábamos en el centro de un pequeño círculo de luz arrojada por un conocimiento científico cabal, pero que alrededor nuestro había una esfera de oscuridad, vasta y circundante, y que en esa oscuridad estaban moviéndose formas confusas. Fue a fin de entender los aspectos escondidos de la mente que emprendí originalmente el estudio del ocultismo.

He tenido mi ración completa de aventuras en el Sendero; he conocido hombres y mujeres que podrían ser clasificados sin duda como adeptos; he visto fenómenos como ninguna sesión espiritista ha conocido nunca, y he llevado mi parte a ellos; he tomado parte en feudos psíquicos, y he atendido mi vigilancia en la lista de la fuerza de la policía oculta que, bajo los Maestros de la Gran Logia Blanca, mantiene la guardia sobre las naciones, cada una de acuerdo con su raza; he guardado la vigilia oculta cuando uno no se atreve a dormirse mientras el sol está por debajo del horizonte; y he vigilado desesperadamente, enarbolando mi poder de aguante contra el ataque, hasta que las mareas lunares cambiaban y la fuerza de asalto se disipaba.

Y a través de todas estas experiencias, estaba aprendiendo a interpretar el ocultismo a la luz de la psicología, y la psicología a la luz del ocultismo, contrastando y explicando uno al otro.

En razón de mi conocimiento especializado, la gente vino a mí cuando se sospechaba un ataque oculto, y su experiencia refuerza y suplementa la mía propia. Más aún, hay una considerable literatura sobre el tema que se encuentra en regiones donde menos la esperaría uno —en relatos de folclore y la etnología, en los Registros Estatales de juicios de brujas, e incluso bajo la guisa de la ficción. Estos registros independientes, por gente no interesada en modo alguno por los fenómenos psíquicos, confirma las afirmaciones hechas por aquellos que han experimentado ataques ocultos.

Por otro lado, tenemos que distinguir muy cuidadosamente entre experiencia psíquica y alucinación subjetiva; tenemos que estar seguros de que la persona que se queja de un asalto psíquico no está escuchando la reverberación de sus propios complejos disociados. El diagnóstico diferencial entre histeria, locura y ataque psíquico es una operación extremadamente delicada y difícil, pues muy frecuentemente un caso no está claramente cortado, estando presente más de un elemento (al causar un severo ataque psíquico un derrumbamiento mental, y dejando un derrumbamiento mental abierta a su víctima a la invasión desde el Invisible). Todos estos factores tienen que ser tenidos en cuenta al investigar un supuesto ataque oculto, y será mi tarea en estas páginas no sólo indicar los métodos de defensa oculta, sino mostrar también los métodos de diagnóstico diferencial.

Es muy necesario, con tanto conocimiento oculto alrededor, que la gente distinga un ataque oculto cuando lo vea. Estas cosas son mucho más comunes de lo que generalmente se realiza. La reciente tragedia de Iona da punto a esta afirmación. Ningún ocultista está bajo ilusión alguna respecto a que esa muerte fuera por causas naturales. En mi propia experiencia he sabido de muertes similares.

En mi novela, Los Secretos del Dr. Taverner, fueron presentados, bajo la guisa de la ficción, un número de casos ilustrativos de la hipótesis de la ciencia oculta. Algunas de estas historias fueron construidas para mostrar la operación de las fuerzas invisibles; otras fueron extraídas de casos reales; y algunas de éstas fueron más bien escritas por lo bajo que por lo alto para hacerlas legibles por el público en general.

Tanta experiencia de primera mano, confirmada por evidencia independiente, no debería ir sin consideración, especialmente puesto que las explicaciones racionales son difíciles de encontrar salvo en términos de la hipótesis oculta. Puede ser posible justificar cada caso individual mencionado en estas páginas alegando alucinación, fraude, histeria o mentira llana, pero no es posible explicar la suma total de todos ellos de este modo. No puede haber tanto humo sin algún fuego. No es posible que el prestigio del mago en la antigüedad y el temor a la bruja en la Edad Media puedan haber surgido sin alguna base en la experiencia. Las baladronadas de la mujer sabia no serían más atendidas que las del idiota de la villa si no se hubieran encontrado nunca dolorosas consecuencias que las siguieran. El miedo era el motivo de estas persecuciones, y miedo fundado sobre la experiencia amarga; pues no fue la burocracia la que incitó a las quemas de brujas, sino pueblos enteros que se levantaron para un linchamiento. El horror universal a la bruja debe tener alguna causa detrás de ella.

Los meandros laberínticos del Sendero de la Izquierda son tan extensos como dudosos; pero al tiempo que los expongo en algo, en cualquier caso, de su horror, todavía mantengo que el Sendero de la Derecha de la iniciación y el conocimiento oculto es una vía hacia las más sublimes experiencias místicas y un medio de elevar el fardo del sufrimiento humano. No todo estudiante de este conocimiento abusa necesariamente de él; hay muchos, más aún, la gran mayoría, que lo guardan generosamente en depósito para la humanidad, usándolo para curar y bendecir y redimir aquello que está perdido. Puede muy bien preguntarse: Si puede abusarse tan desastrosamente de este conocimiento, ¿por qué habría de levantarse alguna vez su velo? Qué respuesta dar a esta pregunta, es una cuestión de temperamento. Algunos mantendrán que el conocimiento de cualquier clase no puede estar sin su valor. Otros pueden decir que haríamos mejor en dejar que los perros durmientes mueran. El problema es, sin embargo, que los perros durmientes tienen una desgraciada maña para despertarse espontáneamente. Tanto del conocimiento oculto está extendido en el mundo, tanto de la clase de cosas descritas en estas páginas está yendo adelante desconocido e insospechado en medio de nosotros, que es muy deseable que los hombres de buena voluntad investiguen las fuerzas que los hombres del mal han pervertido para sus propios fines. Estas cosas son las patologías de la vida mística, y si fueran mejor entendidas, muchas tragedias podrían ser impedidas.

Por otro lado, no es conveniente que todo el mundo consienta en el estudio de libros de texto de patología. Una imaginación vívida y una débil cabeza son una combinación desastrosa. Los lectores de la que fue en su momento "récord de ventas", Tres Hombres en Barca, pueden recordar la suerte del individuo que empleó la tarde de un domingo lluvioso leyendo un libro de texto médico. Al final estaba firmemente convencido de que había cogido cada una de las enfermedades ahí descritas con la sola excepción de la rodilla de la sirvienta.

Este libro no pretende meramente poner la carne de gallina, sino que se destina a ser una contribución seria al poco comprendido aspecto de la psicología anormal, pervertida, en algunos casos, para los fines del crimen. Es un libro destinado a estudiantes serios, y a aquellos que se encuentran enfrentados a los problemas que describe, y que están tratando de entenderlos y encontrarles una vía libre. Mi principal objetivo al hablar tan francamente es abrir los ojos de hombres y mujeres a la naturaleza de las fuerzas que están trabajando bajo la superficie de la vida de todos los días. Puede ocurrirnos a cualquiera de nosotros que atravesemos la delgada costra de la normalidad y nos encontremos cara a cara con estas fuerzas. Leyendo los casos citados en este libro, podemos bien decir que no vaya ahí ninguno de nosotros, salvo por la gracia de Dios. Si puedo dar en estas páginas el conocimiento que protege, habré cumplido mi propósito.