QUINCE
ELEMENTOS FALTANTES
-¿Qué haces a esta hora, Jimmy?-atendió el farmacéutico.
-Hola, Ladson. Vine a cambiar de aire-
-Sabes que no eres bienvenido-sacó el rifle por la ventanilla, presionando el cuello del invitado ocasional.
-Los de la CIA y los Terroristas, podemos ayudar a darles un golpe, hay dos tipos muy preparados-replicó Jimmy, con manos en alto.
-¿De qué hablas? Espero que no estés bromeando. ¿Sigues bebiendo?-
-Ya no, no porque no quiera, sólo no tengo dinero-
-Eres el mismo bastardo perdedor de siempre. ¿Qué rayos andas buscando?-
-Antes de decírtelo, quiero recordarte que nuestros hijos murieron en Irak y que nuestros hermanos en atentados islámicos. Debemos estar unidos, Ladson-
-Odio a la CIA y a los terroristas tanto como tú. ¿Quiénes son esos dos tipos de los que hablas?-
-Habrás oído de ellos, se presentan ante mí como Drake y Clancy-
Bajo el rifle y abrió más la ventanilla, ocasión en la que reveló los ojos verdes.
-¿Qué artículos estás buscando?-
-No salen a la venta oficial, Ladson-
-Tengo de todo, Jimmy-
Jimmy alcanzó el papel.
-¿Realmente son Drake y Clancy? ¿Drake, él que mató a ese dictador de Nicaragua y su guardia? ¿Clancy, él francotirador que esperó a 20 serbios en una granja y ninguno de ellos regresó?-
-Es lo único que saben hacer, matar y destruir, pero esta vez lo hacen por algo correcto. Esta vez sienten que no están perdiendo el tiempo. Es importante, para nosotros y para ellos, Ladson-
Ladson tomó el papel y leyó los elementos faltantes.
-Nadie es capaz de hacer algo así con un cuerpo humano, hay terapias de reversión muy buenas y mejoradas-
-¡Yo sí puedo, Ladson! ¡Mi vieja escuela puede con las nuevas doctrinas! ¡Dame los elementos faltantes!-
-Espérame unos minutos, regreso enseguida-
Al cabo de cinco minutos, vino con una caja, a la cual entregó a Jimmy.
-¿Cuánto es, Ladson?-
-Sólo que esos hijos de puta de la CIA y Al Yazer se pudran en el infierno, es el único pago que aceptaré, Jimmy, por mi hijo y por mi hermana-
-De acuerdo, Ladson. Eras el único que tenía a mano. Y recuerda una cosa. Había bebido mucho, si no bebía, no lo hacía-
-Voy a sentarme a ver televisión, espero ver buenas noticias, estoy cansado de las porquerías, hasta nunca, Jimmy-
-Dios no querrá hablarnos ni escucharnos después de esto, Ladson-
-No importa, hay que hacerlo, Jimmy, hay que hacerlo-
Desde mucho tiempo sin ser humanos, sólo americanos, ingleses, franceses, árabes, africanos y asiáticos. Desde mucho tiempo pensando más en el ahora que en el después trabajando en el pozo con una pala. Desde mucho tiempo soñando con regresos que nunca pasaron y con llegadas que dieron 10 luego de prometer 1000. Gobiernos tercermundistas de Sudamérica y centro América más buenos para criticar a los yanquis que para resolver los problemas de sus respectivos pueblos, cuando mayor parte del interés norteamericano estaba en medio oriente.
La democracia para que hablar sea más constante que hacer, según algunos de sus críticos. Se creó esa palabra, mejor dicho ese símbolo, capitalismo. Todo era culpa del capitalismo, del canibalismo del capitalismo. Es por el capitalismo y buena máscara para la naturaleza humana, pues la esclavitud y la explotación existieron antes que el capitalismo, tal vez no era capitalismo, tal vez era que recibir era más satisfactorio que dar, tal vez era que lo de afuera era más fuerte que lo de adentro, tal vez era que el ahora importaba más que el después o ocupaba más lugar que él después.
La violencia es un efecto, no una causa.
¿Qué hay detrás de la violencia de los terroristas y de los imperialistas? Primero, más fácil culpar a otro que mejorar uno. Segundo, los que sufrían eran los pueblos, no los gobiernos. Tercero, un país islámico, cansado de ser invadido y bombardeado, disparaba y bombardeaba con C4 un país europeo, luego el europeo intensificaba el bombardeo. Los gobiernos gritando, los pueblos sangrando.
¿Qué hay detrás de la violencia de los terroristas y de los imperialistas? Mucha injusticia y más manipulación, unos pocos líderes manipulando a muchos desesperados con muchas necesidades irresueltas, entregándoles hogazas y discursos mientras comían algo más que pan, algo que relampagueaba en sus mentes y se enraizaba a sus corazones.
El interés de pocos con el sacrificio de muchos era un botón repetido en ambas camisas.