SIETE
LA DESESPERACIÓN
-¡Esto nos da alimentos, armas y bombas para los atentados!-señaló Aimán las mesas con montañas de cocaína a los guardias.
Estaban en un edificio abandonado y destartalado, a la espera de Aos. Le llamó la atención una vagoneta, pues tenía neumáticos en ese sector de parias.
Aimán movió el brazo, tres hombres fueron en dirección de esa extraña vagoneta. No obstante, una explosión los elevó y derribó con pentagramas de sangre en sus cuerpos ya sin capacidad de funcionar, tanto desde el movimiento corporal como desde lo cognitivo.
Aimán chifló, Bahira intercambió una mirada con él.
-Dan quería ser astronauta para estar solo y que nadie lo molestara-escucharon y vieron la foto del niño negro con anteojos y un libro.
-No saldrán de aquí, somos muchos-informó Aimán.
-Hoy no morirán, hoy gritarán-agregó Drake.
Se escuchó una ráfaga de disparo y un grito, el guardia de la escalera incompleta abatido, cayendo como frasco ante salto de felino al anaquel tras tarascón canino.
-Cubran los perímetros, protéjannos, ¡no los dejen acercarse!-ordenó Aimán.
-Horace quería ser actor para besar a muchas chicas-soltó Clancy la foto del niño rubio y pecoso a la cual dispararon.
Colgaban de cuerdas cortadas con tijera.
-Ben-gruñó y sollozó Drake-Quería ser doctor para curar el cáncer y el hambre-
Dos ráfagas, dos terroristas con ojos rojos en el pecho y en el cuello, siendo alfombras, luego.
-¿Estuvieron en el hogar? ¡No quisimos que estallara, nos escondimos en él, la casa decía en Renta, pensamos que no había nadie!-aclaró Bahira.
-Las voces retumban en todas partes, ¡no podemos identificar su origen!-fustigó Aimán.
Hubo un silencio, los hombres se acercaron con sus turbantes y chilabas.
-Hay mucho eco y retumbe, colocaron latas huecas para replicar los sonidos en efecto-analizó Bahira.
-No nos arriesguemos, quedémonos aquí, mi padre regresará pronto y ellos tendrán que irse-
-Mamá Dorothy hacía los mejores waffles del mundo, nos decía sus angelitos, pero ya no queremos ser angelitos-dejó Drake caer una fotografía de una mujer obesa con ruleros, con una escoba y ocho niños abrazándola.
Una granada rodó, algunos se alejaron, otros tropezaron, nueva explosión, tres oraciones menos en el libro.
-Una cuestión es matar a quiénes no esperan la muerte y están desarmados, otra luchar contra quiénes sí lo están-aclaró Clancy.
-¡No fuimos nosotros, fue la CIA!-replicó Bahira-¡Lamentamos la muerte de su madre adoptiva y de sus ocho niños, sólo nos escondimos para que no nos atraparan! ¡No hicimos ninguna explosión sobre ellos!-
-¡Pudieron elegir otro lugar!-
Dos disparos, dos estrellas rojas en las frentes.
Bahira y Aimán quedaron solos.
-¡Háganlo de una vez y déjense de estupideces!-refutó Aimán, furioso y enrojecido, al ver tantos escondites e intersticios desde los cuales disparar a través de ese edificio abandonado.
-Julius quería trabajar y alimentar a Mamá Dorothy para que no se quedara sola-voló una cuarta foto por el aire, del niño de frente grande, mentón firme y ojos acaramelados.
-El sótano, Aimán, el sótano, ellos están en el sótano, mira los disparos, de abajo hacia arriba, la granada rodó, no cayó-explicó Bahira.
-Aún no hemos gritado-expuso Aimán.
-Así que ya saben dónde estamos, ¡vengan con todo lo que tienen si en verdad son guerreros de Alá, los estamos esperando, cobardes asesinos, ramera fría sin alma!-
Amartilló Aimán su AK, en tanto esgrimió Bahira su uzi. Otra granada rodó, el dinero, la cocaína, el fuego. Bahira y Aimán corrieron hacia el sótano y ocultos tras unas mesas, despacharon sendas ráfagas y lluvias de municiones hacia esa oscuridad desde la cual sus ejecutores dejaron de reír.
-¡Nos dieron, Clancy!-
-¡Te dije que no debías hablar tanto, Drake, no alcanzaremos a terminarlo, se saldrán con la suya!-
Los gritos fueron muy convincentes.
-¡Haremos explotar este pulgar, el botón rojo, está cerca, un esfuerzo más, Clancy!-
-¡No los dejaremos!-entraron y dispararon más tanto Bahira como Aimán, hasta que los casquillos rodaron sobre sus pantalones y la pólvora ennegreció sus rostros con sus víboras de humo.
-El JAJAJAJAJAJAJAJAJA- de Drake no fue vencido por el silencio de Clancy.
-Mis padres-tragó saliva Bahira, sintiendo que la piel se le deshacía y su cara quería ser una calavera de la contracción.
-Mis hermanos…El parlante con micrófono-hizo lo propio Aimán.
-Nos hicieron matar a nuestras propuestas familias…con nuestro miedo…con nuestro enojo…voy a dispararme.voy a…-
-¡No lo hagas, Bahira, ellos deben pagar, ellos deben pagar, jamás sufrí tanto, pronto no podré hablar, pronto no, no, no, no, noooooooo!-
-Edward no tenía ningún sueño en particular, le gustaban las hamacas, los toboganes lo enloquecían-informó Drake, luego flotó una foto de un niño de ojos almendrados, orejas grandes y corte con flequillo.
-Nathan nunca habló de sus sueños y no tenía grandes pasatiempos, pero le quitaba la escoba a mamá Dorothy y decía que lo terminaría él-completó Clancy, con la foto de un niño colorado de ojos azules.
-Papá, no, papá, mamá, yo los metí en esto, no merezco el perdón, no lo merezco, insúltenme, golpéenme por favor, ¡no se queden ahí quietos!-rogó Bahira, mojándose la cara con la sangre de sus padres.
-¡Ellos no tenían nada que ver!-exclamó Aimán, con disparos al techo.
Risueño, Drake recordó cuando vio a los padres de Bahira regando él, podando ella, aplicó dos dardos con somnífero.
En tanto, Clancy entró a la casucha de los hermanos de Aimán, vestido de tipo de cable, lo insultaron porque se había cortado y decían que pagaban, vendían drogas y se hacían pasar por mejicanos, oficialmente tenían una empresa lavacoches, aunque usaban pasaportes con nombres latinos y entonaciones perfectas.
Sin embargo, nunca el idiota de Aimán debió tener una cuenta de Facebook. Descubrió que su charla con esos dos latinos eran charlas de hermanos. Apellido, nombre y domicilio.
Clancy se puso una mascarilla y abrió el gas desde una garrafa. Le preguntaron con escupidas por qué traía una garrafa, dijo que era gasista además de reparador de cable, que la economía estaba difícil.
-Tus hermanos vendían drogas y drogaban a niñas para violarlas, Aimán-dijo Drake-Tus padres, Bahira, pateaban a los perros y pinchaban los neumáticos de los autos de los vecinos con mejor posición económica. El mundo no necesita perversos y resentidos-justificó Drake sus muertes y castigos.
-¡No debes matarte a ti, Bahira, debes matarlos a ellos!-
-¡No puedo más, Drake, dame el arma que me quitaste, dámela!-
-¡No, sé fuerte, por favor, sé fuerte!-
-¡Me pides algo imposible!-
-Nos iremos, los dejaremos unos días para pensar en cómo mataron a sus familias, luego vendremos y los terminaremos-cortó Clancy la comunicación.
-Dile a tu padre, Aimán, que también es otro eslabón de la cadena-
-¡El hombre de la CIA que dio la orden se llama Barrows, Gene Barrows!-replicó Aimán.
-Eso no te salvará, Aimán-disparó dos veces Drake, estrellas rojas en rodilla de Aimán y codo de Bahira, ambos cayeron.
-Aos perderá tiempo curándolos, eso nos dará tiempo de huir y estar a salvo-retiró el brazo y se fue sin mostrarles el rostro como un fantasma oscuro, tenebroso e invencible.
Aimán, aterrado por esos movimientos y esa falta de control, tosió, con las rodillas en el suelo y un ardor tan profundo por la herida que el discernimiento ya no le era un recurso disponible. Abrió la boca tenuemente y sus ojos malabarearon en posibilidades lejanas, pero luego se endurecieron y cristalizaron en los pasados acontecimientos y descubrió que sus hermanos estaban muertos, como así también sus suegros.
Por su parte, Bahira no se atrevió a observar los cadáveres de sus padres, en tal sentido clavó sus ojos en el techo del sótano, con ardor en sus mejillas y un brazo derecho incapaz de doblarse, tras el impacto de plomo.
-La luz estaba encendida en la ventana, debimos irnos, que la CIA no usara sus armas en ese lugar…Los ocho niños, la buena anciana que los cuidaba…Me duele tanto o más qué…-
-Ni te atrevas…a completar la frase, Bahira…Eran norteamericanos. Reemplazaron el corazón con dos bolsillos-gruñó Aimán.
-Si salíamos de esa casa, la CIA nos atrapaba y torturaba…-añadió.
-Matamos a nuestras familias…Ya no puedo estar conmigo misma…No me pidas que resista-aludió Bahira, aunque Aimán le prensó la mano, alejándola del cuchillo al cual acuciaba emprender una travesía Bahira hacia su cuello.
-Bahira, te amo…No me dejes solo…En este momento…-
-No te informas antes de decidir…Me haces pasar momentos horrorosos e indeseables, Aimán…Te amo pero no te admiro…-
-¡Insúltame en vez de querer matarte, Bahira, insúltame!-
-¡Lo arruinaste, Aimán, lo arruinaste!-
-¡No pensé que sería así, no pensé que alguien no temiera a la muerte y pudiera reír en el infierno!-
-Suéltame, no quiero tus labios en los míos, quiero mi cuchillo en mi cuello, ya no resisto más, Aimán, ¡déjame acompañar a mis padres!-
-El suicidio te quitará de la honra y la gloria de Alá, ¡debes resistir y seguir intentándolo aunque el dolor no tenga límites!-sugirió Aimán.
Enseguida se escucharon rumores de vehículos y pasos de personas bajando, Aos había arribado a la hora señalada.
-¿No quieres matarlos por lo que nos obligaron a hacer?-
-¡Bahira, Bahira, respóndeme!-rugió Aimán ante el desmayo de su novia, afectada por un charco de sangre, en torno a su brazo.
Aos observó los cadáveres, las fotos de los niños huérfanos y el olor a metales y pólvora, de modo que arrugó la nariz y consideró que su hijo le había fallado profundamente, pero su tirria no se esfumó cuando vio a sus hijos muertos.
Luego el parlante y asoció.
-Pensamos que estaban allí, pensamos que le disparábamos al enemigo, primero los raptaron, luego nos…-no alcanzó a completar Aimán.
Moviendo la cabeza de lado a lado, con el rostro como yeso, Aos observó a dos de sus tantos hijos, se inclinó, acarició sus mejillas y besó sus frentes.
-No tengo tiempo de enterrarlos, Amir, Rabah, ¡Kalil, combustible, rápido! ¡Lleven a Bahira y a Aimán arriba, pónganlos en una mesa!-
Kalil asintió. Entretanto, Aos, luego de sentar a Amir y Rabah, se pasó la mano por la boca, en movimiento recto y determinado de su cabeza. Pensó que era parte de un círculo que debía cerrarse y ponía a prueba su punto. No sólo era lo más indeseable y menos comprensible, también una prueba que debía superar con temple y actitud.
El fuego enllamó los cuatro cuerpos en el sótano.
-Fueron disparos profesionales, debemos sesgar y cauterizar, Aos-apretó los dientes Kalil.
Aos asintió.
-¡No, no quiero perder mi pierna, ni Bahira su brazo, por favor, piedad, padre, piedad!-
-¡Debemos irnos de aquí en cinco minutos! ¡Kalil, haz lo que tienes que hacer!-
Una inyección dejó dormido a Aimán, luego se aplicó otra sobre Bahira, ambos puestos sobre una camioneta.
Ya no podían estar en Boston.
Se dirigió al último escondite pactado, allí filmaría y ejecutaría a Connor Fordenare, estaba amordazado, con el traje, la corbata, el micrófono y una cámara de la CNN rota al lado a modo de simbolismo.
-Yo, Aos Del Keni, ángel de Alá y protector de Irak, soy responsable del atentado que acabó con la vida del Secretario de Defensa, Winston Mullins y la vida de 457 civiles norteamericanos en la avenida de Duston.
Ahora mismo procederé a ejecutar al periodista de la CNN, el señor Connor Fordenare. Uno, porque hizo un negocio y un circo a partir del sufrimiento de mi pueblo-le disparó a una rodilla-Dos, porque dijo que la democracia es más importante que el agua y el pan, no lo es, PRIMERO EL AGUA Y EL PAN, LUEGO LA DEMOCRACIA-oprimió el gatillo, con lo cual dibujó otra x roja en el periodista amordazado, que pestañeaba a la velocidad de la luz y hundía sus mejillas en un ida y regreso nefasto.
-Tres, porque dijo que los niños y las niñas musulmanes no saben leer, escribir y hablar, pero saben escuchar, arar, surcar, sembrar y cosechar, cazar y pescar, pueden estar solos y seguir en vez de sentarse y desaparecer lentamente-aplicó Aos el tercer relámpago, desde el cual un lago escarlata brotó por la pelvis del periodista-Y cuatro, ¡el petróleo puede venderse en euros, no sólo en Dólares, capitalista hijo de puta!-lo fulminó en la frente.
Acto seguido, miró a la cámara.
-No será el último rapto, no será la última explosión, en cualquier calle, avenida, casa o edificio de su país, mis hombres y yo apareceremos y morderemos con fuego para que ustedes griten CON EL HUESO DELANTE DE LA PIEL.
Presidente de los Estados Unidos, ya pude con su alfil. Pronto lo haré con usted. Retire sus tropas, indemnice a mi país y pida perdón por sus pecados. De esa manera, me tendrá en el sagrado desierto y no en sus impuras ciudades.
¡Pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica, traje una pequeña uva del gran racimo ponzoñoso de Irak a su nación! ¡Exijan a su presidente menos ambición y más sabiduría! ¡Levanten las cartas y llenen las calles como alguna vez lo hicieron por Vietnam, ahora háganlo por Irak! ¡Es nuestro país, no el suyo!-
El colapso de los medios liberales fue catastrófico, los teléfonos en las agencias de inteligencia no dejaban de sonar, la mayoría de las llamadas no eran atendidas, la situación empobrecía cualquier capacidad de proponer y simplemente se esperaba una respuesta del presidente que había hablado hace poco con unos delegados alemanes.
Entretanto, la comitiva de Aos abandonaba Boston, al mismo tiempo, Gene Barrows y Jack Phillips, representantes de la CIA en ese caso, movían la cabeza de lado a lado, a pesar de ser las autoridades máximas.
-Sabes cómo es esto, alguien debe dar la cara en la televisión primero y luego la cabeza al gobierno si no cambian los resultados-recordó Philips.
-Para eso está Neil Griffin-vio en la televisión Barrows a Neil Griffin, quién decía:
-El gobierno de los Estados Unidos y sus departamentos de seguridad harán todo lo posible para que las fuerzas terroristas de Aos Del Keni no vuelvan a causar flagelos tan cobardes y lamentables para nuestra historia.
Previsiones, investigaciones, intervenciones, el presidente de los Estados Unidos nos ha enviado muchos recursos y pronto Aos Del Keni, por sus pecados de Lesa Humanidad, será juzgado frente al pueblo norteamericano-
Phillips apagó el televisor. En efecto, Griffin sólo servía café, anotaba en el papel, atendía llamadas, no planificaba ni organizaba nada aunque así figuraba en la pantalla frente a millones de televidentes mundiales como director operativo de la CIA.
-Sé que puedes meter las patas cuántas veces se te antoje, que nos tienes bien documentados-aludió Phillips, cruzado de brazos, molesto con el café tibio, al cual arrojó al fregadero.
-Soy el único que puede con Aos. Es astuto y cruel. He tratado de infiltrar agentes, tres intentos, tres ejecuciones rápidas. Siempre desconfía, no es fácil encontrarlo, golpearlo-se sentó Barrows, con la pelota antiestrés en su mano.
Se acomodó los anteojos y miró el techo, luego el escritorio ordenado de Phillips.
-El secretario de defensa muerto, una avenida volada, 500 y tantos civiles fallecidos, un bus lleno de niños, un jugador de fútbol universitario ejecutado, un periodista de la CNN, eso no es meter la pata, no sé cuánto pueda cubrirte, Gene-aclaró Phillips.
-El presidente me conoce. Estamos todos atados a la misma montaña. Si caigo yo, caemos todos. Griffin será el pato al horno. Un puesto de oficina y mitad de salario, de 20 mil dólares mensuales a 10 mil, no es tan trágico-explicó Gene.
-No duermes bien, no comes bien, no me sirves así, Gene-
-La vida no es justa, Phillips, impedí once atentados a Aos, se me escapa en uno y ya me traen la guillotina. Es como el soccer, el dos le quita 20 pelotas al nueve, pero el nueve lo pasa una vez y hace el gol frente al arquero y ya el dos tuvo un pésimo partido-dejó Gene Barrows la pelota sobre la mesa.
-No podrás con Aos así, Gene, tus problemas personales y domésticos, eres alguien de la CIA, no quiero sacarte del caso, pero al menos déjame darte buenos asesores para que te ayuden-
-Me gusta trabajar solo, Phillips, sabes que no sé escuchar, por eso llegué tan lejos-
-Vete de mi oficina, y ve por ese hijo de perra, ¡encuéntralo y tráelo vivo!-
Con saco al hombro, Gene Barrows abandonó la oficina, a continuación se acomodó el saco, gruñó y descendió con su cabellera de rulo de oveja por el ascensor. Acto seguido, tomó del codo a Neil Griffin, una vez que no vio periodistas y cámaras.
-Pregunta por aquí, por aquí, por aquí y por aquí, pon a este grupo aquí, a este acá y a este allí-
-¿Por qué Chicago y no Nueva York? Respóndeme, ¿por qué el radio sobre Chicago y no sobre Nueva York?-cuestionó Neil Griffin, molesto, con la soga al cuello.
-Mira estos papeles. ¡Míralos bien! Los explosivos no se los regalan. Los “compra” con rameras, drogas. El humano después de ganar deja de esforzarse. Está listo para sufrir. Baja los brazos. En Nueva York las mafias están más firmes.
En Chicago Este la policía tiene record de redadas, su alcalde ganó las elecciones, Aos irá a chicago, para vender sin competencia, para comprar rápido, zona este, allí operará, hay un vacío que llenar.
En Nueva York tendría que luchar con mafias locales, eso le quitaría tiempo y le daría visibilidad en los medios de comunicación. Es Chicago, Griffin. ¡Sirve café, estúpido!-
Drake y Clancy Conrad no necesitaban organigramas con flechas y fotografías, tampoco grillas con información, tenían todas las jugadas en la cabeza, podían planear los engaños y la venganza mientras veían televisión, comían pizza y tomaban cerveza.
Muchos admiten lo oficial por verdadero, buen descanso para la mente y mejor tumba para el cambio.
Esos dos angelitos bien crecidos pensaban en cómo atrapar y matar a los de la CIA y Terroristas, al tiempo que leían una revista en el baño o se afeitaban frente al espejo, sus cabezas eran colmenas de abejas que desechaban miles de posibilidades antes de argumentar un plan y diseñarlo.
Eran como computadoras con procesamientos automáticos y disquisiciones conscientes. Al ojo común celebraban tareas cotidianas como lustrarse los zapatos o jugar billar, pero en realidad estaban pensando estrategias y planes.
Drake, cuando estuvo en Sudamérica, vio fuerte presencia de ideologías y conatos absurdos de adaptar los hechos a las ideas en lugar de adecuar las ideas a los hechos, nacidos realmente para el desastre, decidir sin informarse y estudiar el contexto, tan común como los poros de la piel.
También en forma ingenua los pueblos tomando lo dicho desde arriba como un hecho abajo, en algunas partes. Creían más en la información de los papeles que en la observación de los ojos, no cotejaban ambos puntos.
El papel decía que era un palacio y si veían una choza, pues bien algunos palacios debían ser pequeños y de paja. Estados Unidos se desangraba por el petróleo de medio oriente y los sudamericanos se consideraban en el primer punto de la agenda. Gran error. No se luchaba por lo ya colonizado.
Gobiernos populistas yanquis, guerras verbales con más ladridos que mordidas y luego bajas regalías a las multinacionales mineras, petroleras del norte.
Al fin de cuentas, las ideologías aceptan la verdad como algo estático en vez de dinámico y mejorable, cuando te atrapa una ideología, dejas de ver todas las posibilidades y se repiten las realidades.
Son mejores los pensamientos que las ideas, se mueven, hacen ejercicio, no se quedan todo el día en la silla viendo televisión, programas de hace 40 años.