Capítulo 19

 

 

 

Sirac junto con el grueso de sus tropas se dirigía al final de la galería cuando escuchó disparos tras él. De algún modo las fuerzas de Vorth habían conseguido internarse en la montaña y los habían dividido, ahora la mitad de sus hombres habían quedado atrapados. Sirac maldijo por lo bajo y ordenó a sus hombres que plantaran cara frente a la puerta de la sala del portal. Los hombres de Sirac que habían quedado atrapados entre dos bandos se miraron entre sí, asintieron con la cabeza.

 

—¡Larga vida al rey Décimus Máximus! —gritaron y acto seguido activaron todas las granadas que portaban.

 

La explosión barrió la galería matando a centenares de soldados. Sirac y sus hombres cerraron los ojos ante aquella luz cegadora. Miró hacia el frente y sintió un inmenso orgullo por sus hombres caídos, Vorth encabezó la marcha con el resto de sus fuerzas.

 

—¿Carol despierta? —dijo Dec sacudiéndola con delicadeza—. Es la hora.

 

Carol abrió los ojos y con ayuda de Brad y Dec se puso en pie.

 

—Ponte mi sello, guarda la cámaradrike, en ella he guardado todas las imágenes y un vídeo personal en el que le cuento todo a mi padre. Lo más importante, la cápsula con mi sangre, solo esto probará lo que digo, los sentimientos y pensamientos vampiros no se pueden manipular.

 

Sirac organizó la resistencia, pero era inútil, eran demasiados.

 

—¡Abrid los contenedores! —gritó Sirac.

 

Un sargento corrió hacia una consola y pulsó cinco botones rojos.

 

Vorth avanzaba a buen ritmo, la galería caería pronto en su poder y luego masacraría a todos los que quedaran en la sala  del portal. Tras él se escucharon unos chasquidos, se giró y a unos veinte metros de él, cerca de la entrada de la montaña, cayeron al suelo unas pesadas placas de metal. Sus hombres se detuvieron confundidos, pero la confusión duró poco.  Varios centenares de zombies salieron de unos habitáculos, se movían con torpeza, pero ganaron velocidad en cuanto vieron a los vampiros.

 

—¡Malditos bastardos! —gritó Vorth al ver que le habían pagado con la misma moneda. Ahora sus fuerzas estaban atrapadas entre los restos del ejército negro y cientos de zombies.

 

Gracias a los seres, el avance se contuvo y Sirac pudo ganar tiempo para reforzar la entrada a la sala del portal. No se hacía ilusiones, el enemigo estaba fuertemente armado, no tardarían en eliminar a los zombies y reanudar el avance.

 

Carol se ajustó el sello y repitió una y otra vez lo que Dec le había hecho memorizar. Guardó la cápsula y la cámaradrike en el bolsillo de su pantalón. Se ajustó el arma a la pistolera y guardó la daga.

 

Vorth dividió sus fuerzas y contraatacó con más fuerza y ferocidad usando explosivos. Sirac retrocedió hasta la sala del portal con una veintena de hombres, bloquearon la puerta y trataron de recuperar fuerzas. Dec  miró a Sirac, sus ojos reflejaban que el fin estaba cerca.

 

La puerta de la sala explotó y las fuerzas de Vorth entraron en bandada. Brad y sus hombres se inyectaron el viral, agarraron sus armas y comenzaron a luchar. Los hombres de Sirac ocuparon la primera línea, dejando que Brad  quedara como última línea de defensa del portal.

 

Dec accionó el mecanismo del portal y marcó una fecha, la fecha en que él iba a ser desterrado, centró la imagen de la sala del trono  e introdujo la mano en una ranura de la que brotó una barra de metal muy afilada que se clavó en su carne.

 

Vorth apuntó a Carol y esta apenas tuvo tiempo de ver lo que se le venía encima, Dec intentó interponerse en la trayectoria de la bala pero no lo consiguió. Carol cayó al suelo sintiendo como sus costillas temblaban, pero no por el impacto del proyectil sino por el peso del cuerpo sin vida de Brad. Las lágrimas llenaron su cara, donde quiera que sus ojos se posaban había vampiros y humanos muriendo, muriendo por ella.

 

—¡Rápido, entra en el portal! —gritó Dec que ya estaba siendo rodeado por varios vampiros. Carol sacó su arma y disparó a la cabeza de dos vampiros lo que dio algo de tiempo a Dec, que le dedicó una sonrisa.

 

Carol entró en el portal, la nube gaseosa la envolvió, pudo ver como los proyectiles intentaban llegar hasta ella pero el portal los bloqueaba. Poco a poco todo fue oscureciendo y lo último que vio fue a Dec reducido y obligado a ponerse de rodillas mientras Vorth alzaba su espada. Dec la miró y le guiñó un ojo. La oscuridad la cegó, sintió como si todo su cuerpo fuera atravesado por un intenso dolor que destrozaba sus huesos, era como una sensación agónica.

 

Cuando volvió en sí, estaba en el suelo de una enorme sala de mármol blanco. Se incorporó un poco y vio que la sala se componía de dos tribunas a cada costado y justo al fondo sobre una plataforma se cernía imponente un enorme trono que combinaba los colores rojo, gris, negro y dorado. Cada tribuna tenía unos asientos más modestos y en lo más alto de cada una, un trono de color. Carol lo comprendió, cada trono de color seria ocupado por el general de uno de los ejércitos y el trono multicolor debía ser el del rey vampiro. Con gran esfuerzo, se puso en pie, levantó la mano derecha y mostró el sello de Dec.

 

—En nombre del príncipe Décimus Máximus pido audiencia con el rey.

 

Los vampiros que ocupaban las tribunas empezaron a murmurar, algunos parecían coléricos, otros guardaban silencio.

 

Dec bajó la escalinata de su tribuna y caminó hacia ella. Era tan distinto, su mirada era fría, estaba claro que no la recordaba, pero ella sí lo recordaba a él y eso la estaba matando.

 

—¿De dónde has sacado ese sello? —preguntó Dec.

 

—Tú me lo entregaste, vengo del futuro y traigo un mensaje urgente para el rey.

 

Dec comparó su sello con el de la chica y miró a su padre encogiéndose de hombros. La ley era estricta en esos casos.

 

—¡Acércate y habla! —ordenó el rey con gesto severo.

 

Carol se quedó admirada al ver el parecido entre padre e hijo, sacó la cámaradrike del bolsillo y sintió una punzada en el corazón. Rebuscó entre su ropa pero por más que buscó, no encontró la cápsula.

 

—¿Ocurre algo? —preguntó el rey.

 

—Majestad su hijo me entregó una cámaradrike que contenía las pruebas de la conspiración y una cápsula con su sangre para que pudiera verificar la información, pero no encuentro la cápsula. —gimió Carol.

 

—Entrégame la cámaradrike que obra en tu poder.

 

Carol subió la escalinata hasta llegar al trono, se arrodilló ante él y le entregó la cámaradrike.

 

El rey introdujo la cámara en una conexión del trono y en cuestión de segundos las paredes de la sala se llenaron de imágenes.

 

El rey contempló la liberación del virus, los humanos convertidos en zombies atacando a la población, la cosechadora, la batalla entre vampiros en Alaska.  Lo que más le impactó fue ver la cara de su hijo.

 

—Padre hoy el general Vorth te descubrirá mi secreto, durante mi conversión mi alma humana no murió, aún siendo vampiro también conservo mi humanidad. Usará esto como arma y escudándose en las antiguas leyes provocará que te veas obligado a exiliarme. Un año más tarde con ayuda del resto de generales dará un golpe de estado y te condenará a muerte por inanición. Vorth pretende  dominar el mundo y transformar a la humanidad en sus esclavos.

 

Varek bajó la escalinata y disimuladamente recogió algo que brillaba junto al mástil de una de las banderas, la revisó y comprobó que era una cápsula, la guardó en el bolsillo y regresó a su asiento.

 

—Así pues, el traidor Vorth, su siervo Varek y los generales del ejército gris y rojo deben morir. Padre no permitas que el juicio final llegue a la tierra.

 

—¡Protesto! —gritó Vorth—. Cualquiera podría crear un vídeo como ese, no tiene ningún valor y exijo que el vídeo sea destruido y la humana ejecutada.

 

Carol tembló al escuchar esas palabras, pero no había pasado por todo ese infierno para rendirse ahora. Sacó su daga, varios vampiros entre ellos Dec saltaron para rodearla e impedir que pudiera acercarse a su rey. Carol acercó la daga a su mano y se hizo un corte.

 

—Majestad, Dec me dijo que la sangre no miente, os lo ruego probad mi sangre y confirmad que digo la verdad. Si miento, yo misma me quitaré la vida.

 

El rey se acarició el mentón, la humana tenía agallas y eso le agradaba.

 

—¡Dejad que se acerque!

 

—¡Majestad! —protestó Dec, pero acabó dejando pasar a Carol, la mirada de su padre no admitía discusión alguna.