París, 27 de octubre
He hablado a Lacroix[4] con arreglo a vuestras instrucciones. Recibiréis carta suya. Vuestras proposiciones han sido aceptadas: que os confíe la venta por mí, con el cuarenta por ciento y el decimotercer ejemplar. Puesto que las circunstancias han tornado la obra digna, hasta cierto punto, de figurar ventajosamente en vuestro catálogo, creo que se la puede vender un poco más cara; no veo inconveniente en ello. Por lo demás, en cuanto a ese aspecto, los espíritus estarán mejor dispuestos que en Francia para saborear esa poesía de rebelión. Ernest Naville (miembro correspondiente del Instituto de Francia) dictó el año pasado, en Ginebra y Lausana, conferencias sobre el Problema del Mal, donde citó a los filósofos y poetas malditos, las cuales han debido de dejar su huella en los espíritus, por obra de una corriente insensible que crece cada vez más. Después las reunió en libro. A él le remitiré un ejemplar. En las ediciones siguientes podrá hablar de mí, pues retomo con más vigor que mis predecesores esa extraña tesis, y su libro, que ha aparecido en París, en la librería Cherbuliez, correspondiente de la Suiza francesa y de Bélgica, y en la misma librería de Ginebra, me hará conocer indirectamente en Francia. Es cuestión de tiempo. Cuando me enviéis los ejemplares, hacedme llegar 20, que bastarán. Vuestro afectísimo.
I. Ducasse