15 


  Una mañana sin embargo el Robert, el fiel mayordomo lo miró con aire circunspecto mientras le entregaba una carta dirigida a su esposa. Algo hizo que el fiel criado tomara la decisión de no darle la carta a Evie y muy pronto lo supo. Era lady Casterleigh, la madre de su esposa.

  Todos los criados de la mansión sabían que lady Evelyn se encontraba en estado delicado y no debía recibir disgustos, ni cartas indeseadas. Ignoraba si esa carta lo era, pero luego de agradecer a Robert se alejó a la biblioteca para leerla con calma.

  “Querida Evelyn:

  Ha pasado el tiempo y me he enterado que ese caballero se casó contigo y ahora estás en estado.

  Hija mía, no ha sido sencillo para nosotros, ni para el pobre Ravenston, pero creo que es hora de dejar atrás el pasado y perdonar. Quisiéramos hacerte una visita más adelante, luego de que nazca el niño si tu esposo así lo cree sensato y…”

  El resto de la carta hablaba de amigas y parientes de Evie, duelos, bautizos, nuevas bodas y nacimientos… Como una columna social. Al parecer lady Casterleigh era afecta a enterarse de la vida y obra no sólo de sus parientes sino de sus vecinos más cercanos.

  Guardó la carta lentamente y se preguntó si debía hablarle a su esposa sobre ella. Bueno, él mismo respondería la carta. No era prudente que Evie en su estado sufriera ninguna emoción violenta, y ver a sus padres sería algo difícil de manejar en esos momentos. Esa dama no podía ser más inoportuna.

  Pero un día mientras almorzaban ella mencionó a sus padres con cierto pesar y Lawrence pensó que tal vez debía decirle.

  —Evie, tu madre te escribió hace unos días pero pensé en darte la noticia más adelante, tu estado es delicado y…

  Sus ojos se abrieron luminosos.—Lawrence, por favor quiero leer la carta, ¿qué decía? ¿Acaso todavía están apenados por mi fuga?

  Él sonrió—No preciosa, cómo iban a estarlo. Tu madre quiere visitarte pero le he pedido que lo haga en un tiempo porque… Nada debe disgustarte ahora. Aguarda, te traeré la carta.