04
Obligué a Lu a tomar el caso, estaba desesperada y haría cualquier cosa con tal de alejarme del terrible hambre que me carcomía. En mi declaración de independencia olvidé el pequeño detalle de la alimentación. No puedo pensar en nadie a quien morder, solo en Marcus, y no podía retroceder y presentarme ante él como la dulce y sumisa mujer que quería. Yo no era así. A medida que he podido ir descubriendo este nuevo cuerpo que tengo, he ido meditando paso a paso y cerciorándome de cuáles son mis límites: soy más rápida, más fuerte, más en todos mis sentidos, pero mi capacidad de raciocinio al parecer sigue siendo la misma.
Cuando esa mujer entró a nuestras oficinas pidiendo recuperar a su hijo, tomé el caso sin siquiera pensarlo y me llevé a Lu sin preguntarle. Y lo lamento
Lamento que todo no haya sido nada más que una trampa. Una vil trampa para vengarse del Procurador general. Al parecer Malcom M. Daniels tenía enemigos muy preparados y lo suficientemente ricos como para hacer caer a una boba tan preocupada por una cama vacía que ni siquiera sospechó que era una maldita trampa.
—Mátalas —dio la orden el tipo de traje gris.
Así de corto y simple. Un “mátalas” y sin remordimiento alguno.
Busqué con la mirada a Luella. Estábamos iguales, lista para un episodio de “The Walking dead”, llenas de sangre y casi desfiguradas. Y todo por mi estúpido hambre. Cuando alguien te mira y dicen mátala, les juro que es verdad, toda tu vida pasa por tu mente. Y lo único que pude lamentar era que me iría de este mundo sin decirle a ese mandón, testarudo y autoritario ninja que lo amaba.
Cuando ves la muerte, aunque esté tan bien vestida con un traje de Dior, dejas de auto engañarte y aceptas qué eres. Y era una mujer enamorada sin remedio de un testarudo y atractivo capitán de policía al que adorarías ver entrar por esa puerta.
¿De qué me vale ser una chica superpoderosa si estoy más sola que un perro? ¿De qué vale decirle a todo el mundo, especialmente a él, que quieres ser una mujer independiente cuando no necesitas vivir sola para demostrar que tienes cerebro y puedes ser algo más que una señorita de sociedad? ¿De qué vale negar tus sentimientos solo para demostrar qué fuerte eres? Basura, amigas, pura basura. En mi interior estoy llorando por el tiempo que perdí, y el que jamás tendré. Estoy llorando por arrastrar a Luella en este caso y servirla en bandeja de plata para la venganza del bien trajeado contra su marido: estoy llorando por haber hecho exactamente lo que nunca debí hacer y me lo merezco. Me merezco ser un daño colateral en una venganza ajena. Y me merezco ser castigada por testaruda y obcecada.
Marcus, te amo pensé viendo el arma apuntada directo a mi cabeza. Aferré con fuerza la mano de Luella, atada a mi lado y esperé.
—¿He sido claro?
Sus ojos llameaban, y no por verse rojos, que se veían, sino por la honda preocupación que había sentido en su ultimátum
—Clarísimo.
—¿Clarísimo?
Escuché que Mal le preguntaba a Lu. Ella me miró y ambas supimos que las cosas acababan de cambiar para siempre.
—Muy claro, señor.
Le respondió.
Marcus pasó de estar serio a sonreír. Entonces me lancé a sus brazos sin necesidad de medir mis fuerzas. Ya sabía que siempre me sostendría.
Sí, hazte la película. Malcom y Marcus llegaron justo a tiempo para salvarnos. De ese día en que me despedí del mundo han pasado cerca de dos meses. Ya no tengo marcas en el rostro, los vampiros se curan muy rápidamente, lo que es otro punto a favor. Cuando el disparo sonó esa tarde, vi el fogonazo y sentí el aire cortando mi rostro. Ese aire había sido Marcus volando en el aire para salvarme.
He aceptado vivir con él, y muchas de sus reglas. No es que solo yo haya sufrido esta metamorfosis, Marcus aún no se repone de la imagen que lo recibió cuando entró al galpón donde nos había llevado: un tipo apretando el gatillo justo entre mis ojos.
Cuando me repuse, hablamos, y mucho. Un tipo que lleva casi 900 años más o menos, la cantidad ya es una indecencia siquiera mencionarla, y sigue solo es un tipo lleno de mañas, moños y tumores. Los que una venganza extirpó dejando solo las marcas. Nunca tendrá a una señorita de sociedad, sentada esperando que llegue, Ya lo asumió, lo comprendió y aceptó. Y yo dejaré que me siga tan cerca que pueda sentir su respiración en mi oreja. Ese fue nuestro trato. Para evitar el tipo de ultimátum y castigo de “dormirás sola” he aceptado ser su esposa.
También he aceptado que cada alguna decena de años deberemos mudarnos. Los vampiros existen pero no son muy bien recibidos todavía. Pero lo más importante de todo: hemos aceptado que no queremos vivir uno sin el otro. ¿Eso se llama amor, verdad?
Luella y yo hablamos también del tema. Seguiremos en la agencia, eso no lo discutimos. Seremos cuidadosas, eso ese discutió hasta el hartazgo; y cuando nos mudemos de ciudad, país o continente nos mudaremos juntas, es decir juntos. Lu, Mal, Marcus y yo.
Ahh la agencia se llama Star y Cagney y nuestro número es el 264-4271908 y nuestro mail: Star-y-cagney@amazon.com por si necesitan nuestros servicios. Ya saben.
Fin