Capítulo 3
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¿Puedes dirigir el negocio?
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En este capítulo
• Evaluar si te conviene ser tu propio jefe
• Hacer un inventario de habilidades para identificar cualquier carencia
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La razón por la cual los gobiernos están tan interesados en fomentar el espíritu empresarial es bastante clara: las nuevas empresas crean empleo y son fuente de prosperidad para los países, y estas dos cosas son objetivos básicos de todo poder ejecutivo. Si esas empresas nuevas no echan a la gente a la calle cuando empieza a notarse una recesión, se vuelve aún más atractivo apoyarlas.
Pero nadie emprende negocios, o desarrolla los que hay, sólo por dar gusto a los políticos o para dar empleo a sus conciudadanos. Las razones para pensar en trabajar por cuenta propia son otras: a la mayoría de la gente le atrae la idea de escapar de la rutina diaria de trabajar para otros y empezar a ser dueña de su propio destino. Sin embargo, siendo muchos los posibles beneficios, el asunto también presenta muchos desafíos y problemas reales, y trabajar por cuenta propia no es una opción realista para todos.
Las preguntas que debes formularte son: ¿Puedo hacerlo? ¿Soy realmente una persona emprendedora? ¿Cuáles son mis motivaciones y objetivos? ¿Cómo puedo encontrar el tipo de negocio que más me conviene? Este capítulo puede ayudarte a descubrir las respuestas a esas preguntas.
Decidir qué es lo que esperas obtener del negocio
Analiza si, entre las siguientes razones,
que son las que más a menudo da la gente para iniciar un negocio,
está la tuya.
• Poder tomar tus propias decisiones.
• Tener un negocio propio para dejar a los hijos.
• Dar empleo a la familia.
• Poder sacar provecho de habilidades especiales.
• Ganar tu propio dinero, cuando quieras.
• Tener un horario de trabajo flexible.
• Querer correr un riesgo calculado.
• Reducir tensión y preocupaciones.
• Tener la satisfacción de crear algo verdaderamente propio.
• Ser tu propio jefe.
• Trabajar sin tener que depender de otros.
Todas estas razones parecen estar conectadas con uno de los siguientes dos motivos: obtener satisfacción personal (poder disfrutar del trabajo como de cualquier otra cosa en la vida) y ganar dinero (lo cual es esencial para que un negocio cualquiera pueda durar algún tiempo).
Pero incluso con una personalidad apropiada y unos objetivos realistas, deberás estar seguro de que el negocio que vas a iniciar se adecua a tus habilidades.
Los siguientes apartados tratan detalladamente cada una de esas razones.
Obtener satisfacción personal (o los empresarios sólo quieren divertirse)
A nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer, o dónde y cuándo hacerlo. Trabajar para otros tiene esas desventajas.
Al único que se puede culpar si su empleo es aburrido, repetitivo o consume un tiempo precioso que tal vez deberías dedicar a la familia y a los amigos, es a ti.
Otra fuente de satisfacción personal es la de “poder hacer las cosas a mi manera”. Con frecuencia, las decisiones que imponen los jefes confunden e irritan a los empleados. Es común oír decir a directivos medios de grandes empresas que ellos nunca gastarían su propio dinero de la forma como les ordenan los de arriba. Tanto directivos como subordinados se sienten constreñidos por las políticas de las empresas, que parecen establecer estándares arbitrarios e iguales para clientes y empleados.
La alta tasa de fracaso de nuevas empresas
puede indicar que, aunque a algunas personas las seduce la idea de
trabajar por su cuenta, lo cierto es que podrían tener más éxito y
estar más satisfechas en otro tipo de actividad.
Dirigir tu propia empresa te permitirá hacer las cosas del modo en que piensas que el mercado y tus empleados consideran apropiado para ese momento. Hasta que, por supuesto, tu firma se consolide y tenga éxito.
Cargas fiscales
Quienes inician nuevas empresas son determinantes en la creación de riqueza y así lo han reconocido muchos países, que compiten en la creación de un clima de negocios favorable tanto para atraer capital como para impulsar la creación de nuevas empresas.
En España, el Gobierno ha intentado facilitar ese clima para emprender reduciendo los trámites y costes para crear nuevas empresas, rebajando las cargas fiscales que soportan los emprendedores por el ejercicio de su actividad y gravando menos los beneficios obtenidos por pequeños inversores particulares que apoyan con su capital privado a proyectos emprendedores. Hoy se puede crear una empresa en un día y con apenas unos costes de cien euros.
Pero más importantes aún son las medidas que intentan reducir las cargas fiscales que soportan las pymes en el ejercicio de su actividad y que afectan directamente a su cuenta de resultados. En este aspecto, hay que destacar el Real Decreto-Ley 13/2010, de 3 de diciembre, que entre otros cambios fundamentales eleva de 8 a 10 millones de euros el umbral del volumen de negocio que permite acogerse al tipo impositivo del 25 % (en lugar del 30 % general) y aumenta hasta 300 000 euros el importe de la base imponible de las empresas de reducida dimensión gravadas al tipo reducido del 25 %. Este límite se aplica también a las microempresas que pueden acogerse a un tipo del 20 %.
Ganar dinero
Aparte de ganar la lotería, la única forma de ser económicamente independiente es abrir un negocio propio. Eso no quiere decir que no tenga sus riesgos. La verdad es que la mayoría de quienes trabajan por su cuenta no se convierten en millonarios. Pero muchos sí lo son, y muchos más se vuelven más ricos de lo que hubieran sido trabajando para otros.
Además, siendo emprendedor ganas dinero trabajando a tu propio ritmo y cuando quieres, y puedes incluso ayudar a la familia a que también gane dinero.
Pero dirigir un negocio propio significa correr más riesgos de los que se corren cuando se trabaja para otro. Si el negocio fracasa, puedes acabar perdiendo más que el empleo. Si, como la mayoría de los dueños, trabajas realmente por tu cuenta, sin siquiera formar una sociedad limitada (tienes más sobre esto en el capítulo 4), puedes terminar siendo personalmente responsable de las deudas del negocio. Esto puede obligarte a vender tu casa o cualquier otra propiedad o activo para poder pagarlas. En esas circunstancias, no sólo habrás perdido tu trabajo, sino que quedarás en peores condiciones que cuando empezaste, aparte de que cerrar un negocio no tiene nada de agradable o satisfactorio.
Dirigir un negocio nunca es fácil y, sobre la base de lo que se gana por hora, está peor pagado que trabajar para otros. Entonces, ¿por qué iniciar un negocio nuevo? Y, en ese contexto, ¿son tus objetivos verdaderamente realistas?
Si quieres trabajar por tu cuenta porque piensas que te vas a hacer millonario, ten en cuenta esto: sobre la base de salario/hora, probablemente ganarás menos de lo que ahora ganas. Y si piensas en que “bueno, por lo menos estaré trabajando para mí”, considera cuánto tiempo podrás hacerlo. La dura realidad es que la mayoría de las empresas nuevas fracasan.
No quiero descorazonarte, sino, simplemente, mostrarte la realidad. La verdad es que llevar tu propio negocio es un trabajo duro que, con frecuencia, no compensa nada al principio. Hay que estar reconciliado con esa realidad para tener posibilidades de triunfar.
Evaluarte a ti mismo
Los negocios no son sólo ideas u oportunidades de mercado. También involucran a gente y, al principio, eso quiere decir a ti. Debes estar seguro de que tienes el carácter adecuado para gestionar tu propio negocio y la experiencia y conocimientos necesarios para el tipo de negocio que quieres emprender.
El test propuesto al final de esta sección no requiere preparación, pero te servirá para descubrir la verdad respecto a tus capacidades y para comprobar si dirigir, o no, un negocio propio es una gran opción de carrera o un posible desastre.
Descubrir tus cualidades empresariales
Al fundador de un negocio se le ve como alguien rebosante de ideas, entusiasta, muy activo e insaciablemente curioso. Pero cuanto más procures formarte una imagen clara del típico fundador de pequeñas empresas, más difusa se volverá. Se han hecho muchos esfuerzos para definir las características de las personas con madera de emprendedores, todos con muy poco éxito. En realidad, el indicador más seguro de que una persona probablemente empiece un negocio es que ya tenga un pariente gestionando uno.
Dicho eso, hay ciertas características generales consideradas como deseables, si no obligatorias. En internet puedes encontrar herramientas que te ayuden a medir tus habilidades, como el Autodiagnóstico de Actitudes Emprendedoras de www.ipyme.org. También puedes comprobar aquí si te reconoces en la siguiente lista de rasgos.
• Tener mucha fe: Debes tener fe absoluta en tu idea de negocio. Es la única manera de que puedas convencer a todos los incrédulos que vas a encontrar en tu camino. Pero la fe ciega no basta. Esa confianza tiene que estar respaldada por una sólida estrategia de negocio.
• Ser capaz de trabajar duro: El trabajo duro no debe confundirse con trabajar muchas horas. Habrá épocas en las que el propietario tenga que trabajar 18 horas diarias, pero eso no debería ser lo normal. Ahora, si tú, en efecto, disfrutas trabajando muchas horas, está bien. Los entusiastas del trabajo pueden ser muy productivos. Por el contrario, los fanáticos del trabajo tienen una negra y adictiva cualidad según la cual lo que sale (resultados) parece más importante que lo que entra. Esa forma de trabajar duro es contraproducente. Trabajar duro es, más bien, perseverar en una tarea, por difícil que sea, hasta completarla. Cumplir plazos a pesar de estar exhausto. Hacer cosas desagradables, para poder hacer las agradables.
• Poder aceptar lo incierto: Una característica esencial del que inicia un negocio es la disposición a tomar decisiones y a correr riesgos. Lo cual no significa jugar al azar, sino calcular cuidadosamente las posibilidades y decidir qué riesgos correr y cuáles no.
• Tener buena salud: Aparte de ser capaz de trabajar largas horas, el dueño de una pequeña empresa, si quiere triunfar, tiene que estar en su puesto a todas horas, todos los días. Los dueños son el lubricante esencial que mantiene en marcha el negocio. Ellos son los que tienen que llenar el vacío que se crea cuando alguien está de baja o cuando simplemente no hay con qué pagar a un empleado para realizar una determinada labor. Ellos mismos no pueden permitirse el lujo de faltar al trabajo por enfermedad. En los primeros días de la vida de una empresa, hasta una semana de vacaciones se considera un lujo.
• Ser autodisciplinado: El propietario director necesita ser muy disciplinado si quiere mantenerse y mantener a su empresa funcionando según lo planeado. Él es quien dice a qué hora se hace qué. Una equivocación suya se traduce en equivocaciones de todos y en todas las áreas del negocio.
Una de las trampas más comunes en las que cae el principiante es la de no distinguir entre dinero efectivo y beneficio. El dinero en efectivo hace creer a la gente que es rica y, si eso se traduce en ostentar prestigio con automóviles u oficinas lujosas, el fracaso está a la vuelta de la esquina.
• Ser innovador: Casi todo el mundo piensa que la innovación es la característica que más distingue a los fundadores de negocios. Éstos tienden a abordar lo desconocido, hacen las cosas de forma distinta o, lo que es más difícil, transforman ideas viejas en nuevas. Pero van más allá de la innovación en sí misma y llevan su concepto al mercado en vez de permanecer en su torre de marfil.
• Dispuesto a todo: Los fundadores de nuevas empresas no son genios. En un determinado campo de negocios hay, casi siempre, gente más competente que ellos. Pero, en cambio, tienen una amplia gama de habilidades y están siempre dispuestos a hacer cualquier cosa para que el negocio salga adelante. Es frecuente que sean ellos mismos quienes fabriquen el producto, lo vendan y lo cobren, pero, sobre todo, es la suficiente confianza en sí mismos lo que les permite moverse cómodamente en territorio desconocido.
• Orientado hacia el éxito: Quienes fundan nuevas empresas deben orientarse hacia los resultados. La gente que triunfa se fija metas y disfruta tratando de lograrlas lo más pronto posible, para ponerse a perseguir otras. Esta continua actividad es una de sus principales características.
Hacer un inventario de habilidades y conocimientos
Las preguntas de autoevaluación que encontrarás en esta sección sirven para sondear únicamente aquellas áreas que puedes controlar o en las que puedes influir. Haz la evaluación y también pide que te puntúen una o dos personas conocidas.
Una puntuación alta no es garantía de éxito y una baja tampoco presagia fracaso. Pero la combinación de respuestas debe poner en evidencia algunas cosas que deberías considerar antes de zambullirte.
Si la afirmación se cumple en muy pocos casos, marca 1; si generalmente es verdad, señala 2, y si casi siempre lo es, elige 3.
1. Sé muy bien cuáles son mis objetivos personales y de negocios.
2. Realizo mis tareas rápidamente.
3. Puedo cambiar rápidamente de dirección si varían las condiciones del mercado.
4. Me gusta responsabilizarme de que las cosas se hagan.
5. Me gusta trabajar solo y tomar mis propias decisiones.
6. No me alarman las situaciones de riesgo.
7. Afronto fácilmente la incertidumbre.
8. Me presento y presento mis ideas de forma convincente.
9. No me he puesto enfermo ni un solo día en muchos años.
10. Puedo fijarme mis propias metas y disponerme a lograrlas.
11. Mi familia me respalda en este proyecto, a sabiendas de que significa trabajar duro día y noche.
12. Acepto bien las críticas porque casi siempre se aprende algo útil de ellas.
13. Puedo escoger bien a mis colaboradores.
14. Tengo energía y entusiasmo.
15. No me gusta perder tiempo.
Una puntuación de más de 30 es buena; entre 20 y 30, regular; por debajo de 20, deficiente. Una alta no garantizará el éxito, pero una baja debería invitarte a reflexionar.
Desarrollar una idea de negocio apropiada para ti
Dedica algún tiempo a hacer un sencillo ejercicio que te ayudará a decidir qué tipo de negocio es el que más se adapta a tus habilidades. Toma una hoja de papel y traza dos columnas. En la de la izquierda, enumera todas tus aficiones, intereses y habilidades, y en la de la derecha, traduce esos intereses en posibles ideas de negocio, tal como se muestra en la tabla 3-1.
Hecho el ejercicio, sopesa las posibilidades conforme a los criterios que te parezcan más importantes para iniciar un negocio.
Calcular lo que estás dispuesto a invertir
Aquí no voy a hablar solamente de dinero, sino también de cuánta parte de tu tiempo, interés y formación estás dispuesto a invertir.
Invertir tiempo
¿Cuánto tiempo estás dispuesto a invertir en tu negocio? Ésta puede parecer una pregunta intrascendente, pero el factor tiempo varía considerablemente de un negocio a otro, según su gestión. Conozco a una persona que abrió una panadería francesa en Londres. Estaba decidido a hacer sus propios cruasanes y lo logró durante los primeros tres meses. Pero fabricar su propio pan significaba empezar a trabajar a las 4 de la mañana. Como no cerraba su local hasta que no pasaba el último trabajador de regreso a casa, cuando empezaba a limpiar y a hacer inventario, ya había trabajado quince horas, pero aún tenía que hacer caja, pedidos que asignar y planificar el día siguiente. Finalmente consiguió reducir su jornada laboral a diez horas, aunque eso significara tener que empezar a comprar en otra parte cruasanes ya horneados.
Complementar tu formación
Puedes haber identificado una oportunidad de mercado que requiera una preparación superior a la que tienes actualmente. Puede, por ejemplo, haber un hueco en el mercado para profesores de español para extranjeros, pero para serlo necesitas ampliar tu formación (y pagarla). Recibir esa formación necesaria puede requerir más esfuerzo del que estás dispuesto a hacer, por lo menos al principio. Por lo tanto, o encuentras clientes que no te exijan ese requisito, o piensas en un negocio que no requiera tanta preparación académica.
Mantener el interés
Si piensas abrir un restaurante y nunca has trabajado en eso, consigue un empleo en uno, porque será la mejor forma de descubrir si te va a gustar esa clase de trabajo. Verás que un restaurante es muy distinto visto desde el otro lado de la barra. Algunos negocios son rutinarios por naturaleza, porque todas sus actividades siguen unos ritmos establecidos y previsibles. Si eso te gusta, prosigue. Pero si no te gusta, quizá te convenga pensar en un negocio más variado.
Sopesar tus preferencias
Cuando ya tengas una idea de alguno de los negocios que te gustaría iniciar, puedes clasificarlos según tus preferencias.
Analiza los diferentes aspectos del negocio y, según la importancia que tengan para ti, asígnales un valor de 1 (poco importante) a 5 (indispensable). Luego, haz la lista de las posibles oportunidades de negocio que tengas y clasifícalas según los criterios de importancia.
La tabla 3-2 muestra la sencilla clasificación hecha por Juana Pérez, una imaginaria exsecretaria con hijos en edad escolar, que busca trabajo porque su marido se ha quedado sin empleo y también está buscando ocupación. Juana no está en condiciones de conseguir mucho capital y quiere que su jornada laboral coincida con las de sus niños. También quiere trabajar por su cuenta y no aburrirse con lo que haga. Los criterios que ha seleccionado han sido los que muestra la tabla.
Como para Juana es de la mayor importancia no tener que conseguir mucho dinero, le ha asignado a eso un 5, mientras que a la oportunidad de conocer gente interesante, que no la preocupa demasiado, le ha asignado un valor de 1.
Luego Juana ha clasificado cada uno de sus tres posibles negocios conforme a esos criterios. Una agencia de secretarias necesitaría capital para empezar y, por lo tanto, le ha asignado sólo un punto por ese concepto. Mecanografiar manuscritos en casa requiere muy poco dinero, y por eso le ha dado cinco puntos.
El resultado de sus comparaciones puede verse en la tabla 3-3.
El factor de comparación, multiplicado por el grado de importancia, da un resultado para cada una de las ideas de negocio. El resultado más alto indica el negocio que mejor se ajusta a los criterios de Juana. En este caso, pasar a limpio manuscritos de autores en casa resulta mejor que mecanografiar material de empresas locales, porque Juana puede hacerlo en las horas que más le convengan.