Capítulo 14

Galaxia Beta: Los Lobos de las Sombras
Fuerte DelVillar
Toffen
Dominio Oso fantasmal

15 de Marzo de 3062

Mientras el sol naciente arrancaba destellos de las gotas de rocío por todo el fuerte, despejando una lánguida niebla del aire. Dentro del complejo de piedra no había ningún movimiento, estaba tan abandonado como cuando las fuerzas de defensa de la liga estelar se fueron siglos atrás. No soplaba el viento y la bandera blanquiazul de los Osos Fantasmales colgaba inmóvil sobre el bunker de mando, mojada por el rocío nocturno.
Los vetustos árboles del bosque Richard rodeaban el fuerte, testigos silenciosos del apacible amanecer. Una hoja ocasional rompía la monotonía al caer. Pequeños animales se movían de acá para allá, desapareciendo en la niebla. Ahora, y entonces, se escuchaban los trinos de los pájaros escondidos entre las ramas de los árboles.
No había ningún otro sonido, al menos al principio. Tan sólo el murmullo de los árboles del bosque. Un ciervo corría entre los árboles, y se adentró en el prado, que había sido limpiado para ser un campo de tiro abierto, el cual rodeaba todo el fuerte. Otro ciervo se acerco al límite del bosque pero no se alejo de los árboles, como si estuviese siendo perseguido. Entonces apareció un par de marmotas, y otros pequeños animalillos propios de un bosque, saliendo apresurados de entre los árboles, como si se tratase de un rebaño guiado por su pastor. El sonido de la incipiente estampida aumento al unirse a ella un enorme alce y varios caballos salvajes, dejando un denso rastro de huellas en el prado, blando a causa del rocío, mientras huían de un enemigo invisible.
Entonces se oyó el rugido. El rugido procedía de los motores de la nave de descenso Houndstooth, la cual planeaba por encima de las copas de los árboles. Sus más de 4700 toneladas de masa se desplazaban velozmente sobre los árboles, con sus reactores de fusión expulsando ingentes cantidades de calor para mantener la nave en el aire. Oscilo sobre los árboles, incendiando algunos de ellos y originando una lluvia de ramas y hojas muertas.
La nave de la clase Union-C, de forma esferoidal, abrió las compuertas de sus bahías, al descender con un movimiento pendular, acercándose a las grises murallas de piedra del fuerte. Las compuertas se abrieron con un silbido provocado por los mecanismos hidráulicos y neumáticos que movían la pesadas y blindadas compuertas. Diversas formas emergieron de la nave, recortando sus siluetas el brillante sol amarillo de Toffen.
Las formas saltaron sobre la hierba, causando sonoras sacudidas al llegar al suelo. Tras aterrizar, los battlemechs iniciaron un veloz despliegue, en varias direcciones, buscando la entrada al fuerte. Entre tanto la nave de descenso se dirigía hacia las murallas.
Algunos de los mechs se dirigieron hacia la puerta mientras otros escaneaban la parte superior de las murallas y las plataformas de combate, a la vez que apuntaban contra ellas con sus armas. En total cinco mechs, una estrella completa, habían descendido fuera del fuerte y comenzaban a buscar la manera de penetrar en él, con rapidez y muy cuidadosamente, como si hubiesen realizado misiones similares docenas de veces.
La Houndstooth supero suavemente las murallas externos del fuerte, dando una muestra de la habilidad del piloto del clan Lobo a los mandos de dicha nave. Una vez superada la muralla la nave detuvo su avance y descendió rápidamente en la explanada interior del complejo. Al tiempo que aterrizaba más battlemechs cruzaron las compuertas con las armas listas para el combate y buscando blancos con una habilidad proporcionada por años de experiencia y lo mejor que la ingeniería genéticas de los clanes podía proporcionar. Cuando la nave se detuvo finalmente en el ahora ennegrecido césped, ya había diez mechs desplegados en el interior del fuerte DelVillar.
Uno de los Omnimechs, un Executioner de 95 toneladas, se dirigió al bunker de mando. Al igual que los demás mechs, lucía en su blindaje la insignia del Séptimo Núcleo de Batalla. La negra cabeza de lobo con unos siniestros ojos color bronce y la sangre que goteaba de sus colmillos los identificaba como miembros de los Bebedores de Sangre. Las tres estrellas rojas pintadas bajo la insignia mostraban que se trataba del mech de un coronel estelar, y en este caso concreto, del coronel estelar Dirk Radick.
-¿Situación?- ladró a través del intercomunicador mientras apostaba su mech frente al bunker de mando.
-Comandante estelar Digorno, estrella Navaja. Perímetro y puertas aseguradas- le respondió con voz muy calmada.
-Comandante estelar Biffly Ward, estrella de Asalto. Muros exteriores asegurados. No hay signos de actividad enemiga.
-Capitán estelar Jergan, estrella de Mando. Interior asegurado. Aparentemente los Osos Fantasmales no están aquí, coronel estelar.
En la cabina de su mech, Dirk Radick aporreó enfadado el reforzado panel de control de su sistema de puntería. Una parte de él había esperado encontrar el fuerte vacío. Pero el resto esperaba que no sucediese eso, más bien esperaba una lucha rápida y sangrienta. Rápidamente ladro una andanada de ordenes.
-Que todas las unidades se dirijan a sus objetivos secundarios. Quiero que todos los edificios sean explorados y asegurados. Asumid posiciones defensivas en la muralla para prevenir un ataque. Moveos con rapidez.
No esperaba ningún engaño. Neg, no habría ninguna trampa para bobos. Eso significaría cierto deshonor y además no era la manera de actuar de los Osos Fantasmales, ni de esa Bekker.
Muchos mechwarriors descendieron de sus mechs y se desplegaron entre los edificios. Él redujo la velocidad de su mech hasta un paso tranquilo y siguió la carretera que conducía hasta la puerta principal y vio a la estrella Navaja moviéndose a las elevadas plataformas de combate, desde donde podrían lanzar andanadas de láser, mísiles... si el fuerte fuese atacado. El sonido de las palpitaciones de su corazón aun resonaban en los oídos de Dirk Radick. Su alma anhelaba el combate.
Los minutos pasaron y regreso al bunker de mando. Las palpitaciones en sus oídos cesaron con el paso de los minutos y comprendió que no iba a tener lugar la batalla que deseaba. Sus sensores, tanto los de largo como los de corto alcance, no mostraban nada. Ni las habituales anomalías magnéticas características de los reactores de fusión, ni trazas de movimiento. Ni siquiera un destello en los escaners que le indicara a él o a sus Bebedores de Sangre, donde estaba Ángela Bekker y sus Osos Acechantes. Una cosa era segura, no estaban en el Fuerte DelVillar.
Redujo al mínimo el reactor de fusión y se quitó su ligero neurocasco, después abrió la escotilla y descendió por las protuberancias distribuidas a lo largo del torso y la pierna de su mech hasta el césped. Sus pulmones se expandieron para aspirar el ligero y poco denso aire de Toffen, pero no ralentizó su descenso.
Los guerreros Lobos estaban por todas artes, alertas, preparados para el combate, pero Dirk Radick sabía que este no iba a tener lugar. Se encamino hacía las enormes puertas del bunker de mando, donde se encontró con la capitana estelar Jergan.
-Nuestros temores estaban bien fundados- le dijo amargamente, su mano aun le dolía por el golpe que había dado contra la consola de su cabina- Pero al menos les hemos negado a los Osos Fantasmales el control de estas instalaciones y el apoyo logístico que ello representa.
-Neg, coronel estelar- le dijo Jergan.
-Neg?
-Acabo de hablar con el comandante estelar Biffly. Su gente ha completado el reconocimiento de las instalaciones de reparación y los almacenes, y los han encontrado vacíos.
Las palabras de jergan atontaron a Radick, el cual sintió una oleada de rabia acaloraba su rostro.
-Vacíos. Eso es imposible. De acuerdo con La Guardia la cantidad de suministros, municiones y equipo de reparaciones era tal que no podrían habérselo llevado con tan poco tiempo.
Jergan continuó su informe en el mismo tono que antes, aunque temiendo convertirse en el objetivo de la ira de Radick.
-O bien La Guardia estaba en un error o bien se han movido más rápido de lo que esperábamos- le dijo desviando la mirada momentáneamente, un signo de que aun no lo había dicho todo.
-¿Qué más, capitán estelar?- le ordeno.
-Los hangares de reparaciones han sido desmantelados hasta las paredes. También han desaparecido todas las grúas y herramientas. Hemos comprobado que sólo han dejado las carcasas de los edificios, todo lo demás ha desaparecido. No quedan ni suministros, ni equipo... nada.
Dirk Radick no dijo nada durante un rato, pero sus ojos ardían de rabia. De repente se giró y entró en el bunker de mando. Jergan le siguió, mientras el avanzaba hacía el interior del edificio. Los técnicos del clan Lobo llevaban equipo y herramientas apresuradamente tanto por los pasillos como de una habitación a otra, pero Radick los ignoró.
Dentro del bunker había muchas salas, todas con las puertas abiertas, y en cada una se repetía la misma historia. Observó la que debía haber sido la sala de comunicaciones y vio los paneles abiertos. Los técnicos, con las mangas arremangadas y su ropa manchada por el sudor, estaban trabajando con las partes internas del hardware, comprobando una y otra vez los sistemas. Las luces fluctuaban en algunos controles, enviando luces a traves de los paneles y encendiendo y apagando algunas pantallas. Radick se acercó a uno de los técnicos y le señalo los alrededores de la sala.
-¿Cuál es la situación de este equipo?- le preguntó en un tono tan amenazador que el técnico palideció.
-Bien, coronel estelar, señor, aparentemente el equipo no está dañado. Sin embargo los Osos Fantasmales han retirado todos los circuitos clave.
-Reemplazdlos- le dijo Radick lentamente casi rechinando sus dientes.
Aumento la fuerza con la cual sujetaba al técnico para hacerle un poco de daño.
-No es tan sencillo, señor- dijo el técnico- No llevamos las partes que necesitamos, especialmente en el caso de generador de Hiperpulsos.
-Construid nuevas partes- le ordeno Radick, como si una orden fuese a facilitar el proceso.
-No es posible, señor- le dijo el técnico, técnico tratando de zafarse de la presa del oficial.
-Sabotaje- dijo Radick sacudiendo al desconocido técnico como si de un objeto inanimado se tratase.
-No, sabotaje no- dijo Jergan- Bekker simplemente ha inutilizado el equipo. Hay una gran diferencia.
-No a mis ojos- le replicó Radick.
-Ha mantenido una actitud honorable. Si hubiese destruido el equipo entonces se habría convertido en dezgra a nuestros ojos, pero solo ha retirado partes que eran valiosas para nosotros.
Radick quería gritar, atacar a alguien, pero se contuvo. Sin el HPG no podría contactar con su clan. Ahora la situación era algo más compleja pues para conseguir una victoria había viajado con su núcleo a territorio enemigo sin tener una forma de llamar al resto de los Lobos. Entonces otro técnico se acercó a él, sujetando un pequeño dispositivo circular, un proyector holográfico portátil.
-Coronel estelar, hemos encontrado esto en una oficina escaleras abajo. Lleva una nota con su nombre, señor- El técnico le tendió el proyector y Radick le indico con un gesto que volviese a las tareas que estuviera realizando.
Cogió el pequeño aparato negro en sus manos y lo encendió con el pulgar. Una imagen holográfica fluctuó y en la superficie del aparato cobró vida una pequeña figura, del tamaño de una muñeca, enfrentándose a él.
Vestía el traje de salto gris de los Osos Fantasmales, y la mujer rubia llevaba las insignias de la casta guerrera. En su manga estaba el emblema de los Osos Fantasmales. Entre sus manos ella parecía simplemente el juguete de un librenacido. Lentamente la figura empezó a hablar.
-Coronel estelar Dirk Radick del Séptimo Núcleo de Batalla, yo, la capitana estelar Ángela Bekker, le doy la bienvenida a Toffen. Ahora ya será consciente de que no he dejado nada de valor en el Fuerte DelVillar. Todo lo que ha ganado es un edificio, tan solo una estructura, nada más. Su perdida no significa nada para mi o para mi clan.
-No dudo de que estará enfadado y que buscaba un combate rápido. Eso es lo que le he negado, así como le he negado los recursos del fuerte. Entienda esto, Dirk Radick, usted está donde yo quería que estuviese. Yo controlo la situación y continuare haciéndolo en el futuro. Lo que ha hecho ha sido resultado de mis envites. Ahora está en Toffen, en el territorio del gran Oso Fantasmal. Y cuando nos encontremos, cuando luchemos, siempre sere yo quien lleve la iniciativa.
-En otras palabras- le dijo con una astuta sonrisa- Ya le he derrotado- y la imagen se desvaneció.
Radick miró fijamente es dispositivo y después lo lanzó contra la pared, rompiendo la negra carcasa y enviando las piezas rotas por el aire golpeando a varios técnicos. Lo poco que quedaba del dispositivo aterrizo entre la mezcla de herramientas de los técnicos. Los asustados técnicos se apartaron del camino de Radick mientras este sacaba su pistola láser y la empleaba para destruir, con un estallido de luz color rubí, los restos del aparato. Una humareda de color blanca y un dulce olor a ozono lleno la habitación. Guardando su arma se giró y miró a la capitana estelar Jergan, aun tan furioso que parecía no poder controlar su furia, pero de alguna manera lo hizo.
-Ángela Bekker es muy arrogante, si piensa que ya me ha vencido.
-Si- dijo suavemente Jergan- Ella sólo ha llevado la iniciativa esta vez. Podemos quitársela.
-Si- asintió Radick- La cazaremos.
-Tienen la ventaja de conocer el terreno. Conocen este lugar mejor que nosotros.
Radick se mantuvo impasible.
-Nosotros somos Lobos, hemos nacido para la caza. Podemos explorar este nuevo territorio. Los buscaremos, concentraremos nuestras fuerzas y los destruiremos.
Durante un segundo Jergan pareció ir a decir algo, pero al final guardo silencio.
-¿Qué ocurre Jergan?- le preguntó Radick.
-Hoy, es el Idus de Marzo. Me pregunto si es cosa del destino.
La referencia no le paso desapercibida a Radick, alimentando su rabia.
-¿Quieres decir que ella es Brutus y yo Cesar, Jergan?
-No estoy diciendo nada, coronel estelar. Sólo he recordado la fecha de hoy y me ha venido a la mente ese nombre, nada más.
-Confianza, capitán estelar, acabare con ella, la destruiré y no dejare mas que manchas de sangre en cualquier roca tras la que se esconda- No pensaba darle ningún cuartel a este enemigo, el cual se había atrevido a mofarse de él. 
En aquel instante apareció otro guerrero, el enorme capitán estelar Biffly Ward. Su rostro mostraba alegría y le tendió una tela a Radick.
-Coronel estelar, un regalo para usted.
Radick le arrebato la tela a Buffly y la estudió. Era la bandera de los Osos Fantasmales, la que había ondeado en el bunker de mando. Enfurecido, Radick aplastó la bandera sobre el rostro de Biffly y lo empujo violentamente lanzándole contra la pared, como si hubiera deseado destrozarle la espina dorsal con el empujón. Después se fue.
La capitana estelar Jergan no le siguió. Se dirigió hacia el estupefacto Biffly y le ayudo a ponerse en pié.

 

Desde su ventajoso punto de vista entre las ramas de un roble, Dolf abrió un hueco para poder utilizar sus prismáticos de visión ampliada, obteniendo una visión de lo que sucedía en el prado. Oculto a la vista, Dolf estudiaba las figuras de los Lobos mientras estos tomaban el Fuerte DelVillar. Vio un pequeño movimiento originado por la ligera brisa, y al fijar la vista observo la nueva bandera que ondeaba en el fuerte. Observo la cabeza de Lobo aullando, anunciando que el inevitable asedio del fuerte había acabado. Descendió al suelo, encendió su comunicador y comprobó que había sintonizado la frecuencia correcta.
-Explorador dos a Mando uno.
-Adelante – le llegó la clara voz de la capitana estelar Bekker.
-Fase uno completada. Los Lobos están en la caja.
-Bien. Mañana empezaran la caza. Cuando lo hagan les enseñaremos a cuidarse de aquello que desean.... por que pueden terminar encontrándolo.