Capitulo 5 

Kabrinskiś Keshik, Trinaria de mando de la galaxia Rho 
Campo de entrenamiento El Cubil del Oso
Alshain
Dominio Oso Fantasmal

16 de Enero de 3062

 

Más que un edificio se trataba de una torre orientada, de diez metros de altura y ligeramente inclinada sobre la masiva berma de tierra que delimitaba las instalaciones de entrenamiento. Reforzada y fuertemente blindada, aquella estructura similar a una torre ofrecía a sus ocupantes una excelente visión del campo de entrenamiento y al mismo tiempo los protegía de cualquier disparo perdido.
El campo de entrenamiento medía aproximadamente cuarenta acres de superficie, de forma cuadrada y delimitado por enormes terraplenes. En su interior había una gran variedad de tipos de terreno, los carbonizados restos de varios edificios, calle simuladas, e incluso un extraño paisaje pastoril cruzado por un arroyo, el cual separaba las dos mitades del campo.
En este pequeño campo los soldados Osos Fantasmales podían entrenarse y enfrentarse en batallas simuladas. La potencia de las armas había sido disminuidas, los cañones automáticos y los afustes de mísiles sólo empleaban municiones ligeras para conmocionar al adversario en lugar de dañarlo. Los miembros de la casta de los técnicos también habían programado a las computadoras de combate de los mechs y las armaduras de los elementales, para simular el daño real de dichas armas. Para aquellos que participaban en los simulacros, todo era muy real, recibiendo incluso las retroalimentaciones neurales mediante su neurocasco si se suponía que habían sido heridos.
Ángela entorno sus prismáticos, ignorando la información que le proporcionaba su pantalla LED. Los comandantes estelares Tseng y Stone también observaban el ejercicio con sus propios prismáticos.
-Dolf y sus reclutas están haciendo un excelente trabajo- remarcó
Ángela. Dolf había encontrado a varios elementales muy cualificados, a los cuales Ángela, Tseng y Stone habían aceptado sin duda alguna. Los cinco constituían un puno en la estrella de reconocimiento de Stone. Los elementales y un solitario mechwarrior llamado Natulson, a los mandos de un Summoner de setenta toneladas, estaban escondidos en una zona espesa del bosque, esperando a sus dos oponentes.
La idea de aquella batalla simulada había sido de Ángela. Si este grupo de guerreros lo hacía bien, podría ser el toque final para su unidad. Sus esfuerzos en el reclutamiento había salido bien, y aunque algunos de los soldados tenían personalidades muy diferentes, ella confiaba en que se convertirían, eventualmente, en un buen equipo de combate. Sin embargo, este último grupo de soldados aun estaban pendientes de ser aceptados.
Había algunos detalles que la hacían tener sus dudas respecto a cada uno, exceptuando a los Dolf y a su punto de elementales.
Natulson era un soldado larguirucho, con una nariz romana y una amplia sonrisa, más atractivo que los mechwarriors típicos. Su expediente había estado inmaculado hasta hacía poco, cuando una unidad mercenaria llamada Los Bombarderos de Bert, habían intentado realizar una incursión en el mundo en el cual estaba destinado. En una deshonrosa emboscada su unidad fue duramente vapuleada. De acuerdo con el informe oficial, la causa fue que a Natulson le había entrado el pánico y se había bloqueado bajo el fuego. Natulson había protestado formalmente por los cargos que le atribuían, pero era su palabra contra la de su oficial inferior, el cual murió dos días después debido a sus heridas.
Los dos atacantes, los cuales trataban de cazar a la fuerza de Natulson y Dolf, eran Bethany y Sorrenteno. Sorrenteno era bajo, y también un poco rechoncho, de hecho se podría pensar que tenía sobrepeso sino fuera por su obvia musculatura. Pilotaba un omnimech, un Mad Dog, y tendía a tener un toque cínico. A pesar de su larga carrera como Oso Fantasmal, había maniobrado para evitar cualquier gran batalla o conflicto. Como Dolf, estaba próximo a la edad a la cual se le relegaría a una unidad solahma.
 Pero, al revés que Dolf, Sorrenteno nunca había derramado sangre en el campo del honor. Aun así, Ángela veía potencial en él. Sus marcas en las simulaciones y los ejercicios eran excepcionalmente alta, y además parecía tener un don para la táctica en operaciones defensivas. Esta prueba probaría su valor... de una forma u otra.
Bethany era la furia de pelo negro que pilotaba un omnimech Nova. Ella estaba empezando a examinar el borde del bosquecillo donde se escondían Dolf y Natulson. Tseng tenía sus dudas respecto a ella, concretamente respecto a su temperamento y a su incapacidad para mantener el control. 
Ángela opinaba que sus aptitudes como piloto y de disparo, aun no probadas en combate, eran lo suficientemente buenas para que un día ocupase un lugar entre los mejores. Sin Embargo, en su entrevista, su presunción bordeó la arrogancia. Mediante esta prueba se demostraría si merecía o no un puesto en la trinaria.
El bosque no era muy extenso, pero los troncos de los árboles obstaculizaba la visión. En un cuadro de al menos dos acres, los árboles crecían muy juntos, hacía el lado de la colina. Esto les daba a Ángela y sus comandantes una perfecta vista del ejercicio. Sorrenteno había situado su Mag Dog en la cima de la colina, y descendía lentamente, tratando de mantener una posición elevada. Bethany no lo imitó. Se abalanzó colina abajo, lanzando tierra y abriendo un surco entre los matorrales y las pequeñas parras.
-Es una temeraria- dijo Tseng, mientras observaba la acción a traves de sus prismáticos.
-Espera- le dijo Ángela. Ella, Tseng y Stone sabían donde iba a tener lugar la emboscada. Con la energía al mínimo, Natulson y el punto de elementales de Dolf serían invisibles hasta que sus oponentes se encontrasen encima de ellos. Ellos mostraban una gran calma y contención, esperando para disparar a quemarropa.
Tras alcanzar la base de la colina, el Nova verde-oliva de Bethany derrapo hasta detenerse, y comenzó a moverse lentamente a lo largo del borde inferior del bosque. Sorrenteno se unió a ella, pilotando su Mad Dog, paralelamente al movimiento de ella, a lo largo de la cima de la colina. A primera vista su mech estaba orientado contra el bosque, retorciendo unas ramas y partiendo otras como si de palillos se tratase.
Súbitamente el centro del bosque explotó de vida, Dolf y sus elementales saltaron en el aire propulsados por los retrorreactores de sus piernas. Sus armaduras estaban pintadas con un camuflaje marrón y verde, ocultándoles en el bosque, pero las llamaradas de sus retrorreactores resultaban amenazantes. Se elevaron entre los árboles, hasta casi diez metros del suelo, lanzando salvas desde los afustes de misiles de corto alcance de sus espaldas, todos apuntando al Nova de Bethany.
Los mísiles, con cargas reducidas, estallaron contra el Nova en medio de nubes blancas, aunque el ordenador de combate del mech registró los impactos como si de cargas reales se tratase. Los elementales descendieron entre los árboles como perros furiosos tras un ciervo herido.
El Nova de Bethany estaba equipado en su configuración principal, con un mortal pack de doce láseres de medio alcance. Abrió fuego con casi todos ellos, disparando brillantes rayos verdes contra los elementales. Ni Ángela ni sus dos comandantes dijeron una palabra, pero todos eran conscientes de la sauna en la cual se había convertido la cabina de Bethany, tras disparar una salva como aquella. El mayor inconveniente de los mechs, en general, era que en ocasiones producían más calor del que podían disipar. Cuando un mech se sobrecalentaba, como estaba a punto de ocurrirle al Nova considerando sus radiadores y el calor generado, podía desconectarse y convertirse en un blanco inmóvil, un blanco fácil. Ángela se pregunto durante un instante si Bethany se habría confiado al montar tantos láseres en los módulos de armamento.
Estos, también estaban con la potencia disminuida, y dos de ellos alcanzaron y derribaron a un elemental, posiblemente hiriendole pero no matando al enorme soldado. Las armaduras de los elementales estaban equipadas con sistemas de soporte vital capaces de sellar las heridas y suministrar al elemental sedantes, de manera que el, o ella, podían seguir combatiendo. Los demás aterrizaron en el bosque, buscando cobertura entre los árboles y maniobrando para volver a atacar. Dos nuevas salvas de mísiles fueron disparadas, golpeando en las piernas del Nova.
-Empújales- dijo Ángela, como si pensara que Bethany pudiera oírla.
Había sido una táctica inteligente. La principal táctica de los elementales consistía en lanzarse como un enjambre sobre un mech tratando de desactivarlo. Brincaban hacia los flancos descubiertos del mech y le
arrancaban el blindaje con sus garras. Así sus laceres y lanzallamas de mano podían hacer estragos en la estructura interna del mech. Un punto de elementales habilidosos y bien entrenados, podían derrotar a un mech tan rápida y eficientemente como lo haría otro mech.
Bethany cargo hacia delante.
Ángela observo sobresaltada como Bethany arremetía contra los árboles, con el bramido de sus láseres destelleando entre el follaje con furia salvaje.
De entre los árboles irrumpió la enorme figura verde oliva del Summoner de Natulson, desplazándose colina abajo hacía Bethany. Natulson se unía al combate disparando una falsa bala plateada con su rifle Gauss, la cual golpeó en el centro del torso del Nova, como una bala de cañon golpeando la armadura de un antiguo caballero. Sus láseres de pulsos escupieron rayos rojos que danzaron contra la armadura del Nova, infligiéndole pequeñas quemaduras, pero un considerable daño en la simulación. La computadora de combate de Bethany sacudió su mech fuertemente, tanto que incluso
Ángela se dio cuenta a pesar de la distancia.
-Ya se lo dije- dijo Tseng, observando a los elementales acercarse a su presa-. Es demasiado arrogante.
-Quizá no- le dijo Stone hablando por primera vez.
Como si le hubiera entrado el pánico, Bethany se dirigió hacia la colina, siguiendo el mismo camino por el que había entrado en el bosque. Tras ella, a unos metros de distancia, la seguían los elementales, saltando y disparando contra el Nova con sus láseres y mísiles. Igualmente la seguía el casi humanoide Summoner de Natulson, descendiendo velozmente el lado boscoso de la colina, rompiendo las ramas a su paso. Su láser falló, pasando muy a la izquierda del Nova, pero la bala de su rifle Gauss alcanzó profundamente una pierna del Nova. El ordenador de combate señalo el impacto de la pierna simulando la desconexión de uno de sus actuadores.
El mech de Bethany redujo su velocidad y los elementales la alcanzaron con su último salto.
Repentinamente el Summoner de Natulson se estremeció, como si le hubiesen sacudido desde dentro. Una nube de humo se elevo a su espalda.
El Mad Dog de Sorrenteno descendía la colina, lanzando más de treinta mísiles de largo alcance y disparando sus láseres pesados de impulsos sobre la espalda del Summoner, justo donde más delgada era el blindaje de dicho mech. Natulson giro el torso de su mech para enfrentarse a la nueva amenaza, pero ya era demasiado tarde, ya había recibido demasiados impactos. Sorrenteno destrozó el pecho del Summoner con sus láseres de impulsos mientras sus afustes de mísiles de largo alcance se recargaban para otra salva. Natulson perdió el equilibrio de su mech, debido a los daños recibidos por su giroscopio, destrozando varios árboles en su caída con un chirrido metálico que Ángela sintió en su propio cuerpo como si se tratara de huesos rompiéndose.
La fuerza de Dolf había quedado separada en dos, tres permanecían cerca de Bethany y los otros dos se preparaban a enfrentarse a Sorrenteno. Uno de ellos disparo con su láser al Mad Dog, y Sorrenteno le respondió desatando otra oleada de mísiles, los cuales cubrieron la zona. Una espesa nube blanca ocultó el lugar, como si los mísiles descargados hubieran realizado su mortal trabajo. Ángela era consciente que ni siquiera la poderosa armadura de un elemental podía sobrevivir a una salva de mísiles como aquella.
El Nova de Bethany tenía un desastroso aspecto, con su pierna derecha muy dañada y un brazo colgando como si fuera una rama rota. El Nova no parecía ser capaz de moverse, pero Bethany consiguió que lo hiciera, tambaleándose y agitándose como un montañés tocando una gaita, tratando de arrojar los elementales al suelo. Dos de ellos fueron a caer a los pies del mech de Sorrenteno. El último, cuyo blanco yelmo le identificaba como Dolf, se aferraba al Nova igual que una garrapata. Bethany continuó un rato su danza mortal y finalmente se detuvo. Ángela supuso que estaría exhausta tras sus esfuerzos, o bien que los daños de su mech eran demasiado grandes.
Sin previo aviso el mech de Bethany cayó de rodillas intencionadamente, en otro intento de quitarse de encima al último elemental. Dolf saltó, apartándose del lugar donde cayó el mech, aterrizando bruscamente entre un pequeño grupo de cedros, pero Dolf se las arreglo para girarse y caer de pie. Aquel acto había sido deliberadamente peligroso. Las cincuenta toneladas de un mech, arrojadas sobre Dolf, podrían haberle matado o lisiado para siempre.
Ángela activó el panel de comunicaciones situado frente a ella.
-La simulación a terminado- ordeno.
Ella sabía que su orden había sido enviada tanto a los participantes de la simulación como a los técnicos y científicos encargados de reparar el equipo, o de asistir a los posibles heridos.
-He visto suficiente.
-Ella no se controla- comento Tseng bajando sus prismáticos.
-Se equivoca, comandante estelar- le dijo serenamente Stone.
Ángela espero, había decidido escuchar lo que sus dos oficiales tenían que decir.
-El resto se ha portado bien- dijo Tseng-. Pero Bethany es demasiado temeraria. En lugar de trabajar en equipo con su compañero, se ha abalanzado en medio del combate. Estoy seguro de apostar a que su mech apenas ha quedado operativo tras el último impacto. Eso sin mencionar que casi ha matado a un valioso guerrero.
-Neg – dijo Ángela mientras activaba el panel de comunicaciones otra vez-. Bethany, soy la capitana estelar Bekker. Explícanos porqué te has abalanzado entre los árboles para enfrentarte al enemigo. Tus acciones parecen negligentes.
Bethany le replico con la voz algo ronca.
-Sorrenteno y yo lo habíamos planeado así. Yo debía avanzar por abajo y obligarles a salir de su escondite. Él esperaría en lo alto de la colina y les atacaría por su retaguardia mientras yo atraía su fuego. Las reglas del escenario permitían los blancos múltiples, y nos pareció la mejor manera de aprovechar el terreno y las configuraciones de armas de nuestros mechs.
Se detuvo bruscamente a respirar, pero era evidente que se sentía contenta de haber vencido.
 
Ángela sonrió levemente mientras Tseng asentía con la cabeza, comprendiendo su error.
 
-Eso es todo Bethany- le dijo Ángela desconectando las comunicaciones.
Observo a Tseng pensativamente-. Creo que lo hará bien en nuestra unidad.
-Respetuosamente, capitán estelar- le dijo Tseng-. Aun creo que su arrogancia constituirá un elemento de discordia en la trinaria. Quizás deberíamos considerar a otro candidato, ¿quiaf?
Ángela observo al estoico Stone, quien permanecía de pie, de brazos cruzados, escuchando atentamente.
-¿Y usted Stone?- le pregunto Ángela.
-Ella es muy hábil- le respondió-. Tiene una buena comprensión de la táctica. Pero su personalidad es difícil, como pudimos observar durante su entrevista. Podría convertirse en un foco de problemas en nuestra unidad.
Ángela asintió.
-Siempre hay algo de eso en cualquier unidad, y en nuestro caso ese foco de problemas tendrá nombre... y ese será Bethany. Comandante estelar Tseng, ella será asignada a mi estrella de mando. Si sus temores se muestran justificados quisiera encargarme personalmente de ella. Si se opone a mi decisión podemos resolverlo en un Circulo de Iguales.
-Neg capitán estelar- negó Tseng con la cabeza-. Mi oposición no es tan fuerte. Por otro lado, ¿qué hay respecto a los demás?
-Natulson y Sorrenteno podrían unirse a su estrella de ataque y completar nuestras necesidades por esa parte, comandante estelar. Quiero en mi mesa sus ordenes de transferencia. Informe también a los astilleros y al cuartel general de que estaremos preparados para embarcar en treinta y seis horas.
Miró de nuevo al campo de entrenamiento y después se giró hacia Tseng y Stone.
-Tenemos mucho trabajo por delante caballeros. Tenemos nuestros soldados. Ahora debemos convertirlos en una unidad de combate.