*

¿Cómo se hacer para llegar al punto rápidamente? Aquel que piensa acerca de todo lo que debe o puede hacer, no

encuentra lo esencial. Cuando una persona mira un árbol y lo quiere ver bien en detalle, quizás vea una sola hoja. Si se

concentra en esa sola hoja, se le pierde el árbol. Es decir, hay un tipo de atención que va hacia el detalle y lo cercano.

Pero también hay un tipo de atención que va a lo amplio. En lugar de mirar lo específico, tiene al todo en su mirada. Ese es el

tipo de atención que se necesita aquí. Las personas que ya han leído algunos de mis libros deben haber notado que para

muchas de las situaciones que aparecieron en este curso en los libros no se encuentra nada que ayude. Lo que dice en los

libros es como las hojas individuales del árbol. El todo es mucho más grande.

Es decir que se requiere un tipo especial de atención como para encontrar lo esencial. Yo lo denomino la forma de proceder

fenomenológica. Describiré lo que ocurre en mi interior cuando trabajo con alguien. Él acaba de contarme algo y yo no le

dediqué toda mi atención. No quería prestarle toda la atención a lo que estaba diciendo. No quería saber exactamente lo

que estaba diciendo. Es decir que no escucho como concentrándome, sino de forma tal que al mismo tiempo estoy mirando

a algo más grande. Y repentinamente él dijo una palabra y ahí desperté. Aquí la palabra era guerra civil, el padre en la guerra

civil. Repentinamente entre todo lo que ha dicho hay una palabra que me llega. Esa palabra tiene energía. Y sin que yo sepa

exactamente qué hago con ello sé: aquí haré algo ahora. Luego, cuando dejo que esa palabra tenga un efecto en mí, percibo

quiénes son las personas que necesito para la constelación. Para mí la energía estaba en una sola persona, y ésa era su

padre. Le pedí que configurara al padre.

Pero no sabía qué resultaría de ello. Sólo sabía: el padre es importante. Luego lo configuró. A continuación esperé para ver

que ocurriría. Luego vi los movimientos del padre y al exponerme a eso, supe que era necesario configurar

a otras personas. Pero no sabía a quiénes exactamente debían representar. Pero eran soldados, poco más o menos. Los

configuré, pero no sabía como continuaría.

Luego algo sucedió entre ellos y cuando había pasado, repentinamente, se me ocurrió: el cliente también debe integrarse a

la constelación. Recién en ese momento se me ocurrió eso, no antes. Cuando luego lo tomé del brazo no sabía dónde

ubicarlo. Pero estando en contacto con su brazo percibí que debía estar en la mirada el padre. Por lo tanto lo ubiqué en la

mirada del padre. Pero aquí tampoco sabía lo que ocurriría. Después el padre comenzó con un movimiento. Cuando luego el

cliente estaba junto a su padre, miraba a los muertos. Luego tomé contacto en mi interior: ¿qué ocurre si mira a los

muertos? ¿Hay una solución para él allí o no? Percibí que allí no había solución para él. Luego, con algo de firmeza, giré su

cabeza en dirección opuesta a la de los muertos y entonces vino la solución. La propuesta importante surgió del padre. Él

percibió que quería hacer una reverencia ante los demás junto con su hijo. Yo mismo no había pensado en ello. La propuesta

vino de él. Surgió de la sintonía con el todo.

Esta forma de proceder siempre es como tantear en la oscuridad, pero en consonancia con aquello que se muestra, de

dónde provienen los impulsos y la fuerza para continuar.

Y ahora imagínense que a continuación hubiera preguntado a los representantes cómo les había ido. ¿Hubiera aportado

fuerza o hubiera debilitado? Hubiera debilitado. Yo no quería saber lo que había ocurrido realmente. De esa forma la fuerza

quedó preservada. Si uno trabaja de esa manera es necesario saber sólo muy poco y uno quiere saber sólo muy poco, sólo

lo que resulta necesario para la solución. Eso tiene el efecto de aquello que sucedió, no puede transformarse en una carga

para el terapeuta. En realidad no lo sabe y no quiere saberlo. Sin embargo, ni bien quiere saberlo puede transformarse en

una carga. Es decir, este trabajo siempre va de la mano de la máxima reserva y con una confianza profunda en

un movimiento del alma en la profundidad, un movimiento que conduce a la solución.

Aveces no avanza. No llega señal de fuerza. En ese caso lo más difícil es que el terapeuta reconozca y admita que no puede

continuar. Es decir que termina, en sintonía con el alma, incluso si de esa forma queda mal parado. Esto con respecto a la

forma de proceder.

Por ese motivo, la mejor forma de aprender este trabajo es participar abiertamente, vivir las fuerzas que están trabajando,

soltarse y confiar en esas fuerzas.

El instante sostiene

PARTICIPANTE ¿Es demasiado personal preguntarle qué es lo que lo sostiene a usted en su trabajo? ¿Es una razón religiosa o

una experiencia religiosa?

HELLINGER A mí me sostiene el instante. Eso es todo. Ese también es el secreto de la forma de proceder fenomenológica. No

sé cómo terminará. Si fracasa, también estoy sereno. PARTICIPANTE ¿Y cómo se puede aprender que a uno lo sostenga sólo

el instante? HELLINGER El próximo instante lo muestra.

Soluciones cual fruta madura

Las soluciones son una fruta madura. Aparecen en el otoño, no de entrada en la primavera. Por ese motivo, a la solución

también se le debe dar tiempo en el alma. En la constelación familiar se muestra una imagen, y en el alma ésta luego debe

desplegar sus fuerzas de crecimiento. Por eso uno toma la imagen sin hablar de ella, sin reflexionar acerca de ella

simplemente se la toma. Se la traga como un medicamento y espera el efecto.

*

Cuando la solución se muestra es muy nítida. Cuando no se muestra algo nítido, las asociaciones no sirven. Con ellas uno sólo

se confunde y pierde el concepto inmediato. Cuando nada sirve, siempre sirve que el terapeuta deje al cliente a cargo de su

buena alma. No hay nada mejor que la propia buena alma. Cada persona es conducida de determinada manera. Cuando el

cliente presta atención a su alma y establece una alianza con ella, se dan soluciones, luego de un tiempo.

Solución y renuncia

Las soluciones son la parte difícil de este trabajo. Muchos ven la solución, sienten la fuerza y se mueven con ella durante un

tiempo. Sin embargo, luego vuelven a caer en el vínculo antiguo. La solución lleva, a aquel que la aguanta, a la soledad, de

cierta manera. La intimidad del vínculo que vivimos en el problema y en la implicación debemos abandonarla en caso de

solución. Es verdad que a través de la solución estamos unidos a muchas personas, pero de otra forma, ya no con la misma

intimidad que anteriormente. Esa intimidad diferente tiene más bien algo liviano, algo sereno. Es una intimidad a distancia.

Por esa razón algunos caen nuevamente en el vínculo previo. Para ellos es como un regreso al regazo materno. Eso hay que

saberlo. El terapeuta debe saberlo. Cuando ve algo así no trata de intervenir. Permite que ocurra. En definitiva todo da igual.

Solución a través de soltar

PARTICIPANTE Una y otra vez sacas a la luz que estamos inmersos en ciertas lealtades dentro de nuestra familia. ¿En ese

punto en el cual las lealtades salen a la luz, hay una oportunidad de separarse de ellas si uno reconoce que no son buenas

para uno?

HELUNGER No siempre. En algunos casos la lealtad es tan fuerte que la solución no es posible. La solución exige una

despedida de la familia y una disposición de estar parados en los propios pies. Eso está ligado a una sensación de soledad.

Por esa razón el paso es tan grande. Es decir que se requiere una transformación interna, un proceso de maduración, a

menudo también algo así como una realización espiritual hacia algo más grande. Así se logra. El que no tiene una antena

para eso, aquel que pretende hacerlo mecánicamente, por ejemplo, no lo logrará. Para lograrlo lo mejor es mirar aquello que

salió a la luz, asentir a ello tal como es y luego permitir que la propia alma asuma la conducción sin que uno se vuelva muy

activo. Uno confía en un movimiento interno del alma. Eso solo ya es una nueva manera de tratar a la realidad. En lugar de

controlarla, uno se entrega a un movimiento. Esa es la mejor forma para lograr la solución.

Las frases de solución

Las frases de solución van más allá de la constelación. Son un paso en sí, dado que ellas son las que traen el verdadero

resultado. Por un lado siempre tienen que ver con reconciliación, y por el otro con respeto.

¿Cómo llega el terapeuta a esas frases? No se las puede inventar. Cuando se configura una familia se crea un campo de

fuerzas en el cual esa familia está presente. El terapeuta ingresa en ese campo de fuerzas. Al introducirse en ese campo de

fuerzas y al estar unido a él, desde ese campo le llega lo que conduce a la solución. No le sería posible encontrar las frases de

solución si se quedara fuera de ese campo de fuerzas. Esas frases siempre son muy sencillas y le hablan directamente al

alma. Van variando según la situación. Por lo tanto no es posible simplemente anotarlas y usarlas como un repertorio, sino

que corresponden exactamente a la situación tal cual es. Son el resultado de una actitud interna, una actitud

de respeto hacia todas las personas involucradas. De esa manera es posible encontrarlas.

Las frases de solución que a veces usamos en este trabajo no las inventé yo. Las percibo a través del contacto con el alma de

la otra persona y el campo de fuerzas en el que se mueve. Resultan de la resonancia y luego digo lo que percibo de la

resonancia. Por eso, esas frases tampoco deben ser aplicadas como estereotipos sino que siempre deben ser vivenciadas en

la situación, una y otra vez uno debe volver a compenetrarse y luego expresarlas. Cuando a uno le vienen, es como si vivieran

en uno. También se transforman, de acuerdo a la vibración del alma. De esa forma son las correctas y son hermosas.

Pero al final hay otra cosa muy distinta que entra en juego. Es algo más allá de las constelaciones familiares. Cuando el

terapeuta ingresa en ese campo de fuerzas porque realmente se trata de un campo de fuerzas de una índole especialescucha

lo que dice el alma. Por ejemplo: "Yo soy la hermana de ustedes". Esa fue una de esas frases. Repentinamente el

terapeuta la escucha cuando está en unión con el campo de fuerzas. No se la puede inventar. Entonces escucha frases de

solución y las dice para que se repitan. Cuando son correctas, hay una resonancia inmediata. Fue posible verlo de manera

muy hermosa con una de las pacientes cuando dijo: "Ahora me quedo un poco más con mi marido". Cómo cambió su rostro.

Pero el terapeuta debe escucharla. No puede adivinar lo que podría llegar a ser. En el momento en el que comienza a

adivinar, no está en contacto. En ese caso, la regla es que es preferible que no diga nada en lugar de

adivinar. Caso contrario el otro se irrita y la corriente que lleva a la solución de repente está interrumpida. Requiere de cierta

práctica, incluso por parte de los clientes, hasta que puedan aventurarse a algo así, y por supuesto lo mismo con el

terapeuta.

En el fondo este trabajo es muy sencillo. Se une lo que estaba separado. Lo que además se pone en evidencia es que este

trabajo va mucho más allá de las constelaciones familiares. Cuando sólo se configura, realmente es posible recibir cierta

información, y también cierta solución. Pero aquello que libera al alma en las profundidades, lo que en la profundidad sana,

es un agregado. Es eso de "establecer la conexión" con las palabras sanadoras.

El terapeuta escucha esas palabras. Presta atención al alma y luego escucha esas palabras o las ve, según el caso. Esas son las

palabras que dice. Si son las palabras correctas tienen un efecto inmediato. Si alguien las inventara en el sentido de

"Podríamos probar ahora esta frase", estaría experimentando. En ese instante perdió el contacto con el alma y el cliente se

cierra. Es decir que debe escuchar esas palabras. Para ello debe compenetrarse con la situación. Cuando está

completamente inmerso en la situación se encuentra dentro de un campo de fuerzas desde el que recibe las frases.

El terapeuta que está inmerso en una constelación y se mueve en ella tiene una percepción diferente a la de los

espectadores, por ejemplo. Por eso sólo es posible vivenciarlo cuando uno lo hace personalmente, no siendo sólo

observador. Además el terapeuta debe tener un corazón pleno de amor hacia todos los participantes. Es decir que el

terapeuta trabaja con un buen corazón y al servicio de la paz.

Las profundidades del alma

Aquí trabajamos con fuerzas ocultas a las que a menudo no tenemos acceso. Cómo es posible, por ejemplo, que en una

familia durante generaciones repitamos destinos sin que lo sepamos. Cómo es posible ver, durante un curso de

constelaciones familiares, que hay soluciones a las que el alma nos conduce sin que podamos prever el final al cuál nos lleva.

Queda muy claro que el alma tiene diferentes profundidades, una más superficial o en un primer plano, y una mucho más

profunda en la cual aquello que nosotros vivimos como opuestos, por ejemplo el opuesto entre bien y mal, quedan anulados.

En la cual también el opuesto entre vida y muerte, o salud y enfermedad quedan anulados en algo mucho más grande. Y no

hay final a la vista hacia qué profundidades este tipo de trabajo nos irá llevando paso a paso. Voy notando de curso en curso

cómo se va profundizando. Yo no puedo manejarlo y no puedo alcanzar a verlo.

Cuando entonces aquí hablo de alma significa algo diferente de lo que comúnmente definimos como alma. No es algo que

tenemos o poseemos. Es algo que nos une como comunidad, y en círculos cada vez más grandes. Los miembros de nuestro

cuerpo, una familia, un clan, un pueblo y más allá otros círculos adicionales en los cuales algo actúa en conjunto. Se dirige a

anular los opuestos, cuanto más nos entregamos a ese movimiento, de manera que los límites entre mí y otras personas se

van esfumando. Es decir, algo nos une a un conocimiento común y, me parece, también a una meta común. Esa capa más

profunda la llamo Gran Alma.

Sin embargo, debemos ser prudentes como para no aplicar esa palabra alma como algo que así tenemos firmemente entre

manos o que podamos influenciar. Permanece abierto y sólo porque no me es posible encontrar una denominación mejor lo

llamo Gran Alma. Por ese motivo la trato con sumo recogimiento y respeto. Cuando trabajo con una persona

trato de sintonizarme con aquello que nos une a nivel del alma. Debo percibir si su alma se sintoniza conmigo y si yo me

sintonizo con ella. Si esa sintonización no se logra, no puedo trabajar con ella. No puedo ni debo intervenir de afuera si no

concuerda con el movimiento del alma, es decir ni con el alma de la persona ni con la mía, ni con el alma más grande. Si

ahora ustedes se adaptan a este tipo de trabajo y a este tipo de vibración podemos tener un mejor trato entre nosotros.

Quiero recalcar algo importante. Muchos están tan prisioneros en su familia que no deben saber lo que ocurrió y lo que

ocurre allí. No deben, por ejemplo, conocer a ciertas personas de su familia. No deben saber acerca de ciertos

acontecimientos. De esa manera están unidos con el alma familiar sólo de una manera superficial, pero están desvinculados

del alma más profunda, de la Gran Alma.

Cuando alguien tiene miedo de mirar lo que ocurre, y cuando alguien tiene miedo de expresar la verdad de su familia, queda

atrapado en esa capa superficial y de esa manera la solución queda obstruida no sólo para él sino también para la familia. Si

por lo tanto alguien siente que se encuentra en una situación así, puede en cierto modo entregarse a la Gran Alma. Y puede

no solamente entregarse personalmente, sino también a toda la familia con todos los que pertenecen a ella. Así entonces, al

alcanzar esa capa puede, con respeto, hacer lo que es correcto y lo sanador y lo liberador.

"Aún me quedo un poco más"

PARTICIPANTE FEMENINA Quería preguntar por qué usted a veces pide que se diga: "Aún me quedo un poco más". ¿Tiene

algún significado eso de "un poco"? HELLINGER Sí, tiene un significado importante, también es una pregunta importante. En

las familias hay una necesidad

irresistible de compensar ganancias y pérdidas. Si una persona ha sufrido una pérdida, por ejemplo, porque su hermana

falleció temprano, a menudo la sobreviviente no se atreve a tomar plenamente su vida. Siente una necesidad de compensar.

En su imaginación la compensación plena sería que ella muera como la hermana. Esa entonces sería la compensación de

acuerdo al pensamiento mágico. Por lo tanto en la terapia se trata de disolver el sentimiento de culpa de la persona viva

frente a la muerta y de suavizarlo. La frase: "Tú estás muerta, yo todavía vivo un poco más, luego yo también muero"

permite que la sobreviviente ya no considere su vida como una soberbia sino como algo que ella lleva a término, como un

regalo. Eso ahora no ocurre en contraposición a la muerta. En el instante en el que pronuncia esa frase, se solidariza con la

muerta y eso tiene un efecto sanador.

Estas frases son frases de fuerza. Pero de situación en situación deben ser modificadas levemente, de acuerdo a la sensación

del momento. No deben ser tomadas como un medicamento que simplemente se traga y que luego actúa por sí solo. Es

necesario compenetrarse nuevamente cada vez.

Lo común y lo liviano

En las constelaciones se pone de manifiesto cuan poderosas son las fuerzas que actúan en las familias. A menudo damos

explicaciones baratas, por ejemplo cuando alguien se suicida porque no comprendemos la vorágine que actúa en las

profundidades. Las constelaciones también muestran que estamos enlazados en una variedad de destinos, de los cuales en

parte no sabemos nada. Ello va mucho más atrás porque también participamos del sufrimiento de la humanidad. A menudo

hay una atracción de unirse a ese sufrimiento. Yo me imagino que muchas psicosis también están relacionadas

con que una persona se sumerge en ese gran sufrimiento, en esos destinos profundos y de múltiples niveles y que participa

de ellos.

En mi opinión, para ellos en realidad hay una sola solución y esa es emerger hacia algo muy común, cotidiano y liviano. Un

individuo no soporta sumergirse en ese sufrimiento. Es demasiado grande. El equilibrio de nuestra alma es muy frágil. No

podríamos soportar mirar todo eso: va mucho más allá de nuestras fuerzas. Entonces al final sólo existe una realización en

calma. Algo muy simple, marido, mujer e hijos, juego y tiempo para el ocio, felicidad y sufrimiento, tal como vienen. De esa

forma uno preserva la levedad del alma. La levedad del alma tiene la mayor fuerza. Lo muy fuerte al mismo tiempo es muy

liviano. Es posible practicarlo, si uno desea, eso de pasarse a la levedad. Ello ocurre sobre todo realizando algo común.

La sanación del alma familiar

PARTICIPANTE FEMENINA ¿Puede ocurrir que el alma familiar en algún momento se sane a sí misma, que en algún momento

exista alguien en la familia que tiene la gracia de crear paz, que el alma familiar por sí sola vuelva a estar en paz? HELLINGER

El alma tiene muchas dimensiones. Algunas son estrechas y las otras más amplias. Yo puedo observar el alma desde el punto

de vista del cuerpo, en ese caso es estrecha y delimitada. O la puedo observar desde el punto de vista de la familia y el clan.

En ese caso es más amplia y, sin embargo, sigue todavía delimitada porque solamente comprende a determinadas personas.

Tanto dentro del cuerpo como también dentro de la familia y del clan el alma tiene, por un lado, la tendencia de mantener la

integridad, es decir en el grupo, de mantener a todos los miembros, pero por el otro lado también de repeler algo enfermo

cuando pone en peligro el todo.

Eso es así en el caso del cuerpo y se da lo mismo en la familia. Los asesinos, por ejemplo, amenazan al sistema familiar y por

lo tanto deben salir del sistema. La familia los debe despedir.

Luego hay otra dimensión del alma que abarca al todo. En la gran alma todos vuelven a estar reunidos, también los asesinos

con su familia y con sus víctimas. Eso también hay que verlo. Depende en qué nivel uno esté trabajando. Cuando uno trabaja

sólo al nivel de la familia, los asesinos deben salir. Si incluyo el nivel más elevado, entonces todos se vuelven nuevamente

uno. Los miembros de la familia pueden reconciliarse con los asesinos que pertenecen a su familia y con los asesinos de sus

familiares, viendo a los excluidos reunidos en ese nivel más elevado, integrándolos y encontrando allí la calma y la paz.

El rayo

PARTICIPANTE El país está repleto de terapeutas que configuran familias, en parte por mucho dinero. ¿Es posible que alguien

también cause daño si no trabaja con cuidado y de manera lo suficientemente idónea?

HELLINGER El rayo cae en el que levanta la mano. Se requiere gran destreza para hacerle daño a alguien. Hay dos que

trabajan en conjunto. El que dice haber recibido un daño, siempre está libre de dejar eso atrás y seguir viviendo bien.

Cuando a algún terapeuta se le reprocha haber dañado a alguien, por parte del cliente se trata de una negación a tomar su

vida en sus propias manos.

El viejo Freud de Viena hizo una observación curiosa y es que los principiantes, los que todavía no saben hacerlo tan bien,

tienen más y mayores éxitos que aquellos que ya saben mucho. Eso tiene que ver con que al alma del paciente se le exige

más y que el resto lo hace sola.

Cómo se logran las constelaciones familiares: Un resumen

El camino del entendimiento

Hay dos movimientos que llevan a la comprensión. Uno es el que tienta hacia afuera buscando asir lo hasta entonces

desconocido, hasta apoderarse de ello y tenerlo a su disposición. A esa categoría pertenece el esfuerzo científico y sabemos

hasta qué grado ha transformado, asegurado y enriquecido nuestro mundo y nuestra vida.

El segundo movimiento surge cuando nos detenemos en ese esfuerzo examinador y dirigimos la mirada ya no a algo

determinado que es posible asir, sino a un todo. Es decir que la mirada está dispuesta a incluir simultáneamente toda la

variedad que se le presenta frente a ella. Cuando nos entregamos a ese movimiento, por ejemplo de cara a un paisaje o a

una tarea o a un problema, nos damos cuenta cómo nuestra mirada se torna simultáneamente plena y vacía. Porque

exponerse a lo pleno y aguantarlo sólo es posible si antes desistimos de lo específico. Para ello nos detenemos en el

movimiento expansivo y nos retiramos levemente hasta alcanzar ese vacío que puede soportar lo pleno y lo múltiple.

A ese movimiento que en primer lugar se detiene y luego se retira lo denomino fenomenológico. Conduce a otras

comprensiones que las del movimiento expansivo del entendimiento. Sin embargo, ambos se complementan. Porque incluso

en el movimiento expansivo científico del entendimiento debemos detenernos de vez en cuando para dirigir nuestra mirada

de lo estrecho a lo amplio, y de lo cercano a lo lejano. Y también la comprensión adquirida mediante el método

fenomenológico requiere de la revisión en lo específico y en lo más próximo.

El procedimiento

En el camino de entendimiento fenomenológico nos exponemos, dentro de un horizonte, a la multiplicidad de apariciones

sin elegirlas o evaluarlas. Es decir que este camino de entendimiento requiere vaciarse, tanto en lo que respecta a nuestros

conceptos previos como también en lo que respecta a los movimientos internos, ya sea que estén relacionados con los

sentimientos, con la voluntad o con juicios. Al hacerlo la atención es al mismo tiempo dirigida y no dirigida, centrada y vacía.

La actitud fenomenológica exige una atenta disposición para actuar, pero sin llegar a realizarla. A través de esta tensión nos

volvemos extremadamente capaces y dispuestos a percibir. El que soporta la tensión se da cuenta, luego de un tiempo,

cómo lo múltiple dentro del horizonte se va ordenando alrededor de un centro, y repentinamente reconoce una conexión,

tal vez un orden, una verdad o el próximo paso. Esta comprensión viene, por así decirlo, de afuera, se vive como un regalo y,

en general, es limitada.

Las constelaciones familiares

Las constelaciones familiares brindan una oportunidad notable para vivenciar y describir las posibilidades que ofrece el

procedimiento fenomenológico y también las exigencias que presenta. Porque por un lado las constelaciones familiares en sí

son el resultado de un entendimiento fenomenológico, y por el otro el procedimiento fenomenológico se logra, cuando se

trata de algo esencial, únicamente mediante recato y confiando en la experiencia y comprensión posibles a través del mismo.

El cliente

¿Qué ocurre cuando en la psicoterapia un cliente configura su familia? En primer lugar elige, de entre un grupo, a representantes

para los miembros de su familia, es decir para el padre, la madre, los hermanos y también para él mismo. Al hacerlo

no es importante a quiénes elige para los distintos familiares. Incluso es mejor si elige a esos representantes

independientemente de las apariencias externas y sin una determinada intención, porque eso sería ya un primer paso en

dirección a retirarse y a renunciar a intenciones e imágenes antiguas. La persona que elige según aspectos externos, por

ejemplo según la edad o características físicas, no está en la actitud de apertura para lo esencial y lo invisible. Limita la fuerza

del testimonio de la constelación a través de consideraciones externas y tal vez de esa forma la constelación familiar para

ella ya está condenada al fracaso. Por ese motivo tampoco importa e incluso a veces es mejor que el terapeuta elija los

representantes y pida al cliente configurar su familia con ellos. El único criterio que debe ser respetado es el sexo, es decir

que para hombres se elijan hombres y para las mujeres, mujeres.

Una vez elegidos los representantes, el cliente los ubica en el espacio relacionándolos entre sí. Al hacerlo ayuda que los tome

de los hombros con ambas manos conduciéndolos a su lugar en contacto con ellos. Mientras configura permanece centrado,

presta atención a su movimiento interior y lo sigue hasta sentir que el lugar al cual ha conducido al representante es el

adecuado. Durante la configuración no sólo está en contacto con el representante y consigo mismo, sino también con un

entorno y también de éste recibe señales que le permiten encontrar el lugar correcto para esa persona. Así lo hace también

con los demás representantes hasta que todos ellos se encuentren en sus lugares. Durante este proceso el cliente está en un

estado de autodesconexión. Despierta de ese estado cuando todos están configurados. A veces es aconsejable que se mueva

alrededor del grupo configurado y corrija lo que todavía percibe como inadecuado. Luego toma asiento.

Llama la atención inmediatamente cuando una persona no está en la actitud de desconexión y autoretiro. Por ejemplo

cuando intenta imponer a los distintos representantes una determinada posición corporal en el sentido de una escultura, o

cuando configura con mucha rapidez como siguiendo una imagen predeterminada, o si olvida configurar a alguna persona; o

si declara, sin configurar concentradamente, que una persona se encuentra ya en su lugar correcto. Una constelación que no

se realiza de esa forma concentrada a menudo termina en un callejón sin salida y en confusión.

El terapeuta

Para que una constelación se logre, también el terapeuta debe desprenderse de sus intenciones e imágenes. Replegándose y

exponiéndose con concentración a la constelación, reconoce de inmediato cuando el cliente intenta influenciar su

constelación mediante imágenes predeterminadas o eludiendo lo que comienza a mostrarse. En ese caso ayuda al cliente a

concentrarse y a estar dispuesto para encarar los acontecimientos o, si ello no fuera posible, interrumpe la constelación.

Los representantes

También se requiere a los representantes que se retiren internamente de conceptos, intenciones y miedos propios. Esto

significa que mientras son configurados deben prestar mucha atención a los cambios que perciben en su estado físico y en

sus sentimientos, por ejemplo que el corazón comienza a latir con mayor rapidez, que les atrae mirar al piso y que

repentinamente se sienten pesados o livianos, o enojados o tristes. También ayuda que presten atención a las imágenes que

aparecen y que estén atentos a ruidos o palabras internas que surjan con insistencia.

Por ejemplo un norteamericano que justamente estaba aprendiendo alemán escuchó permanentemente, durante una

constelación en la cual representaba a un padre, la frase en alemán: "Diga Alberto". Más adelante preguntó al cliente si el

nombre Alberto le significaba algo. "Pero por supuesto", fue la respuesta, "así se llaman mi padre y mi abuelo y Alberto es mi

segundo nombre".

Otro representante, que en una constelación representaba al hijo de un padre muerto en la caída de un helicóptero,

escuchaba continuamente el ruido de los rotores de un helicóptero. Una vez ese hijo, como piloto de un helicóptero, se

había accidentado junto con su padre, pero ambos habían sobrevivido.

Naturalmente se requiere una gran capacidad de compenetración y una alta disposición para desistir de conceptos propios

hasta lograr algo así, y el terapeuta debe ser cuidadoso para que los representantes no expresen fantasías como si fueran sus

percepciones. Para evitar esa situación es más fácil tanto para el terapeuta como para los representantes tener sólo un

mínimo de informaciones previas en relación a la familia.

Las preguntas

Para lograr la percepción fenomenológica lo mejor es preguntar sólo lo más necesario. Y preguntarlo justo antes de la

constelación. Esas preguntas necesarias son:

¿Quiénes pertenecen a la familia?

¿Hubo miembros de la familia que nacieron muertos o que murieron temprano, y hubo destinos especiales en la familia, por

ejemplo alguna discapacidad?

¿Alguno de los padres o abuelos estuvieron en pareja antes, es decir estuvieron comprometidos, casados o tuvieron alguna

relación estable importante?

Toda anamnesis más amplia complica, generalmente, la percepción fenomenológica tanto en el terapeuta como también

en los representantes. Por esa razón el terapeuta también rehusa conversaciones previas o cuestionarios que van más allá de

las preguntas mencionadas. Por la misma razón los clientes, durante la constelación, no deben decir nada, ni deben los

representantes formular ningún tipo de preguntas a los clientes.

Centrarse

Algunos representantes tienen la tentación de interpretar sus sentimientos más bien como lectura de la imagen de la

constelación, en lugar de prestar atención a su percepción corporal o el sentimiento interno inmediato. Por ejemplo el

representante de un padre decía que se sentía confrontado por sus hijos, porque ellos habían sido configurados frente a él.

Pero cuando prestó atención al sentimiento interno inmediato se dio cuenta de que se sentía bien. Había permitido que la

imagen externa lo distrajera de su percepción más inmediata.

Aveces, cuando un representante siente algo que le parece ofensivo lo calla, por ejemplo, que como padre siente una

atracción erótica hacia la hija. O una representante no se atreve a decir que como madre se siente mejor si uno de sus hijos

quiere seguir a un miembro de la familia en la muerte.

Por lo tanto, el terapeuta presta atención a las señales corporales sutiles, por ejemplo cuando un representante esboza una

sonrisa o cuando se incorpora o cuando varias personas se acercan entre sí instintivamente. Cuando comunica ese tipo de

percepciones, los representantes pueden volver a revisar su percepción.

Algunos representantes también hacen declaraciones complacientes porque consideran que de esa manera ayudan al cliente

o lo consuelan. Ese tipo de representantes no está en contacto con lo que está ocurriendo, y el terapeuta debe

reemplazarlos por otros inmediatamente.

Las señales

Cuando el terapeuta mismo no permanece continuamente en la percepción concentrada de toda la situación sin intención y

sin miedo, a menudo es seducido por declaraciones superficiales de los representantes y llevado por una pista equivocada o

a un callejón sin salida. Cuando eso ocurre, los demás representantes también se sienten inseguros.

Hay una señal infalible para saber si una constelación está siguiendo el camino correcto o si lo está errando. Cuando en el

grupo de los observadores se nota cierta inquietud y la atención decae, la constelación perdió la oportunidad. Cuanto antes

el terapeuta interrumpa la constelación, mejor. La interrupción hace posible que todos los participantes puedan

concentrarse nuevamente para, luego de un tiempo, volver a comenzar. A veces también del grupo de los observadores

proviene una señal que ayuda a continuar. Pero debe ser una observación. Si sólo se adivina o se interpreta, aumenta la

confusión. En ese caso el terapeuta debe detener también la discusión y llevar al grupo a que se vuelva a concentrar y

retomar la seriedad.

La sinceridad

He tratado esas formas de proceder y los obstáculos que pueden aparecer con más detalle para poner límites a las

constelaciones familiares que se llevan a cabo despreocupadamente. De lo contrario es fácil que las constelaciones familiares

sean desacreditadas. Hay personas que también proceden de otra manera con las constelaciones familiares. Cuando se

realizan en el marco de una atención concentrada pueden ser muy exitosas. Sin embargo, si se realizan partiendo de la

necesidad de deslindar o de destacarse, la sinceridad fenomenológica se ve coartada por intenciones. Para destacarse lo

mejor es tener nuevas percepciones que se ven confirmadas a través del resultado y permitir que otros también las

compartan.

Pero si la delimitación es llevada a cabo más bien siguiendo conceptos teóricos o está influenciada por intenciones y miedos

que niegan el asentimiento a la realidad tal como aparece, la disposición para percibir fenomenológicamente se pierde con

las consecuencias que eso significa en lo que al efecto terapéutico se refiere.

También cuando las constelaciones familiares se realizan por curiosidad pierden su seriedad y su fuerza. En ese caso del

fuego quizás queden tan sólo las cenizas y del abrigo la solapa.

El comienzo

Ahora volviendo a la constelación. La cuestión que el terapeuta decide en primera instancia es: Se configura la familia actual

o la familia de origen. Lo que mejor resultado ha dado es comenzar con la familia actual. De esa forma uno puede agregar

más adelante aquellas personas de la familia de origen que aún ejercen un efecto fuerte en la familia actual; de esa forma se

obtiene una imagen en la que las influencias que pesan y las que sanan están a la vista y pueden ser percibidas abarcando

varias generaciones. Sólo cuando los destinos en la familia de origen son de mucha gravedad se comienza con la familia de

origen.

La próxima pregunta es: ¿Con qué personas deberá iniciarse la constelación? Se comienza con el núcleo de la familia, es decir

padre, madre y los hijos. Cuando un hijo nació muerto o murió temprano se lo agrega más tarde para poder ver qué efecto

tiene en la familia cuando es incluido en la mirada. La regla es comenzar con pocas personas y permitir que a partir de ellas la

constelación se vaya desarrollando paso por paso.

El procedimiento

Cuando está armada la primera imagen se les da tiempo al cliente y a los representantes para exponerse a ésta y permitir

que actúe. A menudo los representantes comienzan a reaccionar espontáneamente, por ejemplo empiezan a temblar o a

llorar o bajan la cabeza, respiran con dificultad o miran con interés o con enamoramiento a alguna persona.

Algunos terapeutas preguntan demasiado pronto a los representantes acerca de su estado y de esa forma complican o

imposibilitan ese proceso. La persona que interroga demasiado pronto a los representantes fácilmente usa ese

procedimiento en reemplazo de la propia percepción y así lleva a que también los representantes se sientan inseguros.

El terapeuta también permite que la imagen actúe en él mismo. A menudo ve de inmediato cuál es la persona con mayor

carga o la que más amenazada está. Si por ejemplo esa persona fue configurada mirando en dirección opuesta y apartada de

las demás, ve que quiere marcharse o que quiere morir. En ese caso, sin preguntar a nadie, puede llevarla unos pasos más en

la dirección en la que mira y prestar atención al efecto que esa modificación causa en ella y en los demás representantes.

O si todos los representantes miran en una misma dirección sabe de inmediato que delante de ellos debe ubicarse a una

persona que fue olvidada o excluida, por ejemplo un hijo que murió temprano o un novio anterior de la madre que murió en

la guerra. En ese caso pregunta al cliente quien podría ser y agrega a la persona a la imagen, antes de que alguno de los

representantes haya dicho algo.

O cuando la madre está tan rodeada de sus hijos de que da la impresión que ellos tratan de impedir que se marche, el

terapeuta pregunta de inmediato al cliente: ¿Qué ocurrió en la familia de origen de la madre que podría explicar esa

atracción por marcharse? Buscaría entonces primero aliviar la carga y encontrar una solución para la madre antes de seguir

trabajando con los demás representantes.

Es decir que el terapeuta desarrolla los próximos pasos a partir de la constelación inicial y obtiene información adicional del

cliente para el próximo paso, sin hacer ni preguntar más de lo

que necesita para ese paso. De esa forma la constelación familiar conserva su concentración en lo esencial y su solidez y

tensión. Cada paso innecesario, cada pregunta innecesaria, cada persona adicional que no fuera necesaria para la solución

reduce la tensión y distrae de las personas y los acontecimientos importantes.

Constelaciones concentradas

Aveces incluso es suficiente configurar únicamente dos representantes, por ejemplo una madre y su hijo enfermo de SIDA.

Aquí el terapeuta ni siquiera necesita dar más indicaciones. Permite que los representantes sigan los sentimientos y los

movimientos resultantes del campo de fuerzas entre ellos, pero sin que expresen palabras. De esa manera transcurre un

drama mudo durante el cuál salen a la luz no sólo los sentimientos de las personas que participan sino en el que también se

origina un movimiento que muestra qué pasos son aún posibles o adecuados para ellos dos.

El espacio

Aquí se demuestra el efecto quizás más sorprendente de la actitud y el proceder fenomenológicos. El recato concentrado del

terapeuta y del grupo participante crea el espacio en el que salen a la luz las relaciones e implicaciones y en el que se

mueven hacia una solución, en la que los representantes parecen ser puestos en movimiento por una fuerza poderosa que

actúa desde afuera. Esa fuerza los toma a su servicio y hace que muchas suposiciones psicológicas y filosóficas habituales

parezcan insuficientes o equivocadas.

La participación

En primer lugar allí se pone de manifiesto que evidentemente hay un conocimiento por participar. En una constelación los

representantes se comportan y sienten como las personas a las que representan, a pesar de que ni ellos ni el terapeuta

dispongan de información preliminar acerca de ellas, salvo la que recibieron acerca de los ya mencionados hechos y

acontecimientos. A menudo el cliente está perplejo cuando los representantes hacen las mismas declaraciones que conoce

por parte de las personas verdaderas, o que muestran los mismos sentimientos y síntomas que tienen las personas

verdaderas. De ahí es posible sacar la conclusión que también los verdaderos miembros de la familia tienen ese

conocimiento por participar, de manera que a su alma no le queda oculto nada que fuera importante de su familia.

Hace poco una conocida me contaba acerca de una mujer cuyo padre era judío, pero que había ocultado ese hecho ante sus

hijos, incluso haciéndolos bautizar a todos. Ella se había enterado por él poco antes de su muerte. Al mismo tiempo se

enteró que su padre tenía, además, dos hermanas que habían muerto en un campo de concentración. Esa mujer había

tenido varias profesiones consecutivas. Primero fue granjera y luego había restaurado muebles antiguos antes de decidirse

por su profesión actual de terapeuta. Cuando comenzó a investigar más acerca de la vida de sus tías muertas salió a la luz

que una de ellas llevaba adelante una granja y que la otra tenía un negocio de antigüedades. Sin saber acerca de ello, a

través de sus profesiones había seguido a ambas para unirse a ellas de esa manera.

El campo de fuerzas

Cómo explicarlo sigue siendo un enigma. Rupert Sheldrake ha comprobado a través de muchas observaciones y

experimentos, que a través de su conducta los perros muestran que perciben de inmediato cuando su dueño o dueña

ausentes comienzan su camino a casa, y que también se dan cuenta inmediatamente cuando ese camino de regreso es

interrumpido. A veces lo perciben incluso de un continente a otro. Es

decir que debe haber un campo de fuerzas mediante el cuál ambos están en comunicación directa.

Los muertos

Durante las constelaciones familiares, del comportamiento de los representantes y con ello naturalmente también del

comportamiento y de los destinos de los verdaderos miembros de la familia surge, además, que están unidos a personas que

murieron tiempo atrás. Si no fuera así, ¿cómo se explicaría que en una familia, durante los últimos cien años, tres hombres

de distintas generaciones, cada uno a los 27 años y un 31 de Diciembre, se hayan suicidado, y que las investigaciones

mostraron que el primer marido de la bisabuela murió con 27 años el 31 de Diciembre y que probablemente había sido

envenenado por la bisabuela y el hombre que posteriormente fuera su marido?

El alma

Aquí actúa más que un campo de fuerzas. Aquí actúa un alma común que une entre sí no solamente a los miembros vivos de

la familia sino también a los muertos. Esta alma comprende sólo a determinados miembros de la familia, y por el alcance de

su efecto vemos cuáles son los miembros familiares que ella comprende y que ha tomado a su servicio. Comenzando con los

últimos son:

los hijos, inclusive los que nacieron muertos o que murieron, los padres y sus hermanos, los abuelos,

de vez en cuando alguno de los bisabuelos e incluso ancestros de más atrás, todos aquellos y esto es muy significativo que

han hecho lugar para beneficio de los miembros ya mencionados, sobre todo parejas anteriores de los padres o

abuelos, y todos aquellos por cuya desgracia o muerte la familia obtuvo un beneficio o una ganancia, las víctimas de violencia

o asesinato de miembros anteriores de esa familia.

Quiero comunicar algo acerca de los últimos dos grupos mencionados, algo que sólo las experiencias de los últimos tiempos

han sacado a la luz. En las constelaciones con descendientes de personas que han acumulado riquezas muy grandes llamó la

atención que en los nietos y los bisnietos había destinos extremadamente graves que no resultaban comprensibles vistos

solamente desde los acontecimientos del seno de la familia. Recién cuando se agregaba a las víctimas cuya muerte o

desgracia fueron un precio para esa riqueza, salió a la luz la magnitud en la que sus destinos seguían actuando en esas

familias.

Ejemplos de estos casos fueron trabajadores que murieron durante la construcción de una línea ferroviaria o durante las

perforaciones de petróleo, sin que su contribución para la ganancia y el bienestar de sus empresarios haya sido reconocida

dignamente.

En muchas constelaciones con descendientes de asesinos, por ejemplo de perpetradores de la SS durante el Tercer Reich, se

mostró que sus nietos y bisnietos querían acostarse junto a las víctimas y que por esa razón corrían máximo riesgo de

suicidio.

Para ambos grupos la solución fue la misma. Las víctimas deben ser miradas y reconocidas por todos los miembros de la

familia. Todos deben hacer una reverencia ante ellas y hacer un duelo por ellas.

Luego los ganadores y perpetradores originales deben recostarse junto a las víctimas y los demás miembros de la familia

deben permitirles estar allí. Recién entonces los descendientes están liberados de la carga.

Aquí se pone de manifiesto que esos miembros de la familia se comportan como si tuvieran un alma común, y como si

estuvieran tomados al servicio por una instancia compartida y superior a ellos, y como si esa instancia sirviera a ciertos

órdenes y como si persiguiera determinados objetivos.

El amor

En primer lugar vemos que esa alma vincula a los miembros de la familia entre sí. Eso hasta tal punto que un hijo siente el

deseo de seguir en la muerte al padre que murió temprano o a la madre que murió temprano. También padres o abuelos a

veces quieren seguir en la muerte a un hijo o nieto muerto, y observamos ese deseo también en miembros de una pareja.

Cuando uno muere, el otro a menudo tampoco quiere seguir viviendo.

La compensación

En segundo lugar vemos que en una familia se mantiene durante generaciones una necesidad de compensar ganancias y

pérdidas. Es decir, los que ganaron algo a costas de otros pagan con una pérdida y de esa forma compensan. O bien, cuando

los ganadores son perpetradores en general no pagan ellos, pagan sus descendientes. El alma familiar los convoca a ellos en

lugar de a sus antepasados para compensar, con frecuencia sin que ellos sean conscientes de ello.

La prioridad de los anteriores

Es decir que el alma familiar prefiere los anteriores a los posteriores y ese es el tercer movimiento o tercer orden que sigue

el alma familiar. Un miembro posterior está dispuesto a morir por uno anterior cuando considera que con ello puede impedir

la muerte del otro. O está dispuesto a expiar la culpa pendiente de un familiar anterior. O una hija representa a una mujer

anterior del padre y se comporta hacia el padre como su pareja y hacia la madre como una rival. Si se había cometido

una injusticia contra la mujer anterior del padre, la hija muestra frente a los padres los sentimientos de esa mujer.

La integridad

Aquí también se manifiesta el cuarto movimiento u orden que sigue el alma familiar. Se ocupa de que la familia esté íntegra y

reconstituye la integridad en representación valiéndose de miembros posteriores.

Aquí he dado tan sólo un breve resumen de los movimientos del alma familiar y de las leyes y los órdenes que sigue. Doy un

descripción más detallada en mi libro El centro se distingue por su levedad en los capítulos "Culpa e inocencia en los

sistemas", "Los límites de la conciencia" y "Cuerpo y alma, vida y muerte", así como también en mi libro Órdenes del amor en

el capítulo "Del cielo que enferma y de la tierra que sana".

Las soluciones

La pregunta ahora es: ¿Cómo encuentra el terapeuta la solución para el cliente? ¿Cuál es aquí el procedimiento

fenomenología)?

Va de lo cercano a la lejanía y de lo estrecho a la amplitud. Eso significa que en lugar de mirar únicamente al cliente, el

terapeuta mira también a la familia de él, y en lugar de mirar únicamente al cliente y su familia mira por encima de ambos al

campo de fuerzas y al alma que los abarca. Porque el hecho de que el individuo y su familia están vinculados a un campo de

fuerzas más grande y a un alma más grande, y que son usados y tomados al servicio por estos últimos es evidente. También,

que la comprensión con relación al problema y las soluciones posibles con frecuencia recién resultan de la unión con lo cada

vez más grande.

Es decir, si yo le quiero ayudar al alma del cliente, la veo

manejada por el alma de la familia. Sin embargo, si aquí también miro únicamente al cliente y a su familia quizás reconozca

los órdenes y las leyes que llevan a las implicaciones. Pero recién comprendo dónde están las soluciones cuando encuentro

el acceso a los campos de fuerza y a las dimensiones del alma que sobrepasan al individuo y su familia. A esas dimensiones

del alma no las podemos influenciar. Sólo podemos abrirnos a ellas. Porque cuando se trata de lo decisivo, esa alma nos

regala la comprensión de las imágenes, frases y pasos que liberan y sanan. El terapeuta se abre a la acción de esa alma más

grande retirando completamente su intención y su consideración acerca de lo que quizás teme, inclusive el temor al fracaso.

Entonces le aparece repentinamente una imagen o una palabra o una frase que le permite el próximo paso. Pero siempre es

un paso en la oscuridad. Recién al final se comprueba que fue el paso correcto para darle un giro al pesar. Es decir que a

través de la actitud fenomenológica nos conectamos con esas dimensiones del alma. Eso significa que es más bien por la no

acción centrada que por la acción.

Mediante su presencia centrada el terapeuta facilita que también el cliente logre esa actitud y la comprensión y la fuerza que

resultan de ella. A menudo el cliente no aguanta esa comprensión y se vuelve a cerrar frente a ella. También a eso asiente el

terapeuta mediante su retraimiento. También aquí impide que una exigencia interna o una exigencia externa lo impliquen en

el destino del cliente y su familia. Eso posiblemente parezca duro, pero es la consecuencia de la experiencia de que toda

comprensión recibida como obsequio a través de ese proceder es imperfecta y temporaria, tanto para el terapeuta como

también para el cliente.

Al final retomo una vez más el comienzo, la diferencia entre el camino del conocimiento científico y el fenomenológico.

Hace años lo resumí en una historia. Se llama:

Dos tipos de saber

Un erudito preguntó a un sabio

cómo los detalles se reunían para formar un todo,

y cómo el conocimiento de lo diverso

se diferenciaba del conocimiento

de la plenitud.

El sabio dijo:

"Lo disperso se convierte en un todo

si logra encontrar un centro

y actuar centrado.

Ya que tan sólo a través de un centro

lo diverso se hace

esencial

y real;

su plenitud, empero, nos parece simple,

casi poca cosa,

como una fuerza tranquila dirigida a lo próximo,

permaneciendo debajo

y cerca de aquello que sostiene.

Para experimentar o transmitir

la plenitud, por tanto,

no necesito saber

ni decir

ni tener

ni hacer todo,

uno por uno.

El que quiere ¡legar a la ciudad

entra por un solo portal.

El que toca una campana una vez,

sólo con ese tono hace sonar muchas cosas más.

Y el que recoge la manzana madura

no necesita averiguar su origen; la tiene en la mano y la come".

El erudito objetó que el que quería la verdad, también tenía que saber todos los detalles.

Pero el sabio lo contradijo:

tan sólo de la verdad antigua se sabía mucho.

La verdad que conducía más allá

era arriesgada

y nueva.

Ya que, así como una semilla oculta el árbol,

también ella esconde su final.

Por tanto, el que vacila en actuar,

porque pretende saber

más de lo que el siguiente paso le permite ver,

pierde lo que es efectivo.

Toma la moneda

en vez de la mercancía,

y de los árboles hace madera.

El erudito pensaba

que eso sólo podía ser parte de la respuesta,

y le pidió

un poco más.

Pero el sabio se negó:

la plenitud en un principio es como un barril de mosto,

dulce y turbio,

y necesita la fermentación y el tiempo supciente

para aclararse.

El que entonces, en vez de probarlo, bebe,

fácilmente se tambalea.

Constelaciones familiares y los movimientos del alma

Comentario preliminar:

La entrevista que sigue fue registrada en Washington, D.C…

Las preguntas fueron formuladas por Harald Hohnen.

Mi sugerencia sería que yo te doy algunas palabras clave y te formulo algunas preguntas. Mi imagen es que hay muchos que

te vinculan únicamente con las constelaciones familiares y los órdenes del amor. Es verdad que eso sigue siendo un

componente esencial de tu trabajo, pero más allá de ellos ha crecido algo que saca a la luz la importancia de los

"movimientos del alma". Me gustaría conversar contigo acerca de ese tema y preguntarte sobre el estado actual de tus

experiencias.

Ya te vengo acompañando durante un tiempo. Cuando miro hacia atrás a veces ocurre que configuras una o dos o incluso

tres personas y no les dices nada, de manera que esas personas pueden seguir totalmente su movimiento interno. En ese

contexto recuerdo la constelación de un hombre de Friburgo, cuya mujer se encontraba en un coma despierto y que en el

estado de coma había dado a luz a un hijo, y hubo constelaciones similares en España.

Mirando hacia atrás, ¿cómo describirías la transición de las constelaciones familiares a los movimientos del alma? Antes de

entrar en los detalles y antes de hablar sobre los movimientos del alma quiero volver sobre aquello que ha llevado a los

entendimientos sobre los órdenes del amor. Fueron las comprensiones en relación a la conciencia. La diferenciación entre la

conciencia personal que se siente y la conciencia colectiva inconsciente, es decir la conciencia que no se siente, aquí abre el

camino. El que no puede hacer esa diferenciación no comprende lo que ocurre en las constelaciones familiares. En especial

no comprende lo que son las soluciones adecuadas.

Los órdenes de la conciencia colectiva

De las dos conciencias, evidentemente la conciencia colectiva inconsciente es la original, la arcaica. Surgió, por así decirlo,

antes de que el individuo pudiera diferenciarse y seguir una conciencia personal. Es la conciencia de un grupo. Ese grupo es

contenido por una instancia común que vigila que se observen ciertos órdenes, que transgresiones de esos órdenes sean

expiadas intentando de esa manera hacer desaparecer lo ocurrido, o por lo menos traer a la memoria aquellos que sufrieron

injusticias, haciendo que su destino sea repetido por otros.

Ese grupo tiene límites claros. Abarca a los hijos, los padres, los hermanos de los padres, los abuelos, alguno que otro de los

bisabuelos, e incluye a todos aquellos que fueron excluidos de ese grupo, es decir aquellos que no son recordados. Entre

ellos con frecuencia se encuentran aquellos que murieron temprano y aquellos que por alguna razón, mayormente por

razones morales, fueron excluidos. A ese grupo pertenecen, además, aquellos a través de los cuales nos hicimos culpables de

alguna manera y que hemos excluido, por ejemplo un hombre a su primera mujer. Y pertenecen también aquellos que

excluimos porque han hecho algún daño a los miembros de nuestra familia y con los que por lo tanto estamos enojados, es

decir los perpetradores y en especial los asesinos. Aparentemente esta conciencia colectiva no admite que ni siquiera ellos

sean excluidos.

Pero en el caso de estos últimos no estoy completamente seguro. Es posible que la pertenencia de los perpetradores sólo

salga a la luz a través de los movimientos del alma, y que todavía no tenga que ver con los órdenes de la conciencia colectiva.

Pero lo menciono aquí para que no sea olvidado.

Esta conciencia colectiva presta atención a que el grupo, o sea el sistema al que maneja, se mantenga ileso, es decir que

nadie quede excluido de él, que nadie sea rechazado, que

nadie sea olvidado. Si eso ocurre, esa conciencia colectiva elige a otro miembro de esa familia para que represente a ese

miembro excluido. Aquí actúa una obligación colectiva de repetición con la que se intenta reparar la integridad, aún cuando

en la práctica de esa manera no se lo logre. Es decir que aquíestá actuando un intento de compensación para que no se

pierda nadie de todos aquellos que pertenecen.

Llama la atención que esa conciencia colectiva no diferencia entre bien y mal. Las diferenciaciones morales que hacemos

desde la conciencia personal son desconocidas para esa conciencia. Por tanto es premoral o amoral, según cómo uno quiera

denominarla. A cada uno de los miembros le atribuye la misma importancia. Desde ese lugar naturalmente también es una

conciencia grande.

Esa conciencia impone un orden de prioridad que de otra manera desconocemos, o por el cual hemos perdido el sentido. Ese

orden de prioridad es de acuerdo al tiempo. Es decir, que los miembros anteriores tienen prioridad ante aquellos que vienen

después. O sea que cuando un miembro anterior es excluido, algunos de los miembros posteriores deben reemplazarlo. De

esa forma es verdad que para con los anteriores se aplica una equidad, de alguna manera, pero no para los posteriores. Los

posteriores son sacrificados sin reparos por hacer justicia frente a los anteriores. Todos los otros sacrificios, por ejemplo en

las religiones, tienen que ver con el hecho de que para expiar injusticias anteriores son sacrificados los que vienen después.

Indudablemente aquellos que son sacrificados de esa manera se convierten en anteriores para aquellos que vienen después

de ellos. Si, por lo tanto, otros miembros de la familia sienten miedo ante el destino de aquellos que fueron sacrificados de

esa forma, o si se los desprecia, excluye u olvida, su destino también será repetido por miembros posteriores, de forma que

también ellos reciben justicia en el sentido de esa conciencia.

Los órdenes de la conciencia personal

Evidentemente, más tarde se desarrolló la otra conciencia, la que ahora percibimos y sentimos como conciencia personal.

Somos conscientes de esa conciencia. La percibimos al sentir culpa e inocencia. A través de esas sensaciones opuestas

percibimos aquello que esa conciencia nos exige, y también percibimos si correspondemos a esa conciencia o si no lo

hacemos. Si la seguimos, nos sentimos inocentes, si no la seguimos nos sentimos culpables.

Culpa e inocencia son vivenciadas en diversas variantes en este contexto. En primer lugar con relación a la pertenencia.

Porque esa conciencia cuida que sigamos perteneciendo al grupo del que formamos parte. Es que por un lado es un órgano

de conocimiento a través del cual percibimos directamente si estamos unidos a ese grupo o no lo estamos.

En ese sentido es comparable al sentido de equilibrio. Este también es un sentido sabio. Ni bien seguimos a ese sentido, nos

sentimos en equilibrio, y si no lo seguimos, nos sentimos mareados. Esa sensación de mareo nos obliga a restablecer el

equiibrio y retornar a nuestra estabilidad.

Sin embargo, nadie diría que el sentido de equilibrio es algo espiritual. Es algo corporal. Al menos tiene que ver con el

cuerpo. Es algo instintivo, algo básico de nuestra naturaleza y nos permite mantenernos equilibrados. Todos los demás seres

vivientes, incluso las plantas, también tienen el sentido de equilibrio.

Lo mismo ahora es válido para esa conciencia. A menudo es espiritualizada, como si fuera la voz de Dios en nuestra alma. Sin

embargo, es sólo un instinto gracias al cual percibimos instintivamente si pertenecemos o no. La pertenencia depende de

que reconozcamos qué es considerado de importancia en el grupo y a qué debemos corresponder para tener el permiso de

pertenecer. Por ejemplo, para ello debemos adoptar la creencia de ese grupo. Eso puede ser una creencia

religiosa o política o de cualquier otro tipo. Aquel que adhiere a esa creencia y corresponde a sus exigencias, se siente

perteneciente. Y se siente ¡nocente, independientemente de si esas exigencias, cuando son observadas objetivamente o en

un contexto más grande, son adecuadas y razonables o no.

La sensación de culpa que está al servicio de esa función de la conciencia, la vivenciamos como miedo a perder la

pertenencia. Es la sensación de culpa que con más fuerza percibimos, tal vez la sensación más fuerte de todas. Nos obliga a

modificar nuestra conducta para mantener nuestra pertenencia o para volver a conseguirla. En ese contexto, la inocencia es

percibida como el derecho de poder pertenecer. Esta inocencia probablemente sea la sensación más profunda de felicidad, y

es la base de graves implicaciones, ya que por la necesidad de pertenecer hacemos de todo, incluso aquello que nos

perjudica, para poder conservarla.

Sin embargo, para poder desarrollarnos, esa conciencia y las funciones de culpa e inocencia deben ser reconocidas y

descubiertas. Por tanto es necesario un esclarecimiento que desenmascare la mistificación de esa conciencia y nos permita

crecer más allá de ella.

Esa conciencia personal también cuida la compensación de dar y tomar, es decir que la necesidad de compensar es una

necesidad de la conciencia. Aquel que da, espera recibir algo; aquel que recibe algo, se siente obligado a dar algo. Esa

necesidad de compensar posibilita e incentiva el intercambio en un grupo.

En el contexto de esa necesidad, la culpa se percibe como obligación de dar, e inocencia aquí se percibe como la liberación

de la obligación o como exigencia, luego de yo haber dado algo a otro.

Esta conciencia también cumple un rol con relación al orden en la convivencia, pero eso para mí aquí no es tan importante,

solamente lo menciono.

Movimientos opuestos de las dos conciencias

El desarrollo de nuestra convivencia evidentemente aún no concluye con el desarrollo de la conciencia colectiva y de la

conciencia personal. Eso se demuestra mediante el hecho de que esas dos conciencias persiguen objetivos opuestos y que su

juego ordenado está perturbado. Principalmente está perturbado porque no reconocemos lo que la conciencia inconsciente

exige. Eso en realidad sale a la luz recién a través de las constelaciones familiares. Recién a partir de nuestra comprensión de

las necesidades y los órdenes de esa conciencia es posible guiar los movimientos de la conciencia colectiva de manera que

sus necesidades sean colmadas sin que los posteriores sufran daño. Es decir, no sólo que se haga justicia a los anteriores,

sino también a los posteriores.

Por el otro lado, la conciencia personal a veces nos obliga a hacer algo que se contradice con la conciencia colectiva. Por

ejemplo nos obliga que por amor nos hagamos cargo de algo que corresponde a una persona anterior, por ejemplo cuando

un hijo se hace cargo de una culpa de sus padres. Pero dado que eso contradice al orden de origen, a la prioridad según el

tiempo, siguiendo un impulso de la conciencia personal hacemos algo que la conciencia colectiva inconsciente más adelante

vengará en nosotros. Hay mucha desgracia que se origina por la oposición de esas dos conciencias. Por tanto, es necesario

comprender que tanto las necesidades de la conciencia consciente como también las necesidades de la conciencia colectiva

ocasionalmente actúan en contra de una solución que sea justa para todos y que sirva para la felicidad de todos los

involucrados.

Una vez que hayamos comprendido eso vemos que el camino hacia soluciones más abarcativas requiere que nos

purifiquemos y que transgredamos los límites tanto de la conciencia personal como también de la colectiva, pero de una

manera que colme y una las necesidades de las dos en un nivel superior.

Los movimientos del alma

Pues bien, el movimiento que nos posibilita eludir las imposiciones de las dos conciencias es un movimiento del alma. Es

decir, cuando nosotros nos desligamos de la fuerza de esas dos conciencias sin despreciarlas, sino honrándolas de una

manera más elevada que previamente. Algo en nuestro interior se pone en marcha, un movimiento que lleva a soluciones

que van mucho más allá de aquello que nuestras conciencias nos posibilitan y que nos exigen.

Evidentemente esos movimientos son autónomos. En el instante en el que a las dos conciencias se les quita el poder sobre

sus aspectos graves, en especial cuando en el terapeuta ya no tienen poder, de forma tal que ya no las tenga que seguir sino

que se pueda abrir a contextos más grandes, en ese instante los movimientos se ponen en marcha. Llevan a soluciones que

integran lo opuesto y lo diverso reconociéndolo como valedero en la misma medida, soluciones que a todo dan el lugar

adecuado y el rango adecuado, y que por lo tanto reconcilian aquello que antes parecía irreconciliable.

Experiencias con los movimientos del alma

Tal vez ahora daría algunos ejemplos para esos movimiento^ del alma en relación a las constelaciones familiares.

¿Dónde comienza el movimiento del alma? Eso quiero definir y describir con mayor exactitud ahora. Reconocer los

movimientos del alma está estrechamente ligado a las constelaciones familiares.

Cuando miro hacia atrás, a la forma en que las constelaciones familiares eran llevadas a cabo en un comienzo y a la forma en

la que aún hoy día muchos las practican, se daba que, luego de configurar a la familia, el terapeuta preguntaba a cada uno de

los representantes cómo se sentía. Es decir que

orientaba su próximo paso de acuerdo a las declaraciones de los representantes. Sin embargo, de esa forma también se

hacía dependiente de ellos, y él no estaba totalmente concentrado en sí mismo y centrado. Cuando los representantes eran

buenos, todo funcionaba bien. Pero a menudo los representantes perciben la inseguridad del terapeuta y hacen

declaraciones complacientes. De esa manera la constelación familiar pierde su dirección y quizás termina en un caos. Por lo

tanto, la pregunta es ¿qué podría ser de ayuda aquí?

El primer paso, cuando alguien configura una familia, sería que, para comenzar, observe la imagen inicial y permita que actúe

en él. Al permitirlo, de esa manera puede percibir cuál será el próximo paso importante, sin necesidad de preguntar a los

representantes.

Pero hay algo que debe tener lugar con anterioridad. Y es que no se debe configurar a cualquier familia. Es decir que uno no

debe hacer lo que el cliente propone como su problema y como solución. Ahí ya comienza eso de que el terapeuta no confía

en las declaraciones del cliente, sino que presta atención a otra cosa que le permita decidir si es correcto configurar la familia

o si no lo es. Y también decidir a quién de la familia se configurará y a quién no.

Aquí es primordial que yo perciba dónde se encuentra la fuerza. Cuando uno escucha la forma en la que un cliente describe

lo que ocurrió en su familia es posible comprobar en uno mismo cuánta fuerza trae cada una de las personas que nombra,

cuánta energía y fuerza tienen. Las personas que irradian la mayor fuerza al ser nombradas son aquellas con las que se

trabajará. Son elegidas para la constelación. Si por ejemplo un cliente dice que su madre murió temprano, quizás se perciba

que el problema está en el cliente y su madre. En ese caso sólo lo configuro a él y a la madre. De esa manera desde el

comienzo se hace una selección y así la constelación familiar es concentrada en lo esencial, en lo que tiene fuerza. Entonces,

una vez que el cliente ha configurado

a los representantes para él mismo y para su madre yo observo, sin preguntar nada a nadie y sin comentar nada,

cuáles son los movimientos que transcurren entre ellos dos. Si la madre aparta la vista y mira al piso, de inmediato sospecho

que mira a alguien que murió, quizás a un hijo anterior. Si al averiguar eso se confirma, dejo que un representante de ese

niño se recueste en el piso en el lugar al cual la madre está mirando. Es decir que a través de la mirada de la madre se da el

próximo paso. De esa manera una constelación se va desarrollando de menos a más, pero nunca a más de lo resulte

necesario.

Acabas de decir que observas cómo se mueven. ¿Esos ya son

movimientos del alma?

Esos ya son movimientos del alma.

Sin embargo, al observarte durante el trabajo a veces corriges los movimientos. O a veces ya ves los movimientos antes de

que el representante siga esos movimientos. A menudo se muestra hacia dónde se quiere dirigir el movimiento. Por ejemplo,

hace un movimiento con las manos, las manos se mueven un poco hacia adelante. Eso significaría que quiere ir hacia

adelante. Pero quizás se mueva hacia atrás. Pero yo ya vi con anticipación hacia dónde quiere dirigirse el movimiento del

alma, y entonces lo corrijo adecuadamente. El movimiento que se muestra espontáneamente es el que lleva adelante la

constelación. Si yo permitiera el otro movimiento la constelación perdería su dirección o sólo la volvería a encontrar luego de

algunos rodeos.

Es decir que tú le prestas atención a los primeros movimientos que surgen.

Si, también sobre todo a los movimientos de los ojos. En el ejemplo de la constelación de la madre y el hijo, si la madre no

mira al hijo sino que mira hacia otro lugar, entonces allí

falta alguien. O si el hijo mira hacia otro lugar, también lo veo. Cuando uno hace esas observaciones se percibe si un

movimiento permite avanzar y si tiene fuerza o no la tiene.

Ejemplo: mujer enferma de cáncer

Recuerdo la constelación de una mujer enferma de cáncer que tenía miedo de morir. Configuré a la muerte y a ella la

coloqué enfrente. No se atrevió a mirar a la muerte y cuando la animé a que lo hiciera, apartó la vista. Luego cayó hacia atrás

en el piso y quedó muy claro: ese era un movimiento que surge cuando uno se niega a mirarle a los ojos a la muerte.

Entonces evidentemente era un movimiento que alejaba una solución. Hubo otros que de inmediato quisieron ayudarle

porque consideraban que eso para ella era importante. Pero no era importante. Lo importante fue que se volvió a poner de

pie y le miró a la muerte a los ojos.

¿Es ese el movimiento del alma, eso de volver a ponerse de pie y mirarle a los ojos a la muerte? ¿Y cómo distingues eso del

movimiento de la mujer cuando caía hacia atrás? Caerse hacia atrás era puro miedo, es decir que era un rechazo del

movimiento del alma. Pero el verdadero movimiento del alma no era que mirara a la muerte a los ojos, ese sólo fue el

comienzo. Recién una vez que ella había mirado a la muerte a los ojos comenzó el movimiento del alma. Y es que muy

lentamente fue cayendo de rodillas, abrazó los pies de la muerte y se recostó junto a ella en el piso. Allí ella estaba en

sintonía y en paz con la muerte. Ese fue el verdadero movimiento del alma. Es decir que iba mucho más allá de lo otro.

La persona que en ese momento sólo preguntase; ¿Cómo te sientes?, es decir en esa situación le preguntaría a la muerte de

esa forma, no captaría los sutiles movimientos del alma.

Cuando uno te observa durante este trabajo, el lenguaje, las palabras, ocupan cada vez menos espacio. Cuando comienza el

movimiento del alma, en el fondo no es necesario decir nada.

Ejemplo: israelitas y palestinos

Aquí recuerdo también otra constelación. En un curso en San Francisco había un joven judío que tenía la intención de rodar

una película documental sobre niños israelitas y niños palestinos. Durante los últimos meses había observado que todo se le

desmoronaba, que no podía hacer más nada. Le dije: "Yo te voy a mostrar por qué esa película no puede ser rodada". Le

solicité que configurara a representantes de dos niños israelitas y de dos niños palestinos. Desde el conocimiento acerca de

las conexiones en las familias se sabe que aquí los hijos jamás harían algo que los padres no permitiesen. Es decir, trabajar

únicamente con los niños sería no reconocer los órdenes vigentes aquí. Por ese motivo agregué a los padres de esos niños, es

decir una pareja para cada dos niños. Los ubiqué junto a sus hijos y los padres israelitas estaban frente a los padres

palestinos.

El papá israelita miraba continuamente al piso y quedó claro que allí se debía colocar a alguien. Estaba mirando a alguien con

quien mantenía una relación importante. Por 4o tanto elegía un hombre y le pedí que se acostara boca arriba entre las dos

parejas de padres. El hombre israelita estaba muy movilizado, miró hacia él durante largo rato, luego cayó de rodillas y se

recostó a su lado. Allí se tranquilizó y estaba en paz. No se pronunció palabra alguna durante toda la constelación. En ese

instante interrumpí la constelación y no di explicaciones, porque lo esencial quedó muy en claro.

Tampoco, por ejemplo, acerca de quién era ese hombre que fue colocado en el piso. ¿Tampoco eso significaba algo en ese

sentido?

Quedó muy claro que se trataba de alguien que fue asesinado, es decir alguien a quien ese padre israelita había asesinado o

que fue muerto en la guerra. De esa manera se puso de manifiesto que no sería posible rodar una película sobre niños

israelitas y niños palestinos hasta que los padres miraran aquello que entre ellos no fue solucionado ni expiado.

En este caso y también en otros me doy cuenta cómo los clientes en la superficie, en primer término, están confundidos y

que no han recibido una respuesta clara a su pregunta. Y que recién horas después, a veces días después y a veces mucho

más tarde, se desarrolla un proceso. Ello contradice a muchos que buscan soluciones rápidas y que también quieren lograrlas

mediante constelaciones familiares.

Ejemplo: mujer adicta a la comida

En Santa Bárbara tuvimos a una señora que pesaba alrededor de 150 kgs. Para empezar le dije: La persona que acumula

tanto peso come, consume, por así decirlo, a la madre rechazada. Luego le pedimos configurarse a sí misma y a la madre. La

madre se encontraba girada hacia el otro lado y mirando hacia adelante. La hija se encontraba a su lado y levemente detrás

de ella, pero también girada hacia otro lado. Miré a la madre para ver si quizás hacía algún movimiento, pero no hacía

ninguno. Pero para mí estaba muy claro que quería caer hacia atrás. Me ubiqué detrás de ella para que no le pasara nada.

Luego cayó hacia atrás al piso y giró hacia el lado contrario a la hija. Luego giré a la representante de la hija para que mirara a

su madre. Sin embargo, no tenía amor alguno hacia la madre y no podía ni quería ir hacia ella. En ese momento interrumpí la

constelación. Ya le había mostrado claramente el trasfondo de su adicción a la comida a la dienta, ciertamente sin lograr una

solución.

La terapeuta de esa dienta de inmediato quiso consolarla y estaba enojada conmigo. Decía que yo no había trabajado

correctamente con la dienta. Pero yo no permití que me hiciera dudar y confié en el movimiento del alma de esa dienta. A la

terapeuta le aconsejé que esperara para ver si tal vez, a pesar de todo, más tarde ocurría algo sanador. Unos días después

asistió a otro curso y me informó que ahora la dienta me había comprendido.

Es decir, el coraje de confiar en los movimientos del alma más allá de la constelación, es parte del trabajo.

En ese sentido los movimientos del alma en este trabajo no

están terminados. ¿Eso es así?

Exactamente. Siempre son movimientos iniciales, y luego

continúan.

Los muertos

En este contexto quiero ver si podemos avanzar un paso más. A veces en los cursos dijiste que tratas de encontrar una

fórmula general para soluciones o para intervenciones terapéuticas para resolver implicaciones. ¿También tiene algo que ver

con eso?

Sí, tiene que ver. Aquí "fórmula general" significa encontrar soluciones sin necesidad de saber todos los detalles del pasado.

A eso que estoy probando y falta mucho para que termine pertenece la pregunta ¿Qué ocurre cuando se incluye a los

muertos en la mirada de la familia? ¿Cómo es posible contactarse con ellos? ¿Qué nos viene de ellos? ¿Qué es lo que nos

llega de ellos en lo que se refiere a fuerza o a bendiciones; de manera que luego nos liberamos de ellos y ellos de nosotros?

De esa forma ellos tienen su paz, y nosotros con su bendición somos libres. Esa fue la primera imagen que tuve.

Ejemplo: mujer que murió en el parto

Sin embargo, ahora se puso de manifiesto que muchos muertos miran con malos ojos a los vivos, como si todavía

pretendieran algo de ellos, como si todavía algo debiera ocurrir. Entretanto intentan llevar a los vivos junto a ellos en la

muerte. Eso fue llamativo en una constelación en Italia.

Un médico que había enfermado de cáncer, contó que su hermana y su madre habían fallecido de cáncer, y que él tenía otra

hermana más. La madre de la madre había fallecido en el parto de la madre. De acuerdo con lo que se sabía hasta ese

momento y tal como lo describí en Órdenes del Amor, intenté convencer a la abuela de que mirara a la hija con amor y que

la bendijera para que siga viva. Pero la representante de la abuela quería que su hija fuera con ella. Realmente quería llevarla

hacia ella.

Entonces coloqué a su hija hacia un costado de manera que los nietos quedaran frente a la abuela. La abuela trataba de

llevar también a los nietos junto a ella en la muerte. Todo intento de convencerla de que ella estaba muerta mientras que los

demás estaban vivos y que ella estaba tratando de llevar a los vivos junto a ella a la muerte, no pudieron persuadirla para

que sus nietos permanecieran vivos. De manera que aquí quedó bien claro que también hay un movimiento contrario a la

vida desde los muertos hacia los vivos. Eso también explicaría por qué muchos vivos tienen miedo a los muertos, ya que

temen que los muertos no sólo los miren con buenos ojos sino también con hostilidad. No es hostilidad en lo que se refiere

al sentimiento, sino en el sentido de que tienen la necesidad de traer hacia sí a los vivos como si ellos mismos aún estuvieran

con vida.

En ese caso la solución fue girar a la abuela de manera que mirara a los muertos, en dirección opuesta a los vivos, para que

tomara conciencia de que estaba muerta. En ese instante su hija pudo girar hacia sus hijos. Luego agregué a su marido

junto a ella. Entonces los hijos formaron un círculo, se abrazaron y repentinamente sintieron: ahora tienen permiso para

vivir.

Es decir que a esos movimientos también hay que tenerlos en cuenta. Soy consciente de que a muchos eso les parece

extraño y que consideran que sería posible presentar reparos desde otros contextos frente a ese tipo de movimientos o ese

tipo de observaciones. Sin embargo, la persona que hace eso no puede ayudar aquí.

Ejemplo: mujer indígena, cuya hermana tuvo un accidente fatal

He observado que durante alguna constelación tú ocasionalmente giras las cabezas de los representantes de muertos hacia

los demás muertos de generaciones anteriores. También he observado que a veces cierras los ojos de los representantes de

muertos o pides que los cierren, y también he observado que llevas a los muertos al cuidado y a los brazos de sus padres.

Aquí siempre se trata de representantes de muertos, como para que quede bien claro, y ellos casi siempre están recostados

en el piso. Un caso que tuvimos hace poco fue que una mujer indígena dijo que su hermana había fallecido en un accidente y

que su pequeña hija quería ir al cielo con esa tía. Es decir que la hija es atraída por su tía, por así decirlo. Curiosamente, en el

mismo lugar en el cual había tenido lugar ese accidente, otros dos miembros de la familia así como alguien más habían

tenido un accidente fatal. Eso demuestra que a veces también hay lugares en los que queda atrapado algo que atrae las

desgracias, si no se hace algo como para reconciliar aquello que está enemistado con la vida.

En la constelación los representantes de los cuatro muertos estaban recostados de espaladas en el piso, uno al lado

del otro. Esa tía, la hermana de esa mujer indígena, tenía los ojos abiertos y miraba a los vivos. Aquí entonces la experiencia

nos dice que hay una solución girando a los muertos hacia el otro lado, sobre todo si uno gira su cabeza de los vivos hacia el

lado de los muertos, para que miren a los muertos que les precedieron. Aquí fue así: ni bien la cabeza de la representante de

esa tía fue girada en dirección opuesta a los vivos, cerró los ojos. En ese sentido ya estaba reconciliada con su muerte. Luego

su sobrina se pudo girar, la pudo dejar con los muertos y dirigirse nuevamente hacia la vida. Eso por supuesto primero tuvo

que hacerlo su madre, es decir la hermana de esa mujer accidentada, porque en realidad ella quería seguirla y la niña sólo lo

quería hacer en su lugar.

A veces, cuando uno quiere cerrar los ojos a los muertos, por ejemplo cuando los padres quieren cerrar los ojos de sus hijos

muertos, no lo hacen. Los vuelven a abrir. De esa forma se ve que aún hay algo que no fue resuelto. En ese caso uno trata de

encontrar lo que todavía debe ser resuelto. Cuando uno presta atención a esos movimientos quizás uno encuentra esa

solución.

Aquí evidentemente se trata de una intervención en el reino de los muertos. Un terapeuta puede hacerlo y tiene el permiso

de hacerlo si lo hace sin soberbia, al servicio tanto de los vivos como de los muertos y si después y eso es muy importantese

vuelve a retirar de inmediato. Uno no debe permanecer en ese ámbito. Eso no hace bien.

Los ancestros

¿Eso significa que no te encomiendas a los muertos? Bueno, yo me encomiendo a los muertos de mi familia. Los percibo a

mis espaldas como una fuerza poderosa. Cuando durante una constelación familiar uno coloca los ancestros a las espaldas

de una persona, los ancestros paternos y los

matemos, y le pide a la persona que respire profundamente, es posible ver cuánta fuerza fluye hacia ella y, curiosamente,

también calor. Hay muchos que en esos casos sienten mucho calor. Ese es un buen movimiento de los muertos hacia los

vivos. Muchas soluciones recién son posibles cuando no miramos solamente a la familia inmediata, sino cuando el individuo

recibe la fuerza para la solución a través de la bendición de los ancestros.

La muerte

¿Es decir que tú te encomiendas a la muerte? A la muerte de todas maneras. La persona que tiene miedo a la muerte no

puede hacer este trabajo. La persona que no puede acompañar allí donde para el individuo es necesario mirarle a los ojos a

la muerte, donde también es necesario reconocer que su tiempo se ha cumplido, esa persona no puede hacer este trabajo.

Ella misma debe estar familiarizada con la muerte en el sentido de un profundo respeto y resguardo. La muerte es una

mensajera de algo grande que ama.

En ese contexto dijiste: la muerte nunca llega demasiado temprano.

Sí, y siempre llega en el momento apropiado. Eso también forma parte. Porque mucha confusión en las constelaciones y de

hecho en las terapias se origina porque nosotros adjudicamos la muerte de una persona a una persona, por ejemplo a un

asesino, y luego nos enojamos con esa persona. Sin embargo, muchas constelaciones han demostrado que los muertos o los

asesinados no lo ven así en absoluto. Ellos hicieron la experiencia de que la muerte está en otras manos, de algo más grande,

y de ahí que pueden aceptarla sin sentirse tratados injustamente y sin sentir que murieron antes de tiempo.

Ejemplo: El miedo ante la muerte

Cuando en las constelaciones configuras la muerte a veces va variando. Entonces tú dices que la verdadera muerte en

realidad siempre mira a su maestro y no se mueve. No es tan así. Sin embargo, al configurar la muerte a menudo se pone de

manifiesto que alguien considera a una persona como la muerte. Durante un curso en Italia una mujer tenía un miedo pánico

a que sus hijos pudieran morir y que ella misma pudiera morir. Entonces configuramos: ella, sus hijos y la muerte. El

representante de la muerte se sentó en el piso inmediatamente. Es decir que de repente era un niño. Le pregunté a la mujer

qué había ocurrido en su familia de origen. Dijo que su madre había abortado a nueve hijos y que se ufanaba de ello. Luego

sentamos allí a los nueve hijos, entre ellos también al representante de la muerte, y colocamos a la madre detrás. La madre

estaba muy emocionada y se sentó junto a sus hijos abortados. Allí encontró paz.

Es decir que quedaba muy claro: aquí el miedo ante la muerte era el miedo ante la madre que había abortado tantos hijos. O

sea que configurando a la muerte a veces algo oculto sale a la luz. En ese caso la muerte aún no es la verdadera muerte.

De vez en cuando agrego a la verdadera muerte. En general la verdadera muerte es inmóvil. Simplemente permanece en su

lugar, con claridad, inmutable. Y a veces mira a la distancia a su maestro, como tú bien lo dijiste. Eso naturalmente también

varía. No debe ser considerado con tanta exactitud. Pero esa diferenciación es importante que, al configurar a la muerte, uno

se fije en el movimiento para ver si independientemente de ella algo se va desarrollando, algo que debe ser solucionado

previamente.

El futuro

Lo que también he observado es que cada vez más haces girar a los clientes cuando finalizas el trabajo. Como si quedaran

mirando al futuro.

Justamente, al trabajar con muertos al final es importante que los vivos se vuelvan a inclinar ante ellos una vez más. Pero

una vez que los muertos han encontrado su paz, uno no debe permanecer entre ellos. Entonces uno se retira, es decir que

uno retrocede algo, gira y mira al futuro. Ese es un movimiento importante. En realidad es el movimiento fundamental para

las soluciones. Una vez solucionado algo debe ser dejado atrás, luego, ya libre, mirar hacia adelante hacia el propio futuro.

También allí donde hay hijos que reencuentran a sus padres y los reconocen, he visto últimamente que luego de ese paso

llevas a los hijos hacia adelante.

En la buena solución los padres están detrás de sus hijos, quienes se mueven desde allí hacia su propio futuro. De esa forma

los padres se sienten bien. Eso no significa que la relación con los padres se corta, de ninguna manera. Pero precisamente

porque el movimiento avanza los padres se sienten plenos, porque ven que han cumplido y cerrado su tarea, y que los hijos

están en su propio sendero. Sin embargo, permanecen vinculados con ellos.

Ese movimiento inverso también significa que ya no debería incluir lo que pasó en la mirada. Que debería olvidarlo y no

recordarlo más.

Se requiere una disciplina interna para hacer ese movimiento hacia adelante. Va de la mano del olvido. Olvidar en el sentido:

fue solucionado, lo dejo atrás.

INTRODUCCIÓN

Ayudar es un gran arte. Este capítulo muestra cómo podemos ayudar en sintonía con la realidad, y muestra dónde debemos

ser cautelosos para no excedemos.

Soluciones sin problemas

HELLINGER Algunos tratan un problema como si fuera la causa para su solución. Pero para una solución no necesito un

problema. Cuando yo quedo atrapado en el problema de una persona, tanto esa persona como yo perdemos energía y falta

la fuerza para poder actuar. Por lo tanto es mejor olvidar el problema y mirar la solución.

A una dienta Te cuento un secreto acerca de soluciones. CLIENTA Muy bien.

HELLINGER Para las soluciones no se necesitan problemas. Pero tú acoplas la solución con tu conocimiento acerca de un

problema.

CLIENTA ¿Puedes repetirlo?

HELLINGER Tú vinculas la solución con el conocimiento acerca de un problema. El problema siempre es un obstáculo para la

solución. Eso en realidad está claro. Si yo ahora me dedico a investigar el problema, he armado obstáculos para la solución.

CLIENTA Eso lo puedo ver.

Intuición y solución

En ese contexto quiero develar otro secreto. La intuición sólo actúa cuando miro hacía la solución. La mirada de aquel que

contempla el problema se vuelve estrecha. Observa los detalles y se le pierde el todo. El que mira hacia la solución siempre

tiene al todo en su mirada, y desde ese contexto más

grande ve la salida. La salida nos hace un guiño desde algún lugar, y entonces uno se dirige hacia ella inmediatamente.

Las soluciones siguen al amor

Un problema surge en aquel lugar en el cual alguien ama. Por ese motivo sólo puedo comprenderlo a él y a su problema, una

vez que haya encontrado aquel punto en el que se muestra su amor.

Por ende, la solución debe cooperar con la misma fuerza que causa el problema. Es decir que aprovecha el mismo amor que

hizo surgir el problema. Sólo se le da otra dirección a ese amor, una dirección más sana, más feliz, y eso para todos los

involucrados. Es decir, le señalo a alguien cómo puede amar mejor y que en la solución el amor se muestra más radiante que

reteniendo el problema.

Ese entonces es el único secreto de la psicoterapia. Sin embargo, hay que ver al amor y a la solución, no se puede fantasear.

Debe ser correcta. Por ese motivo debe precederle una percepción. En este camino a veces también es posible equivocarse.

Pero eso no importa, siempre y cuando uno tenga el objetivo en la mirada y el amor.

La descripción de un problema lo mantiene en pie

Cuando una persona tiene un problema o una enfermedad, luego de un tiempo la relata siempre de la misma manera. Ese

relato y la descripción interna hacen que para el problema sea casi imposible soltarse. Porque la descripción del problema

sirve para mantenerlo en pie. El primer paso en dirección a una solución sería apartarse de la descripción habitual.

Apartarse sirve para la solución

Yo no trabajo con ¡deas o conceptos fijos. No tienen en consideración al flujo de la vida. Es posible observar ciertos órdenes.

Al mismo tiempo una y otra vez aparecen variantes. Cuando uno se instala en un concepto o una ¡dea fija, por ejemplo la

idea del aspecto del orden original, también es posible equivocarse. Por ese motivo me voy retirando cada vez más de esos

conceptos fijos. Trato de comprender una situación y trato de poner algo en movimiento. Pero lo que ocurre concretamente

con un cliente no lo sé. Para mí está totalmente abierto. No tengo una imagen de la salida de una cosa.

Las limitaciones de las acciones que ayudan

Cuando uno trata con una persona difícil ayuda imaginarse que tiene cuatro años de edad e imaginarse en qué situación se

encontraba esa criatura de cuatro años como para desarrollarse de manera de ser ahora la persona adulta que está frente a

nosotros. De esa forma uno casi siempre siente compasión y repentinamente comprende por qué esa persona se comporta

de tal manera. Esa es una buena forma de acceso.

Lo segundo es confiar en la propia alma como para que busque y encuentre el camino para la solución. Luego uno sigue a la

propia alma, internamente forma una alianza con una fuerza buena y va percibiendo por dónde van los caminos hacia una

solución. A veces el alma da la voz de "¡Alto!". En ese caso uno se detiene y aguarda.

Cuando una persona me pide que yo le ayude, en primer lugar compruebo si aún tiene futuro. A menudo una persona me

pide consejo y ayuda y se nota que su fin está cerca. Ha llegado a su límite y no tiene más futuro. Entonces yo miro junto con

ella al límite y a lo que aún persiste entre ellos y le ayudo a colmar aquello que aún le queda. No más. Hacer

como que todavía le queda mucho por delante sería un engaño.

En el caso de otras personas, es posible detectar que aún les queda mucho por delante. Sólo hay ciertos obstáculos en los

cuales quedan atrapadas. Por ejemplo un movimiento amoroso interrumpido tempranamente les impide proseguir. En ese

caso voy junto con ellas a ese lugar y a ese momento en el cuál un movimiento amoroso importante fue interrumpido y

resuelvo con ellas lo que todavía quedaba por resolver. O rescato junto con ellas lo que han dejado allí y que ahora pueden

volver a tomar, que ahora tienen permiso de volver a tomar. Luego ellas pueden continuar solos.

Sin embargo, uno no debe permanecer mucho tiempo en el pasado, caso contrario el futuro es sacrificado en pos del pasado.

El trabajo con lo que pasó debe mantener una proporción correcta con relación a la brevedad de la vida. Si se ocupa un

ochenta por ciento de la vida para remediar el pasado, se trata de una desproporción. La vida siempre avanza y continúa.

Sólo si en el pasado hay un obstáculo y aún queda algo por resolver vuelvo con la persona hasta allí, lo resuelvo cuanto antes

e inmediatamente vuelvo a mirar hacia adelante junto con ella.

Hay otros que llegan a un límite porque se encontraban en el camino equivocado. Hacía bastante tiempo se habían decidido

a apartarse de su camino y a seguir ese otro camino que terminó extraviándolos. En esos casos la solución sería volver a ese

punto en el cual se desviaron, es decir que vuelvan a desandar todo el camino equivocado y en el cruce vuelvan a comenzar

desde el principio a recorrer el camino verdadero. Sin embargo, si una persona estuvo recorriendo durante mucho tiempo el

camino equivocado en general no regresa. Es entonces como si hubiera llegado hasta su límite, y eso hay que respetarlo.

A menudo una persona, al llegar a un límite, no puede cruzarlo y yo tampoco puedo hacerlo con él. En ese caso yo aguardo

junto con él en el límite y veo si desde el otro lado del límite llega una indicación o una señal. O si la persona reúne una

fuerza que posibilita dar el paso para cruzar el límite. Entonces quizás para ello pido la ayuda de una persona importante del

pasado para que asista a esa persona. A menudo se trata de alguien que era temido. Porque los tesoros más grandes con

frecuencia los custodia el enano más feo. Por ese motivo, muchas veces, es justamente la persona que en la familia era más

despreciada la que cuida los tesoros más valiosos y los regala cuando es reconocida.

*

Cuando trabajo con un cliente en la terapia me formulo algunas preguntas:

Una de las preguntas que me formulo es: ¿Cuánto tiene aún por delante? Si veo que sólo tiene poco por delante le ayudo a

que mire al final a los ojos. No más. Eso es lo adecuado en esa situación. En ese caso la seriedad surge del final.

O me pregunto: ¿Tiene todavía un camino por delante pero está atascado? ¿Qué es lo que lo detiene? ¿Hay un obstáculo

que hay que remover para que el camino quede libre para él? En ese caso trato de encontrar ese obstáculo, por ejemplo a

través de una constelación familiar. Si en ese caso se detecta una implicación, uno la resuelve para él.

Otra pregunta es: ¿Dejó algo en el pasado que aún debe recuperar como para poder continuar? Tal vez necesita la bendición

de los padres, o un movimiento amoroso interrumpido debe ser cumplido para que algo pueda ser ordenado y él pueda

continuar.

Una tercera pregunta que me formulo dice: ¿Está en el camino equivocado? ¿Ha recorrido un camino que lo aleja de su alma

y de sus necesidades y de su conducción? En ese caso vuelvo con él a ese punto en el cual se desvió como para que desde allí

retome el otro camino desde el comienzo. Sin

embargo, la experiencia es que cuando alguien estuvo bastante tiempo recorriendo el camino equivocado, ya no lo vuelve a

desandar. En ese caso es como que se encuentra frente al final. Eso entonces hay que reconocerlo. PARTICIPANTE Las

personas que durante mucho tiempo recorrieron el camino equivocado a veces experimentan un acontecimiento

estremecedor en la vida, por ejemplo por un accidente, una enfermedad grave, por una separación. Entonces llegan al límite

existencial y recuperan la conciencia, por así decirlo. ¿Ves una posibilidad en la terapia de llevarlos al límite existencial o a

divisar el final?

HELLINGER Si te comprendo bien, en esta situación el accidente es una advertencia. Eso me recuerda al profeta Balaam del

Viejo Testamento. Él venía andando en su burro para bendecir un pueblo contrariando la orden de Dios, ya que en realidad

debía maldecirlo. Resulta que él había recibido dinero de ese pueblo. Es como que habían pagado la terapia por adelantado.

Entonces él venía en su burro bordeando un precipicio. Repentinamente el burro no quiso avanzar más. Balaam lo castigó,

pero el burro seguía sin querer avanzar. Balaam lo volvió a castigar. Entonces el burro giró su cabeza hacia él y le dijo: ¿Es

que no ves al ángel de Dios con la espada? Recién en ese momento Balaam también miró hacia adelante y vio al ángel con la

espada. De esa manera fue detenido en su sendero equivocado, por así decirlo.

A veces eso también ocurre con nosotros. Ocurre una vivencia profunda, o nos encontramos en un callejón sin salida. Quizás

enfermamos o sufrimos un colapso y recobramos los sentidos, por así decirlo.

Cuando tengo alguien así en la terapia y conmigo mismo también lo hagovuelvo al punto en el cuál me desvié. O en el

punto en el cual me encuentro en esos momentos debo cambiar la dirección. Eso también ocurre. En ese caso le ayudo al

otro a tomar el camino en esa otra dirección. En ese caso la desgracia es también una bendición.

PARTICIPANTE ¿Cuando ves que alguien está en el camino equivocado, ves alguna posibilidad de, por así decirlo, mostrarle el

ángel con la espada sin una intervención a través de algún medio terapéutico?

HELLINGER Eso lo hago, por supuesto, y es lo que hice recién aquí. Pero en el caso de traumas muy grandes a veces hay que

desviarlo bruscamente.

Hace poco contaba un médico durante un congreso que salió en bicicleta con su mujer y sus dos hijos cuando alguien los

llevó por delante con su Porsche. Salió a buscar a las víctimas y sólo encontró piezas del cuerpo de su mujer y uno de los

hijos. Él mismo y el otro hijo habían sobrevivido ¡lesos. Era terriblemente difícil ver cómo ese hombre había quedado

petrificado en su dolor. Luego configuré la familia, incluyendo al perpetrador. De un lado se encontraban él y su mujer y sus

hijos, y el perpetrador apartado. El hombre manifestaba una ira enorme hacia ese hombre. Pero esa ira impide que uno mire

al verdadero acontecimiento y a la muerte a los ojos.

Luego le pedí que mirara a su mujer y al hijo muerto y que volviera a mirar con atención todo lo que había ocurrido. A

continuación ubiqué al hijo vivo a su lado y le pedí que dijera a la mujer y al hijo muerto que los despedía con amor y que él

permanecería con vida junto con el otro hijo. De esa forma encontró la fuerza como para seguir viviendo. Repentinamente

también quedó muy claro que el perpetrador ya no tenía ninguna importancia.

Esa sería una situación así, dónde hay que zamarrear a la persona. Pero realmente había que integrar toda la seriedad

mirando a los muertos y a la muerte a los ojos. Recién en ese momento sintió el dolor profundo, ese que libera. El reproche

hacia el perpetrador y la ira o la autocompasión impiden ese dolor y con eso la solución sanadora.

Cuando trabajo como terapeuta a veces veo que una persona se encuentra frente a un obstáculo que debe superar para

poder continuar. Entonces como terapeuta soy el indicado para ayudarle a superarlo. Mediante una constelación familiar,

por ejemplo, encuentro una solución para ella.

Sin embargo, a veces una persona se encuentra en un camino equivocado o en un callejón sin salida. Entonces yo soy el

indicado para quizás volver a llevarlo de regreso allí donde para él el camino continúa. He visto que a veces alguien en cierto

punto se aparta de la verdad de su alma y del movimiento interno que su alma en realidad le está indicando. Ahí es donde

inicia el camino equivocado. Cuando una persona ha transitado el camino equivocado durante mucho tiempo, ya no lo

desanda. Pero si yo puedo, lo llevo de regreso a ese punto en el cual se apartó. Allí entonces vuelve a comenzar. Algunos

insisten en el camino equivocado y quieren que yo les ayude a avanzar en él. Eso no lo hago. Cuando me doy cuenta de que

alguien me quiere convencer para que lo acompañe en el camino equivocado, interrumpo. Tan sólo por mi propia lealtad

interna no participo de ello.

Luego hay personas en las que veo que no les queda mucho tiempo de vida. Para ellas la vida ya está concluida.

A un cliente con el que trabajó antes No es que lo haya visto así en tu caso. En tu caso vi que todavía tienes tiempo. Pero

estás reconciliado. Desde allí para ti el tiempo se ha cumplido.

Pero a veces también veo que alguien tiene muy poco tiempo, y que a pesar de ello quiere hacer una constelación familiar

conmigo o hacer todo tipo de cosas. Eso no lo hago. En ese caso lo llevo a contactarse con el final. Estando en contacto con el

final, cumple su tiempo en paz.

Mirar el tiempo que queda

Cuando yo trabajo con alguien me hago una imagen del tiempo de vida que aún le queda. Si el tiempo es limitado me

pregunto: ¿Tiene sentido ir al pasado? ¿De qué sirve? ¿O es que, si alguien aún quiere solucionar algo en el pasado, la

atención se desvía de lo esencial, es decir del final inminente, a algo secundario? Para el terapeuta es fácil caer en la

tentación de tratar de hacer algo porque en verdad es difícil enfrentarse a la muerte junto con el paciente. En caso de una

enfermedad grave, a menudo uno debe mirar el final y ver qué es lo que para una persona es bueno y esencial durante el

tiempo que le queda.

En sintonía con la muerte

El terapeuta está en sintonía con la muerte. Eso es muy importante. Cuando está en sintonía con la muerte tiene la fuerza

más grande porque entonces tampoco tiene temor. El que está en sintonía con ella ya no puede sentir temor y eso le da

fuerza. Pero justamente cuando, estando en sintonía con la muerte, uno ya no tiene la necesidad de salvar y ve que es tal

cual es, allí se da un destello de esperanza, pero no a través de una intervención sino precisamente por no actuar. Estando

alerta y centrado pero sin actuar, tal vez aún se de una posibilidad. Un terapeuta que está en sintonía con la muerte, no

puede ser manipulado. También eso es importante.

Vínculo y progreso

Quiero decir algo acerca del vínculo. Muchas desgracias tienen sus raíces en el vínculo. El niño está profundamente vinculado

con su familia. Y no sólo se refiere a los padres y hermanos, sino también a los ancestros. Dado que a través del

vínculo comparte el alma familiar, también participa de los destinos de esa familia. Considera que demuestra su amor

compartiendo esos destinos.

Es decir, que si alguien en esa familia fue asesinado, considera que demuestra su amor por la víctima muriendo también,

quizás. O si el padre se suicidó considera que el amor le pide que muera temprano, igual que él. Yo a eso lo denomino la

dinámica de: "Yo te sigo". O si el niño ve que uno de los padres quiere morir dice: "Yo lo hago en tu lugar". De esa manera a

través del amor y a través del vínculo continúa la desgracia.

Ayer vimos en algunos ejemplos lo que le cuesta al individuo salirse de ese vínculo y hacerlo no mediante un amor más

pequeño sino con un amor más grande. Por ejemplo, del hombre cuyo padre se suicidó y que quiere seguirlo, exige más

amor hacia su padre permanecer vivo que morirse. Es que el alma del niño se siente más unida en la desgracia, es decir se

siente inocente en la desgracia. Mientras que, asintiendo a una solución y dando la espalda a la muerte y girando hacia la

vida, se siente culpable. Por ese motivo la solución exige tanto progreso al alma.

Es decir, la solución solamente existe a través de una evolución interior. En alemán solución es una palabra de doble sentido.

Cari Jung lo llama individuación. Es decir que a través de la solución uno es aislado y en cierta manera se vuelve más solitario,

pero al mismo tiempo pleno de fuerzas y capaz de hacer algo nuevo.

Todo progreso que aleja de la desgracia, que aleja de la discordia y lleva hacia la paz pasa por aislamiento en ese sentido.

Porque ese tipo de aislamiento permite que yo me pueda orientar hacia un todo más grande que anteriormente. El hijo que

en su amor busca permanecer inocente, queda prisionero de su propia familia. Aquel que en el aislamiento progresa hacia

algo más grande no solamente está vinculado a su familia sino a muchas familias, a familias diferentes, puede unir

opuestos en su interior, está vinculado con un todo más grande y por lo tanto también puede estar al servicio de algo más

grande. Es decir, cuando alguien que vio una solución vuelve a caer en la desgracia, se siente más inocente y más pequeño. Si

se libera y mira hacia adelante se siente culpable, pero más grande.

Actitudes terapéuticas fundamentales

Hay dos actitudes básicas diferentes para trabajar con pacientes. Una es "Yo soy responsable del resultado, depende de mi

proceder". Esta actitud está muy difundida. En ese caso un terapeuta se hace cargo de la responsabilidad por la vida y la

muerte de un paciente. Eso es muy riesgoso.

Mi forma de proceder es que veo qué es lo que hay. Eso lo saco a la luz, en la medida en que me es posible hacerlo. Una vez

que salió a la luz, lo que actúa es lo que fue sacado a la luz y yo ya no actúo. Ahí yo me retiro.

En el caso de este paciente salió a la luz que no estaba dispuesto. También salió a la luz para ustedes y salió a la luz para él. Si

yo ahora interviniese en oposición a lo que él mostró, yo me consideraría más importante que la realidad que salió a la luz.

En ese caso tal vez lograría justamente lo contrario de aquello que quiero.

PARTICIPANTE ¿En su opinión es posible una mejoría de la enfermedad a través de esa sola constelación o sería necesaria

una contención posterior? ¿Cómo sigue? HELLINGER ¿Cómo podría yo saberlo? De esa manera yo me pasaría a la actitud:

"Yo soy responsable de ello". No lo soy. Es que yo trabajo con los destinos, no en su contra. Yo me asocio a lo que es. Si por

ejemplo veo que alguien quiere morir en su destino, no me interpongo en el camino. ¿Cómo podría hacerlo? Pero en todo

destino también hay un ofrecimiento por el que el individuo puede optar. Yo acompaño a

ese ofrecimiento mientras tenga el permiso de hacerlo. Cuando eso se termina, yo también termino. PARTICIPANTE ¿Y cómo

continúa ahora este trabajo? ¿No está planeado continuar desde un principio? HELUNGER Evidentemente es muy difícil

decidirse por la diferenciación entre las dos actitudes básicas. Eso sería una vez más en el sentido de la propia planificación,

una vez más en el sentido de asumir la responsabilidad. Pero nadie sabe mejor qué es lo necesario y lo adecuado que el

paciente mismo. Nadie puede arreglárselas mejor con ello. Nadie tiene más contacto con la propia alma que él mismo. Si yo

me interpusiera, su alma no tendría oportunidad. Es decir que este trabajo es muy humilde, lejos de todas esas intenciones

de sanar, de tratar de controlarlo todo o de controlar el éxito. Lo que actúa aquí muestra que la vida no es lo máximo. Aquí

actúa algo más, algo que es mucho más grande y eso es lo que yo tengo en la mirada.

Cuando en su afán de perfección un terapeuta considera que debe solucionar todo lo pendiente, lleva la energía hacia sí

mismo y curiosamente se la quita al paciente. En ese caso él se vuelve la persona importante, todo debe enfocarse hacia él,

su forma de trabajar y qué es lo que hace. Pero el hecho de que el alma del paciente o de la paciente es mucho más fuerte

que todo lo que el terapeuta hace, eso pasa a un segundo plano.

La ronda

Ronda significa que cada uno a su turno puede decir lo que lo mueve y cuál es su pedido. En una ronda nadie puede tomar

partido, ni a favor ni en contra, ni interpretar en algún sentido. Es decir que todo queda centrado en el terapeuta. De esa

forma cada uno está seguro de que nadie puede interferir en algo de lo que dice. El terapeuta hace terapia individual en la

ronda, por así decirlo. Así cada uno puede mostrarse a su

manera, sin estar expuesto a un juicio. Así rápidamente se adquiere mucha confianza.

En la ronda yo trabajo inmediatamente con alguien cuando en él surge algo importante. En general se comienza la ronda a la

izquierda. La energía circula de la izquierda hacia la derecha. En dirección inversa da una sensación completamente

diferente, un sensación molesta.

Entonces, por un lado la ronda sirve para que cada uno pueda decir cuál es su pedido y para que durante la ronda también

puedan trabajar con su pedido. Sin embargo, si en el grupo se trabajó intensamente durante bastante tiempo, entre los

participantes surge una necesidad de compartir. Se les da la oportunidad para hacerlo en una ronda corta. En ese caso cada

uno puede decir cómo se siente, qué le sucede a raíz de lo ocurrido y si quizás habría algo más para agregar. Durante ese tipo

de ronda, el terapeuta no trabaja individualmente, a no ser que haya algo extraordinario que requiere su intervención.

Dos tipos de ayuda

La muerte no se preocupa por la ciencia. La culpa tampoco. Allí donde se trata de lo profundo, la llamada psicoterapia

científica no es apropiada. La psicoterapia científica tiene su importancia allí donde se trata de determinados síntomas que

pueden ser tratados, es decir donde se sabe: aplicando determinados pasos se obtienen determinados resultados, por

ejemplo en el caso de una fobia. Allí está muy indicado. Pero a nivel del destino no alcanza. Se requiere otra cosa.

El respeto

Quisiera comentar algo más acerca de la discreción. Esta máxima reserva naturalmente también es válida frente al cliente.

Una vez comprendí la importancia de la discreción en forma

especial cuando un amigo psicoanalítico me preguntó qué debía hacer con su hija que mojaba la cama. Sugerí que le contara

cuentos en los que se cierra una llave de agua o que algo que perdía se impermeabilizaba. Por ejemplo cómo Caperucita Roja

quiere ir a lo de la abuela y ve que la canaleta tiene una pérdida sobre la puerta de entrada. Piensa, voy a repararla de

inmediato. Se dirige hacia el granero, encuentra brea, repara la canaleta y luego llega seca al recinto de la abuela.

Él le contó algunos cuentos así y tuvo buenos resultados de inmediato. Ya no mojaba la cama. Dado que era analítico le llamó

la atención algo curioso. Cuando en otras oportunidades le contaba cuentos a su hija y los modificaba en lo más mínimo, ella

protestaba. Pero esa vez no había protestado. Eso es verdaderamente curioso. Es decir que él le había dicho algo importante

y, al hacerlo, había respetado la dignidad de la niña. La niña no tenía por qué sentir vergüenza. En un nivel muy profundo de

la historia había un acuerdo entre el padre y la hija, sin que lo esencial haya sido mencionado. La niña pudo abandonar su

síntoma sin perder su dignidad.

Sin embargo, si él por ejemplo hubiera dicho: Cuida de volver a mojar tu cama, caso contrario tú misma deberás limpiarla o

algo similar, hubiera tenido el efecto contrario.

Esa también es la forma de tratar a los clientes. No en el sentido de los buenos consejos habituales, sino de una manera que

los respeta profundamente. Por ese motivo ni siquiera presto atención cuando alguien me cuenta cosas negativas de sí

mismo o de otra persona. Para mí es suficiente saber algunas cosas externas. Con ello ya tengo todo lo que es importante

para la solución.

Es decir que el terapeuta no debe querer saber más de lo que el cliente necesita. Caso contrario estaría llevando adelante

una investigación. Y eso es una cosa completamente diferente de hacer terapia. O estoy al servicio de una solución, o soy

curioso acerca de algo. Allí donde la curiosidad

entra en juego, se interrumpe el proceso que llevaría a la solución. Cuando hay curiosidad no hay intuición.

Mucha asistencia y ofrecimientos de ayuda vienen de una posición altanera. En ese caso uno es el que ayuda y el otro debe

tomar esa ayuda. El ayudador da, y el otro toma. Esa es una linda sensación. Pero ese tipo de ayudadores luego de un tiempo

se asombran porque otros ya no quieren eso de ellos. Un santo, Vicente de Paúl, una vez reveló un secreto a un amigo. A

pesar de que era un experto en dar ayuda, o, justamente por serlo, le aconsejó: "Cuando te quieren ayudar, ten cuidado". Es

muy arriesgado ayudar, muy arriesgado.

Requiere más fuerza colocarse al lado del que necesita ayuda y no hacer nada, simplemente estar, por ejemplo junto a un

enfermo, o junto a un moribundo, o junto a un discapacitado. Simplemente estar, sin hacer nada. Eso requiere fuerza. Eso es

humilde, y eso provoca algo bueno.

La discreción

Hace un rato me vino a ver una paciente y me contó que anoche estaba sentada al aire libre y alguien se sentó a su lado y le

preguntó qué es lo que había vivenciado en su constelación. Ella vivió esa situación como que le estaban quitando algo y le

hizo daño.

En este trabajo terapéutico tanto el terapeuta como el cliente deben tener en cuenta que lo que ha ingresado en el alma

debe permanecer en paz allí y no debe ser sacado a la luz a la fuerza, ni comentado detalladamente. Debe ser tratado con el

máximo cuidado, caso contrario uno vuelve a romperlo.

El mayor daño que un terapeuta puede causar es dar cabida a la curiosidad. Cuando un cliente entra en el juego de contestar

a alguien que le formula preguntas por curiosidad, pierde algo que para él es muy valioso.

Manteniendo la máxima reserva, los facilitadores ayudan a su propia alma. Porque en lugar de ser curiosos permanecen

centrados, y de esa forma reciben comprensiones completamente diferentes que emprendiendo algo y queriendo actuar.

Porque aquello que tomamos en la mano, fácilmente en la mano se convierte en cenizas.

La resistencia

Si yo coloco lo menos importante junto a lo importante asignándole el mismo valor, estoy restándole valor a lo importante.

Aquí no es necesario lograr la perfección.

Lo que también ocurre es que: el individuo conserva su dignidad al ofrecer resistencia, y cuanto más hace el terapeuta, tanto

más resistencia provoca en el cliente. Por lo tanto, cuanto más rápido se retira una vez que le ha dado impulso a algo, tanto

más libre está el alma del cliente para encontrar su propio camino y, de esa manera, también conservar su propia dignidad.

Consecuencias que perduran

HELLINGER Algunos hechos tienen consecuencias que no pueden ser revertidas. En esos casos, un terapeuta no debe

intervenir e intentar revertirlo como si fuera capaz de hacerlo. La solución sería que alguien lo mirara y dijera: "Si, así es, y yo

estoy de acuerdo con esas consecuencias", por ejemplo la total soledad. En eso habría grandeza. PARTICIPANTE ¿En ese

caso, grandeza es una fuerza que trae vida y que sana?

HELLINGER Sí, sería eso. Grandeza tiene que ver con renuncia. La persona que es realmente grande ha renunciado. Está libre

para hacer algo grande porque ha renunciado.

Compartir el sufrimiento

Cuando conocemos los destinos de ciertas personas, desde su familia o por su enfermedad o su discapacidad, a menudo

tenemos la tendencia de compartir el sufrimiento. Si lo hacemos, ¿cómo se siente el que sufre? Se vuelve temeroso de

mostrar su sufrimiento porque ve que arrastra a otros a su sufrimiento. Y aquellos que comparten su sufrimiento quitan

parte de la fuerza que tiene aquel que sufre, orientándola hacia sí mismos. Ese es un proceso curioso. Debilita al que sufre y

debilita al que comparte el sufrimiento. Debilita a ambos.

Detrás de ello actúa una imagen según la cual el sufrimiento es algo grave. Pero no sabemos si es así. Lo determinamos

según una medida superficial y arbitraria. Lo que verdaderamente es, permanece oculto para nosotros.

Por lo tanto, para el ayudador se trata de cuidarse ante la lástima. Caso contrario pierde su fuerza. La actitud que resguarda

la propia fuerza y protege la del que sufre es acompañar con respeto, sin intervenir. Acompañar serenamente y aguantar

junto con él, sin sufrir. Es estar con el otro con serenidad. Se logra si en lo más profundo estamos en sintonía con el mundo

tal como es: con el sufrimiento que trae, con la lucha que trae, con el final que le está dado a todo. Desde esa conexión

profunda a veces surge la capacidad de ayudar a alguien. Pero no es una capacidad que tiene el ayudador, sino una fuerza

que viene de la sintonía compartida. Ambos, el cliente que sufre y el ayudador, están en sintonía. El rumbo de un destino

puede ser modificado si el destino mismo así lo quiere. Por ese motivo el ayudador permanece completamente sereno.

Cualquiera sea la salida, ya sea que a la persona que sufre se le obsequia un progreso, algo sanador, ya sea que la persona

que sufre solamente mira a los ojos a su enfermedad y a su destino con más serenidad.

PARTICIPANTE FEMENINA Si yo recuerdo profundamente algo de mi propia historia al ver algo y si comienzo a llorar, en

realidad es más para mí. En ese caso en sí no lloro por las personas. En ese caso yo no les quito fuerza, ¿verdad? HELLINGER

Si, exactamente. Cuando el sufrimiento de otro lo moviliza a uno mismo indica que uno comparte la condición de ser

humano. Eso es algo completamente distinto a lástima. En ese caso uno está en el mismo bote con él, por así decirlo.

La integridad

PARTICIPANTE FEMENINA ¿Qué se hace con el ansia de integridad, qué representa?

HELLINGER El ansia de integridad o perfección, también puede denominársela así, es un ansia muy sanadora, y te puedo

decir cómo lograr la perfección, la plenitud. Porque es algo muy sencillo.

Algunos pasan 40 años en el desierto para lograr la plenitud. Pero lo que yo he averiguado acerca de la plenitud es que es

algo muy simple: Cuando cada uno de aquellos que pertenecen a mi familia, los vivos y los muertos, tienen un lugar en mi

corazón, yo me siento pleno. Mientras uno solo quede excluido, yo me siento incompleto. Lo curioso de la plenitud es:

cuando todos ellos están reunidos en mi interior, yo soy libre.

Psicoterapia en sintonía

Quiero decir algo acerca de este tipo de psicoterapia. Yo la denomino psicoterapia fenomenológica. Pero también es posible

expresarlo en forma sencilla en palabras en alemán y se diría: psicoterapia en sintonía.

El movimiento del terapeuta es que se abstiene de tener objetivos, que por así decirlo se retira de las intenciones del Yo de

lograr algo, y que sin temor, humildemente, se exponga a un todo más grande.

Por ejemplo, no miro a la persona cuando trabajo. Me comunico con el alma, con el alma que se extiende más allá del

individuo. Lo percibo, integrado en su familia y en un sistema más grande. Con ese sistema estoy en sintonía tal como es. Sin

juicios, sin querer que sea diferente o mejor de lo que es. Cuando me entrego a la sintonía de esa manera, ese sistema, eso

más grande, actúa junto conmigo. Me sostiene y puedo encontrar soluciones en sintonía con ese sistema más grande. No es

que yo salga a buscarlas. El sistema me las regala, me las regala a mí y al cliente.

Uno de los fundamentos básicos de este trabajo es, bajo ningún concepto, hacer más de lo que se puede y de lo que se tiene

el permiso de hacer. El terapeuta no es la persona que tiene permiso para modificar destinos si el destino del cliente no lo

autoriza a hacerlo. El terapeuta puede sentir eso en su persona. Su actuar lo centra o lo aparta de su centro.

A veces el sistema se me niega. En ese caso me detengo, sin pretender más de lo que el sistema me permite. Eso es

psicoterapia en sintonía. Una vez que uno se entrega a eso, se reconoce que esos sistemas más grandes obedecen a ciertos

órdenes. Pero éstos no son asibles de manera que uno los tenga a su disposición. Esos órdenes se vuelven a mostrar de una

manera nueva y diferente una y otra vez, en infinidad de variantes.

Es posible compararlo con la música. Allí hay ocho notas, pero qué diversidad surge de ocho notas. Sus distancias están

predeterminadas, eso es un orden. Si ahora uno permite que esas notas sigan una combinación libre y esos órdenes se van

modificando surge algo nuevo una y otra vez, a pesar de estar obedeciendo a un orden. Así sucede también con este

trabajo.

Cómo se irá desarrollando este trabajo, no lo sé. A mí me lleva un río y yo no sé hacia dónde se dirige. Tampoco quiero

saberlo. No puedo vislumbrar qué es lo que está ocurriendo. Hay tantos enfoques nuevos de diferentes colegas. Me sorprende

lo que se va desarrollando. En primer lugar no lo puedo comprender mentalmente, en segundo lugar tampoco lo

puedo manejar y no me puedo imaginar a dónde lleva. Yo hice mi parte. Lo demás lo hacen muchas otras personas. Se

expande como cuando una piedra cae al agua y el agua va trazando círculos. La piedra no es responsable por los círculos que

traza el agua. Aquí lo veo de la misma manera.

CUENTOS E HISTORIAS

INTRODUCCIÓN

i

Al comienzo, este capítulo trae un resumen que en forma concentrada muestra aquello a tener en cuenta cuando se quieren

comprender los trasfondos sistémicos de cuentos y de historias. Con ello me he apartado de mi forma de proceder preferida

y he traído a la orilla una red con pescados que si bien ahora pueden ser observados de cerca, ya no están con vida ni nadan.

Luego retorno al intercambio vivo y brindo ejemplos de cómo ayudar a padres e hijos a través de historias.

Destinos en el espejo de cuentos e historias

Muchos viven de acuerdo con el modelo de una historia, por ejemplo de un cuento. Para ellos entonces ese cuento se vuelve

la historia de su destino. En la psicoterapia luego se trata de desenmascarar esas historias y de esa forma despojarlas de su

efecto. Se debe tener en cuenta lo siguiente.

i. El verdadero tema

A menudo es mencionado al comienzo de un cuento, por

ejemplo:

El lobo y los siete cabritos: el padre excluido.

Rumpelstikin: hijos dados.

Hansel y Gretel: a los niños se los manda a otra parte.

Los músicos de Brema: seres consagrados a morir se unen.

A veces el verdadero tema aparece en la mitad, por ejemplo: El rey de las ranas: asco ante el hombre.

Ocasionalmente también aparece al final, por ejemplo: Caperucita Roja: el lobo en la cama de la abuejaj¡ej abuelo) abusa de

su nieta.

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LIBURUTEGIA BIBLIOTECA// 34I

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2. La ilusión

4. Los vacíos

Todas estas historias contienen una ilusión que ayuda a encubrir el verdadero tema. La ilusión provee la energía con la cual

el problema se mantiene vivo. Al desenmascarar la ilusión, la desilusión agota esa energía. A menudo esa ilusión aparece al

final de la historia, por ejemplo:

La bella durmiente: cuando despierta luego de cien años sigue siendo una joven;

La cenicienta: si persevera llegará un príncipe; Monedas de oro: una vez que la niña termina de regalar todo, recibe su

recompensa.

3. El punto de inflexión

Es aquel punto en el transcurso de la historia en el que comienza el desarrollo trágico. Generalmente en ese punto el héroe

sucumbe ante una tentación de soberbia y una ilusión engañosa. Por regla general la soberbia se muestra al hacerse cargo de

una responsabilidad y obligación en un ámbito originariamente superior. Por ejemplo, cuando un niño asume la

responsabilidad en ámbitos reservados para los padres, o cuando un sirviente se entromete en el ámbito de su amo.

Ejemplos:

Hamlet: pretende vengar al padre en contra de la propia madre;

Juan el fiel: asume el rol de padre para el joven rey, a pesar de

ser solamente un criado;

El sastrecillo valeroso: es un casamentero mentiroso. Se casa

con la hija del rey, pero ella descubre que él es tan sólo un

sastre;

Hermanito y hermanita: la hija se atribuye rescatar al padre.

(El hermanito es el padre. Hablando claramente, esta es la

historia de una niña por cuya concepción prenupcial los

padres estaban obligados a casarse).

Uno debe preguntarse quién o qué fue omitido, por ejemplo:

La señora Hollé: el padre;

La mesa milagrosa: la madre;

Blancanieves: el padre;

Rumpelstikin: la madre;

La bella durmiente: la primera mujer del padre.

La persona o cosa faltante a veces simboliza la sombra, por ejemplo:

Juan el fiel: la madre faltante del rey tal vez murió en el parto de éste. De la misma manera quizás también la madre faltante

de Senta en El holandés errante de Richard Wagner.

5. Las estrategias engañosas

a. Distracción mediante esperanzas engañosas (ilusión), por

ejemplo:

La princesa y la arveja: ser susceptible es suficiente.

b. Distracción hacia un detalle secundario, por ejemplo:

El lobo y los siete cabritos: el séptimo cabrito en la caja del

reloj;

Rumpelstikin: oh, qué bien que nadie sabe…

Alexis Sorbas: él baila.

c. Contradicciones entre lo que se hace y lo que se dice al res

pecto, por ejemplo:

Siddharta: puede permitirse de todo, lo más importante es

que se vuelva sabio;

El principito: el suicidio es bonito.

d. Contradicciones entre el sentimiento que se espera y el

sentimiento que se muestra, por ejemplo:

Alexis Sorbas: en el caso de la persona engañada, alegría en lugar de ira.

6. La transferencia

Ejemplo:

Ruiponche: la venganza se transfiere del padre al amante. Lo

mismo en Turandot.

El holandés errante: el amor se transfiere de la madre (que

murió temprano) al marino.

La walkiria: la ira se transfiere de la mujer (Fricka) a la hija

(Brunhilda).

7. El lugar en la vida

Mirando a aquellos que en su vida parecen seguir cierta historia, se reconocen situaciones de vida que se repiten y a las que

se refiere la historia, por ejemplo: Hermanito y hermanita: el hermanito que es incapaz de retenerse ante el manantial es el

padre que la madre y la hija experimentan como sexualmente irreprimible (como en el caso de un encuentro sexual que llevó

a un casamiento obligado); El patito feo: fue interpolado un hijo; Juancito el feliz: un abuelo perdió una fortuna; La bella y la

bestia: una hija no puede liberarse de su hogar porque se siente responsable por el padre (malo); La cenicienta: además de la

hija también su madre y la madre de ella se han comportado como Cenicienta. El lobo y los siete cabritos: además del hijo

también su padre y el padre de él se sintieron despreciados por sus mujeres.

8. Los síntomas

Cuando alguien prefiere cierta historia a menudo muestra

ciertos síntomas o actitudes, por ejemplo:

Las monedas: a veces anorexia;

La ondina del estanque: dolores de piernas;

La bella durmiente: en su presencia otros se duermen; a

veces también se detuvo el crecimiento a los 13 años;

El lobo y los siete cabritos: el relator de la historia a menudo

tiene barba;

Juan el fiel: el relator de la historia ríe cuando pierde algo.

9. Las soluciones

A veces la historia misma ofrece una solución, por ejemplo:

Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era el

miedo: ante todo el héroe debe aprender a encarar a una

mujer;

Hansel y Gretel: hermanos deben reconocer que dependen

completamente de ellos mismos;

La ondina del estanque: debe retornar junto con los de su

especie.

10. Contrahistorias

La siguientes estrategias se ofrecen para quitar el poder a esas historias de destinos:

4.Contarlas aclarando el texto

5.Exagerar la ilusión

6.Tomar la dirección opuesta en el punto de inflexión, por ejemplo:

El pequeño Juan: no regresa con la madre, sino que continúa su viaje;

Hamlet: en lugar de vengar al padre, viaja a Inglaterra con Ofelia

7.Introducir la persona o cosa omitida

8.Desenmascarar las estrategias engañosas

9.Alusiones relativas al lugar en la vida

10.Aprovechar las soluciones insinuadas en la historia

ii. Ejemplos de contrahistorias

Rumpelstíkin

Cuando el criado le dice a la reina que averiguó el nombre del enano, ella le pide que se lo diga recién cuando éste aparezca

frente a ella a la mañana siguiente. Cuando él llega, ella le pregunta al criado: ¿Cómo se llama? Él contesta: Rumpelstíkin. La

reina, sobresaltada, dice: Rumpelstíkin, ese era mi pequeño hermanito enajenado.

La bella durmiente

Cuando la princesa cae en su profundo sueño, su papá está de viaje. Cuando regresa y ve que todo el castillo había caído en

un profundo sueño, recuerda la maldición de la decimotercera hada. La manda llamar para pedirle explicaciones. Cuando

aparece frente a él, reconoce en ella a su primera mujer.

Ayudar a los niños mediante historias

Las historias que les cuento a ustedes son historias para padres, y luego a través de los padres son historias para niños,

pequeños y grandes.

Al comienzo contaré historias que sirven en casos de enuresis, y para estreñimiento y encopresis. Más adelante cuento

además una historia para un niño obstinado. Esos son sólo ejemplos, pero pueden ayudar a los padres a encontrar e inventar

historias propias. Les será mucho más fácil si tratan de encontrar una solución con amor.

Ocurre a menudo que internamente los niños saben lo que necesitan. Pero no quieren que nadie se lo diga, sino que deberá

surgir de una comprensión interna. En ese caso es posible contarle cuentos al niño de manera de formar una alianza con esa

buena comprensión del niño, una alianza amorosa, como con un confidente, y así se le cuenta al niño determinadas historias

que le ayudan a superar una dificultad.

Enuresis

Ocasionalmente los padres tienen problemas porque sus hijos ya más grandes padecen enuresis. A esos niños se les puede

contar historias en las que se intercalan pequeñas escenas. Por ejemplo se cierra una llave de agua, o se repara la canaleta

de un techado.

Caperucita Roja, por ejemplo, llega a lo de la abuela, está por entrar por la puerta y advierte que la canaleta tiene una

gotera. Entonces se dice: "Primero arreglaré este tema". Se dirige al granero, busca algo de brea, lleva una escalera, sube y

repara la canaleta, para que la puerta de entrada no se moje. Luego entra a ver a la abuela.

O de mañana, uno de los siete enanitos viene a ver a Blancanieves quejándose de que exactamente por encima de él la

lluvia pasa por el techado de manera que a la madrugada amanece en la cama completamente mojado. Blancanieves dice:

"Repararé eso de inmediato". Mientras los enanitos se dedican a su trabajo ella trepa al techado, observa que una de las

tejas está levemente fuera de lugar y la coloca correctamente. Cuando el enanito vuelve a la noche está tan cansado que

olvida preguntar por el techado. A la mañana también se olvida dado que todo está en orden.

Un papá cuya hijita tenía enuresis le contó ese tipo de cuentos a la noche y tuvieron un efecto inmediato. A la mañana su

cama estaba seca. Pero al mismo tiempo él experimentó algo más que era curioso.

Anteriormente, cuando a la pequeña le contaba historias a la noche, ella solía prestar mucha atención para que él las contara

siempre de la misma manera, sin agregar ni omitir nada. Pero con ese tipo de digresiones ella no protestó en lo más mínimo,

sino que las tomó con total naturalidad. Ello demuestra que el alma sabia del niño forma una alianza con la persona

que relata el cuento. El alma quiere la solución sin que se lo digan abiertamente, de manera de que el niño pueda hacer

algo nuevo por comprensión y estímulo alentador.

Por supuesto la niña percibió lo que el padre decía, caso contrario no habría tenido efecto. Pero dado que el padre no había

nombrado el problema, respetó el pudor de la niña. La niña se sintió profundamente respetada por la forma tan cuidadosa

con la que él la había tratado, y entonces pudo reaccionar.

El niño sabe que moja la cama. No es necesario que yo se lo cuente. Y que no debe mojar la cama también lo sabe. Eso

tampoco es necesario que se lo cuente. Si yo le doy un consejo o le llamo la atención sobre su problema, se siente inferior. Y

si sigue el consejo, los padres han ganado autoestima y el niño ha perdido autoestima. Se defiende rechazando el consejo.

Precisamente porque le he dado un consejo, debe hacer otra cosa como para conservar su dignidad. La dignidad es lo

máximo para toda persona, incluso para un niño. Sólo cuando el niño percibe un profundo amor en el consejo puede seguirlo

gustosamente.

Estreñimiento

A los niños que padecen de estreñimiento se les puede contar una historia acerca de una bolsa a la que se le hace un agujero

por el cuál pierde su contenido. Por ejemplo: un enano llevaba una bolsa pesada llena de arena. Le pesaba tanto y le hubiera

encantado deshacerse de ella. Inesperadamente dio contra una rama quebrada. Esa rama agujereó la bolsa y ésta se vació. Y

el enano estaba muy aliviado.

Encopresis

También es posible contar una historia con efecto contrario, es decir para un niño con encopresis, o sea incontinencia de

sus heces. Por ejemplo: otro enano también cargaba una bolsa que le pesaba mucho. Pensó ¿para qué he de cargarla

durante tanto tiempo?, la golpeó intencionalmente contra una rama como para agujerearla y así vació su contenido. El

enano estaba contento de que la bolsa estuviera tan liviana y ni siquiera giró para mirar lo que dejaba. Cuando llegó a su casa

la mamá estaba triste porque el saco había estado cargado de oro. El enanito se propuso: "La próxima vez cargaré la bolsa un

poco más, aunque me pese".

Este tipo de historias son útiles porque brindan imágenes de éxito y solución cuando uno ya no sabe que más hacer. Estas

imágenes movilizan las fuerzas propias.

Además, los niños tienen una instancia interna muy aguda que se cierra con facilidad cuando esas historias no son relatadas

desde el sentimiento de benevolencia.

Hay algo más que es importante para que las historias puedan actuar. Como ya decía, no se debe mencionar el tema ni la

enuresis, ni el estreñimiento, ni la ropa sucia. Simplemente se cuenta una historia, deja el tema en clave y confía en que el

niño mismo encuentre el camino adecuado para sí. Por ese motivo a menudo es mejor si la historia es relatada como en

segundo plano, por ejemplo en la mesa, o si el padre se la cuenta a la madre y viceversa, de manera que ni siquiera quede en

claro hacia quién va dirigida realmente esa historia. O se dice que uno se enteró cómo un padre le contó una historia a su

hijo. Luego se cuenta la historia, pero ya no al niño, sino que a él se le cuenta cómo otra persona contó la historia.

Hay algo más a tener en cuenta al relatar ese tipo de historias. Preste atención a la sensación diferente y al proceso interno

cuando digo: "Caperucita Roja tenía la intención de reparar la canaleta. Fue al granero etc… O cuando digo: "Caperucita Roja

se dijo: Voy a reparar esto. Luego fue al granero, etc…

Si yo cuento lo que alguien se propuso, por ejemplo Juancito se propuso: "Yo le voy a ayudar a mi madre hoy" u "Hoy lo

haré más rápidamente" u "Hoy me voy a fijar bien cómo funciona eso", entonces el niño, al escucharlo en la historia, se dice

esas frases a sí mismo internamente. De esa forma actúan como un buen propósito sin que se le haya exigido eso.

Niño obstinado

Ahora cuento una historia para un niño enojado u obstinado.

En alguna parte del sur, al amanecer, un pequeño mono subió a una palmera sacudiendo un coco pesado en sus manos y

gritando con todas sus fuerzas. Asilo oyó un camello que se acercó, alzó la mirada y le preguntó: "¿Qué te pasa hoy?". "Estoy

esperando al Gran Elefante. ¡Le pegaré una paliza con el coco que se va a enterar!". Pero el camello pensó: "¿Qué querrá

realmente?". Al mediodía pasó un león, se acostó debajo del árbol dispuesto a dormitar. Escuchó al pequeño mono, lo miró

desde abajo y preguntó: "¿Qué te sucede hoy?". "Estoy esperando al Gran Elefante. ¡Le pegaré una paliza con el coco que le

reventará el casco!". Pero el león pensó: "¿Qué le pasará realmente?". Por la tarde vino un rinoceronte, se extrañó al oír al

mono y preguntó: "¿Qué te pasa hoy?". "Estoy esperando al Gran Elefante. Le pegaré una con el coco que le reventará el

casco!". El rinoceronte, sin embargo, pensó: "¿Qué querrá realmente?".

A última hora de la tarde llegó el Gran Elefante, se rascó en la palmera y tomó algunas ramas con su trompa y las comió.

Encima de él, sin embargo, el pequeño mono

estaba encaramado y en absoluto silencio. Después, el Gran Elefante levantó la mirada, vio al pequeño mono y preguntó:

"¿Te pasa algo hoy?". "¡No, nada. Durante el día estuve gritando un poco, pero no lo habrás tomado en serio, ¿verdad?". El

elefante, empero, pensó: "¿Qué querrá realmente?". Después escuchó a su manada y se marchó majestuosamente.

El pequeño mono aún se quedó quieto largo tiempo. Después, tomó el coco, volvió al suelo, lo pegó contra una roca y lo

reventó. Luego bebió su leche y comió su fruto.

*

Hay algo más para tener en cuenta. El inconciente no conoce la negación. Si por ejemplo los padres le dicen al hijo: "Presta

atención para no caerte", el alma escucha: "Presta atención para caerte". El alma no escucha el no. Por lo tanto es útil

formular ese tipo de frases en positivo, es decir sin emplear la palabra no. Por ejemplo: "Presta mucha atención y cuídate".

"Que llegues bien a la escuela". "Maneja el cuchillo con cuidado". Por lo tanto también es aconsejable formular de esa

manera las frases que un niño pronuncia en una historia.

RELIGIÓN

INTRODUCCIÓN

Hablar sobre religión es riesgoso porque no sabemos nada acerca de aquello a lo que se refiere. Sin embargo, podemos mirar

qué ocurre en nosotros cuando de alguna u otra manera nos acercamos a lo religioso, y qué efecto tiene no sólo en nosotros

sino también en otros, si une a las personas o las separa. Este capítulo trata de la toma de conciencia de estos efectos.

Las religiones

Las religiones que conocemos aquí en Occidente se basan en la diferenciación de bien y mal. Son, por así decirlo, el último

exceso de la diferenciación de bien y mal.

¿De dónde proviene esta diferenciación? No la conocemos en otro lugar, únicamente entre los hombres. Allí existe esa

diferenciación entre bien y mal. Si ahora averiguamos dónde se encuentran las raíces de esta diferenciación vemos que se

encuentran en la conciencia, a saber, en una conciencia muy limitada.

La conciencia es el último mito en Occidente que aún clama por ser esclarecido para finalmente superar los terribles efectos

de este mito. Es que en realidad la conciencia es un impulso natural. Es un instinto gracias al cuál podemos percibir algo

directamente. De manera similar que con el sentido del equilibrio percibimos de inmediato si estamos o no estamos en

equilibrio, mediante la conciencia podemos percibir de inmediato si tenemos permiso de pertenecer o no. Si tenemos

permiso de pertenecer a nuestra familia o no.

Es decir que la conciencia solamente hace la diferencia en esa situación: tenemos el permiso de pertenecer o no lo tenemos.

Por ese motivo la conciencia no es determinada por cualquier tipo de principios generalizados sino muy concretamente

por la pregunta: "¿Qué debo hacer para poder pertenecer y qué debo evitar para no perder la pertenencia?".

Conciencia tranquila por consiguiente no significa otra cosa que "Puedo estar seguro de que pertenezco", y conciencia mala

no significa otra cosa que "Debo temer que me he jugado el derecho a la pertenencia".

Es similar a lo que ocurre con el sentido de equilibrio. Cuando perdemos el equilibrio, nos mareamos. Esa sensación de

mareo, dado de que es tan desagradable, nos obliga a restablecer el equilibrio de inmediato. De la misma manera la mala

conciencia también nos obliga a modificar nuestra conducta de forma tal que se nos permita nuevamente pertenecer. Bien,

esa es la función principal de la conciencia.

De allí proviene para nosotros la discriminación entre bien y mal. Pero la conciencia hace la diferencia entre bien y mal sólo

en este sentido: bien es lo que me garantiza mi pertenencia, y mal es lo que la pone en peligro. Por ende, la diferenciación

entre bien y mal se refiere únicamente a la familia. Para la familia está mal lo que no concuerda con la familia. Con la ayuda

de esa conciencia, o impulsado por esa conciencia, yo puedo condenar y excluir a los otros, a los que son diferentes. De esa

forma la diferenciación entre bien y mal, que es introducida por la conciencia dentro de la familia, se transfiere también a la

relación entre los grupos.

Aquellos grupos que pueden ser útiles o que son similares a mi propia familia, son considerados parte de los buenos y son

incluidos. Para la conciencia, todos los demás son malos y son excluidos. Según instrucciones de la conciencia, ese mal puede

ser combatido. Según las indicaciones de la conciencia puede, e incluso debe, ser erradicado para que finalmente el bien se

consagre vencedor. Esta diferenciación entre bien y mal con todas sus consecuencias se remonta a esa conciencia.

El cristianismo y muchas otras religiones se basan en esa diferenciación y por lo tanto tienen un sector para los buenos el

cielo y un sector para los malos el infierno. Por ese motivo es lícito observar con placer cómo aquellos que van al infierno

son consumidos por las llamas de ese lugar. Es grave eso, es realmente grave.

Conectada a eso está la idea de que Dios reconoce y sanciona esas diferenciaciones de la conciencia, es decir que a todos los

que siguen a su conciencia los recompensa y a los otros, a los que no la acatan, los castiga. Todas las cruzadas, todas las

guerras religiosas se remiten a esa diferenciación.

Este fue un aspecto de la conciencia. Hay un segundo aspecto. La conciencia reacciona al equilibrio entre dar y tomar. Es

decir, si yo recibo algo, desde mi conciencia siento el impulso y la necesidad de compensar dándole algo a aquella persona

que me había regalado algo. Recién, luego de haberle dado algo, me vuelvo a sentir bien. Esa necesidad ocupa un rango muy

alto dentro de la familia y dentro de todos los grupos porque posibilita el intercambio de dar y tomar. Sin la necesidad de

compensación no existiría el intercambio que hace posible las relaciones humanas.

La necesidad de compensación tiene un efecto doble. Si yo recibí algo bueno, doy algo bueno, y si alguien me hace daño, yo

también le hago daño. La necesidad de compensación se refiere a ambos, bien y mal. También eso es importante dentro de

la familia.

Al margen quiero mencionar aquí que en la relación entre las parejas es importante compensar tanto en lo bueno como en lo

difícil. Eso significa que cuando uno le hace algo al otro, el otro también debe hacer algo al primero sólo que un poco

menos. Ese "poco menos" aquí sería lo decisivo porque luego puede recomenzar el intercambio de lo bueno. Pero ahora

volvamos al tema principal.

Si yo me considero favorecido por el destino, sea cual

fuere, por ejemplo porque salvé mi vida, también siento la necesidad de compensar. O cuando alguien dice que ha recibido

algo de Dios, siente la necesidad de devolverle algo a Dios a cambio, como si Él fuese una contrapartida humana a la espera

de mi compensación. A partir de esta necesidad de compensar surgen los sacrificios sangrientos. Toda la sangre de las

víctimas nace de esa necesidad de compensar. Toda expiación nace de esa necesidad. Actuar de acuerdo a eso es lo que

luego se denomina religioso.

¡Terrible!

Los sacrificios de niños señalan esa dirección, los sacrificios sangrientos de los tiempos pasados y los no sangrientos,

aparentemente no sangrientos, de los tiempos actuales, donde se sacrifican niños en la esperanza de que Dios bendiga la

familia a cambio, o donde se sacrifican niños para que expíen la culpa de los padres.

¿Cuál sería la solución aquí? La solución sería lo que yo insinué en mi historia "La otra fe". A ese Dios, del que se dice que

exige el sacrificio de niños, hay que contradecirle abiertamente. Uno debe apartarse de él dirigiéndose hacia algo más

grande, algo que permanece misterioso. Ese sería el paso decisivo. La única forma de salir de todo ese círculo diabólico

diabólico aquí es la palabra correcta es lograr, superando nuestra conciencia, encontrar, reconocer y activar el bien común,

el bien que une a todos.

A eso llevan los movimientos más profundos del alma. Comienzan allí donde la diferenciación entre bien y mal fue superada.

Esos profundos movimientos del alma, en definitiva llevan hacia la reconciliación y a la unión de lo que en el bien y el mal

está separado. Pero esa deserción, esa superación de la conciencia, no nos resulta fácil. Es una tarea altamente espiritual y el

resultado de una purificación del espíritu y del corazón.

Como epílogo traigo aquí la historia a la que hacía referencia anteriormente:

La otra fe

Un hombre, en sueños, oyó una noche la voz de Dios, que decía: "Levántate, toma a tu hijo, a tu único y bienamado hijo,

llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto".

Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su hijo único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a

su Dios. Levantó al niño, lo llevó al monte, construyó un altar, le ató las manos al niño y sacó el cuchillo para sacrificarlo. Pero

en ese momento oyó otra voz, y en lugar de su hijo sacrificó un cordero.

¿Cómo mira el hijo al padre?

¿Cómo el padre al hijo?

¿Cómo la mujer al hombre?

¿Cómo el hombre a la mujer?

¿Cómo miran ellos a Dios?

¿Y cómo Dios suponiendo que exista los mira a ellos?

También otro hombre, por la noche, oyó en sueños la voz de Dios, que decía:" 1Levántate, toma a tu hijo, tu único y

bienamado hijo, llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto!". Por la mañana, el hombre se levantó,

miró a su hijo, su hijo único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Y le respondió, cara a cara:

"¡No lo haré!".

¿Cómo mira el hijo al padre?

¿Cómo el padre al hijo?

¿Cómo la mujer al hombre?

¿Cómo el hombre a la mujer?

¿Cómo miran ellos a Dios?

¿Y cómo Dios suponiendo que exista los mira a ellos?

El respeto ante el secreto

Mirando imparcialmente lo que ocurre en las almas cuando las personas se consideran religiosas, es posible ver que la

experiencia religiosa comienza cuando alguien llega a un límite más allá del cual no es capaz de mirar, y más allá del cual sus

conocimientos, sus deseos, sus angustias no llegan. Para mí la actitud religiosa adecuada sería detenerse ante ese límite y

respetar el secreto que se encuentra detrás del mismo. Eso es devoción y humildad al mismo tiempo. De esa actitud surge

una gran fuerza, justamente por respetar ese secreto.

Algunos no lo aguantan, eso incierto y grande, eso que quizás vislumbramos pero no podemos comprender. Reflexionan

acerca de lo que hay detrás, o intentan influenciarlo mediante rituales o sacrificios u oraciones o lo que sea. Esa es la religión

tal como la vivimos mayormente, pero es diferente a aquella religión que acabo de describir. Esquiva al secreto y a su fuerza

y a su enorme lejanía.

La psicoterapia también existe en estas dos formas. Hay un tipo de psicoterapia que pretende poder ir más allá de los límites

y obligar y modificar destinos. Y hay otra psicoterapia que se detiene ante el secreto y lo toma en serio tal como es. Por

ejemplo, toma en serio que alguien vaya a morir porque está enfermo. No intenta hacerle creer que con determinadas

psicoterapias puede evitar la enfermedad y la muerte, sino que lo lleva a ese límite y espera junto a él. Así el terapeuta está

en recogimiento, centrado, humilde y con más fuerza de esa manera que intentando cambiar el destino.

La psicoterapia que muestro aquí es de ese tipo. Por ese motivo tiene una dimensión espiritual o religiosa, pero únicamente

en ese sentido de detenerse ante el secreto y respetar el secreto.

Quedarse quieto

A veces reflexiono acerca de psicoterapia y religión. Algunos opinan que este trabajo es religioso, o espiritual. Pero yo no

estoy seguro.

El sentimiento religioso nos surge cuando llegamos a un límite, o cuando nos encontramos ante un secreto que no podemos

penetrar. En ese instante nos detenemos. En lugar de avanzar, nos detenemos. Ese detenerse es lo esencial del sentimiento

religioso y de la experiencia religiosa: detenerse ante el límite y ante el secreto. Si ustedes hacen la experiencia internamente

de lo que es detenerse, podrán sentir un movimiento en el alma o en el pecho o en el corazón. En ese instante algo se

expande. Es justamente el detenerse lo que nos une con lo que está más allá del límite y más allá del conocimiento.

Detenerse une.

Esa forma de sentimiento religioso o vivencia religiosa es muy sencilla, y en esa actitud y en esa vivencia todos son iguales.

No hay diferencia alguna. Es una vivencia que cada uno de nosotros hace para sí mismo. Entre aquellos que se atreven a esa

vivencia de detenerse surge una comunión, una comunión profunda, humilde. Eso es religión que une.

En ese punto, cuando nos detenemos ante ese límite, nos damos cuenta cuánta fuerza nos cuesta estar simplemente quietos

y no avanzar. Nos es difícil aguantarlo. A muchos les es difícil detenerse. En lugar de hacerlo, intentan avanzar más allá del

límite.

Se hacen imágenes, tratan de averiguar algo, construyen un sistema de pensamientos acerca de aquello que podría

encontrarse más allá, quizás también tengan experiencias especiales y, sin estar realmente en conexión con aquello que está

más allá, lo llaman una experiencia religiosa.

Algunos incluso llegan a difundir esa así llamada experiencia religiosa y exigen que otros crean en su experiencia religiosa.

Eso es curioso. Para mí eso es no religioso.

En la psicoterapia o en general en sanación, el médico o el terapeuta o el ayudador o aquellos miembros de la familia que

acompañan la actividad sanadora hacen la misma experiencia de límite y de secreto más allá del cual no podemos avanzar.

En ese caso lo que daría fuerza tanto al que actúa o debería actuar como a aquel que sufre, sería quedarse quieto,

sencillamente, concentradamente. Así experimentan el mismo movimiento interno de expansión que se abre en el corazón,

y de estar centrados. Uno se detiene ante ello, sin importar lo que resulte, aún si se tratara de la muerte. Eso sería religioso

aquí.

Sin embargo, si yo, en lugar de detenerme ante el límite, allí donde se abre, comienzo a actuar, me vuelvo frenético, hago

otro intento más, eso tiene cierta similitud con lo que ocurre cuando una persona se siente al límite pero no se detiene.

Trata entonces de ir más allá del límite, sin que realmente esté capacitado o tenga el permiso de hacerlo.

Imágenes de Dios

PARTICIPANTE FEMENINA con dificultades de respiración Mi hermana estuvo en el convento. Cuando tuvo dificultades

respiración salió del convento y yo la acompañé un poco. HELLINGER ¿Es decir que era una novia de Cristo? PARTICIPANTE

FEMENINA Sí.

HELLINGER Quizás ustedes como hermanas pagan juntas la liberación del convento para reconciliar a Dios. Esas cosas

existen. Algo así es curioso. PARTICIPANTE FEMENINA Sí, muy.

HELLINGER al grupo Porque hay que tener en cuenta que Dios realmente mantiene novias terrenales. Caso contrario estaría

totalmente solo en el cielo. ¿Qué otra cosa podría hacer?

Nosotros nos reímos de eso, pero esasí. Esas son las imágenes internas. Si entonces una de esas novias se desdice de ese

amante, en verdad piensa que le ha lastimado. Es ese

gran "Dios, te alabamos" del que se habla. Esos conceptos de Dios son terribles. Es increíble lo que a veces ocurre en las

cabezas. Todos son niños pequeños, en el fondo. Esa novias cristianas de Cristo o novias de Dios son todas niñas pequeñas.

Curioso.

Eso entonces es un incesto celestial.

Aquí estoy siendo un poco frivolo como para desenmascarar lo absurdo de estos conceptos, y que, no obstante, a veces

determinan toda una vida.

Crítica a (a iglesia

Las grandes instituciones y movimientos, como por ejemplo la iglesia o el cristianismo, pueden ser mirados muy

críticamente, si uno así lo desea. Pero son grandes movimientos históricos en cuyo nombre ocurrieron grandes cosas, tanto

en lo bueno como en lo grave. Ahora, considerar que uno podría enaltecerse y criticarlos como si estuviera por encima de

ellos no va, creo yo. Porque la persona que critica de esa manera saca la fuerza para la crítica de aquello que critica. Aún

tiene un reclamo e incluso en su crítica sigue viviendo de la iglesia y del cristianismo.

El bien más preciado

PARTICIPANTE FEMENINA ¿Si para el alma el bien más preciado no es necesariamente la vida y la salud, es entonces el amor?

HELLINGER Para el niño es amor, y eso en el sentido de que: "De todas maneras quiero pertenecer a ustedes, sin importar lo

que me cueste, incluso si me costara la vida". Ese es el amor del niño. Ese amor es ciego porque al mismo tiempo el niño

tiene el concepto de que puede salvar a sus padres, en caso de que ellos la pasen mal. Por esa razón los niños, cuando se

hacen cargo de ello para sus padres, tampoco tienen miedo a la muerte y no tienen miedo al sufrimiento y no tienen

miedo a la culpa. La fuerza del amor en los niños es increíble. Es ese amor que enferma porque es ciego.

La tarea de la terapia en ese contexto sería sacar a la luz la forma en que el niño ama. Cuando ese amor salió a la luz, el niño

ya no puede amar más de esa forma ciega porque ve que, por ejemplo, la madre, por la que está dispuesto a sufrir, no quiere

eso, porque también ella ama al niño. Entonces el niño debe abandonar los conceptos que ligaban su amor.

Eso trae como resultado una limpieza del alma y una purificación. Así el niño experimenta la salud y a la vida como una

renuncia al poder y a una inocencia y grandeza vivenciadas. Por ese motivo, la transición del amor ciego al amor que sabe es

algo así como una vivencia espiritual, una vivencia que al niño le exige algo. La felicidad luego le exige mucho más que salir y

llorar en voz alta y sufrir.

PARTICIPANTE FEMENINA ¿Cuál es el bien más preciado para el adulto?

HELLINGER Nada es el bien más preciado. Ya no se hacen diferencias. Estando en sintonía no hay nada que sea lo máximo. La

sintonía misma es algo elevado, algo grande. Pero no hay nada máximo. Es igual. ¿Notas lo que el hecho de admitir que todo

es igual mueve en el alma? PARTICIPANTE FEMENINA Un gran espacio.

Movimientos del alma

Este trabajo, y lo que saca a la luz, tiene una dimensión religiosa o una dimensión espiritual, no importa lo que se comprenda

como tal. A veces reflexiono acerca de cuáles son las consecuencias de este trabajo y de lo que saca a la luz para la actitud

religiosa. Nos obliga a reconocer la tierra y a reconocer que de múltiples maneras estamos entrelazados con algo terrenal,

con algo que nos maneja sin que nosotros lo comprendamos. Me parece que muchas religiones se orientan en la dirección

de disuadirnos de mirar a los ojos a esa realidad.

Recién una vez que miremos a los ojos a esa realidad tenemos la profunda humildad que nos une con lo que actúa detrás de

todo y que crea una actitud de confianza de que, al final, ocurre algo que tiene sentido. Lo que me impresiona especialmente

es que, a veces, cuando durante una constelación familiar ocurre algo, eso conduce a soluciones que están más allá de toda

planificación humana, y que esa fuerza es sostenida por amor y que sirve a la reconciliación. Doy un ejemplo de esto.

En un curso, un hombre contó que su mujer hacía varios años que se encontraba en un coma despierto luego de un

accidente automovilístico. Estando en ese estado de coma había dado a luz a una hija. Me solicitó que hiciera una

constelación. Le pedí que configurara una representante para la mujer y esa hija, y un representante para una pareja

anterior de la mujer y uno para él. La hija se encontraba frente a la mujer, la pareja anterior de ella algo alejada, y el hombre

mismo estaba un poco hacia el costado. Luego no hice nada. Sólo tomé asiento y luego el proceso fue transcurriendo por sí

solo al entregarse cada uno al movimiento de su alma y a los movimientos del alma más grande.

Lo primero que ocurrió fue que la pareja anterior de la mujer se acercó a ella lentamente con un amor muy profundo. Se

ubicó detrás de ella y ella se dejó caer hacia atrás cerrando los ojos. La hija se acercó a la madre lentamente. El

representante del hombre, del padre de la hija, al comienzo no tenía sentimientos. A él lo coloqué un poco hacia atrás para

que no perturbara la escena. La hija fue hacia la madre, la abrazó y la pareja anterior de la mujer abrazó a ambas desde

atrás.

Luego el representante del hombre se ubicó detrás de la hija, abrazó a la hija y a la madre de atrás y la pareja anterior de la

mujer se retiró muy lentamente. Es decir, es imposible vivenciar de manera más hermosa y más profunda lo que son los

vínculos, lo que es el amor, lo que corresponde que esté junto. Pero se fue dando completamente por sí solo.

Es decir que hay una fuerza, una fuerza terrenal, que tiene un profundo efecto dirigido hacia el amor y al reconocimiento de

cada uno. Para ella cada uno es equivalente y respetado de igual manera e importante en la misma medida. Está dirigida a

ese tipo de solución. Eso para mí es el actuar de un alma. ¿Cuan grande es? No lo sé. ¿Hasta qué punto abarca? No lo sé.

Pero no puede ser nada divino. Es algo terrenal. Al mismo tiempo en ella actúa una fuerza que también es terrible. Las dos

cosas al mismo tiempo. Una fuerza que es terrible y que también exige lo más atroz. Y, sin embargo, parece que si

permitimos que actúe se dirige hacia ese tipo de acuerdos, que une lo que estaba separado.

Ahora, si uno interfiriera en ese proceso con conceptos religiosos que conocemos de los diferentes credos, el cristianismo

por ejemplo u otras religiones, eso no se podría dar de esa manera profunda. Aquello que nosotros comúnmente

consideramos religioso, aquí perturbaría lo religioso.

Hay algo más para tener en cuenta. El verdadero secreto queda más allá de ello. No es concebible de otra manera que

quedando más allá de ello. Es decir que no se lo puede tomar como movimiento religioso, sino que respetándolo tal como es

se respeta algo que se encuentra incluso más allá.

Si a la luz de estas experiencias uno considera lo que ocurre con personas que transitan un camino religioso, o un camino

espiritual, y que lo hacen de manera intransigente, por ejemplo los monjes budistas o muchos santos de la iglesia católica o

muchos místicos, entonces me parece que esos caminos requieren una depuración y una purificación. Lo ascético a menudo

es una negación de la realidad presente, es marcharse, es rehusarse a reconocer lo cotidiano. También casi siempre se da

que ese tipo de ascetismo va acompañado por una sensación de superioridad sobre la así llamada gente común. Eso es lo

sospechoso del caso. Contradice las experiencias que obligan a ver a todos en un mismo nivel: los buenos y los malos, los

vivos y los muertos.

INTRODUCCIÓN

Muerte y vida se compenetran. Por lo tanto sólo podemos vivir sabiendo presentes a la muerte y a los muertos y estando en

sintonía con ello. Las consideraciones de este capítulo llevan a la muerte y a los muertos, pero también de regreso desde

ellos. A través de ellos la vida se torna más rica.

Recogida y muerte

Recogida significa que muchas cosas se van uniendo de cara a una meta. Por lo tanto, si ustedes a esas fuerzas que primero

van hacia lo diverso las reúnen y luego, ya unidas, las orientan a aquello que ocurre aquí, ustedes compilan lo que ocurre

aquí. Si permiten ser distraídos por otros pensamientos, eso puede perturbar. Y luego podrán intervenir de manera

perturbadora en lo que ocurre aquí. Lo que ocurre aquí a algunos les infunde miedo porque repentinamente aparecen cosas

que excluimos de nuestra vida cotidiana. Aquí, de repente nos vemos confrontados con algo que perturba nuestros

conceptos habituales de bien y mal y de satisfacción.

Algo que molesta mucho es que aquí la muerte aparece como grande y llena de fuerza. Eso es justamente lo que tan a

menudo no queremos ver porque nos da miedo. Muchos ven la muerte como el final y ven lo que viene después como una

pérdida, de manera que para muchos la vida parece ser lo máximo, como aquello que por todos los medios debe ser

retenido el mayor tiempo posible, porque después todo parece perdido. Pero tal como lo pueden ver en estos movimientos

del alma, para el individuo la vida no es tan importante. Son movimientos más profundos los que quitan protagonismo a ese

concepto de que la vida es lo máximo. Uno debe ver que la vida sólo es algo transitorio por un tiempo y que el antes, aquello

que precede la vida, es algo que la supera. Caso contrario la vida no podría surgir de aquello que es anterior. Cuando la vida

se

acaba, vuelve a caer en aquello que estaba antes. Esa es mi imagen. ¿A dónde podría desparecer, sino?

Aquí vemos, al contemplar estas constelaciones, que los muertos no desparecieron, vemos que intervienen de múltiples

maneras, incluso que están tan estrechamente unidos a nosotros que aún mantienen necesidades y expectativas y reclamos

hacia nosotros. Y viceversa, que también nosotros tenemos expectativas y reclamos hacia ellos. Es decir, esos dos ámbitos se

compenetran y nosotros podemos y debemos practicar el juego de alternar muerte y vida y el reino de los vivos y el reino de

los muertos, que se compenetran mutuamente. Así, la manera de centrar y recogernos será muy diferente que mirando

únicamente lo visible, lo inmediato, lo que apela a los sentidos y lo que está vivo. Estaremos enraizados de una forma mucho

más profunda.

Rilke describe esta interacción de los dos ámbitos y la compenetración mutua de una manera muy hermosa en sus sonetos a

Orfeo. Si uno se expone a ello por un tiempo es posible vibrar en concordancia con el vaivén entre vida y muerte y vivos y

muertos. En ese sentido el recogimiento es más profundo y promueve el todo.

Vivos y muertos

He averiguado algo muy importante acerca de los muertos. Muchos de los que están vivos quieren ir con los muertos. Pero si

uno los respeta, los muertos vienen hacia los vivos. Y son amables. Vienen y a distancia están amablemente presentes.

Algunos opinan que los muertos la pasan mal. Realmente hay algunos que opinan así: que los muertos la pasan mal. También

sería posible decir: están cuidados. Sólo los vivos la están pasando difícil. Pero los muertos están cuidados.

A aquel que la respeta, la muerte lo guía. A aquel que le huye, la muerte le da alcance.

Lo que está con vida está incompleto. Los muertos están completos, cumplidos. El anhelo de estar completos en realidad en

el fondo es un anhelo de muerte. Para permanecer con vida debe ser respetado lo incompleto.

Los ascetas anticipan en vida algo que es adecuado sólo más adelante. Por ese motivo tienen algo de extraño.

Ir y venir

Una imagen muy común es que los muertos no están. Están enterrados, y entonces no están más. Luego se coloca una lápida

encima, para que tenga peso y para que ya no puedan salir. Ese es el sentido original de la lápida se encontraba en forma

horizontal y así no están más. Es una imagen curiosa, esa de que no están más.

Martín Heidegger tiene hermosas imágenes al respecto. Dice: De lo oculto algo sale a la luz a lo no oculto, y luego vuelve a

sumergirse en lo oculto. Lo oculto está presente a la manera de lo oculto. Pero está, no es que no está más. Emerge y se

vuelve a sumergir.

La verdad está sujeta al mismo procedimiento. Algo surge de lo oculto y luego se vuelve a sumergir. Por esa razón no la

podemos asir. Jamás tenemos a la verdad firmemente. Algunos opinan que la verdad es valedera y eterna, como si uno la

pudiera tener en la mano. No, se muestra brevemente y vuelve a sumergirse. Aquí también lo vemos así. Cada vez que

emerge es diferente. Tiene muchas caras. Es una característica de lo oculto que sale a la luz.

Así también la vida emerge de lo oculto, de lo que no conocemos, a la luz, a lo no oculto, y vuelve a sumergirse. Lo

verdaderamente grande es lo oculto. Ese es el gran reino. Aquello que está a la luz es algo transitorio y pequeño, comparado

con eso grande.

También los muertos ahora están en lo oculto. Pero su efecto llega, y si les permitimos actuar, la vida es sostenida a través

de ellos.

Sin embargo, el que se hunde en lo oculto antes de tiempo, atenta contra ese proceso. También aquel que insiste en

permanecer con vida más allá del tiempo, aquel que retiene la vida más allá del momento, atenta contra ese flujo de salir a

la luz y luego volver a sumergirse en lo oculto. Ambas cosas van en contra del flujo, retirarse antes de tiempo es como un

desprecio hacia aquello que está a la luz y también el retener, cuando por ejemplo a toda costa uno busca sanarse, aún

cuando el tiempo ya transcurrió. Cuando el tiempo transcurrió es adecuado soltar y sumergirse. Por ese motivo yo, como

terapeuta, retengo a los vivos con vida el tiempo que sea adecuado, en la medida en la que estoy autorizado y con la ayuda

de los muertos. Cuando el tiempo se acabó, no retengo a nadie. Aguardo. No quiero oponerme a ese destino, ir en contra del

flujo para evitar ese sumergirse.

Cuando uno tiene esa actitud tiene algo tranquilizador, algo profundo. Uno puede, en el pensamiento, ir a un ámbito y al

otro. También en la vida uno está unido al origen primario. Lo que está a la luz no está cercenado de lo oculto. Está presente.

El movimiento hacia la muerte

En el alma hay una atracción hacia los muertos y hacia la muerte. Es un movimiento muy suave y profundo. En verdad, todo

el movimiento de la vida es un movimiento que busca regresar al lugar del que surgió. De donde surge la vida, hacia allí

mismo la vida se siente atraída. Ese movimiento muy profundo y suave se pudo ver aquí. Y se pudo ver aquí cuanto más

grande y profundo es ese movimiento en comparación con lo que llamamos felicidad. El que fluye con ese movimiento está

en sintonía con todo, sea lo que fuere, en sintonía total.

A veces, de ese movimiento, de fluir con él, viene algo como una corriente de aire que sube, una térmica que incorpora, que

endereza. Porque algunos van demasiado pronto con ese movimiento. Van a la muerte antes de tiempo, y eso es grave.

Tomar y soltar la vida

La vida viene de lejos y no sabemos dónde nace. Desde lejos fluye hasta nosotros. Nos toma. No es que nosotros la

tengamos. Viene del origen primario, nos toma, nos usa, nos toma al servicio y nos deja caer de nuevo al origen primario, sea

lo que sea eso.

El alma sabe del origen primario y de la procedencia de la vida. Y tiene un anhelo de volver al origen primario después de

cierto tiempo. Así como la vida nos toma al paso, nos sabemos sostenidos por ella y, sin embargo, al mismo tiempo sabemos

que pende de un hilo de seda. Ese hilo luego de cierto tiempo se corta y nosotros volvemos a sumergirnos en el origen

primario.

El alma no tiene miedo ante ese movimiento. El Yo tiene miedo, a veces. No tanto a volver a sumergirse como al dolor de la

transición. Aquel que está en sintonía con ese movimiento se comporta de manera adecuada con lo que apoya a la vida.

Porque la vida, cuando nos toma, nos exige también asentir a ese movimiento. De esa manera estamos en sintonía tanto con

la vida como también con el final, cuando llegue el momento.

Para ese movimiento hacia la vida y luego de regreso al origen primario hay un tiempo correcto y un orden correcto. Por

ejemplo hay algunos que desisten de la vida antes de tiempo, cuando el movimiento aún no fue cumplido. Lo hacen

partiendo de un movimiento interior que es soberbio. Cuando por ejemplo un niño pierde a uno de sus progenitores

temprano tiene el anhelo de ir con el padre o con la madre, o también con algún hermano que haya muerto temprano.

Considera que, entregándose a ese movimiento, los vuelve a encontrar de una manera que se corresponde con las

experiencias de la vida.

Esa idea es infantil. A menudo el niño tiene incluso la imagen de que el muerto o la muerta se alegra si él va con ellos, como

si en ese caso se diera un encuentro familiar. Todos esos conceptos desconocen que los muertos ya no están vivos, sino que

se vuelven a hundir.

En Tristón e Isolda, Wagner denomina esto "el olvido primario eterno". Ese sería el origen primario. Allí ya no existen

relaciones en el sentido en el que se dan en la vida. Cuando alguien tiene el concepto de que puede volver a ver a los

muertos, no reconoce la profundidad y lo definitivo de ese movimiento.

A menudo también acompaña la idea de que no solamente se podría dar una alegría a los muertos, sino tal vez incluso

salvarlos. Este concepto a menudo es una de las importantes condiciones de una enfermedad grave. La solución sería poder

reencontrarse nuevamente con la conexión grande y permitir que la vida vuelva a tomar y a sostener durante el lapso que la

vida quiera hacerlo y lo permita. Así uno está en sintonía. De ello con frecuencia también resulta algo sanador para la

enfermedad, y el tiempo que queda se prolonga.

Eso es un aspecto. Pero todavía hay un aspecto más:, algunos retienen la vida más allá del tiempo, cuando ya se ha

terminado. En ese caso perturban el movimiento del alma. Mucho de la medicina intensiva es un intento de detener ese

movimiento, a pesar de que en el fondo ya pasó todo. Muchos médicos y terapeutas incluso son obligados a hacerlo y

entonces intervienen de afuera en el movimiento hacia la muerte.

Muerte y culminación

A juzgar por los efectos, parecería que los muertos se van alejando lentamente de nosotros, como si durante un tiempo aún

permanecieran cerca. Los que permanecen durante

mucho tiempo son aquellos por los que no se completó el duelo, o que no fueron respetados o los que fueron olvidados. Los

que más permanecen son aquéllos de los que no se quiere saber nada o a los cuales se les tiene miedo. El duelo se logra

cuando uno se entrega al dolor y, a través del dolor, respeta y honra a los muertos. Cuando se ha hecho el duelo por los

muertos y se los ha honrado, se retiran. Ahí, entonces, la vida para ellos terminó y pueden estar muertos.

Hay una poesía de Rilke acerca de Orfeo, Eurídice, Hermes. En ella dice de Eurídice: "Estaba en ella. Y su calidad de muerta

la llenaba como plenitud." Estar muerto es culminación. Cuando esa es la imagen que tenemos de los muertos, nuestra

actitud frente a ellos es distinta. Eso es válido también para aquellos que han muerto a una edad muy temprana, también

para los niños que nacieron muertos. Tal vez, en esos casos, tenemos la idea de que se han perdido algo. ¿Qué es lo que

podrían haber desaprovechado? Porque lo esencial permanece antes y después. De allí emergemos a la vida, y hacia allí nos

volvemos a sumergir después de la vida.

Cuando soltamos a los muertos, ejercen un efecto benévolo sobre nosotros, sin acosarnos, y sin la necesidad de un esfuerzo

especial por parte de nosotros. En cambio, el que prolonga el duelo retiene a los muertos, aun cuando, en realidad,

preferirían irse. Eso es grave, tanto para los vivos como para los muertos. Muchas veces, encontramos el duelo prolongado

en los casos en que alguien aún le debe algo al muerto y no lo reconoce.

Los que se aman no hacen un duelo prolongado. Freud lo observó en el caso del presidente Wilson. Cuando éste volvió a

casarse, pasado un año de la muerte de su mujer, escribió: Esta es una señal de que amó mucho a su primera mujer. Cuando

uno ha amado y ha hecho el duelo, la vida puede continuar, y los muertos amados están de acuerdo con eso.

El respeto ante los muertos

En la gran alma no hay diferencias entre los vivos y los muertos. Pertenecen al mismo reino. Cuando el miedo ante los

muertos irrumpe y uno trata de delimitarse de ellos, ocurre un efecto grave. Viceversa, cuando por ejemplo un sobreviviente

de los miembros muertos de su familia judía les dice: "Yo también voy", puede quedarse durante el tiempo que corresponde.

Aquí ya no hay miedo. Con los muertos y desde los muertos emana benevolencia hacia los vivos, eso puede verse en las

constelaciones. Es decir, el respeto ante los muertos tiene un efecto que da y mantiene la vida.

Allí se da una reciprocidad. Por un lado los vivos ejercen un efecto sobre los muertos al respetarlos. Entonces para ellos,

aparentemente, es más fácil estar muerto. Y luego los muertos retribuyen un efecto benévolo sobre los vivos.

El concepto ampliamente prevaleciente es que los muertos ya no están. No es así. Están presentes. Incluso en nuestro

cuerpo los muertos están presentes ya que en él todos nuestros ancestros siguen vivos en nosotros. De manera similar los

muertos están presentes en el alma familiar. Y en aquello que yo denomino la gran alma esa diferencia está completamente

anulada.

Si tenemos miedo a los muertos, somos atraídos hacia ellos. Cuando uno cede a esa atracción una vez, es decir cuando uno

permite ser atraído hacia los muertos con amor, a veces ocurre una experiencia curiosa: los muertos giran y vienen hacia los

vivos como una bendición. Eso pudo verse aquí. Vienen como una bendición.

Muchos tienen el concepto de que la vida es lo máximo y por lo tanto la prolongan a cualquier precio. Consideran que

cuanto más viven, mejor. Sin embargo, nosotros no sabemos

si es mejor. Porque visto desde lo grande, la vida es algo pequeño. Porque proviene de algo que no conocemos. Eso de

donde proviene debe ser más grande que la vida. Cuando la vida se acaba volvemos a caer en eso grande que no conocemos.

Eso en realidad sería la reflexión sensata. Considerándolo filosóficamente, ese estar prendido a la vida es algo muy curioso.

Algo irracional.

En mis comentarios me refiero únicamente a experiencias hechas a través de las constelaciones. Ellas sugieren que los

muertos aún actúan sobre nosotros. En especial los muertos excluidos. No más. No establezco una teoría de eso. No

sabemos nada sobre ese reino. Para mí sigue siendo un secreto. Pero en muchos existe el profundo presentimiento de que

los dos reinos van juntos. En sus Elegías de Dunisia, Rilke lo describe maravillosamente. Probablemente también existen

diferentes formas de estar muerto. En casi todas las culturas existe el conocimiento de que los muertos se retiran

lentamente, luego de un tiempo. No se van de inmediato, sino que durante un tiempo todavía siguen teniendo influencia.

El reino de los vivos se basa en el de los muertos. Todos nuestros ancestros están presentes en nuestro cuerpo y siguen

actuando a nivel físico. También en un nivel del alma los muertos siguen actuando. Están presentes. Eso debe ser

reconocido. Cuando se hace una separación demasiado cortante entre el reino de los vivos y el reino de los muertos, a los

vivos se les pierde mucho. La vida es más fácil cuando el acuerdo con los muertos está. Entonces surge algo que sostiene.

También yo permito que ese acuerdo me sostenga. Así no sólo estoy al servicio de los vivos, sino de cierta manera también al

servicio de los muertos. Eso trae cierta tranquilidad en el trabajo.

Los que murieron temprano

Tampoco sabemos si los que murieron temprano se perdieron algo. Qué podrían haber desaprovechado, en comparación

con nosotros, si se encuentran en lo grande. Por ese motivo, aquellos que murieron temprano tampoco merecen lástima en

el sentido de: "¡Ay, pobres!".

Los que mueren temprano dejan huellas que a menudo son más profundas que las huellas de aquellos que en vida han

hecho grandes cosas. Huellas muy serenas, profundas.

Hace poco tuve una experiencia con respecto a eso. Durante un congreso hice algunas constelaciones. Entre otros se

presentó una pareja de padres que tenían un hijo pequeño de aproximadamente dos años que sufría una grave lesión

cardíaca. Los padres estaban muy preocupados. Luego coloqué a los padres uno al lado del otro y al representante del niño

enfermo lo ubiqué apoyando sus espaldas contra los padres. Los padres rodearon al niño con sus brazos y dijeron: "Nosotros

te sujetamos, durante el tiempo que se nos permita. Nosotros te cuidaremos, el tiempoque se nos permita, con amor".

La preocupación por el niño había más bien alejado a los padres uno del otro. Pero en esta constelación se encontraban muy

cerca uno del otro como pareja y estaban íntimamente unidos con el niño.

Hace un mes me escribieron una carta que decía: El niño murió. Necesitaba una operación, caso contrario hubiera muerto

inmediatamente. Los cirujanos trataron de salvarlo, pero el niño murió durante la operación. Los padres me agradecieron

nuevamente. Vivieron un tiempo muy entrañable con el niño. En la noche anterior a la operación el niño gritó y quería ir con

la madre. La madre lo tomó en brazos y lo paseó durante una hora y media. Era como la despedida del niño. El niño quiso ir

una vez más con su madre antes de despedirse para siempre.

Me adjuntaron los discursos que se pronunciaron en el funeral. Eso me emocionó profundamente. El amor hacia el niño que

se expresaba allí y la fuerza que ese niño daba a su familia eran imposibles de describir. En esa familia actúa con mucha más

profundidad que si hubiera vivido hasta los 80 años.

Por tanto, no debemos contemplarlo aplicando nuestras escalas superficiales. Aveces vamos a los muertos, como amigos. A

veces ellos vienen a nosotros, como amigos. Los dos ámbitos se compenetran y se superponen parcialmente. Visto así los

muertos son amigos de la vida.

Abortos

Los abortos tienen un efecto muy profundo en el alma. El aborto no hace que algo que se hizo quede como que jamás

sucedió eso no existe. La paternidad y la maternidad no pueden ser deshechos. Siguen siendo.

El terapeuta no debe intentar mitigar la culpa, por ejemplo, cuando el hombre quiere escabullirse diciendo: Ahora está bien,

la mujer se hizo cargo. En un aborto los dos tienen una responsabilidad del cien por ciento. Eso no puede ser dividido,

excepto en el caso en el cual el hombre estaba decididamente en contra y la mujer lo hizo a pesar de ello. En ese caso él

queda un poco aliviado, pero no totalmente.

En general las consecuencias para los padres son mucho más difíciles que si hubieran tomado al niño. La primera

consecuencia es que luego de un aborto en general se acaba la relación. No siempre. Hay excepciones, por ejemplo cuando

ambos se hacen cargo de su culpa, integran al niño en la mirada y le dan un lugar en su corazón. De esa forma pueden volver

a encontrarse.

Cuando una mujer ha abortado un hijo y vuelve a quedar embarazada, a veces algo de la madre pasa al nuevo hijo, algo que

le da miedo. Es decir que el aborto tiene un efecto también en la nueva vida.

Para muchos el aborto es un gran tema, no solamente para las mujeres, sino también para los hombres. La pregunta es,

cómo pueden tratarlo los padres.

Lo primero es que miren al hijo a los ojos o, más exactamente, permitan que él los mire. Ahí ocurre algo muy profundo, algo

sanador. De pronto sienten que la vida es algo tan grande y profundo, y que nosotros no podemos intervenir como mejor

nos plazca. Entonces de ese mirar y permitir ser mirados surge algo sanador y una gran seriedad.

La muerte es más grande que la vida

Hay algo más a tener en cuenta en este contexto y recién después de hacerlo podemos respetar la vida en toda su plenitud.

La muerte es más grande que la vida. El reino de los muertos es el reino más grande y el que permanece. La vida es algo

transitorio, algo que emerge y vuelve a hundirse. Eso de lo cual emerge la vida, eso es lo grande. Y aquello en el que la vida

vuelve a hundirse y sumergirse, eso es lo grande. Los hijos abortados no están perdidos, están cobijados en eso más grande.

También se lo puede ver así.

También aquellos que murieron temprano no han perdido nada, como si aquellos que viven durante mucho tiempo tuvieran

alguna ventaja frente a aquellos que sólo vivieron durante poco tiempo. Porque aquellos que vivieron durante mucho

tiempo también vuelven a sumergirse en ese origen primario, al igual que aquellos que sólo vivieron durante poco tiempo.

No puedo imaginarme que allí existan diferencias entre unos y otros. Todo está guardado allí y nada se pierde.

Muerte violenta

La muerte es un desafío para todos. Que siempre sea una salvación y que es vivenciada como tal, no es cierto. A menudo la

muerte es vivenciada como dura y difícil y también muy dolorosa.

Sin embargo, si yo intento sentir lo mismo que las víctimas de torturas o aquéllos que tuvieron que morir de alguna

otra forma de muerte violenta, estoy arrogándome algo. Ese querer sentir lo mismo no le hace bien a mi vida y quizás

tampoco a mi muerte. Me quedo con mi vida y con mi muerte, cuando llegue. Por tanto sólo respeto el sufrimiento de esas

víctimas, sin irrumpir en su sufrimiento y en su destino.

Donación de órganos

PARTICIPANTE Tengo una pregunta en relación a la donación de órganos. ¿Qué ocurre con los receptores, y cómo es con los

donantes? ¿Es lícito, o cómo lo ve usted? HELLINGER Una vez a un curso asistió un hombre que tenía un transplante de

hígado. Cuando le pregunté si conocía al donante dijo: "No". Luego coloqué a él y al donante frente a frente en una

constelación. El donante se sentía muy mal, y el otro no estaba dispuesto a agradecerle. Dijo: "Yo también tengo un derecho

a tenerlo". Yo le dije: "Así no puedes vivir".

Yo considero que la donación de órganos es absurda, para ser sincero. Si la vida se terminó, se terminó. Yo no la quiero tener

a costa de otra persona.

En otro curso había un hombre cuyo funcionamiento renal era muy acotado, y estaba a la espera de un transplante de riñon.

Elegí un representante para él y uno para el donante del riñon y los ubiqué uno frente al otro. Luego de un tiempo le pedí a

su representante que le dijera al donante del órgano: "Estoy esperando tu muerte". Cuando dijo eso comenzó a llorar.

Percibió que eso en realidad no va.

Morir y muerte

Comentario preliminar:

La entrevista que sigue fue documentada para la televisión de

Baviera y luego transmitida en pequeños extractos.

38i

El origen primario

La muerte temprana

¿Qué ocurre cuando morimos?

Cuando morimos pasamos a otro estado, del cual no sabemos nada. Mi imagen es que nuestra vida emerge de un origen

primario, al cual no conocemos. Cuando morimos volvemos a sumergirnos en ese origen primario. Por esa razón para mi la

vida tampoco puede ser lo máximo ni lo más grande. Eso de donde emerge la vida debe ser más grande que la vida. Por ese

motivo la transición de la vida a la muerte no es una pérdida. Se cierra un círculo, en el cuál el comienzo y el final son una

misma cosa.

La vida emerge, llega a cierto apogeo y luego vuelve a hundirse. Tal como el día, cuando surge comienza con empuje, luego

llega al cénit, permanece durante un tiempo, aparentemente, en el punto más alto y luego vuelve a caer hacia la tarde y la

noche.

El día se torna tanto más pleno cuanto más haya transcurrido de él. Así es también con la vida. Cuánto más ha pasado de

ella, tanto más plena se vuelve, y recién cuando termina se vuelve íntegra y completa.

Tal como en un círculo el comienzo y el final se funden, así es también con nuestra vida. Entre ese comienzo y ese final para

nosotros existe el tiempo.

Entonces en realidad el tiempo no existe.

Existe en el ínterin, entre comienzo y final. Más allá habrá otra

cosa de la cual, sin embargo, no sabemos nada.

¿Eso es una experiencia o una suposición? La contemplación filosófica lo insinúa, porque cómo puede la vida ser algo más

grande que aquello de lo que emerge. Por eso la muerte tampoco tiene nada de terrible.

Otra consecuencia de esa suposición es que no importa si morimos más temprano o más tarde. Al final, el comienzo y el final

o el antes y el después son una misma cosa.

¿Qué se hace, entonces, cuando alguien muere temprano? Lo que vuelve a sumergirse en el origen primario no está perdido,

ya que el origen primario contiene todo. ¿Cómo podría perderse algo para el origen primario? Desde el punto de vista

filosófico es impensable.

Nuestro esfuerzo por mantener algo a cualquier precio para que no se nos pierda en este contexto no tiene importancia. Al

origen primario no se le pierde nada. Si consideramos eso tenemos una actitud diferente frente a la vida y frente a lo efímero

y la muerte, ya sea que la encontremos temprano o tarde.

¿De qué depende entonces que algunos mueran más temprano y otros más tarde?¿Han cumplido con su tarea? Algunos

tienen el concepto de que vivimos para cumplir con una tarea. Es posible que algo más grande, precisamente aquello de

donde emerge la vida, nos haya tomado al servicio y para un cometido. Pero aquel que fue tomado para cierto servicio no se

diferencia de aquel que cumple otro servicio, ya que en el fondo todo es el mismo servicio. Por ese motivo para mí tampoco

importa si el servicio es largo o corto.

¿Pero cómo se explica entonces que un niño muera inmediatamente después del parto, o la mortandad infantil? Con

relación a la muerte temprana o tardía hay experiencias a través de las constelaciones familiares. Observando la dinámica

familiar que sale a la luz es posible ver que los muertos no se fueron, siguen actuando. Así llama la atención que

especialmente aquellos que murieron temprano siguan teniendo un efecto muy grande en la familia. Cuando por ejemplo un

hijo que nació muerto o murió temprano no es recordado, a menudo ese hijo es imitado por otros. Es decir, que también

haya otros que quieren morir por nobleza y lealtad

hacia el niño que murió temprano. Eso demuestra, que también ese niño es un miembro pleno de la familia, a pesar de

que quizás haya respirado sólo por corto tiempo. No se le puede ni debe perder a la familia. Debe ser respetado como

alguien que estuvo y por eso también sigue estando.

Entonces, cada uno que muere permanece vinculado a la familia. ¿Permanece como espíritu o cómo es posible imaginarlo?

El cómo no se sabe. Pero permanecer sólo puede aquello que fue. Lo futuro no puede permanecer. Lo presente tampoco

puede permanecer. Permanecer sólo puede aquello que fue. Esa paz de la permanencia sólo la tiene aquello que pasó,

inclusive las personas.

Muerte y reconciliación

¿Qué efectos tiene cuando la muerte es excluida de la vida? Es posible observar que hay muchos que temen a la muerte

porque consideran la vida como lo máximo, y que temen a los muertos como si estos estuvieran enemistados con y

envidiosos hacia los vivos. Ese es un antiguo concepto griego. Pero nos reconciliamos con nuestro propio morir cuando nos

reconciliamos con los muertos. Eso ocurre cuando miramos a los muertos, en especial a aquellos que pertenecen a nuestra

familia, y cuando permitimos que ellos nos miren. Ahí sucede una experiencia curiosa.

Cuando uno por ejemplo se imagina que baja hacia aquellos muertos que para uno fueron queridos y considerados

importantes, los mira, se recuesta junto a ellos hasta volverse muy sereno y tranquilo; experimenta, luego de un tiempo, que

giran hacia uno con una indicación, una bendición, una fuerza, y que nos apoyan en la vida hasta que también nuestro

tiempo haya transcurrido.

A menudo los que están vivos se sienten superiores a los muertos, como si tuvieran una ventaja. Pero precisamente por

ello se debilitan. Si, por el contrario, miran a los muertos y tal vez les dicen: "Yo vivo un poquito más, luego yo también

muero", desaparece la altanería frente a los muertos y estamos más abiertos hacia aquella fuerza que nos puede llegar de

los muertos.

¿Cómo logra usted ese estado en el cual llega hasta los muertos? ¿Cómo se puede llegar hasta allí? No es necesario ir hasta

los muertos. Ellos nos rodean, prácticamente, durante cierto tiempo. Por eso en todas las culturas existe el concepto de que

los muertos siguen presentes durante un tiempo. Recién después se retiran.

En este contexto quisiera comentar algo acerca de la ablación de órganos inmediatamente luego de que la persona haya

muerto. A ese muerto se le niega que muera su muerte plenamente. Ocurre que la muerte no termina con la muerte

cerebral o con el último aliento. Interferir en ese proceso del morir, en ese proceso de transición, como si uno pudiera

disponer sobre él, yo lo considero un crimen.

¿Porque cada uno de los órganos posiblemente sean aún importantes en ese proceso? Es sólo el envoltorio mortal, eso en

realidad no es importante, ¿no es así? Eso no lo sabemos. ¿Y qué significa aquí: sólo el envoltorio mortal? Pertenece al

muerto y puede también atravesar con él todo el proceso que se inicia con la muerte. Interviniendo de esa manera, según

mis observaciones, también aquellos que reciben los órganos sufren efectos graves. Por ejemplo no se atreven mirar al

muerto y agradecerle. Eso para ellos es demasiado. Ello demuestra, que en el fondo su alma no está de acuerdo.

¿O sea que uno debería agradecer al muerto mirándole directamente a la cara? Sí.

¿Es posible decirlo así, verdad?

Uno no debería ni siquiera hacer ablaciones de órganos. Para míes una intervención que nace del concepto según el cual yo

debo retener mi vida a cualquier precio, incluso al precio de un órgano ajeno, como si yo, perdiendo mi vida, hubiera perdido

todo. Para mí es un concepto extraño. Por otro lado, aquel que mira su muerte a los ojos y está dispuesto a entregarse a ella

cuando llegue el momento, ese gana, para el tiempo que le resta, la plenitud de la vida, mientras que aquel que tiene miedo

y quiere postergar su muerte pierde mucho de la vida y su fuerza y su profunda felicidad.

El miedo ante la muerte

¿De dónde viene que muchas personas tengan ese miedo ante ¡os muertos? Incluso los niños ya tienen ese miedo, ¿verdad?

¿Cómo se le puede quitar ese miedo a los niños, por ejemplo?

El miedo ante la muerte también tiene algo que ver con la voluntad de sobrevivir. Desde ahí que cierto miedo ante la muerte

también cumple una importante función al servicio de la vida. Sin embargo, nos debilitamos cuando no queremos reconocer

a la muerte y cuando nos asustamos al mirar a la muerte y a los muertos.

Una vez alguien me contó que su madre, al morir, fue velada varios días en su casa, lo que hoy día sucede muy raramente. En

la casa también vivía una niña pequeña cuyo padre había fallecido poco antes pero al que, cuando muerto, no se le permitió

ver. Esa niña una y otra vez volvía junto a la muerta para mirarla. Al volver de allí en una ocasión dijo: "Allí yace una reina".

El niño toma lo que los adultos sienten. Si uno le muestra de esa manera los muertos y la muerte, no tiene miedo.

¿Para el niño, ese miedo desapareció para siempre? HELLINGER Lo que ocurre más adelante, si el niño tiene miedo, depende

de muchas circunstancias. Pero ese fue un lindo ejemplo como para ver que el concepto de que todos debemos tener miedo

a los muertos, no es correcto.

Sin embargo, es cierto que en muchos pueblos persiste el miedo de que los muertos puedan salir de sus tumbas para dañar a

los vivos. Por esa razón se coloca una lápida sobre la tumba, para que los muertos permanezcan encerrados. Originalmente

la lápida era colocada en forma horizontal.

Paz con los muertos

Sin embargo, la experiencia de las constelaciones familiares demuestra que, cuando los muertos son incluidos en la mirada,

hay paz. Ellos miran a los vivos con buenos ojos.

Hay algo más para tener en cuenta. También los muertos a veces necesitan algo de los vivos, que giren hacia ellos y que los

honren. Eso se ve, por ejemplo, cuando en una constelación familiar son configurados víctimas del holocausto.

Muchos sobrevivientes o sus descendientes tienen miedo de mirar a los muertos y de que ellos los miren. Hay un miedo muy

profundo porque consideran que también deberían estar junto a ellos. Cuando en una constelación familiar se configuran

representantes para los miembros de la familia y se los ubica en relación uno con el otro, en general sienten lo mismo que

las personas verdaderas. Con los vivos uno puede comprobarlo, con los muertos no se sabe. Pero llama la atención que ese

tipo de muertos a menudo se sienten muy apagados y pesados y muy tristes. Sin embargo, si ahora los descendientes vivos

los miran, hacen una reverencia ante ellos y hacen el duelo junto con ellos, su condición de muertos se ilumina. Ya no se

experimenta tan pesado como antes. Para los vivos esos muertos entonces ya no tienen nada que les de miedo, sino que

tienen algo sereno que da fuerza. También es posible observar que esos muertos, una

vez honrados, se retiran serenamente. Luego de un tiempo entonces todo realmente puede quedar en el pasado y los vivos

en ese sentido quedan libres.

¿Es posible entonces que, usando un lenguaje cotidiano, los espíritus a uno lo persigan hasta que uno reconoce o suelta un

muerto así? Eso no lo comprendí del todo. Aquí no se debe hablar de espíritus. No creo que eso sea adecuado.

En su décima elegía, Rilke describe de manera muy bella la transición de la vida a la muerte. Allí para él los dos ámbitos, el de

los vivos y el de los muertos, están estrechamente unidos. Primero hay un irse. Después, dice en otra elegía, puede ser que

aquellos que murieron temprano él los llama los que se retiraron temprano se sientan abrumados cuando el duelo por ellos

es mucho, porque obstaculiza el movimiento puro de sus almas. Luego de irse, dice en su décima elegía, los muertos se van

retirando más y más hasta estar muy lejos, allí donde está el sufrimiento primario o el origen primario, según como uno

quiera denominarlo. Yo creo que eso es captar de manera muy profunda lo que ocurre en las almas.

Cuando hablamos de alma estamos hablando de algo que está en conexión con muchas cosas y muchas personas. Por

ejemplo, yo no podría hablar con nadie si no estuviera conectado con esa persona en un mismo nivel de concordancia, si una

misma alma no nos sostuviera, un alma a través de la cual yo, cuando hablo con él, no participo de su ser y él del mío. Esa

comunicación se extiende también a los muertos. Es decir, los vivos y los muertos forman parte de un alma común más

grande. Caso contrario no podrían interactuar. Pero de esa manera los vivos pueden tener un efecto en los muertos y los

muertos en los vivos, por un tiempo. Luego, después de cierto tiempo, los muertos se retiran totalmente. Muchas mitologías

describen ese movimiento que seguramente corresponde a una profunda experiencia del alma.

¿Por ese motivo es posible hacerle llegar un reconocimiento a una persona fallecida, por ejemplo a la madre fallecida? Sis.

Por ese motivo también el Día de Todos los Santos o el Día de Todos los Muertos es algo que une a las familias de una

manera especial. Recuerdan a los muertos y reconocen que los muertos pertenecen. Así nos damos cuenta de que es bueno

para la propia alma respetar y honrar a los muertos de la familia.

En muchas culturas los muertos tienen un altar propio ante el cual son honrados. Nosotros también colocamos a la vista

imágenes de nuestros padres o hermanos fallecidos. Es un tributo silencioso, y al mirarlas el alma siente un efecto profundo,

sereno y sanador.

¿Si uno no ¡o hace, qué ocurre entonces? Hay muchos que simplemente lo niegan.

Una persona se siente plena cuando todos aquellos que pertenecen a su familia tienen un lugar en su alma. Siempre que una

persona excluye a alguien de su familia, lo vive como una pérdida. Por ejemplo, aquél que desprecia y excluye a sus padres

se siente vacío. A él se le escapa la plenitud de la vida. Cuando doy un lugar en mi alma a todos aquellos que pertenecen a

mí, no solamente me siento pleno sino que también me siento libre. Sin embargo, aquellos que yo rechazo me zarandean y

me tienen prisionero.

Y es que sólo los puedo rechazar porque también los tengo en la mirada y pienso en ellos. Pero aquéllos que en mí tienen un

lugar, me dejan en paz.

Imágenes de muerte y vida

La vida y la muerte están estrechamente ligadas. Me fascina la ¡dea que usted mencionaba anteriormente. En una carta,

Rilke hace una comparación y dice: Nuestra vida o nuestro ser esa quizás sería la palabra más apropiada aquí es similar a

una pirámide. En la punta de la pirámide hay pasado, presente y futuro. Allí ocurre algo. Debajo, en todo

aquello que descansa, todo es lo mismo. Allí no hay pasado, presente y futuro. Allí todo está contenido.

También es curioso que en un proceso creativo, por ejemplo en un poeta o un músico, se hace la experiencia de que la idea

que le surge a uno en palabras o en imágenes, está preconcebida. Aparece, a veces, sólo fragmentada. Más adelante se van

agregando los detalles, como si estuvieran sacando a la luz algo que ya existía. Eso concordaría con la imagen que trae Rilke.

¿Le ha ocurrido alguna vez? ¿Es posible introducirse? ¿Alguna vez pudo introducirse en esa profundidad? ¿En ese proceso?

¿El cielo, es?

No, ni bien alguien se hace una imagen acerca del origen primario para mí está muy alejado de la experiencia, ya que ella

sigue siendo un misterio. Si yo respeto el misterio, sin querer darle un nombre, incluso sin ocuparme de él, me siento en paz.

En ese caso desde allí me llega una fuerza. Sin embargo, si busco asir y controlarlo, o busco reconciliarlo y torcerlo a mi favor,

o si le temo y quiero ofrecerle un sacrificio para que no se enoje conmigo, el misterio se retira de mí.

¿Puede uno llamarlo Más Allá?

Yo lo llamaría más allá del tiempo. No más. O, más exactamente, mas allá de mi tiempo.

¿Podría volver a describir la imagen de la pirámide, porque al comienzo yo no la tenía tan clara? Para mí es una imagen

extraordinariamente hermosa.

En el instante en que uno quiere asir esas imágenes, pierden su fuerza. Sólo insinúan y al hacerlo contactan el alma. Si uno

quiere sujetarlas, huyen de nosotros.

La prioridad de la vida

¿Cuál es la forma más sensata de tratara la muerte durante la vida? Después de todo constituye el tema tabú de nuestros

tiempos. Sin embargo, la muerte también puede ser una gran energía para la vida, cuando uno toma conciencia. ¿Es así?

Bien, la pregunta es ¿cómo trata uno la muerte durante la vida?

Para mí lo primero es que la vida tiene prioridad. Es suficiente si uno encara la muerte cuando ha llegado su momento. Ese

es el momento en que uno mejor puede hacerlo. Si en plena vida uno está continuamente mirando a la muerte, uno

menoscaba su vida. Eso no puede tener un buen efecto.

Pero cuando alguien enferma gravemente y debe encarar el final, es bueno mirar a la muerte, realmente mirarle a los ojos e

inclinarse ante ella. A menudo entonces comienza una lucha feroz en el alma, por ejemplo cuando una persona enfermó

gravemente de cáncer. En ese caso pido que mire a la muerte hasta que la vea. Con frecuencia lucha y trata de no hacerlo.

Pero luego lentamente se va tranquilizando. Cuando luego hace una reverencia ante la muerte, le llega una gran fuerza

desde la muerte. Así puede realmente cumplir lo que le queda de vida. Entonces el tiempo que le queda para él es un tiempo

excepcionalmente precioso, y ya no tiene miedo ante la muerte. La ve como algo a lo cual se va acercando lentamente, y

como alguien o algo que lo acogerá.

¿Tener conciencia de la muerte no me lleva también a vivir de manera más consecuente y más responsable?¿Cuando tengo

en claro que hay un final y me digo, en realidad solamente soy responsable ante la muerte y nada más? Durante la vida

estamos continuamente confrontados con la muerte. Sólo viendo que otros mueren, vemos lo fino que es el hilo de seda del

cual pende nuestra vida. Cuando asentimos a eso sin detenernos durante demasiado tiempo, cuando

simplemente seguimos viviendo, en realidad es lo más hermoso.

Pero eso uno debe comprenderlo. Muchas personas consideran que son prácticamente inmortales. ¿De dónde proviene esa

visión tan difundida de que aislamos la vida de la muerte? Yo opino que aquellos que tanto miedo tienen piensan poco. En

realidad sólo un loco puede suponer que vive eternamente. Así como toda la naturaleza se basa en que la vida se va

renovando dado que otro perece, así también es con el hombre. Opinar que uno es inmortal es soberbia, y opinar que eso es

maravilloso, es extraño.

El alma

Si yo lo comprendo correctamente, usted opina que es en verdad el alma individual que entra en una metamorfosis, pero no

el alma común. ¿En cada uno de los muertos es un alma común o un alma individual?

Con relación al alma es posible observar que por un lado percibimos una fuerza que maneja nuestra vida y nuestro cuerpo.

Debe haber una instancia que coordina todo eso. No puede ser algo puramente químico, debe ser una fuerza de alma, una

fuerza espiritual. Esa fuerza espiritual o esa alma va más allá de nosotros, caso contrario no habría, por ejemplo, ni

metabolismo, ni relación, tampoco sexualidad y reproducción. Es decir, el alma que maneja nuestra vida va mucho más allá

de nosotros.

Luego podemos observar que una familia se comporta como si tuviera un alma común. Por ese motivo en las familias

también hay una compensación. Si por ejemplo un miembro de la familia es excluido, otro se hace cargo del destino del

primero en compensación. Es decir que en la familia también actúa un alma común, también puede decirse una conciencia

común.

Más allá de eso actúa además un alma más grande que abarca junto con los vivos también a los muertos. También

participamos de esa alma más grande. En la transición de la vida a la muerte no podemos abandonar esa alma. Estamos

contenidos en ella. Pero cómo, eso no me lo puedo imaginar. Tampoco necesito saberlo para estar sereno y conforme con la

vida y con el morir.

La marcha hacia los muertos

Haré un pequeño ejercicio con ustedes, si lo desean. Podemos sentarnos cómodamente. No tenemos nada en nuestras

manos, que no haya obstáculo para el movimiento. Podemos cerrar los ojos y concentrarnos en nuestro centro.

Y ahora vamos al fondo, hasta la profundidad y más allá de esa profundidad. Nos permitimos sumergirnos hasta llegar al

reino de los muertos.

Una vez allí, nos recostamos junto a aquellos muertos que son importantes para nosotros: quizás algunos que fueron

olvidados, o despreciados, o asesinados, aquellos con destinos difíciles, niños muertos, el que sea. Y allí permanecemos

quietos, en paz, en profundo consenso, hasta que ellos y nosotros nos transformamos en uno solo.

Habiéndonos serenado de esa manera percibimos cómo desde los muertos algo fluye hacia el corazón, al alma profunda.

Abrimos completamente el corazón hacia todo aquello que fluye desde los muertos hacia nosotros, sea lo que fuere, y lo

tomamos.

Cuando estamos llenos, nos inclinamos ante esos muertos y comenzamos el camino de regreso hacia arriba, hacia el fondo,

hacia el propio centro, nuevamente a la luz. Y abrimos los ojos.

Escuchando las discusiones, a veces, y las declaraciones que se hacen con relación a perpetradores y víctimas de la última

guerra mundial: cuan superficiales son y cuan lejos están de reconocer hasta qué punto los individuos están enlazados con

fuerzas a las cuales no pueden resistir. Cada uno estaba enlazado e implicado de una manera especial, ineludible. Si ahora

permitimos que eso actúe en nosotros hay un solo camino.

A una dienta Debes esperar hasta que una capa más profunda te movilice. Eso puede tardar. De esa forma tal vez puedas

liberarte. Ahora apóyate.

Al grupo Ahora hago un ejercicio con ella, y si lo desean, con ustedes. Ustedes pueden acompañar el ejercicio.

Cierra los ojos. Abre la boca ligeramente y respira profunda y tranquilamente, eso es. Y permítete caer a algo profundo que

te recibe suavemente, incomprensible. Y con esta fuerza profunda dirígete al reino de los muertos y míralos las víctimas y

los asesinos. Y junto a las víctimas, sus padres y junto a los perpetradores, sus padres. E inclínate frente a las víctimas y sus

padres y frente a los perpetradores y sus padres. Y ahora toma a tus dos hijos de la mano y junto con ellos inclínate ante las

víctimas y sus padres y ante los perpetradores y sus padres. Luego mira más allá de los muertos hacia el horizonte. Está vacío

y, sin embargo, allí, muy tenue, aparece la verdadera fuerza, el ángel que los guía, a todos, en la misma medida, a los

muertos, no importa el tipo que sean y a ti y tus hijos. Inclínate frente a él y dile: "Por favor, bendíceme a mí y a mis hijos".

Luego retírate lentamente junto con tus hijos, cada vez más lejos, muy lejos, hasta que el reino de los muertos se esfume.

Luego lleva tus hijos a tu corazón y diles: "Yo os bendigo". Y ahora mira a los padres de los hijos, a ambos, y diles: "Gracias".

Hoy es el Día Nacional de los Caídos por la Patria. Con relación a ello quiero ofrecer una pequeña meditación para todos los

que deseen participar. Cerramos los ojos, nos tranquilizamos, nos centramos en nuestro centro, en el centro vacío. Este

centro es amplio y profundo y en el centro, dado que está vacío, hay espacio para todo. Ahora todos pueden acudir a este

centro, todos de nuestro pueblo, sin importar su patria, y todos los muertos las víctimas. Ahora podemos reconocerles su

pertenencia y podemos acostarnos junto a ellos y decirles: "Uno de ustedes soy también yo". Ser igual a los muertos e

incluso más allá a las demás víctimas, a los llamados enemigos aquéllos que fueron asesinados o que perecieron por el gas

los niños, los discapacitados, que fueron muertos, la vida considerada indigna y acostarnos junto a ellos como iguales.

Cuando el corazón se expande hasta permitir que ellos sean ¡guales a nosotros y nosotros nos volvemos iguales a ellos, junto

con ellos encontramos paz.

Luego la mirada se dirige a los perpetradores, los asesinos, los líderes y también a ellos podemos ofrecer: "Yo soy igual a

ustedes y ustedes pueden ser iguales a mí". El enorme ejército de muertos, de las víctimas y los perpetradores, se

encuentra ante algo más grande, algo al que ellos están entregados y que dispone de ellos. Ante eso más grande también

nosotros podemos ser ¡guales a todos. De aquello que parece espantoso o malo y terrible al final viene paz, si permitimos

que sea tal como fue y si permitimos que continúe actuando hacia algo que al final reconcilie a todos. Luego de un tiempo Y

ahora volvemos lentamente.

Mientras tanto

Lo que ocurre aquí es algo que en el tiempo no se aguanta: eso de dirigirse al ámbito de la muerte y volver. Eso sólo debe

hacerse en determinadas situaciones.

La vida termina con la muerte, y comenzamos con el miedo

a la muerte cuando nacemos. Podemos mirar fijamente a ese miedo durante toda la vida y luego, después de haber mirado

ese miedo durante toda la vida, morimos. Si no lo hemos mirado, también morimos. Es decir, uno puede vivir mirando eso

continuamente, o uno puede decir cuando llega el momento, miro y mientras tanto disfruto. Eso sería la higiene psíquica

aquí.

Lo mismo en este tipo de trabajo. Uno ingresa, y luego gira nuevamente hacia la vida cotidiana.

Vivir hasta el final

En algunos conventos antes se hacían ejercicios para mirar a la muerte. Por esa razón muchos santos colocaban una calavera

en su lugar de oración, para tener a la muerte siempre a la vista.

Tal vez es mejor mirarle a los ojos a la muerte recién cuando haya llegado el momento, e incluso entonces sólo hasta estar

en sintonía con ella. Luego se sigue. Hay una historia famosa sobre un seguidor de Konradin, el último de los Staufen. Cuando

fue tomado prisionero junto con el rey en Italia estaba en la fortaleza en la cual estaba preso y jugaba al ajedrez con otro

recluso. Mientras jugaban llegó un mensajero y le dijo: "En una hora serás ejecutado". ¿Saben lo que dijo? "Sigamos

jugando".

Qué otra cosa puedo uno hacer, estando vivo, que vivir.

PALABRAS FINALES

La vida continúa

Todo lo ocurrido aquí empalidece luego de algunos días. También sé porqué. ¿También lo saben? Porque la vida continúa. En

Lao Tse hay una dicho acerca del elegido o el sabio: cuando el trabajo está hecho, se vuelve de inmediato hacia lo nuevo y

olvida aquello que fue. Esa es una muy buena máxima. En lugar de reflexionar: ¿Qué fue todo lo que ocurrió? y en lugar de

querer retenerlo, por así decir, uno lo deja atrás y sigue hacia adelante. Y aquello que fue ilumina desde atrás, con

benevolencia, lo que se hace.

La felicidad

Lo que puedo desear a todos al final es que tomen la felicidad tal como viene. La pequeña al igual que la grande. Aquí hemos

vivenciado tanto la felicidad como lo difícil. Aquel que toma la felicidad tal como va y viene, también toma lo otro que forma

parte de la vida. Así, tal vez, pueda experimentar que aquello que entra por la puerta como desgracia, luego de un tiempo se

queda como felicidad. En ese sentido, les deseo todo lo mejor.

Fin

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19/04/2010