Bert Hellinger
EL MANANTIAL NO TIENE QUE PREGUNTAR POR EL CAMINO
El camino del entendimiento
Introducción
La verdad Dialéctica
Percepción y pensamiento
El proceso de entendimiento fenomenológico
Comprensión a través de renuncia
Psicoterapia científica y fenomenológica
La vastedad
El todo
La fuente
Escuchar y mirar
Comprensión y acción
Percepción y duda
Modelos de pensamiento y modelos de destino
La interrupción de los modelos
Luz y oscuridad
Discípulos y maestros
Comprensión y purificación
La noche del espíritu
Sabiduría
Sentimientos
Introducción
La diferenciación de los sentimientos
Los metasentimientos
Rabia, desesperación, amor
El odio
El alma
Introducción
El alcance del alma
Historia: El camino
Los órdenes del alma
Enfermedad y alma
La enfermedad, el alma, el Yo
Dimensiones del alma
El sentido de la vida
Mellizos
El servicio
La memoria de Auschwitz
Recuerdo que termina y une
Los asesinos son atraídos por sus víctimas
La paz para perpetradores y víctimas
Buenos y malos
Héroes sin riesgo
Prestar atención al alma
Fluir con el alma
Higiene del alma
La indiferencia
No hay aprendizaje equiparable a la riqueza del alma
Destino
Conciencia y destino
La conciencia personal
La conciencia colectiva
Destino y libertad
Vida plena
Destino y fe
Destino y alma
Tomar la vida
Introducción
La felicidad
Formas de vivenciar la felicidad
El camino de la felicidad
Autorrealización y perfección
Sanación y gracia
Los límites de la conciencia
Culpa e inocencia
La paz
Sobrevivir la supervivencia
Tomar sin soberbia
Soldados y guerra
Asentir a la patria
La bendición
La nueva vida luego de una salvación
El agradecimiento
La compensación
El olvido
El regalo
Ser y tiempo
Historia: La Plenitud
Hombres y mujeres
Introducción
Hombre y mujer
Dar y tomar en la relación de pareja
Intercambio y amor
El futuro
Ánimusy ánima
Lo masculino y lo femenino
La fuerza plena
El beso
Unidad y diversidad
Cómo se logra el amor
La mirada a lo tercero
La relación de pareja tiene prioridad ante la paternidad
Los órdenes en una familia ensamblada
En el matrimonio, parejas anteriores de los padres son representadas por hijos
Incluso relaciones anteriores desconocidas tienen influencia en los hijos
Matrimonios entre cónyuges provenientes de países diferentes
Matrimonios con un mellizo
La gran felicidad requiere coraje
Desdicha y felicidad
Permitir que el amor crezca
El verdadero valor
Imágenes del amor
Miedo y anhelo
Miedo ante el amor
Lo íntimo
Lo maternal y lo paternal entre hombre y mujer
Escuchar y ver en la relación de pareja
Opinar y percibir
Triunfo y celos
Venganza con amor
El nuevo comienzo
Soltar
La separación
La separación humilde
El dolor por la separación
Felicidad y grandeza
Esterilización y relación de pareja
La vida plena
Amor en nuestros tiempos
Amor y orden
El vínculo con la familia de origen
Amor y alma
Enamoramiento y amor
Soluciones
La consumación
Amor y respeto
Amor y existencia
Los órdenes en la familia
Introducción
El derecho de pertenencia
¿Quiénes pertenecen al sistema familiar?
Los malos y los buenos en la familia
La perfección
Tomar a los padres
La reverencia ante los padres
Paz a través de humildad
Padre e hijo
La vida es más grande que los padres
Culpa y soberbia
Los órdenes del amor entre padres e hijos
El amor de los hijos
Amor y poder
Amor e impotencia
Luchas de poder
La bendición
El cuidado de los padres ancianos
Hijos muertos a edad temprana
Vivos y muertos
La muerte de hijos
Reproche como sustituto del duelo
Idealización como sustituto del duelo
Duelo soberbio y duelo humilde
Los nombres de los muertos
Muertos excluidos
Hijos que fueron dados
La expiación
Secretos familiares
Discapacidades en la familia
Hijo discapacitado
Hermano/a discapacitado/a
Hijo/a afectado/a por Contergan
Discapacidad de uno de los miembros de la pareja
Discapacidad de los padres
Fuerza que surge de una discapacidad
El orden de origen
Golpear en reemplazo
Luego de un divorcio, ¿cuándo está un padre dispuesto a mantener a sus hijos?
Honrar a los padres
Honrar o someterse
Orden y amor
Amor y vida
Muerte temprana de padre o madre
El león
Cómo honrar a los padres fallecidos
Heridas
La soberbia
El dolor de la separación
La despedida
Orden en sintonía
Lo que en las familias enferma y lo que sana
Introducción
Amor que enferma y amor que sana
Proverbio: Felicidad Dual
Senderos para una nueva orientación
Psicoterapia y medicina
Enfermedad y orden
Enfermedades como procesos sanadores para el alma
Cáncer
Anorexia y bulimia
Comer y ayunar
Adicción a la comida
Alergias
Asma
Depresiones
Dinámica familiar en psicosis
Las constelaciones familiares
Movimientos del alma
El amor
La solución
El movimiento amoroso interrumpido a temprana edad
Lo que lleva a neurosis
La muerte en el parto
Amor mágico y amor sabio
Respeto ante el límite
El vínculo
Hijos con discapacidades severas
Enfermedad y compensación
Incesto
La solución para la próxima generación
Respeto en lugar de expiación
Morir en representación
La línea final
Las constelaciones familiares y los movimientos del alma
Introducción
Las constelaciones familiares
Lo que provocan las constelaciones familiares
Qué debemos tener en cuenta al constelar
El alma indica el camino
Acerca de cómo proceder en las constelaciones familiares
Las preguntas tipo
La seriedad
La forma de proceder sistémica
Mantenerse en lo esencial
El campo de fuerzas
Confiar en el campo de fuerzas
Reparar o permitir el crecimiento
La sanación como regalo
Atención ante los controles del éxito
El coraje hacia la verdad tal como aparece
Curiosidad quita dignidad
Contactar el amor en el alma
Los límites de las constelaciones familiares
Los vivos y los muertos
Conocimiento por compartir un alma común
Ayudar en sintonía
Sentimientos propios y ajenos
¿Cuan auténticos son los representantes?
Representación y yo
La prioridad de lo grande
Una de las realidades
Las interpretaciones limitan
El efecto en miembros familiares ausentes
Cuándo detenerse
Mirar hacia adelante con los padres a las espaldas
La consideración
Minimalismo
La acción sigue al alma
Dejar atrás la imagen de la constelación
Efecto sin actuar
El centro vacío
El instante sostiene
Soluciones cual fruta madura
Solución y renuncia
Solución a través de soltar
Las frases de solución
Las profundidades del alma
"Aún me quedo un poco más"
Lo común y lo liviano
La sanación del alma familiar
El rayo
Cómo se logran las constelaciones: Un resumen
El camino del entendimiento
El procedimiento
Las constelaciones familiares
El cliente
El terapeuta
Los representantes
Las preguntas
Centrarse
Las señales
La sinceridad
El comienzo
El procedimiento
Constelaciones concentradas
El espacio
La participación
El campo de fuerza
Los muertos
El alma
El amor
La compensación
La prioridad de los anteriores
La integridad
Las soluciones
Historia: Dos tipos de saber
Constelaciones familiares y los movimientos del alma
Los órdenes de la conciencia colectiva
Los órdenes de la conciencia personal
Movimientos opuestos de las dos conciencias
Los movimientos del alma
Experiencias con los movimientos del alma
Ejemplo: Mujer enferma de cáncer
Ejemplo: Israelitas y palestinos
Ejemplo: Mujer adicta a la comida
Los muertos
Ejemplo: Mujer que murió en el parto
Ejemplo: Mujer indígena cuya hermana tuvo un accidente fatal
Los ancestros
La muerte
Ejemplo: El miedo ante la muerte
El futuro
Ayudar y solucionar
Introducción
Soluciones sin problemas
Intuición y solución
Las soluciones siguen al amor
La descripción de un problema lo mantiene en
Apartarse sirve para la solución
Las limitaciones de las acciones que ayudan
Mirar el tiempo que queda
En sintonía con la muerte
Vínculo y progreso
Actitudes terapéuticas fundamentales
La ronda
Dos tipos de ayuda
El respeto
La discreción
La resistencia
Consecuencias que duran
Compartir el sufrimiento
La integridad
Psicoterapia en sintonía
Cuentos e historias
Introducción
Destinos en el espejo de cuentos e historias
El verdadero tema
La ilusión
El punto de inflexión
Los vacíos
Las estrategias engañosas
La transferencia
El lugar en la vida
Los síntomas
Las soluciones
Contrahistorias
Ejemplos de contrahistorias
Ayudar a los niños mediante historias
Enuresis
Estreñimiento
Encopresis
Niño obstinado
Religión
Introducción
Las religiones
La otra fe
El respeto ante el secreto
Quedarse quieto
Imágenes de Dios
Crítica a la iglesia
El bien más preciado
Movimientos del alma
Vida y muerte
Introducción
Recogida y muerte
Vivos y muertos
Ir y venir
El movimiento hacia la muerte
Tomar y soltar la vida
Muerte y culminación
El respeto ante los muertos
Los que murieron temprano
Abortos
La muerte es más grande que la vida
Muerte violenta
Donación de órganos
Morir y muerte
El origen primario
La muerte temprana
Muerte y reconciliación
El miedo ante la muerte
Paz con los muertos
Imágenes de muerte y vida
La prioridad de la vida
El alma
La marcha hacia los muertos
Mientras tanto
Vivir hasta el final
Palabras finales
La vida continúa
La felicidad
Nuestros títulos
Los textos reunidos en este libro datan en su mayoría de los años 1992 a 2000. Tienen un contexto en común ya que los
presenté durante cursos sobre constelaciones familiares como introducción o como explicaciones intercaladas o como
síntesis de lo que había transcurrido. También son respuestas a preguntas surgidas durante esos seminarios o en entrevistas
o en una conferencia. Dado que los cursos y las conferencias fueron registradas, se ha mantenido el tenor de las mismas y
aquí sólo fueron ligeramente revisadas.
Es decir que aquí se trata de exposiciones realizadas en un contexto, por lo que siempre se refieren a una situación concreta.
El contexto les da color y vida. Por ese motivo tampoco tratan el tema en su totalidad sino solamente en la medida en que la
situación o la pregunta lo justifican. Algunas declaraciones se asemejan pero, sin embargo, son diferentes ya que fueron
enunciadas en una situación diferente. Solamente en el capítulo "Cuentos e historias" he procedido a ordenar el tema de
forma sinóptica.
Quizás algún lector eche de menos un resumen o una teoría abarcativa. ¿Pero, qué ganaríamos con ello realmente? Aquel
que, como un pescador, atrapa muchos peces en su red, ciertamente es dueño de ellos pero, lamentablemente, ya no nadan.
Hablando metafóricamente, en este libro es posible ver a cada pez todavía nadando.
El resultado que obtuve con estos textos al decirlos se describe en una historia en la que un discípulo le pregunta al maestro
acerca de la libertad.
El maestro dijo: "Algunos piensan que son ellos mismos los que buscan la verdad de su alma. Pero la Gran Alma piensa y
busca a través de ellos. Al igual que la Naturaleza puede permitirse muchos errores, ya que sin esfuerzo sustituye a los
jugadores equivocados por otros nuevos. A aquel, sin embargo, que deja que sea ella la que piense, a veces le concede
algún margen de movimiento, y como el río lleva al nadador que se entrega a sus aguas, también ella lo lleva a la orilla,
uniendo sus fuerzas a las de él".
Esta obra es un libro de consulta ya que he repasado una vez más todos los cursos documentados para elegir aquellos
párrafos que no han sido tenidos en cuenta en otras publicaciones. Complementan a aquéllos de múltiples formas. Sin
embargo, cada texto tiene peso propio. Es posible comprenderlo sin necesidad de tener que referirse a otros pasajes.
Para facilitarle la orientación al lector he ordenado las declaraciones por tema y para cada asunto he escrito una
introducción.
Bert Hellinger
Este capítulo introduce las actitudes básicas que nos llevan a una comprensión más profunda, sobre todo a la comprensión
hacia posibles soluciones. Estas actitudes básicas son: la falta de intencionalidad, el valor, la apertura para recibir lo nuevo, lo
desconocido; la discreción y el asentimiento hacia aquello que se muestra, incluso cuando nos exige lo último. Las palabras
clave son: camino de entendimiento fenomenológico, proceder fenomenológico, la verdad como algo que nos es dado y
que, cuando aparece, nos obliga a actuar.
La Verdad
La verdad es algo que, como un rayo, surge súbitamente desde lo ausente a lo presente y luego vuelve a sumergirse en lo
ausente. Es decir, resplandece, por un instante, y desaparece. En el momento del destello es totalmente válida. De eso no
queda duda alguna. Pero si yo eso lo generalizo le quito reconocimiento a la esencia de la verdad y de la comprensión.
Pretendo que el instante sea eterno y de esa manera dejo de reconocer que la verdad es fugaz. Ella es un bien fugaz.
Sin embargo, en el instante en que aparece su destello es plenamente válida. Por esa razón la objeción a esa verdad que
resplandeció siempre llega tarde. Llega cuando la verdad ya ha desaparecido.
PARTICIPANTE Pero por supuesto también es un destello muy subjetivo.
HELLINGER Justamente no lo es. Esa es la diferencia. Cuando surge aquí en las constelaciones familiares todos la pueden ver.
PARTICIPANTE Pero sólo una vez que tú lo has construido.
HELLINGER Yo no lo he construido. Yo lo veo. Resplandece, súbitamente. Aquí, en esta última constelación por ejemplo, de
repente vi que tiene algo que ver con ese hijo que fue abortado.
Repentinamente eso era una verdad. No la construí, la percibí.
PARTICIPANTE Pero para la persona con la cual trabajabas luego lo construíste configurando al hijo.
HELLINGER Aquel que construye casi siempre está errado. Porque la construcción no llega hasta el alma, llega solamente a la
cabeza. Esa es una diferencia muy importante. Yo me doy cuenta estando en una situación, por ejemplo, y me aparece ese
destello, expreso eso y luego lo único que necesito hacer es mirar los rostros para saber si es cierto. El efecto nos permite
hacer la lectura inmediata y así saber si llegó al alma. Pero ni bien pienso algo, incluso ya lo formulo en mi cabeza y luego lo
digo, me doy cuenta de que no hay reacción. No ha llegado al alma.
Con relación al constructivismo también cabe preguntarse: ¿Cómo puede ser que una construcción tenga efecto y otra no lo
tenga? Debe actuar algo que va más allá de la construcción. Caso contrario no sería posible que una tenga efecto y otra no.
Las dos deberían tener el mismo efecto, o ninguna de las dos debería tenerlo.
PARTICIPANTE Al configurar una familia se pone de manifiesto el orden que falta y luego tú dices que ha concluido la terapia.
¿De qué forma se daría la constelación si esa persona configurara nuevamente?
HELLINGER Aquel que constela otra vez quizás busca volver a recuperar la verdad desaparecida, y eso no funciona. Ya se fue.
Por lo tanto, sólo puedo volver a hacerlo si ha surgido alguna información completamente nueva o si en lugar del sistema
actual también debe ser configurado el sistema de origen, o viceversa. En ese caso se agrega algo nuevo.
Dialéctica
Luego de la dialéctica la comprensión avanza en tres pasos. Primero está la tesis, luego ésta cambia para transformarse
en antítesis, y de estas dos surge la síntesis. Esta vuelve a convertirse en tesis, pasa a ser la antítesis y lleva a otra síntesis. Sin
embargo, eso sólo se logra si la antítesis no solamente es una opinión o una objeción sino una comprensión nueva. Eso hace
una gran diferencia.
Si durante un diálogo una persona comparte una comprensión o una experiencia acerca del amor y la otra persona tiene una
comprensión y experiencia diferentes, entonces, en el sentido de la dialéctica, aquí se trata de una antítesis que, no
obstante, permite derivar en una síntesis que enriquece a ambas.
Con frecuencia, cuando una persona tiene una comprensión y la comparte como tesis, hay otras personas que formulan una
objeción como antítesis que debe cuestionar a la tesis. De esa forma tratan a la tesis como si fuese únicamente una opinión
quitándole así la fuerza, incluso en el caso en que ésta se sustente en un concepto y únicamente lo esté describiendo.
La palabra clave para ese tipo de antítesis es el "pero". Mediante el "pero" se le quita valor al concepto inmediato. Si yo por
ejemplo contemplo una montaña y digo "pero" ya no la puedo contemplar bien, aunque siga estando allí. Con mi "pero" le
quito algo de su grandeza y de su fortaleza.
Hacer objeciones es posible siempre, sin el esfuerzo de la percepción y sin la paciencia dispuesta a esperar hasta que se
presente la nueva comprensión o experiencia. Esa también es la razón por la que la objeción es tan veloz. La comprensión,
por su lado, requiere tiempo.
Quiero agregar algo más con referencia a la dialéctica. Cuando una persona piensa o expresa una objeción tiene una
sensación de libertad. Puede tener la objeción casi como a discreción, sin tener que regirse por nada. De esa manera, en los
pensamientos, la libertad es muy grande y está ligada a una sensación de poder. Sin embargo, cuando una persona así luego
quiere actuar de acuerdo a su objeción, su libertad
es muy pequeña. Una vez formuladas todas las objeciones posibles en contra de una comprensión y una experiencia de
otros, ¿qué es lo que realmente puede hacer que vaya más allá de la comprensión de los otros? Y viceversa, aquel que
renuncia a todas esas objeciones en el pensamiento no es libre. En su pensamiento tiene sólo un margen muy reducido
porque se rige según la realidad percibida. Pero en la acción tiene muchas posibilidades.
Percepción y pensamiento
Existen muchas formas para acceder a la verdad. Yo personalmente sigo un camino al cual conozco, pero además de éste
también hay gran cantidad de otros caminos. Porque es curioso que haya tantos compositores sin que nunca uno encontrara
la misma melodía que alguno de los otros. Cada uno tuvo su propia comprensión. Cada melodía era distinta y cada una es
linda a su manera.
Con relación a una misma cosa no hay dos personas que puedan tener la misma comprensión. Cuando las dos tienen una
comprensión especial, una es algo diferente a la otra. La plenitud no permite que se la limite a un solo camino.
Una comprensión surge de la percepción. Algunos tratan de evitar la percepción manifestando una afirmación, o haciendo
una objeción que sólo la piensan sin ver lo que están afirmando. Eso es algo barato, cualquiera puede hacerlo, incluso el
necio. Pero cuando una percepción se suma a una percepción, ambas se complementan mutuamente.
Pensar sin percibir significa girar continuamente alrededor de lo mismo, de lo conocido. No puede resultar ninguna
comprensión únicamente desde el pensamiento. La comprensión surge de la percepción, y luego le sigue el pensamiento.
Por lo tanto la comprensión comienza con la percepción y continúa en el pensamiento.
El proceso de entendimiento fenomenológico
Lo que muestro aquí es psicoterapia fenomenológica. La fenomenología es un método filosófico, un método filosófico
antiguo. Requiere una gran autodisciplina. Para esclarecerlo contaré algo acerca de mi persona.
Me había propuesto comprender, por ejemplo, lo que es conciencia y cómo funciona la conciencia. Entonces lo primero que
se debe hacer según el método fenomenológico es olvidar todo lo que uno haya escuchado acerca de eso, es decir, en este
caso, acerca de la conciencia. Se prescinde de lo que hasta el momento se sabe sobre el tema. Eso produce un vacío interno.
El próximo paso es que tampoco se tenga ninguna intención, tampoco la de hacer un gran descubrimiento. Es decir que uno
prescinde de todo y se expone a la conciencia como uno se expone a la oscuridad. Luego, se espera. Con relación a la
conciencia pasé años esperando. Simplemente me iba exponiendo una y otra vez: ¿Cómo actúa la conciencia realmente?
¿Qué ocurre en mi interior cuando siento la conciencia? ¿Qué ocurre en los otros cuando sienten la conciencia? ¿Y qué
ocurre cuando no sienten nada y a pesar de ello actúan como impulsados por algo? Luego, tras varios años, desde la
oscuridad surgió la primera comprensión acerca de la conciencia. Repentinamente concebí lo que es conciencia. También me
di cuenta de que hay varias conciencias, a distintos niveles, y de que esas conciencias obedecen a ciertos órdenes. En el
fondo, son los órdenes del amor.
Sin embargo, es imposible aprehender eso que aparece. Comprendí las conciencias sólo hasta cierto punto y me doy cuenta
de que detrás hay algo que no comprendo. Tampoco pretendo comprenderlo sino que dejo que aquello que comprendí
vuelva a sumergirse. Dado que yo simplemente me expongo a eso tal como surge y tal como vuelve a sumergirse
me encuentro en un movimiento y cada vez voy teniendo una perspectiva distinta dentro de ese movimiento. De esa
manera, en la práctica puedo manejarme con la conciencia allí donde se manifieste. Eso es lo que me quedó en claro acerca
de ese método fenomenológico.
La fenomenología se basa en otro concepto de la verdad, o una vivencia de la verdad diferente a la que estamos habituados.
A menudo uno quiere comprender la verdad y luego considera que es inamovible y eterna. Quizás uno piense: Yo mismo la
he descubierto, ahora la tengo en mis manos y con esta verdad domino un problema o incluso el mundo. Es un proceso
curioso el que se despliega internamente con este tipo de verdad.
Pero esa verdad a veces está sólo en el pensamiento. Entonces hay una controversia entre aquellos que piensan que eso es
la verdad y los otros que piensan que lo otro es la verdad, y cada uno opina que la tiene arrendada. Así, la verdad se vuelve el
balón de juego de las luchas de poder. Todos conocemos ese tipo de controversia.
El caso de la verdad fenomenológica es completamente distinto. Esta verdad aparece, fugazmente, tal como lo hemos visto a
menudo aquí. En ese momento algo sale a la luz y se ve un brillo. Pero cuidado con querer alcanzarlo, ya que desaparece de
inmediato. Buscar trabajar a fondo, por ejemplo, es esa forma de querer alcanzarlo. O el temor ante lo que pueda ocurrir
cuando se muestre como ese "querer llegar", pero de otra manera. Ahí uno quiere que el brillo desaparezca. Pero si me
encuentro en la actitud fenomenológica, la verdad tiene el permiso de aparecer tal como ella quiera. La miro, me inclino
ante ella y permito que vuelva a partir. Mediante su aparición, su efecto es mucho mayor que hablar de ella. Simplemente
está y luego se vuelve a ir.
Esa también es la razón por la que vuelve a aparecer siempre de forma distinta, jamás es la misma. El terapeuta se alegra
cuando viene, y cuando se va, permite que se vaya. Es
como con la felicidad. Uno se alegra cuando viene, y cuando se va, permite que se vaya.
Por lo tanto, ahí tampoco hay controversias. Qué habría de controvertido. Una verdad emerge, todos la pueden ver, y vuelve
a hundirse. Aquello que ha emergido actúa en el alma, pero no sé cómo. Si yo persigo a un paciente y le digo: "Ahora
tenemos que ver de ordenar eso un poco más", entonces aquello que emergió se retira. Es balanizado, y del fuego quedan
tan sólo las cenizas.
Es decir, en este tipo de terapia se trata sobre todo de una actitud básica, se trata de la actitud fenomenológica básica de
devoción, devoción ante la realidad. De esa manera tampoco existe la tentación de querer manipular la realidad que sale a la
luz, o de querer suavizarla o también de agravarla, ni uno ni lo otro. Siento la devoción ante ella y luego continúo con mi
trabajo habitual. Bien, esa sería la psicoterapia fenomenológica. Espero haber aclarado un poco ese tema.
Comprensión a través de renuncia
En sus orígenes, el método fenomenológico es un método filosófico. Se trata de que alguien se expone a una cosa sin
intención, sin temor. Y que se olvida de todo lo que sabe sobre ese tema hasta el momento. Se expone a un contexto oscuro
y repentinamente comprende la esencia de un tema.
Cuando trabajo con una familia me expongo a ella tal como es, sin intención, también sin la intención de ayudar. Y sin temor
ante las consecuencias de lo que digo o hago. Al retirarme de esa manera repentinamente veo por donde va la cosa. A
menudo, no siempre, por supuesto. También aquí permanezco limitado. Esa es la manera de trabajar fenomenológicamente.
No se basa en teoría alguna ni en la experiencia anterior sino que trabaja solamente con el instante. Eso es muy
difícil porque la terapia es un nuevo riesgo una y otra vez.
La forma de proceder fenomenología es sin intención, sin conocimientos, sin temor. Mira lo que une a todo aquello que
aparece; se sostiene y es guiada por el fundamento y el límite de toda volición. En realidad saca lo último a la luz. Por lo
tanto, la terapia sólo concluye cuando saca eso último a la luz y cuando, en la profundidad, une a alguien con eso último. La
verdad aquí se vuelve el acontecimiento y culmina a través de la ejecución.
Psicoterapia científica y fenomenológica
Hasta cierto punto la psicoterapia fenomenológica está en oposición a la psicoterapia científica. Mediante experimentos, la
ciencia experimental busca descubrir modelos que puedan ser repetidos, de manera que la misma forma de proceder
obtenga siempre el mismo resultado. En el caso de las ciencias naturales es relativamente fácil lograr que aplicando el mismo
experimento se logren los mismos resultados. En el alma eso no es posible.
Si uno desea hacer psicoterapia científica y desea investigar científicamente lo que ayuda, hay que encarar los experimentos
de manera tal que el elemento personal quede excluido, de forma que sólo lo externo sea tenido en cuenta. Pero como
pueden observar aquí, lo personal resulta ser lo más importante. Es imposible obtener resultados valederos sin tener en
cuenta el aspecto personal. Eso es un punto.
La psicoterapia científica es lineal, es decir: aquí actúa una determinada causa y allá se obtiene un determinado efecto.
Psicoterapia fenomenológica, en cambio, significa que yo como terapeuta me expongo a un contexto sin intención y sin
temor. O sea, también sin la intención de sanar. Por esa razón, el terapeuta que quiera percibir fenomenológicamente debe
estar de acuerdo con el mundo tal como es. No tiene la necesidad de cambiar el mundo. Eso requiere que se retire
completamente. También está de acuerdo con la enfermedad de
un cliente tal como es. No tiene la necesidad de colocarse en el medio.
El caso de un médico es distinto porque en gran parte el médico puede trabajar científicamente y entonces también lo debe
hacer. Quiero diferenciarlo claramente.
Pero aquí eso no funciona. El terapeuta se retira completamente y se abre a un contexto más grande. De manera que cuando
trabajo con un cliente también percibo su sistema. No miro sólo al cliente. Siempre miro también a su sistema. Sobre todo
miro a las personas que allí quedaron excluidas, que allí ni siquiera aparecen pero que yo, por retirarme, incluyo en la mirada
y en el sentimiento. El lugar que allí les es negado lo tienen inmediatamente conmigo. Ni bien tienen ese lugar conmigo yo
estoy en una sintonía más profunda que la del cliente mismo, porque yo tengo mayor compasión para con ese sistema.
Al retirarme y exponerme al todo, sin intención y también sin temor por lo que podría salir a la luz, repentinamente percibo
lo esencial, lo que va más allá de los fenómenos visibles. Me doy cuenta: ese es el punto.
Eso es importante, sobre todo, para la solución. Al configurar el sistema todavía es relativamente fácil. Pero luego encontrar
dónde está la solución sólo puedo hacerlo estando en esa sintonía. Entonces se ilumina repentinamente. Esa es la percepción
fenomenológica. Es como un destello, y siempre está en sintonía con el todo más grande. Y siempre es percepción con amor,
eso es lo decisivo. De esa manera también es posible ocuparse de ella.
Por lo tanto, esta forma de trabajo tampoco puede aprenderse como aprendiendo reglas sino que lo esencial es abrirse a la
percepción e ir aprendiéndola mediante la práctica y acompañando. De esa manera uno mismo puede hacerlo.
Si durante el trabajo con un cliente veo que no hay solución, tomo ese hecho muy en serio y me retiro, aún en el caso
de que sintiera dolor. Pero no me causa dolor cuando me retiro de esa forma. Si yo me siento en sintonía, no puede ni debe
producirme dolor. Realmente debo estar muy en sintonía. Así me mantengo en mi percepción y no permito que nada,
ninguna objeción, me aparte de ella.
Naturalmente yo también cometo errores. Eso lo tengo muy en claro. En ese caso es necesaria una resonancia por parte de
los participantes atentos. Ellos repentinamente incluyen algo en la mirada que a mi me pasó inadvertido. Y entonces confío
también en la percepción de ellos.
Pero si, por ejemplo, alguien forma una alianza con un cliente al que estoy enfrentando con las máximas consecuencias de su
actitud, sólo porque a él mismo le causa miedo, si alguien se entromete y me dice que no debo hacer eso, yo no puedo
prestar atención a su miedo, dado que a mi me debilitaría de inmediato.
El terapeuta que trabaja de esa manera en realidad es un guerrero. En sus libros sobre el indio Don Juan, Castañeda describe
muy bien lo que es un guerrero. El guerrero en ese sentido no teme al límite máximo. Encontrándose en el máximo límite, se
puede perder todo y se puede lograr todo. Tanto lo uno como lo otro. Pero en la práctica yo lo he comprobado: si el
terapeuta realmente avanza hasta ese límite máximo, en general todo sale bien. Pero el riesgo sigue existiendo. Aquel que se
asusta ante ese riesgo no puede trabajar de esta forma. Porque en los temas esenciales, cuando se trata de vida o muerte, la
decisión siempre se da en ese límite máximo, no antes.
Trabajando con este tipo de psicoterapia aquello que sale a la luz siempre es, al mismo tiempo, una instrucción para seguir
actuando, una instrucción en la que hay que confiar, quizás aún sin comprenderla. Porque lo que realmente es y adonde
lleva recién se ve al final, no al comienzo.
La vastedad
Quiero comentar algo acerca de la vastedad. Muchos problemas surgen porque nos aferramos a lo cercano y a lo estrecho,
por así decirlo. Cuando miramos a nuestros problemas o miramos a los problemas en una relación o cualquier tipo de
problemas, a menudo en nuestra mirada incluimos sólo lo estrecho, lo cercano, lo obvio y todo el entorno que es parte del
problema se nos escapa. Sin embargo, lo estrecho y lo cercano tienen su importancia y su fuerza sólo en conexión con
aquello que lo supera. Por lo tanto, en general la solución pasa por salimos de lo estrecho y lo cercano y movemos hacia lo
más lejano, lo más vasto. Entonces, en lugar de mirarnos a nosotros mismos, por ejemplo, a nuestros deseos y a lo que
nosotros consideramos nuestros problemas o nuestras heridas o nuestros traumas, miramos a nuestros padres, a la familia.
De repente estamos enlazados a otra cosa, estamos unidos a muchas cosas. Así, aquello que nosotros quizás vivimos como
algo difícil o algo que nos hace sufrir tiene su lugar en eso más grande.
Aunque sólo miremos a la familia, luego de un tiempo nuestra mirada vuelve a estrecharse. También debemos mirar más allá
de ella, volver a incluir el entorno en nuestra atención y nuestra percepción y también en nuestro amor, abrirnos a ello.
Entonces aquello que en la familia quizás aparece como irresoluble encuentra un camino al aire libre.
En la psicoterapia también hay un desarrollo hacia lo más amplio. Existe la psicoterapia que se dedica predominantemente al
individuo, por ejemplo a sus sentimientos. Quizás todo se va desmembrando y, a pesar de todo, el individuo no logra
superarse.
Luego existe la terapia familiar que incluye el campo más grande. Ella puede brindar soluciones que en la terapia individual
no son posibles. No obstante, también la terapia familiar sigue siendo limitada.
Luego, uno puede ir más allá de la terapia familiar y dirigirse a algo más grande. Eso se hace posible mediante los
movimientos del alma, cuando uno se entrega a ellos. Porque estos movimientos siempre de dirigen hacia algo más grande.
El todo
Si observamos al mundo podemos mirarlo en su diversidad, cómo todo se va individualizando, cada cosa es de manera
individual, y cómo a menudo eso individual se opone, se contradice, incluso lucha entre sí. Pero todo eso individual en el
fondo se basa en un Uno que lo sostiene. De ese Uno en las profundidades, la pluralidad y la diversidad extraen su suerte, su
propia singularidad. Lo que puede contribuir para el todo es alimentado por ese manantial en las profundidades.
Pues bien, podemos dirigir nuestra percepción hacia lo individual y, al hacerlo, se nos pierde lo otro. Cuando nos
concentramos en el Uno a menudo excluimos lo otro o lo negamos o incluso lo desmentimos. En ese caso estamos
enajenados de aquello que sostiene todo.
También podemos enfocarnos en la diversidad, pero de manera de no concentrarnos en la diversidad sino percibiéndola casi
simultáneamente como un todo. Aplicando esa percepción nos reunimos en nuestro centro y a través de ese centro con el
centro de la existencia. Al lograr esa conexión tenemos la misma relación con toda esa diversidad, una misma relación de
respeto, de consideración y de coraje, de manera que podamos tomarlo en nuestro interior con toda su multiplicidad y su
diversidad hasta que confluya en nuestro centro.
Cuando miramos las cosas tal como son, eso nos puede parecer fácil. Pero cuando miramos las relaciones entre las personas
y a sus necesidades diferentes, a sus rumbos diferentes, cuando observamos los opuestos y nos exponemos a ellos, a
menudo nos sentimos amenazados, inseguros, y sentimos un profundo dolor, como que algo no funciona.
En estas relaciones con frecuencia somos conducidos, en la superficie, por la diferenciación entre el bien y el mal. Esta
diferenciación está muy en la superficie y de ninguna manera puede remitirse a aquello que surge desde las profundidades.
La diferenciación entre el bien y el mal es algo que solamente actúa en las relaciones humanas, y la razón es que la
diferenciación entre bien y mal cumple una única función. Esa función es que nos une a nuestra familia y nos marca el límite
con otras familias y otros grupos. La diferenciación entre bien y mal se pone de manifiesto en la conciencia tranquila o la
mala conciencia. Tenemos una conciencia tranquila cuando sentimos que pertenecemos a nuestra familia, y tenemos una
mala conciencia cuando debemos temer que por nuestra conducta nos hemos jugado nuestra pertenencia. Creemos que
ponemos en peligro la pertenencia a nuestra familia cuando reconocemos como igualmente buenas y equivalentes a otras
familias, a otros grupos, a otros valores, a otras religiones, a otras culturas. Cuando hacemos eso estamos unidos con la
profundidad de la existencia, pero no con nuestra familia en ese sentido.
Por lo tanto, para estar unidos en lo profundo con lo esencial, debemos despedirnos de la influencia de esa conciencia en
relación a la diferenciación entre bien y mal. Si logramos esta despedida, si por lo menos ocasionalmente podemos soltarla,
si nos reunimos en nuestro centro, entonces desde ese centro, desde la profundidad, emerge otra cosa que nos sostiene, un
movimiento del alma que anula la diferenciación y que reconcilia las contradicciones y los opuestos.
En los últimos tiempos me he ocupado mucho de esos movimientos del alma, he permitido que actúen sobre mí mismo y, en
cursos como éste, he experimentado cómo actúan los movimientos del alma. Van mucho más allá de lo que hasta el
momento salió a la luz a través de las constelaciones familiares. Es decir que se avanza un paso más.
La fuente
Aquí yo permito ser guiado por algo, no sé en absoluto lo que resultará, estoy completamente a oscuras y me siento como
alguien a través de quien fluye un agua, un agua que viene de lejos y que sigue su camino hacia lo lejos. Simplemente me
mantengo permeable. Por esa razón yo mismo no participo. La fuente no participa del agua. El agua sólo la atraviesa.
¿Cómo se hace para lograr esa actitud? Se permanece sin intención. El agua que corre a través de la fuente no tiene
intención alguna. No tiene una meta. Y, sin embargo, llega a los campos, da frutos y finalmente desemboca en el mar. Por lo
tanto, la falta de intención es la condición previa para este trabajo.
No tener intención sólo lo logra aquel que ha abandonado sus conceptos sobre bien y mal. No lucha ni por el bien ni por el
mal, por ninguno de los dos. Está de acuerdo con todo lo que es. Está de acuerdo con la vida. Está de acuerdo con la muerte.
Está de acuerdo con la felicidad. También está de acuerdo con el sufrimiento. Está de acuerdo con la paz y con la guerra. Al
ser tan permeable, hay algo que se acomoda para el bien sin su intervención.
Nos vienen describiendo esta actitud desde hace mucho tiempo. Lao Tse la muestra, por ejemplo. Confucio la muestra. Y
muchos grandes filósofos la muestran. Curiosamente no así los grandes fundadores de religiones. Las religiones llevan a la
guerra.
La falta de intención que busca estar en sintonía con la ley del mundo, con los órdenes profundos, la que confía en los
movimientos profundos del alma, de la gran Alma, ella, como se puede ver, está al servicio de la paz y del amor.
Escuchar y mirar
Quiero comentar algo acerca de la diferencia entre escuchar y mirar. Lo que actúa en la conciencia en gran medida se basa
en lo que uno ha escuchado. Por ejemplo, hay muchos conceptos sobre valores o también reglas o testimonios acerca de lo
religioso que provienen de lo transmitido oralmente. Basado en lo que uno escucha surge una imagen interna y ella luego
actúa como si fuera una conciencia.
Doy un ejemplo. Un psicoanalista fue a ver a un amigo y le dijo: "¿Sabes algo acerca de las obsesiones?" "Si", dijo el amigo,
"quizás pero en tu caso, ¿de qué se trata?" El otro contestó: "Hace un tiempo fui con mi mujer a ver a una adivina quien le
dijo que ella estaba poseída por el demonio. ¿Qué debo hacer ahora?" El amigo dijo: "Quién acude a una persona así debe
asumir las consecuencias; porque ahora tú realmente estás obsesionado, estás poseído, pero por una imagen interior y no es
fácil liberarse de ella."
De esa manera, mediante lo que se escucha y lo transmitido oralmente se forma un concepto desligado de la percepción de
la realidad que se puede percibir. Curiosamente este concepto repentinamente actúa como creando una obligación, y
cuando abandono este concepto lo vivo como una traición y una deslealtad.
¡Qué notable! Porque en realidad sólo haría falta mirar y limitarse a aquello que se percibe. Nada más. Pero eso requiere
modestia.
Algunos psicoterapeutas se comportan de manera similar. Escuchan y confían en lo que se les dice sin mirar lo que ocurre
frente a sus ojos y en la familia del cliente. Así quizás la terapia trata algo que ni siquiera existe porque se refiere a una
imagen que sólo surge por conceptos y por interpretaciones.
Restringirse a la percepción es una renuncia grande. Con ello renuncio a la libertad de modelar al mundo arbitrariamente.
Pero es curioso que justamente esa autolimitación me da la libertad de actuar, y de actuar correctamente.
No vale lo mismo cuando confío en lo que escucho y lo que se me transmite. En ese caso sólo tengo la libertad de crearme
imágenes. La libertad para actuar es limitada.
Comprensión y acción
Aquel que tiene una comprensión con referencia a la solución posible o pendiente no debe actuar de inmediato. Eso es
peligroso. Si por ejemplo durante una constelación se pone de manifiesto que los hijos deben ir con el padre, o deben ir con
la madre, lo que sea, no debe procederse de inmediato. Porque sino quizás uno está enajenado de sí mismo. Lo que aquí
ocurre en la constelación no le es ajeno al cliente, ya que es algo en donde él mismo también actúa. Ahí surge una imagen, y
ahora esa imagen primero debe penetrar en el alma. Primero uno permite que actúe en el alma, y eso puede llevar mucho
tiempo. Después de cierto tiempo repentinamente queda en claro cuál es la acción correcta. Se toma a la imagen en el alma
y se le permite que allí actúe y se despliegue hasta encontrar la solución correcta, la solución definitiva. Repentinamente uno
percibe muy claramente: llegó el momento de actuar. En ese instante uno actúa, no antes, porque sino quizás uno estaría
actuando fuera de sí, sin conexión con la imagen porque todavía no tuvo oportunidad de actuar en el alma. Es posible que
pasen meses antes de que se reúna la fuerza necesaria para actuar, incluso sabiendo qué es lo correcto.
Percepción y duda
PARTICIPANTE FEMENINA: ¿Hasta qué punto usted, como terapeuta, tiene también un efecto sugestivo sobre las personas
configuradas? Tengo la sensación de que usted ejerce una influencia sobre las personas y también sobre sus sentimientos, la
manera en que ellas perciben la situación, y que quizás incluso su concepto se les transmite y que luego ellas buscan
corresponder a ese concepto, aunque sea inconcientemente. ¿Qué opina? Es una responsabilidad enorme que tiene usted
como terapeuta. HELLINGER Quiero traer un ejemplo opuesto. Si yo titubeo y
dudo también se transmite. La pregunta es: ¿Qué es mejor? Por lo tanto, cuando trabajo, debo confiar en el otro. Por el otro
lado, el terapeuta no debe ignorar su percepción. Al presentarse una percepción inmediata se da una experiencia
importante. Cuando una persona percibe algo y a continuación presenta una duda o una objeción, aunque sea sólo
internamente, la percepción desaparece. La percepción no se aguanta ni la objeción ni la observación.
Hay algo más para tener en cuenta. Cuando yo trabajo en un grupo terapéuticamente, trabajo junto con los demás
participantes. Cuando yo trabajo en un grupo con respeto y amor por los clientes y con amor hacia la solución, yo confío en
que el trabajo mancomunado de todos lleve hacia una buena solución. Yo debería ser capaz de influenciar a todo el grupo
sugestivamente como para obtener semejante falsificación. Sin embargo, su pregunta comprueba que aquí muchos de los
participantes son independientes y autónomos. Si yo me equivoqué o cometí un error, otra persona lo nota y lo compensa.
Es decir que yo no confío únicamente en mi propia percepción, sino también en la percepción de los otros que junto conmigo
presencian el mismo acontecimiento y lo miran.
Modelos de pensamiento y modelos de destino
En sus libros, Rupert Sheldrake describe las características y los efectos de campos morfogenéticos, o sea campos de poder
que fijan determinadas estructuras. Él me dijo que en las constelaciones familiares se puede ver claramente cómo actúan los
campos morfogenéticos.
Ahora a veces pienso si las observaciones que él hace también son válidas en otros ámbitos. Si determinados modelos de
pensamiento fijan a un grupo y, de esa manera, tornan más difíciles obtener nuevas comprensiones, y si los procesos de las
conductas dentro de una familia no serán también modelos
que se dan como consecuencia del campo morfogenético de esa familia. Si por ejemplo una persona se suicida, a veces
en la próxima generación también hay alguien que se suicida. Pero no solamente porque quiere seguir al anterior, sino
porque hay un modelo.
Sheldrake vio que si se forma un cristal nuevo aún no tiene estructura previa. Si de la misma unión se forma otro cristal,
inmediatamente se guía según el modelo del anterior. En ese momento ya hay una memoria acerca de lo anterior. Es decir
que el campo morfogenético tiene una memoria. Por esa razón existe una gran probabilidad de que el próximo cristal se
desarrolle de forma similar al primero. Si esto se repitió varias veces, hay un modelo fijo. De esa manera quizás también haya
destinos que se reproducen de manera similar.
La interrupción de los modelos
Este movimiento hay que interrumpirlo. Reconocer este movimiento e interrumpirlo requiere mucho valor hacia algo
completamente nuevo. Lograr esa interrupción es una gran obra. La interrupción no se logra simplemente entregándose al
río. Hay que retirarse. En lugar de nadar en el río, uno se retira a la orilla, mira el río hasta detectar lo viejo y reconocer lo
nuevo, y luego uno decide qué hacer.
Luz y oscuridad
La familia tiene una memoria. Lo que de ella sale a la luz es un regalo para nosotros. Pero eso que sale aún trae adherido la
oscuridad y lo oculto de donde proviene. Es decir que lo esencial permanece oculto para nosotros, por ejemplo su "de
dónde" y su "hacia dónde". No solamente permanece oculto sino también guardado, es decir sustraído. Por lo tanto
podemos y debemos disponer de ello sólo en la medida en que se va mostrando, y nos detenemos allí donde se oculta ante
nosotros.
Eso que sale a la luz entonces no nos devela lo oculto y lo guardado, sino que sólo nos lo muestra en forma limitada. A
menudo nuestras opiniones se corren delante de lo que sale a la luz, y de esa manera lo oscurecen. La opinión, ni bien nos
hemos formado alguna, nos permite permanecer en lo subjetivo y por lo tanto se interpone en el camino del conocimiento.
Aquello que salió a la luz, por su lado, nos obliga a lo que no nos es familiar, a lo desacostumbrado y a lo nuevo.
Cuando nos centramos durante este trabajo, nos centramos hacia aquello que permanece oculto detrás de lo que quiere
salir a la luz. Es decir, no sólo nos entregamos a aquello que sale a la luz. Nos entregamos asimismo a lo que permanece
oculto y a todo aquello que ha aparecido y luego vuelve a sumergirse. Por esa razón estamos en sintonía con los dos
movimientos y fluimos con ambos. Este trabajo permite que aparezca lo esencial, y por lo tanto no está limitado a lo que
aparece en primer plano, por ejemplo la sanación de una enfermedad. Por eso es mucho más que sólo psicoterapia.
Discípulos y maestros
HELLINGER Un maestro nunca fue un discípulo, y un discípulo nunca se volverá un maestro. ¿Sabes por qué? El maestro mira,
por eso no necesita estudiar. El discípulo aprende, por eso no mira.
PARTICIPANTE Eso es una broma. HELLINGER Eso lo dice un necio.
PARTICIPANTE Lo que tú has dicho contradice a muchas escuelas espirituales. HELLINGER Eso me importa poco.
PARTICIPANTE Yo no he dicho que te importe, sino que contradice muchas escuelas.
HELLINGER Soy consciente de ello. Pero si miras a los discípulos, muchos son una vergüenza para el maestro.
Comprensión y purificación
No es posible acortar el camino a la comprensión y tampoco es posible hacerlo más fácil. La purificación que nos capacita
para ello no se puede ni acortar ni hacer más fácil.
La noche del espíritu
Quiero decir algo acerca de la noche del espíritu. Hoy día está de moda hacer el peregrinaje hacia oriente para encontrar allí
la sabiduría y la iluminación. Con seguridad en oriente también hay cosas grandes. Pero de lo que en occidente tenemos en
materia de gran tradición espiritual se recuerda poco. Uno se retira de eso.
La gran mística del poniente conoce tres caminos. El primero es el camino de la purificación, el segundo el camino de la
iluminación y el tercero el camino de la unión. Pero en el fondo se trata simplemente de emprender el camino de la
purificación.
El camino de la purificación culmina en la noche del espíritu. Ese es un concepto o una imagen de Juan de la Cruz. La noche
del espíritu significa que renuncio a todo tipo de conocimiento. Por ejemplo, que renuncio a averiguar las razones, o los
secretos del mundo, o de averiguar algo acerca de Dios. Exige la renuncia total, la máxima purificación. De esa manera uno
se vacía.
En el taoísmo existe la imagen del centro vacío. Allí reina una calma total. Pero lo asombroso es que al ir a ese centro vacío y
encarar la noche del espíritu queriendo saber cada vez menos, por ejemplo leyendo cada vez menos, preocupándose cada
vez menos y estando así cada vez más centrado, ocurre que alrededor de uno repentinamente sucede algo sin que uno
mismo tenga que hacer algo. Uno permanece calmo y, manteniendo esa calma, está en sintonía con algo más grande.
Allí aparecen los grandes entendimientos que a uno se le pueden ocurrir. Vienen de la noche del espíritu. La noche del
espíritu también nos exige el olvido. Exige, por ejemplo, que uno esté dispuesto a olvidar su origen, a olvidar su propia
historia.
Yo he demostrado algo de esta sencillez, eso de no querer saber nada o de querer saber muy poco. Cuando uno está
centrado de esa manera, uno se da cuenta qué es lo esencial de inmediato. En ese caso sólo necesito muy poca información
y, sin embargo, inmediatamente se qué es lo esencial. Eso surge de centrarse con sencillez.
A este respecto les leeré un pequeño texto del libro Verdichtetes:
Sabiduría
El sabio asiente al mundo tal como es, sin miedo y sin intención.
Está reconciliado con la fugacidad y no aspira llegar más allá de lo que acaba con la muerte.
Mantiene la visión general porque está en sintonía, y sólo interviene en la medida en la que lo requiere el flujo de la vida.
Puede discernir: funciona o no funciona, porque no tiene intención.
La sabiduría es el fruto de larga disciplina y práctica, pero aquel que la tiene, la tiene sin esfuerzo.
Siempre está en camino y llega a la meta, no por buscar. Crece.
Hay sentimientos a través de los cuales podemos entender algo, y hay sentimientos que impiden el entendimiento. Hay
sentimientos que posibilitan soluciones, por ejemplo el amor, y hay sentimientos que impiden soluciones, como por ejemplo
el odio. Por eso para el entendimiento y para la solución es tan importante discernir los sentimientos.
En muchos de mis libros he escrito acerca del discernimiento de los sentimientos, en algunos específicamente acerca de
sentimientos determinados, por ejemplo en "Órdenes del Amor" sobre la ira y los celos, la indignación, el sentimiento básico
y qué es lo que lo eleva hacia lo alegre.
La diferenciación de los sentimientos
Yo distingo cuatro tipos de sentimientos:
El primer tipo es el sentimiento primario, es decir un sentimiento que se deriva de la situación inmediata y que corresponde
a la situación. Cuando la madre muere y el hijo es arrasado por el dolor y llora y solloza, entonces eso es un sentimiento
primario. Corresponde a esa situación. Los sentimientos primarios a menudo son muy intensos, pero duran poco. Ni bien uno
se entrega totalmente a ellos, pasan pronto. Además, los sentimientos primarios son despiertos y están orientados hacia
afuera. Por ejemplo, en este caso el niño llora con los ojos abiertos. Mira a la madre muerta y solloza con los ojos abiertos.
Cuando una persona cierra los ojos se encuentra en un sentimiento diferente, en general. Eso entonces es un sentimiento
secundario. El sentimiento secundario es un reemplazo de la intensidad del sentimiento primario. Y, también, a los
sentimientos secundarios se los disfruta. Uno se aferra a ellos porque sirven como defensa para no actuar. Por esa razón un
terapeuta nunca debe prestar atención a un sentimiento
secundario. Ni bien se presta a ese sentimiento, el cliente le demuestra que no le puede ayudar. Porque el sentimiento
secundario busca evitar la acción. Yo recién trabajaría con él una vez que haya abandonado el sentimiento secundario y
regrese al sentimiento primario.
Los sentimientos primarios obedecen a una conducción interna. Por lo tanto, la persona que se encuentra en un sentimiento
primario jamás puede pasar vergüenza. Los demás comparten los sentimientos primarios. Ese compartir el sentimiento
también nos hace fuertes a nosotros. A pesar de estar junto con el otro cuando compartimos el sentimiento, éste no nos
quita nada.
A la inversa, cuando nos enfrentamos con sentimientos secundarios nos sentimos desvalidos, incluso fastidiados. Nos
sentimos usados. Mediante los sentimientos secundarios una persona busca llamar la atención. Mediante un sentimiento
primario no hay nadie que atraiga la atención sobre sí mismo. A través del sentimiento primario nos sentimos inmersos en
una situación en la que compartimos el sentimiento, pero en la que, no obstante, permanecemos en nosotros. En el caso de
los sentimientos secundarios es a la inversa. Por eso en el caso de un sentimiento secundario se debe seguir la premisa: no
intervenir bajo ningún concepto. El criterio principal para reconocer si se trata de un sentimiento secundario son los ojos
cerrados.
El sentimiento secundario sigue una imagen interior, no sigue a la realidad. Dado que extrae su fuerza de una imagen interna
es necesario cerrar los ojos.
Cuando se quiere ayudar a alguien a salir de un sentimiento secundario se le pide abrir los ojos. Se le dice, por ejemplo:
Mírame. Repentinamente se nota que está con la cabeza clara y entonces está en un sentimiento primario. Con frecuencia es
completamente diferente en comparación con el sentimiento secundario. A menudo comienza a reír en lugar de llorar, o se
pone triste cuando antes había estado enojado.
Luego existe un tercer tipo de sentimientos que son los sentimientos adoptados, los sentimientos ajenos, por ejemplo los
que provienen de una identificación. Eso lo vemos muy a menudo en las constelaciones familiares. La persona queda
liberada cuando se manifiesta de quién o para quién ha adoptado ese sentimiento. Detrás del sentimiento adoptado muchas
veces actúa el amor primario. Pero recién es posible llegar a él una vez anulada la identificación. La identificación impide que
yo vea a la persona con la que estoy identificada. No puede aparecer como alguien que yo pueda encarar, ya que a través de
la identificación yo soy como ella. Si yo estuviera identificado con un hermano de mi padre, yo estaría sintiendo igual que él,
no podría verlo porque en la identificación yo soy como él. Pero cuando él se coloca frente a mí yo lo puedo mirar, respetar y
amar, así se anula la identificación.
Al cuarto tipo de sentimientos los llamo metasentimientos o sentimientos del ser. Son sentimientos de un orden superior.
En realidad son sentimientos sin emociones. Son fuerza pura para la acción. Cuando una persona se ve confrontada con
situaciones que la conmueven pasa a ese metanivel. En ese caso, por un lado da la sensación de carecer de sentimientos,
pero está completamente centrada. Aquí se nos presentan destinos que calan tan profundo que nos arrastran en todo
concepto, como sentimiento compartido, también como recuerdo. Eso en realidad es natural. Eso es humano y es humilde y
es bueno. Pero el terapeuta debe contenerse. Por eso pasa a un nivel superior. Se expone al todo, por así decirlo, y cuida de
que todo siga bien. Por eso también debe permanecer centrado. No debe entregarse al sentimiento. Se mantiene por encima
del sentimiento, eso es importante. Sin embargo, si en una situación así también a él le brotan las lágrimas no es una
vergüenza.
La palabra "meta" significa: de un orden superior. Da la sensación de que uno va más "arriba", a un nivel superior. La imagen
que acompaña es: uno sube a la montaña en lugar de
permanecer "abajo" en el tumulto del tráfico. Desde la montaña se tiene una vista más amplia y al mismo tiempo se está en
soledad. Uno no está íntimamente unido. Esa es una de las imágenes con las que uno puede trabajar.
Mientras trabajaba, el famoso Milton Erickson a menudo se imaginaba que estaba suspendido del techo mirando al cliente
que estaba abajo. Así ganaba la visión general y la mantenía. Esa también es una forma de pasar al metanivel.
Pero existe, además, una forma completamente distinta. Uno se retira a un centro vacío. Allí uno está completamente
centrado. Estando en el centro vacío uno tiene la unión más fuerte con el campo de fuerza y tiene un efecto, sin actuar. Esa
es otra imagen. Pero uno no debe quedar fijado a las imágenes. A través del efecto uno percibe lo que a uno más le ayuda y
le hace bien.
PARTICIPANTE Durante las constelaciones familiares pude ver una y otra vez la diferencia entre los sentimientos primarios y
los sentimientos secundarios. Quisiera comprender un poco mejor lo que has dicho acerca de los metasentimientos. Siento
que el hecho de que puedas trabajar de esta manera está relacionado con eso.
HELLINGER Aquí a menudo se puso de manifiesto que cuando una persona hablaba con la voz completamente normal era el
momento en el que el sentimiento era más fuerte, o sea que al hablar estando muy presente en sí mismo es cuando el
sentimiento tiene la mayor fuerza. El terapeuta que sabe resiste la explosión de los sentimientos y logra al final que la
persona pueda hablar con total normalidad. En el caso de sentimientos muy fuertes, con frecuencia le digo que sienta sin
sonido, sin palabras y sin sonido, sólo respirando muy profundamente. De esa manera el sentimiento va mucho más
profundo que cuando la persona grita en voz alta. Sin embargo, también hay situaciones en las que el sentimiento brota
como grito primal con toda la fuerza. Eso es otra cosa. Ese tipo de grito estremece hasta el alma.
Los metasentimientos
Hay sentimientos en los que uno puede confiar totalmente. El sentimiento en el que podemos confiar tiene determinadas
características. Es un sentimiento sin emoción, algo completamente claro. A este tipo de sentimientos yo los denomino
metasentimientos.
El coraje pertenece a los metasentimientos, la humildad es un metasentimiento, la sabiduría también es un metasentimiento.
Sabiduría significa que yo sé determinar si algo funciona o no funciona. Esa diferenciación se puede establecer
porque se está en sintonía con algo más grande. La sensación que se tiene estando en esa sintonía es la misma que se tiene
al nadar en un río calmo. La más mínima corriente se percibe de inmediato. O navegando en un velero con las velas izadas de
inmediato se percibe el más escaso movimiento de aire. Los metasentimientos son sentimientos en sintonía. Con esos
sentimientos trabaja el terapeuta.
A la percepción sobre lo que funciona y lo que no funciona se le oponen varias cosas, por ejemplo, que una persona quiera
algo que no está en sintonía. La otra es que la persona no sea capaz de tener esa percepción porque está inundada por
sentimientos ajenos, por sentimientos que no le pertenecen. Provienen, por ejemplo, de su familia de origen.
Los metasentimientos tienen una calidad de ligereza. No hay nada pesado, nada dramático. Son completamente sencillos.
Uno logra llegar allí cuando uno se libera de las propias implicaciones. En las constelaciones familiares es posible averiguar
cómo liberarse de ellas.
Muchos de los sentimientos son originados por la conciencia. Conciencia significa que yo me guío por aquello que me
garantiza mi pertenencia a mi familia. Es decir, una buena conciencia o conciencia tranquila significa que estoy en
concordancia con aquello que es válido en nuestra familia para poder pertenecer. Tener una mala conciencia significa que
reacciono con miedo ante la pérdida de mi pertenencia. Aquel
que está atrapado en este miedo no puede percibir los sutiles movimientos de los metasentimientos. Un niño, por ejemplo,
no lo puede porque aún depende completamente de los otros sentimientos.
Rabia, desesperación, amor
Sentimientos violentos como la rabia a menudo se originan en un punto en el que un movimiento amoroso fue interrumpido
a una edad temprana, en el que el niño no sabía cómo seguir. Esta rabia protege al niño ante el dolor del amor. La rabia aquí
sólo es el otro lado del amor.
Si yo durante la terapia saco afuera la rabia, repito lo que ocurrió en aquel momento ya que el movimiento amoroso fue y
sigue estando interrumpido. Si bien se repite la experiencia, no por eso queda solucionada.
Mediante esa rabia uno se hace la ilusión de elevarse por encima de los padres. Durante ese tipo de expresión del
sentimiento algunas personas le dicen al padre o a la madre: Yo te mato. Con esa actitud consideran que, en primer lugar,
realmente lo han hecho y, en segundo lugar, que con ello han logrado algo. Pero no han logrado absolutamente nada. Con
frecuencia se castigan por eso.
Si durante la terapia la persona pretende exteriorizar su rabia de esa manera yo lo detengo. Porque en este caso la rabia es
un sentimiento de defensa. Entonces, cuando ya no puede exteriorizar la rabia de esa manera se conecta con el sentimiento
que está detrás, o sea con el amor y el dolor. Esos dos sentimientos van juntos. Ese amor es mucho más doloroso que la
rabia. Es el sentimiento más doloroso que existe porque se vive junto con la sensación de impotencia total. Si yo expreso la
rabia estoy negando mi impotencia. Ni siquiera la siento.
Las palabras decisivas que la persona ha de pronunciar en ese momento son: "Por favor". ¿Podéis sentir la fuerza que
tienen en comparación con el ataque de rabia? "Papá, por favor". "Mamá, por favor". Qué fuerza que contienen esas
palabras, y qué dolor.
Hay situaciones en las que un niño se sintió abandonado, quizás porque por descuido fue olvidado en algún lugar. Entonces
el niño se siente desesperado. Si yo durante la terapia logro que exteriorice esos sentimientos de desesperación, se obtiene
un buen efecto. No son una defensa del abandono vivido, sino que le corresponden exactamente. Entonces eso ayuda.
El odio
El odio nos encadena con el perpetrador. La víctima queda libre del perpetrador cuando se retira. Al retirarse remite al
perpetrador a su propia alma y a su propio destino. Esa es una forma de respeto. De esa manera la víctima queda libre.
Retirarse del perpetrador y su acción hacia el centro vacío así lo llamo yo da fuerza y, de ser una víctima, la persona pasa a
ser alguien en condiciones de actuar. Sin embargo, aquellos que persiguen y se indignan, los moralistas y los inocentes, en el
alma son malhechores. Sus violentas fantasías a menudo son peores que la acción del perpetrador.
En este capítulo se mencionan el alma y su acción bajo varios puntos de vista. Se dedica a las dimensiones del alma: el alma
del cuerpo, el alma de la familia, la Gran Alma. Trata los órdenes existentes dentro de estas dimensiones y muestra cuáles
son las consecuencias que resultan para nuestra vida y para la psicoterapia. El alma también cumple un rol en el caso de
enfermedades, por ejemplo, en algunos casos necesita una enfermedad.
Este capítulo también trae declaraciones sobre la relación del yo y el alma, sobre cómo superar la diferenciación de buenos y
malos a través de la comprensión de los movimientos más profundos del alma, y trae también una entrevista sobre el
destino y el alma.
El alcance del alma
PARTICIPANTE Me gustaría preguntarte cuál es tu concepto de alma. Tenía la sensación de que colocabas el alma frente a la
persona. Hasta ahora yo interpretaba que es más bien una unidad.
HELLINGER Qué significa aquí concepto, como si fuese posible conceptuar el alma. Se pueden ver efectos. Por ejemplo, la
familia o el clan tienen un alma en común, es decir un centro en común, un centro que maneja a todo el grupo, no solamente
a cada individuo. Es como que el individuo pertenece al alma, forma parte del alma.
Algunas personas capturan el alma y dicen "mi alma", como sucede por ejemplo en el cristianismo, donde uno pretende
salvar su alma como si la tuviera y la llevara al cielo. Es una idea curiosa de que tenemos un alma. Es como si uno aspirara
toda la plenitud del ser y luego la retuviera en su cuerpo como en una prisión. Entonces el alma estaría allí adentro y todo
dependería de esa alma que uno tiene.
Eso es una carga para el individuo. Si por ejemplo la persona está enferma, se le encarga a esa alma que lo vuelva a sanar.
Pero en ese caso ya casi no hay movimiento y la persona se vuelve rígida. Aquí ayuda que uno se imagine: ¿qué es lo que
hace amplia al alma y qué es lo que la hace estrecha? Todo lo que hace amplia al alma tiene un efecto beneficioso. También
el alma se hace amplia cuando uno le permite nuevamente remontar hacia donde ella desee ir, a la familia por ejemplo. Pero
eso es sólo una parte de ese movimiento. Cuanto más el individuo suelta, tanto más lejos va el alma.
El alma tiene distintas dimensiones. He descrito esas dimensiones en un pequeño poema. Se llama:
El camino
Al padre anciano ¡legó el hijo, pidiendo: "Padre, ¡bendíceme antes de que te vayas!" El padre dijo: "Sea mi bendición que te
acompañe un primer trecho en el camino del saber."
La mañana siguiente, salieron al aire Ubre,
y de la estrechez de su valle
subieron a una montaña.
El día ya se iba encogiendo cuando llegaron a la cima,
pero ahora hacia todas partes se extendía la tierra,
hacia el horizonte
a la luz.
El sol se puso.
Y con él se desvaneció la deslumbrante suntuosidad;
se hizo de noche.
En la oscuridad, empero,
destellaban las estrellas.
Los órdenes del alma
La familia tiene un alma común y una conciencia común. Esa alma y esa conciencia cuidan tres órdenes fundamentales:
El primer orden es: cada miembro del sistema, vivo o muerto, tiene el mismo derecho a pertenecer. Si dentro de ese sistema
a algún miembro se le niega el derecho de pertenencia, por ejemplo mediante valorizaciones morales tales como: "Él es un
canalla", o "El es un bebedor" o "Él ha tenido un hijo natural" o cualquier otra cosa que se diga acerca de él, eso tiene las
mismas consecuencias. En ese caso hay determinadas personas que pretenden tener más derecho a pertenecer porque se
consideran mejores. Pero el alma familiar no diferencia entre buenos y malos en ese sentido. Porque lo que llamamos el mal
es sólo otro aspecto de la diversidad sobre la que puede erigirse el bien. Sin el mal no existe el bien. Una persona que es
totalmente buena es terrible. O la persona que se considera perfecta es terrible. También es peligrosa. Aquellos que se
consideran mejores son peligrosos. Estando cerca de personas que se consideran comunes uno se siente tranquilo y siente
que forma parte.
Cuando a algún miembro de la familia se le niega el mismo derecho de pertenencia, el alma familiar o la conciencia familiar
trata de restablecer el orden mediante una compensación. Ese es el segundo orden fundamental que cuidan el alma familiar
y la conciencia familiar. Por regla general, para ello, la conciencia familiar conecta a una persona nacida posteriormente con
la persona que fue excluida de manera que lo reemplace como compensación. La persona nacida posteriormente entonces
sufre como aquél y se vuelve como aquél. A través de él, el sistema ahora tiene que enfrentarse nuevamente con el bien y el
mal.
Para esa persona nacida posteriormente la solución sería que reconozca la dignidad del excluido, o a aquel cuyo destino
despierta miedo en los demás, motivo por el que lo excluyen
y olvidan, como a veces mujeres que murieron en el parto. Reconociendo la dignidad de esas personas se logra la
compensación. Así el sistema queda en paz y no es necesario que algún miembro posterior los reemplace.
Eso entonces son los primeros dos órdenes fundamentales: el mismo derecho de pertenencia y la compensación por la
pertenencia denegada.
El tercer orden fundamental exige que aquellos que estuvieron antes en el sistema tengan prioridad ante los que se
agregaron posteriormente. El alma familiar y la conciencia familiar entonces cuidan sobre todo el derecho de los anteriores y
sacrifican a los que llegaron posteriormente como compensación. Si la prioridad de los anteriores es respetada, los
posteriores quedan libres.
Enfermedad y alma
Según nuestra experiencia, ciertos acontecimientos como por ejemplo una separación temprana de la madre o un accidente
que pone en peligro la vida o sucesos similares, más adelante no sólo tienen un efecto en el alma sino también en el cuerpo.
En ese caso se puede intentar volver a sacar a la superficie aquello que en ese entonces causó dolor al alma y que está
afectando al cuerpo para mirarlo, para reconciliarse con ese hecho asintiendo a él tal como fue para luego, ya en sintonía
con el destino, buscar también para el cuerpo un alivio o una sanación.
La enfermedad, el alma, el Yo
Cuando en la familia de origen del paciente ha ocurrido algo que tiene un efecto sobre su cuerpo y que lleva a enfermedades
o que las causa o condiciona, también está en juego el alma, pero de una manera curiosa. Porque resulta que el alma sigue al
amor.
El amor actúa en las profundidades del alma.
La acción de esta alma y de este amor con frecuencia están superpuestas o desplazadas por el Yo.
Algunos comprenden la psicosomática, es decir los intentos de sanación tanto a nivel del cuerpo como también el alma no
como un juego ordenado entre el alma y el cuerpo sino entre el Yo y el cuerpo. Algunos pretenden encontrar la forma de
sanar tratando al aspecto psíquico como una medicación adicional que se le agrega a las demás medicaciones como para
lograr la sanación. Pero eso no es lo apropiado para el alma.
A veces el alma desea estar enferma aún cuando el Yo decide otra cosa. Para el alma la salud no es el bien más preciado. Ni
siquiera la vida para el alma es el bien más preciado. El alma al mismo tiempo está unida a algo más profundo y eso es lo que
hay que sacar a la luz. Cuando uno está unido a eso se dan efectos sorprendentes en el cuerpo.
Doy un ejemplo. Recientemente vi por televisión un programa acerca de sanaciones espontáneas de cáncer. Una clínica en
Nuernberg que se dedica a investigar sanaciones espontáneas presentó un paciente enfermo cáncer y sin esperanzas. Fue
operado allí y vieron que, desde el punto de vista de la medicina, no podían hacer nada por él. Por lo tanto volvieron a cerrar
y lo enviaron a su casa. El hombre tenía en claro que su vida se estaba acabando. Junto con su mujer se puso a redactar su
testamento. Cuando terminó con esa tarea sintió como un tirón en su cuerpo. Después de eso las células cancerígenas
murieron.
Basándome en mi experiencia he llegado a una conclusión acerca de eso, algo que yo también veo a menudo. El hombre se
puso en sintonía con la muerte, con el destino y con el fin, es decir con el origen primario del cual brota toda vida y al que
vuelve a sumergirse, y de esa sintonía surgió una fuerza sanadora.
Bien, yo aquí no voy a trabajar como queriendo sanar a una persona, como si pudiera hacerlo, como si me pudiera elevar
por encima de los destinos o por encima del movimiento de un alma. Sino que yo sigo el movimiento del alma y tengo la
esperanza de reconciliar a clientes muy enfermos con el destino y con el origen primero, y tengo la esperanza de que de allí
surja un impulso sanador.
Existe un concepto notable acerca del alma. Algunos opinan que primero aparece el cuerpo material y luego se le insufla el
alma, como se describe en la Biblia. Cuando la persona muere, con el último aliento, también despide su alma.
Pero observando más detenidamente, una persona se origina por dos células con alma que se unen. Por lo tanto el cuerpo
tiene alma desde que comienza a formarse. No es su propia alma la que lo anima. Esa alma estaba allí mucho antes que él.
Así como el cuerpo es un eslabón de una larga cadena de aquellos que estuvieron antes, después y junto a él, o que están y
estarán, así también el alma está unida a muchos.
El alma actúa dentro del cuerpo uniendo y dirigiendo, en gran medida, sin que nosotros seamos conscientes de ello pero
muy sabiamente. Y su alcance excede por mucho al cuerpo. Está en un intercambio con el entorno, caso contrario no habría,
por ejemplo, metabolización y no habría reproducción.
Pero el alma no sólo va más allá en este sentido, sino que llega hasta la familia y nos une a los miembros de nuestra familia y
a nuestro clan. Así como el alma mantiene unido al cuerpo, dentro de los límites de éste, así une y conduce también a la
familia dentro de ciertos límites.
La familia tiene un límite. Es posible ver si el alma incluye a cierta persona en ese círculo y lo une con los demás miembros o
si no lo incluye. Por ello pertenecen a la familia sólo determinadas personas, a saber los hermanos, los padres, los hermanos
de los padres, los abuelos, alguno que otro de los bisabuelos y aquellos que han hecho lugar para alguien de la familia, por
ejemplo parejas anteriores de los padres o de los abuelos. En algunos casos el alma familiar también abarca varias
generaciones hacia atrás, sobre todo si hubo destinos
graves. En esa situación actúan incluso miembros de la familia de cuatro, cinco o seis generaciones atrás. De ahí surge
claramente que en la familia los vivos y los muertos forman una unidad. Todos ellos están unidos entre sí.
En efecto, el alma va más allá de la familia uniéndose a otros grupos y al mundo como un todo. Aquí el alma se muestra
como la gran alma. En la gran alma se anulan todos los opuestos, no hay jóvenes y viejos, o grandes y pequeños, o vivos y
muertos. En ella están todos unidos.
Sin embargo, también existe una parte del alma que puede enfrentarse a ella. Puede enfrentarse al cuerpo, puede
enfrentarse a la familia, y puede enfrentarse a la gran alma. A esta parte del alma la llamamos el "Yo". Pero el "Yo" también
puede rendirse, puede rendirse ante el cuerpo, puede rendirse ante la familia, puede rendirse ante la gran alma. Muchas
enfermedades psicosomáticas surgen porque esta parte del alma se enfrenta a algo, se enfrenta al cuerpo, a la familia, a la
gran alma. En ese caso la sanación transita exactamente el camino inverso. En ella el "Yo" se rinde al cuerpo, la familia, la
gran alma. Este rendirse lo vivimos como humildad. El enfrentarse lo vivimos como soberbia. Aquel que es soberbio de esa
forma termina cayendo, y aquel que de esa forma se rinde es sostenido.
Dimensiones del alma
Quiero decir algo acerca de dimensiones del alma. Con cada cosa que hacemos el alma está en juego. A veces hacemos algo
grave y el alma está en juego, a veces hacemos algo bueno y también está en juego, a veces hacemos algo inconciente y
también está en juego, y a veces hacemos algo que lleva a la paz y que une los opuestos y las contradicciones y ahí también
está en juego. Esas son distintas dimensiones del alma.
Y bien ¿qué es alma? Creo que en primer lugar debemos despedirnos del concepto del poniente según el cuál una per
sona tiene un alma, un alma personal, que le pertenece y por cuyo bienestar se ocupa, por así decirlo, que está prisionera en
su cuerpo y que busca seguir viviendo, más tarde, en la inmortalidad. Ese es el concepto del poniente. Se remonta a Platón.
Las experiencias que se dan en las constelaciones familiares son completamente diferentes. Se pone de manifiesto que
participamos de un alma más grande, es decir que no tenemos un alma sino que estamos en un alma. Esa alma más grande,
o sea el alma en sí, se muestra en dos funciones. Por un lado, une algo para formar un todo, por ejemplo une todo lo que
está en nuestro cuerpo formando una unidad. En ese sentido pertenece al cuerpo como el principio que une. En segundo
lugar, el alma guía. Guía a nuestro cuerpo y a nuestra vida. De qué manera lo hace, no lo sabemos. Es decir que es un
principio que guía, algo que une y algo que guía.
Ahora bien, podemos observar que en la familia, hablando de la familia en el sentido más amplio de la palabra, actúa un
alma común que la guía como un todo. Aquí, en esta constelación, pudimos verlo. Todos ellos estaban guiados por algo que
va más allá de ellos y que, no obstante, los une para formar una unidad. A eso podríamos denominarlo el alma de la familia.
Esa es una dimensión del alma. Pero ella no es el final. Alma siempre llega más allá de lo existente. Es decir, aquella alma que
nosotros sentimos en nuestro cuerpo, la que nos mueve, llega más allá de nosotros ya que sin esa alma no habría
intercambio con el entorno y con otras personas. Solamente dado que nuestra alma va más allá de nosotros podemos
relacionarnos con otras personas y, por ejemplo, amarlas. De lo compartido que sucede entre las personas vuelve a surgir
algo nuevo. Por ejemplo, cuando el amor hace que un hombre y una mujer se encuentren es un alma y ella se procrea en el
hijo. Es decir, alma es siempre algo en movimiento, siempre algo más grande, algo que nos supera.
Sin embargo, evidentemente ocurre que el alma, con sus movimientos genuinos y profundos, sólo penetra lentamente
en la conciencia. Aparece en la conciencia a un nivel superficial y en ese nivel superficial cumple determinadas funciones que
se contradicen con las funciones más profundas del alma. Es decir, el alma debe hacerse consciente en nosotros, se va
mostrando paso a paso y luego se hace consciente en nosotros.
De vez en cuando seguimos al alma ciegamente y entonces el alma nos lleva a la perdición. Eso hay que saberlo. Esa también
es una dimensión del alma. Bien, los órdenes del amor tal como los describo en mi libro "Órdenes del amor" a veces son
ciegos y llevan, por ejemplo, a implicaciones; llevan a la desgracia y al sufrimiento. Y hay otros órdenes del amor que llevan a
bendiciones y a la felicidad y a una vida plena. Y es que un movimiento simplemente es ciego, mientras que el otro ve.
A mí me parece, y esto ahora es una hipótesis, que en primer lugar el alma pone en movimiento algo dentro de la persona
que yo llamo la conciencia colectiva y que es inconciente. Esta conciencia colectiva liga a la familia y a un grupo. Cuida que
nadie se pierda. Es una conciencia de grupo, de la que participan todos en la misma medida y, cual instancia de un orden
superior, guía a todos hacia una meta. Esa meta es en primer lugar la supervivencia del grupo. Por esa razón esa conciencia
no permite que una persona quede excluida de ese grupo o que se la olvide.
Esta conciencia abarca tanto a los vivos como a los muertos, en la misma medida. A través de esta conciencia aquí son unidos
el reino de los vivos con el reino de los muertos para formar una unidad. De esa manera los muertos ejercen una influencia
en nuestras vidas. Por esa razón esta conciencia venga cada infracción a través de la cual un miembro es excluido u olvidado;
y la venganza consiste en que más adelante, en una generación posterior, un miembro de la familia deba representar a los
excluidos, de manera que vuelven a estar representados en ese grupo y traídos a la conciencia. Pero no es que realmente
vuelven a la conciencia porque esos movimientos son ciegos, nosotros no los detectamos. Por lo
tanto los movimientos de la conciencia colectiva sólo llevan a que se repitan destinos anteriores sin que se obtenga una
solución. Por ese motivo sólo se pueden superar los límites de esta conciencia si se comprenden esos movimientos.
En este contexto a mí me parece que aquí hay mucho más en juego que sólo el alma familiar. A mí me parece que hay un
campo, Sheldrake lo llama campo morfogenético, en el que todos nosotros nos movemos. Es un campo que almacena
recuerdos. El campo mórfico al que Sheldrake observó primero en biología muestra entonces: que cuando algo se desarrolla,
se repite en otro lugar porque queda almacenado en una memoria. También en el mundo inorgánico una estructura nueva,
como por ejemplo un cristal que antes no existía, es almacenado como para que en otro lugar, bajo condiciones similares, se
forme un cristal igual. Eso es válido también para las costumbres. Por ejemplo, se observó que en una isla en el Japón de
repente los monos lavaban sus patatas en el mar para luego consumir patatas saladas. Eso no existía en ningún lugar. Pero
poco después hubo monos en otras islas que comenzaron a hacer lo mismo. Quizás esto sirva también como explicación de
que en las familias se repitan determinados destinos, no en el sentido de una implicación sino bajo la influencia de un campo
morfogenético.
Sin embargo, incluso el campo morfogenético es ciego, solamente puede repetir lo igual. No es posible salir de él a no ser
que uno se entregue a un movimiento nuevo, diferente, que lleva más allá. A estos movimientos pertenecen lo que yo
denomino los movimientos más profundos del alma. Prescinden de lo ya conocido y se contactan con una fuerza más grande
que yo aquí llamo la Gran Alma.
Cuando observamos las constelaciones familiares, por ejemplo esta última aquí, pudimos ver que cada uno de los
representantes estaba en conexión con algo más grande, incluso sin tener información alguna. Es decir que, entregándose a
los movimientos más profundos del alma, ellos se
orientan hacia una solución que une a todos, incluso más allá del alma familiar. Es un movimiento dirigido hacia la
reconciliación. Al observar lo que ocurre aquí es posible ver que esos movimientos del alma son muy lentos. El alma tiene
tiempo, no está presionada. Esos movimientos del alma van surgiendo muy lentamente y llevan luego a una solución, a la
paz, al reconocimiento de que todos aquellos que pertenecen, todos aquellos que están integrados a ese movimiento en el
fondo son iguales. Aveces habrán visto que algunos representantes efectuaban movimientos rápidos. Ellos seguían los
movimientos de la conciencia. Ellos querían una solución en el sentido de la conciencia, de la conciencia personal, pero no
estaban en contacto con el alma profunda. En el todo eso no es de importancia porque más tarde se va uniendo, pero al
observar una constelación así es posible detectar quién está realmente en conexión con los movimientos del alma y quién
aún no ha llegado a ellos. Evidentemente el representante del hijo estaba totalmente en un movimiento del alma. Era
posible verlo de inmediato. Estaba en ese movimiento más allá de cualquier pensamiento. Por esa razón, porque él se
expuso a ese movimiento, éste llevó a una solución. Por eso, cuando nos encontramos frente a una situación difícil, nos
ayuda despedirnos de nuestra forma de pensar habitual y centrarnos en un nivel más profundo yo lo llamo el centro vacío y
luego confiar en los movimientos del alma para que nos guíen. Todo aquello que tiene que ver con vocación surge de esos
profundos movimientos del alma, más allá de nuestra planificación.
El sentido de la vida
La pregunta por el sentido de la vida presupone que la vida no tiene su valor por lo que trae intrínsecamente sino por aquello
a cuyo servicio está. Sin embargo, la vida aparece y está y es valiosa por estar, no por otra cosa. Es valiosa de por sí, eso es lo
que pienso yo. La pregunta acerca del sentido la formula
una persona que no está en paz consigo misma. Aquel que está en paz consigo mismo no formula esa pregunta.
Al final de un desarrollo logrado o de una maduración se acaba la pregunta acerca del sentido. Viktor Frankl se ocupó mucho
del sentido. Durante mucho tiempo yo no lo comprendía. Pues bien, hace poco Jeffrey Zeig escribió una necrología sobre él.
En ella describe un encuentro y una conversación con él. Allí comprendí repentinamente qué es lo que Frankl entendía como
sentido. Para él era lo mismo que yo comprendo bajo sintonía. La persona que está en sintonía ha logrado realizarse. La vida
de por sí está en sintonía. Pero el Yo a menudo no está en sintonía. El Yo se va entregando lentamente a los movimientos de
la vida y de esa manera logra estar en sintonía con ella. La pregunta acerca del sentido se acaba cuando la persona ha
logrado la sintonía.
Mellizos
UNA MÉDICA CUYO MARIDO TAMBIÉN ES MÉDICO Yo quería agregar que el menor de mis hijos es un gemelo y que su
hermano murió en el sexto mes de embarazo.
Mi marido y yo pudimos observar a través del ultrasonido que los latidos del corazón del pequeño que estaba muriendo se
iban haciendo cada vez más débiles. El niño que hoy vive tomó a su hermano en los brazos y no lo soltó hasta que había
muerto. Luego se movió hacia el otro lado. Allí permaneció muy tranquilo durante mucho tiempo, casi no había
movimientos. Se podía ver que estaba vivo y sano, pero no se movía, durante meses, y tampoco crecía de manera que
creíamos que no podía nacer sano ya que también era muy liviano. Luego el embarazo se extendía, cuatro semanas más allá
del término previsto, y en las últimas semanas aumentó hasta alcanzar un peso de nacimiento completamente normal.
El niño sobreviviente en realidad nunca se introdujo en el espacio que antes ocupaba el hermano. Realmente se podía
ver porque el embarazo ya estaba tan adelantado. Mi abdomen simplemente colgaba de un lado porque el niño
sobreviviente no ocupaba el espacio que antes había ocupado el hermano. El niño que vive tiene todos los nombres que
también su hermano debería haber llevado, es decir que los nombres ya habían sido determinados y ahora él lleva todos los
nombres.
El servicio
Yo tengo un concepto curioso acerca del alma, y es que nosotros estamos en el alma en lugar del concepto habitual de que el
alma está dentro nuestro. Esa Gran Alma, sea lo que fuere, determina y toma a su servicio a cada uno, de la manera que sea.
Algunos tienen un servicio agradable, algunos tienen un servicio difícil. Algunos tienen un servicio sanador y algunos un
servicio destructor, un servicio terrible. Pero sigue siendo el mismo servicio. Visto desde el alma, desde la Gran Alma, es el
mismo servicio. Nadie puede oponerse a esta alma.
Ahora bien, hay personas que tienen el concepto de que el mundo les fue entregado en sus manos. Como si hubiera
personas que pudieran aniquilar el mundo, si así lo quisieran, y como si hubiera otras que pudieran salvarlo, si así lo
quisieran. Están desprendidas de la corriente.
Con respecto a este concepto de que estamos inmersos, sea cual fuere nuestro destino y la misión individual, lo que cada
uno vive como su misión personal, un famoso terapeuta dijo alguna vez: "Cada uno encuentra la canción que debe cantar".
Aquél que canta esa canción está conforme, en lo más profundo, sea cual fuere su misión.
Eso trae consecuencias con respecto a nuestra creencia frente a perpetradores y víctimas. Están cumpliendo el mismo
servicio. Si lo tomamos en serio están cumpliendo el mismo servicio. Los buenos, los que llamamos buenos, y aquellos que
llamamos malos cumplen el mismo servicio. Esta creencia
pone fin a la arrogancia y la soberbia. Si cada uno está en sintonía con lo propio, de esa manera puede respetar a todos y,
especialmente, también se respeta a sí mismo.
Por lo tanto, los grandes destinos son ineludibles. Alguna vez dije a un amigo, un psicoanalista muy conocido, de manera
provocadora: "Hitler fue un enviado de Dios". Esa sería la consecuencia de esa forma de pensar. Es difícil de digerir. Luego él
me contó que había leído un libro de un compañero de cuarto de Hitler. El libro se llama: "Mi amigo Hitler" o algo parecido.
Yo no lo leí, él sólo me contó acerca de ese libro. Allí el amigo cuenta que, de joven, Hitler vio una ópera de Wagner en Linz:
Rienzi, el tribuno de la plebe. Después de ver la ópera pasó la noche rondando por la ciudad de Linz exclamando a viva voz:
Ese es mi destino. Y luego ocurrió así. Para él fue ineludible.
Cuando tenemos ese enfoque nos volvemos humildes y podemos asentir al mundo tal como es, sin la pretensión de querer
mejorarlo. Como si no fuera la Gran Alma que dirige al mundo como ella quiere. Nosotros sólo estamos inmersos en aquello
que ella guía.
Con esta actitud también podemos tratar las enfermedades de otra manera, la muerte, los accidentes, los destinos difíciles,
ya sea como afectados, en cuyo caso nos entregamos, o como terapeutas que acompañan a personas afectadas. Si lo
hacemos con esa actitud de asentir a todo tal como es y si de persona a persona sólo hacemos aquello que nos es permitido
y que podemos hacer, y si somos conscientes de nuestros límites, en ese caso entonces surge la paz.
Estoy totalmente convencido de que cada uno está al servicio. De la manera que sea. Por lo tanto nadie puede tampoco
escaparse del servicio. Tampoco a través de culpa. Si alguien se hace culpable está al servicio a través de la culpa. Eso es
un hueso difícil de roer. Si el culpable lo ve de esa manera y dice: Estoy al servicio mediante mi culpa y a pesar de todo me
hago cargo de las consecuencias porque eso forma parteentonces está completamente en sintonía. Incluso como culpable
o malo. En ese caso huelga la cuestión de la responsabilidad. No se tiene la libertad de elegir ser bueno o malo. El llamado
bueno corre una suerte mejor, quizás, pero no es superior. En lo profundo existe una consonancia elemental entre todos los
seres humanos. Allí todos los seres humanos son iguales. Todos ellos son tomados al servicio, uno de una forma, el otro de
otra. Entonces yo puedo tener compasión con cada uno de ellos, porque me coloco a su lado. Puedo tener compasión con los
malos, puedo tener compasión con los enfermos, puedo tener compasión con los grandes. Puedo ponerme al lado de uno
como del otro. De esa concordancia en lo profundo surge fuerza, y desde esa fuerza es posible lograr mucho.
La memoria de Auschwitz
PARTICIPANTE Hoy hace cincuenta años que Auschwitz fue liberado. Allí hubo muchas víctimas y muchos perpetradores y
ahora hay hijos e hijas de esas personas, y nietos y descendientes. ¿Es posible decir qué efecto tiene una cosa así sobre los
tiempos y las conductas y las actividades de esas personas hoy día?
HELLINGER Podría contestar esa pregunta sólo en algún caso específico, cuando hago una constelación con una de esas
personas. Generalizar aquí sirve poco porque las diferencias son demasiado grandes. Pero quiero advertir ante el énfasis de
lo viejo. Porque si no, de repente, los vivos parecen muertos y los muertos reviven. Entonces todo se invierte y eso va en
contra del flujo de la vida.
Detrás de las acusaciones públicas en contra de los perpetradores y la advertencia de recordar esos crímenes para que
algo así no vuelva a ocurrir actúa la idea de que esos acontecimientos fueron manejados por personas y que sean personas
las que puedan llegar a evitarlos o arreglarlos. En mi opinión, tener la idea de que sean personas las que podrían llegar a
evitar movimientos tan poderosos como esa guerra es un acto de soberbia, tanto como lo es considerar que en el futuro ese
tipo de movimientos podrían ser evitados simplemente cambiando la forma de pensar. En ese caso es fácil sentirse superior,
como si uno fuese Dios, y eso daña mucho a la propia alma.
Hay algo más a tener en cuenta. Cuando alguien abriga ese tipo de conceptos, desde el alma frecuentemente se considera
mejor que los perpetradores de ese entonces. Pero los perpetradores de ese entonces llevaron a cabo los hechos graves
porque se consideraban mejores. Si yo los acuso, quizás en mi interior me vuelvo igual a ellos. Esa es la razón por la cual eso
es tan peligroso.
Con esto estoy generalizando. En mis cartas terapéuticas he incluido una última carta que le escribí a una judía que había
estado en un campo de concentración. Planeaba dar una conferencia en Munich conmemorando el aniversario en el cual se
le había quitado la aprobación a los médicos judíos. Me mandó el borrador de su conferencia solicitando mi opinión. En su
conferencia también había incluido algunas acusaciones. En mi carta le contesté algo así: El duelo es adecuado. Si por
ejemplo, y esto yo lo viví personalmente, en Jerusalén se visita el lugar en el que se conmemoran las víctimas del holocausto
y ve esas imágenes, uno se pone a llorar. Las personas están allí y lloran. Pero si en ese lugar alguien me dijera: "Pero si tú
eres un alemán", entonces ya no podría seguir llorando. La acusación impide el duelo. En Hiroshima me ocurrió lo mismo.
Uno llega al lugar de conmemoración de las víctimas y también allí la gente está y las lágrimas corren por sus mejillas. A mí
también me ocurrió eso allí. Pero si allí una persona le dijera a otra "Pero tú eres un americano",
entonces ese ya no podría llorar más. Los acusadores impiden dar a las víctimas lo único adecuado, o sea hacer el duelo. El
duelo en conjunto une. Ya no hay soberbia. Ese duelo es el que sana.
Recuerdo que termina y une
Durante los últimos años he reflexionado mucho acerca del efecto de la cooperación entre los vivos y los muertos. El año
pasado en Alemania, en el contexto de la Feria del Libro de Francfort, tuvo lugar una discusión sobre el recuerdo. Esa
discusión me ha causado mucho dolor en mi alma por ser tan superficial y porque no comprende la profundidad de lo que
allí ocurrió. En mi libro "La despedida" traté esa conexión pero todavía me faltaba algo. Aún no había comprendido
totalmente el enlace. Luego estuve reflexionando acerca del recuerdo adecuado, el recuerdo sanador. Un recuerdo que
finaliza algo y que al mismo tiempo une algo que estaba separado.
Cuando alguien en la infancia ha vivido algo grave, con frecuencia eso es desplazado. El psicoanálisis nos ha demostrado que
es importante sacar a la luz lo encubierto y desplazado. Pero la observación muestra que sacar algo a la luz no significa haber
encontrado la solución. Aún se requiere un paso adicional importante. El paso importante es que la persona asienta a ese
evento sin lamentos. Por ejemplo, alguien tiene un accidente grave, quizás quedando hemipléjico. Eso lo recuerda de todas
maneras. Pero no hay solución sin que esa persona asienta a lo ocurrido sin lamentos. Eso es un paso difícil. Pero lo
contrario es peor. Sólo hay que imaginarse qué ocurre si no lo hace, si se lamenta.
Sin embargo, si esa persona logra dar ese paso, que desde la impotencia que vive ahora ya que no puede cambiar nadapueda
asentir a ese suceso permitiendo que pueda ser tal como fue, en ese instante logra una profundidad en el alma y
una fuerza que otras personas no pueden tener, ano ser que también ellas hayan sufrido algo así y hayan asentido a ello.
Eso también es válido cuando miramos a las víctimas que perecieron en los campos de concentración. Los sobrevivientes y
nosotros debemos tener la fuerza de asentir a ello tal como fue, caso contrario estamos desvinculados de ese suceso. Ese
asentimiento sólo es posible si lo comprendemos como inmerso en algo más grande, algo que no entendemos. Tenemos la
necesidad de eludir lo terrible como si no debiera existir. Sin embargo, es lo terrible lo que en definitiva se encuentra al
fondo de todo y lo que lo sostiene. Sólo aquel que puede asentir también a lo terrible es realmente libre.
Hubo una experiencia que me lo permitió sentir de cerca. En el HolocaustCenter, en San Francisco, me habló una señora
mayor que de niña había estado en el campo de concentración de Dachau. Ella me describió la escena en la que yacía en el
piso y un hombre de la SS (fuerza de seguridad) apoyaba un pie en su abdomen mientras fusilaba a los niños judíos alrededor
suyo. Eso es lo más terrible que una persona se pueda imaginar. Pero en ese instante tuvo una experiencia. Repentinamente
se sintió más allá de ese acontecimiento, sentía una felicidad increíblemente profunda y estaba completamente sustraída del
terror y el dolor. Dijo: Si alguien me hubiera traspasado la mano con un cuchillo, yo no habría sentido nada. En ese momento
estaba en sintonía con algo más grande, y eso incluía también a lo terrible. Esa sensación la acompañó desde entonces.
También dijo: Con el Hitler en mi interior, con el perpetrador interno, estoy completamente reconciliada. No es nada que me
moleste.
Lo que aquí dije acerca de las víctimas también vale en la misma medida para los perpetradores. También los perpetradores
están enlazados con algo que está por encima de ellos y que los usa. Eso se pone de manifiesto en muchas constelaciones. Si
en una constelación así uno permite que los acontecimientos se vayan desplegando, en un nivel muy profundo
se logra una unión entre las víctimas y los perpetradores. Se vuelven ¡guales entre sí. En un nivel profundo se vuelven iguales
entre sí. En ese momento las víctimas ya no son víctimas y los perpetradores ya no son perpetradores. Las personas vivas
deben retirarse ante el gran acontecimiento que transcurre aquí entre víctimas y perpetradores. Así hay paz.
Los asesinos son atraídos por sus víctimas
A un perpetrador se le permite fluir con el movimiento de su alma. Él se siente atraído por los muertos, por sus víctimas. Allí
encuentra paz. No se le debe detener en este camino. Si él reconoce a los muertos, si les mira a los ojos, no puede hacer otra
cosa que emprender el camino hacia ellos. Esto ahora no significa que deba suicidarse pero debe reconocer que, a través del
hecho, él pertenece a ellos.
Muchos asesinos de la época del nacionalsocialismo se sentían grandes y poderosos. En ocasiones eso se pone de manifiesto
en constelaciones de sus descendientes. Cuando uno entonces pide recostarse junto a los muertos, al lado de sus víctimas,
repentinamente sienten vergüenza y se vuelven humildes. Luego comienza ese movimiento hacia los muertos y encuentran
paz. Así los descendientes se sienten libres de la obligación de irse ellos en lugar del asesino.
Pero también hay situaciones en las que se nota que los asesinos insisten en su convicción. En ese caso uno ayuda a sus
descendientes a que giren en otra dirección, a despedirlos de sus corazones y entregarlos a un poder mayor.
La paz para perpetradores y víctimas
Debemos estar atentos para no pretender saber con exactitud lo que es adecuado en relación a los asesinos y sus víctimas,
como si nosotros estuviésemos capacitados para saberlo. Durante las constelaciones familiares recibimos señales pero
no podemos comprobarlas. Por tanto, si yo digo "Los asesinos se sienten atraídos por sus víctimas" se presupondría que yo lo
sé. Pero no se trata de eso aquí. En las constelaciones de los descendientes de los perpetradores se trata de ayudar a los
vivos a liberarse de una implicación.
Es importante saber que un asesino no puede ser liberado de su culpa, aún tratándose de uno juvenil. La mirada del
terapeuta se dirige primero a la víctima. La única medida que puede tomar es pedir al asesino que mire a las víctimas. De ello
surge para él un movimiento hacia las víctimas. Si logra ese movimiento, encontrará paz junto a ellas.
Buenos y malos
Estamos atrapados en nuestra forma de pensamiento de que somos libres y por ello responsables por nuestros actos y
nuestro destino, y que por eso hay buenos y malos. Observando a las familias se pone de manifiesto que eso no es así. Las
víctimas en los campos de concentración, tan inocentes, no podían modificar su destino por más buenos que hayan sido. De
la misma manera, muchos perpetradores no podían modificar su destino. También ellos estaban implicados. No obstante,
cada uno es responsable. La simple diferenciación de decir aquél era libre y podría haber cambiado y por eso es responsable,
no es cierta. Él no era libre, estaba implicado y, sin embargo, es responsable y debe asumir las consecuencias. Sólo una vez
que logramos esa visión de las cosas podemos estar en sintonía con las fuerzas más profundas y la lucha en contra del mal,
tal como nosotros nos la imaginamos, acaba.
El concepto de que el mundo debiera ser diferente de lo que es y de que un hombre tiene su destino en sus propias manos
va demasiado lejos. Y es que también los destinos graves, también los crímenes, tienen un efecto sobre el todo, un efecto
que quizás podemos vislumbrar pero que no comprendemos.
Yo veo también los destinos graves dentro de ese contexto. Entonces para mí no son terribles.
Algunas personas se encuentran a orillas de un río y juzgan al río. Pero jamás se introdujeron en él. Aquel que se ha
introducido en él, ése sabe y tiene permiso para hablar sobre él.
Héroes sin riesgo
Las resistencias en contra de esa mirada de servicio y, en ese contexto, en contra de otra mirada insidiosa de resistencia
activa y temas similares quizás también tengan que ver con el hecho de que la identificación con "héroes" y "víctimas"
permite al individuo sentirse mejor y superior y exigente, pero sin sufrimiento propio o coraje propio o riesgo propio, y sin la
mirada a las profundidades propias, el miedo propio, la tentación propia y el fracaso propio vivenciado. Ninguna discusión lo
puede guiar allí, solamente lo puede hacer el destino mismo y la propia alma, que por experiencia logró ser humilde.
Prestar atención al alma
Quiero agregar algo a lo fundamental, a la actitud terapéutica, dado que me parece importante. A esta forma de proceder yo
la denomino fenomenológica. Eso significa que el terapeuta se expone a una realidad tal como se manifiesta en la superficie.
O sea, lo que el cliente dice, qué aspecto presenta y otras cosas así pero, simultáneamente, el terapeuta no mira únicamente
al cliente, sino que permite que todo el entorno actúe en su interior, todo el entorno oculto. Este tipo de atención no está
dirigido a un objetivo, a un punto, sino que va a lo lejos sin la intención de buscar algo determinado. Al hacerlo, el terapeuta
no tiene intención alguna, por ejemplo la intención de sanar y tampoco tiene miedo ante lo que surge, ya sea muerte o final
o sanación y
vida, según el caso. Se expone a ello tal como es. Eso significa también que en su alma está en sintonía con el mundo tal
como es, con los destinos tal como son, con la vida y la muerte, tanto una como la otra. No actúa como alguien que se
enfrenta con algo y quiere mejorarlo. Él está en sintonía, en concordancia.
De esa actitud de estar en sintonía a menudo aparece, como un regalo, una comprensión. Proviene de la situación en
cuestión y de lo que actúa detrás de aquello que aparece. Por lo tanto es una comprensión esencial y tiene que ver con lo
que es importante en este momento. Y siempre está orientada hacia una solución para el cliente. Toda pregunta por
curiosidad, como por ejemplo: "¿Y qué es esto exactamente?", obstaculiza la mirada al todo. Entonces no se lo puede
comprender.
Para muchos terapeutas eso significa cambiar totalmente de actitud. La persona que está acostumbrada a repreguntar, a
trabajar y a averiguar nuevamente con más detalle lo que ocurrió una forma sugerida a muchos terapeutas durante su
formación debe despedirse de esa manera de actuar si quiere proceder fenomenológicamente.
Ocurre entonces que el terapeuta ya no habla a la persona con la que trabaja, es decir no al "Yo" de esa persona, sino que
habla a su alma. Tampoco habla al alma individual de la persona sino al alma dentro de la cual ella se mueve.
Por supuesto que esto son sólo imágenes, pero se podrán dar cuenta de la diferencia de la actitud básica al proceder de esa
manera.
Hay algo más para tener en cuenta: aquí trabajamos con la ayuda de las constelaciones familiares pero sólo hasta cierto
punto. Pero luego este trabajo va mucho más allá de las constelaciones familiares, por ejemplo en las soluciones y en las
frases sanadoras. Éstas se van dando no solamente desde la constelación. Se van dando desde un conocimiento acerca de los
movimientos del amor en el alma, acerca de lo que a alguien mueve en la profundidad.
Para ello es necesario tener en cuenta algunas formas de proceder. Por ejemplo, a menudo causa temor cuando una persona
vive un acceso emocional como ayer la mujer cuando iba hacia su madre y sentía su profundo anhelo. En ese caso, quizás, el
terapeuta se sienta tentado a sufrir con ella. Pero ni bien comienza a sufrir con ella, no tiene fuerza. También en eso se
encuentra en sintonía. Lo ve y simplemente está compartiendo.
En el Antiguo Testamento encontramos un lindo ejemplo de esta situación. Habla de un tal Job sentado sobre una pila de
estiércol y que había perdido todo, que realmente era muy desdichado. Entonces llegaron sus amigos y se sentaron a cierta
distancia de él y durante una semana no pronunciaron ni una sola palabra. Eso significa: simplemente estar presente. Eso
requiere fuerza. Pero correr hacia allí y dar buenos consejos, eso es fácil. Por ejemplo, si a un paciente se le dice
precipitadamente: "¡Ahora dale rienda libre al sentimiento!". Eso es barato. Eso no sirve.
Es decir, el terapeuta permanece concentrado en su centro, aguanta el sufrimiento y la forma en que se desarrolla. Hay
algunas cosas a las que presta atención, por ejemplo a ciertos sentimientos que debilitan. Todo sentimiento que debilita
impide la solución. Por esa razón frecuentemente le pido al cliente: "Resiste la debilidad y fluye con la fuerza", "Incorpórate y
dirígete hacia lo amplio", "Habla con voz normal o sin sonido". Todo eso centra y da fuerza. Con esa fuerza se puede avanzar.
Fluir con el alma
El alma se mueve paso a paso. Por esa razón el ayudador avanza junto con ella dando un paso por vez. Luego el alma vuelve
a trabajar por sí sola, y cuando todo está dispuesto para el próximo paso, el ayudador la acompaña a darlo. Por lo tanto la
interrupción también es una medida terapéutica que
le restituye su fuerza al alma. Entonces, en lugar de que el ayudador se esfuerce, trabaja el alma. Cuando ella vuelve a dar
una señal, el terapeuta puede ocuparse nuevamente de ella. Él responde a lo que de ella se mueve hacia él. Así permanece
en diálogo con el alma.
Higiene del alma
La higiene del alma es otra cosa que la higiene del cuerpo, pero están interrelacionadas. Parte de la higiene del alma es que
ella se sepa parte de un todo más grande y que también lo reconozca. En primer lugar formamos parte de la familia a la que
pertenecemos, luego del clan y de nuestro entorno. La lectura de este trabajo permite deducir que el alma va más allá de
nosotros, que nosotros estamos en un alma y no que un alma está en nosotros.
Por tanto, una parte de la higiene del alma requiere que nosotros nos integremos en esa alma más grande. Que, por
ejemplo, aprendamos a entender que esa alma más grande nos dirige tanto hacia lo bueno como también, si no entendemos
sus leyes o no las acatamos, hacia lo enfermo.
La indiferencia
PARTICIPANTE FEMENINA Yo me pregunto ¿cómo hacemos para vivir desde el centro ya que surge la sensación de que nada
importa?
HELLINGER En la espiritualidad occidental se practica la postura de la indiferencia. Este retirarse también es la actitud estoica
básica. Para aquel que está retirado y centrado todo da igual, lo bueno y lo malo, vida y muerte. Está en paz con todo. Pero
de vez en cuando uno se desborda, durante el carnaval, por ejemplo. Eso también es necesario.
No hay aprendizaje equiparable a la riqyeza del alma
En las constelaciones familiares actúan fuerzas que no entendemos. Es decir, yo no las entiendo. Es verdad que existen
ciertas propuestas para lograr entenderlas, por ejemplo mediante los campos morfogenéticos. Pero yo percibo que si
quisiera dedicarme con más afán a este tema, le quitaría fuerza a mi trabajo. Quisiera en ese caso descubrir secretos
mediante explicaciones, aún cuando éstas permanecen misteriosas.
Detenerse ante el secreto es, en mi opinión, la fuente de fuerza más importante para el terapeuta. Llegamos al límite de la
muerte, por ejemplo, y sabemos que no tenemos poder alguno sobre lo que ocurre allí ni a dónde lleva. O los secretos de
destinos, de conexiones y vínculos, que alguien se hace cargo de algo sin saberlo, y que es tomado al servicio de algo que no
entiende. También eso es un límite y yo me detengo ante él.
Este retirarse y detenerse ante el límite exige mucha fuerza, en especial al comienzo. Es difícil aguantar ese vacío entre
nosotros y el secreto. Buscamos explicaciones para capturar lo amenazante del secreto.
Es curioso que una persona, al escuchar un diagnóstico sobre su estado, a menudo se sienta mejor, aún estando equivocado
ese diagnóstico, porque repentinamente tiene una explicación para algo inexplicable. Mucho de la religión, por ejemplo,
tiene la función de explicar lo inexplicable o de descubrir un secreto o de comprenderlo, un secreto que en realidad
permanece oculto e incomprensible.
La actitud de detenerse es la más adecuada para el secreto. Desde el respeto ante ese secreto luego nos llega algo desde lo
oculto. Muchas soluciones o palabras que me surgen durante este trabajo las recibo como regalo porque me detengo ante el
secreto. Por permanecer centrado ante un
límite, desde la oscuridad algo sale a la luz para mí, algo que ayuda: un próximo paso o una solución o lo que sea.
Comienzo a configurar una familia sin saber a dónde me lleva. Doy el primer paso, luego espero, llego a un límite, no sé cómo
sigue, y de repente desde la actitud de detenerme aparece, cual rayo, una indicación acerca de la manera de continuar. Con
frecuencia es tan imprevista que da miedo, y a veces incluso parece ser peligrosa. Si en ese instante reflexiono: "¿Puedo
hacerlo o no?", si yo por así decirlo consulto al secreto, entonces de inmediato vuelve a retirarse de mí y yo quedo sin fuerza.
Es decir, lo desconcertante que a veces transcurre aquí tiene que ver con que el terapeuta no quiere saber. Desde esa
postura de no querer saber y de la disposición de exponerse al secreto y a las fuerzas que no entiende, surge para él el coraje
y la posibilidad de aplicarlos como ayuda. Eso es totalmente opuesto a un concepto muy difundido de psicoterapia y también
de formación psicoterapéutica.
En verdad es posible aprender ciertas reglas acerca de las constelaciones familiares porque hay ciertos modelos que se
repiten. Las puedo aplicar porque las sé. Pero si me entrego a ellas no estoy en conexión con las fuerzas más profundas y
quizás sólo logre poca cosa. Aquello que cala profundo, lo que estremece y transforma, sólo puede tener lugar si uno se
retira. Si por ejemplo una persona se sienta a mi lado y de inmediato contacta con una sensación muy profunda si yo tomo
su mano, entonces no es que yo lo provoque por tomar su mano, sino porque ella sabe que a mí no me da miedo. Su
sentimiento está seguro conmigo porque no tengo intención y porque internamente estoy vacío.
Estas son las actitudes básicas que importan en este tipo de terapia y no tanto el hecho de estudiar cómo hacer tal cosa y
cómo hacer tal otra. Porque no hay aprendizaje que equivalga a la riqueza del alma.
Destino
Comentario preliminar
La entrevista que sigue fue grabada para la televisión bávara y difundida en extractos. Las preguntas fueron formuladas por
DoritVaaming.
Conciencia y destino
Tradicionalmente al destino se lo considera una fuerza superior que repercute en nuestra vida. ¿Cómo ve usted al destino?
Destino es aquello a lo que una persona obedece, a menudo sin saber por qué. Mirando más detenidamente es posible ver
que el destino es determinado por una conciencia colectiva inconsciente que actúa en las familias. A esta conciencia sólo se
la puede reconocer a través de los efectos que tiene. Un buen ejemplo de esto son las tragedias griegas. Allí el héroe sigue a
su conciencia porque cree que de esa manera hace algo bueno y algo grande. Sin embargo, fracasa, porque detrás de su
conciencia personal consciente actúa otra conciencia, la conciencia colectiva inconsciente que se rige según leyes
completamente distintas que las de la conciencia personal. La conciencia consciente en la tragedia es la persona; la
conciencia colectiva inconsciente allí son los dioses. Aquello que se les atribuye a los dioses es lo que actúa en la conciencia
colectiva inconsciente. De la acción conjunta de esas dos conciencias resulta el destino que, sin embargo, para nosotros es
imposible de manejar mientras no entendemos la forma de actuar de esa conciencia inconsciente.
¿Qué es en realidad mi conciencia, qué actúa en mi conciencia? A la conciencia la vivimos como un sentido mediante el cual
percibimos inmediatamente qué es necesario para poder pertenecer. Es similar a lo que ocurre con el sentido del equilibrio:
ni bien nos apartamos del equilibrio, sentimos un mareo, y ese