CAPITULO 5

 

Charleen caminaba despacio tratando de recuperar el aliento robado en esa sesión, parecía un robot al que le quitaron las pilas. Atravesó la puerta de salida como si no existiera. Los bailes y los colores se tornaron grises a su alrededor, sólo escuchaba la respiración lenta y el corazón queriendo dejar de latir.

Se topaba con la gente, con niños corriendo por todo el lugar. Volteó la mirada para confirmar que no era un sueño y se encontró de vuelta con la misma mujer mirándola. Se preguntó a si misma qué de especial podría tener ella para que le hiciera tantas advertencias sobre su futuro.

“Cómo es que sólo un amuleto puede salvarme la vida, es que jamás seré feliz como he soñado? Soy un ser despreciable y así será el resto de mis días, seguro porque soy mala en la escuela, con mi abuela y con todos.. ¿De qué sirve mi vida ahora que leyeron mi destino?”

 

El camino hacia el árbol donde estaba su amiga fue el más largo de toda su existencia. Todo pasaba en cámara lenta, sus pensamientos la aniquilaban la dejaban sin aliento. Se soltó la cola para dejar respirar el cuero cabelludo de todo el aceite que le pusieron.

 

-Shannon, ¿por qué estás llorando?… fue tu idea venir aquí, no debimos. –Recriminó Charleen sin remordimientos-

 

-Lo siento, es que pensé que nos íbamos a divertir. Ahora me siento extraña.

 

El rostro triste de Shannon provocó lagrimas en Charleen quien continuaba muerta del miedo. Se sentó junto a su amiga por unos minutos sin intercambiar palabras. Recordaron que debían unirse al grupo antes que la profesora enloqueciera.

 

Pasó una hora después que se separaron del grupo, se encaminaban por toda la feria buscando el recorrido de su escuela. Cuando llegaron, afortunadamente estaban saliendo de la conferencia para el almuerzo. Nadie se dio cuenta de su ausencia, tuvieron suerte de no ser castigadas en la escuela por su mala conducta, pero era preferible antes de recordar la bruja.

 

 

-Alumnos, después de esta conferencia de conocimientos, vamos a comer. Los que trajeron sus almuerzos pasen al área de cafetería que se encuentra aquí detrás nuestro y los que desean comprar, son libres de hacerlo. Tienen 45 minutos.

 

Las recomendaciones de la profesora retumbaron en los oídos de Shannon y Charleen, preferían haberse calado la presencia de sus compañeros a haber pisado la casa del embrujo.

 

-Es que estoy segura que ésa mujer hizo algo raro, me siento desanimada sin vida. –Expuso Shannon preocupada-

 

-Tratemos de no pensar en esas cosas, vamos a comer algo y no regresemos jamás a ese lugar.

 

Charleen empezó a sentir el nivel de nervios subir más de lo normal, su respiración se entrecortaba, su rostro estaba pálido y sin vida. Se separó de Shannon para poder pensar con claridad e ir al baño. Todo le daba vueltas y el deseo de vomitar se hizo presente en el estómago.

 

Metió el pelo dentro del lavamanos tratando de quitarse todo el aceite, permaneció debajo del agua por unos minutos. Alcanzó una de las toallas enrolladas para envolverse el cabello. Se miró al espejo notando que el maquillaje se había corrido por las mejillas y ya no era azul el lápiz de ojos, sino una mezcla fúnebre unida al negro de la sombra.

 

“Mírate, bastó ir unos minutos con esa bruja para sentirte así. ¿Qué me pasa? No me siento yo misma”.

 

Secaba sus hebras color oro, continuaba sumergida en sus pensamientos; ya no sabía quién era después de conocer a maría.

 

****         

 

 

Varias horas después de recorrer las exposiciones y lugares importantes regresaron al bus. Todos los chicos se mostraban emocionados tomando fotos y contando anécdotas.

Al final de todos los asientos se encontraban Shannon y Charleen, con la diferencia de que no eran las mismas que abordaron el bus en la mañana con la actitud de siempre, el espíritu irónico y burlesco desapareció por completo. Algo cambió en su interior y se reflejaba en sus rostros. Hasta la maestra y el chofer preguntaron si habían visto un fantasma. Trataban de disimular lo desagradable que se sentían.

Iban de regreso a sus hogares, llegarían tarde de la noche. Empezó a llover fuertemente, todos excepto el chofer y Charleen estaban dormidos, los ronquidos de uno de los “nerd” se escuchaba a leguas.

Venía a su mente una y otra vez los recuerdos de aquella mujer, sus manos heladas, los ojos blancos. La mirada fulminante. Parecía que la esperaba como si fuese una invitada y cuando la vio todo se paralizó.

 

****           

 

Sombras, muchas sombras invadieron el autobús. Entró una neblina que opacaba los cristales, todos habían desaparecido y en los asientos se reemplazaban por siluetas movibles. La bruja detuvo el bus, entró por el cristal delantero, secreteó algo al chofer, el asintió sonriendo. Siguió caminando por el pasillo del bus hasta sentarse al lado de Charleen sustituyendo a Shannon. Intentó huir de la escena gritando pero estaba adherida a él.

-No olvides el amuleto, no te veo usarlo. ¡Ten cuidado niña, las ordenes son para cumplirlas!- sus ojos se tornaron rojos-

Despertó de un salto haciendo volar una lata de soda que llevaba en las manos y espantando a Shannon, hasta la niña tímida despertó extrañada.

-Lo siento..-Se disculpó con Tara.

Frunció el seño y su corazón empezó la carrera de su vida. Buscó el amuleto para colocarlo alrededor de su cuello. No lo podía creer pero fue un peso en su espalda el que sintió cuando ató el nudo del cordón. Recostó su delgado cuerpo de vuelta al asiento. Estaba poniéndose muy oscuro.