CAPITULO 10
El antes y después.
Charleen no era la misma persona que había acudido horas antes, disfrutaba lo que estaba sintiendo en su interior, una paz y tranquilidad.
La actividad duró tres horas entre dinámicas y momentos de sanación interior.
Después de cenar, Charleen se dirigió a su habitación a descansar. Cuando llegó se encontró a una compañera de cuarto, apenas se presentaron, el cansancio fue mayor que sus palabras.
Al otro día después del desayuno y según el programa, tenían otra actividad desde las 9 am. Debía levantarse bien temprano.
La alarma le hizo dar un salto de la cama, la compañera no se encontraba ya. Tuvo un sueño reparador y en paz. Se dio una ducha y se dispuso al salón después de desayunar unos panqueques.
Cuando abrió la puerta, ya todos se encontraban sentados y en silencio. Hubo una meditación para iniciar. El aire de la calefacción y la voz angelical de Adele, relajaban cada poro de la piel. Le producía algo en su interior diferente y calmante.
Empezó a sentir una experiencia no humana que le recorría desde los pies hasta la cabeza. Su cuerpo sudaba cual sauna y el pelo pegaba de la piel.
-Hay personas aquí presentes que han sido hechizadas en contra de su voluntad, fueron marcadas con el sello mortal –decía Tara que se había unido a la oración con los ojos cerrados- veo una niña a la que le fue echada una maldición por generaciones, su árbol genealógico ha sido dañado, quebrado , perdiendo miembros principales de su sangre.
Charleen continuaba con los ojos cerrados, bien apretados. Por más que quiso no lograba abrirlos. Estaba consciente que hablaban de ella, que esas palabras se referían a su vida.
Su cuerpo empezó a temblar tan fuerte que cayó del asiento a la alfombra. Perdió la conciencia en sí misma, los movimientos convulsivos hicieron que todo el equipo de servidores se reunieran en circulo a su alrededor. Ellos oraban sin cesar, pero Charleen indiscutiblemente estaba poseída por espíritus que mandaban en su alma.
Nadie la tocó, sin embargo oraban para derribar esas cadenas espirituales, consecuencia de la maldad de su bisabuela y de esa mujer bruja en la adolescencia; sufrió tanto sin proponérselo.
-Charleen, debes deshacerte se un amuleto que te dieron cuando tenias 15 años y que ha sido la causa de tus desdichas, tú tienes el poder de romperlo de tu cuello. ¡Vamos Charleen en el nombre de Dios!
-Nadie puede conmigo, yo le he robado su juventud, es mía su alma …. Mía, mía!
Gritaba la voz de la bruja y de varios espíritus del mal, por un segundo regresaba la conciencia de Charleen y en otros se perdía su ser. Un sacerdote especialista en liberación y exorcismo entró al salón con los equipos necesarios, entre ellos una biblia y una cruz especial.
-¿A qué vienes maldito? no quiero nada que ver contigo no es tu asunto…-se reía a carcajadas del sacerdote, el resto de servidores y miembros del equipo se mantenía de pie sobre ella. No podía tocarlos, más si hablarles.
-Te ordeno en nombre de Jesús, por su sangre preciosa derramada en el calvario y por esta agua bendita, salir del cuerpo de esta mujer para siempre. Toda la legión que existe dentro de su alma ¡salga ahora!-roció gotas de agua en su cabeza, caía como una fuente.
Un grito desesperado como salido de una bestia salvaje, levantó a Charleen del suelo para volverla a lanzar de vuelta a la alfombra, el sacerdote continuó leyendo una de las oraciones especiales y a medida que continuaba, sombras y pájaros negros huían del cuerpo. Se arrastraba como serpiente emitiendo toda clase de ruidos.
Tras varios minutos luchando entre el bien y el mal, abrió los ojos despacio y lleno de lágrimas, se arrancó el amuleto del cuello lanzándolo al suelo. Lloraba fuertemente, Adele se asomó para abrazarle.
-Eres libre Charleen has sido liberada por Dios, tu próximo accidente sería cuando tuvieras dos hijas y fatalmente perderían la vida en un viaje familiar. Todo estuvo planificado y predestinado para hacerte infeliz.
En ese abrazo se unieron los demás hermanos vestidos de blanco. Cerrando de nuevo sus ojos, divisó una corte de ángeles bajando y llevándose amordazados todas las sombras que trataban de huir rápidamente del lugar.
El momento de gloria y de llanto de felicidad era sorprendente a sus ojos. Nunca antes había vivido una experiencia similar, todos continuaban cantando a su alrededor en el suelo. Los rostros angelicales no desaparecían. Vio muchos ángeles más entrando por la puerta. Criaturas sin rostros perceptibles pero hermosos.
En la visión, unas figuras en gris se acercaron a ella. Tomaron un color de humanos pero sus vestimentas no concordaban con el tiempo actual. Más bien parecían antiguas, el peinado de la mujer y los pantalones acampanados del hombre daban la impresión de estar en los 70.
Ante la duda de su mirada, la mujer se acercó susurrando.
-Charleen, soy tu madre. Mira qué hermosa eres, él es tu padre. Hoy es el primer dia que descansamos en paz, el tormento de tu vida nos tenía atados a este mundo. Verte desprotegida, en peligro, rebelde y sin poder hacer mucho.
Sus ojos se abrieron aun más, nadie miraba lo que ella sin embargo, continuaban con los ojos cerrados concentrados a su alrededor.
Su padre la observaba fijamente con ojos de amor, se colocó a su lado uniéndose en un abrazo que jamás había sentido. Cuánto esperar un momento como ese, todo hubiese sido distinto si el transcurso de su vida no se hubiera atravesado la tragedia.
-Te amamos desde el momento de concebirte, eras tan frágil y hermosa como ahora. No busques la felicidad en sustancias que te proporcionan ilusiones momentáneas, aquí está el verdadero amor, la verdadera paz.
Ella seguía inmóvil con los ojos bien abiertos, sus padres se pusieron de pie. Unos ángeles les indicaron que el momento de partir había llegado. Caminaron por dentro de la pared desapareciendo tras varios segundos.
El resto del grupo tuvo experiencias individuales, algunos sólo lloraban, otros les ocurrió lo mismo que Charleen por tomar brebajes satánicos o conservar objetos introducidos en la piel para supuestamente resguardar sus vida. Sin embargo, ella no se dio cuenta de lo que ocurrió en todo el tiempo que duró en su proceso.
Alguien la ayudó a ponerse de pie, la sonrisa en sus labios no podía ser disimulada. Ya entendía por qué todos sonreían asi. Una libertad que recorría su ser la invadía, ya no tenía miedo ni deseos de quitarse la vida.
Aplaudieron durante unos minutos, saltaron de alegría, cantaron y bailaron. La banda en vivo que entonaba ciertos canticos conocidos por todos a ritmo de batería, piano y guitarra.
Compartieron en el almuerzo y la cena. Las anécdotas de sus antiguas vidas parecían similares. Vivian una prisión sin cadenas visibles y ese día de enero volvieron a nacer.
****
Antes que sonara la alarma ya estaba en pie leyendo un libro de edificación espiritual, estaba lista para ir al comedor y luego empezar la última actividad del retiro. No deseaba irse a casa.
Estaba dentro hablando con sus compañeros cuando Adele anunció el último invitado que les acompañaría.
Charleen levantó la mirada y vio a Jack de pie tras los aplausos presentarse en el micrófono. Se sorprendió tanto que arqueó las cejas. Ella no tenía idea de que Jack era miembro de la comunidad de servidores ni que era cristiano.
-Buen dia, me imagino que la experiencia vivida ayer no tiene comparación. Cada uno de ustedes ha experimentado algo distinto, pero al final es el mismo resultado: son seres libres.
La mejor verdad de su vida la acababa de decir, pensó Charleen. Quien seguía atentamente escuchando.
-Yo también estuve ahí como ustedes, un amigo me obligó a venir como última opción antes de aplicar la ley que estaba en sus manos para ponerme preso hasta que escarmentara. –El ceño de Charleen se fruncía sin disimulo- estuve estudiando en Harvard y de hecho me gradué, crecí con limitaciones económicas, también hice amistades con gente que me arrastró por caminos deshonestos.
-Se acomodó en la silla de brazos cruzados observando detenidamente a su joven psicólogo que luce tan correcto, jamás pensó verlo contando su testimonio y que además estuviera metido también en problemas como ella en el pasado.
-Me metí tanto en las drogas que hasta robé para saciar mi deseo, pero Dios no me dejó solo. Utilizó a Zacary, un amigo del alma. Para ayudarme a salir del lodo. Hace 10 años hice este seminario y cuando salí de aquí me uní a la comunidad para ayudar gente como yo.
Nunca se había fijado en la hermosa alma que reflejaban sus ojos azules. Jack era un hombre que cuando se quitaba la bata medica, era notable lo atlético de su cuerpo, alto, fornido. Su estatura no era tan alta pero sí normal. Sus ojos reflejaban humildad y desapego. De ser otro tipo de psicólogos, hubiese continuado absorbiendo el dinero de Charleen, pero él si estaba interesado en que ella asistiera al retiro.
Nada era como antes, el interior de Charleen era blanco como la nieve. La felicidad que reflejaba no la cambiaba por todos los millones del mundo.
Al terminar la conferencia y testimonio de Jack, hubo unas palabras de cierre y oración final. El se acercó a ella para saludarle, pero Charleen no aguantó el deseo de abrazarlo. Se enredó en un abrazo sincero, él la salvó llevándola al retiro y le estaba muy agradecida.
Regresó a retirar su maleta, un poco triste de abandonar la gloria terrestre, definitivamente ese lugar estaba bendito.
La nieve había cedido bastante ese domingo, se dispuso a regresar a la ciudad, pero antes llamó a su asistente para que le hiciera una reservación. Viajaría ese mismo día hacia un lugar que ansiaba ir.