CUANDO LAS COSAS NO SALEN COMO ESPERAMOS O SIMPLEMENTE SON ESPECIALES

Existen circunstancias que se nos escapan y que no podemos prever, momentos en los que la lactancia nos puede ayudar a sobrellevar las complicaciones y a sentirnos útiles. Sin embargo, la lactancia no siempre es posible ni siempre funciona, y entonces es necesario superar además el dolor por la lactancia perdida para poder seguir adelante.

Este capítulo trata situaciones no habituales que no por ello son menos importantes. Si te encuentras en alguna de ellas, puedes necesitar más ayuda y apoyo que otra mamá.

Prematuros

Dar a luz a un bebé prematuro es una experiencia para la que los padres no están preparados. El bebé soñado y anhelado se aplaza, la felicidad se desdibuja y el futuro es una incógnita demasiado grande. Los padres se suelen sentir perdidos ante la fragilidad de su bebé.

Aunque no hay unos motivos concretos que determinen el nacimiento prematuro, en nuestro país, y en el resto de los países occidentales, se apunta a varios factores como causantes de los nacimientos prematuros: las técnicas de reproducción asistida, los partos múltiples, el estrés laboral, los problemas de salud de la madre y el retraso de la maternidad. En los países en vías de desarrollo, por el contrario, la prematuridad obedece a la falta de seguimiento médico durante el embarazo y el parto.

Cada año nacen unos quince millones de niños prematuros en el mundo, y esta cifra va en aumento de manera inexorable. Cuando un bebé nace prematuro, tendrá más o menos dificultades en función de la edad gestacional. Un bebé que nace a término es un bebé inmaduro que nos necesita; en el caso de un bebé prematuro[118], su inmadurez es doble y nos necesitan aún más.

Su alimentación debe ser ideal y óptima, que facilite un crecimiento similar al que tendría dentro del útero. Así pues, tiene que ser fácilmente digerible, de fácil absorción y que no suponga una sobrecarga metabólica. Esta alimentación tiene un nombre: lactancia materna.

Algunos bebés son tan pequeños que no pueden recibir ni la leche materna y necesitan durante días o semanas ser alimentados mediante una vía que les aporte los nutrientes necesarios.

Si son un poco más maduros y su cuerpo está preparado para recibir leche, puede ser preciso utilizar una sonda nasogástrica para alimentarlos, pues sus reflejos de succión y deglución todavía han madurado. Por lo tanto, sus madres se extraen leche, que se les administra en pequeñas cantidades a través de la sonda.

La leche que fabrica la madre de un prematuro es especial para su hijo y diferente a la que fabrica la madre de un bebé nacido a término. Para empezar, su calostro, comparado con el calostro producido tras un nacimiento a término, tiene más inmunoglobulina IgA, lisozima, lactoferrina, macrófagos, linfocitos, neutrófilos, proteínas y sodio. La leche materna es más que un alimento para ellos, es un medicamento, puesto que disminuye la morbilidad neonatal causada por enterocolitis necrotizante,[119] defiende al prematuro de las infecciones hospitalarias, minimiza los procesos alérgicos, favorece un buen desarrollo psicomotor y estimula la creación del vínculo afectivo entre los padres y el bebé.

El calostro y la leche que fabrica la madre de un prematuro es diferente de la leche de la madre de un bebé nacido a término, lo cual seguirá así durante los primeros seis meses de vida del prematuro. El calostro que toma el prematuro es rico en grasas, ideales para el cerebro y la retina, y posteriormente la leche que fabricará será significativamente más rica en ácidos grasos esenciales, un elemento básico para los bebés prematuros.

Piel con piel o el método madre canguro

Cada vez más hospitales están implantando el método madre canguro con los bebés prematuros para mejorar la calidad asistencial de los bebés y sus padres.

El método madre canguro (MMC) es un sistema de cuidados del niño prematuro o de bajo peso al nacer basado en el contacto piel con piel entre el niño prematuro y su madre,[120] que busca mejorar el bienestar del pequeño a la vez que dar confianza y herramientas a los padres para ir adquiriendo seguridad en su capacitación para cuidar a su hijo.

Para aplicar el MMC la madre se sienta en una silla cómoda y se descubre el pecho, el bebé es acostado boca abajo entre sus pechos, con solo un gorrito y los pañales. Ambos se tapan y se mantienen en contacto el mayor tiempo posible. A pesar de que parece algo muy simple, complementa a la perfección los cuidados hospitalarios que se ofrecen al bebé.

Tanto para el bebé como para la madre, practicar el MMC ofrece muchas ventajas:

El bebé mantiene más estable su temperatura corporal.

Su ritmo respiratorio y cardíaco es más constante.

Activa los reflejos neonatales del bebé y su interés por buscar el pecho y mamar aumenta.

El bebé pasa más rato dormido en sueño REM, está más relajado y llora menos.

Se ha observado que los bebés a los que se les aplica el MMC mejoran su desarrollo cognitivo y sensorial.

Para las madres, la estimulación que reciben por parte de su bebé les ayuda a aumentar su producción de leche.

También afianza la vinculación entre ambos.

E, indudablemente, la mayor de las ventajas es el placer de ambos por estar juntos.

Si en la unidad donde está ingresado tu pequeño permiten practicar el MMC no dudes en hacerlo tantas horas como te sea posible.[121] Aquí también entra en juego tu pareja, que puede disfrutar igual de la práctica del MMC y que te va a permitir tener ratos de descanso o sacarte leche.

Tu aliado: el sacaleches

Cuando un bebé prematuro que está ingresado mama mal o poco, la relación con el sacaleches es inevitable. Los sacaleches disponibles en los centros hospitalarios son extremadamente eficaces, aparatos diseñados para conseguir la mejor extracción.

En el caso de que el bebé haya nacido y no pueda mamar, iniciar la estimulación con un sacaleches antes de que pasen ocho horas después del nacimiento es esencial. La leche, en el caso de un parto prematuro, va a subir igual, lo que resulta de vital importancia es asegurar una buena producción, para eso conseguir que el pecho se active lo antes posible es clave.

Para un prematuro la leche es imprescindible y, a pesar de que en algunos casos se puede pedir al banco de leche materna para los primeros días, asegurar la producción de la madre es prioritario. Por ello, es indispensable crear unas rutinas de extracción: cada dos horas de día y cada tres de noche. De esta manera, imitamos el ritmo de estimulación y extracción del bebé. Dependiendo del estado del bebé, su edad gestacional y su peso, le ofrecerán la leche o habrá que congelarla a la espera de que se le pueda administrar.

La constancia es un factor determinante, no es nada fácil sacarse leche con un extractor, angustiada por el estado y la salud del bebé, en un espacio «hostil». Es posible que la madre reciba el alta y el bebé se quede ingresado. Tener que volver a casa dejando el bebé hospitalizado, pudiendo pasar con él solo unas pocas horas al día, es un proceso duro. El cansancio puede hacer mella y repercutir en el ritmo de extracción de leche, que suele descender.

La conservación de la leche varía un poco en el caso de los prematuros, ya que es preciso que la leche sea lo más fresca posible para garantizar que les llegará el máximo de «viva» posible. Así pues, la leche para un prematuro se puede guardar 24 horas en la nevera y unas cuatro horas a temperatura ambiente.

El crecimiento de los bebés prematuros suele ser diferente al de los bebés nacidos a término. De hecho, es muy importante tener en cuenta la edad corregida[122] de los bebés para poder valorar la evolución de su peso y su desarrollo. Este dato conviene tenerlo muy en cuenta, pues, por ejemplo, las crisis de la lactancia los prematuros acostumbran a experimentarlas a la edad corregida, no cronológica, y tampoco empiezan a aceptar alimentos a la edad cronológica habitual.

Gemelos y trillizos

¿Es posible dar el pecho a dos bebés? ¿Y a tres? A priori, tenemos dos pechos, por lo tanto, podemos poner a un bebé en cada uno. La lactancia con múltiples es posible y muchas madres consiguen llevarla a cabo.

Los partos múltiples están al alza; retrasamos la maternidad por el contexto social y económico en el que vivimos y cuando decidimos ser madres, nuestra capacidad reproductiva ha disminuido considerablemente. Esto hace que muchas mujeres recurran a técnicas de reproducción asistida que casi inevitablemente deparan gestaciones múltiples.

Un factor relacionado con los partos múltiples es la prematuridad, sea porque el parto se adelanta sea porque muchos profesionales no esperan al final de la gestación. Además, el porcentaje de cesáreas se dispara hasta superar el 50 % de los partos.

Todo ello hace que la lactancia con múltiples sea salvar un escollo detrás de otro: son dos, con necesidades y tiempos diferentes, si la madre ha sufrido una cesárea está dolorida y con la movilidad limitada, los bebés pueden ser prematuros o tener poco peso al nacer, o pueden estar más adormilados o demostrar poco interés.

Así pues, cada lactancia con múltiples es diferente y única. Lo que sí conviene tener claro es que la madre va a necesitar mucha ayuda y que la cuiden para que pueda cuidar y amamantar a sus bebés.

El pecho puede producir la leche necesaria para amamantar a dos bebés sin problema, pero es básico que la madre se sienta libre de cualquier otra tarea. Porque si la lactancia con uno te obliga a estar muchas horas con el bebé a la teta, con dos ¡ni te cuento! Los bebés suelen tener ritmos diferentes, lo que se traduce en que cuando terminas con uno, te toca empezar con el otro. La lactancia con múltiples daría para un libro entero, de modo que para resumir resuelvo las dudas más comunes.

La organización del pecho es totalmente tuya. No hay opción buena ni mala. Al principio algunas madres prefieren dar el pecho a cada bebé de manera individual. De esta forma pueden estar más pendientes de cada uno y pueden dedicarles toda la atención. El único inconveniente de hacerlo así es que requiere más tiempo.

Otra opción es dar el pecho a los dos a la vez, por lo que es necesario que tengan hambre al mismo tiempo, cosa que no siempre pasa. Se puede intentar sincronizar a los dos hermanos, lo cual no es imposible pero sí complicado.

Asignar un pecho a cada uno es quizá lo menos recomendable, puesto que por las diferentes variables es más útil alternar pechos y bebés. Siempre hay un pecho que produce algo menos de leche, y si uno de los bebés presenta alguna dificultad de succión, se va beneficiar de ir cambiando de pecho.

Las noches con múltiples también son duras, y es importante encontrar la manera de poder dar el pecho a los dos, o a uno, cuando lo pidan. La ayuda nocturna es casi indispensable, y que la pareja te acerque a los bebés es muy práctico. Algunas madres prefieren dormir con los bebés en la misma cama: colocar almohadas debajo de los brazos de la madre, poner encima a los bebés y un bebé en cada teta. Intentar descansar es fundamental para aguantar el esfuerzo que supone la maternidad múltiple.

Los múltiples suelen ser prematuros o nacer con bajo peso, lo que comporta más dificultades añadidas: son muy dormilones, pueden presentar una inmadurez en la succión y se cansan con facilidad. Las madres de gemelos o mellizos, como cualquier madre, también temen tener poca leche, a pesar de que la glándula es capaz de producir leche para dos bebés. De hecho, hay mamis que consiguen una lactancia exclusiva de trillizos. La estimulación es la clave para que el cuerpo fabrique toda la leche que se necesita. Para ello es muy importante, en el caso de que los bebés succionen con dificultades o se duerman mucho, contar con la ayuda de un sacaleches una temporada.

Bebés enfermos

Tener a un bebé ingresado en el hospital es una de las experiencias más duras que puedes vivir. Sea por una dolencia leve sea por un problema más grave, nunca resulta fácil: es una situación desconocida, en un entorno desconocido y con personas desconocidas, lo cual causa mucho miedo.

Todas las madres nos cambiaríamos por nuestros bebés en esos momentos, desearíamos evitarles cualquier sufrimiento.

Los niños tienen derechos, pero en muchos hospitales estos no son reconocidos ni respetados. Y si para un adulto ir a un hospital es poco agradable, piensa que para un niño puede ser aterrador.

La Unión Europea promulgó este documento, que debe ser suscrito por todos los países de la Unión Europea, uno de cuyos puntos determina que cualquier niño o niña tiene:

Derecho a estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el máximo de tiempo posible durante su permanencia en el hospital, no como espectadores pasivos sino como elementos activos de la vida hospitalaria, sin que eso comporte costes adicionales; el ejercicio de este derecho no debe perjudicar en modo alguno ni obstaculizar la aplicación de los tratamientos a los que hay que someter al menor.

Una de las situaciones habituales durante la hospitalización suele ser la dificultad para mantener la lactancia materna, porque la madre no puede estar con el bebé todo el rato, porque en los centros no suele haber camas de colecho que permitan la alimentación nocturna, o por la tensión que supone estar en el hospital, entre otros motivos.

Además de todas las medidas terapéuticas para que el bebé se cure, poder mamar, estar con su madre y sentirse seguro es clave para su recuperación. A menudo los niños más mayores en el hospital dejan de comer, y la leche materna les ayuda a mantenerse bien y sin perder peso. Todos los procedimientos dolorosos se pueden hacer con el bebé mamando, lo que supone un alivio del dolor y una forma segura de calmar al bebé mientras se lo somete al tratamiento.

Pérdida gestacional

Cuando un bebé muere antes, durante o después del parto, todos los planes se vienen abajo y el mundo parece detenerse, pero el cuerpo materno sigue adelante y la leche que debería tomar el bebé llega de manera atrevida, sin pedir permiso ni ofrecer sosiego, recordando que el bebé no está. Y no hay nada más triste y doloroso que tener los pechos llenos de leche y las manos vacías.

Las sensaciones y la respuesta emocional a esta situación son diferentes en cada madre. Hay mujeres que no quieren saber nada de esta leche y la quieren eliminar lo antes posible, pero hay madres que quieren que su leche sirva para algo, que su leche tenga algún sentido, que algo de lo que les ha tocado vivir lo tenga.

La primera y casi la única opción que se suele ofrecer en los hospitales es tomar las dosis correspondientes de un medicamento justo después del parto para intentar reducir la prolactina en sangre. Y se trata de eso, de un intento, porque muchas veces la leche sube de todas formas, los pechos se llenan y es preciso hacer algo.

Aún circulan métodos antiguos y horribles para tratar de parar la producción de leche: fajarse los pechos, no beber agua o no extraerse leche no son medidas adecuadas y pueden causar un dolor innecesario. Todo es más sencillo si lo hacemos de la manera más grata posible. La reducción y suspensión de la producción pasa por la extracción de leche con sacaleches o a mano. Aunque puede parecer que el efecto vaya a ser tener más leche, es la mejor manera de conseguir disminuir la producción de leche. Cada vez que el pecho se sienta lleno se debe vaciar un poco para que el cuerpo entienda que ha fabricado demasiada leche y debe ir reduciendo la producción. Aplicar frío y mantener la extracción hasta que sea oportuno son los medios más acertados para hacer llevadera la situación. Normalmente en una semana o poco más la leche deja de molestar y no es necesario seguir actuando.

Qué hacer con esta leche es, por otro lado, una cuestión que es preciso resolver.

Hay madres que prefieren limitarse a tirarla, pero a otras el hecho de desperdiciarla les agrava la pena y se sienten mal por deshacerse de la leche que habría alimentado a su hijo. Del mismo modo que no tiran la ropa y las cosas del pequeño, tirar su leche sería extremadamente doloroso.

Algunas madres optan por congelarla mientras deciden qué hacer con ella, lo cual puede llevarles meses.

También existe la opción de hacer una donación privada y dar la leche a alguien que pueda aprovecharla: una madre que tenga una baja producción o una madre que deba volver al trabajo y no pueda sacarse leche, por ejemplo. Leche para el pequeño de una amiga. La donación permite dar sentido a la terrible experiencia vivida.

La leche es mucho más que alimento, la leche es nuestro vínculo de unión.

Desde aquí, un abrazo para las madres que habéis sentido que os falta un trocito de vida.[123]

De leche artificial a leche materna (relactar)

La relactación es el proceso por el cual se eliminan las tomas de leche artificial de la alimentación del bebé para llegar a conseguir que tome exclusivamente leche materna. Antes de empezar, sería ideal hacer una valoración previa con el objetivo de determinar las causas por las que se inició la suplementación con leche artificial e intentar resolverlas antes de empezar.[124]

La relactación es una carrera de fondo, un camino largo y complicado en el que vas a necesitar ayuda y apoyo para poder llegar a la meta. Vamos a ver los diez puntos básicos para conseguirlo:

1: Yo puedo

El primer paso para reducir los suplementos es el más complicado; hay que confiar en las propias capacidades, tener paciencia y perseverar. Es necesario saber que durante el proceso darás pasos adelante, pero que también puedes dar alguno hacia atrás y que esto forma parte del desarrollo de la relactación. Buscar ayuda y complicidad en la pareja y en la familia es fundamental para el éxito de la relactación.

2: ¿Cuánta leche artificial toma?

Deberías anotar la cantidad de leche artificial que toma el bebé durante 24 horas. Si la cantidad total es superior a 100 ml, hay que ir poco a poco y dar tiempo al cuerpo para que pueda aumentar la producción de leche (PUNTO 7).

Si la cantidad que se ofrece al bebé en 24 horas es igual o inferior a 100 ml al día, la relactación es más fácil, y con un fin de semana intensivo (PUNTO 9) puedes eliminar totalmente la leche artificial.

3: ¿Se agarra?

Que el bebé se agarre al pecho y quiera mamar es un punto a favor de la relactación. Si se niega o muestra rechazo, habrá que tener más paciencia para intentar que vuelva a aceptar el pecho.

4: Esas pequeñas cosas

Se pueden hacer pequeñas cosas que favorecen la producción de leche y la relactación:

Eliminar las «otras» succiones, en especial el chupete, y buscar métodos de suplementación no invasivos (PUNTO 6).

Fomentar el contacto piel con piel (real, el bebé debe estar en contacto directo con la piel de la madre).

Ofrecer el pecho cada dos horas de día y cada tres de noche o siempre que el bebé tenga ganas de mamar.

Si el bebé no quiere mamar, no conviene obligarlo ni forzarlo, ya que resulta contraproducente. Las técnicas «de seducción», como jugar en la bañera o hacerle cosquillas bajo las sábanas, funcionan mejor.

Practicar el colecho para que se pueda descansar y amamantar a la vez.

5: El envase importa

Es aconsejable que para dar la leche materna extraída o la artificial busques un método de suplementación no invasivo: jeringa-dedo, vaso, cuchara, relactador…

Si te decides por el biberón, dáselo con el llamado método Kassing: el bebé está sentado y se le da el biberón lo más horizontal posible a fin de que pueda regular la ingesta de leche.[125]

6: Sin restricciones de leche artificial los primeros días

Durante los primeros días en los que se está intentando aumentar la producción de leche con el sacaleches, y el bebé está tomando mayoritariamente leche artificial, se debe seguir administrando la cantidad completa de leche de fórmula, a la vez que se empieza a estimular el pecho con sacaleches o manualmente.

7: Aumentar la producción de leche

El sacaleches o la extracción manual son aliados indispensables para conseguir aumentar la producción de leche.

Al principio del proceso solo es necesario usar el sacaleches, o estimular el pecho de manera manual, unos minutos o hasta que deja de salir leche. La estimulación con sacaleches va a depender de las posibilidades de cada madre, pero cuanto más frecuente sea la extracción, aunque dure unos minutos, más leche se consigue.

Los minutos dedicados a la extracción irán aumentando a medida que la cantidad de leche se vaya incrementando.

8: Retirar suplementos

Una forma útil para reducir la leche de fórmula cuando se ha aumentado la producción es la siguiente:

Reducir la cantidad de suplemento artificial administrado en 24 horas unos 60 cc. Esta reducción se mantiene así durante unos días. Esta cantidad puede dividirse entre varias tomas: por ejemplo, reducir 10 cc en cinco de las tomas de leche artificial o reducir 30 cc en dos tomas.

Continuar con la cantidad reducida de la leche artificial durante los días inmediatamente siguientes.

Si el bebé muestra por su comportamiento que está satisfecho y después de una semana ha ganado 125 gramos o más de peso, reducir de nuevo el suplemento de la leche artificial en la misma cantidad (otros 60 cc) durante unos días y volver a comprobar el peso.

Si el bebé parece tener hambre o no ha ganado suficiente peso al final de una semana, no hay que reducir el suplemento artificial, sino continuar con la misma cantidad una semana más. Si el bebé continúa pareciendo hambriento o todavía no ha ganado peso después de otra semana, aumentar de nuevo el suplemento a como estaba antes de la reducción.

Muchas madres prefieren suplementar con la leche artificial solo en algunas tomas.

Una rutina frecuente es solo amamantar las primeras horas del día y por la noche, y dar el suplemento cuando los pechos se notan más blandos y las criaturas parecen más molestas.

Otra posibilidad es suplementar alternativamente las tomas.

Es importante controlar la ganancia de peso del bebé (20 g al día si tiene menos de seis semanas)[126] y la cantidad de pañales mojados al día (cinco-seis), para estar seguros de que está obteniendo suficiente leche. En el caso de que el bebé no aumente de peso o pierda peso, no se deben reducir los suplementos de leche artificial. Si es necesario, se volverá a aumentar la cantidad de leche artificial durante un día o dos.

9: ¡Me tiro de la moto!

Cuando el bebé solo toma entre 100 y 200 ml de leche artificial al día, se puede optar por dar el salto definitivo y dejar la leche artificial de lado. Se trata de escoger un fin de semana y olvidarse del mundo para centrarse solo en el bebé y la lactancia. Parece duro, pero ¡funciona!

10: No siempre se consigue

Hay que dejar claro que a veces, por más empeño y ganas que se pongan, no es posible conseguir una relactación completa. Las causas son múltiples y variadas, y nunca ninguna madre debe culparse por no haberlo conseguido: lo ha intentado y esto es lo más importante.

La relactación requiere energía y apoyo porque es una situación que puede desgastar profundamente. Así que, ¡muchos ánimos!

La culpa, la decepción y la aceptación

La lactancia materna crea mucha culpa. No he conocido ningún otro acontecimiento o situación que cause tanto dolor y sentimientos de culpa en las mujeres. Siempre he dicho que he sido muy afortunada, nunca he tenido el menor problema en la lactancia y he disfrutado de dos lactancias duraderas en las que mis hijas se han destetado de manera natural.

Por otro lado, estoy rodeada de mujeres que han luchado o luchan por sus lactancias. Y de muchas otras que se sienten mal por no haberlo conseguido. Se me ocurrió preguntar en mis redes sobre la culpa, hablar con las madres que no habían logrado amamantar para conocer mejor este maldito sentimiento que lo inunda todo. Es tan bestia lo que se llega a sufrir por no conseguir dar el pecho que madres con dos hijos que no habían podido dar el pecho al primero y al segundo sí se sentían culpables por esa primera lactancia fallida.

«Me rendí demasiado rápido.» «No me informé durante el embarazo.»

«No aguanté el dolor.»

«Sucumbí a las presiones de mi familia.»

«No fui fuerte.»

«No busqué ayuda, no pedí ayuda.»

Las mujeres solemos culparnos por todo, quizá sea debido al tipo de educación que hemos recibido o a la religión, que culpa a las mujeres de todos los males. Sea como sea, la maldita culpa nos reconcome y cuando la lactancia no funciona, nos hundimos en la miseria.

Sin embargo, nos olvidamos de pedir opinión a la persona más importante: nuestro bebé.

¿Crees que el bebé te echa la culpa de algo? ¿Crees que el bebé piensa que has fallado en algo? ¿Crees que te va a querer menos? Yo pienso que no, que tus hijos te van a querer igual, que para ellos lo importante es tenerte, tocarte, olerte. La culpa empieza por perdonarse, sanar las heridas y seguir adelante.

Si a pesar de todo, el dolor inunda tu vida y no te deja seguir adelante, pedir ayuda profesional no está mal ni es algo de lo que avergonzarse.