DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
El parto y la primera cita
Si estás embarazada por primera vez, seguro que le has dado vueltas más de mil veces a este momento: el parto. Los partos que habrás visto en la televisión o en el cine normalmente están muy lejos de lo que es un parto real, te lo aseguro.
Este no es un libro enfocado al parto, pero sí debes saber que el parto puede afectar a la lactancia. He dicho «puede afectar», que es distinto de «va a afectar». Es un tema de probabilidades y en muchos casos después de partos nefastos acontecen lactancias maravillosas.
Es más que recomendable contar con un plan de parto[18] que te permita expresar por escrito tus preferencias, necesidades y expectativas en relación con la atención que vas a recibir. El parto es un momento único y vale la pena disfrutarlo.
Parto, cesárea… nacimiento
Lo primero que hay que decir es que la producción de leche no depende del tipo de parto. La subida de leche se va a producir tanto en un parto vaginal como en una cesárea. El inicio de la secreción de leche (el paso del calostro a la leche) se da en el momento en que la placenta se separa del útero, y esto ocurre en todos los nacimientos, sean por vía vaginal sean por vía abdominal. Una vez transcurridas de 48 a 72 horas tras la llegada del bebé, la madre empieza a experimentar el inicio de la producción de leche.
Lo que sí es posible es que las rutinas asociadas a la cesárea, o el tipo de cesárea que se practique, retrasen unas horas (más de lo habitual) la subida de la leche.[19]
No obstante, en general son las técnicas aplicadas en los partos hospitalarios los que interfieren más en la instauración de la lactancia.
TÉCNICAS APLICADAS EN LOS PARTOS HOSPITALARIOS
Inducción: El parto inducido es el que se inicia de manera artificial, mediante la administración de determinados medicamentos a la madre que suelen iniciar las contracciones. Es altamente probable que el bebé no esté del todo listo para lo que le espera. Los bebés nacidos mediante inducción se suelen mostrar adormilados y sin demasiada fuerza, lo que puede hacerles caer en un círculo vicioso: como poco o no como, al no comer estoy cansado y duermo más, duermo y no como…
Oxitocina sintética: La administración de oxitocina sintética durante el parto se relaciona con un inicio más complicado de la lactancia, ya que afecta a la succión del bebé. Asimismo, se relaciona con una menor duración de la misma.
Administración de fluidos intravenosos: Se correlaciona la administración de fluidos durante el parto con un edema (ingurgitación) en los días posteriores al parto y durante la subida de leche, lo que causa dolor y dificultades en el agarre del bebé.[20]
Parto instrumentado: El dolor y los daños en los nervios craneales encargados de la succión, producidos por los fórceps o las ventosas, producen dificultades de succión al bebé.
Anestesia epidural: Se ha constatado que los bebés nacidos bajo el efecto de la anestesia epidural presentan un pequeño descenso en el índice del test de Apgar (el que se realiza nada más nacer), requieren un porcentaje mayor de reanimación y tienen más problemas para iniciar la lactancia materna.
Separación rutinaria: La separación de la madre y el bebé crea estrés en el pequeño, que activa en su cerebro una reacción básica e instintiva de «lucha o huida». Esta situación provoca una serie de reacciones en su cuerpo: el bebé empieza a llorar desesperado, aumenta su ritmo cardíaco, se incrementa la presión pulmonar, el cerebro comienza a segregar cortisol.[21] Finalmente, y para protegerse, si no se reencuentra con su madre, el cuerpo del bebé se aletarga para no sufrir daños mayores.
Cuando el bebé aletargado vuelve por fin al lado de su madre a veces está demasiado dormido para mamar o se muestra torpe y desorientado.
Episiotomía: Se trata de una incisión quirúrgica que se realiza en la zona vaginal.[22] La herida resulta bastante molesta y puede condicionar la postura adoptada para amamantar; incluso puede restar fuerzas a la madre y retrasar su capacidad para salir de casa en busca de ayuda.
Es más que probable, a menos que hayas tenido un parto domiciliario,[23] que se te hayan aplicado o se te apliquen algunas de estas rutinas. Lo ideal es conseguir un parto lo más respetado posible y siempre teniendo en cuenta que, a pesar de la evidencia científica, muchas madres (hasta yo misma) que han sufrido alguna o varias de estas intervenciones durante el parto han conseguido lactancias estupendas.
El primer encuentro
¿Recuerdas tu primera cita? La emoción, los nervios en la boca del estómago, la sonrisa tonta, la ansiedad por estar a solas con él o con ella… Pues bien, esta es la primera cita con tu hijo: el momento en que vas a mirar a los ojos de tu pequeño bebé y, por fin, después de tantos meses, lo vas a conocer. ¿Has pensado cómo te gustaría que fuera?
Tu bebé lo tiene claro, solo quiere estar contigo, pegado a tu cuerpo, en la seguridad de lo que conoce. No necesita nada más.
El bebé que nace a término y sano está preparado para mamar. Nace invadido por una hormona, la noradrenalina, que lo mantiene alerta y dispuesto para completar el proceso de su llegada: mamar. En las dos horas posteriores al parto se produce el período llamado sensible o sensitivo. Un espacio temporal en el que el bebé tiene una misión: aprender cómo debe succionar y consolidar el agarre correcto del pecho.
Es un comportamiento alucinante, que si nunca lo has visto, te va a fascinar. Cuando lo experimenté por primera vez no podía dejar de preguntarme por qué nunca nadie me había hablado de esto. Yo veía a los bebés como unos seres frágiles, incapaces de hacer nada por sí mismos. Y es asombroso que ese bebé tan pequeño y delicado pueda mover su cuerpo, gatear, y buscar el pecho, llegar a él, agarrarse y empezar a mamar. Ellos saben hacerlo y solamente tenemos que darles tiempo y espacio para que demuestren sus habilidades y nos dejen pasmadas.
Las rutinas y las prisas que imperan en algunos hospitales pueden entorpecer este momento, y es una lástima porque las prácticas tales como pesar y medir al bebé, vestirlo y administrarle vitaminas o vacunas pueden esperar. Si las rutinas se anteponen a ese primer contacto, o ese primer contacto es escaso y breve, perdemos una oportunidad única. Claro que tendrá más ocasiones de agarrarse y mamar, pero la primera vez que lo hace le permite fijar el agarre al pecho, y si ese primer contacto es efectivo, la evidencia científica demuestra que la lactancia va mejor y dura más tiempo.
Después del nacimiento, el bebé debe ser colocado encima del pecho o del vientre de su madre, tapado, y se le debe permitir que busque el pecho por sí mismo, que succione y se mantenga sobre el cuerpo de la madre hasta que haya conseguido este hito sorprendente.
El bebé se arrastra, gatea en dirección al pecho. Se mete la manita, impregnada de líquido amniótico, que sabe igual que el calostro, en la boca. Se irá acercando poco a poco al pecho, y cuando note el pezón en su mejilla empezará a cabecear hasta situar el pezón en su boca y agarrarse.
Mientras lo hace, es posible que te pongas nerviosa, que tengas ganas de colocarlo o de que lo coloquen. Mientras lo intenta, puedes hablarle, sostenerlo (para evitar que caiga hacia los lados), acariciarlo y mirarlo. El bebé va a buscar tu contacto visual y, cuando llegue al pecho o esté cerca de tu cara, te va a mirar con mucha atención, reconociendo por fin, después de nueve meses, la cara de su mamá.
Si, por lo que fuera, el primer encuentro no ha sido posible tras el nacimiento, tienes la oportunidad de intentar la experiencia en las horas y días posteriores. Los bebés pueden realizar el rastreo durante varios meses, y si no lo ha podido llevar a cabo vale la pena que lo intentéis.
Las horas posteriores
Una vez terminada esta primera toma, el bebé va a caer en un profundo sueño. Este sueño reparador se llama letargo y permite al bebé, y a la mamá, recuperarse del parto. Intentad evitar la presencia de familiares y amigos durante las primeras horas: es el momento de sosegarse después de tantas emociones, de enamorarse y conocerse. Empieza una nueva etapa de vuestras vidas.
Si el bebé ha mamado, el letargo puede ser bastante prolongado, a veces dura unas ocho horas. Merece la pena aprovechar para descansar todos. En este tiempo el contacto piel con piel con la madre o con la pareja es perfecto para que el bebé no gaste energía para calentarse y para sentirse seguro y relajado.
Si el bebé no consiguió mamar después del parto, es importante dejarlo descansar en contacto piel con piel y ofrecerle el pecho en cuanto demuestre interés.
El calostro es leche
Aún hoy en día, en muchas culturas se cree que el calostro no es leche, y en muchas otras perviven numerosos mitos en torno a él. A veces incluso se lo considera un líquido dañino para el bebé que es necesario desechar hasta la aparición de la leche.
Pero el calostro es leche, y la primera gran vacuna que va a recibir el bebé. Un cóctel especialmente diseñado para protegerlo. Aun así, el calostro es muy diferente a la leche ¿Por qué?
El calostro se empieza a producir entre las semanas 12 y 16 de embarazo y unas veces es visible y otras no lo es. Muchas mujeres se dan cuenta de que en el pezón se les forma una costra transparente, o de color marrón claro, que se desprende después de la ducha diaria y que vuelve a aparecer al cabo de pocas horas.
No observar el calostro durante el embarazo no tiene la menor importancia ni determina el curso de la futura lactancia ni la producción de leche. El cuerpo es sabio y sabe que el calostro es oro para el bebé, y lo tendrá preparado en el momento en que este nazca.
El calostro es visiblemente diferente a la leche madura, es de color amarillo o naranja, ya que está lleno de vitaminas, en especial de betacarotenos, que le dan color y tienen un efecto antioxidante en las células del bebé. La primera función del calostro es la de protección y, la segunda, de alimentación. Por lo tanto, el bebé debe tomar pequeñas cantidades de calostro al día durante unas setenta y dos horas.[24] El calostro es un tesoro y se sirve en pequeñas cantidades, que a pesar de ser pequeñas son más que suficientes para llenar el estómago del bebé. Para que te sea más fácil entender lo que el bebé toma los primeros días de vida, vamos a detallarlo en cifras:
• En las primeras 24 horas el bebé toma entre 5 y 7 ml por toma.
• El segundo día el bebé tomará unos 14 ml por toma.
Ya ves que la cantidad diaria es muy poca y está perfectamente sincronizada con la capacidad estomacal del bebé. Cuando el calostro da paso a la leche de transición, el bebé empezará a tomar unos 400 ml de leche al día.
El aspecto y la cantidad no son las únicas diferencias entre el calostro y la leche madura. El rasgo distintivo del calostro es su composición única, que le hace parecerse mucho a la sangre.
EL CALOSTRO, LA PRIMERA VACUNA DEL BEBÉ
•Es un cóctel de protección inmunológica, una primera vacuna especializada y única. El calostro reviste la mucosa gástrica creando una capa protectora en todo el tracto gastrointestinal del bebé.
•El calostro está lleno de células vivas que trabajan para proteger al recién nacido. Estas células transmiten información inmunológica de madre a hijo, por lo que ofrecen una protección tanto a corto plazo como en la edad adulta.
•El calostro contiene altas cantidades de sodio, potasio, cloruro y colesterol, cuya función es estimular el crecimiento óptimo del corazón, el sistema nervioso central y el cerebro.
•El calostro tiene muchas más proteínas que la leche madura, que desempeñan una importante tarea de protección y nutrición; además, controlan los niveles de azúcar en la sangre del bebé. Esto es especialmente importante, pues los bebés tienen dificultades para mantener sus glicemias.
•El calostro contiene también lactoferrina, una proteína con actividad antibacteriana y antifúngica, que aparece en la orina de los niños que toman calostro. Parece ser que de esta manera el sistema urinario se protege frente a las infecciones que suelen afectar a los recién nacidos con mucha facilidad.
•Y, por último, pero no menos importante, el calostro tiene un efecto laxante que favorece la eliminación del meconio acumulado en el intestino del niño, y así se evita la ictericia por acumulación de bilirrubina en el intestino.[25]
El calostro es un tesoro, oro amarillo, que se sirve en la medida justa y en el momento justo para garantizar la mejor protección y la mejor alimentación.
Tetasutra
Hay mil posiciones y posturas para dar el pecho, tantas que es imposible reproducirlas todas. Y tampoco hace falta practicarlas una a una. En realidad, solemos dar de mamar en dos, tres o cuatro posiciones a lo sumo. Hace algunos años oí decir que era necesario dar el pecho colocando al bebé en posiciones diferentes para estimular toda la glándula y tener una buena producción de leche. Esta afirmación, sin embargo, es incierta, ya que mientras el bebé tenga un buen agarre y mame en buena posición el drenaje y la estimulación de la glándula serán siempre los ideales.
Cada madre y cada bebé tienen que buscar las posturas y las posiciones que les resulten cómodas y estén acordes con la forma y dirección del pecho. Además, recuerda que nuestros pechos no son iguales, no somos simétricas, y eso requiere una posición del bebé diferente para cada pecho.
Antes de continuar, conviene aclarar algunos términos.
LOS TÉRMINOS CLAVE
La postura es la manera en que la madre se coloca para dar el pecho. Te puedes colocar como quieras para amamantar; tan solo debes estar cómoda. Muy cómoda, porque amamantar es una acción que realizarás muchas veces al día y es muy fácil empezar a tener dolor de espalda, en los brazos o incluso en las manos. Así que busca la postura óptima, evitando que tu cuerpo vaya hacia el bebé y favoreciendo una postura amplia y abierta, para que el bebé pueda sentir la proximidad de tu cuerpo y se sienta estable y seguro.
La posición es la forma en que el bebé se coloca para mamar. Hay miles de posibilidades, y a medida que crezca el bebé te enseñará nuevas posiciones que ahora ni imaginas. Durante los primeros tres meses es importante que revises y te asegures de que su posición es correcta, ya que de ella depende, en parte, que tu peque consiga toda la leche que necesita.
El agarre es la manera en la que el peque coloca la boca para extraer la leche de manera efectiva y sin causar dolor.
Como te decía, puedes dar el pecho en la postura quieras: sentada, estirada, de pie… Lo importante es que estés cómoda y evites tensiones que luego te pueden pasar factura.
La posición del bebé sí que es una cuestión a la que hay que estar atentos, al menos al principio. El bebé debe tener el cuerpo en línea recta, debes vigilar que su oreja, su hombro y su cadera se mantengan alineados. Para que te sea fácil entender la importancia de la alineación del cuerpo del bebé, me gustaría que intentes una cosa muy simple. Bebe agua de lado: gira la cabeza, sitúala sobre tu hombro y acerca una botella de agua o un vaso lleno. Intenta beber. ¿Qué tal? Horrible, ¿verdad? Pues esa sensación es la que tiene tu bebé cuando trata de mamar en una posición incorrecta.
Ahora nos toca desmontar otro mito, el que dice que hay que colocar al bebé barriga con barriga, panza con panza o en cualquier variación de esta posición. ¿Te acuerdas de que hablamos sobre que tenías que observar tu pecho? (Si te has saltado esa parte del capítulo «¿Cómo me preparo?», no dejes de leerla ahora.) Pues esa observación es clave para encontrar la posición adecuada para vosotros.
Tu pecho y la cabeza del bebé deben estar alineados, evitando que se formen ángulos o que el bebé torsione el pezón al mamar.
Para saber si el agarre de tu bebé es correcto, te toca fijarte en qué hace cuando está mamando. Cuando el bebé se agarra, tu pezón tiene que estar dirigido hacia su paladar. Una vez agarrado, no debes sentir dolor.[26] El bebé tiene que estar muy cerca de tu pecho, de manera que tenga la nariz y la barbilla pegadas a él. Debe tener ambos labios evertidos (hacia fuera) agarrando no solo el pezón, sino también gran parte de la areola en un ángulo de unos 90 grados. Cuando el bebé succione, podrás observar que sus mejillas se redondean y mueve toda la mandíbula inferior hasta la oreja.
Así que elige la postura que quieras y disfruta. Como hay mil posturas y posiciones para practicar, me limito a apuntar consejos e ideas para conseguir las más habituales: sentada, rugby, caballito y tumbada.
LAS POSTURAS MÁS COMUNES DEL TETASUTRA
Sentada: Colócate cómoda, evitando tensiones en hombros y brazos. Elige qué pecho le vas a dar. Sitúa la cabeza del bebé en el antebrazo del lado del pecho que hayas elegido (evita apoyarla en el hueco del codo o en la muñeca). La mano debes colocársela en la espalda, no en la cabeza ni en el culito. Una vez lo tengas así, acerca al bebé al pecho, de manera que el pezón le quede a la altura de la nariz. Él desplazará la cabeza hacia atrás y abrirá la boca. El pezón tiene que entrar en dirección a su paladar, de esta manera conseguirás un agarre profundo.
Rugby: De nuevo acomódate en un sofá o en una silla que tenga una zona ancha para que el bebé quede apoyado de espaldas. Agarra al bebé por debajo de las orejas. Tu mano debe dibujar una C, de esta manera podrás sujetarlo por la nuca. El cuerpo del bebé tiene que reposar sobre el brazo del sofá o sobre almohadas, con estabilidad; si el bebé tiene la impresión de que se va a caer, no se relajará. Acerca al bebé por el costado exterior del pecho; cuando el pecho le roce la barbilla el bebé abrirá la boca, en ese momento deslízalo de nuevo un poco hacia abajo para conseguir que se agarre.
Caballito: Siéntate en una silla o reclínate hacia atrás en un ángulo de 30 grados. Si te sientas en una silla, agarra al bebé por debajo de las orejas, haciendo una C con la mano. Dobla sus piernas con cuidado para que queden cruzadas o abiertas sobre tus piernas. Siéntalo encima de tu pierna y acércalo al pecho. Si tienes un pecho muy grande o caído te va a ser más fácil agarrar el pecho con la mano del mismo lado y acercarlo al bebé. Otro truco es usar una toalla pequeña o un trapo enrollado para levantar el pecho y que sea más fácil acercar al bebé.
Apoya su barbilla en tu pecho y espera a que abra la boca. Cuando lo haga, acércalo completamente para que pueda agarrarse. Cuando se haya agarrado, sigue sujetándote el pecho con la mano para que el pezón se mantenga siempre en dirección a su paladar. Si no te duele deja de agarrarte el pecho, pero si sientes molestias quizá te será más cómodo mantener la sujeción con la mano.
Tumbada: Esta postura es ideal para poder dormir y descansar por las noches. Cada familia es libre de adoptar el colecho, una práctica que muchas veces causa temor o dudas. Lo que no podemos ignorar es que permite descansar y amamantar a la vez.
Tiéndete en paralelo con tu bebé. El brazo del lado que apoyas en el colchón puedes dejarlo detrás de tu cabeza (en plan «maja desnuda») o pasarlo por encima de la cabeza del bebé, recogiéndolo.
Si te han practicado una cesárea o una episiotomía y las heridas te molestan, esta postura te puede ayudar a estar más relajada y disminuir el dolor.
El pezón tiene que quedar a la altura de la nariz del bebé, que debe echar la cabeza hacia atrás y agarrarse. Una vez haya terminado la toma, el bebé debe dormir boca arriba; no le pongas ningún cojín o toalla detrás de la espalda y la cabeza que le impidan colocarse de esta manera.
Esta postura al principio puede costar un poco, pero como todo, es cuestión de práctica. Cuando lo consigáis, verás que puedes dar el pecho sin necesidad ni siquiera de encender la luz.
Evita tenderte en un sofá, ya que es peligroso para el bebé.
No hace falta probar todas las posturas y posiciones del «tetasutra», el cambio continuo no te garantiza tener más leche ni mayor producción. Investiga en qué posturas y posiciones os sentís mejor y practica día a día la técnica. ¡Ah!, y déjate sorprender porque tu bebé, a medida que crezca, va a mamar ¡hasta haciendo el pino puente!
Qué puedo esperar: dolor, subida de leche
Esta es la gran pregunta. Al desconocer el funcionamiento de la lactancia, es complicado saber qué es normal, qué es esperable, qué no lo es… La información es la clave en estas primeras horas.
¡Me duele!
El dolor no debe formar parte de la lactancia. El dolor nos avisa de que algo no va bien y si dar el pecho te resulta doloroso, pide ayuda inmediatamente. Los primeros quince o veinte días es posible que sientas una leve molestia con el agarre. Durante el embarazo los pezones están muy sensibles y cualquier roce es irritante y hasta desagradable. Esto se debe a la gran cantidad de progesterona que circula por el cuerpo. Esta hormona va desapareciendo de manera paulatina después del parto, y esto hace que la sensibilidad se mantenga los primeros días de vida del bebé. Se trata de una sensación similar a un pellizco, una molestia breve e intensa que debe durar solo unos segundos. Si se prolonga y el dolor se mantiene durante toda la toma, algo está pasando: el bebé no se agarra bien, está mal colocado, tiene el frenillo lingual corto…
En caso de dolor, no esperes, no lo aplaces, pide ayuda para terminar con él lo antes posible.
¿Cuándo tendré leche?
Esperar que nos suba la leche es algo que nos mantiene en jaque. Ahora que ya sabes que el calostro también es leche y que sí alimenta, quizá te sientas más tranquila. La leche aparece entre 48 y 72 horas después del parto. Vas a notar los pechos más tensos y más pesados. Si te miras en el espejo verás una gran cantidad de venas azuladas atravesando tu pecho en dirección al pezón. La maquinaria se pone en marcha. Es posible que si estás pocas horas en el hospital no notes este proceso hasta llegar a casa. En los siguientes apartados de este capítulo encontrarás más información.
Es muy importante que sepas que la segunda noche de vida del bebé suele ser muy movida. Los bebés están muy activos y muy demandantes. Quieren ir casi de «teta en teta» toda la noche. Puedes tener la sensación de que el bebé tiene hambre y que no le está saciando el calostro, y nada más lejos de la realidad. Lo que hace el bebé demandando tanto es conseguir aumentar la prolactina en tu sangre lo que provocará que la leche suba antes. Así que calma y tranquilidad; el bebé hace justo lo que se espera de él.
¿Más dolor?
Otra situación que no esperas son los llamados entuertos producidos por la succión del bebé y la segregación de oxitocina, que, como ya sabes, se encarga de hacer salir la leche hacia el pezón y que a la vez hace que el útero se contraiga y vuelva a recuperar su tamaño habitual.
Los entuertos (vaya nombre) son las contracciones que vas a sentir en el abdomen los primeros días cada vez que el bebé mame. En el primer parto estos entuertos son muy suaves, a veces casi imperceptibles. En los siguientes partos ya no son tan discretos y a veces llegan a ser muy molestos. Poco hay que hacer, solo saber que a pesar de todo son normales y pasarán en unos días.
¡Agua, dame agua!
Otra sensación que vas a notar es la sed. ¡Bienvenida al desierto! Empezar a dar el pecho y sentirte deshidratada es sin duda lo más habitual. El cuerpo te va a pedir agua y tan solo debes hacerle caso. Hay un mito que dice que necesitas beber muchos líquidos para tener mucha leche, pero no es cierto.
No es preciso que bebas más agua o líquidos por encima de la sed que tengas. De hecho, no sirve de nada: ingerir más líquidos no hará que tengas más leche, al contrario. Un exceso de líquidos puede disminuir la producción de leche, ya que obliga a los riñones a trabajar de más. Bebe el agua que el cuerpo te pida, esa es la medida perfecta; eso sí, antes de amamantar asegúrate de que tienes agua cerca.
¡Estoy agobiada!
Y, por último, pero no por eso menos importante, una sensación que suele agobiar mucho: el cansancio y el sueño. Amamantar da sueño, la oxitocina que se produce cuando el bebé mama tiene efectos relajantes en la madre. Baja la presión arterial y el cerebro se nubla, te sientes como emborrachada y los párpados se te cierran irremediablemente. Ni el mejor hipnotizador tiene tanto poder como la oxitocina. No luches contra esa sensación, no batalles para mantenerte despierta. Descansa… relájate… Tu cuerpo te dice claramente que debes descansar y dormir a la vez que el bebé para recargar las pilas y tener fuerza para aguantar. ¿Dormir de día? ¡Sí! Aprovecha la ocasión y no intentes hacer cosas mientras el bebé duerme, porque necesitas sacar partido de todas las siestas de tu bebé. Además, vas a tener las emociones a flor de piel, sentirás muchas cosas nuevas y todas serán a lo grande, así que descansa para evitar que se magnifiquen. Llorarás, pero también reirás como nunca en la vida: irás montada en la primera vagoneta de una gran y sorprendente montaña rusa.
Lo uso o no lo uso
Existen muchos productos supuestamente destinados a ayudarnos con nuestra lactancia y es posible que no sepas cuáles debes usar: ¿lo uso o no lo uso? ¡Esa es la cuestión! No todo es necesario ni adecuado, aunque quizá te parezca que es imprescindible porque te lo presentan como producto «para la lactancia».
¿Necesita una ayudita?
Hablamos de «ayuditas» para referirnos a la leche artificial que se administra al bebé, una o varias veces al día, después de las tomas de pecho habituales. Como ya habrás leído, el calostro es más que suficiente para alimentar al bebé de manera exclusiva durante los primeros días. Por tanto, las ayuditas no deberían ser necesarias, pero la oferta (por parte de los hospitales) o la demanda (por nuestra parte) de darle al bebé «un poco» de leche artificial, es habitual en las primeras horas y días de vida del bebé: llora, está inquieto, parece no querer dejar de mamar, está muy despierto por la noche y quizá nos duele el pecho o todo el cuerpo…
Cuando el bebé pierde peso o no lo gana, la ayudita debería ser de leche materna en diferido.[27] Si no quieres o no puedes sacarte calostro o leche, y se hace necesario ofrecerle la ayudita, la leche artificial es la segunda opción, nunca la primera.
Dar leche artificial a un bebé no es ni bueno ni malo. Cuando el bebé no puede alimentarse en exclusiva de leche materna y necesita recibir alimento debe tomar leche artificial y empezar una lactancia mixta.[28] La duración de la suplementación depende de muchos factores. Si deseas intentar eliminar los suplementos contacta con una comadrona o con un grupo de apoyo a la lactancia para que te ayuden a conseguirlo.
¿Uso pezoneras?
Las pezoneras deberían ser un «puente» para conseguir que la lactancia funcione, y usarse solo cuando fueran necesarias.
Para los bebés que no se agarran al pecho (después de haberlo intentado varias veces con ayuda experta), los prematuros o los que tienen una succión débil, las pezoneras pueden ser de gran ayuda, ya que estimulan la succión. Corre el mito de que las pezoneras hacen bajar la producción de leche porque impiden la estimulación directa de la boca del bebé sobre el pezón de la madre. Da miedo usarlas por esta razón, así que conviene remarcar que con las pezoneras de silicona de hoy en día y si el bebé se agarra bien al pecho, la producción de leche no va a disminuir.
Es importante saber que hay pezoneras de diversas tallas. De la misma manera que no todas tenemos la misma talla de pie, no tenemos la misma medida de pezón. ¡Imagina lo que llegaría a dolerte andar con un zapato demasiado pequeño para tu pie! Pues con los pezones es lo mismo. Si vas a usar o estás usando una pezonera, debes encontrar la medida adecuada. Para saber la talla tienes que medir la cara frontal del pezón (la parte frontal) y sumarle 2 mm: esta será la medida que mejor se te ajuste. No es que haya demasiadas tallas, pero por suerte las mejores marcas suelen tener pezoneras de tres o cuatro medidas entre las cuales podrás escoger la mejor para ti. Usar una pezonera de una talla inadecuada te puede causar dolor e incluso grietas en el pezón.
¿Debo usar un cojín de lactancia?
Los cojines son otra cosa no necesaria que se suele comprar y usar porque toca. La mayoría de las mujeres no los necesitamos para nada. Quizá las madres que tengan el pecho muy firme y poco manejable se pueden beneficiar de la elevación que permiten del bebé, y según la estructura de tu pecho y la postura que escojas te ayudarán a estar más cómoda. Pero por lo general los cojines de lactancia no son imprescindibles y si hace falta un poco de apoyo para descansar los brazos, se puede conseguir el mismo efecto con los almohadones que tengamos por casa.
¿Me pongo cremas en el pezón?
El uso de cremas para el pezón está muy extendido. En España, casi todas las madres salen del hospital con una muestra o con la indicación de comprarla para curar las grietas.
Lo cierto es que no existen cremas que hagan tal cosa, ningún ungüento aplicado antes o durante la lactancia te evitará el dolor o las grietas. La mayoría de las cremas que se recomiendan son a base de lanolina purificada. La lanolina es emoliente y puede ayudar a mejorar la sensación de sequedad en la piel, pero no cura grietas. Para entender mejor por qué las cremas no son necesarias, imagina que tienes un cuchillo de cocina nuevo. Te han dicho que va de maravilla y que corta cualquier cosa. Has empezado a usarlo y no dejas de cortarte; aún no dominas la técnica de corte pero debes seguir aunque tengas los dedos destrozados. Te han recomendado ponerte tiritas para curarte las heridas, y te las pones porque tienes que continuar usando el cuchillo varias veces al día aunque te sigas cortando y te duela.
¿Por qué no se curan las heridas? ¡Si te pones tiritas a todas horas!
Quizá comprenderás por qué no recomiendo lanolina ni cremas para los pezones sustituyendo mentalmente dedos por pezones, cuchillo por boca del bebé mal agarrado o con frenillo lingual y tiritas por lanolina. Si te cortas una y otra vez y no hay más remedio que seguir cortando con ese cuchillo, o mejoras tu técnica o las tiritas te van a servir de poco. La lanolina no es más que una tirita, no cura ni resuelve el problema. Por el contrario, no permite la cicatrización de las heridas ya que ablanda y macera los tejidos y eso retrasa la curación.
Si tienes grietas, busca ayuda para solucionarlas. La lanolina puede entorpecer la curación si se recurre a ella como única solución o como solución mágica para resolverlo todo.
¿Me compro un sacaleches?
Los sacaleches no son nada económicos. A mí al principio me parecían todos iguales, pero existen sacaleches manuales y eléctricos, individuales o dobles (para los dos pechos a la vez), y eso hace variar el precio.
En el mercado encontrarás muchas opciones y suele ser complicado acertar. En primer lugar, debes preguntarte qué uso le quieres dar. ¿Sabes que lo vas a tener que utilizar desde los primeros días o es comprar por comprar? Si con seguridad te va a hacer falta, no dudes en hacerte con uno. Si no lo tienes claro, es mejor que esperes, siempre estás a tiempo de comprarlo. En el siguiente capítulo hablaremos más sobre los sacaleches y te daré pistas para elegir el que mejor se adapte a tus necesidades.
Que no sea como el metro en hora punta
Las habitaciones de hospital suelen ser pequeñas, a veces hasta las tienes que compartir con otras mujeres. Y aunque a la gente no suele gustarle ir al hospital para nada, oye, ¡cuando se trata de un nacimiento te salen primos hasta de debajo de las piedras! La gente quiere conocer al bebé sí o sí y no se conforma con entrar y salir y hacer una visita corta y discreta. No, ahí los tienes sentados toda la tarde hablando del tiempo, la política, lo caro que es el parking del hospital y por supuesto lo precioso que es el bebé.
En cambio, lo mejor para vosotros es evitar la ocupación de la habitación y fomentar el desalojo paralelo. Evitar que la habitación esté tan concurrida como una parada de metro en hora punta es más importante de lo que parece. Porque recuerda tu primera cita, esos nervios, esa emoción contenida, esas ganas de descubrir al otro, de sentirlo, olerlo, besarlo… Estoy segura de que te has puesto en situación. Pues ahora imagínate que estás con tu pareja y justo al lado tienes a tu suegra, tu primo y demás parentela, pegados a vosotros y retransmitiendo la jugada en estéreo: «¿Otra vez le vas a dar un beso?», «¡No, no, no! Así no se hace, no lo haces bien, ¿no ves que en esta postura no le puedes besar bien?», «Yo nunca le besaba así, vaya maneras tenéis ahora de dar besos, no lo entiendo».
Vale, ahora lee de nuevo las mismas frases con una ligera variación: «¿Otra vez le vas a dar el pecho?», «¡No, no, no! Así no se hace, no lo haces bien, ¿no ves que en esta postura no le puedes dar bien el pecho?», «Yo nunca le amamantaba así, vaya maneras tenéis ahora de dar el pecho, no lo entiendo».
¿Qué te parece? Pues comentarios como estos y peores son los que una madre lactante aguanta continuamente de su familia y amigos. Y da igual que sea hombre o mujer, cualquiera se siente autorizado para soltar estas lindezas. Después de dar a luz, cansada física y emocionalmente, llena de oxitocina y deseosa de descubrir a tu bebé, necesitas intimidad, tranquilidad y mucho respeto. Así que concedeos las primeras horas (idealmente, y sé que puede ser complicado, el primer día) para estar tranquilos, intentar que se agarre bien, que te sientas cómoda y relajada. Evita sentirte cohibida por visitas inoportunas, que no tengas que aguantar comentarios desafortunados, o que no tengas que aplazar o acortar las tomas para «recibir» a las visitas.
Es vuestro momento de amor. Y puedes dejarlo claro antes de dar a luz: «Ya os avisaremos cuando podáis venir». También puedes omitir que has dado a luz e informar a familia y amigos cuando creas que ha llegado el momento. O bien que tu pareja haga temporalmente el papel de «poli malo» y se encargue de hacer circular a la gente que se vaya acumulando en vuestra habitación.
Disfruta de las primeras horas, os acabáis de conocer y es vuestra primera vez, esto no volverá a pasar.
¿Qué puedo hacer para que todo vaya bien?
Los dos días que siguen al parto son un reto. Si estás en el hospital es posible que te den diferentes recomendaciones, que no sepas muy bien qué debes o qué no debes hacer… Escucha tu instinto y piensa que tu bebé te necesita, que tu cuerpo, tu voz y tu olor son lo único que conoce en este mundo.
Piel con piel:
Para tu bebé es muy importante mantener el contacto contigo. Tu cuerpo es la continuidad del suyo y si lo pierde se siente en peligro. Así que las cunitas del hospital son una monada y los bebés se ven muy bonitos en ellas, pero el espacio adecuado para el bebé son tus brazos, en contacto contigo piel con piel. Disfruta del momento, que a los doce años ya no se dejan achuchar.
Aparte de que el bebé así puede mamar cuando quiere y tiene el pecho a pedir de boca, tu calor mantiene su temperatura corporal. A los bebés les cuesta mucho mantener una temperatura corporal estable y, a la vez, tienen pocas reservas de grasa almacenada. Esto sería una mala combinación si la naturaleza no hubiera previsto una solución ingeniosa: que la madre conserve la temperatura del bebé. El contacto piel con piel ayuda al bebé a no perder peso, pues no necesitará gastar energía en mantener su temperatura corporal. Además, es menos probable que sufra las temidas bajadas de azúcar, porque cuando eres tú la que mantienes su calor, él ahorra energía.
Demanda:
Los bebés suelen ser bastante demandantes los primeros días y, en especial, las primeras noches. Mamar con frecuencia hace que la glándula se ponga en marcha, que trabaje a toda máquina, y esta estimulación es un paso clave para garantizar la producción de leche.
Así que no te asustes si solo quiere mamar y mamar y estar pegado a ti. Es normal que tengas dudas y que pienses que el calostro no le llega y que seguro, seguro, se queda con hambre. Lo más probable es que todo marche perfectamente y el bebé esté haciendo el trabajo que le toca, pero si estás preocupada, las deposiciones y el peso del bebé te dirán qué tal va todo.
Evitar otras succiones:
Seguro que te han regalado o has comprado un chupete. Ofrecer o no un chupete al bebé es una decisión que atañe al tipo de crianza que elijas. Si se lo vas a ofrecer, solo debes saber que puede crear interferencias en la lactancia.
Por esa razón la recomendación es evitar usar o abusar del chupete durante las seis primeras semanas de vida del bebé. De la misma manera si es necesario ofrecer leche al bebé, es mejor hacerlo en un recipiente que no sea un biberón.[29]
Algunos bebés pueden mamar y succionar un biberón y una tetina sin ningún tipo de problema. Sin embargo, otros a los que se les ha ofrecido algo diferente al pecho tienen después muchas dificultades para mamar. Y el problema es que no sabes qué bebé te ha tocado, es como una lotería. Si compras un boleto te puede tocar.
Los pañales sucios:
El primer día de vida, el bebé debe mojar un pañal con orina y otro con meconio, que son las primeras cacas que va a hacer. Son negras, pegajosas, similares a petróleo.
El segundo día los pañales mojados aumentan a dos de cada: dos de orina, dos de meconio.
Y el tercer día pasan a ser tres: tres de orina, tres de meconio o caca de transición, que es de un color verde grisáceo.[30]
También los tres primeros días pueden aparecer unas manchas de color rosa o anaranjado en el pañal. No te asustes. Se llaman uratos, se deben a la concentración de la orina y son normales los primeros días de vida. Solo debes pedir ayuda y acudir al pediatra en el caso de que sigan apareciendo en el pañal después del tercer día de vida o si la orina de tu bebé es muy oscura, lo cual puede significar que mama menos de lo que necesita.
A partir del quinto día de vida deben hacer un mínimo de dos o tres cacas al día, idealmente una después de cada toma. De esta manera, sabrás que está tomando toda la leche que necesita.[31]
Pérdida y aumento de peso:
Los bebés pierden peso al nacer. Lo normal es que pierdan entre un 7 % y un 10 % de su peso, que serían no más de unos 300 gramos. Esta pérdida se produce durante los tres primeros días de vida, y a partir del quinto día el bebé debe empezar a ganar peso. Así que si tu bebé nace en el hospital y te dan el alta el tercer día, el peso que tenga a partir de ese día debe aumentar y no disminuir. Es preciso, además, que haya recuperado todo el peso perdido cuando tenga entre diez o quince días de vida.
Los bebés que pierden más de un 10 % del peso tienen que ser examinados. Es necesario valorar una toma y trazar un plan de acción para resolver la situación. Puedes encontrar más información al final de este capítulo.
Ten en cuenta que los bebés no ganan peso de manera lineal ni ascendente, sino más bien a escalones, de modo en la mayoría de los casos no es preciso pesar al bebé día a día. Hacerlo estresa mucho a los padres y puede inducir a tomar decisiones poco oportunas o prematuras.
La bella durmiente:
Los extremos siempre son malos y un bebé que duerme mucho y que es «muy bueno» también requiere que no le quites el ojo de encima. Hay algunos bebés nacidos por cesárea programada o mediante inducción que llegan al mundo sin estar aún listos del todo. Son bebés muy dormilones que no lloran nunca, que solo duermen y que no hay manera de despertarlos para que mamen.
Si un bebé no hace de 8 a 12 tomas en 24 horas puede estar tomando menos leche de la que necesita. Así que será inevitable despertarle, porque a pesar de que la lactancia es a demanda, los bebés enfermos, prematuros o que no ganan peso deben ser alimentados con frecuencia y fomentar las tomas sin esperar a que pidan comida.
Así que, para resumir: piel con piel, fomentar las tomas (de 8 a 12 en 24 horas) y observar las deposiciones. Con estas pautas podemos verificar qué tal va todo.
El papel del padre o la pareja
Convertirse en madre no es fácil, y de la misma manera transformarse en padre tampoco lo es. Nadie te prepara para ser el padre de un lactante y es posible que no sepas muy bien qué debes hacer o de qué manera puedes ayudar en todo esto, porque a pesar de que la lactancia es cosa de dos, madre y bebé, no está de más recordar que los estudios señalan que el éxito de la lactancia recae en gran medida en la ayuda y sostenimiento que la pareja preste a la madre lactante.
Todo lo escrito en el libro va dirigido a las madres, menos este trozo. Es posible que quieras ejercer una paternidad activa y te hayas leído el libro de cabo a rabo, pero si no tienes ganas o tiempo de hacerlo, lee al menos el siguiente apartado para saber lo mínimo para poder ayudar.
SER O PREPARARSE PARA SER UN PADRE LACTANTE
Si la lactancia es cosa de dos, ¿qué puedo hacer para ayudar a la madre?
Esta es la mejor pregunta, pero debes hacérsela a ella. Si no sabes cómo ayudar no dudes en preguntarle qué puedes hacer. Aunque te anticipo que la ayuda puede consistir en las cosas más pequeñas: acercarle un vaso de agua cuando se siente a dar el pecho, pedir a la familia que aún no venga a veros o atender tú solo a las visitas mientras ella da el pecho, cuidar del bebé mientras se da una ducha o va al baño y atenderlo mientras ella descansa un par de horas. También puedes prepararle su comida favorita, cambiar los pañales al bebé y poner lavadoras. Como ves, hay mil formas de ayudar y facilitarle la lactancia a tu pareja, mil formas de conseguir que se sienta bien y que sepa que estás a su lado.
Pero ¡es que yo no sé nada de lactancia!
Bueno, todos somos primerizos en algún momento, además todas y todos partimos de cero. No pasa nada por no dominar el tema, pero de la misma manera que ella se ha informado puedes informarte tú también. Una pareja informada es fundamental para el éxito de la lactancia. Y si no quieres informarte, ni leer, ni acompañarla a un grupo de apoyo antes del parto, lo que debes hacer es confiar en ella al cien por cien, dejar que decida lo que quiere, no estorbar y no criticar ni entrometerte en sus elecciones.
Mi pareja lo está pasando mal. ¿Le digo que deje de amamantar?
Es muy probable que si ves a tu pareja sufrir o pasarlo mal por amamantar tengas ganas de que todo termine, de que lo deje y no tenga que aguantar más dolor. Pero para muchas mujeres dejar la lactancia no es la solución, así que es posible que la sugerencia no le guste en absoluto. Cuando una madre sigue dando el pecho a pesar del dolor y las dificultades lo que quiere son soluciones, no rendirse. Así que te toca contribuir a buscarlas, investigar quién os puede ayudar, llamar, preguntar, acompañar…
Y si tienes dudas, si no tienes claro qué quiere tu pareja, de nuevo pregúntale: ¿tú qué quieres hacer? Ahí está la clave. Una vez que tengas claro lo que ella quiere la podrás ayudar.
¿Le puedo dar algún biberón al bebé para que se vincule conmigo?
Poder puedes, la pregunta es: ¿es absolutamente necesario? Es posible que tengas ganas de interactuar con tu bebé, que tengas ganas de hacer cosas con él y te apetezca alimentarlo. Es genial que quieras ejercer de padre, pero dar el pecho es lo único que solo puede hacer tu pareja.
Otra cosa es que tu pareja esté cansada o sufra dolores y quiera diferir la lactancia,[32] en este caso si quieres darle la leche al bebé, ya sea con un biberón o con otro método de suplementación, perfecto. Pero si la lactancia funciona y lo que ocurre es que deseas estrechar la relación con tu bebé, puedes encontrar diferentes maneras de crear ese vínculo tan importante.
Los bebés deberían estar los dos primeros años de su vida vinculados estrechamente con su madre,[33] lo que no significa que en estos años no puedas hacer nada para ir trabajando el vínculo con tu bebé. De hecho, se trata de sembrar y esperar con paciencia los resultados. Si haces bien el trabajo previo durante estos años, cuando el bebé esté listo para ello verás los resultados.
Puedes hacer muchas cosas con tu bebé: calmarlo, acunarlo, sacarlo de paseo en un portabebés para que estéis cerca, cambiarle los pañales, bañarlo, llenarlo de besos, hacerle reír… En suma: quiérele mucho y demuéstraselo, y participa en su crianza de manera activa para de esta manera conseguir una fuerte vinculación con tu bebé.
¿Puedo acompañarla a un grupo de apoyo?
Claro que puedes, a pesar de que en los grupos de apoyo se reúnen mayoritariamente madres, la presencia de las parejas es siempre bienvenida. Además, para las madres es muy importante contar con la atención que puede prestar la pareja a todos los detalles que señale la asesora. En el posparto tenemos la neurona un poco perdida y nos cuesta recordar toda la información que nos pueden dar en un grupo. Así que si te quedas en él, atiendes a las explicaciones y eres capaz de reproducir la información en casa, vas a ser de mucha ayuda.
Nos vamos a casa
¿Qué sientes? Felicidad, miedo, incertidumbre, cansancio, dudas, emoción… ¿Todo a la vez, quizá?
Dependiendo de si es tu primer hijo, de cómo han ido el parto y los primeros días y de qué sensaciones has tenido con la lactancia puedes sentirte más o menos tranquila.
Sería importante que salieras del hospital sabiendo la evolución de tu bebé, segura de cómo debes colocarlo al pecho y sin sentir dolor. En casa, aunque quizá no lo creas, todo es más fácil. Vas a estar más cómoda y poco a poco vas a ir conociendo a tu bebé.
Lo que sí es muy importante que comprendas antes de empezar es que no hay nada más variable que un bebé: cuando creas que tienes controlada la situación y que ya sabes cuándo va a mamar, modificará sus patrones de demanda. Esto va a pasar muchas veces durante la lactancia, así que te recomiendo tranquilidad y vivir el día a día. Intenta no hacer planes a largo plazo y déjate sorprender.
En casa
¡Por fin en casa! Aunque en casa todo parece más fácil, tal vez te sientas un poco sola o anonadada con el bebé, con su demanda, sus cuidados.
Es posible que no conozcas a nadie que haya dado el pecho o que en tu familia todas las lactancias hayan sido problemáticas. Por desgracia, suele ser lo habitual en nuestros días. Pero si por el contrario tienes una amiga, una hermana o una prima que hayan tenido lactancias exitosas, no dudes en pedirle ayuda, en reclamar que esté a tu lado. Estará encantada de hacerlo y con ella te sentirás acompañada.
Seguramente antes de parir has sido una mujer independiente, con una vida social activa, con muchos planes, con aficiones… Cuando tienes un bebé tienes entre tus brazos a una personita que va a depender de ti las veinticuatro horas del día durante muchos meses. Pide ayuda, delega ciertos trabajos relacionados con la casa, déjate mimar y deja que te cuiden.
A veces queremos ser supermamis, supermujeres que podemos con todo y debemos ser muy felices por ello. La maternidad no es nada fácil si tienes que o pretendes hacerlo sola. Déjate acompañar, búscate apoyos y pide ayuda cuando lo necesites.
Dudas de lo más comunes
Los primeros días en casa suelen ser los más caóticos: todo es nuevo y te falta el manual de instrucciones del bebé y de la lactancia. Si resuelves rápidamente las dudas, sin embargo, todo se ve de otro color.
¿Tengo leche?
Un proceso que suele pintarse de forma muy dramática es el de subida o bajada de la leche.[34] Yo esperaba que ocurriera algo terrible: dolor, fiebre… una película de terror. Y como esta situación no se produce en casi ninguna lactancia, aunque la esperemos, entonces aparecen las dudas: ¿me ha subido la leche?
Este proceso mágico se pone en marcha cuando la placenta se separa del útero. En ese momento se desencadena el efecto mariposa que va a terminar entre 48 y 72 horas después con el final de la producción de calostro y el inicio de la producción de leche. ¿Y qué se nota? Pues una sensación de plenitud, el pecho «lleno», la piel tersa, un poco de calor, y se observan muchas venas que cruzan el pecho en dirección al pezón. Nada grave, vaya. Cuando la lactancia se inicia con buen pie este proceso es delicado y voluptuoso.
¡Tengo los pechos como una piedra!
Si tienes los pechos duros como piedras es que la subida de la leche se ha complicado. Las causas por las que este proceso se enreda son diversas: haber recibido muchos sueros endovenosos durante el parto, haber estado separada de tu bebé, que el bebé duerma demasiado o tenga dificultades de succión… En ese caso, la experiencia puede ser más traumática porque se complica y se transforma en una ingurgitación.
La ingurgitación es la inflamación y acumulación de líquidos en el tejido que rodea la glándula. O sea, aparte de la abundancia de leche debida a la subida, la acumulación de sangre, linfa y líquidos deja el pecho como una piedra.
Y no es una metáfora, no, el pecho está tan duro e inflamado que el dolor es terrible. En ocasiones, se llega a inflamar el tejido de la zona de la axila y las madres no pueden ni bajar los brazos, y menos agarrar al bebé.
Entonces hay que buscar soluciones, y va bien saber que si sigues ciertas medidas al cabo de 24 o 48 horas todo habrá remitido. Para conseguir que termine lo antes posible, aplica frío sobre el pecho para reducir la inflamación.
Las hojas de col o repollo pueden ser una bendición porque tienen la temperatura ideal y se adaptan muy bien a la forma del pecho. Para usarlas basta con deshojar la col, lavar las hojas que hayas elegido y con un rodillo de cocina o similar aplastar los nervios hasta dejar la hoja plana. En ese momento puedes colocártela sobre el pecho y, fijándola con el sujetador, dejarla hasta que se «cueza». Verás que en veinte o treinta minutos la hoja está pocha y blanda, así que la puedes sacar y sustituir por otra nueva.
Aparte de la medida del frío debes vaciar el pecho. El problema es que el pecho está tan congestionado que la leche no sale o sale muy poca y, al estar tan duro, el bebé no puede ni siquiera agarrarse o, si lo consigue, le cuesta mucho extraer leche. Para que lo entiendas, es como si los tres carriles de una carretera se redujeran a uno. Los dos más exteriores, que son los que están cargados de líquido, bloquean la salida del carril central, en este caso, la leche, con lo cual nos toca hacer retroceder estos dos carriles exteriores para dar prioridad al central. ¿Y cómo lo hacemos? Pues muy simple, mediante los masajes de presión inversa suavizante.[35] Esta técnica desarrollada por la enfermera Jean Cotterman permite solucionar el atasco.
A pesar de lo aparatoso del nombre, la técnica es muy simple y consiste en obligar, con las manos, a todos esos líquidos a retroceder. Se realiza con varios tipos de masajes. La forma más sencilla es colocar la mano en forma de garra sobre la areola, ejerciendo presión hacia las costillas. Es necesario mantener la presión durante unos minutos o hasta que empieces a ver gotas de leche en el pezón. En ese momento puedes colocar al bebé para mamar, pues conseguirá extraer la leche con facilidad.
Con esta técnica y el vaciado frecuente lo normal es revertir el proceso en unas 48 horas. En los casos más extremos, el ginecólogo puede recetar antiinflamatorios, que al ser compatibles con la lactancia completan la recuperación sin perjudicarla.
¿Y el peso?
A partir del quinto día de vida los bebés deben ir ganando entre 20 y 30 gramos diarios como mínimo.[36] Si ganan más, maravilloso. Hay bebés que ganan mucho peso en las primeras semanas. En cambio, si ganan menos, hay que actuar y buscar lo antes posible por qué esto es así, y solucionarlo. Si no has pesado al bebé y no sabes si aumenta de peso los pañales nos pueden dar una pista.
Pañales sucios
A partir del quinto día de vida lo esperable es que los bebés ensucien cinco o más pañales, o idealmente uno después de cada toma. Las cacas de un bebé amamantado son líquidas y frecuentes y no hay que confundirlas con diarrea.
Es importante saber que para poderlas considerar «cacas» han de tener la medida mínima de una cuchara sopera.
Las cacas de un bebé que toma solamente leche materna son de un color amarillento, como el de la mostaza. No son demasiado desagradables para el olfato, tienen un olor un poco ácido similar al del yogur.
Si el bebé hace pocas deposiciones o no hace, es indispensable controlar el aumento de peso, ya que la ausencia de deposiciones en un bebé de menos de un mes que solo toma leche materna puede indicar que está comiendo poco.[37]
¿Qué pecho le toca?
Esta es otra gran preocupación. De hecho, hay quien usa pequeñas señales para saber qué pecho le toca al bebé: una goma de pelo en la muñeca, un imperdible en el sostén, cambiar el anillo de mano… Y la verdad es que todo es mucho más fácil de lo que parece.
Para saber qué pecho le toca al bebé basta tocarse los pechos. Es un gesto que, como el de observarse el pecho, no solemos hacer antes de ser madres y que a partir de este momento realizamos a menudo.
Tócate los dos pechos. ¿Cuál está más lleno? El pecho más lleno tiene prioridad. Si tienes los dos pechos a tope elige el que quieras y extrae un poco de leche manualmente para aliviar el pecho y para que el cuerpo entienda que tiene que ir ajustando la producción.
Normalmente entre los quince días y el mes de vida del bebé la oferta y la demanda se regulan, y dejarás de tener los pechos trabajando a tope sin ton ni son.
Horarios: ¿Tiene que mamar cada 3 horas?
Otra cosa que los bebés no tienen es horarios, ni los necesitan. A los adultos los horarios nos acostumbran a dar seguridad y sensación de orden. Aprender que los niños no funcionan con horarios es un reto.
Aunque parezca imposible, aún hay quien recomienda dar el pecho con horarios. Lo de cada tres horas no hemos conseguido borrarlo de nuestra mente.
Por lo general un bebé mama cuando quiere, cuando tiene hambre o está cansado, cuando está aburrido o cuando tiene sed. Eso se traduce en que el bebé mama de manera errática.
Los bebés tienen que mamar un mínimo de entre 8 y 12 veces en 24 horas, la manera de repartir esas tomas es lo de menos. La mayoría de ellos suele mamar con tranquilidad a lo largo de la mañana y ponen el turbo a partir de la tarde o la noche.
Si el bebé no mama, no se despierta o está enfermo y por una de estas causas no gana peso y no hace las ocho o doce tomas, es necesario ofrecerle el pecho y marcar la demanda.
¿Un pecho o dos?
Cuando un bebé es pequeño normalmente tiene de sobras con un pecho. No hay que limitar el tiempo que el bebé está en el pecho, nada de «cinco minutos», «nueve minutos» o «no más de quince minutos».
Los bebés de menos de un mes pueden estar entre cuarenta y sesenta minutos agarrados al mismo pecho. Siempre hay bebés que maman en cinco minutos, se sueltan del pecho y van geniales de peso, pero la mayoría tardan mucho en mamar. Las tomas son algo relajado y con diferentes fases de más o menos actividad.
El bebé debe soltarse por sí solo del pecho, no hay necesidad de sacarlo o interrumpir la toma. Si tienes dolor o el bebé no mama con eficacia, realiza compresiones en el pecho para acelerar la toma; al final de este capítulo te enseñaré cómo hacerlo.
Así que, en resumen, hasta que el bebé no diga lo contrario, con un pecho por toma es más que suficiente.
¿Me usa de chupete?
Cuando el bebé mama lento o parece que no come hay quien se alarma.[38] Es fácil que empiecen a decirte y aconsejarte que no se lo permitas. Que no le dejes que te «use de chupete», que este tipo de succión no le aporta nada y que cuando el bebé no come es mejor sacarlo del pecho para que no se te hagan grietas.
El concepto «te usa de chupete» lo odio, lucho diariamente por erradicarlo, pues da a entender que el bebé hace algo que no debe hacer y encima decreta que el pecho solo sirve para comer. El pecho es mucho más que alimento: succionar permite al bebé sentirse bien, seguro y feliz. Cuando está en el pecho el bebé siente la proximidad del cuerpo de su madre: su calor, su olor, el tacto de su piel, su voz, su ritmo cardíaco… ¿Crees que eso lo consigue un chupete? Si te digo que a este tipo de succión es mejor llamarla «succión afectiva», es decir, que provee de afecto, seguro que no te parece tan raro que tu bebé quiera estar mamando sin comer.
Por cierto, si tratas de evitar el chupete pero a veces no sabes cómo calmar a tu bebé, una técnica muy útil es dejar que succione tu dedo meñique.[39] Esto acostumbra a calmarlo y en momentos de crisis, cuando está muy nervioso y no acepta ni mamar, puede ayudarlo a relajarse.
¿Qué cantidad de leche está tomando?
¿Tu pecho es transparente? Seguro que no. La lactancia es un acto de fe. Un acto de confianza en tu capacidad de producir leche y en la capacidad del bebé para saber qué necesita. Estará tomando la cantidad de leche que necesita si le permites que mame sin limitaciones o sin cambiarlo de pecho de manera arbitraria. Si todo esto se traduce en un adecuado aumento de peso, puedes estar segura de que vuestra lactancia va bien y el bebé está mamando lo que necesita.
¿Tomará la leche que necesita?
Imagina un león en la sabana africana. ¿Sabías que necesita comer unos siete kilos de carne al día? Estoy segura de que no lo sabías, y te aseguro que el león tampoco. Él sabe que debe comer y así lo hará. Tu bebé sabe mejor que nadie la cantidad de leche que le hace falta. Y si se lo permites, y aunque quizá debas ayudarlo un poco los primeros días si está muy dormido, va a tomar lo que necesita. Confía en él y confía en tu capacidad para producir leche.
¿Cómo sé que ha vaciado un pecho?
Tenemos un problema, y es que el pecho no se vacía. No es un botella de agua en la que hay un litro de líquido y cuando la terminas se acabó. El pecho es más bien como un grifo de agua, que siempre que lo abres sale agua. Lo que sí puedes notar al terminar la toma es un antes y un después. El pecho está más blando después de que el bebé mame, aunque eso no quiere decir que no quede leche, simplemente que el bebé ha tomado la leche que necesitaba. Si vuelve a tener hambre y lo vuelves a poner al pecho, su succión provocará que tu cuerpo responda con un nuevo reflejo de eyección, fabricando la leche que el pequeño necesite. Tan solo debes dejar que sea él el que se suelte del pecho, así sabrás que está saciado y ha tomado toda la leche que quería.
No se suelta solo… nunca
Ya te he comentado que durante los primeros meses las tomas pueden ser muy largas. El bebé mama de un solo pecho hasta que se suelta, relajado y dormido. Si no lo hace, si no suelta nunca el pecho por sí mismo, si parece que pueda pasar todo el día y toda la noche enganchado al pecho sin soltarlo ni un momento, si cuando se suelta está nervioso o enfadado, si tienes dolor o grietas, es que algo pasa. No dudes en revisar con un profesional el agarre, la postura y la boca de tu bebé para determinar las causas del malestar.
Se duerme al pecho
Todos los recién nacidos se duermen al pecho. Es un mecanismo inmediato. Empiezan mamando con energía y, en pocos minutos, cierran los ojos y aparentemente se duermen. Aparentemente.
Succionar y llenar el estómago produce relajación, y eso hacen, se relajan mucho, pero siguen comiendo.
A medida que crezcan dejarán de hacerlo en la mayoría de las tomas, pero al principio es de lo más habitual y no pasa nada. Dentro de una toma hay tiempo para todo, y mientras están agarrados a lo que dedican menos rato es a comer.
Si el bebé aumenta de peso de manera óptima, no hay que hacer nada, quizá relajarse con ellos y dejar que la cosa fluya. Si el bebé no gana peso o su succión resulta dolorosa, puedes intentar acortar la toma animando al bebé a mamar. Para ello, comprime el pecho mientras mama. Al final de este capítulo te cuento cómo hacerlo.
Regurgitaciones, eructos y más cosas
La mayoría de los bebés regurgitan leche al terminar la toma, es algo muy común. Hablamos de regurgitación para referirnos al alimento que los bebés expulsan sin esfuerzo al terminar la toma o al rato de haberla acabado.
Hay regurgitaciones de todos los tipos: muy líquidas, abundantes, insignificantes, con grumos, con algo de mocos… Todas ellas son normales si el bebé aumenta de peso y está feliz.
Las regurgitaciones pueden durar muchos meses, habitualmente entre siete y ocho meses, y te obligarán a que cada vez que salgas de casa vayas cargada de ropa de recambio para el bebé y para ti.
Cuando un bebé vomita, la leche sale a chorro. Estoy segura de que recuerdas la famosa escena de la niña de El exorcista. Eso es vomitar. Si el bebé lo hace en cada toma o de manera frecuente es muy importante que un pediatra lo examine cuanto antes.
Otra de las cosas más curiosas de los bebés es que tienen mucho hipo. Sin duda cuando estabas embarazada notaste esos saltitos sincrónicos en la barriga a cualquier hora del día o de la noche. ¿Y recuerdas qué hacías? Nada, no podías hacer nada y esperabas a que se le pasara, ¿no?
Cuando un bebé tiene hipo lo primero que te preguntas es por qué lo tiene. Lo segundo, si haces algo mal, y lo tercero, qué puedes hacer para que se le pase.
El hipo lo causa un movimiento involuntario del diafragma; se cree que se produce por la inmadurez del sistema nervioso, que no acaba de controlar aún lo que debe hacer. El hipo es pesado pero inofensivo para el bebé, así que una opción para ayudarle a dejar de hipar es ofrecer un poco de teta. Normalmente se le pasa en un ratito.
Y por último, pedos, ventosidades y flatulencias. Sí, que no te sorprenda porque aunque tu bebé es pequeño, el ruido que provocará para deshacerse del aire acumulado será tremendo. Es tan fuerte que parece imposible que tamaño estruendo salga del cuerpo de un bebé tan chiquito.
Los gases se forman por la fermentación intestinal y son inofensivos; si el bebé está feliz y hace cacas de color mostaza estos estruendos son totalmente normales.
¿Por qué cuando lo dejo en la cuna no aguanta ni cinco minutos?
Por supuesto, la cuna de tu peque es preciosa y la has comprado con todo el amor del mundo. En cambio, es muy posible que el inquilino tenga muy claro que no le gusta nada.
Si terminas una toma y dejas al bebé dormido en la cuna y a los cinco minutos despierta llorando, es que está experimentando el síndrome de la «cuna con pinchos». Tranquila, no es grave y tiene cura.
Los bebés no saben que viven en una casa segura, quizá con alarmas en las puertas, sin animales hambrientos merodeando cerca. Los bebés son biológicamente muy inmaduros, muy similares a los bebés que nacían y vivían en Atapuerca o cualquier comunidad prehistórica. Para ellos, perder el contacto físico con el adulto es un gran problema, puede significar no sobrevivir y la cuna, por muy preciosa que sea, no cumple su primer requisito de seguridad, que es tener una mamá o un cuidador incorporado.
En estos casos, el porteo ergonómico te puede ayudar a conseguir hacer cosas con tu pequeño seguro y tranquilo.
¿Por qué por la noche pide más?
¡Ay, las noches! Las noches no volverán a ser lo que eran, eso ante todo. Los bebés se suelen movilizar a partir del atardecer y se muestran muy activos de noche. Algunos están bastante tranquilos durante el día, van haciendo tomas y descansado, pero en cuanto anochece no se quieren separar de la teta y maman como si no hubiera un mañana.
Para ti es agotador, arrastras el cansancio de todo el día y acusas la falta de sueño, mientras que tu bebé por la noche está a tope.
Los bebés necesitan mamar de noche durante muchos meses, muchos. No es raro, pues no duermen como los adultos. Mamar de noche es para ellos como hacer el encargo en la fábrica de la leche.
Si los bebés maman de noche, la producción de leche se mantiene al alza y eso les garantiza un buen suministro de alimento para el día siguiente.
Hay mil formas de dormir con un bebé y elegir cómo hacerlo es una decisión de crianza que os atañe a vosotros. Pensando en la lactancia solo puedo recomendar que sea lo más relajada para ti y que os permita mantener las tomas nocturnas con cierta comodidad.
¡Ah!, una cosa que no quiero olvidar: los primeros meses de lactancia, y gracias al efecto de las hormonas que circulan por tu cuerpo, vas a tener unos sofocos increíbles. De pronto te quedarás empapada preguntándote qué narices te está pasando. Un curioso efecto secundario de la lactancia.