LA GRAN AVENTURA
Las organizaciones oficiales que velan por la salud de las madres y sus hijos nos recuerdan que todos los bebés deberían alimentarse de manera exclusiva con leche materna durante los seis primeros meses de vida y, a partir de ese momento, debe complementarse la lactancia con alimentos sólidos hasta tener como mínimo dos años. Después la lactancia materna debería continuar hasta que la madre y el niño quisieran.
Es posible que hayas tenido que releer el parágrafo anterior un par de veces, quizá porque te ha sorprendido, o has pensado que no vas a amamantar tantos meses, o te ha parecido una locura… Tal vez ni te habías planteado que los niños pueden tomar el pecho durante años. No pasa nada, esto nos ha ocurrido a todas. En nuestra sociedad no es habitual ver a niños (no hablo de bebés de pocos meses, sino de niños que ya anden o hablen) mamando y la primera vez esto no suele dejar indiferente.
Hace diecisiete años me convertí en madre y decidí que quería dar el pecho a mi hija. No era una persona decidida, más bien al contrario: basta deciros que me daba vergüenza entrar a comprar en la mayoría de las tiendas. Pero cuando me sentí perdida, cuando pensaba si no estaría matando a mi hija de hambre porque no paraba de llorar, cuando me decían que ya lo había intentado y que la leche artificial era inevitable, me armé de valor, llamé a un teléfono desconocido y encontré la respuesta que necesitaba: lo estás haciendo bien, no pasa nada, solo es una (maldita) crisis de demanda.
Esa llamada me convirtió en quien soy ahora. La maternidad me llevó por unos caminos que no había ni imaginado: primero fui asesora de lactancia, después IBCLC,[1] y la lactancia se convirtió en mi mundo y en mi camino. Así, he podido disfrutar de dos lactancias maravillosas de las que he aprendido mucho de mí misma.
En estos años he tenido la suerte de acompañar a muchas madres en su lactancia, he sido testigo de muchas situaciones y he aprendido de cada madre y cada bebé. Y sé que para las madres es vital disponer de información y apoyo para poder tomar decisiones respecto a su lactancia.
Esta va a ser una gran aventura para los dos, madre e hijo, y las aventuras hay que vivirlas, dejarse sorprender. Es muy probable que cambies de planes, modifiques tu camino y consideres que ya es suficiente y lo dejes. O puede que descubras inesperadamente lo práctico que es dar el pecho y quieras seguir amamantando mucho más de lo que habías previsto. La lactancia es vuestra aventura y deberíais poder vivirla como queráis. Verás que en ocasiones el camino se llena de piedras o avanza cuesta arriba, y por eso voy a intentar que encuentres todo lo que puedas necesitar en este libro y que estas páginas te sirvan de ayuda durante el trayecto.
Como en cualquier guía de viaje, habrá apartados que podrás obviar, otros que seguramente ya conocerás y otros que te va a tocar leer con atención, así que no tienes por qué seguir un orden estricto en la lectura de los capítulos.
El libro contiene lo que me hubiera gustado leer cuando fui madre: las luces y las sombras de la lactancia y las situaciones clave que se van a producir y que es preciso que conozcas para poder decidir qué quieres hacer. Porque lo único que pretendo es que tengas suficiente información para tomar tu camino, sea el que sea. Lo que me hubiera gustado leer cuando me pusieron por primera vez a mi hija en los brazos y me dijeron: «Hala, ya le puedes dar el pecho».
Así que disfruta del camino y disfruta de la lectura.