5. Parche
Podía ser medianoche, o más tarde, cuando Conan se dio cuenta de que alguien se acercaba. En su reducida prisión el solo podía adivinar que hora era, pues ningún reloj daba la hora, ni ninguna estrella era visible en el cielo nublado. La oscuridad hubiera sido absoluta de no ser por el débil resplandor que llegaba del área del edificio de la administración.
No le habían dado ni comida ni agua desde que dejó el barco de reconocimiento, y a estas alturas la sed se había convertido en un tormento. Con optimismo oteó por la ranura de la pared, tratando de distinguir formas y movimientos en las sombras. Antes de que pudiese distinguir nada, fue sobresaltado por un leve susurro al borde del ventanuco.
“¿Conan?”
“¡Profesor!” dijo roncamente.
“¡S-s-s-sh! Nunca uses ese nombre mientras estés aquí.” Una mano huesuda paso por el ventanuco y estrecho la suya. “Simplemente llámame Parche.”
“Si, señor. ¡Dios, es bueno volver a verle! De todos los sitios donde poder encontrarle… nunca hubiera soñado…”
“Llevo aquí cerca de cuatro años. Y por supuesto he estado esperándote - pero hablaremos de eso mas tarde. Tenemos poco tiempo. Ahora escucha atentamente, hijo. He traído una bolsa de plástico con agua y dos raciones de comida. Cómetelo todo antes del amanecer. No dejes siquiera una miga que cualquiera pueda encontrar. Cuando hayas comido, termínate el agua, hasta la última gota, y esconde la bolsa hasta mañana por la noche. Puedes enrollarla, y meterla en tu bota, o guardarla en alguna grieta de la pared. Aquí está la comida. Ponla en el suelo, y deslizaré la bolsa de agua por la ventana.”
Conan reconoció la comida por el tacto, como la que había comido a bordo del barco. Era un par de bocadillos hechos con materiales sintéticos, obviamente el producto de máquinas. Empujo esas insípidas cosas a un rincón y tomo con impaciencia la bolsa de agua. Después de desatar el nudo de la parte de arriba, dejo correr parte del contenido por su garganta reseca, y volvió a atar cuidadosamente la bolsa para colocarla junto a los bocadillos.
“Este sitio no tiene guardia regular,” dijo el Profesor deprisa. “Pero siempre hay alguien rondando, comprobando alguna cosa. Así que tenemos que darnos prisa. Sea lo que sea lo que decidan hacer contigo mas tarde, primero te castigaran. Te tendrán aquí con apenas el agua justa para mantenerte con vida. Ese es su método. Lo más sensato será que duermas durante el día, y hagas algo de comedia cuando alguien se acerque a echarte un vistazo. Ahora, si las cosas se ponen feas y tengo que liberarte, ya hallare el modo…”
“No se preocupe por sacarme de aquí,” interrumpió Conan. “Puedo derribar la puerta cuando quiera. Me estaba preparando para hacerlo esta tarde, justo antes de verle. Si no hubiese llegado en aquel momento-“
“¡Gracias a Dios que lo hice!” Es casi imposible escapad de Industria solo. Juntos, tendremos una oportunidad.” El viejo hizo una pausa y rió por lo bajo. “¡Ah, como me gustaría haber visto lo que paso en la oficina del comisionado! Debes haberte convertido en un tipo muy fuerte. Pero ten cuidado, hijo. No vuelvas a perder los nervios, o no lo conseguiremos.”
“Tendré cuidado.”
“No es necesario que te arrastres. Solo sé negativo.”
“Sí, señor.”
“Ahora, esta es la situación. Estoy en el taller de botes, y necesito otro ayudante - uno fuerte”
“Oí a alguien decir que estaba tratando de obtener mas ayuda”
El Profesor rió entre dientes de nuevo. “Comencé esa habladuría hace tiempo. Supe que estabas vivo en cuanto Lanna lo supo, y estaba seguro que el barco de reconocimiento te encontraría a tiempo. Así que he estado preparándome. Si no me dejan tenerte en el taller, tengo otro plan-“
El viejo se interrumpió de golpe, y susurro. “Llega alguien. Te veré mañana por la noche…”
El merodeador resultó ser alguien en una traqueteante bicicleta haciendo una inspección de rutina de los muelles. Para cuando la bicicleta llegó lo suficientemente cerca para permitir al ciclista barrer con una ráfaga de luz la celda, Conan estaba estirado en el suelo, aparentemente dormido. Las raciones de comida estaban guardadas fuera de la vista en un rincón.
Termino la comida y el agua antes del amanecer, y escandió la bolsa de plástico en una profunda grieta de la pared. El largo día que siguió fue prácticamente igual que el primero. Nadie le llevó nada, ni se paro siquiera a hablar. Consiguió dormir durante la tarde. Cuando se despertó, los trabajadores ya abandonaban el edificio a su izquierda, y el barco de reconocimiento ya no estaba atado en el muelle lejano. Evidentemente se había hecho a la mar en busca del hombre que ya estaba allá como un prisionero.
A primera hora de aquella noche, mucho antes de que el Profesor regresase, dos bicicletas traquetearon y se detuvieron, y una luz jugueteo por encima de él. Se sorprendió cuando una voz de mujer ordenó impersonalmente, “de pie, marcado. Te traemos tu ración de agua. Bébela y devuélvenos la botella.”
Una pequeña botella de agua paso por la abertura frontal, y otra voz, también de mujer, dijo, “te recomiendo que bebas despacio. Te tiene que valer para dos días mas.”
A pesar del agua que había bebido la noche pasada, la sed comenzaba a atormentarle de nuevo, y no tuvo problemas para acabar la botella. Ambas mujeres llevaban linternas, y a los ocasionales destellos de las mismas vio que eran tan mayores como la doctora Manski, y teñían la misma fría severidad en sus facciones. De repente se pregunto porque en este sitio tan desagradable todo el mundo parecía ser de mediana edad. ¿Dónde estaban los jóvenes?
“Me llamasteis marcado,” dijo. “Pensaba que era un aspirante a ciudadano.”
“Mientras lleves esa cruz en la frente,”le dijo una de las mujeres, “para nosotras seras un marcado. Francamente, los marcados nos sirven de bien poco. Apenas se puede confiar en ellos.”
“Gracias,” masculló. “Me sorprende que incluso os preocupéis por traerme agua. ¿No tenéis miedo de hablarme? Todos los demás parecen tenerlo.”
“Nosotras somos ciudadanas de primera clase,” le informo la otra mujer bruscamente.
“¿Y eso os da el derecho a habar?”
“Eso nos da muchos derechos, incluido el de usar bicicletas.”
“Oh. ¿Y todas las forma de vida inferiores tienen que caminar?”
“Si estas por debajo de la primera clase, a no ser que tengas alas, ¡puedes estar seguro de que caminaras!”
Conan miro ceñudo a sus rostros impersonales. “Si sois tan importantes, ¿cómo es que estais haciendo guardia de noche?”
“¡Porque la seguridad de Industria es nuestra responsabilidad!”
“Y no puede confiársele a inferiores,” añadió su compañera. “Demasiadas cosas podrian ir mal. Un cable roto, una válvula defectuosa…” Hizo una pausa y continuó, “pero tú no tienes porque preocuparte por las responsabilidades. Con todos los puntos en tu contra, sería una maravilla que siquiera llegases a ciudadano de tercera clase.”
La otra mujer resopló. “No debería dársele esa oportunidad. La independencia ha pervertido su mente. Es tan malo como ese viejo diablo de Parche.”
“¿Quién es Parche?” preguntó Conan inocentemente.
“Otro marcado que debería haber sido descalificado. Si estuviese en mi mano…”
“Pero Parche es necesario,” dijo la otra. “¿Quien mas sabe construir barcos? Francamente, si le envían con Parche todo el mundo estará contento.”
“Todos menos Repko. Tú, el de dentro, si acabaste con la botella, devuélvenosla. No tenemos toda la noche.”
Conan se alegró de verlas marchar. Cuando mas tarde esa noche le habló al Profesor acerca de ellas, el rió entre dientes divertido.
“Pareja de arpías,” dijo el viejo. “No son de lo peor de aquí, pero veras que es típico de la primera clase. Son unos matones encantadores.”
“Por lo que he oído, usted también parece tener una reputación de matón.”
“Sí. Me la he construido cuidadosamente. Sin ella, no estaría en una situación que me permitiese escapar.”
¿Qué quiere decir?”
“Hijo, soy el único marcado que tiene aquí algo de autoridad. He tenido la oportunidad de obtener la ciudadanía, pero me las he arreglado para dejarla escapar.”
“¿Pero porqué? Creo que hubiese hecho las cosas mas fáciles.”
“En absoluto. Me hubiese apartado del taller de botes, especialmente de noche. Excepto por Tellit, el sitio es mio. Incluso duermo allá.”
“¿Quién es Tellit? ¿Su ayudante?”
“Si. Hace méritos para obtener la ciudadanía, y hará cualquier cosa por ello. Así que no te fíes de él.”
“Una especie de rata, ¿no?”
“Desde luego que sí, pobre tipo.”
“¿Uh?” Conan miro fijamente a través del ventanuco al viejo. “¡No me diga que siente lástima por él!”
“Pues sí - la situación aquí - la forma en que el Nuevo Orden trabaja - ha sacado de dentro lo peor de mucha gente. Muy pocos de los marcados son de fiar. Y dudo que ninguno quiera escapar de aquí.”
“¡Pero - esto es de locos! ¿Qué pasa con ellos?”
El Profesor guardo silencio un momento mientras escudriñaba en la noche, escuchando. Una vez seguro, dijo en voz baja, “Conan, olvidas todo lo que esta gente ha tenido que pasar, especialmente los marcados. No tienen tu habilidad para la supervivencia. Aquellos que consiguieron llegar aquí de alguna manera, o fueron rescatados y traídos aquí, estaban hambrientos. Algunos estaban medio muertos de frío. Cuando llegue aquí - en un bote salvavidas desde una de las islas - recogí a dos supervivientes por el camino. Este sitio les pareció el paraíso. Todavía se lo parece. Prueba a hablar de escapar con ellos, y te dirán que no hay lugar a donde ir. Y tienen razón. ¿A donde irías?”
“¿Que hay de malo con Puerto Alto?”
“Todo esta mal. Está al otro lado de un mar desconocido - así que vale tanto como si estuviese en otro planeta. Los únicos hombres que saben como llegar son los oficiales de los dos barcos grandes. Nadie quiere ir allá. Han escuchado demasiadas cosas sobre el lugar.
Las cosas andan mal allá, y es solo cuestión de tiempo que Industria lo ocupe.”
“¡No!”
“Me temo que es cierto, Conan. Es su destino - a no ser que podamos llegar allá y pensar en una forma de detenerles.”
“Pero como demonios podremos llegar allá?”
“Tú nos guiaras.”
“Pero…” Conan sacudió la cabeza. “No comprendo.”
“Te lo explicaré mas tarde. Otras cosas son mas urgentes. Repko me preocupa. Quiere que te descalifiquen. Eso significa el desierto para ti. ¿Te ha hablado alguien de eso?”
“La doctora Manski lo hizo.”
“Entonces sabes lo que está en juego. Tengo una especie de amigo en los cuarteles generales, y rezo para que me avise con tiempo para advertirte si Repko se sale con la suya. Entonces podrías escapar de noche y esconderte en el embarcadero.”
“¿No seria peligroso para usted?”
“No por una noche o dos. Y te necesitare allá para ayudarme a preparar las cosas.”
Conan preguntó donde estaba, y supo que podría llegar en completa oscuridad simplemente caminando doscientos pasos subiendo por los muelles.
“Si es necesario que escapes a la luz del día,” añadió el Profesor, “tendremos que cambiar de planes. ¿Eres un buen nadador?”
“Si, señor.”
“Entonces no te pares en el embarcadero. Sigue hacia la costa. pueden ser cinco o seis millas, o quizá el doble. No estoy seguro. Solo vi el sitio una vez, y estaba tan exhausto que mi criterio es pobre.”
“¿Qué hay allá?”
“Una grieta en el acantilado. Es donde paré e hice noche hace cuatro años, cuando llegue aquí con la balsa. Tiene un manantial de agua dulce, así que una persona puede esconderse allá indefinidamente. Ese sitio es importante para nosotros. Muy importante. Para escapar de aquí, deberemos usarlo como base.”
“Pero alguien debe conocerlo. ¿Que hay de los hombres que trajo con usted?”
“No lo recuerdan. Estaban sin conocimiento. Y nadie va nunca en esa dirección. Es infranqueable - en apariencia. Altos desfiladeros por todas partes.”
“Entonces como…”
“Hay que nadar rodeando los peores sitios. Un buen nadador lo puede hacer fácilmente. Veras, no hay oleaje del que preocuparse. Arrecifes sumergidos lo protegen. Con la marea baja, encontraras una estrecha porción de playa aquí y allá.”
El viejo hizo una pausa para escuchar. Después añadió apresuradamente: “creo que nuestras arpías vuelven. Solo una cosa mas. Si no logras escapar, y Repko te lleva al desierto, espera hasta que esté oscuro y corta a través de las colinas hacía los desfiladeros. Te veo mañana…”
Los días pasaron. Toda una semana completa. Conan había aprendido a ser paciente en su islote, pero ahora se sentía como un animal enjaulado. Si no hubiese sabido que su presencia en el taller era importante para los planes del Profesor, habría derribado la puerta y marchado a la costa a esperar.
La décima mañana se sorprendió al ver a Repko acercarse junto con el otro hombre al que había marcado. Repko abrió la puerta y le miro ceñudo un momento. De repente hizo un siniestro movimiento con el pulgar.
“¡De pie, marcado! ¡Fuera!”
Conan, que se había desplomado rápidamente, y ahora fingía una extrema debilidad, se levanto lentamente y salió tambaleándose. Inconscientemente sus ojos se fijaron en la frente de ambos hombres, y vio que las cruces habían sido borradas.
A Repko no le pasó desapercibida la mirada. Su pálido y duro semblante se tenso con furia reprimida. Tiro de Conan y ordenó roncamente, “¡muévete!”
“¿A dónde me llevan?”
No fue hasta que estuvieron frente a lo que era obviamente un taller de barcos que Repko se molestó en contestar. “Los otros te querrían descalificar,”dijo, haciendo que la mentira casi sonara como verdad. “Pero decidimos darte una oportunidad. Es la única que tendrás. La próxima vez, el desierto.” Alzó la voz y llamo. “¡Parche! ¿Dónde estás?”
“¿Ey? ¿Qué pasa?”
El irascible y viejo tipo con un único ojo brillante que apareció de golpe en el umbral no podía ser el Profesor. A Conan en aquel momento le pareció un completo desconocido, y uno bastante desagradable además.
Repko dijo: “aquí está el ayudante que querías.”
“¿Ayudante?” Parche gruñó. “¿Él? ¿Es una broma?”
“¿No es el tipo por el que preguntaste?”
“¡Puah! Pregunté por él hace una semana. ¡No me sirve para nada en la condición en que está!”
“Entonces aliméntale,” murmuró Repko, evitando la fiera mirada de aquel ojo de brillo frío. “Es problema tuyo ahora.”
Cuando los dos hombres se apresuraron a marcharse, Parche descargó una furiosa diatriba sobre la estupidez de los humanos y la injusticia de las circunstancias. En medio de ella, se interrumpió para girarse hacia un tipo bajo con piernas arqueadas que había salido a la puerta.
“¿Qué haces ahí mirando embobado, mico de manos blandas? ¡Muévete! Consigue un juego de ropa y una ración de rancho para este paquete sorpresa que nos trajeron. Y en cuanto a ti…” Parche se giro de golpe hacia Conan y gruñó. “¡Apestas! Salta al agua y lávate - y no te tires todo el día. Esto es un taller de botes, no un club social. ¡Tenemos trabajo que hacer!”
Conan quedo sorprendido por el estallido, incluso sabiendo que era una comedia. Aquel malhumorado viejo cascarrabias era lo mas opuesto al Profesor que un hombre podía ser de otro. Pero estaba agradecido por la oportunidad de lavarse, así que se saco la ropa mugrienta y se tambaleo, con una excelente imitación de debilidad, hacia el muelle.
Mucho antes de que estuviese listo para salir, el ayudante patizambo, Tellit, apareció. Traía ropas, una botella de agua, y comida en un recipiente de plástico.
“¡Guau!” Exclamo Tellit mirándole cuerpo esbelto de Conan con sus músculos tensos. “Viéndote vestido, nadie lo hubiera dicho-“ y luego “¡sacúdete el agua y vístete! El viejo diablo nos lo hará pasar mal si no te das prisa.”
Conan se palmeó para secarse a medias y se enfundo en la ropa limpia. Mientras comía, Tellit hablaba enfadado acerca de Parche.
“¡Le odio hasta las tripas! Es un marcado como el resto de nosotros - ¿pero te ayuda alguna vez? ¡No! ¡Te degrada y te roba siempre!”
“¿Te roba? ¿El qué?”
“¡Los puntos! Es todo lo que tenemos aquí. Puntos. Hacen falta mil para llegar a ciudadano de tercera. ¿Sabes lo que ese viejo y sucio zopilote me hizo el mes pasado? Tenia novecientos puntos. ¿Pero acaso me dio un respiro y paso un buen informe sobre mi para que pudiera obtener mas? ¡No! ¡Me reprobó y perdí treinta puntos! Todo porque me equivoque en un par de cosas y estropee algo de plástico.”
“Siendo un simple marcado, ¿cómo consigue tener tanto poder?”
“Porque el viejo diablo sabe de barcos.”
“Pero-“ Conan frunció el ceño, resultándole difícil asociar al Profesor con nada relacionado con la náutica. “Debe haber mucha gente aquí capaz de construir algo tan simple como un bote.”
“¿En una ciudad llena de trabajadores de laboratorio? Bueh.” Tellit escupió y miró inquieto al taller. “Este sitio ni siquiera estaba en la costa antes del Cambio. Oh, había un canal hasta la costa, pero eso no le hace salir el constructor de barcos que lleva dentro a nadie. Desde luego, había unos pocos que creían que podían construir uno - hasta que lo intentaron. El viejo Parche vio lo que estaban haciendo, y dijo que se partiría por la mitad cuando se encontrase con aguas bravas. Se rieron de él y le dijeron que quien se creía que era, ¿Briac Roa? Bueno, el bote se partió. Cinco hombres se ahogaron. Así que el viejo Parche tuvo su oportunidad. Ha estado dirigiendo el taller de botes desde entonces.”
Tellit escupió de nuevo. “Veras, un barco no es algo simple, ni siquiera los más sencillos. Eso fue lo que me engaño. Cuando el comisionado de trabajo se enfadó conmigo, y me mando con Parche para castigarme, pensé en estar atento y aprender sobre barcos - entonces podría llegar arriba. Pero es inútil. Nunca vi nada más complicado. Daría mi alma por salir de este sitio.”
“¿Quieres decir que te gustaría escapar?”
Tellit le miró. “¿Escapar de donde? Hablaba de dejar el taller.”
“¿No preferirías dejar Industria?”
“¿Huh? ¿Tienes piedras en la cabeza? ¡Un hombre debería estar loco para querer abandonar Industria!”
“¿No te importa ser un esclavo?”
“Desde luego - pero si cuido mis puntos, pronto seré ciudadano de tercera. Entonces estaré en el camino hacia arriba. Una vez eres un verdadero ciudadano, esta es una ciudad bien buena. Tienes toda clase de privilegios. Pero tienes que aprender las reglas, y ser amistoso con los tipos de arriba. Si el viejo Parche lo hubiese hecho así, sería por lo menos ciudadano de segunda a estas alturas. Pero es tan cascarrabias y tonto que no se para a pensar lo que le dice a la gente. Así que en vez de ganar puntos, está siempre perdiéndolos. He oído que tiene casi tres mil puntos negativos. ¿Puedes creerlo? Por supuesto, se ha convertido en una especie de broma a estas alturas. Y el esta tan loco que no le da la menor importancia. Todavía…”
Fueron interrumpidos por un grito desde el cobertizo de los botes, y una repentina explosión de palabrotas que les hizo poner en pie como si fueran marionetas. “¡Venid aquí y haced algo, inútil par de cabezas huecas! ¡Ya habéis holgazaneado demasiado! ¡Tenemos un barco que construir!”
El barco resultó ser un pesquero construido en plástico y metal, de unos cincuenta pies de eslora, de proa alta para el mal tiempo y una cubierta ancha para manipular las redes. su firme estructura, parcialmente cubierta por planchas de plástico grueso, prácticamente llenaba el hangar principal, dejando poco espacio al final para varios botes pequeños que estaban siendo construidos al mismo tiempo.
A Conan le fue asignado el trabajo de ayudar a Tellit a sujetar y tensar las planchas de plástico sobre la estructura, que era de un plástico mas duro reforzado con aluminio.
“No tenemos acero aquí,” le informo Tellit, mientras sellaba las junturas con un apestoso fluido. ”Todo lo que tenemos es un poco de aluminio, y tenemos que hacerlo durar. La mayor parte se emplea en los motores.”
“¿Cuanto se tarda en terminar un barco como este?” Pregunto Conan, deduciendo al momento que el pesquero era el vehículo que el Profesor tenia pensado usar para la fuga. Una simple mirada le convenció de que los botes mas pequeños eran del todo insuficientes. Solo algo tan grande y fuerte como el pesquero podría llevarles a través de las peligrosas aguas que había estado contemplando durante los últimos cinco años.
“No se,” replicó Tellit. “Llevamos trabajando en esto seis meses ya. Incluso con tu ayuda, tardaremos otros seis meses antes de estar listos para botarlo. Es decir, suponiendo que el motor esté a punto.”
“¿El motor?”
“Si. Tienen que hacer uno especial para este bebe. Hay un prototipo allá. Parche quiere probarlo en ese pequeño bote que esta terminando para ver como funciona.”
Con una repentina sensación de abatimiento en su interior, Conan miro al extremo del taller donde Parche estaba cimentando la popa de uno de los botes ¿Se vería forzado a pasar los siguientes seis meses allá, trabajando para terminar el pesquero, antes de tener alguna posibilidad de escapar? ¿O tenía el Profesor otra cosa en mente?
Al anochecer una campana sonó, y fue con Tellit a la caseta de comida local, firmando una cartilla de racionamiento en la que ya había sido marcada su anterior comida, y recogieron un paquete de comida. Comieron junto al cobertizo de los botes frente al taller.
“Tienes que ser ciudadano de tercera para poder ir a un comedor con mesas,” refunfuñó Tellit. “Estoy completamente harto de ser un marcado. Tenemos las jornadas más largas, hacemos el trabajo más duro, y no tenemos ninguno de los privilegios. Todo lo que necesito para ver esta maldita cruz fuera de mi frente son ciento treinta puntos. Pero serán los puntos mas duros de ganar que jamas haya conseguido.”
“¿Pero como se consiguen los puntos? ¿Terminando un montón de trabajo sin cometer errores?”
“¡No seas iluso!” El hombrecillo escupió y sus ojos se entrecerraron. “Seras un marcado el resto de tu vida si juegas limpio. Como ya te dije, tienes que ser amable con la gente adecuada. Averigua lo que quieren saber, y cuéntaselo. ¿Entiendes?”
“¿Quieres decir que - que me convierta en confidente?”
“No me gusta esa palabra,” dijo Tellit chascando la lengua. “Pero en un sitio como este, cada uno ha de mirar por su pellejo. Si te veo durmiendo en el trabajo, o robando, seria un tonto si no te denunciara. Lo mismo vale para todos.”
“Preferiría rebelarme antes que convertirme en confidente,” dijo Conan sombríamente. “¿Qué les pasa a los prisioneros aquí? ¿No hay los suficientes como para que luchen por sus derechos?”
“No lo entiendes. No puedes luchar contra el sistema.”
“¿Porqué no? ¿Quién lo impediría? Aquí no hay policía.”
“¡Psche! Todos somos policías. ¿Entiendes? Los marcados estamos esparcidos por todo el área industrial, y no hay posibilidad de que nadie planee algo sin ser denunciado.”
“¿Pero y por la noche? ¿Donde dormís?”
“En el barracón local, dos en cada celda”
“¿Celdas? ¿Quieres decir encerrados?”
“No estamos encerrados, pero como si lo estuviésemos. Un marcado no tiene permiso para estar fuera después del último toque. Si te pillan, estas en problemas. Cada barracón tiene un ciudadano de segunda al cargo, y si no vigilas lo que haces, estas en problemas de nuevo. Todo el mundo esta a la caza de puntos, lo que significa que todo el mundo te vigila. Si te metes en problemas, puede significar que pierdas puntos, o parte de tu ración de comida. Si pasa demasiado a menudo, te descalifican. ¿Lo has captado?”
“Lo he captado,” dijo Conan lentamente.
“Entonces ten cuidado - y reza para que el viejo Parche no te tenga en el cobertizo de los botes durante la noche.”
“¿Huh? ¿Puede hacerlo?”
“Me lo hizo a mi. Hasta que aprendí las reglas de aquí. Acostumbraba a tenerme despierto la mitad de la noche, mandándome hacer esto o aquello, hasta que tuve ganas de matarle ¡Chico, estaba contento de poder volver al barracón y dormir algo!”
El repentino sonido de la campana los mando al trabajo de nuevo.
El largo crepúsculo se hizo mas profundo. Estaba casi oscuro cuando sonó el siguiente toque. Tellit dejó sus herramientas y le dijo a Conan: “vamos, hay un hueco para ti en mi barracón.”
“¡Oh, no, tú no!” gruñó el viejo Parche. “Chico, tu dormirás aquí en el suelo hasta que hayas aprendido la diferencia entre un mástil y un mascarón. Oíste?”
“S-si señor,” tartamudeó Conan, y se derrumbo en el suelo, fingiendo perfectamente un agotamiento extremo.
En cuanto Tellit se perdió de vista, Parche rió entre dientes y dijo con la voz del Profesor: “a veces me odio a mi mismo. ¡Menudo sucio viejo diablo que soy!”
“¡Desde luego que lo es, señor! Pero ahora comprendo la razón.”
“Bien, tenemos trabajo que hacer. ¿Estas tan cerca del colapso como aparentas?”
“¡Por supuesto que no! Puedo trabajar toda la noche.”
“Bien. Puede que sea necesario. Si podemos terminar esta noche, podremos irnos mañana.”
Conan se sentó, con e rostro pálido de asombro. “Usted - como - pero pensé que pasarían meses hasta que el pesquero-”
“Oh, cielos, hijo, ese trasto nunca funcionará. Necesitamos usar velas.” El viejo tiro de uno de los pequeños botes en los que había estado trabajando y señalo a otro en un oscuro rincón del taller. “Trae ese para acá.”
Sorprendido, Conan hizo lo que se le pedía. A pesar de que no sabia casi nada de barcos, parecía evidente que aquella pequeña, fea chalupa nunca serviría para una travesía oceánica, ni siquiera para una sola persona.
“Gíralo,” ordeno el viejo. “Pon los dos botes juntos, popa contra popa.”
Conan unió los botes, y dio un paso atrás para mirarlos. Quedo boquiabierto. La fealdad había desaparecido. A la tenue luz parecía que estuviese mirando a un único casco, acabado en punta por ambos extremos, con las largas, estilizadas lineas de un barco velero.
“¿Como?” susurró. “¡N-nunca lo hubiera creído! ¿Como lo hizo? Quiero decir, no sabía…”
“¿Qué entendiese de barcos? Fueron mi primer amor.” El Profesor fue hacía la puerta, escucho un momento, y dijo: “el truco esta en diseñar lo que necesitas, y construirlo sin que nadie se de cuenta de lo que estás haciendo. Esta es la única respuesta. Necesita una quilla - o algo que la sustituya - pero nos ocuparemos de eso mas tarde, en el sitio que te conté. Ahora, este es el plan…”
La noche siguiente, explicó el viejo, llenarían los botes con el equipo necesario, y usarían el prototipo del motor del pesquero para navegar a lo largo de la costa hasta el paso en los acantilados. Allá, los dos botes serian unidos y aparejados con una vela que prepararían en el mismo lugar.
“Pero antes,” añadió el Profesor, “hay algunas cosas que necesitamos. Para conseguirlas, nos hará falta tu fuerza. Verás, tenemos que asaltar un edificio y robarlas.”