2. Secreto
En la oscura cocina de la casa de campo de su abuelo en Puerto Alto, donde tatos jóvenes habían sido llevados antes del Cambio, Lanna tamizó cuidadosamente la harina que había molido y la mostró a su tía.
“Esto debería ser suficiente para dar de comer a todos, ¿no crees?”
Mazal resopló. “Mas que suficiente. Si me dejaran
“Probablemente envenenarías al pobre infeliz.,” Lanna dijo, sonriendo a pesar de como se sentía.
“¿Y me culparías? ¡Puag! ¡Ese sapo de dos caras! Y pensar que tendremos que sentarnos a la mesa con él, sabiendo lo que sabemos, y tragarnos toda sus mentiras. Honestamente, no se porque Shann lo invito a cenar - “
“Pero prácticamente estaba obligado, Mazal. Tú lo sabes.”
“Oh, supongo que sí. Si no hay mas remedio que comerciar con el Nuevo Orden, tendremos que fingir ser amistosos con ellos. Pero me quema la sangre - todo el asunto, quiero decir. Si Shann solamente supiera la verdad-“
“Pero no la sabe. Y no podemos contársela.”
“No se. Casi creo que sí debíamos contárselo.”
“Pero el Profesor dijo que no.”
“Si, pero eso fue antes de que el barco mercante llegase.” Mazal frunció el ceño mirando a los guisantes que había recolectado y casi de mala gana empezó a pelarlos. “Pensar que hemos de alimentar a esa criatura - ¿Cual es su nombre?”
“Dyce. Comisionado Dyce. Se como te sientes. Es tan - tan exigente. Podrías pensar que le pertenecemos, viendo como actúa.”
“Y así sera,” Mazal interrumpió. “Si esos jóvenes locos de por aquí le dejan. Eso me asusta. Es por eso que Shann debería saber la verdad. Después de todo, el Profesor le puso al mando aquí. Y siendo el único medico, no debería haberle cargado con ello - ya tiene demasiado trabajo cuidando de todos. Si solo pudiéramos pensar en algún otro -“
“No hay ningún otro,” dijo Lanna calmádamente.
“No, supongo que no. Nadie mas es lo bastante mayor e inteligente como para que podamos confiar en el. Es una situación espantosa. Me gustaría saber que hacer.”
Se miraron una a otra sin esperanza. La muchacha pálida, esbelta, de ojos oscuros como los de un estornino, y la adusta mujer joven pelirroja que era su tía. Después de cinco años de dificultades, la diferencia de edad había dejado de importar, y se veían entre si casi como hermanas.
Al pensar en el Profesor, su abuelo, Lanna se mordió el labio y miró al puerto gris, donde el primer barco mercante del Nuevo Orden había llegado justamente aquel día. En su cargamento, ella lo sabía, habian muchas cosas que la gente de allá necesitaba desesperadamente, y otras que no necesitaban para nada, pero que también podrían probablemente conseguir si se salían con la suya.
“Pronto será la hora de ir a la torre,” dijo. “Cuando contactes con el Profesor, ¿porqué no le pides consejo acerca de contárselo a Shann?”
“Yo
“Entonces sera mejor que nos lo guardemos para nosotras.”
“Puede que sí. El Profesor está donde está, y no hay nada que podamos hacer acerca de esto. Tenemos que seguir contando la historia que nos pidió que contáramos, y rezar para que la verdad nunca se descubra. Si alguna vez se supiera…”
Si alguna vez se supiera, pensó Lanna, Puerto Alto saltaría hecho pedazos en un momento. Entonces el Nuevo Orden tomaría el mando, y todos ellos se convertirían en esclavos. Shann no podría hacer nada para salvarlos.
Al principio, recordó, la vida no había sido realmente tan mala. Dura, desde luego, pero todo el mundo esperaba que lo fuese, y todos habían arrimado el hombro para hacer una especie de juego de ello. Shann y Mazal se habían casado hace poco, y todos los jóvenes les tenían en consideración y pensaban que Shann, su doctor, era un gran tipo.
Pero cinco años habían traído un cambio terrible. Habían habido muy pocos adultos para tener cuidado de las cosas. Y los cientos y cientos de niños que habían sido llevados allá como refugiados estaban creciendo asilvestrados. Muchos eran ya adolescentes - y algunos de ellos eran poco menos que salvajes.
Escuchó a Mazal preguntar “¿es ya la hora?” y echo un vistazo fuera al incipiente crepúsculo calculando rápidamente la hora. Había muy pocos relojes en Puerto Alto que todavía funcionasen, pero con la práctica había aprendido a adivinar la hora con un margen de minutos.
“No,” dijo. “Pero creo que deberías ir igualmente, y bueno, tratar de serenar los nervios.”
“Pero cielo, la cena-“
“Oh, al diablo. Yo me cuidare. Lo importante es el mensaje del Profesor. Tienes que capturarlo esta vez.”
“Tienes razón.” Con el ceño fruncido, Mazal se echo una capa sobre los hombros y fue hacia la puerta del jardín. Entonces se giró. “Reza por mi,” dijo, y a continuación abrió la puerta y se deslizó fuera.
Estrechando sus manos con fuerza, Lanna observó desde la ventana mientras Mazal caminaba con prisa a lo largo del muro enfrente del jardín y entraba en la vieja torre al doblar la esquina mas lejana. No podía ver el lugar por donde Mazal emergía después de subir por la escalera de caracol hasta el piso mas alto de la torre, pero podía imaginarse a su tía de pie bajo el tejado de paja, los ojos cerrados, de cara al mar. Y en algún lugar mas allá de centenares de desconocidas millas, el padre de Mazal, el Profesor, debía estar en la misma postura, concentrado en enviar a su hija un mensaje.
Mazal no era muy buena en esto, y solo repitiendo el mismo procedimiento cada día, en el mismo lugar y a la misma hora, era capaz de captar algo. Ayer casi nada había llegado. Hoy…
Lanna cerro los ojos y suspiró. “Por favor, Dios, déjale tomar el mensaje del Profesor. Por favor.” algún mensaje debía de llegar esa noche. Con el barco mercante allá, tenía que llegar.
Cuando se volvió a su trabajo, comenzó de repente a pensar en Conan de nuevo. No es que normalmente estuviese fuera de su mente en realidad, pero esta vez era una persistente, inquietante sensación que la había acompañado durante varios días. Algo andaba mal. Si no fuera por todo el trabajo que había por hacer, habría ido hacia su habitación y tratado - como ya había hecho antes miles de veces - de enviar sus pensamientos a Conan y obtener su respuesta. Con el tiempo, lo sabia a ciencia cierta, sería capaz de hacerlo. Pero eso no le era de mucha ayuda ahora.
Con la cena preparándose en el horno de ladrillos junto al fuego, puso la mesa y tomo velas nuevas del cajón del aparador. En ese momento, al mirar por la ventana para calcular la hora, vio a dos hombres viniendo por el camino empedrado desde el puerto. Eran Shann y el comisionado Dyce.
A la vista de la figura fornida del comisionado y su poblada barba negra que se mecía adelante y atrás a cada movimiento de su barbilla, algo se heló en Lanna, que guardo de nuevo las velas dentro del cajón. las velas eran algo valioso y difícil de fabricar. Uno solo las encendía para los amigos. Si el comisionado no era capaz de arreglárselas para comer a la luz del fuego, entonces no debía haber venido a cenar.
Shann, caminando penosamente frágil y cansado a su lado, su chaqueta remendada colgando limpiamente de sus hombros delgados, parecía mas que nunca abatido. En aquel momento ella se dio cuenta de la terrible carga que el pobre doctor había estado llevando, y lo mal equipado que estaba para llevarla. Era una buena persona, pensó, pero no tenía madera de pionero. Y eso es lo que eran. Y estaban en problemas…
Ella pensó que los hombres entrarían directamente a la casa, pero después de atravesar la entrada, giraron alrededor entre los pinos, hacia el pequeño despacho de Shann, y los perdió de vista. Se olvido de ellos por completo hasta que tuvo que salir fuera por leña para el fuego.
No quedaba leña. Entonces recordó que alguien se había llevado el hacha - de las que habían muy pocas en Puerto Alto - y Shann no había sido capaz de localizarla antes de que llegase el barco. Con prisa, fue hacía los pinos, confiada en que podría encontrar suficientes ramitas y ramas caídas para mantener el fuego encendido. Pero al llegar a la esquina de la casa se detuvo de golpe. No podía ver a Shann y al comisionado, pero podía oír sus voces en animada conversación. Hablaban del Profesor.
Se pego a las asperas piedras de la casa y contuvo la respiración. El comisionado Dyce estaba diciendo, algo enfadado, según parecía, “¡pero ella debe saber donde está! Si es una comunicadora-”
“No es una comunicadora regular”, Shann interrumpió, con voz paciente y cansada. “Ella no tiene verdadera habilidad. Su padre solo pudo enseñarle lo justo para mantenerla en contacto con él.”
“Si, entiendo todo eso. Pero el caso es que se comunica. Y cualquiera capaz de hacerlo no puede evitar el conocer la localización de la otra persona. Así que se lo repito, su mujer sabe donde esta su padre.”
Entonces hubo una pausa, y ahora la voz de Shann sonaba irritable. “¡Por supuesto que lo sabe! ¿No se lo he dicho ya? Su padre esta en una isla en alguna parte-”
“¡Una isla! ¡Siempre una isla! ¿Puede usted describir esa isla?”
“¿Debo hacerlo?”
“Creo que sería mejor que lo hiciera.”
“Ahora me está amenazando,” dijo Shann despacio. “Pensaba que su propósito aquí era amistoso. Una misión comercial. Eso fue lo que el barco de reconocimiento prometió cuando llego aquí a principios de año. Su gente tiene cosas que necesitamos desesperadamente - y nosotros tenemos cosas que ustedes necesitan tanto o mas. Así que hicimos un trato. Pero en vez de comportarse amistosamente, usted se vuelve amenazador.”
“Oh, vamos,” el comisionado hizo retumbar su voz profunda. “Si quisiera amenazarle, pudo hacerlo. Nosotros estamos armados - y ustedes no tienen defensas aquí.”
“Nuestro número es defensa suficiente. Y muchos de los jóvenes están armados-”
“¡Con arcos y flechas!” dijo el comisionado desdeñósamente. “Pero prefiero ser amistoso mientras sea posible. El mundo debe ser reconstruido, y todos los hombres deben trabajar untos para hacerlo.”
“¿Bajo que dirección? ¿La de ustedes?”
“Naturalmente. Hemos avanzado mucho, mucho mas que ustedes. Ya hemos salvado una flota de barcos - y ustedes no han salvado ninguno. Tenemos una ciudad-factoría completa en funcionamiento, y miles de ciudadanos ocupados en producción. ¿Pueden ustedes decir lo mismo? ¿Que están produciendo aquí? ¿Algo aparte de descontento? Pero si apenas han empezado a cortar la madera que les encargamos hace meses.”
El comisionado hizo una pausa. Lanna, que había estado escuchando sin dar crédito, pensó: ¡Oh, no creas nada de lo que te cuenta, Shann! Es todo mentira. Esta tratando de intimidarte.
Shann dijo con calma, “No pienso dudar de usted, comisionado - y usted tampoco debería subestimarnos. En cuanto a la madera, ya le advertí al capitán de su barco de reconocimiento que no podríamos talar demasiado hasta que nos proporcionasen herramientas. Espero que sean herramientas motorizadas.”
“¡Herramientas motorizadas!” exclamo la voz profunda. “¡Desde luego que no! Ustedes no tienen combustible ni electricidad aquí. La única herramienta a motor que ustedes podrían usar tendría que ser una máquina solar - y solo hay un hombre que conozca la forma de construirlas.”
“¿De verdad? ¿El Profesor es el único?”
“¡Por supuesto! ¡Pensé que esto lo sabía ya todo el mundo! Que cosa mas terrible seria que ese tal 'Profesor', como ustedes le llaman acá, no pudiera ser encontrado. ¡Podría tomarle al mundo mil años volver a conseguir sus conocimientos!”
“Puedo imaginarlo,” admitió Shann.
“Entonces, mi buen doctor, se lo debe a usted mismo, y a cada superviviente del Cambio, el ayudarnos a localizarle.”
Hubo un suspiro cansado. Entonces Shann dijo lentamente.
“Mire, le he contado todo lo que se. El Profesor fue uno de los últimos en intentar volar hasta aquí, pero partió demasiado tarde. El aparato mayor que iba con el se perdió, y no sabemos que fue de el. Su pequeña maquina se estrelló cerca de una de las nuevas islas. Todo lo que hemos sido capaces de averiguar es que es una isla grande, montañosa, y que hay otros dos supervivientes con él. Y sobre el barco que tratan de construir-”
“Si, ¿que hay de ese barco?”
“Entiendo que esta casi terminado. Ellos probablemente ya estarían aquí si hubiesen encontrado materiales antes. Al barco de reconocimiento de ustedes podría tomarle un año explorar todas las islas. Si están tan ansiosos por el Profesor, ¿porqué simplemente no le esperan? Con un poco de suerte, estará aquí antes de que lleguen las nieblas.”
El comisionado gruñió. “Usted no entiende de navegación, Doctor.”
“¿Que problema hay?”
“¡Problema! Ay, madre, son mares nuevos los de allá afuera, doctor. No están cartografiados - y no queda ningún aeroplano que funcione para explorar desde el aire. Tan solo encontrarles a ustedes fue un milagro. Hay bajíos y arrecifes de los que apenas empezamos a saber algo. El norte ya no está donde acostumbraba - y hay un área allá afuera donde la brújula simplemente no funciona. Cualquiera atrapado allá cuando llegue la niebla nunca encontrará el camino a casa. Hay corrientes extrañas que pueden arrastrar un barco al otro extremo del mundo. Suponga que embarranca, o que se queda sin carburante ¿Donde podría encontrar ayuda hoy día?”
Hubo un silencio, y luego el comisionado continuo. “Esas nieblas se esperan dentro de dos meses. No nos arriesgaremos con ellas. Nos iremos de aquí pronto. Si no nos han abastecido a tiempo, la perdida sera para ustedes. Y en cuanto a su suegro, lo encontraremos. Y pronto. Así que sera mejor que haga según le digo…”
El resto de palabras se perdieron entre el súbito parloteo de una ardilla en las ramas sobre su cabeza. Fue seguido por los igualmente alegres gritos de aves marinas volando sobre la casa. Lanna se retiró apresuradamente. Sus amigos la habían descubierto.
En la puerta de la cocina se detuvo según unas alas comenzaron a golpear cerca de ella. “Marcharos, tontos,” susurró con cariño. “¿No veis que no tengo todavía nada que daros?”
Un charrán bajó aleteando y se posó cansado en su mano. Al verlo, ahogo una exclamación. Al momento, cualquier otra cosa quedó olvidada.
“¡Tikki!” balbuceó con voz temblorosa. “¡No puedo creer que hayas vuelto! Pero - pero ¿qué ha pasado? ¿Porqué estas aquí?” Entonces, viendo la banda rojiza en una de sus patas, balbuceó de nuevo. “¡Conan te envía!”
Sostuvo el pájaro contra su mejilla mientras trataba de pensar. Sus ojos oscuros se ensancharon con el miedo y la incertidumbre. ¿Porqué había enviado Conan a Tikki de vuelta a casa? Él no estaba herido ni enfermo, ella estaba segura de eso. ¿Podría ser que hubiese abandonado la isla? ¿Pero porqué-?
Al instante, en un destello de comprensión, se dio cuenta de que solo había una razón por la que Conan enviaría a Tikki con ella. Para hacerle saber que había sido encontrado - y que era ahora un prisionero.
Se dio la vuelta y corrió a lo largo del muro del jardín hacia la torre. El Profesor debía ser informado de esto inmediatamente.