Lidia bajó del caballo dando un ágil salto; siempre había sido una gran amazona y además adoraba sentir la brisa acariciando su rostro y despeinando su larga melena castaña; ahora sabía que estaba desaliñada pero se sentía feliz, purificada tras la larga cabalgada.
Nada más entrar en la acogedora casa de campo en que vivía la abordó la señora Lincoln, su ama de llaves.
-   Niña, tienes una visita –la familiaridad de la señora Lincoln no era extraña teniendo en cuenta que ella la había criado y que allí, en esa bonita y apartada casa vivían juntas sin más compañía que la cocinera, una criada y el jardinero.
-   ¿De quién se trata?
Antes de que la señora Lincoln pudiese responder una conocida y profunda voz masculina respondió a su espalda:
-   Hola Lidia, ¿te acuerdas de mí?
La joven cerró brevemente los ojos y el ama de llaves al observar la repentina palidez de su rostro miró con furia a Jack Raven; este ni siquiera percibió la iracunda mirada de la mujer, concentrados todos sus sentidos en Lidia, en la espalda tensa y la espesa melena castaña que parecía a punto de escaparse de su recogido. Lentamente Lidia se volvió y enfrentó sus fríos ojos grises a los ardientes pozos negros del hombre que, con semblante impasible, la estudiaba.
-   Me gustaría decir que no, pero desgraciadamente no tengo tanta suerte.
-   ¡Vaya, vaya! ¡Cuánta animosidad! – él sonrió sin pizca de humor – me sorprende, teniendo en cuenta....las circunstancias.
Sintiendo como la familiar ira se iba apoderando de ella apretó los puños; cuando se dio cuenta de lo que hacía trató de controlarse a fin de no proporcionar  ni una sola victoria más a Jack; respiró profundamente, unió sus manos y lo miró tratando de que sus ojos sólo transmitieran indiferencia, pero la imagen de él llenó sus pupilas, seguía igual de atractivo que siempre aunque ahora unas finísimas arruguitas enmarcaban sus ojos negros.
-   ¿A qué has venido?
Él la estudió sin atreverse a expresar sus pensamientos en voz alta, ¡qué hermosa era! ¡y con cuánta intensidad la amaba él! En lugar de responderle preguntó:
-   ¿No me ofreces nada?
Distraídamente Lidia pidió a la señora Lincoln que sirviera el té; ésta pareció reacia a marcharse pero un brusco gesto de la joven la decidió; luego tomó asiento e invitó a Jack a que la imitase, felicitándose interiormente por ser capaz de observar las normas de cortesía más elementales cuando dentro de ella tenía lugar un cataclismo. Prácticamente todos sus sueños habían estado poblados de imágenes de Jack, había derramado tantas lágrimas por su ausencia que creyó que acabaría secándose como una flor bajo un inclemente sol, había enfermado y maldecido un destino que la hacía amar a quien la había abandonado y cuando por fin había una esperanza para ella, cuando había aceptado que él no merecía ni uno solo de sus pensamientos, aparecía de nuevo, de la nada, mirándola con esos ojos negros que siempre lograban aturdirla, pues bien, no le daría la satisfacción de verla titubear.
-   Y ahora ¿vas a decirme que te trae por aquí después de.......cinco años? – interiormente se maldijo por su torpeza, en su voz era perfectamente evidente el rencor  que sentía.
Jack había dejado de lado la máscara de burlona cortesía con la que se había presentado allí y ahora la miraba intensamente, con semblante inescrutable, deseando más que ninguna otra cosa salvar la distancia que los separaba y apoderarse de su boca, volver a sentir el calor de su aliento y el sabor de los labios que no había podido olvidar, el contenerse le estaba exigiendo un enorme esfuerzo y sus músculos permanecían tensos. Se obligó a si mismo a relajarse y entonces, levantándose de la ridícula sillita en la que se hallaba exclamó sin dejar de mirarla a los ojos:
-   He venido a reclamar lo que me pertenece......
-   ¿Lo que te pertenece? – Lidia no daba crédito a sus oídos, presa del estupor se levantó también - ¿y qué se supone que te pertenece? ¡¡Dí, maldita sea!! ¿qué hay aquí que puedas considerar tuyo?
-   ¡¡¡Tú!!!Y lo sabes muy bien......
-   Tu desfachatez no tiene límites, ¿cómo te atreves después de cinco años a reclamar nada? ¡Cinco años sin saber de ti!¡¡¡Ni una palabra!!!
En ese momento Jack se pasó la mano por los ojos y Lidia se sorprendió a si misma contemplando absorta el movimiento de esa mano de dedos largos y nervudos que con tanta dulzura y pasión la habían acariciado en el pasado; sintiendo un nudo en el estómago se obligó a desechar esos recuerdos.
-   Tenía una buena razón, puedo asegurártelo....
-   ¿Ah, si? – con exagerado sarcasmo ella continuó: - ¿Y qué razón era esa?
Incómodo él apartó la mirada:
-   No puedo decírtelo.
Lidia sintió como la desilusión, amarga como la hiel, subía por su garganta y sólo entonces se dio cuenta de que realmente había esperado una explicación, una razón que justificara esos largos años de pesadumbre y soledad, añorándolo y llorando por él. Con cansancio se dio la vuelta y exclamó:
-   Por favor, vete. Dentro de un mes me casaré con Lord Sherbridge.
-   ¡¡¡No!!!¡¡¡No lo harás!!!¡¡¡¡No te lo permitiré!!!!
Sus rodillas flaquearon al oírle y por un loco instante deseó que realmente lo impidiera, que se la llevase de allí y curase con sus besos las heridas que su ausencia habían abierto en su alma. Pero recordando su indiferencia en esos largos años se obligó a decir:
-   ¿No lo comprendes? ¡¡¡Lo amo!!! Como nunca te amé a ti – la mentira salió con la naturalidad de quien la ha repetido muchas veces.
Esas palabras tuvieron la virtud de enmudecer a Jack, que apretó los puños con fuerza y palideció ostensiblemente. La miró fijamente durante unos segundos  luego dio media vuelta y salió de la estancia.
Cuando Lidia sintió la puerta cerrarse cayó lentamente al suelo y dio rienda suelta a las emociones que la repentina visita de Jack había despertado en ella en forma de incontroladas lágrimas.

 

Jack montaba furioso de vuelta a la posada en la que había reservado habitación, cercana a la residencia de Lidia. En su cabeza las ideas se entremezclaban y las últimas palabras de Lidia volvían una y otra vez para martirizarlo. Ella amaba a Lord Sherbridge, y según sus propias palabras más de lo que lo había amado a él. Su mente se perdió en ensoñaciones antiguas, cinco años atrás, en la forma en que ella se enroscaba a su cuello, suplicaba por sus besos....se habían pertenecido como se pertenecen las almas gemelas: total y profundamente, pero ahora Lidia decía que amaba a otro y la imagen de su adorado cuerpo entregado a otros brazos estuvo a punto de volverlo loco.
Una horrible blasfemia escapó de sus labios y su grito ronco lanzado al viento espantó a su caballo que se lanzó frenético a un ciego galope por el sendero del bosque. Jack agradeció la velocidad y el fuerte viento que golpeaba su cara proporcionando una excusa que explicara las abundantes lágrimas que rodaban por sus mejillas.

Algo más tarde, tumbado boca arriba sobre el duro colchón hecho de paja de su habitación recordaba los sucesos que lo hicieron abandonar Chelmsford cinco años atrás. Por fin las pesquisas que tanto tiempo antes había iniciado habían dado sus frutos y el nombre del asesino de sus padres había estado en su poder aunque con horror comprobó que se trataba de una persona de gran prominencia e influencia; este hecho no le hizo desistir en su propósito de venganza aunque desde el principio supo que no podría recurrir a la justicia, no lograría nada, el asesino que había matado a sangre fría a sus padres para evitar que propagaran un oscuro secreto que su progenitor conocía del que había sido amigo de su juventud era demasiado importante y conocido, debería hacer las cosas de otra forma. No le había contado sus planes a nadie, ni a su hermana, ni a su cuñado ni a Lidia, en parte para protegerse y en mayor medida para protegerlos a ellos. Pero todo se había complicado.
El asesino sabía que lo estaban buscando y él jamás pudo descubrir cómo se enteró; el caso es que le llevó tres largos años dar con él y a pesar de que jamás había matado a nadie después de conocer las atrocidades que ese hombre cometía contra niños y mujeres indefensas no tuvo ningún escrúpulo en apretar el gatillo. Tal y como había supuesto esta muerte fue un escándalo, toda la sociedad se horrorizó y se desplegó un gran dispositivo para encontrar a la persona que lo había matado. Jack tardó un par de años más en estar seguro de haber borrado su rastro y en encontrar el momento de reaparecer sin despertar sospechas. Durante ese tiempo de horrores e incertidumbres el recuerdo de Lidia lo había sostenido como el faro avistado en una negra noche mantiene la esperanza de los marineros, pero ahora todo lo que alguna vez había deseado se escapaba de sus manos y él no creía poder enfrentarse  a toda una vida sin Lidia.

 


Lidia paseaba con Albert, su prometido, ambos montaban a caballo e iban al paso por el sendero del bosque que rodeaba la casa. Desde que Jack apareciera tan sorpresivamente dos días atrás Lidia apenas había podido conciliar el sueño y una extraña sensación de desánimo y pérdida se había instalado en ella; en ese mismo momento hacía de tripas corazón para disimular la ansiedad y el decaimiento que la invadían, así que sonreía ante los comentarios de Albert a pesar de que apenas lo escuchaba.
En ese momento el sonido retumbante de unos cascos que se acercaban los hizo sobresaltarse.
-   ¿¡Qué es eso!? – Albert fruncía el ceño viendo acercarse un precioso caballo cob galés de color negro.
Lidia también miró con una sensación de fatalidad recorriendo su espalda. Efectivamente se trataba de Jack, quien al llegar a su altura tiró de las riendas y detuvo al jadeante animal.
-   -Buenos días – se quitó el sombrero tricornio que llevaba para saludar dejando sus rebeldes rizos negros al descubierto y a pesar de que el saludo iba dirigido a ambos sus ojos no se apartaban de la esbelta figura de Lidia.
-   Buenos días señor......
-   Raven, Jack Raven.
-   Encantado señor Raven, yo soy Sherbridge y esta es mi prometida, la señorita.....
-   Conozco a la señorita Aubrey.
Albert lanzó una mirada interrogante a su prometida y esta se apresuró a  añadir nerviosamente:
-   Lord Raven es un antiguo vecino aunque hace mucho que se trasladó a otro lugar.
Lidia sentía latir su corazón con tanto apremio que estaba segura de que podría oírse si se hiciese el silencio. La situación se le antojaba extraordinaria: su prometido y el hombre que lo había sido todo para ella juntos, y viéndolos así ella no tenía ninguna duda de a quien pertenecía su corazón y a quien pertenecería siempre, pero la desconfianza y el miedo casi tanto como su sentido del honor la hicieron apartar esos pensamientos e ignorando deliberadamente a Jack se volvió a su prometido:
-   ¿Continuamos Albert? Se está haciendo tarde......- éste asintió, algo extrañado por el comportamiento descortés de Lidia y despidiéndose del recién llegado exclamó mientras se alejaba: - ¡La semana que viene se celebra una fiesta con motivo de nuestro futuro enlace en Sherbridge Hall!. ¡ Será un placer contar con su presencia!
A pesar de que ya se alejaban Jack pudo percibir el estremecimiento que las palabras de Lord Sherbridge habían provocado en Lidia; los observó marcharse con los ojos entrecerrados y un dolor punzante en el corazón. No podía ni quería creer que amase a ese hombre más de lo que lo había amado a él y aunque su sentido común le decía que se retirase y tratase de olvidarla, su corazón y su alma gritaban enloquecidos: “¡Mía!!!. ¡Mía!” Y entonces supo que no podía dejarla sin más, iba a luchar por ella con uñas y dientes y sólo se daría por vencido cuando la viera salir de la iglesia del brazo de otro.

Lidia observaba nerviosa la entrada al enorme salón de baile de Sherbridge Hall esperando la aparición de Jack; los días trascurridos desde la última vez que lo viera los había pasado instalada en una perpetua ansiedad por el encuentro que preveía inevitable. Hacía ya casi una hora que había dado comienzo la fiesta y él aún no había hecho acto de presencia; tal vez se había marchado “de nuevo”, pensó ella, y este pensamiento la llenó de amarga desilusión. Debía olvidarlo de una vez por todas, a fin de cuentas era un hombre capaz de abandonar sin una palabra de despedida a quien decía amar y por si esto fuera poco en menos de quince días ella iba a contraer matrimonio.
En ese momento se volvió hacia Albert que susurraba algo en su oído y por eso no pudo ver la llegada de Jack, el cual dio un rápido vistazo hasta localizarla, apretando la mandíbula al observar el gesto íntimo que compartía con su prometido. El fuerte sentimiento de posesión que sentía desde la primera vez que puso sus ojos sobre ella lo impulsó a acercarse y tuvo que reprimir las inmensas ganas de apartar a Lord Sherbridge de un manotazo, en vez de eso exclamó:
-   Lord Sherbridge, señorita Aubrey....
Ella se volvió sobresaltada por el timbre ronco de su voz que había conseguido erizar los finos vellos de su nuca.
-   ¡Ah, bienvenido Lord Raven! Veo que todavía se encuentra por aquí....
-   Sí, aún me quedan asuntos importantes que resolver – al decir esto miró directamente a Lidia.
-   Albert, me encuentro algo acalorada, ¿me acompañas al balcón?
-   ¡Oh querida! Iría con mucho gusto pero prometí a Lord Hollway que escucharía su propuesta para colaborar con el museo.
-   No se preocupe Lord Sherbridge, yo acompañaré a la señorita Aubrey a tomar el fresco.....
-   ¡Muchas gracias Lord Raven! ¡Es usted muy amable! – con evidente satisfacción y suponiendo que el asunto se había resuelto a gusto de todos Lord Sherbridge dio un breve beso en la sien de Lidia y se alejó.
Jack no pudo evitar sentir una punzada de compasión por la candidez del hombre, había sido como dejar a una cervatilla al cuidado del lobo. Lidia lo sabía, por eso sus bellos ojos verdes despedían fuego al mirarlo.
-   ¡¡Ni sueñes que iré contigo a ninguna parte!! – murmuró entre dientes tratando de desasirse del brazo de Jack que la sujetaba del codo.
-   Cariño, no pienso soltarte así que decide entre venirte conmigo por las buenas o montar un escándalo tan memorable que no puedan olvidarlo jamás.
Durante unos segundos se retaron con la mirada, ella furiosa, él decidido, ambos temerosos, él de que ella a pesar de la amenaza no aceptara, ella por querer aceptar a pesar de todo. Al final del silencioso duelo ella apretó los dientes y lo siguió, sin percibir el suspiro de alivio que escapaba de los labios de Jack.
Una vez en el balcón ella exclamó iracunda:
-   ¡¡Voy a casarme con Lord Sherbridge y nada de lo que hagas o lo que digas va a cambiar eso!! – Lidia agradeció la furia que la ayudaba a no centrarse en la virilidad del hombre que tenía frente a ella. Su altura, la anchura de sus hombros, la estrechez de su cintura, el pelo y los ojos negros como la noche, la mandíbula definida y el hoyuelo de su barbilla, ese que ella tantas veces había acariciado con su lengua.....
Horrorizada notó como la excitación que siempre había sentido junto a Jack volvía a apoderarse de ella y tratando de evitar que él pudiese leer el deseo en sus ojos dio media vuelta quedando de espaldas a él.
Jack se acercó a Lidia y la abrazó por la cintura sin hacer caso a sus esfuerzos por desasirse.
-   Lidia, me perteneces y yo te pertenezco ¿no lo sientes? Sé que notas mi corazón, latiendo por ti, suspirando por ti, añorándote...
“¡Dios! ¡Lo sentía!” El latido del corazón de Jack contra su espalda, fuerte y rápido, pero sobre todo familiar....sintiendo como sus rodillas flaqueaban cerró los ojos y luchó contra la tentación de ceder, de darse la vuelta y apoyar de nuevo los labios en el hoyuelo de su barbilla. Invocó la imagen de Albert, su amabilidad, su caballerosidad....y consiguió sacar la fuerza de voluntad suficiente para separarse de él.
-   ¿Cómo pudiste Jack? –notaba su voz temblorosa pero ya no le importaba - ¿cómo pudiste dejarme sin una sola palabra, sin una explicación?
-   Lidia, ya te lo he dicho....tenía una buena razón....
-   ¿Tienes idea de lo que he  pasado durante todos estos años? ¡¡He deseado la muerte!! – al escucharla él cerró los ojos profundamente consternado, ella prosiguió: -  ¡¡antes que experimentar la angustia de no saber nada de ti, antes de afrontar una vida donde tú no estuvieras he rogado morir!! ¡Y justo ahora cuando pensaba que era posible seguir adelante, cuando vislumbraba una nueva oportunidad, apareces tú! ¡De la nada! ¡A reclamar lo que te pertenece! – Lidia hizo una pausa y sólo entonces notó que estaba llorando- pues lo siento mucho Jack, aquí ya no queda nada para ti.
Jack había pensado al conocer la verdad de la muerte de sus padres que jamás podría experimentar tanto dolor: estaba equivocado. Sentía ganas de maldecir, de aullar, de ponerse de rodillas y gritar y suplicar como si de un niño pequeño se tratase. Se sentía mareado, culpable y confuso, lo único en lo que podía concentrar su pensamiento era en el hecho de que ella ya no lo quería.
Jack no podía soportarlo.
-   Lidia, yo...nunca he dejado de amarte y jamás ha habido otra mujer después de ti.
Ella levantó la mirada sorprendida. Por supuesto la repentina marcha de Lord Raven había suscitado muchos comentarios, el más habitual y aceptado era que había ido al continente donde no se privaba de los placeres que la vida puede ofrecer a un joven de sus posibilidades. Lidia había derramado muchas lágrimas de rabia e impotencia imaginándolo en otros brazos. Él continuó hablando:
-   Por favor sólo te pido una cosa, a pesar de que no tengo derecho a pedirte nada.
-   ¡Oh, Jack! –las lágrimas rodaban sin control por sus mejillas y su corazón se hacía pedazos sabiendo que esa era la despedida final.
-   Lidia, dame un beso, como....como si aún me amaras.
Lidia se supo perdida, en cuanto sus labios tocaran los de Jack él sabría y entonces ella estaría completamente indefensa, aún así no pudo ni quiso negarse, volver a besarlo era lo que más deseaba en el mundo. Lentamente se acercó a él y rodeó su cuello con los brazos sin dejar de mirarlo a los ojos y de repente ocurrió. La magia que siempre surgía cuando estaban juntos obró su efecto, el mundo dejó de existir y con la caricia de sus labios y lengua dejaron a sus corazones hablar, dando rienda suelta a los sentimientos que durante cinco años habían estado reprimidos.

Unos días más tarde.......
Las campanas de la pequeña iglesia rural comenzaron a tañer llenando el aire con su voz profunda y grave y provocando en el hombre que esperaba frente al altar un repentino escalofrío: había llegado el día y a pesar de la confianza que tenía en ella temía que en el último momento se hubiese echado atrás.
En ese instante las notas solemnes y hermosas del pequeño clavicordio de la iglesia se alzaron sobre el murmullo de los pocos asistentes y él volvió la cabeza para ver entrar a la novia. Su corazón inició un furioso galope dentro de su pecho....¡estaba preciosa!
Lidia avanzaba lenta pero segura por el estrecho pasillo que comunicaba la puerta con el altar mirando fijamente los ojos de su prometido y con una ligera sonrisa bailando en sus labios. Él tuvo que reprimir el impulso de dar gracias a Dios en voz alta y cuando ella estuvo a su lado y tomó la mano que le ofrecía sintió su corazón henchirse de amor.
-   Lidia...
-   Jack.

Tal como Lidia había presentido en el momento en que accedió a la petición de Jack sus verdaderos sentimientos quedaron al descubierto, ya no pudo seguir escudándose tras la mentira de que no lo amaba, aún así había seguido diciendo obstinadamente que seguiría adelante con sus planes de boda. Al recordarlo Jack volvió a sentir un terrible escalofrío recorriendo su columna:
-   “Esto no cambia nada Jack, me casaré con Albert. No pienso hacerle a él el mismo daño que tú me has causado a mi...
-   ¿Crees que voy a permitirte que te cases con otro sabiendo que me sigues amando? No Lidia, no hay fuerza en este mundo capaz de separarte de mí.
-   ¿Y cómo piensas impedirlo Jack?
-   Si es necesario te raptaré....
-   Jamás te lo perdonaría”.
Entonces Jack venciendo su reserva natural y su miedo a sentirse juzgado por la única persona de la cual ansiaba la aprobación le contó el motivo de su desaparición, le habló del doloroso estupor que había sentido al conocer el verdadero motivo que se escondía tras el supuesto accidente de sus padres, de los largos años buscando a su asesino, de las cosas horrendas que había visto y que habían dañado tanto su alma, de las largas noches en las que había buscado el consuelo de su recuerdo para ser capaz de seguir adelante, de su inmensa alegría al sentir que ya era libre para volver a ella y el lacerante dolor de creerla perdida para siempre.
Ella había escuchado en silencio mientras calladas lágrimas de compasión rodaban por sus mejillas. Tras vaciar su alma Jack tuvo un momento de pánico provocado por la inmovilidad femenina pero enseguida y sollozando su nombre Lidia se lanzó a sus brazos y sólo entonces él se atrevió a soñar que ella se quedaría a su lado.

Las palabras del cura lo sacaron de su ensoñación:
-   Yo los declaro marido y mujer.
Un impulso primitivo lo instaba a gritar de alegría, “¡eres mía!” gruñó fieramente su corazón, y ahora nada ni nadie volvería a separarlos jamás. Tuvo un fugaz pensamiento de conmiseración hacia Lord Sherbridge, que con tanta elegancia había aceptado los verdaderos sentimientos de Lidia, pero enseguida éste se borró de su mente ocupada en su totalidad por la inmensa felicidad que lo embargaba. Lidia se volvió hacia él y Jack levantó su velo. La sonrisa radiante de la mujer le llenó el alma de calidez y amor.
-   Sólo un beso....-susurró mirándola a los ojos. Y agachando su cabeza unió sus labios a los de la mujer que lo era todo para él.

 

Cuando el corazón manda

FEBRERO 1846          INGLATERRA

 

-Ni rey,ni aristocracia,ni religión estatal.-Volvió a repetir Nataxa una vez más.

 

Se encontraba harta de tanto estudio, sostenia una pose poco femenina,con los codos apoyados sobre la mesa rectangular, el cabello ocuro revuelto sobre sus hombros y unos rizos rebeldes cayendo sobre la frente lisa.

 

-¿quién dijo eso?- insistió la institutriz observandola con seriedad y los brazos cruzados sobre el pecho.

 

Nataxa cerró el libro con fuerza y soltó un cansado suspiro:

 

-Tomas Jefferson cuando declaro la independencia.-contestó poniendose en pie.-¿Puedo retirarme Ya? Quisiera descansar.

 

-A mi támbien me gustaria descansar, señorita Needs, pero el caso es que su abuelo me paga por enseñarla y aún-miró el reloj que descansaba sobre la repisa de la chimenea.- falta media hora para concluir las clases.

 

Nataxa se volvió a sentar con desgana.

 

Marlyn Dimlomp no llevaba mucho tiempo en la residencia de los Needs.

 

Antes de entrar, el anciano ya le había advertido sobre su nieta y aunque llevaba varios años en la profesión, debía reconocer que había conocido a jovencitas mucho más tercas que Nataxa, por lo que no estaba resultando de las peores alumnas.

 

Marlyn se encontraba sentada en una butaca de madera oscura y sus ojos grises parecían interesados en el libro que sostenía entre sus delgadas y huesudas manos.

 

-A parte de la frase en vigor¿Que dijo el presidente en la declaración?.

 

-¿Y por qué tengo que saber yo eso?.- se quejó.- Soy Inglesa y no me interesan para nada las colonias americanas.

 

-Señorita Needs.-Llamó con voz fria, clavando una mirada bastante arrogante en ella.-¿prefiere que hable con su abuelo al respecto?

 

Era una amenaza implicita y Nataxa lo supo al instante. No iba a permitir que su abuelo se enojara con ella.

 

-Creo que hablaba de la igualdad, la libertad;Gobierno del pueblo,derechos del hombre y autodeterminación de los pueblos.

 

-¿Ya se leyó el libro?.

 

-No he podido.- contestó la joven de mal humor.-Me explicó algo Douglas.

 

-¿Por que no deja de llamar a su abuelo por el nombre? No es correcto.

 

-Señora Dimlomp. Siento una gran aversión hacía los yankis, sureños, colonos o como quiera que se llamen.Ellos mataron a mis padres,por eso no me interesa nada el tema y llevo llamando al abuelo Douglas desde que tengo uso de razón.

 

Marlyn la observó fijamente, cuando los tacones de Nataxa comenzaron a golpear el suelo ritmicamente,con impaciencia.

 

La institutriz cerró el libro:

 

-Bien¿algo más que me quiera contar?

 

Nataxa negó con la cabeza. No queria recordar, no tenia ninguna necesidad de hacerlo.

 

-Lo dejaremos para otro dia.- dijo por fin Marlyn.

 

Nataxa abandonó la estancia antes que la mujer diera su permiso.

 

En el salón,las brasas de la chimenea parpadearon.

 

La estancia conferia un ambiente cálido y acogedor.

 

Las paredes estaban forradas de papel pintado en azul y las telas de los tapizados y cortinas tenían motivos florales dentro de la gama de los tonos azules.

 

Nataxa se acercó a la ventana y observó el dia gris, la insistente llovizna que no había cesado en tres dias, los campos húmedos y embarrados, los caminos inundandos.

 

Solo faltaban tres meses para ser presentada en la sociedad Londinensa, ir a Londres,asistir a fiestas,comprarse ropa nueva,conocer a jovenes apuestos y galantes.

 

Estaba totalmente entusiasmada y esperaba con fervor que llegara el momento.

 

 

 

Nataxa de complexión delgada y huesos pequeños era bastante alta. Gracil como una pantera, negro cabello ondulado,piel clara y satinada. Sus ojos eran el foco de atención: dos gemas verdes del color de los lagos de Escocia,ligéramente rasgados,rodeados de espesas y largas pestañas.

 

Dos gracioso hoyuelos en las mejillas cuando sonreia, la daba un aire infantil e inocente en su carita en forma de corazón, la nariz algo respingona y el mentón de porte elevado y orgulloso.

 

 

 

-Ya me ha informado la señora Dimlomp que habíais acabado las clases por hoy.-La joven había oido entrar a su primo, pero no se giró hasta que no estuvó lo suficientemente cerca.

 

Había esperado que el hombre tropezara con algo, una silla en mitad de su camino,la esquina de una alfombra...

 

-Hola Simón.-Le rozó la mejilla con sus labios.-¿Qué te trae por aquí?

 

-Parece mentira que no lo sepas, prima querida.-la estudió detenidamente admirando sus délicados rasgos.-Te he hechado de menos.

 

-Por favor, no empiezes otra vez.-comentó disgustada, deseando que Douglas apareciese para poner punto y final al tema. Simón no hacía más que proponerla matrimonio continuamente..-¿donde has estado últimamente?.- Nataxa intentó cambiar de conversación.

 

-trabajando.-contestó al tiempo que la dió la espalda para pasarse un blanco pañuelo de hilo, sobre sus gruesos labios.

 

La joven le observó con incredulidad, pero se abstuvo de preguntar nada.

 

-Me han dicho que estas enojada por que no puedes salir a cabalgar.

 

-Si, es cierto. Es este maldito tiempo y Douglas piensa que me puedo romper la crisma.

 

Simón asintió fingiendo una apenada sonrisa:

 

-Por cierto.¿Has pensado lo de Londres?.

 

-Voy a irme.-contestó decidida. Ya había hablado mil veces sobre ello.-Necesito conocer todo. Adémas no voy a casarme con la primera persona que encuentre.

 

-Debería acompañarte.-sugirió.

 

-¡Que no!. Douglas viene conmigo y él es muy recto.

 

Simón no se quedó conforme. Cruzó los brazos sobre el pecho dispuesto a comenzar otra discusión, pero Douglas entro en el salón en ese momento.

 

-Vaya, es extraño que estes aquí.-gruñó el anciano caminando con lentitud hacía Nataxa-¿Le has invitado a comer?.-Le preguntó a la joven.

 

Nataxa negó con la cabeza:

 

-Se invita él mismo.-respondió. Se tomo del brazo del anciano y miró desafiante a Simón con una sonrisa divertida.-Siguenos primo.

 

Pasaron al comedor y la muchacha guió a Douglas hasta el cabecero de la mesa, mientras tanto Simón corrió hacía la silla de Nataxa para apartarsela.La joven se lo agradeció con un movimiento de cabeza.

 

-Adivino a lo que vienes Simón.-Dijo Douglas sin mirarlo.-Espero que Nataxa te haya dado la misma respuesta de siempre.

El dia amaneció gris y frio.
El viento azotaba con fuerza los altos mástiles, mientras el mar revuelto balanceaba las embarcaciones pequeñas, haciendo que toparan unas contra otras.
En el puerto se había formado un gran alboroto, el New Cassey había anclado recientemente y todavía quedaban pasajeros deambulando por cubierta.
Los mozos descargaban equipajes con agilidad y cruzaban con las carretillas de un lado a otro ,esquivando a los carruajes que interceptaban el paso formando un gran atasco.
Carros llenos de barriles salían al camino principal desfilando hacía el centro de la ciudad.
El tumulto y los gritos se mezclaban dando un cierto aire de festividad.
Prostitutas muy maquilladas, observaban el muelle desde las ventanas superiores de las tabernas,gritando obscenidades e incitando a los marineros a subir.

Un lujoso vehiculo conducido por cuatro caballos negros,se encontraba apostado al final de la calle. El cochero, enfundado en su levita azul oscura,miró con impaciencia hacía la gente, hasta descubrir a quien buscaba. Le hizó señales con la mano enguantada. El hombre le vió, pero caminó hacia él con extraordinaria lentitud.
Simón se introdujo en el coche cerrando las cortinas burdeos,ocultandose de posibles conocidos .Se pasó el pañuelo por los labios y golpeó el techo con el baston de mango de plata.
-Odio venir hasta aquí.- gruñó mirando a la hermosa mujer que le observaba arrobada- Hubiera venido antes de no ser por tu estúpido marido.
-.Lo sé, tesoro.- contestó con voz dulce. Lolet llevaba un par de meses completamente enamorada del hombre.
La gustó la forma atrevida en la que se presentó, la manera en que se le enrroscaba el sedoso cabello negro sobre la nuca, nariz recta y delineada, ojos pardos. Vestía impecablemente y todo le sentaba como un guante.
-No deberias haber venido.-Se quejó  con enojo. Estaba cansado de tener que lidiar con maridos ofendidos, solo por liarse con mujeres huecas de mente.
El coche comenzó a traquetear por las calles empedradas del centro de Londres.
-Simón mi amor, ya sabes que contamos con el silencio de mis sirvientes. No te preocupes por favor.
El hombre la observó con bastante dureza,no muy convencido de sus palabras.
Lolet era una dama de gran influencia y tendria abiertas más puertas de las que imaginaba. Era la esposa de un Conde bastante débil.No debía olvidar que aún debería soportarla un poco más.
La rozó la mejilla con sus largos dedos y la atrajó sobre él con rudeza.
-Besame Condesa.
A Lolet no la disgustó el modo en que la trató, por el contrario, se excitó, sin embargo recordó algo en ese momento y le buscó los ojos:
-He oido decir que fuistes a visitar a tu prima, otra vez.
Simón soltó una carcajada que nada tenía de divertida.
-Esa fortuna me pertenece y voy a conseguirla como sea.
-¡Pero sigue sin quere casarse contigo!- se quejó- ¿hasta cuando vas a insistir?
Simón estudió la mirada ápatica de la dama y sonrió.
-Mi prima es un poco... tontita. Hace años tuvimos un pequeño percance y desde entonces no nos llevamos muy bien. Falta de madurez, supongo.
Lolet se echó la capa gris por encima y dejó caer la cabeza sobre el hombro de Simón:
-Si ella no acepta. ¿Qué harás?
-Aceptara mi amor.- contesto muy seguro de sus palabras.- Lo nuestro no acabara nunca.-Prometió introduciendo una mano
 bajo las anchas faldas verdes para acariciar las rodillas femeninas con suavidad.
La mujer suspiró al notar la mano enguantada ascendiendo sobre sus nalgas.
El hombre, con la mano libre consiguió desabrochar algunos de los multiples corchetes de su espalda y  tirando del vestido hacia abajo, liberó uno de los pechos.
Ella se dejó acariciar, con la mirada perdida en aquellos hermosos ojos pardos. Le escuchó reir pero no la importó. Eran tan fuertes las sensaciones que bullían en su interior que no quisó preocuparse por nada más.
Simón le mostraba día a día los placeres ocultos entre un hombre y una mujer, algo  con lo que seguramente el conde se escandalizaría.

-Christian, nos vemos más tarde.
-De acuerdo Janie.-constestó el hombre . Observó a su hermana desaparecer por el tramo de escaleras que accedia al vestibulo.
Ingresó en la habitación de invitados.
Llevaba un mes navegando y a pesar de las comodidades del New Cassey, no había visto la hora de desambarcar.
Sus maletas se hallaban apiladas junto a la enorme cama.
Se dejó caer de espaldas sobre el mullido colchón y sonrió satisfecho, con los ojos clavados en el cielo raso .
Jhon no tardaría en subir a visitarle, aunque seguramente estaba tan cansado como él, despúes de haber compartido aquel pequeño cuchitril que llamaban camarote.
Christian Merrywatters  acababa de llegar de Boston, su ciudad natal.
Alto, cuerpo atletico, anchos hombros, estrechas caderas, de mirada profunda en sus exoticos ojos azules. Poseia el cabello largo, sobre los hombros, ondulado, de un tono tan dorado que el sol a su lado parecia triste y apagado.
Su caracter era bastante afable, totalmente irresistible en su pose de seductor.
El hombre ojeó la habitación sin moverse del sitio.
La recamara era bastante amplia, decorada en tonos teja.
Frente a la chimenea se encontraba un orejero bien dispuesto, blando, comodo.  A los pies de la cama un arcón de roble, al igual que el ropero que ocupaba una de las paredes.
Jhon entró en la habitación sin llamar, empujando la puerta con el hombro.
Christian se incorporó, sentandose sobre la cama y miró a su amigo atentamente.
-¿Esta todo bien?.
-Perfectamente.-asintió Jhon.- Tu hermana es muy gentil.
Christian asintió agitando la cabeza como queriendo decir que si y al tiempo que no. Conocía a Janie casí mejor que a él mismo y sabía perfectamente que el genio y la sinceridad de la mujer, a veces dejaban mucho que desear.
Jhon caminó hacía la ventana y observó durante unos segundos a traves del cristal.
-¡Vaya!. No somos los únicos que hemos llegado. Yo diría que esos, van a pasar una larga temporada aquí.
Christian se acercó hasta él para mirar lo que llamaba la atención de su amigo.
Se encontraban en Covent Garden, bastante cerca de la plaza donde estaba el mercado con sus puestos de frutas y verduras.
Frente a ellos, una casa Victoriana de un tamaño considerable donde una multitud de personas entraban y salian descargando bultos y pesadas cajas.
Ambos hombres observarón en silencio la casa de paredes blancas e inmaculadas. El porche era sostenido por altas columnas romanas y poseia varias estatuas griegas a lo largo del camino que recorria el pequeño jardin, separado de la calle principal por verjas de hierro negro.
Unos frondosos árboles ocultaban en su mayoria la puerta principal. Sin embargo no dejaron de observar las abultadas faldas que descendieron de un elegante carruaje para introducirse en la casa.
Llegaron un par de carretas más. Lonas gruesas de color mostaza ocultaban la mercancia.
-Ya nos contará Janie.- Comentó Christian girandose hacía su propio equipaje.- Espero que suba alguien ayudarme con esto.
Una joven doncella de mejillas sonrosadas y labios del color de las fresas no tardó en acudir a su habitación.

Gordon se hallaba sentado en la cabecera de la mesa y Janie,su esposa, justo a su lado. Christian y Jhon cenaban frente a los hijos de Janie, Winter y Barbara. Todos saboreando un delicioso estofado de ternera.
- Pensamos que vendrian antes.-Comentó Janie a la pregunta de su hermano.
-¡Que chismosos!.-Sonrió Gordon observando la patata que acababa de pinchar con el tenedor.
-¡Sabes que eso no es cierto!.-Se quejó Janie golpeando la mesa con suavidad y mirando a su hermano con ojos burlones.-Ocurré que Lord Needs, el dueño de la casa, falleció el mes pasado y su nieta retrasó su llegada. La pobre tenia preparada su presentación.-se encogió de hombros.- La verdad es que estamos todos expectantes.
-¿no tiene más familia?.-curioseo Gordon tratando de recordar. Con el viejo Lord llegó a coincidir en un par de ocasiones.
-No estoy segura.-admitió la mujer.-Ya sabes que aquí hablan más de lo que realmente saben.
Gordon posó sus ojos oscuros sobre su cuñado:
-¿Vendrá vuestra madre?-
-No.-nego Christian.-Es un viaje muy largo y cansado. La mujer ya no esta para estos trotes.
-¡No seas tan rudo!- le amonestó Janie a lo que los niños se echaron a reir. La mujer observó el plato de su hijo con atención- haz el favor de comer, Winter.
Janie volvió sus ojos hacía Christian con un fingido enfado y regresó a la conversación anterior dirigida especialmente hacia Gordon.
-Dicen que Lady Needs tiene algunos primos, pero a quien si debes de conocer es a Simón. Últimamente se le ha visto con la mujer del ... Conde.¿Recuerdas?
El hombre asintió con incredulidad:
-Para tener a ese... mejor no tener nada.
Janie estuvó completamente de acuerdo con su esposo.

Mucho más tarde, Christian y Jhon se hallaban en el despacho de Gordon, saboreando el excelente Brandy traido especialmente de Paris y consumiendo unos cigarros.
Jhon era un hombre grande, imponente, tan ancho como alto sin llegar a ser obeso, con una larga cabellera recogida en una cola de caballo, llena en su totalidad de hebras plateadas. A pesar de sus casi cincuenta años, aún no se había decidido a sentar la cabeza.
-¿Cansado?.-preguntó Christian enarcando una ceja.
-Aún podría regresar al muelle en busca de diversión.-Rió.
-¿y una partida de cartas?
-Bueno jefe, pero solo unas manos. Ya me desplumó en el viaje.
Jhon no sabía ni para que jugaba, de veinte manos, apenas él, ganaba dos, sin embargo Christian sabia entretener a sus contrincantes con buenas dosis de humor. El joven era un excelente jugador, inteligente, precavido. Támbien era un buen combatiente, de puños tan duros como rocas de granito, con una agilidad sorprendente e incluso con cierto aire de peligrosidad.

Ambos hombres se conocian desde hacía tiempo. Habían coincidido por primera vez en una taberna de Nueva Orleans.
Por aquel entonces, Jhon trabajaba como capataz en una de las plantaciones más grandes de la zona.
Christian acababa de embolsarse una suma de dinero bastante sustanciosa, la primera paga de su vida.
Ambos bebiendo cerveza en diferentes mesas, Jhon evidiando al joven que conseguia llevarse a las mejores fulanas, aunque las rechazara a todas, tan solo interesado en tomar unos tragos.
Le valió una fuerte discusión con el dueño del local. Christian tumbó al hombre con un único gancho directo a la mandibula.
Jhon sacó de allí al joven que acababa de sentir sobre su cuerpo todo el peso del alcohol que había ingerido.


-No lo pienses tanto Jhon, en esta mano no tienes nada que hacer.-bromeó Christian.
-¿Ah,no?.-Con lentitud Jhon fue mostrando uno a uno sus naipes para formar una escalera.
Cristian tambien volteó los suyos y Jhon rugió al ver el pocker de damas.
-.El que tiene suerte en los naipes..
-Así no se dice.-Christian soltó una carcajada.-Agraciado en el juego, agraciado en el amor.
Con manos diestras, el joven volvió a barajar.

2
Despúes de viajar durante toda la noche, llegaron a Londres poco despues de haber amanecido.
 
Nataxa había deseado ese momento durante toda su vida, siempre imaginando que Douglas estaria con ella en todo momento. Finalmente sería ella quien se presentara en sociedad,aunque no acudiria a la mitad de los eventos o incluso a la mayoria, puesto que sus animos habían quedado arrastrados por el suelo.
Su rostro estaba hinchado de tanto llanto,bajo los turbios ojos lucían dos ligeras manchas violetas, un claro signo del cansancio que la embargaba fisica y psiquicamente.
El único motivo por que el que la joven iba a continuar con sus planes,era porque Douglas se lo había hecho jurar.

Cuando el coche se detuvo junto a la gran mansión, Nataxa saltó del carruaje sin esperar al lacayo que corria ayudarla.
Marlyn no hizo el intento de censurarla, estaba muy apenada con Nataxa y la acongojaba saber que la joven no estaba ilusionada con su cometido.
La casa era tan bonita por dentro como por fuera. Con tranquilidad ambas  la recorrieron, admirando los papeles pintados de las paredes,los lujosos muebles, los tapizados.
Nataxa intentó animarse en la medida de lo posible, pero poco despúes de un almuerzo ligero se retiro a dormir.
El infarto de Douglas había sido un gran golpe. El hombre había estado maravillosamente bien los días anteriores y ni tan siquiera se le había visto cansado como otras veces.
El día de la desgracia, Nataxa había estado charlando con él, había cogido su pañuelo de hilo bordado para limpiar los labios de su abuelo que repentinamente había comenzado a babear.
Su preocupación se hizo evidente cuando Douglas dejo de vocalizar,y su lengua torpe e hinchada sobresalió de sus labios.
-No te estas muriendo- había susurrado Nataxa tomandole la delgada y débil mano.
Habia acercado su cabeza a la de él, apenas podía entender nada de lo que la decia. Douglas había agitado la mano. Los ojos abiertos la miraron acuosos, sin la intensidad aconstumbrada.
-Ve...a Lon...
-No. Douglas.No.
-Juralo.

Tras la mansión había una pequeña cuadra, que hacía las veces de cochera.
Zeus, el negro semental de la joven llegaría al día siguiente, junto con las últimas yeguas que había comprado Douglas.
Nora, el ama de llaves se había hecho cargo de todo con la profesionalidad que la caracterizaba y Marlyn había planificado sitios y lugares a los que debian acudir en los proximos días.
-En verdad estoy muy contenta con todo esto.-mintió Nataxa. Con todo el esfuerzo que hacia la mujer por mantenerla entretenida no podia dejarla colgada ahora, aunque fuera lo que más deseara en el  mundo.-No me siento con mucha fuerza pero lo intentare. ¿Hemos recibido noticias de Simón?.
Marlyn levantó la vista del listado que llevaba en las manos y se detuvo ante la joven:
-Que yo sepa no.- se encogió de hombros.- mejor ¿No?.
Nataxa asintió con una media sonrisa. En muy poco tiempo la señora Dimlomp se había convertido en alguien muy querido para ella. No existia ese cariño fraternal, pero si cierto afecto y respeto.Nataxa confiaba en que cada dia que pasaran se harían más amigas. Marlyn era una buena mujer.
-Nataxa- la llamó antes de que la joven abandonara el despacho.-¿Eres consciente de que todos los hombres o la gran mayoria vendran a ti por tu fortuna?.
-¿Tan fea soy?.
Marlyn sonrió agitando la cabeza con suavidad.
-Piensa lo que quieras.-respondió.- Tú ya sabes por donde voy.
Nataxa asintió. Llevaba el cabello negro recogido bajo la nuca, dejando la cara libre de los bucles que normalmente rozaban sus mejillas.
Se acercó a la ventana y descorrió las pesadas cortinas de un tono amarillo dorado. Miró en silencio el estrecho camino flanqueado por árboles.
-Deberias descansar.¿por que no subes a ...?
-No podría señorita Dimlomp.
Nora asomó la cabeza por el despacho y carraspeó llamando la atención de Nataxa:
-¿Que hago con los vestidos que hay sobre la cama?.
-Tirelos o se regalan.-Contestó Marlyn por la joven.- Estan un poco pasados de moda y debemos comprar un vestuario nuevo.
-Ahora no creo que eso sea muy importante.- Nataxa acarició su pesada falda negra y dió la espalda a las dos mujeres

. Esa mañana el sol lucia explendoroso, la primavera llegaba para instalarse aunque fuera algo tarde, pero al fin lo había hecho y Londres había amanecido adornada con los dorados rayos de sol.
Flotaba en el ambiente un fresco aroma a flores que se abrian por doquier pintando de colores los jardines de la ciudad.El olor de  la tierra húmeda, donde aún relucian las gotas del rocio y la  madera quemada que alguien había prendido cerca de las cocheras. Muchos más aromas se mezclaban en la mañana, la fruta fresca, el pan recien horneado, el jabón de las sabanas que habían tendido en la parte trasera de la casa.

Geroge tenía preparado el carruaje. Observó complacido como brillaba el escudo de armas que pendia en la puerta. El aguila con la corona relucia en plata y oro, emblema que había pertenecido a los Needs en varias generaciones.
Nataxa  se detuvó a observar las rosas con sus petalos aterciopelados y elevó por unos segundos la cara al cielo.
Seria fuerte, tenía que serlo por que de lo contrario Simón se la echaria encima si no espabilaba. Subió al vehiculo tomando asiento frente a Marlyn y por primera vez vió la casa desde el exterior. Douglas había estado muy orgulloso de su propiedad y no era para menos. La casa lucía hermosa.
A peticion de Marlyn había sustituido el vestido negro, por uno verde oscuro que hacía resaltar sus ojos sobre su cremosa piel y un diminuto y gracioso sombrero de plumas había sido colocado con toda  maestria sobre su cabeza. Quizá si no se movía mucho, podría aguantarlo un par de minutos siempre y cuando no dejara de hacer equilibrio con esa cosa.

 

-Se dirige a al norte de Paddington hasta Camden Town..- Le explicó Marlyn al cochero.
Nataxa se frotó las manos ansiosa por partir, deseosa de conocer la ciudad que Douglas había amado.
El coche traqueteó y crujió antes del salir a la Avenida. Los ojos de la muchacha se detuvieron en una bonita escena, al descubrir como un hombre jugaba con unos niños a algo que llevaba escondido en las manos. Al principio la había parecido divertido el modo en que los tres se reian y bromeaban, entonces observó más detenidamente al caballero. Jamás habia pensado que pudiera existir hombre tan hermoso como el que estaba viendo en ese preciso momento.
Su cabello era condenadamente rubio,tanto que era dificil dejar de mirarlo, una mezcla entre dorado triguero y oro liquido. La barbilla perfilada y varonil con una deliciosa sonrisa en su boca.
Marlyn la dió un codazo con toda intención, obligandola apartar sus ojos curiosos del apuesto caballero.
George maniobró con el vehiculo y despues de girar azuzó a los caballos instandolos a tomar más velocidad.
-¡No puedes ser tan descarada!.
-¡él no miraba!.- se quejó Nataxa.- Ni siquiera se ha dado cuenta.- Nataxa curvó los labios de forma traviesa.-Era muy guapo.¿verdad?
Marlyn asintió, aunque támpoco la había dado tiempo a ver mucho

Christian si la vió. Había percibido aquella mirada oscura observandole detenidamente. Descubriendo la admiración en el joven rostro de la dama o tal vez la curiosidad.
Janie corrió a su lado apartando a los muchachos:
-¿Era ella?
-¿Quién?.- El hombre la miró divertido.
-La nieta de Lord Needs. ¡No me digas que no te has fijado!
-La verdad es que no.- respondió. Sus ojos brillaban burlones.- Creo que iban dos señoras.
Janie no le escuchó. Estaba sumida en sus propios pensamientos viendo como el coche llegaba hasta la plaza y allí desaparecia.
-Deberia invitarla a cenar.- murmuró pensativa.
-¿Por que te interesa tanto?.-
Janie le observó estupefacta. ¿acaso su hermano no entendia?.
-Es una Lady
Christian se encogió de hombros. Las palabras de su hermana le parecieron una solemne tonteria, la más grande que hubiera dicho nunca. ¿Que le pasaba a los Ingleses con los titulos nobiliarios? ¿Se volvian todos tontos?Pero Janie...
Ella era diferente, o por lo menos lo fue hasta que se casó con Gordon, que si bien no tenía titulos era un mercader con bastante renombre. ¿Desde cuando la interesaban a su hermana todas esas tonterias? Debía ser que Londres contagiaba su estupidez.
-Tio Chris, haznos otro truco de magia.- insistierón los niños al unisono.
-Más tarde chicos.- Rió el hombre tomando la chaqueta oscura que colgaba de la verja.- Tengo que atender algunas cosas.- Se echo la prenda sobre un hombro y despues de revolver el pelo de Winter inició el camino hacía la plaza.
Janie le observó partir con una media sonrisa en los labios, conocia demasiado bien al calavera de su hermano y había oido rumores sobre la belleza de Lady Needs.

Nataxa y Marlyn tomaron un delicioso té en la rotonda, pasearon por las calles más comerciales visitando a un par de modistas.
La joven emocionada, observaba todo con ojos curiosos, los edificos, el banco. la biblioteca.
A veces escuchaba los comentarios:¿Quienes son? No las he visto nunca. Támbien otros como: Creo que es ella. Pobre se ha quedado solita..
-Los pies me estan matando.- Gruñó Nataxa. Llevaba varios paquetes en los brazos, al igual que Marlyn. Estaba tan impaciente por ver los accesorios que se había comprado que no pudo esperar a que se lo llevaran a casa, si no que quisó hacerlo ella misma. En ese momento comenzaba arrepentirse.
-No hables asi.- la amonestó Marlyn con tono cansado, luchando con su propia carga.
Nataxa suspiró ruidosamente y alzó la barbilla para poder observar entre los paquetes. George no debía andar muy lejos.
Notó el topetazo cuando todos los bultos que sostenia en su brazos comenzarón a caer sobre la calzada.
La furiosa frase que estuvo a punto de soltar por su boquita, se ahogó en el mismo instante que descubrió quien había sido el causante del estropicio.
Su hermoso cabello dorado era inconfundible.¡Dime que no eran tus hijos!. Era todavia más guapo de lo que había creido esa mañana. Sus ojos de un color azul zafiro la devoraron con interes antes de inclinarse para recoger los paquetes.
La joven miró sus anchos hombros y sin apartar los ojos de él, támbien procedió a recoger sus cosas.
-Gracias.- musitó con las mejillas encarnadas.¿Gracias?.¿Por tirarla las cosas y empujarla en medio de la calle?.
-Mis disculpas, Lady Needs. No sé en que pensaba cuando tropezé.
La joven se incorporó. ¿En que iba pensando?Pues seguro que en ella, si no ¿De que otro modo sabria quien era cuando ni siquiera les habían presentado?. No hacía falta ser muy inteligente para descubrir que el choque no había tenido nada de acidental.
-¿Nos conocemos?.-simuló estar confusa, fingiendo que era la primera vez que lo veía. Tenía los brazos extendidos y él se dedicaba a poner más paquetes sobre ella.
-La vi esta mañana cuando salí de casa. Todo el mundo habla de la dama misteriosa que visita Londres.
Nataxa sintió la verguenza de repente.Él se había dado cuenta de la forma en que lo había mirado desde el carruaje.
Echó una ojeada a Marlyn, pero la mujer estaba más pendiente de encontrar a George que de la conversación que acababa de iniciar con el...señor.
-¿Puedo ayudarlas en algo?- La cálida voz del hombre resultó de lo más agradable.
-Buscamos al cochero.- Nataxa enderezó los hombros ante el peso para asegurar la carga.
Christian sonrió divertido.
 - Soy Cristian Merrywatters.
-Le tenderia la mano.- Nataxa se encogió de hombros. El hombre era guapo, apuesto, fornido, con un extraño y maravilloso acento. ¿Por que no se hacía el galante y la ayudaba con los paquetes en vez de seguir acomodandola más sobre los brazos?, ¡pero bueno!¿Tanto había comprado?.
-Nataxa.- la avisó Marlyn negando con la cabeza. Acababa de conocer al hombre y ni siquiera tenia la suficiente confianza como para bromearle.
La muchacha miró a la institutriz de un modo muy especial, como de "dejamelo a mi que lo enderezco ya". y Christian soltó una carcajada divertida. Al buen entendedor con pocas palabras ...
-Lo lamento señor Merrywatters.- se excusó ella.
-No tiene por que. Creo que  ya viene alguien ayudarlas. -El hombre señaló con el mentón al lacayo que caminaba hacia ellos.
Marlyn fulminó al pobre hombre con la mirada:
-¿Donde esta George?
-Ya viene señora, el coche se quedo atascado, pero ya no tarda.- Miró a su joven ama y lanzó al hombre una mirada de desconfianza.-¿Se encuentra bien señorita?
-Todo bien Tamber.- le aseguró.- cogeme esto por favor.
Con el choque, varios mechones oscuros había escapado del elaborado peinado de la joven y caían sobre sus ojos. La muchacha resopló en actitud infantil,intentando apartarlos de su frente. ya que las manos aún seguian ocupadas.
-Y digame.-se giró hacía el caballero que la observaba expectante, con un brillo burlesco en sus ojos-¿Donde ha dejado a sus hijo?Parecian encantadores.
La verdad es que ni se había fijado en los crios. Pero tenía que saber, no podia tontear con alguien que ya estuviera casado. Ella no era ninguna ladrona de maridos, pero él, era tan guapo con las arruguillas que le salian junto a los ojos cuando sonreia.
Christian por vez primera se quedó sin habla.
-¡Nataxa!.- insistió Marlyn sonrrojandose.Abrió la boca para continuar y la volvio a cerrar sin saber que decir.
La mirada de Marlyn y Christian toparon, una angustiada, otro sorprendido y divertido a la vez.
Nataxa, indignada había visto el cruze de miradas y ella misma vizqueó frunciendo el ceño. ¿pero que estaba haciendo de malo?¿Había incumplido alguna falta del decoro?¿No podía hablar de sus hijos?. Desde luego hubiera sido más sencillo si hubiera preguntado por la salud de la señora Merrywatters, pero que la importaba a ella la tal dama, en caso de haberla.¿la habria?
-Me alojo en casa de mi hermana. Ella estaría encantada de que acudieran a cenar un dia de estos y mis sobrinos se pondrían muy contentos.
¿Sobrinos?. Nataxa respiró. Una sensación de relajación comenzaba apoderarse de su cuerpo que sin darse cuenta se había tensado de tal manera que parecia tener un palo en...
-por supuesto que aceptamos señor Merrywatters.-asintió Nataxa mirando a Marlyn.-¿verdad que aceptamos?
-Aceptamos.- contestó Marlyn cansadamente.-No será una molestía.¿Verdad?.
-Claro que no. Janie estará encantada.
George llegó por fin, estacionando junto a ellos. Tamber y el cochero cargaron los paquetes
Christian ayudó a las mujeres a ascender al carruaje. Estaba por soltar la diminuta mano de Nataxa cuando la joven le aferró del brazo con una vuelta de muñeca:
-¿Le llevamos a algún sitio?
-No gracias.- rió.- Debo hacer cosas antes de regresar a casa... con mis sobrinos.
Nataxa apretó con fuerza los labios en un gracioso mohin, simulando la sonrisa que estaba por soltar.

-¡Nataxa!- exclamó Marlyn una vez cerraron la puerta del vehículo.
-¿Ha visto su cabello, señorita Dimlomp?¿No le parece una maravilla?.Creo que podré perdonarle que haya chocado conmigo adrede.- se inclinó hacia las cortinas que la impedian observar la calle y al hombre. Marlyn la detuvó a tiempo.
-Nataxa, te has comportado terriblemente mal.-agitó la cabeza contrariada.-¿donde esta tu sombrero?.
La joven se llevó las manos a la cabeza. ¿Cuando lo habia perdido?¿Durante la caída?. Trató de hacer memoria y acabó encogiéndose de hombros.

Desde luego, durante el resto del dia, Christian Merrywatters fue sin duda el principal tema de conversación.
El hombre era todo un misterio para ellas. De la hermana no averiguaron gran cosa, excepto que estaba bien posicionada.
La invitación llegó el mismo día, de modo que acudirian a cenar, y Nataxa tenia tantas ganas de verle nuevamente que no aceptó ninguna excusa de Marlyn.
-Señorita Dimlomp. ¿Se ha parado a pensar que vamos a casa de unos completos desconocidos?
-Eso debiste pensarlo antes.-Marlyn se acomodó en el interior del carruaje y la joven hizo lo mismo.
-¡pero usted aceptó!- replicó Nataxa pasando los dedos sobre el encaje que adornaba su falda negra.
Marlyn ni siquiera la miró. No pensaba enzarzarse en ninguna discusión con ella, tan solo se encogió de hombros tratando de parecer indiferente.
El sol se escondia, lento, perezoso, bañando con su últimos rayos de fuego los tejados de Londres, cediendo el paso a una pálida y transparente luna que luchaba por subir a lo más alto y pender del firmamento desde un hilo de plata.
Una suave brisa acariciaba los jardines jugando con las flores, meciendo las copas de los árboles con délicadeza.
Marlyn tomó la mano de la muchacha, la sintió temblar.
-Todo va a estar bien Nataxa. Sé tu misma, pero no te pases.
-¿Y si hago algo mal?- preguntó con miedo repentino.
-Imposible- Marlyn sonrió reconfortandola. Moldeó el rizo oscuro que caia sobre la frente lisa. El cabello era tan negro como el saten de la noche y tan suave como la más pura seda.- Los dejarás a todos encantados.
Nataxa respiró hondo un par de veces,llenandose de fuerza y vigor. Todavia pensaba que deberian haber ido andando, la casa se encontraba a unos pocos metros. Era más la parafernalia que George tenía que montar, que lo que realmente tardaban en llegar si hubieran ido paseando.
El carruaje se detuvo en el portal. Poco antes de que Nataxa descendiera con ayuda de Tanner, Marlyn la colocó una mano sobre el codo:
-Nataxa, olvida tu sinceridad y en boca cerrada no entran moscas.
Ella asintió, deseó salir corriendo y huir, pero asintió. Apretó la fina mantilla española sobre su cuerpo con la intención de hacer parar el temblor, no era frío lo que sentia, eran los nervios que crecian desde el interior de su estomago y ascendian a su garganta impidiendola hablar. No tenia sed, pero si la boca seca y pastosa.
Junto a Marlyn ascendió los pocos escalones que les separaban de la puerta principal. Miró el pesado llamador de hierro, pero la puerta se abrió repentinamente.
Un mayordomo les recibió con amabilidad, guiandolas hacia una sala pequeña y acogedora. Sobre la chimenea, un enorme cuadro llamó la atención de las damas.
 Un paisaje campestre lleno de colorido,pinceladas amarillas mezcladas con tonos castaños, los azules con los negros.

Janie descendió las escaleras con majestuosidad, una mano apoyada ligeramente sobre la baranda de madera. Una trémula sonrisa en los delgados labios.
Vestia un elegante traje en tonos burdeos rematado en el escote y los puños por unas diminutas y perfectas perlas Su dorado cabello,  más mate y apagado que el del hermano, caia con gracia sobre uno de sus hombros desnudos.
-Lamento haberlas echo esperar.- Se inclinó levemente ante Nataxa,Janie dificilmente podria condundirse de mujer, puesto que la muchacha más joven vestia totalmente de negro guardando el luto del Lord.- Lo de su abuelo debío ser horrible, lo siento mucho.
-¿Le conoció?- preguntó la muchacha con una sonrisa.
-No tuve el placer...- Janie se dirigió a Marlyn y la saludó afablemente.
-Tiene usted una casa preciosa. La señora Dimlomp y yo admirabamos el óleo- Sus ojos verdes se volvieron de nuevo hacia la pintura.-Da la sensanción que el paisaje nos envuelve, como si nos trasladara de sitio.
Janie sonrió satisfecha y orgullosa a un tiempo.
-Es un sitio real. Yo lo pinté.
Nataxa entreabrió los labios admirada. Nunca había conocido a una dama con tan mágnifico don.
-Es muy hermoso.-Admitió con total sinceridad.
-Se lo agradezco.-Janie volvió a inclinarse ligeramente y la sonrió.- Es un honor para mi y mi familia que hayan acudido, sobre todo sabiendo que usted no debe de tener muchos ánimos. Mi nombre es Janie Travels.
-Solo esperamos no ser una molestia.-Intervino Marlyn.- Imagino que el señor Merrywatters le habrá contado como nos conocimos.
-¡No diga eso, por favor!. Reconozco que me sorprendió.- se encogió de hombros con una gracia soberbia.- Me comentó que fue un encuentro algo divertido.
Nataxa enrojeció subitamente y apartó la mirada de la mujer. Tampoco se atrevió a mirar a Marlyn,para no encontrarla con su aconstumbrado ceño fruncido.
Janie las guió hacia el salón haciendo un pequeño recorrido por la casa. Todo era muy sencillo y hogareño de un gusto exquisito.
-Mi familia no tardará en reunirse con nosotros. Godon y los niños llegaron tan solo hace un rato y estan terminando de vestirse.
-No se apure señora Travels.-Sonrió Marlyn con los ojos clavados en Nataxa.- Nosotras hemos llegado antes de tiempo.
-¡como vivimos tan cerca!.-asintió la joven.
Janie sirvió tres copas de un vino dulce mientras esperaban.


Cuando Christian entró en el salón con unos pantalones negros y una camisa de seda blanca con bordados en los puños, el corazón de Nataxa se detuvo.
Era como si el sol hubiera ocupado un lugar en el salón, iluminando con su llegada los rostros femeninos. El cabello dorado había sido peinado hacia atrás con mucho estilo,aún asi su logitud, cubria la fuerte nuca.
Nataxa, incapaz de mirar a otro sitio que no fuera él, se sonrojó.
-Me alegro mucho que hayan podido acudir.- en dos zancadas llegó hasta ellas con su eterna y encantadora sonrisa. Saludó a Marlyn besando ligeramente sus nudillos. Y se volvió a Nataxa. ¡Era alta! ¿como no se había dado cuenta esa tarde? Estaba aconstumbrado a sacar al menos cabeza y media a las damas,a ella apenas la sacaba quince centimetros. Su mirada azul recorrió la figura de la dama con un brillo apreciativo. El color negro le hacía parecer más madura y támbien más palida. Realmente el color no la favorecia mucho, aún asi reconoció que era la joven más bonita que había tenido el placer de conocer.- No tuve oportunidad de darle mis condolencias esta tarde.
La belleza del hombre la abrumaba. El extraño y suave acento. Los exoticos ojos azules que brillaban como un mar cambiante, ahora grises o turquesas, mezcla de zafiros y la linea azafata que bordeaba el iris. Un raro color azul, un hermoso tono brillante y transparente como las más altas olas.
Nataxa era consciente de su cercania, de su aroma embriagador y varonil, de la fuerza de su cuerpo.
Janie carraspeó ligeramente llamando la atención de su hermano. Había sido tan solo un lapsus de tiempo que parecia haberse detenido, paralizando la escena como en un cuadro de Velazquez.
-Veo que estan probando el delicioso moscatel de la produción de mi cuñado. Me serviré uno para acompañarlas.
Janie se acercó a él con una mirada de disculpa hacia las damas.
-¿Bajará Jhon?.- Janie preguntó en alto, de ese modo rompió el incomodo silencio que Christian habia creado despúes de entrar.
-Se ha marchado. Tenia unos negocios que atender.- respondió algo contrariado, de no haber invitado a las damas, él lo hubiera acompañado. Le imaginó en alguna taberna del puerto dispuesto a comenzar algún ejercicio físico.- Más tarde me reuniré con él.- guiñó un ojo a su hermana y terminó de servirse la copa de vino.
Los ojos de Nataxa se dilataron curiosos durante unas milesimas de segundo.¿Seria capaz su anfitrión de marcharse estando ella en casa? Desde luego eso no seria de caballeros y él lo era.¿Lo era?.
Gordon apareció con los niños bastante azorado e incomodo por el retraso, disculpandose cuando saludó a las señoras y presentó a los encantadores muchachos.
La cena transcurrió con mucha tranquilidad, como si se trataran de una familia bien avenida. Nataxa perdió los nervios y Marlyn participó activamente en la conversación.

Christian estudió a la muchacha durante la velada, le gustó la sonrisa sincera, la forma de enarcar las cejas cuando no entendia algo, la manera en que fruncia los labios cuando alguien la hacia reir. Le sorprendió su capacidad para llenar una conversación con divertidos toques de humor. Era algo charlatana, pero no empalagosa, su voz dulce llenaba el comedor y sus carcajadas, frescas y chispeantes como las burbujas del mejor Champagñe Frances.
Una vez acabada la cena, pasaron a la primera sala donde Janie las recibió. Los pequeños se despidieron. Los hombres se sirvieron Brandy y un fino Jerez para las mujeres.
-Debe ser muy divertido convivir con los niños.-Comentó iniciando una nueva conversación con la anfitriona. Evitó mirar a Christian, siempre que lo hacia, él parecia observarla e incluso tenia la fuerte sensación que podia leer su mente y eso la incomodoba.
-Siempre me han encantado los crios.-Admitió Janie mirando con ternura a su esposo. Gordon no era una persona muy habladora, sin embargo su educación era impecable.
-¿Le importa si fumamos aquí o nos retiramos al despacho?.- preguntó Gordon a su esposa.
-Por nosotras no hay problema.- respondió Nataxa con una sonrisa.-Mi abuelo solia fumar.- sus ojos brillaron con melancolia.- Le hubiera encantado conocerles.
-Yo le conocí-asintió Gordon.- Era un buen hombre.
El corazón de Nataxa saltó de alegria henchido de orgullo. Se limpió una solitaria lagrima con un dedo y seguidamente tomó el delicado pañuelo que alguien la tendió.
-De modo que nació En Nolfork.- Janie, muy atenta como siempre, cambio el sentido de la conversación.-¿No ha salido nunca del Pais?.
-Aún no, pero me gustaria recorrer Europa.
-¿Y Ámerica?.- preguntó Cristian- ¿No siente curiosidad?
La mueca de desprecio ante la sola mención fue visible para todos, en especial para Christian que frunció los labios algo contrariado.
-Jamas iré aquella tierra de salvajes.- se estremeció con un escalofrio.-¿Y ustedes?¿Son de aquí?
Christian dejó su copa de Brandy sobre un sencillo aparador y se giró a la muchacha.
-Somos Americanos- respondió con frialdad, dolido por las insensibles palabras de Nataxa. ¡Salvajes!.¿Eso era lo que ella pensaba de él?¿Que era un salvaje?. La retó con una mirada fria, helada.
Nataxa se pusó en pie, haciendo que el resto se incorporara con rápidez. Cuadró los hombros con orgullo y elevó el mentón desafiante. No la asustaba en absoluto, claro que en ese momento tampoco era capaz de pensar con cierto raciocinio.¡ Puagh!.
-Se nos ha hecho muy tarde.- Marlyn estaba luchando por controlar su angustia. Era una situación dificil y Nataxa, ¡por favor, sé educada!, tenia los ojos verdes cubiertos de un brillo peligroso. Su rostro, una máscara fria, impersonal. El cuerpo tenso en toda su longitud.
Marlyn tomó el brazo de la joven y tiró de ella con suavidad, apartandola del señor Merrywatters, quien la enfrentaba la mirada con una descarada desfachatez.- Sentimos marcharnos de esta manera.- Se disculpó Marlyn con el rostro rojo de verguenza.
Nataxa la miró, sin verla. En realidad sin ver a nadie.¿Sentimos?. No, ella lo único que sentia era haber conocido aquel salvaje, cretino ámericano, calavera,truhan...Agh. ¿Por qué?¿Como habia podido pensar que era apuesto con aquellos cabellos de salvaje?. Debió haberlo adivinado cuando la interceptó en mitad de la calle.¡Un mal educado!.

En el interior del vehiculo,Marlyn suspiró con alivio.
Nataxa, se sentó frente a ella,perdida en sus propios pensamientos con los ojos vagando sobre su falda de duelo,conteniendo a duras penas lagrimas de rabia contenida. Pudo sentir la mirada de Marlyn sobre ella y por fin, se giró para enfrentarla. Sus ojos verdes refulgieron cual brillantes gemas, adquiriendo un tono más oscuro de lo normal.
-No voy a disculparme.- casi rugió golpeandose las abullonadas faldas con el puño cerrado. Apretó los dientes con tanta fuerza que la mandibula comenzó a dolerla.
Marlyn se encogió de hombros. No tenia ninguna ganas de soportar un arranque de mal genio.
Clavó la vista en las manos que habia entrelazado sobre el regazo.
-¡No me puedo creer que las primeras personas que...! ¡Americanos!.-se restregó las lagrimas con el dorso de la mano.- Parecian agradables...
-Son agradables.-musitó Marlyn.
Nataxa fingió no haberla escuchado.
-El mejor amigo de mi padre  era del condado de Arlington en Virginia. Trabajaron juntos mucho tiempo y cuando las cosas se pusieron dificiles aquí, mi padre viajó a las colonias en busca de las famosas quimeras de oro.- agitó la cabeza, recordar dolia.- Asesinaron a mi padre.
Marlyn tomó aire y lo soltó con rápidez, o su cabeza no funcionaba bien o iba a marchas forzadas.
-Lord Needs ¿Estaba apurado economicamente?.
Nataxa negó con la cabeza:
-Mi padre fue desheredado.- Marlyn abrió los ojos como platos y Nataxa dejó caer la cabeza hacia atras.
El coche se detuvo frente a la puerta principal, ambas ignoraron el aviso de Tanner.
-Douglas no dió el consetimiento para aquella boda,aunque se arrepintió mucho de ello.
-Y tu padre se fue a trabajar ...-animó Marlyn sumamente interesada.
-Recibimos la noticia medio año despues.Mi padre se  iba a instalar alli- miró a Marlyn y nuevas lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.-Nos mintieron, nos hicieron creer que mi padre se habia vuelto a casar y que no regresaria más.
Marlyn acarició la cabeza de la joven cuando la colocó sobre su regazo.
-¿Y era mentira?.
-Si.-su voz llegó ahogada a traves de las ropas.-Mi madre nunca creyo eso de mi padre. Confiaba en él.- sorbió las lagrimas y se incorporó respirando nerviosa.- Ellos se amaban con locura, si no mi padre jamas hubiera renunciado a la fortuna. Apelamos a Douglas,se compadeció de mi madre y la ayudó a investigar el paradero de su hijo.
" Su mejor amigo.- siseó con furia y asco- le mató y nos quiso hacer creer toda esa basura.
-¿Pago por su crimen?.
-Si.- asintió Nataxa. encogiendose de hombros.-Todos pagamos por ello. Mi madre se lanzó por un acantilado.- Pestañeó varias veces tratando de disipar las lagrimas.-No soportó vivir sin él.
Con un nudo en la garganta y mirada perdida en el pasado, empujó la puerta del coche.
Marlyn la siguió, sopesando su palabras con cuidado.
-Nataxa.- la detuvó antes de atravesar la puerta.-solo un hombre fue el culpable, no el pais entero.
-Fue el pais con sus ansiados sueños de riqueza y poder, con sus engaños en las nuevas oportunidades, con sus...
-¿Y si el señor Merrywatters fuera el hombre de tu vida?¿Y si os llegarais amar tanto como lo hicieron tus padres?.
Nataxa negó con una mirada salvaje:
-Me lo arrancaria del corazón con las manos y las uñas.-dijo furiosa.

3

La presentación de Nataxa en sociedad fue un exito, a veces empañado por el velo del dolor que poco a poco iba controlando.
Todo Londres habló de ella y de la multitud de fervientes enamorados que llevaba consigo alli donde fuera.
El vestibulo de la casa se lleno de enormes ramos de flores y delicadas cajas de bombones de todas clases, de licor, de frutos, chocolate amargo suizo,especial Frances...
Nataxa pasó a convertirse en la dama más codiciada de la ciudad y los alrrededores, ya no tanto por su belleza como por el bolsillo. Soñada por los hombres, idealizada por las más jovencitas.
En más de una ocasión llegó a coincidir con Gordon y Janie Travels. La buena mujer samaritana colaboraba con el orfanato y prestaba ayuda en el hospital recaudando dinero en subastas beneficas. Gordon era el tercer hijo de un Conde.
El señor Merrywatters no acudia a ningún evento, pero los comentarios corrian por las salas de baile como la polvora.
Nataxa escuchaba los comentarios en actitud desinteresada y a veces no queria hacerlo, pero la curiosidad picaba como un mosquito en verano.
Si hablaban algo malo del hombre ella lo creia a pies juntillas, necesitaba saber lo peor de él. Otras veces le relacionaban con damas de alta alcurnia y ella no podia evitar sentir el tironcito del pecho. Christian Merrywatters había tenido la desfachatez de enviarla un enorme ramo de rosas rojas y una nota simple " Su admirador más manso".

Esa mañana el sol brillaba de nuevo. Era un poco más tarde que de constumbre, aún asi, Nataxa salió a cabalgar con Zeus. Estaba aconstumbrada a
ejercitar al animal todos los dias y normalmente preferia hacerlo más temprano, pues de esa manera no había mucha gente por el parque, ese dia
en especial, las cosas no estaban saliendo muy bien.
Ya en la mañana descubrió que habia vuelto a perder otro sombrero y habia pasado bastante tiempo buscando alguno que concordara con su
vestido de amazona color teja, el mismo traje que se manchara cuando Nora en un descuido la echó sobre la falda la grasa del bacón.
Había vuelto a cambiarse, esta vez optó por los tonos castaños mientras mentalmente se apuntaba pasar por la tienda y encargar un par de vestidos
más.
Cuando estuvo lista, descubrió con horror que las personas que solian estar en el parque se habian duplicado debido a la tardanza con la que salia
ese dia.
Marlyn no cabalgaba, la seguia en el carruaje abierto, bajo una sombrilla en color crema llena de encajes.

-¡Que bello ejemplar!- Jhon montaba en un caballo negro de patas blancas.El animal parecia algo pequeño para su estatura, pero con un porte muy
elegante.
-Diria que es árabe.- murmuró Christian observando.
La mujer giró un rostro enojado hacia ellos.
Jhon silbó admirado. El cabello negro de la dama enmarcaba un bonito rostro de finos y palidos rasgos, destacando unos preciosos ojos verdes
rodeados de espesas pestañas que parecian acariciar sus mejillas cuando los entrecerraba.
Christian evitó hacer algún gesto que delatara que casi en todo el rato que llevaba alli, no habia dejado de observar a la dama, por más que el
caballo fuera uno de los mejores ejemplares que hubiera visto.
El hombre acarició las crines de su Appalosa indio y colocó la cincha ignorando a la belleza morena.
Nataxa, con el mal humor acumulado azuzó su caballo en direción a Christian Merrywatters. La ira fluia en la boca del estomago como un volcán a
punto de explosionar.
Marlyn la detuvo haciendo que George cruzara el vehiculo ante la joven:
-Volvamos a casa Nataxa. ¡No montes ningún expectaculo!.
La muchacha elevó el mentón orgullosamente y cambió el sentido de la marcha de Zeus, animandole a un ligero trote.
Caballo y amazona formaban una hermosa estampa y pocos podían dejar de admirarla.
Nataxa estaba muy furiosa, el simple hecho de ver al hombre tan apuesto le recordó su ramo de flores , en verdad que con solo verle la daban ganas
de gritarle y regañarle hasta quedarse sin voz. ¿Por qué no se habia quedado en casa?. Todos los signos habia sido evidentes, lastima que ella no
fuera pitonisa o algo así.
Se tocó ligeramente el sombrero para cerciorarse de que aún seguia sobre su cabeza e instó a Zeus a cabalgar hasta el pequeño estanque.
Por el rabillo del ojo descubrió la presencia de otro jinete. Evitó bufar como una animal aunque fuera lo que más deseara.
-Espera prima.- Dijó la conocida voz a su espalda.
 La irritación se hizo evidente hasta para Simón.
La joven detuvo a Zeus girandose hacia su primo. Su voz sonó fria e impersonal cuando habló:
-¿Que quieres Simón?. Apenas sí se te ve el pelo por aquí.
-Es cierto.- asintió el hombre observandola con fijeza. - Ya sabes, los negocios.
-Ah, ya.- contestó ella con sarcasmo.
Por encima del hombro descubrió que Christian y el hombre que lo acompañaba habían seguido su mismo sendero y apenas los separaba unos
metros. ¡Estupendo!¡El yanky, el primo! ¿Qué más podía suceder aquella mañana?
Nataxa descendió de Zeus y sujeto las riendas con una mano enguantada. Simón tambien desmontó.
-¿me has echado de menos, prima?.- preguntó burlón,irguiendose juntó a ella. Ambos tenian la misma altura.
-En absoluto.- Con desagrado observó a Marlyn charlando amigablemente con Christian y el otro caballero. La sangre bullia en su interior con una
tempestad salvaje.
En ese momento no sabia a quien aborrecia más, si a su primo" Don perfecto soy un vago", o a Christian Merrywatters" que irresisteble vengo".
-Veo que no has cambiado en absoluto.
-¿Por qué habria de hacerlo, Simón?- se sorprendió.
El hombre se encogió de hombros. Echaba de menos las pullas de Nataxa.
-Mis padres querrian que pasaras alguna vez a visitarles.- Le informó Simón.
Nataxa aguantó la respiración y contó lentamente hasta cinco. Su paciencia estaba al limite.¡Cuanto hubiera ganado si ese dia no hubiera salido de
su dormitorio!
-Querido.-fingió una sonrisa.- Hace años que no nos vemos.-Le miró sobre el hombro.-No se dignaron a venir en el entierro de Douglas.
-Ah.. bueno..Fuí yo.
-¿en representación?.-soltó una carcajada agria- No hace falta que los excuses.
-No parece que eches de menos al viejo.- Simón se detuvo y la miró de manera insultante. Si antes soportaba a la mocosa caprichosa habia sido por
el anciano, ahora las cosas habian cambiado y muy pronto la fortuna de los Needs pasaria a sus manos.
A Nataxa se le subió el corazón a la garganta. Lagrimas de rabia y dolor abnegaron sus ojos.¿Quién se creia que era él para insinuar que no habia
sufrido la muerte de Douglas?
-¿como te atreves?.-La voz salió estrangulada de su garganta. Ni siquiera pensó lo que hacia,la bofetada que propinó a Simón resonó sobre el
estanque asustando a varios patos que iniciaron un corto vuelo.
Simón la fulminó con sus ojos pardos. Con delicadeza se pasó el pañuelo por los labios.
-¿Ocurre algo?.- Christian Merrywatters se apeó de su Appalosa. Había estado lo suficientemente cerca para observar lo sucedido. Peligrosamente se
acercó al hombre con una mirada helada en sus ojos azules.
-¡No he hecho nada!.- se defendió Simón encogido bajo su chaqueta de ante. Vió llegar, sin poder evitarlo, el puño de hierro que le lanzó contra el
camino de tierra.
Nataxa mostró los dientes con aversión cuando escuchó el ruido de huesos contra la carne. Miró con el ceño fruncido, la nariz sangrante de su
primo que se hallaba despatarrado grotescamente sobre el suelo.
Sorprendida, anonadada, observó a ambos hombres.¿No se daban cuenta de que eran ellos quienes le habian estropeado aquella mañana?.
Con un grito poco ortodoxo, se abalanzó sobre Christian golpeandole el hombro al tiempo que proferia insultos a diestro y siniestro en un
autentico estado de nervios.
Marlyn descendió con prisas del vehiculo y Jhon, despues de bajar del caballo llegaba hasta ellos en una carrera.
Christian no hacia más que detener los golpes de la muchacha intentado tomarla de las manos. Nataxa habia destrozado la chaqueta del hombre y
su intención era destrozar la bella sonrisa que Christian no habia perdido en ningún momento.
-Nataxa, volvamos, por favor.- suplicó Marlyn queriendo coger la delgada cintura.
Simón se levantaba del suelo con ayuda de Jhon, aunque este no tuvo ningun miramiento cuando lo alzó por el cuello de la camisa.
Los gritos de Nataxa fueron silenciados cuando Christian, en medio de la confusión, capturó sus labios con la única intención de hacerla callar. Lo
logró. Nataxa sintió la lengua que recorria el interior de su boca y con la suya trató de empujar al intruso. Una pelea que apenas duró unos
segundos, pero que dejó a ambos jovenes jadeantes.
Marlyn, pálida como el papel, recorrió con la vista el rostro de las personas que con curiosidad comenzaban acercarse. Si en aquel momento se
abriera una brecha en el suelo y se los tragaba a todos, era lo mejor que podia pasarles.
Nataxa, con ojos dilatados, tomó las riendas de Zeus, se alzó las faldas hasta las rodillas y de un solo movimiento montó a horcajadas sobre el lomo
del animal. Saltó varios setos con una agilidad increible y desapareció como alma que lleva el diablo.
Christian, despues de observar estupefacto la salida de Nataxa, miró al hombre que seguia sangrando.
-Por favor.- Marlyn apoyó la mano sobre el brazo de Christian. No queria más escandalos con el primo de Nataxa.- ¿me acompaña al coche?.
Christian asintió y ofreció el brazo a la mujer.
-¡Quiero saber su nombre!.- exigió Simón a voz en grito recobrando su compostura y su honor.
-Christian Merrywatters.- contestó con frialdad volviendo su rostro hacia él. Alguien se acercó interponiendose entre ambos hombres. Una multitud
de ojos curiosos les rodeaban.
Marlyn, roja hasta las orejas, tiró de Christian llevandole ella misma hasta el vehiculo. Una vez alli, la mujer respiró con más tranquilidad.
-Señor Merrywatters.- se pasó la lengua por los labios resecos y miró de reojo a Simón antes de volverse a él.- Lamento lo de Nataxa por favor,
disculpela. Es muy joven y a veces algo insesata. Ella no suele comportarse asi...
-Solo con los ámericanos.- interrumpió con sequedad.
-¡No!.- exclamó la mujer.-¡Solo con usted!.
Christian suspiró asintiendo lentamente. Aún podia sentir el sabor de Nataxa en su boca, el contacto aspero y envolvente de la lengua de la joven
cuando trató de expulsarlo de su interior. Pensando en ello le dieron ganas de reir, pero su mirada se volvió a posar sobre Simón.
-Es su primo Simón.- explicó Marlyn.- Se llevan como el perro y el gato.
Christian se paso la mano por la cabeza y ayudó a la mujer a subir al carruaje. George, con ojos desorbitados y mordiendose el labio inferior,
fulminó a Simón con la mirada.

Nataxa terminó de bajar la escalera cuando llamaron a la puerta. Ni Nora ni Tanner parecian estar a la vista en ese momento de modo que la joven, trás mirarse en un espejo ovalado de suntuoso marco dorado, abrió.
Christian Merrywatters la fulminó con la mirada. Se abrió paso hasta ella y dejó sobre una repisa el sombrero castaño que Nataxa había vuelto a perder en el parque.
-¿Que hace aqui?.- preguntó sorprendida.
-¿Que te parece? Es contigo con quien quiero hablar.
-¿Y desde cuando me tutea?¿Cuando le he dado yo...
-¿Permiso?.- Sugirió él.-El permiso me lo gané en el mismo momento en que su primo me reto a duelo.
-¿Que?.- Nataxa dió un par de pasos hacia atrás y su espalda chocó con la baranda de la escalera.
-¡Pero bueno!.¿que creias que sucederia?.- explotó Christian al borde de la furia.- De modo que yo pretendo ayudarte y ¿Que haces?. Te pones de parte de tu primo despues de abofetearle.
-¡No!.- negó Nataxa, evitando que el notase el miedo que comenzaba a fluir por sus venas.-¡No me puse de parte de nadie!.¡Tampoco necesitaba su ayuda! Me las estaba apañando muy bien.
-¿Por eso me sacudistes?.
-¡Yo no hice tal cosa!.- gritó ella. Su cuerpo ya no tenia espacio para seguir avanzando de espaldas.
Christian se pasó una mano por el dorado cabello, revolviendolo.
- Vengo a Londres una vez cada dos años para ver a mi hermana.- explicó con voz dura.- Nunca la he dado motivos de escandalo ni la he hecho pasar verguenza.- hizo un pausa y la miró con atención. Era tal la furia que sentia,que deseó tomar el fino y delgado cuello entre sus manos, y si no matarla, por lo menos darla un susto de muerte. Su cordura se antepuso a lo demás.-¡Por Dios!. Quise defenderte. ¿por que diablos me pegastes?.
Nataxa le miró sin pestañear siquiera. Quizá el hombre tenia razón, pero allí, en el parque, no habia pensado nada más que en la molestia que le provocaba él y su primo.
-Hablaré con Simón. Se retractara de lo del duelo. estoy segura.
-¡No!.- Vocifero Christian.- No deseo que se retracte de nada.
-Entonces.¿Que quiere que haga?.- preguntó aterrada. La mirada azul del hombre se oscureció.-¿que puedo hacer?.
Christian soltó un suspiro y la estudió con lentitud:
-Despues del escandalo que has montado te aconsejaria que nos ...prometieramos...
-¡Ja!.- Soltó Nataxa con irona.- ¡Ja!.- volvió a repetir. Se abrió paso ante él golpeandole ligeramente con el hombro al pasar.
Christian la detuvo sujetandola el brazo y obligandola a mirarle:
-Esta noche, toda la maldita sociedad sabrá lo que ha ocurrido en el parque. Que hablen de tí me tiene sin cuidado. Otra cosa es mi hermana.
-¡No quiero casarme con usted!.- se quejó con el menton alzado.- No veo por ...
-No tendras que casarte. Romperas el compromiso dentro de una semana.- Christian observó como la joven arqueaba las cejas sin entender- Siempre puedes decir que despues de habertelo pensado, no quieres abandonar tu hermosa Inglaterra.
-¿Por qué una semana?-
-Regreso a mi pais.- respondió.
Nataxa sintió algo en su pecho al oir aquello. De modo que Christian desapareceria de su vista,
-¿Que pasará cuando venga dentro de dos años?- insistió ella, ¿que es lo que queria oir?¿Que le volveria a ver?.
-Si regreso, espero que estes divinamente casada. Pero no es muy probable que vuelva, Gordon y Janie estan pensando trasladarse a Boston.
-Ah.- No se la ocurrió nada más que decir. A lo mejor nunca volveria a verle de nuevo. Eso era bueno.¿verdad?.
-¿No podemos dejar las cosas como estan?.- Hacia unos segundos que Christian habia soltado su brazo, sin embargo, aún tenia la sensacion del calor que habia producido la presión de su mano sobre ella.
-Te repito que no voy a consentir que nadie hable de mi hermana y...
-de acuerdo.- asintió Nataxa.- Luego usted se irá y yo podre continuar con mi vida normal.- intentó sonreir pero no hizo más que una mueca.- A Simón no le va hacer mucha gracia. Seguramente desistirá de lo del duelo. ¡Usted va a ser mi prometido despues de todo!.-Vió a Christian encogerse de hombros con indiferencia y frunció el ceño pensativa.- Podria hacerme la enferma durante esta semana,asi no tendriamos que salir juntos.
El hombre agitó la cabeza con una sonrisa burlona:
-Voy aprovechar la semana que me queda en Londres y tú.- la señaló con el dedo.- Vas a acompañarme.
-¿pero porqué?. Usted nunca acude a los bailes y...
-y seguiré sin acudir, pero suelo hacer otras cosas. Pasear, ir a cenar, visitar algún museo, me encanta la biblioteca, el teatro. Dejame decirte que hay muchas otras cosas en la vida.- Se acercó a la puerta sin apartar los ojos de ella.- Mañana anunciaremos el compromiso en casa de Janie.
-¿Y si no voy?.- se atrevió a preguntar en un hilo de voz. De pronto tenia el estomago revuelto.
-Irás.- contestó con una sonrisa fria.- o vendre a buscarte.- Sus ojos recorrieron con deliberación el vestibulo.- Deberias comenzar a deshacerte de todas esas flores.
Nataxa ni siquiera se movió cuando  cerró la puerta dejandola sola y pensativa.


-¿Lo ha oido, señorita Dimlomp?.- insistió Nataxa, observando a la mujer que estaba sentada trás el escritorio.
Marlyn asintió con una expresión de horror en su rostro. Se acarició la barbilla y acabó restregando la cara entera entre sus manos. Por fin levantó sus dilatados ojos grises para posarlos en la joven:
- De haber vivido tu abuelo, te hubiera obligado a llevar el compromiso hasta el final.
-¿Entonces estas de acuerdo con el señor Merrywatters?¿Piensas como él?.
Marlyn se puso en pie, rodeó el escritorio y se acercó hasta ella:
-Tus gritos atrajeron a mucha gente, y esa mucha gente vió el beso que te dió el señor Merrywatters.- se cruzó de brazos respirando hondo.- No me parece tan descabellado su plan, aunque debo admitir que yo te obligaria a casarte con él.
-Pues sería un problema.Él, jamas renunciaria a vivir en su pais y yo...- agitó la cabeza- tampoco dejaría el mio.
-Por cierto. ¿Y que hay de ese Lord que habia empezado a gustarte?¿Como se llamaba?¿Lord Tylor?.
Nataxa apretó los dientes con fuerza. Se habia olvidado de Lord Tylor. Habian coincidido en varias veladas y era un hombre encantador. Quizá no fuera tan guapo como... otros, pero habia sido el único que le habia llamado la atención.
-Puede que cuando pase todo...
-¿Estas segura?.- insistió Marlyn.
-No lo sé.- Nataxa se acercó a una elegante silla tapizada en tonos burdeos. Sus ojos se iluminaron de repente- Si las cosas se ponen raras, podemos viajar por Europa. Quisiera ir a Roma. Dicen que los italianos son guapos.
Claro, que estaba completamente segura que nunca encontraria a nadie más atractivo que Christian Merrywatters, ni a nadie que le hiciera sentir ese cosquilleo en la boca del estomago.
Christian habia sido el primer hombre que la habia besado. El miedo y la extraña sensación de rozar su lengua, sus labios, sus dientes, un beso corto e intenso que la habia sorprendido y que de no haber llegado tan de improviso, hubiera saboreado y disfrutado.
-Enviaré una notificación a tu primo. Le contaremos lo del compromiso.

Simón arrugó la misiva y la lanzó con fuerza contra el aparador.  Agarró el tablero del mueble y lo sacudió sin importarle que golpeara brutalmente contra el muro,un reloj de repisa y un portarretrato de plata salierón volando estrellandose con estrepito contra el piso.
Estaba tenso, furioso.
Gritó una, dos veces y finalmente lanzó el aparador contra la pared haciendolo añicos.
Alguien se asomó por su despacho y Simón lo echó apuntando con el dedo hacia la puerta:
-¡Fueeeera!
Quien quiere que fuese el que estaba alli, cerró la puerta con suavidad dejandole solo.
Mil pensamientos cruzaron por la mente del hombre. No le quedaba más remedio que actuar antes de lo que habia previsto.
Llevaba mucho tiempo confecionando no un plan, si no muchos planes para acabar con su prima, planes que hasta ahora todavia no se habia decido a poner en marcha.
Respiró hondo, tranquilizandose y con velocidad se frotó las manos en un acto reflejo, para terminar palmeando con suavidad.
Bien, Nataxa podria anunciar su compromiso y hacer lo que la viniera en gana, pero solo hasta el final de la semana.Si, la iba a dejar disfrutar de su inminente compromiso, una lastima que jamas se pudiera casar, ni con el bastardo ese del parque ni con ningún otro.
Ya se habia cansado de suplicar al viejo que reconsiderara la herencia, de hacer el pelele ante su estupida prima. Ya muy pronto iba a saber quién era él.
Se cruzó de brazos sobre el pecho y sonrió con furia, los ojos castaños mirarón friamente al centro de la habitación.
Estaba furioso y necesitaba despejar la mente.
Se retractaria del duelo, que por otra parte le alegraba. No era muy buen tirador, aunque tampoco hubiera dudado en hacer trampas, habia observado alguno de ellos, y el temor te hacia disparar antes de tiempo.
Miró a donde minutos antes habia estado el aparador con su reloj y el portarretrato y volvió a maldecir, esta vez por su estupidez.
Se inclinó para tomar el reloj, la esfera se habia despegado.
Lo observó desde varios ángulos y lo colocó sobre la repisa de la chimenea. 
Con las ideas más calmadas, se sentó tras el escritorio.
Anularia su cita con Lolet y comenzaria a fraguar su plan esa noche misma.

Nataxa se miró por última vez al espejo y se pellizcó las mejillas para darlas color. El pesado vestido de un tono verde oscuro, susurró sobre la alfombra antes de salir.
La señorita Dimlomp esperaba en el vestibulo sosteniendo una abanico de plumas entre sus manos e indicando a un sirviente donde debia poner el reciente ramo de flores que habia llegado.
-¿De quién es?.- preguntó Nataxa terminando de ponerse el último de los guantes. Tomó el ruedo del vestido y descendió con pequeños saltos hacia las flores.
No sabia porque la interesaban saber de quien era, pero estaba encantada con todos los admiradores. Nunca habria imaginado que se sentiria tan halagada de recibir tantos regalos y sobre todo cumplidos.
-¡Es de Simón!.- se sorprendió mirando a Marlyn con el ceño fruncido.

-Pues mejor.-Nataxa dejó caer la nota y miró despectivamente las flores. ¡Que culpa tendrian las pobres!.
Marlyn la entregó un pequeño bolso y ella lo sujeto de su muñeca.
Habia llegado la hora y ella debia comenzar a representar su farsa. Despues de todo, puede que hasta la divirtiera. Iba a ver hasta donde estaba dispuesto a llegar el señor Merrywatters.

 Janie, con una sonrisa carente de alegria,saludó a Nataxa y a la señorita Dimlomp que como cualquier otro invitado aguardaban su turno para saludar a los anfitriones. Gordon, con una mano en la cintura de su esposa, cuadrado sobre sus hombros, tomó la mano de Nataxa y se inclinó ligeramente.
Christian apareció de inmediato, daba la sensación de haber estado escondido hasta que la joven hizo su acto de presencia.
Nataxa lo observó con verdadera admiración. Los cabellos dorados relucian bajo las enormes arañas que pendian del techo.
Llevaba un traje oscuro de corte bastante moderno, una impecable camisa de seda en color crema con el cuello y los puños bordados sin demasiadas florituras y un precioso chaleco de brocado de un tono mas oscuro y brillante que la camisa.
-Me alegro de que ya estes aquí.- se inclinó levemente sobre ella, embriagandola con un aroma dulzón y muy masculino a la vez. La rozó una mejilla con sus labios y aunque ella trató de alejarse, Christian se lo impidió, tomando el brazo enguantado de la joven y colocandolo sobre el suyo.- Será mejor que lo anunciemos ahora, todo el mundo habla del incidente de ayer.- susurró simulando una sonrisa.
Nataxa asintió imperceptiblemente con la cabeza, elevó los ojos para mirar al hombre, pero este, observaba hacia algun lugar de las altas escaleras. Nataxa siguió su mirada. Barbara travels, espiaba la fiesta, escondida entre las sombras que producian unas largas cortinas en el corredor superior.
-Aún no tiene la edad suficiente.- le informó Christian apretando ligeramente su mano para que no descubriera la presencia de su sobrina ante los demás invitados.
Nataxa asintió y se dejó llevar entre la gente, cosciente de las muchas miradas que se clavaban en ella y en su pareja.
Podia sentir bajo su mano el fuerte músculo del brazo del hombre, el calor que desprendia incluso a traves de la chaqueta. Volvió a mirarle, esta vez de reojo. Se la hacia muy dificil mantener la mirada alejada de él, sus ojos azules brillaban burlones, retandola en silencio. Su sonrisa, tan natural y tan fresca..
Nataxa se percató en ese mismo momento de las damas que con disimulo también le observaban y si bien se sintió repentinamente orgullosa, no pudo por menos que recordar que su compromiso seria tan solo una farsa.
Pensar que despues no le volveria a ver no la alegraba tanto como habia pensado en un principio.
Fue Gordon, quien despues de detener a los músicos, anunció el compromiso  que fue recibido con un sonoro aplauso.
Christian descendió su mano sobre el costado de Nataxa y la colocó sobre la cintura posesivamente, mientras recibia las felicitaciones con la otra mano.
Nataxa, con una sonrisa nerviosa, inclinaba la cabeza a modo de agradecimiento y con disimulo clavaba su codo de vez en cuando en el vientre de Christian intentando que guardara las distancias amenazandole con los ojos.
-¿Estas incomoda?- la preguntó en una ocasión arrastrandola hacia la pista de baile. Varios invitados se apartaron dejandolos hueco.
Nataxa se amoldó a su brazos y se dejó llevar en una alegre y conocida melodia. Por un momento se sintió como la princesa de los cuentos de hadas que tanto habia leido, girando por el salón con un fuerte y apuesto hombre de mirada turbadora.
Imposible no sonrojarse cuando el sonreia de aquella forma tan seductora.
-Usted me incomoda.- admitió.- Me soba demasiado.
-¿Que?.-Christian arqueó las cejas sin tratar de ocultar la risa que amenazaba su boca.-¿Como?.- se hizo el inocente. Su mano acarició como con descuido la delgada espalda de la muchacha.
Nataxa se envaró y Christian soltó una divertida carcajada junto a su oido.
El hombre estaba disfrutando.
Con una graciosa caida de ojos, Nataxa le observó entre sus largas pestañas. Sus dedos acariciaron con suavidad el brocado del chaleco. ascendiendo con lentitud hacia el fuerte cuello.
Christian la detuvo con la respiración entrecortada, entrelazando sus dedos con los de ella.
-Es un juego que podemos jugar los dos.¿No cree, señor Merrywatters?.-Preguntó ella con voz ronca y seductora.
Nunca antes habia estado con ningún hombre, pero si habia observado muchas veces como las damas llamaban la atención de los varones y esa noche estaba descubriendo sus habilidades en el arte de seducir.
-¿Y quieres seguir jugando, Nataxa?.
Giraron por última vez antes que la música se detuviera.
Ambos se miraron con intensidad durante unos segundos. Ella fue la primera que apartó la vista ruborizada. Cuanto más le miraba más la atraia.
-¿Que ha dicho su familia de todo esto?.- se atrevió a cambiar de tema.
Christian volvió a colocar la mano de Nataxa sobre su antebrazo y la llevó hasta una larga mesa donde servian refrigerios.
El hombre se encogió de hombros. Soltó a la joven y alcanzó dos copas de Champagñe.
-Mi hermana esta deseando que me marche ya.- sonrió entregandole la copa.
-yo.. no bebo..casi nunca.- Nataxa sostuvó la pieza de cristal entre sus dedos.
-Un brindis.- rió Christian chocando su copa contra la de ella, produciendo un ruido como de cascabeles.-Por nuestro compromiso.
Nataxa le miró con desconfianza. Alzó su copa y bebió. El Champagñe estaba frio, aspero y burbujeante.Le miró por encima del borde del cristal y como siempre sonreia. ¿Acaso ese hombre no dejaba de sonreir nunca?.
Nataxa lo estudió con el fuerte deseo de recorrer la piel de sus mejillas con sus dedos, con sus labios...
Dió un pequeño brinco al descubrir por donde iban sus calenturientos pensamientos y dejó la copa sobre la mesa.
-¿Quieres volver a bailar?.- la tomó la mano.
-¡No!.- contestó nerviosa , con los pies clavados en el piso resistiendose a que él la dirigiera por el salón.
Christian volvió a soltar una carcajada.Y un tono rosado cubrió hasta las orejas de Nataxa.
-La gente cree que me tienes miedo.
-¡Miente!.- Ella lo enfrentó.- eso es lo que cree usted.
-¿Yo?.- fingió extrañarse.-¿Me temes, Nataxa?.
-¡por supuesto que no!. Es solo... que no me apetece bailar.-Recorrió con la mirada a varios invitados que estaban cerca y volvió a clavar sus ojos verdes en él.- ¿Ha tenido noticias de Simón?.
-Si. Venga, salgamos a dar un paseo.
-¿Con usted?¿al jardin?¡Ja!.- se inclinó hacia Christian susurrandole- ¿Tan ilusa cree que soy?.
-No.- fingió no entenderla encogiendose de hombros.- Solo queria mostrarte la misiva que me envió su primo poco antes de comenzar la fiesta.- Christian se buscó en el bolsillo del chaleco y la miró contrito.- ¡Vaya! He debido de dejarla en el estudio de Gordon.¿Me acompañas o tienes miedo?
-No tengo miedo.- alzó el mentón.
Esta vez se dejó guiar sin dificultad, saludando a varios invitados que se cruzaron en su camino.
Christian abrió una puerta y recorrió con la mirada la sala asegurandose de que estuviera vacia, hizo entrar a Nataxa y encendió una pequeña lampara dispuesta sobre el escritorio. cerró la puerta con suavidad.
Pasó cerca de ella para abrir un diminuto cajón del escritorio.
-Yo tambien recibí algo de él.- le contó nerviosa, vigilando con cautela todos los movimientos del hombre- se excusó por no poder asistir.
Christian sacó la nota y despues de agitarla ante los ojos de la muchacha se la entregó:
-Canceló el duelo. Quizá deberia agradecertelo.
Nataxa se dió cuenta de que el hombre se habia acercado demasiado, tanto que se hallaba frente a ella.
La joven quisó alejarse, pero el escritorio se hallaba tras su espalda impidiendo su retirada.
Dejó caer la nota de su primo para poder colocar sus manos sobre el pecho masculino y presionar, no podia dejar que se acercara más, aún asi su espalda se hallaba casi por encima del escritorio.
-¿que se supone que esta haciendo?.- preguntó con un tono chillón.
-Darte las gracias.- contestó divertido.
Nataxa pudó sentir el aliento sobre la cara, un delicioso cosquilleo sobre sus parpados y mejillas.
Con los ojos entrecerrados vió llegar la boca del hombre, aproximandose hacia la suya.
Cuando Christian se apoderó de sus tiernos labios, la joven abrió los ojos expectantes. Ya le habia saboreado una vez, pero esta fue diferente.
Al principio quiso rechazar la lengua del hombre, pero Christian no se dejó e insistió en jugar con ella. Nataxa se rindió, la gustó su sabor, la calidez de aquella boca que parecia querer absorverla.
Atrapó los cabellos dorados con una mano y enredó varios mechones entre sus dedos, perdida en el beso, en el tacto de los sedosos mechones.
Christian la alzó con suma facilidad y la sentó sobre el escritorio, sin apartar sus labios de los de ella. La exclamación de Nataxa quedó ahogada bajo la boca del hombre.
Christian le abrió las piernas para colocarse entre ellas y acceder mejor al profundo beso. La muchacha tembló ante la violencia de sus propias emociones. Sabia que no debia estar alli, que todo no era más que una farsa, sin embargo quizá no tuviera una oportunidad como aquella para estar con un hombre tan tremendamente guapo y viril.¡Su virginidad estaba en juego!, se dijo mentalmente.
Logró apartarse ligeramente de él.
Christian no reia, en su intensa mirada azul leyó el deseo, la pasión.
Las manos del hombre ascendieron por las piernas de Nataxa con firmeza, elevando las abullonadas faldas a su paso. Sintió los dedos ardientes sobre sus muslos desnudos.
Nataxa entreabrió los labios. ¡No podian hacer aquello! ¿Por qué se sentia incapaz de detenerlo?¿Por que dejó que aquellas fuertes manos siguieran su camino dejando una estela de fuego sobre su piel?.
Christian recorrió con sus labios la frente de la joven, oliendo los bucles oscuros de su flequillo,besó sus parpados, sus mejillas, para culminar de nuevo sobre la boca de la joven que lo esperaba con ansia contenida.
Nataxa exclamó, una de las manos de Christian se habia abierto paso entre las ropas intimas de la joven y acariciaba con delicadeza los suaves rizos que escondian su secreto.
Jadeó apartando la boca del hombre. Los ojos azules fueron como un iman para los suyos y la retuvieron prisionera mientras que aquella experta mano la regalaba caricias intimas. Nataxa se abrió más contra él y le vió sonreir. Tembló al sentir un dedo dentro de ella y sus piernas se cerraron automaticamente. Con paciencia Christian se detuvó y con ternura la instó para que volviera abrirse a él.
La tumbó sobre el escritorio, levantando las faldas sobre la cintura. Ella le vió desabotonar el pantalón y corrió a incorporarse. Christian la abrazó.
-No va a pasar nada Nataxa.- la susurró volviendo acariciar la humedad del cuerpo femenino.
-No por favor.- rogó ella sin saber que era lo que exactamente pedia. Tenia miedo, pero deseaba que ese hombre la mostrara las maravillas que producia a su cuerpo con su caricias.
Christian presionó a la joven con su miembro endurecido, acariciando la cavidad femenina con su sexo.
Nataxa se dejó caer sobre el escritorio y cerró los ojos en busca de nuevas sensaciones.Vibrando ante las multiples caricias que provocaban una serie de placenteros cosquilleos en su interior que lograban encender su cuerpo como una antorcha cuando arde en su apogeo.
Le sentía, el calor de su cuerpo, su miembro acariciandola con cuidado, abriendose camino. ¿por que no entraba?. Ella, apenas elevó la cabeza para mirarlo.
Christian, con el rostro rojo de deseo contenido esperaba. Una sola señal de Nataxa y entonces él profundizaria en ella.
-Pidemelo.- susurró con voz ronca y apasionada.
Nataxa negó con la cabeza. Estaba ardiendo, temblando, le necesitaba. No sabia realemente que necesitaba, pero tampoco podia pedirlo.
Christian volvió a presionar y estiró una de sus manos para alcanzar el escote de la joven. Su mano acarició un pecho a traves de la tela y ambos pudieron notar como el pezón se endurecia presionando contra las ropas. Él se inclinó sobre ella y lamió el pezón atraves del vestido, haciendo que la joven volviera a tomarlo del cabello con fuerza.

El tirador de la puerta chasqueó repetidamente.
Christian se incorporó del todo, levantando a Nataxa por los hombros.
Rapidamente el hombre colocó sus pantalones donde debian haber estado todo el tiempo y observó a la muchacha con mirada verdaderamente preocupada.
Nataxa le miró confusa, hasta que volvió a escuchar el tirador de la puerta. Cuando quisó darse cuenta Christian ya le habia bajado las faldas.
Ella saltó del escritorio con la respiración entrecortada y las manos aún temblando. Buscó rápidamente algún lugar donde pudiera esconderse.
Christian la empujó hasta las pesadas cortinas que ocultaban la ventana y la cubrió con las telas, dandola un suave beso en los labios antes de girarse hacia la puerta y abrirla.
-¡Gordon!.- escuchó exclamar a Christian.- Subí a por la nota del hombre ese.- recorrió con la mirada el suelo donde Nataxa habia dejado caer el papel. Lo recogió con agilidad y rodeó los hombros de Gordon con una sonrisa.-Volvamos a la fiesta.
-¿Has visto a tu hermana?.- rió su cuñado.- Esta disfrutando como nunca...
Ambos hombres abandonaron el despacho.

Christian, desde la ventana del dormitorio donde estaba instalado, miró la casa de enfrente.
Últimamente no dormia bien y se  desvelaba con una facilidad increible, pero esa noche, ni siquiera habia hecho el intento de meterse en la cama.
Habia pedido perdón a Nataxa en contadas ocasiones, pero la joven se habia dedicado a sonreirle con frivolidad aparentando una tranquilidad que ambos sabian, no existia.
Nunca, en ningún momento habia pensado tomarla asi, sobre un escritorio, en una sala vacia e incomoda.
Aún se preguntaba que lo habia llevado a actuar de aquella manera. Solo queria un beso o dos, asustarla, en cambio el efecto habia obrado a la inversa.
No sabia por que lo habia hecho, ni que demonios se le habia cruzado por la cabeza.
Él no era asi. Él adoraba a las damas, las trataba con cariño, las hacia lujosos y carisimos regalos y luego de dos dias de enamorarlas, intentaba, en el mejor de los casos, llevarselas a la cama. La mayoria de las veces con exito.
Pero con Nataxa no. Nataxa era especial.
Ella era bastante joven, ingenua la mayoria de las veces, impetuosa. Hermosa, ardiente, apasionada.
Quizá nunca se le debió ocurrir urdir aquel plan, si tan solo hubiera pensado por un minuto que fuera él y no ella, el que acabara enamorado como un colegial.
Nataxa le atraia como la miel a las moscas, como ninguna mujer lo había hecho nunca.
Deseó verla a todas horas desde el primer momento que se tropezó con ella en mitad de la calle. Y ahora, su proprosito más firme, era regresar a Boston en el New Cassey en cuestión de dias y olvidarla para siempre.
Debia evitar a Nataxa, no queria sucumbir a sus encantos, no queria apartarla de todo lo que conocia por qué él, jámas renunciaria a su vida, a su hogar. No queria dañarla.
Al observar la negra oscuridad a traves de la ventana, imaginó el cuerpo esbelto y elegante, las curvas blandas, suaves, la piel aterciopelada.
Abrió el cristal necesitando respirar el aire fresco. Era una tortura pensar asi, cuando sabia que con solo cruzar la calle, la tendria a ella.
Durante esos dias la habia visto entrar y salir de casa, pasear por los jardines.
Encontrarse con ella el dia anterior en el parque, habia sido pura casualidad, conocia el horario de la dama y solia ser mucho más madrugadora que él.
Si Nataxa no lo hubiera ofendido tanto al llamar salvajes a sus compatriotas, posiblemente hubiera intentado enamorarla, conquistarla.
Christian respiró el aire de la noche, una ligera brisa llevó hasta alli el olor del Tamessis.
Miró de nuevo al interior de su dormitorio y buscó la botella de Bourbon que habia dejado alli, en algún lado, hacia tan solo unos minutos.
Si de verdad hubiera sido un salvaje, hubiera secuestrado a la damita y se la hubiera llevado a las montañas nevadas de donde nunca pudiera escapar.
Sonrió divertido al imaginarlo. Cogió la botella y, despues de colocar el vaso sobre el arcón de madera se sirvió un trago bastante generoso. Lo bebió de un solo sorbo y salió del dormitorio.
Al llegar a la planta baja, descubrió a Jhon charlando animadamente con una doncella que no paraba de reir tontamente. Jhon la tenia medio acorralada, apresada entre los brazos que habia extendido a cada lado del cuerpo de la mujer.
-Jhon, no creo que este sea el lugar.
El hombre se apartó de la joven y observó a Christian.
La doncella  se escabulló con una debil disculpa.
-¿Ocurre algo amigo?.- Jhon soltó un suspiro de desilusión.
-Vamos a charlar.
Ambos se encerraron en la biblioteca.

Marlyn entró presurosa en la habitación de Nataxa.
El dormitorio se hallaba totalmente a oscuras y la muchacha se movió bajo las cobijas.
-¿Quién es?¿Que sucede?.- la cegó la luz del sol cuando la señorita Dimlomp descorrió las pesadas cortinas.
-Es algo urgente.- la informó la mujer retirando las sabanas a un lado. -Hay un caballero en la puerta que dice algo sobre Nolfork.
-¿De Nolfork?- repitió la joven colocandose la bata que Marlyn ya le acercaba.-¿Ha pasado algo?
El cabello negro y revuelto llegaba más abajo de las caderas, su rostro estaba aún hinchado de lo poco que habia podido dormir aquella noche.
-No lo sé.- se quejó Marlyn- será mejor que bajes.
-¿pero le conocen?.Habrá dicho algo más¿No?
Marlyn no contestó y Nataxa se cepilló el cabello con rápidez.
El hombre al que le habian hecho pasar al comedor era muy alto,de huesos delgados. Vestía una levita oscura y poseia un porte altivo.
Habia rechazado el comer o beber algo y esperaba impaciente. Su rostro se relajó cuando Nataxa llegó hasta él.
-Señorita Needs.- se acercó a ella en dos largas zancadas, casi asustandola, e inclinó secamente la cabeza a modo de saludo.- Es urgente que le informe que su casa en Nolfork ha sufrido un incendio, la requieren en la mayor brevedad posible.
El rostro de Nataxa perdió el color y debió apoyarse en una pequeña mesita para que sus piernas no flaquearan.
-¿Como estan todos?. Habia bastante personal en la casa.¿Como ha ocurrido?
-No lo sé. Yo me dirijó hacia allí en este momento. Soy Zacharias Smith, estoy al servicio de su majestad.
-¿Puede esperarme señor Smith?.No me demoraré mucho.- Zacharias asintió con rostro serio y la muchacha corrió de nuevo a su alcoba.
Debido a los nervios no lograron hacer un equipaje en condiciones. Nataxa realmente no temia por la propiedad, pero si por todos los empleados que se encontraban alli, bajo sus ordenes, y que seguramente necesitaran de ella.
Bajó al vestibulo en un tiempo record, tan solo con un pequeño bolso de mano y un arcón que Tanner ya estaba cargando en el vehiculo.
Zacharias reparó en que Nataxa llevaria su propio carruaje y cochero, eso no lo tenia previsto, pero su mente era rápida e inteligente.
-Señorita Needs.Seria una tonteria viajar en dos vehiculos.¿Que le pareceria si yo y mi compañero Timothy vamos con usted y despedimos el coche que hemos traido?
Nataxa le miró sin verle y le escuchó sin oirle. Asintió nerviosa, aterrada, con el corazón en un puño, deseando con todas su fuerzas que todo el mundo se hallara bien.
Marlyn habia insistido en acompañarla, pero la negativa de Nataxa habia sido rotunda, la necesitaba en Londres.

George apuró los caballos, tenian un largo viaje por delante y ese Timothy no le estaba dando buenas vibraciones.
Se arrepintió de no haber convencido a la joven de llevar alguna escolta, o por lo menos a Tanner.
Nataxa, tensa, observaba por la ventanilla sin prestar atención a Zacharias.
Pensó en Christian y en la locura que habia estado a punto de cometer en la noche. La noche de su anuncio y habia estado en un tris de entregarse a un americano.
Desde que habia conocido a Christian habia pensado mucho en el odio que profesaba a aquel pais en particular, habia analizado con detenimiento lo ocurrido  nueve años atrás.
La señorita Dimlomp estaba en lo cierto, ella habia volcado toda su aversión hacia aquel pais desconocido, cuando realmente la culpa de todo lo ocurrido habia sido de Loord Needs.
Amó tanto al anciano que en ningún momento le llegó a reprochar nada, pero si él hubiera aceptado el matrimonio de sus padres y no les hubiera desheredado, las cosas no hubieran ocurrido asi. Incluso Simón y su familia lo sabian, por ese motivon guardaban tanto odio contra ella, lo habian tenido todo y con la llegada de Nataxa y el remordimiento de Douglas lo habian vuelto a perde.
Nataxa nunca habia querido reconocerlo, hasta ahora que conocia a Christian, que se sentia enamorada de un hombre al que habia sentido el deber de odiar.
Por más que quisiera, no podia apartar al hermoso hombre de cabellos dorados de su mente, todos los jovenes que habia conocido no se podian comparar con él.
Lord Tylor quizá habia sido el único que habia llamado su atención, apuesto, elegante. Era muy guapo con un rostro aniñado y juvenil, algo infantil para su gusto.

El vehiculo debió pisar alguna piedra, pues Nataxa regresó a la realidad de repente, dejando todos sus pensamientos bien guardados y ciñiendose a la preocupante situación que tenia entre manos.
A traves de la ventana vió llegar al jinete. La hubiera gustado ver en él los cabellos de oro, sin embargo este hombre de estructura fuerte tenia el pelo tan rojo como el fuego.
La joven ahogó una exclamación cuando el jinete sacó un arma y apuntó al pescante.
Timothy tambien estuvo atento, suspiró aliviado y propino un fuerte golpe en la cabeza de George que se desplomó en el acto.
El vehiculo se detuvo y la puerta fue abierta con brutalidad, sacandola de sus goznes.
Un miedo atroz se apoderó de Nataxa que entreabrió los labios para soltar un grito estridente y lleno de panico.
-Grite lo que quiera.- dijo su voz seca y desagradable.
Nataxa consiguió abrir la puerta opuesta, Timothy la esperaba con una sonrisa burlona.
La joven miró en su derredor, si corria un poco podria llegar al bosque y esconderse, un poco más alla se encontraban los altos riscos con su infinidad de cuevas.
Se estaba recogiendo la falda cuando sintió el frió metal del cañon del arma contra su cuello.
-Yo de usted no lo haria.- Avisó el pelirrojo con una mirada obscena en su frios ojos azules.
Ella arrugó la nariz disgustada y regaló una peligrosa mirada al jinete y a Zacharias, que ni siquiera se habia movido del asiento. Timothy rebuscaba en el arcón de la joven.
-¿George?¿Que le han hecho?.
-En estos momentos descansa.
-¡Salvajes!.- gritó ella.
Timothy se acercó hasta ella iracundo y abofeteó el rostro femenino con furia, lanzando a la muchacha contra el vehiculo.
El jinete la metió dentro, con una sonrisa en los labios y miró al pelirrojo:
-encargate de los caballos.
-¿Que hago con el cochero?
-Lo que quieras. Dejalo, no nos sirve.
El carruaje volvió a ponerse en marcha, esta vez con una direción distinta, hacía los páramos.
-¿Quienes son?- le preguntó a Zacharias, el jinete trotaba junto a la ventana.-Si voy a morir me gustaria saber por que.
-Me parece justo.- respondió Zacharias.- Se lo diré cuando llegue el momento.
-¿No ha sucedido nada en Nolfork, verdad?.
-Acomodese, no tardaremos en llegar.
-¿En llegar?¿A donde?.- insistió, pero Zacharias negó con la cabeza ignorandola deliberadamente.
Nataxa, furiosa, golpeó su cabeza contra el respaldo del asiento. ¡Que ingenua y credula habia sido!¡ la habian engañado!