Lidia bajó del
caballo dando un ágil salto; siempre había sido una gran amazona y
además adoraba sentir la brisa acariciando su rostro y despeinando
su larga melena castaña; ahora sabía que estaba desaliñada pero se
sentía feliz, purificada tras la larga
cabalgada.
Nada más entrar en la acogedora casa
de campo en que vivía la abordó la señora Lincoln, su ama de
llaves.
- Niña, tienes una
visita –la familiaridad de la señora Lincoln no era extraña
teniendo en cuenta que ella la había criado y que allí, en esa
bonita y apartada casa vivían juntas sin más compañía que la
cocinera, una criada y el jardinero.
- ¿De quién se
trata?
Antes de que la señora Lincoln pudiese
responder una conocida y profunda voz masculina respondió a su
espalda:
- Hola Lidia, ¿te
acuerdas de mí?
La joven cerró brevemente los ojos y
el ama de llaves al observar la repentina palidez de su rostro miró
con furia a Jack Raven; este ni siquiera percibió la iracunda
mirada de la mujer, concentrados todos sus sentidos en Lidia, en la
espalda tensa y la espesa melena castaña que parecía a punto de
escaparse de su recogido. Lentamente Lidia se volvió y enfrentó sus
fríos ojos grises a los ardientes pozos negros del hombre que, con
semblante impasible, la estudiaba.
- Me gustaría decir
que no, pero desgraciadamente no tengo tanta
suerte.
- ¡Vaya, vaya!
¡Cuánta animosidad! – él sonrió sin pizca de humor – me sorprende,
teniendo en cuenta....las circunstancias.
Sintiendo como la familiar ira se iba
apoderando de ella apretó los puños; cuando se dio cuenta de lo que
hacía trató de controlarse a fin de no proporcionar ni una
sola victoria más a Jack; respiró profundamente, unió sus manos y
lo miró tratando de que sus ojos sólo transmitieran indiferencia,
pero la imagen de él llenó sus pupilas, seguía igual de atractivo
que siempre aunque ahora unas finísimas arruguitas enmarcaban sus
ojos negros.
- ¿A qué has
venido?
Él la estudió sin atreverse a expresar
sus pensamientos en voz alta, ¡qué hermosa era! ¡y con cuánta
intensidad la amaba él! En lugar de responderle
preguntó:
- ¿No me ofreces
nada?
Distraídamente Lidia pidió a la señora
Lincoln que sirviera el té; ésta pareció reacia a marcharse pero un
brusco gesto de la joven la decidió; luego tomó asiento e invitó a
Jack a que la imitase, felicitándose interiormente por ser capaz de
observar las normas de cortesía más elementales cuando dentro de
ella tenía lugar un cataclismo. Prácticamente todos sus sueños
habían estado poblados de imágenes de Jack, había derramado tantas
lágrimas por su ausencia que creyó que acabaría secándose como una
flor bajo un inclemente sol, había enfermado y maldecido un destino
que la hacía amar a quien la había abandonado y cuando por fin
había una esperanza para ella, cuando había aceptado que él no
merecía ni uno solo de sus pensamientos, aparecía de nuevo, de la
nada, mirándola con esos ojos negros que siempre lograban
aturdirla, pues bien, no le daría la satisfacción de verla
titubear.
- Y ahora ¿vas a
decirme que te trae por aquí después de.......cinco años? –
interiormente se maldijo por su torpeza, en su voz era
perfectamente evidente el rencor que
sentía.
Jack había dejado de lado la máscara
de burlona cortesía con la que se había presentado allí y ahora la
miraba intensamente, con semblante inescrutable, deseando más que
ninguna otra cosa salvar la distancia que los separaba y apoderarse
de su boca, volver a sentir el calor de su aliento y el sabor de
los labios que no había podido olvidar, el contenerse le estaba
exigiendo un enorme esfuerzo y sus músculos permanecían tensos. Se
obligó a si mismo a relajarse y entonces, levantándose de la
ridícula sillita en la que se hallaba exclamó sin dejar de mirarla
a los ojos:
- He venido a
reclamar lo que me pertenece......
- ¿Lo que te
pertenece? – Lidia no daba crédito a sus oídos, presa del estupor
se levantó también - ¿y qué se supone que te pertenece? ¡¡Dí,
maldita sea!! ¿qué hay aquí que puedas considerar
tuyo?
- ¡¡¡Tú!!!Y lo sabes
muy bien......
- Tu desfachatez no
tiene límites, ¿cómo te atreves después de cinco años a reclamar
nada? ¡Cinco años sin saber de ti!¡¡¡Ni una
palabra!!!
En ese momento Jack se pasó la mano
por los ojos y Lidia se sorprendió a si misma contemplando absorta
el movimiento de esa mano de dedos largos y nervudos que con tanta
dulzura y pasión la habían acariciado en el pasado; sintiendo un
nudo en el estómago se obligó a desechar esos
recuerdos.
- Tenía una buena
razón, puedo asegurártelo....
- ¿Ah, si? – con
exagerado sarcasmo ella continuó: - ¿Y qué razón era
esa?
Incómodo él apartó la
mirada:
- No puedo
decírtelo.
Lidia sintió como la desilusión,
amarga como la hiel, subía por su garganta y sólo entonces se dio
cuenta de que realmente había esperado una explicación, una razón
que justificara esos largos años de pesadumbre y soledad,
añorándolo y llorando por él. Con cansancio se dio la vuelta y
exclamó:
- Por favor, vete.
Dentro de un mes me casaré con Lord
Sherbridge.
- ¡¡¡No!!!¡¡¡No lo
harás!!!¡¡¡¡No te lo permitiré!!!!
Sus rodillas flaquearon al oírle y por
un loco instante deseó que realmente lo impidiera, que se la
llevase de allí y curase con sus besos las heridas que su ausencia
habían abierto en su alma. Pero recordando su indiferencia en esos
largos años se obligó a decir:
- ¿No lo comprendes?
¡¡¡Lo amo!!! Como nunca te amé a ti – la mentira salió con la
naturalidad de quien la ha repetido muchas
veces.
Esas palabras tuvieron la virtud de
enmudecer a Jack, que apretó los puños con fuerza y palideció
ostensiblemente. La miró fijamente durante unos segundos
luego dio media vuelta y salió de la
estancia.
Cuando Lidia sintió la puerta cerrarse
cayó lentamente al suelo y dio rienda suelta a las emociones que la
repentina visita de Jack había despertado en ella en forma de
incontroladas lágrimas.
Jack montaba
furioso de vuelta a la posada en la que había reservado habitación,
cercana a la residencia de Lidia. En su cabeza las ideas se
entremezclaban y las últimas palabras de Lidia volvían una y otra
vez para martirizarlo. Ella amaba a Lord Sherbridge, y según sus
propias palabras más de lo que lo había amado a él. Su mente se
perdió en ensoñaciones antiguas, cinco años atrás, en la forma en
que ella se enroscaba a su cuello, suplicaba por sus besos....se
habían pertenecido como se pertenecen las almas gemelas: total y
profundamente, pero ahora Lidia decía que amaba a otro y la imagen
de su adorado cuerpo entregado a otros brazos estuvo a punto de
volverlo loco.
Una horrible blasfemia escapó de sus
labios y su grito ronco lanzado al viento espantó a su caballo que
se lanzó frenético a un ciego galope por el sendero del bosque.
Jack agradeció la velocidad y el fuerte viento que golpeaba su cara
proporcionando una excusa que explicara las abundantes lágrimas que
rodaban por sus mejillas.
Algo más tarde, tumbado boca arriba
sobre el duro colchón hecho de paja de su habitación recordaba los
sucesos que lo hicieron abandonar Chelmsford cinco años atrás. Por
fin las pesquisas que tanto tiempo antes había iniciado habían dado
sus frutos y el nombre del asesino de sus padres había estado en su
poder aunque con horror comprobó que se trataba de una persona de
gran prominencia e influencia; este hecho no le hizo desistir en su
propósito de venganza aunque desde el principio supo que no podría
recurrir a la justicia, no lograría nada, el asesino que había
matado a sangre fría a sus padres para evitar que propagaran un
oscuro secreto que su progenitor conocía del que había sido amigo
de su juventud era demasiado importante y conocido, debería hacer
las cosas de otra forma. No le había contado sus planes a nadie, ni
a su hermana, ni a su cuñado ni a Lidia, en parte para protegerse y
en mayor medida para protegerlos a ellos. Pero todo se había
complicado.
El asesino sabía que lo estaban
buscando y él jamás pudo descubrir cómo se enteró; el caso es que
le llevó tres largos años dar con él y a pesar de que jamás había
matado a nadie después de conocer las atrocidades que ese hombre
cometía contra niños y mujeres indefensas no tuvo ningún escrúpulo
en apretar el gatillo. Tal y como había supuesto esta muerte fue un
escándalo, toda la sociedad se horrorizó y se desplegó un gran
dispositivo para encontrar a la persona que lo había matado. Jack
tardó un par de años más en estar seguro de haber borrado su rastro
y en encontrar el momento de reaparecer sin despertar sospechas.
Durante ese tiempo de horrores e incertidumbres el recuerdo de
Lidia lo había sostenido como el faro avistado en una negra noche
mantiene la esperanza de los marineros, pero ahora todo lo que
alguna vez había deseado se escapaba de sus manos y él no creía
poder enfrentarse a toda una vida sin
Lidia.
Lidia paseaba con Albert, su
prometido, ambos montaban a caballo e iban al paso por el sendero
del bosque que rodeaba la casa. Desde que Jack apareciera tan
sorpresivamente dos días atrás Lidia apenas había podido conciliar
el sueño y una extraña sensación de desánimo y pérdida se había
instalado en ella; en ese mismo momento hacía de tripas corazón
para disimular la ansiedad y el decaimiento que la invadían, así
que sonreía ante los comentarios de Albert a pesar de que apenas lo
escuchaba.
En ese momento el sonido retumbante de
unos cascos que se acercaban los hizo
sobresaltarse.
- ¿¡Qué es eso!? –
Albert fruncía el ceño viendo acercarse un precioso caballo cob
galés de color negro.
Lidia también miró con una sensación
de fatalidad recorriendo su espalda. Efectivamente se trataba de
Jack, quien al llegar a su altura tiró de las riendas y detuvo al
jadeante animal.
- -Buenos días – se
quitó el sombrero tricornio que llevaba para saludar dejando sus
rebeldes rizos negros al descubierto y a pesar de que el saludo iba
dirigido a ambos sus ojos no se apartaban de la esbelta figura de
Lidia.
- Buenos días
señor......
- Raven, Jack
Raven.
- Encantado señor
Raven, yo soy Sherbridge y esta es mi prometida, la
señorita.....
- Conozco a la
señorita Aubrey.
Albert lanzó una mirada interrogante a
su prometida y esta se apresuró a añadir
nerviosamente:
- Lord Raven es un
antiguo vecino aunque hace mucho que se trasladó a otro
lugar.
Lidia sentía latir su corazón con
tanto apremio que estaba segura de que podría oírse si se hiciese
el silencio. La situación se le antojaba extraordinaria: su
prometido y el hombre que lo había sido todo para ella juntos, y
viéndolos así ella no tenía ninguna duda de a quien pertenecía su
corazón y a quien pertenecería siempre, pero la desconfianza y el
miedo casi tanto como su sentido del honor la hicieron apartar esos
pensamientos e ignorando deliberadamente a Jack se volvió a su
prometido:
- ¿Continuamos
Albert? Se está haciendo tarde......- éste asintió, algo extrañado
por el comportamiento descortés de Lidia y despidiéndose del recién
llegado exclamó mientras se alejaba: - ¡La semana que viene se
celebra una fiesta con motivo de nuestro futuro enlace en
Sherbridge Hall!. ¡ Será un placer contar con su
presencia!
A pesar de que ya se alejaban Jack
pudo percibir el estremecimiento que las palabras de Lord
Sherbridge habían provocado en Lidia; los observó marcharse con los
ojos entrecerrados y un dolor punzante en el corazón. No podía ni
quería creer que amase a ese hombre más de lo que lo había amado a
él y aunque su sentido común le decía que se retirase y tratase de
olvidarla, su corazón y su alma gritaban enloquecidos: “¡Mía!!!.
¡Mía!” Y entonces supo que no podía dejarla sin más, iba a luchar
por ella con uñas y dientes y sólo se daría por vencido cuando la
viera salir de la iglesia del brazo de otro.
Lidia observaba
nerviosa la entrada al enorme salón de baile de Sherbridge Hall
esperando la aparición de Jack; los días trascurridos desde la
última vez que lo viera los había pasado instalada en una perpetua
ansiedad por el encuentro que preveía inevitable. Hacía ya casi una
hora que había dado comienzo la fiesta y él aún no había hecho acto
de presencia; tal vez se había marchado “de nuevo”, pensó ella, y
este pensamiento la llenó de amarga desilusión. Debía olvidarlo de
una vez por todas, a fin de cuentas era un hombre capaz de
abandonar sin una palabra de despedida a quien decía amar y por si
esto fuera poco en menos de quince días ella iba a contraer
matrimonio.
En ese momento se volvió hacia Albert
que susurraba algo en su oído y por eso no pudo ver la llegada de
Jack, el cual dio un rápido vistazo hasta localizarla, apretando la
mandíbula al observar el gesto íntimo que compartía con su
prometido. El fuerte sentimiento de posesión que sentía desde la
primera vez que puso sus ojos sobre ella lo impulsó a acercarse y
tuvo que reprimir las inmensas ganas de apartar a Lord Sherbridge
de un manotazo, en vez de eso exclamó:
- Lord Sherbridge,
señorita Aubrey....
Ella se volvió sobresaltada por el
timbre ronco de su voz que había conseguido erizar los finos vellos
de su nuca.
- ¡Ah, bienvenido
Lord Raven! Veo que todavía se encuentra por
aquí....
- Sí, aún me quedan
asuntos importantes que resolver – al decir esto miró directamente
a Lidia.
- Albert, me
encuentro algo acalorada, ¿me acompañas al
balcón?
- ¡Oh querida! Iría
con mucho gusto pero prometí a Lord Hollway que escucharía su
propuesta para colaborar con el museo.
- No se preocupe Lord
Sherbridge, yo acompañaré a la señorita Aubrey a tomar el
fresco.....
- ¡Muchas gracias
Lord Raven! ¡Es usted muy amable! – con evidente satisfacción y
suponiendo que el asunto se había resuelto a gusto de todos Lord
Sherbridge dio un breve beso en la sien de Lidia y se
alejó.
Jack no pudo evitar sentir una punzada
de compasión por la candidez del hombre, había sido como dejar a
una cervatilla al cuidado del lobo. Lidia lo sabía, por eso sus
bellos ojos verdes despedían fuego al
mirarlo.
- ¡¡Ni sueñes que iré
contigo a ninguna parte!! – murmuró entre dientes tratando de
desasirse del brazo de Jack que la sujetaba del
codo.
- Cariño, no pienso
soltarte así que decide entre venirte conmigo por las buenas o
montar un escándalo tan memorable que no puedan olvidarlo
jamás.
Durante unos segundos se retaron con
la mirada, ella furiosa, él decidido, ambos temerosos, él de que
ella a pesar de la amenaza no aceptara, ella por querer aceptar a
pesar de todo. Al final del silencioso duelo ella apretó los
dientes y lo siguió, sin percibir el suspiro de alivio que escapaba
de los labios de Jack.
Una vez en el balcón ella exclamó
iracunda:
- ¡¡Voy a casarme con
Lord Sherbridge y nada de lo que hagas o lo que digas va a cambiar
eso!! – Lidia agradeció la furia que la ayudaba a no centrarse en
la virilidad del hombre que tenía frente a ella. Su altura, la
anchura de sus hombros, la estrechez de su cintura, el pelo y los
ojos negros como la noche, la mandíbula definida y el hoyuelo de su
barbilla, ese que ella tantas veces había acariciado con su
lengua.....
Horrorizada notó como la excitación
que siempre había sentido junto a Jack volvía a apoderarse de ella
y tratando de evitar que él pudiese leer el deseo en sus ojos dio
media vuelta quedando de espaldas a él.
Jack se acercó a Lidia y la abrazó por
la cintura sin hacer caso a sus esfuerzos por
desasirse.
- Lidia, me
perteneces y yo te pertenezco ¿no lo sientes? Sé que notas mi
corazón, latiendo por ti, suspirando por ti,
añorándote...
“¡Dios! ¡Lo sentía!” El latido del
corazón de Jack contra su espalda, fuerte y rápido, pero sobre todo
familiar....sintiendo como sus rodillas flaqueaban cerró los ojos y
luchó contra la tentación de ceder, de darse la vuelta y apoyar de
nuevo los labios en el hoyuelo de su barbilla. Invocó la imagen de
Albert, su amabilidad, su caballerosidad....y consiguió sacar la
fuerza de voluntad suficiente para separarse de
él.
- ¿Cómo pudiste Jack?
–notaba su voz temblorosa pero ya no le importaba - ¿cómo pudiste
dejarme sin una sola palabra, sin una
explicación?
- Lidia, ya te lo he
dicho....tenía una buena razón....
- ¿Tienes idea de lo
que he pasado durante todos estos años? ¡¡He deseado la
muerte!! – al escucharla él cerró los ojos profundamente
consternado, ella prosiguió: - ¡¡antes que experimentar la
angustia de no saber nada de ti, antes de afrontar una vida donde
tú no estuvieras he rogado morir!! ¡Y justo ahora cuando pensaba
que era posible seguir adelante, cuando vislumbraba una nueva
oportunidad, apareces tú! ¡De la nada! ¡A reclamar lo que te
pertenece! – Lidia hizo una pausa y sólo entonces notó que estaba
llorando- pues lo siento mucho Jack, aquí ya no queda nada para
ti.
Jack había pensado al conocer la
verdad de la muerte de sus padres que jamás podría experimentar
tanto dolor: estaba equivocado. Sentía ganas de maldecir, de
aullar, de ponerse de rodillas y gritar y suplicar como si de un
niño pequeño se tratase. Se sentía mareado, culpable y confuso, lo
único en lo que podía concentrar su pensamiento era en el hecho de
que ella ya no lo quería.
Jack no podía
soportarlo.
- Lidia, yo...nunca
he dejado de amarte y jamás ha habido otra mujer después de
ti.
Ella levantó la mirada sorprendida.
Por supuesto la repentina marcha de Lord Raven había suscitado
muchos comentarios, el más habitual y aceptado era que había ido al
continente donde no se privaba de los placeres que la vida puede
ofrecer a un joven de sus posibilidades. Lidia había derramado
muchas lágrimas de rabia e impotencia imaginándolo en otros brazos.
Él continuó hablando:
- Por favor sólo te
pido una cosa, a pesar de que no tengo derecho a pedirte
nada.
- ¡Oh, Jack! –las
lágrimas rodaban sin control por sus mejillas y su corazón se hacía
pedazos sabiendo que esa era la despedida
final.
- Lidia, dame un
beso, como....como si aún me amaras.
Lidia se supo perdida, en cuanto sus
labios tocaran los de Jack él sabría y entonces ella estaría
completamente indefensa, aún así no pudo ni quiso negarse, volver a
besarlo era lo que más deseaba en el mundo. Lentamente se acercó a
él y rodeó su cuello con los brazos sin dejar de mirarlo a los ojos
y de repente ocurrió. La magia que siempre surgía cuando estaban
juntos obró su efecto, el mundo dejó de existir y con la caricia de
sus labios y lengua dejaron a sus corazones hablar, dando rienda
suelta a los sentimientos que durante cinco años habían estado
reprimidos.
Unos días más
tarde.......
Las campanas de la pequeña iglesia
rural comenzaron a tañer llenando el aire con su voz profunda y
grave y provocando en el hombre que esperaba frente al altar un
repentino escalofrío: había llegado el día y a pesar de la
confianza que tenía en ella temía que en el último momento se
hubiese echado atrás.
En ese instante las notas solemnes y
hermosas del pequeño clavicordio de la iglesia se alzaron sobre el
murmullo de los pocos asistentes y él volvió la cabeza para ver
entrar a la novia. Su corazón inició un furioso galope dentro de su
pecho....¡estaba preciosa!
Lidia avanzaba lenta pero segura por
el estrecho pasillo que comunicaba la puerta con el altar mirando
fijamente los ojos de su prometido y con una ligera sonrisa
bailando en sus labios. Él tuvo que reprimir el impulso de dar
gracias a Dios en voz alta y cuando ella estuvo a su lado y tomó la
mano que le ofrecía sintió su corazón henchirse de
amor.
- Lidia...
- Jack.
Tal como Lidia había presentido en el
momento en que accedió a la petición de Jack sus verdaderos
sentimientos quedaron al descubierto, ya no pudo seguir escudándose
tras la mentira de que no lo amaba, aún así había seguido diciendo
obstinadamente que seguiría adelante con sus planes de boda. Al
recordarlo Jack volvió a sentir un terrible escalofrío recorriendo
su columna:
- “Esto no cambia nada Jack, me casaré
con Albert. No pienso hacerle a él el mismo daño que tú me has
causado a mi...
- ¿Crees que voy a permitirte que te
cases con otro sabiendo que me sigues amando? No Lidia, no hay
fuerza en este mundo capaz de separarte de
mí.
- ¿Y cómo piensas impedirlo
Jack?
- Si es necesario te
raptaré....
- Jamás te lo
perdonaría”.
Entonces Jack venciendo su reserva
natural y su miedo a sentirse juzgado por la única persona de la
cual ansiaba la aprobación le contó el motivo de su desaparición,
le habló del doloroso estupor que había sentido al conocer el
verdadero motivo que se escondía tras el supuesto accidente de sus
padres, de los largos años buscando a su asesino, de las cosas
horrendas que había visto y que habían dañado tanto su alma, de las
largas noches en las que había buscado el consuelo de su recuerdo
para ser capaz de seguir adelante, de su inmensa alegría al sentir
que ya era libre para volver a ella y el lacerante dolor de creerla
perdida para siempre.
Ella había escuchado en silencio
mientras calladas lágrimas de compasión rodaban por sus mejillas.
Tras vaciar su alma Jack tuvo un momento de pánico provocado por la
inmovilidad femenina pero enseguida y sollozando su nombre Lidia se
lanzó a sus brazos y sólo entonces él se atrevió a soñar que ella
se quedaría a su lado.
Las palabras del
cura lo sacaron de su ensoñación:
- Yo los declaro
marido y mujer.
Un impulso primitivo lo instaba a
gritar de alegría, “¡eres mía!” gruñó fieramente su corazón, y
ahora nada ni nadie volvería a separarlos jamás. Tuvo un fugaz
pensamiento de conmiseración hacia Lord Sherbridge, que con tanta
elegancia había aceptado los verdaderos sentimientos de Lidia, pero
enseguida éste se borró de su mente ocupada en su totalidad por la
inmensa felicidad que lo embargaba. Lidia se volvió hacia él y Jack
levantó su velo. La sonrisa radiante de la mujer le llenó el alma
de calidez y amor.
- Sólo un
beso....-susurró mirándola a los ojos. Y agachando su cabeza unió
sus labios a los de la mujer que lo era todo para
él.
Cuando el corazón manda
FEBRERO 1846 INGLATERRA
-Ni rey,ni aristocracia,ni religión estatal.-Volvió a repetir Nataxa una vez más.
Se encontraba harta de tanto estudio, sostenia una pose poco femenina,con los codos apoyados sobre la mesa rectangular, el cabello ocuro revuelto sobre sus hombros y unos rizos rebeldes cayendo sobre la frente lisa.
-¿quién dijo eso?- insistió la institutriz observandola con seriedad y los brazos cruzados sobre el pecho.
Nataxa cerró el libro con fuerza y soltó un cansado suspiro:
-Tomas Jefferson cuando declaro la independencia.-contestó poniendose en pie.-¿Puedo retirarme Ya? Quisiera descansar.
-A mi támbien me gustaria descansar, señorita Needs, pero el caso es que su abuelo me paga por enseñarla y aún-miró el reloj que descansaba sobre la repisa de la chimenea.- falta media hora para concluir las clases.
Nataxa se volvió a sentar con desgana.
Marlyn Dimlomp no llevaba mucho tiempo en la residencia de los Needs.
Antes de entrar, el anciano ya le había advertido sobre su nieta y aunque llevaba varios años en la profesión, debía reconocer que había conocido a jovencitas mucho más tercas que Nataxa, por lo que no estaba resultando de las peores alumnas.
Marlyn se encontraba sentada en una butaca de madera oscura y sus ojos grises parecían interesados en el libro que sostenía entre sus delgadas y huesudas manos.
-A parte de la frase en vigor¿Que dijo el presidente en la declaración?.
-¿Y por qué tengo que saber yo eso?.- se quejó.- Soy Inglesa y no me interesan para nada las colonias americanas.
-Señorita Needs.-Llamó con voz fria, clavando una mirada bastante arrogante en ella.-¿prefiere que hable con su abuelo al respecto?
Era una amenaza implicita y Nataxa lo supo al instante. No iba a permitir que su abuelo se enojara con ella.
-Creo que hablaba de la igualdad, la libertad;Gobierno del pueblo,derechos del hombre y autodeterminación de los pueblos.
-¿Ya se leyó el libro?.
-No he podido.- contestó la joven de mal humor.-Me explicó algo Douglas.
-¿Por que no deja de llamar a su abuelo por el nombre? No es correcto.
-Señora Dimlomp. Siento una gran aversión hacía los yankis, sureños, colonos o como quiera que se llamen.Ellos mataron a mis padres,por eso no me interesa nada el tema y llevo llamando al abuelo Douglas desde que tengo uso de razón.
Marlyn la observó fijamente, cuando los tacones de Nataxa comenzaron a golpear el suelo ritmicamente,con impaciencia.
La institutriz cerró el libro:
-Bien¿algo más que me quiera contar?
Nataxa negó con la cabeza. No queria recordar, no tenia ninguna necesidad de hacerlo.
-Lo dejaremos para otro dia.- dijo por fin Marlyn.
Nataxa abandonó la estancia antes que la mujer diera su permiso.
En el salón,las brasas de la chimenea parpadearon.
La estancia conferia un ambiente cálido y acogedor.
Las paredes estaban forradas de papel pintado en azul y las telas de los tapizados y cortinas tenían motivos florales dentro de la gama de los tonos azules.
Nataxa se acercó a la ventana y observó el dia gris, la insistente llovizna que no había cesado en tres dias, los campos húmedos y embarrados, los caminos inundandos.
Solo faltaban tres meses para ser presentada en la sociedad Londinensa, ir a Londres,asistir a fiestas,comprarse ropa nueva,conocer a jovenes apuestos y galantes.
Estaba totalmente entusiasmada y esperaba con fervor que llegara el momento.
Nataxa de complexión delgada y huesos pequeños era bastante alta. Gracil como una pantera, negro cabello ondulado,piel clara y satinada. Sus ojos eran el foco de atención: dos gemas verdes del color de los lagos de Escocia,ligéramente rasgados,rodeados de espesas y largas pestañas.
Dos gracioso hoyuelos en las mejillas cuando sonreia, la daba un aire infantil e inocente en su carita en forma de corazón, la nariz algo respingona y el mentón de porte elevado y orgulloso.
-Ya me ha informado la señora Dimlomp que habíais acabado las clases por hoy.-La joven había oido entrar a su primo, pero no se giró hasta que no estuvó lo suficientemente cerca.
Había esperado que el hombre tropezara con algo, una silla en mitad de su camino,la esquina de una alfombra...
-Hola Simón.-Le rozó la mejilla con sus labios.-¿Qué te trae por aquí?
-Parece mentira que no lo sepas, prima querida.-la estudió detenidamente admirando sus délicados rasgos.-Te he hechado de menos.
-Por favor, no empiezes otra vez.-comentó disgustada, deseando que Douglas apareciese para poner punto y final al tema. Simón no hacía más que proponerla matrimonio continuamente..-¿donde has estado últimamente?.- Nataxa intentó cambiar de conversación.
-trabajando.-contestó al tiempo que la dió la espalda para pasarse un blanco pañuelo de hilo, sobre sus gruesos labios.
La joven le observó con incredulidad, pero se abstuvo de preguntar nada.
-Me han dicho que estas enojada por que no puedes salir a cabalgar.
-Si, es cierto. Es este maldito tiempo y Douglas piensa que me puedo romper la crisma.
Simón asintió fingiendo una apenada sonrisa:
-Por cierto.¿Has pensado lo de Londres?.
-Voy a irme.-contestó decidida. Ya había hablado mil veces sobre ello.-Necesito conocer todo. Adémas no voy a casarme con la primera persona que encuentre.
-Debería acompañarte.-sugirió.
-¡Que no!. Douglas viene conmigo y él es muy recto.
Simón no se quedó conforme. Cruzó los brazos sobre el pecho dispuesto a comenzar otra discusión, pero Douglas entro en el salón en ese momento.
-Vaya, es extraño que estes aquí.-gruñó el anciano caminando con lentitud hacía Nataxa-¿Le has invitado a comer?.-Le preguntó a la joven.
Nataxa negó con la cabeza:
-Se invita él mismo.-respondió. Se tomo del brazo del anciano y miró desafiante a Simón con una sonrisa divertida.-Siguenos primo.
Pasaron al comedor y la muchacha guió a Douglas hasta el cabecero de la mesa, mientras tanto Simón corrió hacía la silla de Nataxa para apartarsela.La joven se lo agradeció con un movimiento de cabeza.
-Adivino a lo que vienes Simón.-Dijo Douglas sin mirarlo.-Espero que Nataxa te haya dado la misma respuesta de siempre.
El dia amaneció
gris y frio.
El viento azotaba con fuerza los altos
mástiles, mientras el mar revuelto balanceaba las embarcaciones
pequeñas, haciendo que toparan unas contra
otras.
En el puerto se había formado un gran
alboroto, el New Cassey había anclado recientemente y todavía
quedaban pasajeros deambulando por
cubierta.
Los mozos descargaban equipajes con
agilidad y cruzaban con las carretillas de un lado a otro
,esquivando a los carruajes que interceptaban el paso formando un
gran atasco.
Carros llenos de barriles salían al
camino principal desfilando hacía el centro de la
ciudad.
El tumulto y los gritos se mezclaban
dando un cierto aire de festividad.
Prostitutas muy maquilladas,
observaban el muelle desde las ventanas superiores de las
tabernas,gritando obscenidades e incitando a los marineros a
subir.
Un lujoso vehiculo conducido por
cuatro caballos negros,se encontraba apostado al final de la calle.
El cochero, enfundado en su levita azul oscura,miró con impaciencia
hacía la gente, hasta descubrir a quien buscaba. Le hizó señales
con la mano enguantada. El hombre le vió, pero caminó hacia él con
extraordinaria lentitud.
Simón se introdujo en el coche
cerrando las cortinas burdeos,ocultandose de posibles conocidos .Se
pasó el pañuelo por los labios y golpeó el techo con el baston de
mango de plata.
-Odio venir hasta aquí.- gruñó mirando
a la hermosa mujer que le observaba arrobada- Hubiera venido antes
de no ser por tu estúpido marido.
-.Lo sé, tesoro.- contestó con voz
dulce. Lolet llevaba un par de meses completamente enamorada del
hombre.
La gustó la forma atrevida en la que
se presentó, la manera en que se le enrroscaba el sedoso cabello
negro sobre la nuca, nariz recta y delineada, ojos pardos. Vestía
impecablemente y todo le sentaba como un
guante.
-No deberias haber venido.-Se
quejó con enojo. Estaba cansado de tener que lidiar con
maridos ofendidos, solo por liarse con mujeres huecas de
mente.
El coche comenzó a traquetear por las
calles empedradas del centro de Londres.
-Simón mi amor, ya sabes que contamos
con el silencio de mis sirvientes. No te preocupes por
favor.
El hombre la observó con bastante
dureza,no muy convencido de sus palabras.
Lolet era una dama de gran influencia
y tendria abiertas más puertas de las que imaginaba. Era la esposa
de un Conde bastante débil.No debía olvidar que aún debería
soportarla un poco más.
La rozó la mejilla con sus largos
dedos y la atrajó sobre él con rudeza.
-Besame
Condesa.
A Lolet no la disgustó el modo en que
la trató, por el contrario, se excitó, sin embargo recordó algo en
ese momento y le buscó los ojos:
-He oido decir que fuistes a visitar a
tu prima, otra vez.
Simón soltó una carcajada que nada
tenía de divertida.
-Esa fortuna me pertenece y voy a
conseguirla como sea.
-¡Pero sigue sin quere casarse
contigo!- se quejó- ¿hasta cuando vas a
insistir?
Simón estudió la mirada ápatica de la
dama y sonrió.
-Mi prima es un poco... tontita. Hace
años tuvimos un pequeño percance y desde entonces no nos llevamos
muy bien. Falta de madurez, supongo.
Lolet se echó la capa gris por encima
y dejó caer la cabeza sobre el hombro de
Simón:
-Si ella no acepta. ¿Qué
harás?
-Aceptara mi amor.- contesto muy
seguro de sus palabras.- Lo nuestro no acabara nunca.-Prometió
introduciendo una mano
bajo las anchas faldas verdes
para acariciar las rodillas femeninas con
suavidad.
La mujer suspiró al notar la mano
enguantada ascendiendo sobre sus nalgas.
El hombre, con la mano libre consiguió
desabrochar algunos de los multiples corchetes de su espalda
y tirando del vestido hacia abajo, liberó uno de los
pechos.
Ella se dejó acariciar, con la mirada
perdida en aquellos hermosos ojos pardos. Le escuchó reir pero no
la importó. Eran tan fuertes las sensaciones que bullían en su
interior que no quisó preocuparse por nada
más.
Simón le mostraba día a día los
placeres ocultos entre un hombre y una mujer, algo con lo que
seguramente el conde se escandalizaría.
-Christian, nos
vemos más tarde.
-De acuerdo Janie.-constestó el hombre
. Observó a su hermana desaparecer por el tramo de escaleras que
accedia al vestibulo.
Ingresó en la habitación de
invitados.
Llevaba un mes navegando y a pesar de
las comodidades del New Cassey, no había visto la hora de
desambarcar.
Sus maletas se hallaban apiladas junto
a la enorme cama.
Se dejó caer de espaldas sobre el
mullido colchón y sonrió satisfecho, con los ojos clavados en el
cielo raso .
Jhon no tardaría en subir a visitarle,
aunque seguramente estaba tan cansado como él, despúes de haber
compartido aquel pequeño cuchitril que llamaban
camarote.
Christian Merrywatters acababa
de llegar de Boston, su ciudad natal.
Alto, cuerpo atletico, anchos hombros,
estrechas caderas, de mirada profunda en sus exoticos ojos azules.
Poseia el cabello largo, sobre los hombros, ondulado, de un tono
tan dorado que el sol a su lado parecia triste y
apagado.
Su caracter era bastante afable,
totalmente irresistible en su pose de
seductor.
El hombre ojeó la habitación sin
moverse del sitio.
La recamara era bastante amplia,
decorada en tonos teja.
Frente a la chimenea se encontraba un
orejero bien dispuesto, blando, comodo. A los pies de la cama
un arcón de roble, al igual que el ropero que ocupaba una de las
paredes.
Jhon entró en la habitación sin
llamar, empujando la puerta con el hombro.
Christian se incorporó, sentandose
sobre la cama y miró a su amigo
atentamente.
-¿Esta todo
bien?.
-Perfectamente.-asintió Jhon.- Tu
hermana es muy gentil.
Christian asintió agitando la cabeza
como queriendo decir que si y al tiempo que no. Conocía a Janie
casí mejor que a él mismo y sabía perfectamente que el genio y la
sinceridad de la mujer, a veces dejaban mucho que
desear.
Jhon caminó hacía la ventana y observó
durante unos segundos a traves del cristal.
-¡Vaya!. No somos los únicos que hemos
llegado. Yo diría que esos, van a pasar una larga temporada
aquí.
Christian se acercó hasta él para
mirar lo que llamaba la atención de su
amigo.
Se encontraban en Covent Garden,
bastante cerca de la plaza donde estaba el mercado con sus puestos
de frutas y verduras.
Frente a ellos, una casa Victoriana de
un tamaño considerable donde una multitud de personas entraban y
salian descargando bultos y pesadas cajas.
Ambos hombres observarón en silencio
la casa de paredes blancas e inmaculadas. El porche era sostenido
por altas columnas romanas y poseia varias estatuas griegas a lo
largo del camino que recorria el pequeño jardin, separado de la
calle principal por verjas de hierro negro.
Unos frondosos árboles ocultaban en su
mayoria la puerta principal. Sin embargo no dejaron de observar las
abultadas faldas que descendieron de un elegante carruaje para
introducirse en la casa.
Llegaron un par de carretas más. Lonas
gruesas de color mostaza ocultaban la
mercancia.
-Ya nos contará Janie.- Comentó
Christian girandose hacía su propio equipaje.- Espero que suba
alguien ayudarme con esto.
Una joven doncella de mejillas
sonrosadas y labios del color de las fresas no tardó en acudir a su
habitación.
Gordon se hallaba
sentado en la cabecera de la mesa y Janie,su esposa, justo a su
lado. Christian y Jhon cenaban frente a los hijos de Janie, Winter
y Barbara. Todos saboreando un delicioso estofado de
ternera.
- Pensamos que vendrian antes.-Comentó
Janie a la pregunta de su hermano.
-¡Que chismosos!.-Sonrió Gordon
observando la patata que acababa de pinchar con el
tenedor.
-¡Sabes que eso no es cierto!.-Se
quejó Janie golpeando la mesa con suavidad y mirando a su hermano
con ojos burlones.-Ocurré que Lord Needs, el dueño de la casa,
falleció el mes pasado y su nieta retrasó su llegada. La pobre
tenia preparada su presentación.-se encogió de hombros.- La verdad
es que estamos todos expectantes.
-¿no tiene más familia?.-curioseo
Gordon tratando de recordar. Con el viejo Lord llegó a coincidir en
un par de ocasiones.
-No estoy segura.-admitió la mujer.-Ya
sabes que aquí hablan más de lo que realmente
saben.
Gordon posó sus ojos oscuros sobre su
cuñado:
-¿Vendrá vuestra
madre?-
-No.-nego Christian.-Es un viaje muy
largo y cansado. La mujer ya no esta para estos
trotes.
-¡No seas tan rudo!- le amonestó Janie
a lo que los niños se echaron a reir. La mujer observó el plato de
su hijo con atención- haz el favor de comer,
Winter.
Janie volvió sus ojos hacía Christian
con un fingido enfado y regresó a la conversación anterior dirigida
especialmente hacia Gordon.
-Dicen que Lady Needs tiene algunos
primos, pero a quien si debes de conocer es a Simón. Últimamente se
le ha visto con la mujer del ...
Conde.¿Recuerdas?
El hombre asintió con
incredulidad:
-Para tener a ese... mejor no tener
nada.
Janie estuvó completamente de acuerdo
con su esposo.
Mucho más tarde,
Christian y Jhon se hallaban en el despacho de Gordon, saboreando
el excelente Brandy traido especialmente de Paris y consumiendo
unos cigarros.
Jhon era un hombre grande, imponente,
tan ancho como alto sin llegar a ser obeso, con una larga cabellera
recogida en una cola de caballo, llena en su totalidad de hebras
plateadas. A pesar de sus casi cincuenta años, aún no se había
decidido a sentar la cabeza.
-¿Cansado?.-preguntó Christian
enarcando una ceja.
-Aún podría regresar al muelle en
busca de diversión.-Rió.
-¿y una partida de
cartas?
-Bueno jefe, pero solo unas manos. Ya
me desplumó en el viaje.
Jhon no sabía ni para que jugaba, de
veinte manos, apenas él, ganaba dos, sin embargo Christian sabia
entretener a sus contrincantes con buenas dosis de humor. El joven
era un excelente jugador, inteligente, precavido. Támbien era un
buen combatiente, de puños tan duros como rocas de granito, con una
agilidad sorprendente e incluso con cierto aire de
peligrosidad.
Ambos hombres se
conocian desde hacía tiempo. Habían coincidido por primera vez en
una taberna de Nueva Orleans.
Por aquel entonces, Jhon trabajaba
como capataz en una de las plantaciones más grandes de la
zona.
Christian acababa de embolsarse una
suma de dinero bastante sustanciosa, la primera paga de su
vida.
Ambos bebiendo cerveza en diferentes
mesas, Jhon evidiando al joven que conseguia llevarse a las mejores
fulanas, aunque las rechazara a todas, tan solo interesado en tomar
unos tragos.
Le valió una fuerte discusión con el
dueño del local. Christian tumbó al hombre con un único gancho
directo a la mandibula.
Jhon sacó de allí al joven que acababa
de sentir sobre su cuerpo todo el peso del alcohol que había
ingerido.
-No lo pienses tanto Jhon, en esta
mano no tienes nada que hacer.-bromeó
Christian.
-¿Ah,no?.-Con lentitud Jhon fue
mostrando uno a uno sus naipes para formar una
escalera.
Cristian tambien volteó los suyos y
Jhon rugió al ver el pocker de damas.
-.El que tiene suerte en los
naipes..
-Así no se dice.-Christian soltó una
carcajada.-Agraciado en el juego, agraciado en el
amor.
Con manos diestras, el joven volvió a
barajar.
2
Despúes de viajar durante toda la
noche, llegaron a Londres poco despues de haber
amanecido.
Nataxa había deseado ese momento
durante toda su vida, siempre imaginando que Douglas estaria con
ella en todo momento. Finalmente sería ella quien se presentara en
sociedad,aunque no acudiria a la mitad de los eventos o incluso a
la mayoria, puesto que sus animos habían quedado arrastrados por el
suelo.
Su rostro estaba hinchado de tanto
llanto,bajo los turbios ojos lucían dos ligeras manchas violetas,
un claro signo del cansancio que la embargaba fisica y
psiquicamente.
El único motivo por que el que la
joven iba a continuar con sus planes,era porque Douglas se lo había
hecho jurar.
Cuando el coche se detuvo junto a la
gran mansión, Nataxa saltó del carruaje sin esperar al lacayo que
corria ayudarla.
Marlyn no hizo el intento de
censurarla, estaba muy apenada con Nataxa y la acongojaba saber que
la joven no estaba ilusionada con su
cometido.
La casa era tan bonita por dentro como
por fuera. Con tranquilidad ambas la recorrieron, admirando
los papeles pintados de las paredes,los lujosos muebles, los
tapizados.
Nataxa intentó animarse en la medida
de lo posible, pero poco despúes de un almuerzo ligero se retiro a
dormir.
El infarto de Douglas había sido un
gran golpe. El hombre había estado maravillosamente bien los días
anteriores y ni tan siquiera se le había visto cansado como otras
veces.
El día de la desgracia, Nataxa había
estado charlando con él, había cogido su pañuelo de hilo bordado
para limpiar los labios de su abuelo que repentinamente había
comenzado a babear.
Su preocupación se hizo evidente
cuando Douglas dejo de vocalizar,y su lengua torpe e hinchada
sobresalió de sus labios.
-No te estas muriendo- había susurrado
Nataxa tomandole la delgada y débil mano.
Habia acercado su cabeza a la de él,
apenas podía entender nada de lo que la decia. Douglas había
agitado la mano. Los ojos abiertos la miraron acuosos, sin la
intensidad aconstumbrada.
-Ve...a Lon...
-No.
Douglas.No.
-Juralo.
Tras la mansión
había una pequeña cuadra, que hacía las veces de
cochera.
Zeus, el negro semental de la joven
llegaría al día siguiente, junto con las últimas yeguas que había
comprado Douglas.
Nora, el ama de llaves se había hecho
cargo de todo con la profesionalidad que la caracterizaba y Marlyn
había planificado sitios y lugares a los que debian acudir en los
proximos días.
-En verdad estoy muy contenta con todo
esto.-mintió Nataxa. Con todo el esfuerzo que hacia la mujer por
mantenerla entretenida no podia dejarla colgada ahora, aunque fuera
lo que más deseara en el mundo.-No me siento con mucha fuerza
pero lo intentare. ¿Hemos recibido noticias de
Simón?.
Marlyn levantó la vista del listado
que llevaba en las manos y se detuvo ante la
joven:
-Que yo sepa no.- se encogió de
hombros.- mejor ¿No?.
Nataxa asintió con una media sonrisa.
En muy poco tiempo la señora Dimlomp se había convertido en alguien
muy querido para ella. No existia ese cariño fraternal, pero si
cierto afecto y respeto.Nataxa confiaba en que cada dia que pasaran
se harían más amigas. Marlyn era una buena
mujer.
-Nataxa- la llamó antes de que la
joven abandonara el despacho.-¿Eres consciente de que todos los
hombres o la gran mayoria vendran a ti por tu
fortuna?.
-¿Tan fea
soy?.
Marlyn sonrió agitando la cabeza con
suavidad.
-Piensa lo que quieras.-respondió.- Tú
ya sabes por donde voy.
Nataxa asintió. Llevaba el cabello
negro recogido bajo la nuca, dejando la cara libre de los bucles
que normalmente rozaban sus mejillas.
Se acercó a la ventana y descorrió las
pesadas cortinas de un tono amarillo dorado. Miró en silencio el
estrecho camino flanqueado por árboles.
-Deberias descansar.¿por que no subes
a ...?
-No podría señorita
Dimlomp.
Nora asomó la cabeza por el despacho y
carraspeó llamando la atención de Nataxa:
-¿Que hago con los vestidos que hay
sobre la cama?.
-Tirelos o se regalan.-Contestó Marlyn
por la joven.- Estan un poco pasados de moda y debemos comprar un
vestuario nuevo.
-Ahora no creo que eso sea muy
importante.- Nataxa acarició su pesada falda negra y dió la espalda
a las dos mujeres
.
Esa mañana el sol lucia explendoroso,
la primavera llegaba para instalarse aunque fuera algo tarde, pero
al fin lo había hecho y Londres había amanecido adornada con los
dorados rayos de sol.
Flotaba en el ambiente un fresco aroma
a flores que se abrian por doquier pintando de colores los jardines
de la ciudad.El olor de la tierra húmeda, donde aún relucian
las gotas del rocio y la madera quemada que alguien había
prendido cerca de las cocheras. Muchos más aromas se mezclaban en
la mañana, la fruta fresca, el pan recien horneado, el jabón de las
sabanas que habían tendido en la parte trasera de la
casa.
Geroge tenía preparado el carruaje.
Observó complacido como brillaba el escudo de armas que pendia en
la puerta. El aguila con la corona relucia en plata y oro, emblema
que había pertenecido a los Needs en varias
generaciones.
Nataxa se detuvó a observar las
rosas con sus petalos aterciopelados y elevó por unos segundos la
cara al cielo.
Seria fuerte, tenía que serlo por que
de lo contrario Simón se la echaria encima si no espabilaba. Subió
al vehiculo tomando asiento frente a Marlyn y por primera vez vió
la casa desde el exterior. Douglas había estado muy orgulloso de su
propiedad y no era para menos. La casa lucía
hermosa.
A peticion de Marlyn había sustituido
el vestido negro, por uno verde oscuro que hacía resaltar sus ojos
sobre su cremosa piel y un diminuto y gracioso sombrero de plumas
había sido colocado con toda maestria sobre su cabeza. Quizá
si no se movía mucho, podría aguantarlo un par de minutos siempre y
cuando no dejara de hacer equilibrio con esa
cosa.
-Se dirige a al
norte de Paddington hasta Camden Town..- Le explicó Marlyn al
cochero.
Nataxa se frotó las manos ansiosa por
partir, deseosa de conocer la ciudad que Douglas había
amado.
El coche traqueteó y crujió antes del
salir a la Avenida. Los ojos de la muchacha se detuvieron en una
bonita escena, al descubrir como un hombre jugaba con unos niños a
algo que llevaba escondido en las manos. Al principio la había
parecido divertido el modo en que los tres se reian y bromeaban,
entonces observó más detenidamente al caballero. Jamás habia
pensado que pudiera existir hombre tan hermoso como el que estaba
viendo en ese preciso momento.
Su cabello era condenadamente
rubio,tanto que era dificil dejar de mirarlo, una mezcla entre
dorado triguero y oro liquido. La barbilla perfilada y varonil con
una deliciosa sonrisa en su boca.
Marlyn la dió un codazo con toda
intención, obligandola apartar sus ojos curiosos del apuesto
caballero.
George maniobró con el vehiculo y
despues de girar azuzó a los caballos instandolos a tomar más
velocidad.
-¡No puedes ser tan
descarada!.
-¡él no miraba!.- se quejó Nataxa.- Ni
siquiera se ha dado cuenta.- Nataxa curvó los labios de forma
traviesa.-Era muy guapo.¿verdad?
Marlyn asintió, aunque támpoco la
había dado tiempo a ver mucho
Christian si la
vió. Había percibido aquella mirada oscura observandole
detenidamente. Descubriendo la admiración en el joven rostro de la
dama o tal vez la curiosidad.
Janie corrió a su lado apartando a los
muchachos:
-¿Era ella?
-¿Quién?.- El hombre la miró
divertido.
-La nieta de Lord Needs. ¡No me digas
que no te has fijado!
-La verdad es que no.- respondió. Sus
ojos brillaban burlones.- Creo que iban dos
señoras.
Janie no le escuchó. Estaba sumida en
sus propios pensamientos viendo como el coche llegaba hasta la
plaza y allí desaparecia.
-Deberia invitarla a cenar.- murmuró
pensativa.
-¿Por que te interesa
tanto?.-
Janie le observó estupefacta. ¿acaso
su hermano no entendia?.
-Es una Lady
Christian se encogió de hombros. Las
palabras de su hermana le parecieron una solemne tonteria, la más
grande que hubiera dicho nunca. ¿Que le pasaba a los Ingleses con
los titulos nobiliarios? ¿Se volvian todos tontos?Pero
Janie...
Ella era diferente, o por lo menos lo
fue hasta que se casó con Gordon, que si bien no tenía titulos era
un mercader con bastante renombre. ¿Desde cuando la interesaban a
su hermana todas esas tonterias? Debía ser que Londres contagiaba
su estupidez.
-Tio Chris, haznos otro truco de
magia.- insistierón los niños al unisono.
-Más tarde chicos.- Rió el hombre
tomando la chaqueta oscura que colgaba de la verja.- Tengo que
atender algunas cosas.- Se echo la prenda sobre un hombro y despues
de revolver el pelo de Winter inició el camino hacía la
plaza.
Janie le observó partir con una media
sonrisa en los labios, conocia demasiado bien al calavera de su
hermano y había oido rumores sobre la belleza de Lady
Needs.
Nataxa y Marlyn tomaron un delicioso
té en la rotonda, pasearon por las calles más comerciales visitando
a un par de modistas.
La joven emocionada, observaba todo
con ojos curiosos, los edificos, el banco. la
biblioteca.
A veces escuchaba los
comentarios:¿Quienes son? No las he visto nunca. Támbien otros
como: Creo que es ella. Pobre se ha quedado
solita..
-Los pies me estan matando.- Gruñó
Nataxa. Llevaba varios paquetes en los brazos, al igual que Marlyn.
Estaba tan impaciente por ver los accesorios que se había comprado
que no pudo esperar a que se lo llevaran a casa, si no que quisó
hacerlo ella misma. En ese momento comenzaba
arrepentirse.
-No hables asi.- la amonestó Marlyn
con tono cansado, luchando con su propia
carga.
Nataxa suspiró ruidosamente y alzó la
barbilla para poder observar entre los paquetes. George no debía
andar muy lejos.
Notó el topetazo cuando todos los
bultos que sostenia en su brazos comenzarón a caer sobre la
calzada.
La furiosa frase que estuvo a punto de
soltar por su boquita, se ahogó en el mismo instante que descubrió
quien había sido el causante del
estropicio.
Su hermoso cabello dorado era
inconfundible.¡Dime que no eran tus hijos!. Era todavia más guapo
de lo que había creido esa mañana. Sus ojos de un color azul zafiro
la devoraron con interes antes de inclinarse para recoger los
paquetes.
La joven miró sus anchos hombros y sin
apartar los ojos de él, támbien procedió a recoger sus
cosas.
-Gracias.- musitó con las mejillas
encarnadas.¿Gracias?.¿Por tirarla las cosas y empujarla en medio de
la calle?.
-Mis disculpas, Lady Needs. No sé en
que pensaba cuando tropezé.
La joven se incorporó. ¿En que iba
pensando?Pues seguro que en ella, si no ¿De que otro modo sabria
quien era cuando ni siquiera les habían presentado?. No hacía falta
ser muy inteligente para descubrir que el choque no había tenido
nada de acidental.
-¿Nos conocemos?.-simuló estar
confusa, fingiendo que era la primera vez que lo veía. Tenía los
brazos extendidos y él se dedicaba a poner más paquetes sobre
ella.
-La vi esta mañana cuando salí de
casa. Todo el mundo habla de la dama misteriosa que visita
Londres.
Nataxa sintió la verguenza de
repente.Él se había dado cuenta de la forma en que lo había mirado
desde el carruaje.
Echó una ojeada a Marlyn, pero la
mujer estaba más pendiente de encontrar a George que de la
conversación que acababa de iniciar con
el...señor.
-¿Puedo ayudarlas en algo?- La cálida
voz del hombre resultó de lo más agradable.
-Buscamos al cochero.- Nataxa enderezó
los hombros ante el peso para asegurar la
carga.
Christian sonrió
divertido.
- Soy Cristian
Merrywatters.
-Le tenderia la mano.- Nataxa se
encogió de hombros. El hombre era guapo, apuesto, fornido, con un
extraño y maravilloso acento. ¿Por que no se hacía el galante y la
ayudaba con los paquetes en vez de seguir acomodandola más sobre
los brazos?, ¡pero bueno!¿Tanto había
comprado?.
-Nataxa.- la avisó Marlyn negando con
la cabeza. Acababa de conocer al hombre y ni siquiera tenia la
suficiente confianza como para bromearle.
La muchacha miró a la institutriz de
un modo muy especial, como de "dejamelo a mi que lo enderezco ya".
y Christian soltó una carcajada divertida. Al buen entendedor con
pocas palabras ...
-Lo lamento señor Merrywatters.- se
excusó ella.
-No tiene por que. Creo que ya
viene alguien ayudarlas. -El hombre señaló con el mentón al lacayo
que caminaba hacia ellos.
Marlyn fulminó al pobre hombre con la
mirada:
-¿Donde esta
George?
-Ya viene señora, el coche se quedo
atascado, pero ya no tarda.- Miró a su joven ama y lanzó al hombre
una mirada de desconfianza.-¿Se encuentra bien
señorita?
-Todo bien Tamber.- le aseguró.-
cogeme esto por favor.
Con el choque, varios mechones oscuros
había escapado del elaborado peinado de la joven y caían sobre sus
ojos. La muchacha resopló en actitud infantil,intentando apartarlos
de su frente. ya que las manos aún seguian
ocupadas.
-Y digame.-se giró hacía el caballero
que la observaba expectante, con un brillo burlesco en sus
ojos-¿Donde ha dejado a sus hijo?Parecian
encantadores.
La verdad es que ni se había fijado en
los crios. Pero tenía que saber, no podia tontear con alguien que
ya estuviera casado. Ella no era ninguna ladrona de maridos, pero
él, era tan guapo con las arruguillas que le salian junto a los
ojos cuando sonreia.
Christian por vez primera se quedó sin
habla.
-¡Nataxa!.- insistió Marlyn
sonrrojandose.Abrió la boca para continuar y la volvio a cerrar sin
saber que decir.
La mirada de Marlyn y Christian
toparon, una angustiada, otro sorprendido y divertido a la
vez.
Nataxa, indignada había visto el cruze
de miradas y ella misma vizqueó frunciendo el ceño. ¿pero que
estaba haciendo de malo?¿Había incumplido alguna falta del
decoro?¿No podía hablar de sus hijos?. Desde luego hubiera sido más
sencillo si hubiera preguntado por la salud de la señora
Merrywatters, pero que la importaba a ella la tal dama, en caso de
haberla.¿la habria?
-Me alojo en casa de mi hermana. Ella
estaría encantada de que acudieran a cenar un dia de estos y mis
sobrinos se pondrían muy contentos.
¿Sobrinos?. Nataxa respiró. Una
sensación de relajación comenzaba apoderarse de su cuerpo que sin
darse cuenta se había tensado de tal manera que parecia tener un
palo en...
-por supuesto que aceptamos señor
Merrywatters.-asintió Nataxa mirando a Marlyn.-¿verdad que
aceptamos?
-Aceptamos.- contestó Marlyn
cansadamente.-No será una
molestía.¿Verdad?.
-Claro que no. Janie estará
encantada.
George llegó por fin, estacionando
junto a ellos. Tamber y el cochero cargaron los
paquetes
Christian ayudó a las mujeres a
ascender al carruaje. Estaba por soltar la diminuta mano de Nataxa
cuando la joven le aferró del brazo con una vuelta de
muñeca:
-¿Le llevamos a algún
sitio?
-No gracias.- rió.- Debo hacer cosas
antes de regresar a casa... con mis
sobrinos.
Nataxa apretó con fuerza los labios en
un gracioso mohin, simulando la sonrisa que estaba por
soltar.
-¡Nataxa!- exclamó
Marlyn una vez cerraron la puerta del
vehículo.
-¿Ha visto su cabello, señorita
Dimlomp?¿No le parece una maravilla?.Creo que podré perdonarle que
haya chocado conmigo adrede.- se inclinó hacia las cortinas que la
impedian observar la calle y al hombre. Marlyn la detuvó a
tiempo.
-Nataxa, te has comportado
terriblemente mal.-agitó la cabeza contrariada.-¿donde esta tu
sombrero?.
La joven se llevó las manos a la
cabeza. ¿Cuando lo habia perdido?¿Durante la caída?. Trató de hacer
memoria y acabó encogiéndose de hombros.
Desde luego,
durante el resto del dia, Christian Merrywatters fue sin duda el
principal tema de conversación.
El hombre era todo un misterio para
ellas. De la hermana no averiguaron gran cosa, excepto que estaba
bien posicionada.
La invitación llegó el mismo día, de
modo que acudirian a cenar, y Nataxa tenia tantas ganas de verle
nuevamente que no aceptó ninguna excusa de
Marlyn.
-Señorita Dimlomp. ¿Se ha parado a
pensar que vamos a casa de unos completos
desconocidos?
-Eso debiste pensarlo antes.-Marlyn se
acomodó en el interior del carruaje y la joven hizo lo
mismo.
-¡pero usted aceptó!- replicó Nataxa
pasando los dedos sobre el encaje que adornaba su falda
negra.
Marlyn ni siquiera la miró. No pensaba
enzarzarse en ninguna discusión con ella, tan solo se encogió de
hombros tratando de parecer indiferente.
El sol se escondia, lento, perezoso,
bañando con su últimos rayos de fuego los tejados de Londres,
cediendo el paso a una pálida y transparente luna que luchaba por
subir a lo más alto y pender del firmamento desde un hilo de
plata.
Una suave brisa acariciaba los
jardines jugando con las flores, meciendo las copas de los árboles
con délicadeza.
Marlyn tomó la mano de la muchacha, la
sintió temblar.
-Todo va a estar bien Nataxa. Sé tu
misma, pero no te pases.
-¿Y si hago algo mal?- preguntó con
miedo repentino.
-Imposible- Marlyn sonrió
reconfortandola. Moldeó el rizo oscuro que caia sobre la frente
lisa. El cabello era tan negro como el saten de la noche y tan
suave como la más pura seda.- Los dejarás a todos
encantados.
Nataxa respiró hondo un par de
veces,llenandose de fuerza y vigor. Todavia pensaba que deberian
haber ido andando, la casa se encontraba a unos pocos metros. Era
más la parafernalia que George tenía que montar, que lo que
realmente tardaban en llegar si hubieran ido
paseando.
El carruaje se detuvo en el portal.
Poco antes de que Nataxa descendiera con ayuda de Tanner, Marlyn la
colocó una mano sobre el codo:
-Nataxa, olvida tu sinceridad y en
boca cerrada no entran moscas.
Ella asintió, deseó salir corriendo y
huir, pero asintió. Apretó la fina mantilla española sobre su
cuerpo con la intención de hacer parar el temblor, no era frío lo
que sentia, eran los nervios que crecian desde el interior de su
estomago y ascendian a su garganta impidiendola hablar. No tenia
sed, pero si la boca seca y pastosa.
Junto a Marlyn ascendió los pocos
escalones que les separaban de la puerta principal. Miró el pesado
llamador de hierro, pero la puerta se abrió
repentinamente.
Un mayordomo les recibió con
amabilidad, guiandolas hacia una sala pequeña y acogedora. Sobre la
chimenea, un enorme cuadro llamó la atención de las
damas.
Un paisaje campestre lleno de
colorido,pinceladas amarillas mezcladas con tonos castaños, los
azules con los negros.
Janie descendió
las escaleras con majestuosidad, una mano apoyada ligeramente sobre
la baranda de madera. Una trémula sonrisa en los delgados
labios.
Vestia un elegante traje en tonos
burdeos rematado en el escote y los puños por unas diminutas y
perfectas perlas Su dorado cabello, más mate y apagado que el
del hermano, caia con gracia sobre uno de sus hombros
desnudos.
-Lamento haberlas echo esperar.- Se
inclinó levemente ante Nataxa,Janie dificilmente podria condundirse
de mujer, puesto que la muchacha más joven vestia totalmente de
negro guardando el luto del Lord.- Lo de su abuelo debío ser
horrible, lo siento mucho.
-¿Le conoció?- preguntó la muchacha
con una sonrisa.
-No tuve el placer...- Janie se
dirigió a Marlyn y la saludó afablemente.
-Tiene usted una casa preciosa. La
señora Dimlomp y yo admirabamos el óleo- Sus ojos verdes se
volvieron de nuevo hacia la pintura.-Da la sensanción que el
paisaje nos envuelve, como si nos trasladara de
sitio.
Janie sonrió satisfecha y orgullosa a
un tiempo.
-Es un sitio real. Yo lo
pinté.
Nataxa entreabrió los labios admirada.
Nunca había conocido a una dama con tan mágnifico
don.
-Es muy hermoso.-Admitió con total
sinceridad.
-Se lo agradezco.-Janie volvió a
inclinarse ligeramente y la sonrió.- Es un honor para mi y mi
familia que hayan acudido, sobre todo sabiendo que usted no debe de
tener muchos ánimos. Mi nombre es Janie
Travels.
-Solo esperamos no ser una
molestia.-Intervino Marlyn.- Imagino que el señor Merrywatters le
habrá contado como nos conocimos.
-¡No diga eso, por favor!. Reconozco
que me sorprendió.- se encogió de hombros con una gracia soberbia.-
Me comentó que fue un encuentro algo
divertido.
Nataxa enrojeció subitamente y apartó
la mirada de la mujer. Tampoco se atrevió a mirar a Marlyn,para no
encontrarla con su aconstumbrado ceño
fruncido.
Janie las guió hacia el salón haciendo
un pequeño recorrido por la casa. Todo era muy sencillo y hogareño
de un gusto exquisito.
-Mi familia no tardará en reunirse con
nosotros. Godon y los niños llegaron tan solo hace un rato y estan
terminando de vestirse.
-No se apure señora Travels.-Sonrió
Marlyn con los ojos clavados en Nataxa.- Nosotras hemos llegado
antes de tiempo.
-¡como vivimos tan cerca!.-asintió la
joven.
Janie sirvió tres copas de un vino
dulce mientras esperaban.
Cuando Christian entró en el salón con
unos pantalones negros y una camisa de seda blanca con bordados en
los puños, el corazón de Nataxa se detuvo.
Era como si el sol hubiera ocupado un
lugar en el salón, iluminando con su llegada los rostros femeninos.
El cabello dorado había sido peinado hacia atrás con mucho
estilo,aún asi su logitud, cubria la fuerte
nuca.
Nataxa, incapaz de mirar a otro sitio
que no fuera él, se sonrojó.
-Me alegro mucho que hayan podido
acudir.- en dos zancadas llegó hasta ellas con su eterna y
encantadora sonrisa. Saludó a Marlyn besando ligeramente sus
nudillos. Y se volvió a Nataxa. ¡Era alta! ¿como no se había dado
cuenta esa tarde? Estaba aconstumbrado a sacar al menos cabeza y
media a las damas,a ella apenas la sacaba quince centimetros. Su
mirada azul recorrió la figura de la dama con un brillo
apreciativo. El color negro le hacía parecer más madura y támbien
más palida. Realmente el color no la favorecia mucho, aún asi
reconoció que era la joven más bonita que había tenido el placer de
conocer.- No tuve oportunidad de darle mis condolencias esta
tarde.
La belleza del hombre la abrumaba. El
extraño y suave acento. Los exoticos ojos azules que brillaban como
un mar cambiante, ahora grises o turquesas, mezcla de zafiros y la
linea azafata que bordeaba el iris. Un raro color azul, un hermoso
tono brillante y transparente como las más altas
olas.
Nataxa era consciente de su cercania,
de su aroma embriagador y varonil, de la fuerza de su
cuerpo.
Janie carraspeó ligeramente llamando
la atención de su hermano. Había sido tan solo un lapsus de tiempo
que parecia haberse detenido, paralizando la escena como en un
cuadro de Velazquez.
-Veo que estan probando el delicioso
moscatel de la produción de mi cuñado. Me serviré uno para
acompañarlas.
Janie se acercó a él con una mirada de
disculpa hacia las damas.
-¿Bajará Jhon?.- Janie preguntó en
alto, de ese modo rompió el incomodo silencio que Christian habia
creado despúes de entrar.
-Se ha marchado. Tenia unos negocios
que atender.- respondió algo contrariado, de no haber invitado a
las damas, él lo hubiera acompañado. Le imaginó en alguna taberna
del puerto dispuesto a comenzar algún ejercicio físico.- Más tarde
me reuniré con él.- guiñó un ojo a su hermana y terminó de servirse
la copa de vino.
Los ojos de Nataxa se dilataron
curiosos durante unas milesimas de segundo.¿Seria capaz su
anfitrión de marcharse estando ella en casa? Desde luego eso no
seria de caballeros y él lo era.¿Lo era?.
Gordon apareció con los niños bastante
azorado e incomodo por el retraso, disculpandose cuando saludó a
las señoras y presentó a los encantadores
muchachos.
La cena transcurrió con mucha
tranquilidad, como si se trataran de una familia bien avenida.
Nataxa perdió los nervios y Marlyn participó activamente en la
conversación.
Christian estudió a la muchacha
durante la velada, le gustó la sonrisa sincera, la forma de enarcar
las cejas cuando no entendia algo, la manera en que fruncia los
labios cuando alguien la hacia reir. Le sorprendió su capacidad
para llenar una conversación con divertidos toques de humor. Era
algo charlatana, pero no empalagosa, su voz dulce llenaba el
comedor y sus carcajadas, frescas y chispeantes como las burbujas
del mejor Champagñe Frances.
Una vez acabada la cena, pasaron a la
primera sala donde Janie las recibió. Los pequeños se despidieron.
Los hombres se sirvieron Brandy y un fino Jerez para las
mujeres.
-Debe ser muy divertido convivir con
los niños.-Comentó iniciando una nueva conversación con la
anfitriona. Evitó mirar a Christian, siempre que lo hacia, él
parecia observarla e incluso tenia la fuerte sensación que podia
leer su mente y eso la incomodoba.
-Siempre me han encantado los
crios.-Admitió Janie mirando con ternura a su esposo. Gordon no era
una persona muy habladora, sin embargo su educación era
impecable.
-¿Le importa si fumamos aquí o nos
retiramos al despacho?.- preguntó Gordon a su
esposa.
-Por nosotras no hay problema.-
respondió Nataxa con una sonrisa.-Mi abuelo solia fumar.- sus ojos
brillaron con melancolia.- Le hubiera encantado
conocerles.
-Yo le conocí-asintió Gordon.- Era un
buen hombre.
El corazón de Nataxa saltó de alegria
henchido de orgullo. Se limpió una solitaria lagrima con un dedo y
seguidamente tomó el delicado pañuelo que alguien la
tendió.
-De modo que nació En Nolfork.- Janie,
muy atenta como siempre, cambio el sentido de la conversación.-¿No
ha salido nunca del Pais?.
-Aún no, pero me gustaria recorrer
Europa.
-¿Y Ámerica?.- preguntó Cristian- ¿No
siente curiosidad?
La mueca de desprecio ante la sola
mención fue visible para todos, en especial para Christian que
frunció los labios algo contrariado.
-Jamas iré aquella tierra de
salvajes.- se estremeció con un escalofrio.-¿Y ustedes?¿Son de
aquí?
Christian dejó su copa de Brandy sobre
un sencillo aparador y se giró a la
muchacha.
-Somos Americanos- respondió con
frialdad, dolido por las insensibles palabras de Nataxa.
¡Salvajes!.¿Eso era lo que ella pensaba de él?¿Que era un salvaje?.
La retó con una mirada fria, helada.
Nataxa se pusó en pie, haciendo que el
resto se incorporara con rápidez. Cuadró los hombros con orgullo y
elevó el mentón desafiante. No la asustaba en absoluto, claro que
en ese momento tampoco era capaz de pensar con cierto raciocinio.¡
Puagh!.
-Se nos ha hecho muy tarde.- Marlyn
estaba luchando por controlar su angustia. Era una situación
dificil y Nataxa, ¡por favor, sé educada!, tenia los ojos verdes
cubiertos de un brillo peligroso. Su rostro, una máscara fria,
impersonal. El cuerpo tenso en toda su
longitud.
Marlyn tomó el brazo de la joven y
tiró de ella con suavidad, apartandola del señor Merrywatters,
quien la enfrentaba la mirada con una descarada desfachatez.-
Sentimos marcharnos de esta manera.- Se disculpó Marlyn con el
rostro rojo de verguenza.
Nataxa la miró, sin verla. En realidad
sin ver a nadie.¿Sentimos?. No, ella lo único que sentia era haber
conocido aquel salvaje, cretino ámericano, calavera,truhan...Agh.
¿Por qué?¿Como habia podido pensar que era apuesto con aquellos
cabellos de salvaje?. Debió haberlo adivinado cuando la interceptó
en mitad de la calle.¡Un mal educado!.
En el interior del
vehiculo,Marlyn suspiró con alivio.
Nataxa, se sentó frente a ella,perdida
en sus propios pensamientos con los ojos vagando sobre su falda de
duelo,conteniendo a duras penas lagrimas de rabia contenida. Pudo
sentir la mirada de Marlyn sobre ella y por fin, se giró para
enfrentarla. Sus ojos verdes refulgieron cual brillantes gemas,
adquiriendo un tono más oscuro de lo
normal.
-No voy a disculparme.- casi rugió
golpeandose las abullonadas faldas con el puño cerrado. Apretó los
dientes con tanta fuerza que la mandibula comenzó a
dolerla.
Marlyn se encogió de hombros. No tenia
ninguna ganas de soportar un arranque de mal
genio.
Clavó la vista en las manos que habia
entrelazado sobre el regazo.
-¡No me puedo creer que las primeras
personas que...! ¡Americanos!.-se restregó las lagrimas con el
dorso de la mano.- Parecian agradables...
-Son agradables.-musitó
Marlyn.
Nataxa fingió no haberla
escuchado.
-El mejor amigo de mi padre era
del condado de Arlington en Virginia. Trabajaron juntos mucho
tiempo y cuando las cosas se pusieron dificiles aquí, mi padre
viajó a las colonias en busca de las famosas quimeras de oro.-
agitó la cabeza, recordar dolia.- Asesinaron a mi
padre.
Marlyn tomó aire y lo soltó con
rápidez, o su cabeza no funcionaba bien o iba a marchas
forzadas.
-Lord Needs ¿Estaba apurado
economicamente?.
Nataxa negó con la
cabeza:
-Mi padre fue desheredado.- Marlyn
abrió los ojos como platos y Nataxa dejó caer la cabeza hacia
atras.
El coche se detuvo frente a la puerta
principal, ambas ignoraron el aviso de
Tanner.
-Douglas no dió el consetimiento para
aquella boda,aunque se arrepintió mucho de
ello.
-Y tu padre se fue a trabajar
...-animó Marlyn sumamente interesada.
-Recibimos la noticia medio año
despues.Mi padre se iba a instalar alli- miró a Marlyn y
nuevas lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.-Nos mintieron,
nos hicieron creer que mi padre se habia vuelto a casar y que no
regresaria más.
Marlyn acarició la cabeza de la joven
cuando la colocó sobre su regazo.
-¿Y era
mentira?.
-Si.-su voz llegó ahogada a traves de
las ropas.-Mi madre nunca creyo eso de mi padre. Confiaba en él.-
sorbió las lagrimas y se incorporó respirando nerviosa.- Ellos se
amaban con locura, si no mi padre jamas hubiera renunciado a la
fortuna. Apelamos a Douglas,se compadeció de mi madre y la ayudó a
investigar el paradero de su hijo.
" Su mejor amigo.- siseó con furia y
asco- le mató y nos quiso hacer creer toda esa
basura.
-¿Pago por su
crimen?.
-Si.- asintió Nataxa. encogiendose de
hombros.-Todos pagamos por ello. Mi madre se lanzó por un
acantilado.- Pestañeó varias veces tratando de disipar las
lagrimas.-No soportó vivir sin él.
Con un nudo en la garganta y mirada
perdida en el pasado, empujó la puerta del
coche.
Marlyn la siguió, sopesando su
palabras con cuidado.
-Nataxa.- la detuvó antes de atravesar
la puerta.-solo un hombre fue el culpable, no el pais
entero.
-Fue el pais con sus ansiados sueños
de riqueza y poder, con sus engaños en las nuevas oportunidades,
con sus...
-¿Y si el señor Merrywatters fuera el
hombre de tu vida?¿Y si os llegarais amar tanto como lo hicieron
tus padres?.
Nataxa negó con una mirada
salvaje:
-Me lo arrancaria del corazón con las
manos y las uñas.-dijo furiosa.
3
La presentación de
Nataxa en sociedad fue un exito, a veces empañado por el velo del
dolor que poco a poco iba controlando.
Todo Londres habló de ella y de la
multitud de fervientes enamorados que llevaba consigo alli donde
fuera.
El vestibulo de la casa se lleno de
enormes ramos de flores y delicadas cajas de bombones de todas
clases, de licor, de frutos, chocolate amargo suizo,especial
Frances...
Nataxa pasó a convertirse en la dama
más codiciada de la ciudad y los alrrededores, ya no tanto por su
belleza como por el bolsillo. Soñada por los hombres, idealizada
por las más jovencitas.
En más de una ocasión llegó a
coincidir con Gordon y Janie Travels. La buena mujer samaritana
colaboraba con el orfanato y prestaba ayuda en el hospital
recaudando dinero en subastas beneficas. Gordon era el tercer hijo
de un Conde.
El señor Merrywatters no acudia a
ningún evento, pero los comentarios corrian por las salas de baile
como la polvora.
Nataxa escuchaba los comentarios en
actitud desinteresada y a veces no queria hacerlo, pero la
curiosidad picaba como un mosquito en
verano.
Si hablaban algo malo del hombre ella
lo creia a pies juntillas, necesitaba saber lo peor de él. Otras
veces le relacionaban con damas de alta alcurnia y ella no podia
evitar sentir el tironcito del pecho. Christian Merrywatters había
tenido la desfachatez de enviarla un enorme ramo de rosas rojas y
una nota simple " Su admirador más manso".
Esa mañana el sol
brillaba de nuevo. Era un poco más tarde que de constumbre, aún
asi, Nataxa salió a cabalgar con Zeus. Estaba aconstumbrada
a
ejercitar al animal todos los dias y
normalmente preferia hacerlo más temprano, pues de esa manera no
había mucha gente por el parque, ese dia
en especial, las cosas no estaban
saliendo muy bien.
Ya en la mañana descubrió que habia
vuelto a perder otro sombrero y habia pasado bastante tiempo
buscando alguno que concordara con su
vestido de amazona color teja, el
mismo traje que se manchara cuando Nora en un descuido la echó
sobre la falda la grasa del bacón.
Había vuelto a cambiarse, esta vez
optó por los tonos castaños mientras mentalmente se apuntaba pasar
por la tienda y encargar un par de vestidos
más.
Cuando estuvo lista, descubrió con
horror que las personas que solian estar en el parque se habian
duplicado debido a la tardanza con la que
salia
ese dia.
Marlyn no cabalgaba, la seguia en el
carruaje abierto, bajo una sombrilla en color crema llena de
encajes.
-¡Que bello ejemplar!- Jhon montaba en
un caballo negro de patas blancas.El animal parecia algo pequeño
para su estatura, pero con un porte muy
elegante.
-Diria que es árabe.- murmuró
Christian observando.
La mujer giró un rostro enojado hacia
ellos.
Jhon silbó admirado. El cabello negro
de la dama enmarcaba un bonito rostro de finos y palidos rasgos,
destacando unos preciosos ojos verdes
rodeados de espesas pestañas que
parecian acariciar sus mejillas cuando los
entrecerraba.
Christian evitó hacer algún gesto que
delatara que casi en todo el rato que llevaba alli, no habia dejado
de observar a la dama, por más que el
caballo fuera uno de los mejores
ejemplares que hubiera visto.
El hombre acarició las crines de su
Appalosa indio y colocó la cincha ignorando a la belleza
morena.
Nataxa, con el mal humor acumulado
azuzó su caballo en direción a Christian Merrywatters. La ira fluia
en la boca del estomago como un volcán a
punto de
explosionar.
Marlyn la detuvo haciendo que George
cruzara el vehiculo ante la joven:
-Volvamos a casa Nataxa. ¡No montes
ningún expectaculo!.
La muchacha elevó el mentón
orgullosamente y cambió el sentido de la marcha de Zeus, animandole
a un ligero trote.
Caballo y amazona formaban una hermosa
estampa y pocos podían dejar de admirarla.
Nataxa estaba muy furiosa, el simple
hecho de ver al hombre tan apuesto le recordó su ramo de flores ,
en verdad que con solo verle la daban ganas
de gritarle y regañarle hasta quedarse
sin voz. ¿Por qué no se habia quedado en casa?. Todos los signos
habia sido evidentes, lastima que ella no
fuera pitonisa o algo
así.
Se tocó ligeramente el sombrero para
cerciorarse de que aún seguia sobre su cabeza e instó a Zeus a
cabalgar hasta el pequeño estanque.
Por el rabillo del ojo descubrió la
presencia de otro jinete. Evitó bufar como una animal aunque fuera
lo que más deseara.
-Espera prima.- Dijó la conocida voz a
su espalda.
La irritación se hizo evidente
hasta para Simón.
La joven detuvo a Zeus girandose hacia
su primo. Su voz sonó fria e impersonal cuando
habló:
-¿Que quieres Simón?. Apenas sí se te
ve el pelo por aquí.
-Es cierto.- asintió el hombre
observandola con fijeza. - Ya sabes, los
negocios.
-Ah, ya.- contestó ella con
sarcasmo.
Por encima del hombro descubrió que
Christian y el hombre que lo acompañaba habían seguido su mismo
sendero y apenas los separaba unos
metros. ¡Estupendo!¡El yanky, el
primo! ¿Qué más podía suceder aquella
mañana?
Nataxa descendió de Zeus y sujeto las
riendas con una mano enguantada. Simón tambien
desmontó.
-¿me has echado de menos, prima?.-
preguntó burlón,irguiendose juntó a ella. Ambos tenian la misma
altura.
-En absoluto.- Con desagrado observó a
Marlyn charlando amigablemente con Christian y el otro caballero.
La sangre bullia en su interior con una
tempestad
salvaje.
En ese momento no sabia a quien
aborrecia más, si a su primo" Don perfecto soy un vago", o a
Christian Merrywatters" que irresisteble
vengo".
-Veo que no has cambiado en
absoluto.
-¿Por qué habria de hacerlo, Simón?-
se sorprendió.
El hombre se encogió de hombros.
Echaba de menos las pullas de Nataxa.
-Mis padres querrian que pasaras
alguna vez a visitarles.- Le informó Simón.
Nataxa aguantó la respiración y contó
lentamente hasta cinco. Su paciencia estaba al limite.¡Cuanto
hubiera ganado si ese dia no hubiera salido
de
su dormitorio!
-Querido.-fingió una sonrisa.- Hace
años que no nos vemos.-Le miró sobre el hombro.-No se dignaron a
venir en el entierro de Douglas.
-Ah.. bueno..Fuí
yo.
-¿en representación?.-soltó una
carcajada agria- No hace falta que los
excuses.
-No parece que eches de menos al
viejo.- Simón se detuvo y la miró de manera insultante. Si antes
soportaba a la mocosa caprichosa habia sido
por
el anciano, ahora las cosas habian
cambiado y muy pronto la fortuna de los Needs pasaria a sus
manos.
A Nataxa se le subió el corazón a la
garganta. Lagrimas de rabia y dolor abnegaron sus ojos.¿Quién se
creia que era él para insinuar que no habia
sufrido la muerte de
Douglas?
-¿como te atreves?.-La voz salió
estrangulada de su garganta. Ni siquiera pensó lo que hacia,la
bofetada que propinó a Simón resonó sobre
el
estanque
asustando a
varios patos que iniciaron un corto vuelo.
Simón la fulminó con sus ojos pardos.
Con delicadeza se pasó el pañuelo por los
labios.
-¿Ocurre algo?.- Christian
Merrywatters se apeó de su Appalosa. Había estado lo
suficientemente cerca para observar lo sucedido. Peligrosamente
se
acercó al hombre con una mirada helada
en sus ojos azules.
-¡No he hecho nada!.- se defendió
Simón encogido bajo su chaqueta de ante. Vió llegar, sin poder
evitarlo, el puño de hierro que le lanzó contra
el
camino de
tierra.
Nataxa mostró los dientes con aversión
cuando escuchó el ruido de huesos contra la carne. Miró con el ceño
fruncido, la nariz sangrante de su
primo que se hallaba despatarrado
grotescamente sobre el suelo.
Sorprendida, anonadada, observó a
ambos hombres.¿No se daban cuenta de que eran ellos quienes le
habian estropeado aquella mañana?.
Con un grito poco ortodoxo, se
abalanzó sobre Christian golpeandole el hombro al tiempo que
proferia insultos a diestro y siniestro en
un
autentico estado de
nervios.
Marlyn descendió con prisas del
vehiculo y Jhon, despues de bajar del caballo llegaba hasta ellos
en una carrera.
Christian no hacia más que detener los
golpes de la muchacha intentado tomarla de las manos. Nataxa habia
destrozado la chaqueta del hombre y
su intención era destrozar la bella
sonrisa que Christian no habia perdido en ningún
momento.
-Nataxa, volvamos, por favor.- suplicó
Marlyn queriendo coger la delgada cintura.
Simón se levantaba del suelo con ayuda
de Jhon, aunque este no tuvo ningun miramiento cuando lo alzó por
el cuello de la camisa.
Los gritos de Nataxa fueron
silenciados cuando Christian, en medio de la confusión, capturó sus
labios con la única intención de hacerla callar.
Lo
logró. Nataxa sintió la lengua que
recorria el interior de su boca y con la suya trató de empujar al
intruso. Una pelea que apenas duró unos
segundos, pero que dejó a ambos
jovenes jadeantes.
Marlyn, pálida como el papel, recorrió
con la vista el rostro de las personas que con curiosidad
comenzaban acercarse. Si en aquel momento
se
abriera una brecha en el suelo y se
los tragaba a todos, era lo mejor que podia
pasarles.
Nataxa, con ojos dilatados, tomó las
riendas de Zeus, se alzó las faldas hasta las rodillas y de un solo
movimiento montó a horcajadas sobre el lomo
del animal. Saltó varios setos con una
agilidad increible y desapareció como alma que lleva el
diablo.
Christian, despues de observar
estupefacto la salida de Nataxa, miró al hombre que seguia
sangrando.
-Por favor.- Marlyn apoyó la mano
sobre el brazo de Christian. No queria más escandalos con el primo
de Nataxa.- ¿me acompaña al coche?.
Christian asintió y ofreció el brazo a
la mujer.
-¡Quiero saber su nombre!.- exigió
Simón a voz en grito recobrando su compostura y su
honor.
-Christian Merrywatters.- contestó con
frialdad volviendo su rostro hacia él. Alguien se acercó
interponiendose entre ambos hombres. Una
multitud
de ojos curiosos les
rodeaban.
Marlyn, roja hasta las orejas, tiró de
Christian llevandole ella misma hasta el vehiculo. Una vez alli, la
mujer respiró con más tranquilidad.
-Señor Merrywatters.- se pasó la
lengua por los labios resecos y miró de reojo a Simón antes de
volverse a él.- Lamento lo de Nataxa por
favor,
disculpela. Es muy joven y a veces
algo insesata. Ella no suele comportarse
asi...
-Solo con los ámericanos.- interrumpió
con sequedad.
-¡No!.- exclamó la mujer.-¡Solo con
usted!.
Christian suspiró asintiendo
lentamente. Aún podia sentir el sabor de Nataxa en su boca, el
contacto aspero y envolvente de la lengua de la
joven
cuando trató de expulsarlo de su
interior. Pensando en ello le dieron ganas de reir, pero su mirada
se volvió a posar sobre Simón.
-Es su primo Simón.- explicó Marlyn.-
Se llevan como el perro y el gato.
Christian se paso la mano por la
cabeza y ayudó a la mujer a subir al carruaje. George, con ojos
desorbitados y mordiendose el labio
inferior,
fulminó a Simón con la
mirada.
Nataxa terminó de
bajar la escalera cuando llamaron a la puerta. Ni Nora ni Tanner
parecian estar a la vista en ese momento de modo que la joven, trás
mirarse en un espejo ovalado de suntuoso marco dorado,
abrió.
Christian Merrywatters la fulminó con
la mirada. Se abrió paso hasta ella y dejó sobre una repisa el
sombrero castaño que Nataxa había vuelto a perder en el
parque.
-¿Que hace aqui?.- preguntó
sorprendida.
-¿Que te parece? Es contigo con quien
quiero hablar.
-¿Y desde cuando me tutea?¿Cuando le
he dado yo...
-¿Permiso?.- Sugirió él.-El permiso me
lo gané en el mismo momento en que su primo me reto a
duelo.
-¿Que?.- Nataxa dió un par de pasos
hacia atrás y su espalda chocó con la baranda de la
escalera.
-¡Pero bueno!.¿que creias que
sucederia?.- explotó Christian al borde de la furia.- De modo que
yo pretendo ayudarte y ¿Que haces?. Te pones de parte de tu primo
despues de abofetearle.
-¡No!.- negó Nataxa, evitando que el
notase el miedo que comenzaba a fluir por sus venas.-¡No me puse de
parte de nadie!.¡Tampoco necesitaba su ayuda! Me las estaba
apañando muy bien.
-¿Por eso me
sacudistes?.
-¡Yo no hice tal cosa!.- gritó ella.
Su cuerpo ya no tenia espacio para seguir avanzando de
espaldas.
Christian se pasó una mano por el
dorado cabello, revolviendolo.
- Vengo a Londres una vez cada dos
años para ver a mi hermana.- explicó con voz dura.- Nunca la he
dado motivos de escandalo ni la he hecho pasar verguenza.- hizo un
pausa y la miró con atención. Era tal la furia que sentia,que deseó
tomar el fino y delgado cuello entre sus manos, y si no matarla,
por lo menos darla un susto de muerte. Su cordura se antepuso a lo
demás.-¡Por Dios!. Quise defenderte. ¿por que diablos me
pegastes?.
Nataxa le miró sin pestañear siquiera.
Quizá el hombre tenia razón, pero allí, en el parque, no habia
pensado nada más que en la molestia que le provocaba él y su
primo.
-Hablaré con Simón. Se retractara de
lo del duelo. estoy segura.
-¡No!.- Vocifero Christian.- No deseo
que se retracte de nada.
-Entonces.¿Que quiere que haga?.-
preguntó aterrada. La mirada azul del hombre se oscureció.-¿que
puedo hacer?.
Christian soltó un suspiro y la
estudió con lentitud:
-Despues del escandalo que has montado
te aconsejaria que nos ...prometieramos...
-¡Ja!.- Soltó Nataxa con irona.-
¡Ja!.- volvió a repetir. Se abrió paso ante él golpeandole
ligeramente con el hombro al pasar.
Christian la detuvo sujetandola el
brazo y obligandola a mirarle:
-Esta noche, toda la maldita sociedad
sabrá lo que ha ocurrido en el parque. Que hablen de tí me tiene
sin cuidado. Otra cosa es mi hermana.
-¡No quiero casarme con usted!.- se
quejó con el menton alzado.- No veo por ...
-No tendras que casarte. Romperas el
compromiso dentro de una semana.- Christian observó como la joven
arqueaba las cejas sin entender- Siempre puedes decir que despues
de habertelo pensado, no quieres abandonar tu hermosa
Inglaterra.
-¿Por qué una
semana?-
-Regreso a mi pais.-
respondió.
Nataxa sintió algo en su pecho al oir
aquello. De modo que Christian desapareceria de su
vista,
-¿Que pasará cuando venga dentro de
dos años?- insistió ella, ¿que es lo que queria oir?¿Que le
volveria a ver?.
-Si regreso, espero que estes
divinamente casada. Pero no es muy probable que vuelva, Gordon y
Janie estan pensando trasladarse a Boston.
-Ah.- No se la ocurrió nada más que
decir. A lo mejor nunca volveria a verle de nuevo. Eso era
bueno.¿verdad?.
-¿No podemos dejar las cosas como
estan?.- Hacia unos segundos que Christian habia soltado su brazo,
sin embargo, aún tenia la sensacion del calor que habia producido
la presión de su mano sobre ella.
-Te repito que no voy a consentir que
nadie hable de mi hermana y...
-de acuerdo.- asintió Nataxa.- Luego
usted se irá y yo podre continuar con mi vida normal.- intentó
sonreir pero no hizo más que una mueca.- A Simón no le va hacer
mucha gracia. Seguramente desistirá de lo del duelo. ¡Usted va a
ser mi prometido despues de todo!.-Vió a Christian encogerse de
hombros con indiferencia y frunció el ceño pensativa.- Podria
hacerme la enferma durante esta semana,asi no tendriamos que salir
juntos.
El hombre agitó la cabeza con una
sonrisa burlona:
-Voy aprovechar la semana que me queda
en Londres y tú.- la señaló con el dedo.- Vas a
acompañarme.
-¿pero porqué?. Usted nunca acude a
los bailes y...
-y seguiré sin acudir, pero suelo
hacer otras cosas. Pasear, ir a cenar, visitar algún museo, me
encanta la biblioteca, el teatro. Dejame decirte que hay muchas
otras cosas en la vida.- Se acercó a la puerta sin apartar los ojos
de ella.- Mañana anunciaremos el compromiso en casa de
Janie.
-¿Y si no voy?.- se atrevió a
preguntar en un hilo de voz. De pronto tenia el estomago
revuelto.
-Irás.- contestó con una sonrisa
fria.- o vendre a buscarte.- Sus ojos recorrieron con deliberación
el vestibulo.- Deberias comenzar a deshacerte de todas esas
flores.
Nataxa ni siquiera se movió
cuando cerró la puerta dejandola sola y
pensativa.
-¿Lo ha oido, señorita Dimlomp?.-
insistió Nataxa, observando a la mujer que estaba sentada trás el
escritorio.
Marlyn asintió con una expresión de
horror en su rostro. Se acarició la barbilla y acabó restregando la
cara entera entre sus manos. Por fin levantó sus dilatados ojos
grises para posarlos en la joven:
- De haber vivido tu abuelo, te
hubiera obligado a llevar el compromiso hasta el
final.
-¿Entonces estas de acuerdo con el
señor Merrywatters?¿Piensas como él?.
Marlyn se puso en pie, rodeó el
escritorio y se acercó hasta ella:
-Tus gritos atrajeron a mucha gente, y
esa mucha gente vió el beso que te dió el señor Merrywatters.- se
cruzó de brazos respirando hondo.- No me parece tan descabellado su
plan, aunque debo admitir que yo te obligaria a casarte con
él.
-Pues sería un problema.Él, jamas
renunciaria a vivir en su pais y yo...- agitó la cabeza- tampoco
dejaría el mio.
-Por cierto. ¿Y que hay de ese Lord
que habia empezado a gustarte?¿Como se llamaba?¿Lord
Tylor?.
Nataxa apretó los dientes con fuerza.
Se habia olvidado de Lord Tylor. Habian coincidido en varias
veladas y era un hombre encantador. Quizá no fuera tan guapo
como... otros, pero habia sido el único que le habia llamado la
atención.
-Puede que cuando pase
todo...
-¿Estas segura?.- insistió
Marlyn.
-No lo sé.- Nataxa se acercó a una
elegante silla tapizada en tonos burdeos. Sus ojos se iluminaron de
repente- Si las cosas se ponen raras, podemos viajar por Europa.
Quisiera ir a Roma. Dicen que los italianos son
guapos.
Claro, que estaba completamente segura
que nunca encontraria a nadie más atractivo que Christian
Merrywatters, ni a nadie que le hiciera sentir ese cosquilleo en la
boca del estomago.
Christian habia sido el primer hombre
que la habia besado. El miedo y la extraña sensación de rozar su
lengua, sus labios, sus dientes, un beso corto e intenso que la
habia sorprendido y que de no haber llegado tan de improviso,
hubiera saboreado y disfrutado.
-Enviaré una notificación a tu primo.
Le contaremos lo del compromiso.
Simón arrugó la
misiva y la lanzó con fuerza contra el aparador. Agarró el
tablero del mueble y lo sacudió sin importarle que golpeara
brutalmente contra el muro,un reloj de repisa y un portarretrato de
plata salierón volando estrellandose con estrepito contra el
piso.
Estaba tenso,
furioso.
Gritó una, dos veces y finalmente
lanzó el aparador contra la pared haciendolo
añicos.
Alguien se asomó por su despacho y
Simón lo echó apuntando con el dedo hacia la
puerta:
-¡Fueeeera!
Quien quiere que fuese el que estaba
alli, cerró la puerta con suavidad dejandole
solo.
Mil pensamientos cruzaron por la mente
del hombre. No le quedaba más remedio que actuar antes de lo que
habia previsto.
Llevaba mucho tiempo confecionando no
un plan, si no muchos planes para acabar con su prima, planes que
hasta ahora todavia no se habia decido a poner en
marcha.
Respiró hondo, tranquilizandose y con
velocidad se frotó las manos en un acto reflejo, para terminar
palmeando con suavidad.
Bien, Nataxa podria anunciar su
compromiso y hacer lo que la viniera en gana, pero solo hasta el
final de la semana.Si, la iba a dejar disfrutar de su inminente
compromiso, una lastima que jamas se pudiera casar, ni con el
bastardo ese del parque ni con ningún otro.
Ya se habia cansado de suplicar al
viejo que reconsiderara la herencia, de hacer el pelele ante su
estupida prima. Ya muy pronto iba a saber quién era
él.
Se cruzó de brazos sobre el pecho y
sonrió con furia, los ojos castaños mirarón friamente al centro de
la habitación.
Estaba furioso y necesitaba despejar
la mente.
Se retractaria del duelo, que por otra
parte le alegraba. No era muy buen tirador, aunque tampoco hubiera
dudado en hacer trampas, habia observado alguno de ellos, y el
temor te hacia disparar antes de tiempo.
Miró a donde minutos antes habia
estado el aparador con su reloj y el portarretrato y volvió a
maldecir, esta vez por su estupidez.
Se inclinó para tomar el reloj, la
esfera se habia despegado.
Lo observó desde varios ángulos y lo
colocó sobre la repisa de la
chimenea.
Con las ideas más calmadas, se sentó
tras el escritorio.
Anularia su cita con Lolet y
comenzaria a fraguar su plan esa noche misma.
Nataxa se miró por
última vez al espejo y se pellizcó las mejillas para darlas color.
El pesado vestido de un tono verde oscuro, susurró sobre la
alfombra antes de salir.
La señorita Dimlomp esperaba en el
vestibulo sosteniendo una abanico de plumas entre sus manos e
indicando a un sirviente donde debia poner el reciente ramo de
flores que habia llegado.
-¿De quién es?.- preguntó Nataxa
terminando de ponerse el último de los guantes. Tomó el ruedo del
vestido y descendió con pequeños saltos hacia las
flores.
No sabia porque la interesaban saber
de quien era, pero estaba encantada con todos los admiradores.
Nunca habria imaginado que se sentiria tan halagada de recibir
tantos regalos y sobre todo cumplidos.
-¡Es de Simón!.- se sorprendió mirando
a Marlyn con el ceño fruncido.
-Pues
mejor.-Nataxa dejó caer la nota y miró despectivamente las flores.
¡Que culpa tendrian las pobres!.
Marlyn la entregó un pequeño bolso y
ella lo sujeto de su muñeca.
Habia llegado la hora y ella debia
comenzar a representar su farsa. Despues de todo, puede que hasta
la divirtiera. Iba a ver hasta donde estaba dispuesto a llegar el
señor Merrywatters.
Janie, con
una sonrisa carente de alegria,saludó a Nataxa y a la señorita
Dimlomp que como cualquier otro invitado aguardaban su turno para
saludar a los anfitriones. Gordon, con una mano en la cintura de su
esposa, cuadrado sobre sus hombros, tomó la mano de Nataxa y se
inclinó ligeramente.
Christian apareció de inmediato, daba
la sensación de haber estado escondido hasta que la joven hizo su
acto de presencia.
Nataxa lo observó con verdadera
admiración. Los cabellos dorados relucian bajo las enormes arañas
que pendian del techo.
Llevaba un traje oscuro de corte
bastante moderno, una impecable camisa de seda en color crema con
el cuello y los puños bordados sin demasiadas florituras y un
precioso chaleco de brocado de un tono mas oscuro y brillante que
la camisa.
-Me alegro de que ya estes aquí.- se
inclinó levemente sobre ella, embriagandola con un aroma dulzón y
muy masculino a la vez. La rozó una mejilla con sus labios y aunque
ella trató de alejarse, Christian se lo impidió, tomando el brazo
enguantado de la joven y colocandolo sobre el suyo.- Será mejor que
lo anunciemos ahora, todo el mundo habla del incidente de ayer.-
susurró simulando una sonrisa.
Nataxa asintió imperceptiblemente con
la cabeza, elevó los ojos para mirar al hombre, pero este,
observaba hacia algun lugar de las altas escaleras. Nataxa siguió
su mirada. Barbara travels, espiaba la fiesta, escondida entre las
sombras que producian unas largas cortinas en el corredor
superior.
-Aún no tiene la edad suficiente.- le
informó Christian apretando ligeramente su mano para que no
descubriera la presencia de su sobrina ante los demás
invitados.
Nataxa asintió y se dejó llevar entre
la gente, cosciente de las muchas miradas que se clavaban en ella y
en su pareja.
Podia sentir bajo su mano el fuerte
músculo del brazo del hombre, el calor que desprendia incluso a
traves de la chaqueta. Volvió a mirarle, esta vez de reojo. Se la
hacia muy dificil mantener la mirada alejada de él, sus ojos azules
brillaban burlones, retandola en silencio. Su sonrisa, tan natural
y tan fresca..
Nataxa se percató en ese mismo momento
de las damas que con disimulo también le observaban y si bien se
sintió repentinamente orgullosa, no pudo por menos que recordar que
su compromiso seria tan solo una farsa.
Pensar que despues no le volveria a
ver no la alegraba tanto como habia pensado en un
principio.
Fue Gordon, quien despues de detener a
los músicos, anunció el compromiso que fue recibido con un
sonoro aplauso.
Christian descendió su mano sobre el
costado de Nataxa y la colocó sobre la cintura posesivamente,
mientras recibia las felicitaciones con la otra
mano.
Nataxa, con una sonrisa nerviosa,
inclinaba la cabeza a modo de agradecimiento y con disimulo clavaba
su codo de vez en cuando en el vientre de Christian intentando que
guardara las distancias amenazandole con los
ojos.
-¿Estas incomoda?- la preguntó en una
ocasión arrastrandola hacia la pista de baile. Varios invitados se
apartaron dejandolos hueco.
Nataxa se amoldó a su brazos y se dejó
llevar en una alegre y conocida melodia. Por un momento se sintió
como la princesa de los cuentos de hadas que tanto habia leido,
girando por el salón con un fuerte y apuesto hombre de mirada
turbadora.
Imposible no sonrojarse cuando el
sonreia de aquella forma tan seductora.
-Usted me incomoda.- admitió.- Me soba
demasiado.
-¿Que?.-Christian arqueó las cejas sin
tratar de ocultar la risa que amenazaba su boca.-¿Como?.- se hizo
el inocente. Su mano acarició como con descuido la delgada espalda
de la muchacha.
Nataxa se envaró y Christian soltó una
divertida carcajada junto a su oido.
El hombre estaba
disfrutando.
Con una graciosa caida de ojos, Nataxa
le observó entre sus largas pestañas. Sus dedos acariciaron con
suavidad el brocado del chaleco. ascendiendo con lentitud hacia el
fuerte cuello.
Christian la detuvo con la respiración
entrecortada, entrelazando sus dedos con los de
ella.
-Es un juego que podemos jugar los
dos.¿No cree, señor Merrywatters?.-Preguntó ella con voz ronca y
seductora.
Nunca antes habia estado con ningún
hombre, pero si habia observado muchas veces como las damas
llamaban la atención de los varones y esa noche estaba descubriendo
sus habilidades en el arte de seducir.
-¿Y quieres seguir jugando,
Nataxa?.
Giraron por última vez antes que la
música se detuviera.
Ambos se miraron con intensidad
durante unos segundos. Ella fue la primera que apartó la vista
ruborizada. Cuanto más le miraba más la
atraia.
-¿Que ha dicho su familia de todo
esto?.- se atrevió a cambiar de tema.
Christian volvió a colocar la mano de
Nataxa sobre su antebrazo y la llevó hasta una larga mesa donde
servian refrigerios.
El hombre se encogió de hombros. Soltó
a la joven y alcanzó dos copas de
Champagñe.
-Mi hermana esta deseando que me
marche ya.- sonrió entregandole la copa.
-yo.. no bebo..casi nunca.- Nataxa
sostuvó la pieza de cristal entre sus
dedos.
-Un brindis.- rió Christian chocando
su copa contra la de ella, produciendo un ruido como de
cascabeles.-Por nuestro compromiso.
Nataxa le miró con desconfianza. Alzó
su copa y bebió. El Champagñe estaba frio, aspero y burbujeante.Le
miró por encima del borde del cristal y como siempre sonreia.
¿Acaso ese hombre no dejaba de sonreir
nunca?.
Nataxa lo estudió con el fuerte deseo
de recorrer la piel de sus mejillas con sus dedos, con sus
labios...
Dió un pequeño brinco al descubrir por
donde iban sus calenturientos pensamientos y dejó la copa sobre la
mesa.
-¿Quieres volver a bailar?.- la tomó
la mano.
-¡No!.- contestó nerviosa , con los
pies clavados en el piso resistiendose a que él la dirigiera por el
salón.
Christian volvió a soltar una
carcajada.Y un tono rosado cubrió hasta las orejas de
Nataxa.
-La gente cree que me tienes
miedo.
-¡Miente!.- Ella lo enfrentó.- eso es
lo que cree usted.
-¿Yo?.- fingió extrañarse.-¿Me temes,
Nataxa?.
-¡por supuesto que no!. Es solo... que
no me apetece bailar.-Recorrió con la mirada a varios invitados que
estaban cerca y volvió a clavar sus ojos verdes en él.- ¿Ha tenido
noticias de Simón?.
-Si. Venga, salgamos a dar un
paseo.
-¿Con usted?¿al jardin?¡Ja!.- se
inclinó hacia Christian susurrandole- ¿Tan ilusa cree que
soy?.
-No.- fingió no entenderla
encogiendose de hombros.- Solo queria mostrarte la misiva que me
envió su primo poco antes de comenzar la fiesta.- Christian se
buscó en el bolsillo del chaleco y la miró contrito.- ¡Vaya! He
debido de dejarla en el estudio de Gordon.¿Me acompañas o tienes
miedo?
-No tengo miedo.- alzó el
mentón.
Esta vez se dejó guiar sin dificultad,
saludando a varios invitados que se cruzaron en su
camino.
Christian abrió una puerta y recorrió
con la mirada la sala asegurandose de que estuviera vacia, hizo
entrar a Nataxa y encendió una pequeña lampara dispuesta sobre el
escritorio. cerró la puerta con suavidad.
Pasó cerca de ella para abrir un
diminuto cajón del escritorio.
-Yo tambien recibí algo de él.- le
contó nerviosa, vigilando con cautela todos los movimientos del
hombre- se excusó por no poder asistir.
Christian sacó la nota y despues de
agitarla ante los ojos de la muchacha se la
entregó:
-Canceló el duelo. Quizá deberia
agradecertelo.
Nataxa se dió cuenta de que el hombre
se habia acercado demasiado, tanto que se hallaba frente a
ella.
La joven quisó alejarse, pero el
escritorio se hallaba tras su espalda impidiendo su
retirada.
Dejó caer la nota de su primo para
poder colocar sus manos sobre el pecho masculino y presionar, no
podia dejar que se acercara más, aún asi su espalda se hallaba casi
por encima del escritorio.
-¿que se supone que esta haciendo?.-
preguntó con un tono chillón.
-Darte las gracias.- contestó
divertido.
Nataxa pudó sentir el aliento sobre la
cara, un delicioso cosquilleo sobre sus parpados y
mejillas.
Con los ojos entrecerrados vió llegar
la boca del hombre, aproximandose hacia la
suya.
Cuando Christian se apoderó de sus
tiernos labios, la joven abrió los ojos expectantes. Ya le habia
saboreado una vez, pero esta fue diferente.
Al principio quiso rechazar la lengua
del hombre, pero Christian no se dejó e insistió en jugar con ella.
Nataxa se rindió, la gustó su sabor, la calidez de aquella boca que
parecia querer absorverla.
Atrapó los cabellos dorados con una
mano y enredó varios mechones entre sus dedos, perdida en el beso,
en el tacto de los sedosos mechones.
Christian la alzó con suma facilidad y
la sentó sobre el escritorio, sin apartar sus labios de los de
ella. La exclamación de Nataxa quedó ahogada bajo la boca del
hombre.
Christian le abrió las piernas para
colocarse entre ellas y acceder mejor al profundo beso. La muchacha
tembló ante la violencia de sus propias emociones. Sabia que no
debia estar alli, que todo no era más que una farsa, sin embargo
quizá no tuviera una oportunidad como aquella para estar con un
hombre tan tremendamente guapo y viril.¡Su virginidad estaba en
juego!, se dijo mentalmente.
Logró apartarse ligeramente de
él.
Christian no reia, en su intensa
mirada azul leyó el deseo, la pasión.
Las manos del hombre ascendieron por
las piernas de Nataxa con firmeza, elevando las abullonadas faldas
a su paso. Sintió los dedos ardientes sobre sus muslos
desnudos.
Nataxa entreabrió los labios. ¡No
podian hacer aquello! ¿Por qué se sentia incapaz de detenerlo?¿Por
que dejó que aquellas fuertes manos siguieran su camino dejando una
estela de fuego sobre su piel?.
Christian recorrió con sus labios la
frente de la joven, oliendo los bucles oscuros de su flequillo,besó
sus parpados, sus mejillas, para culminar de nuevo sobre la boca de
la joven que lo esperaba con ansia
contenida.
Nataxa exclamó, una de las manos de
Christian se habia abierto paso entre las ropas intimas de la joven
y acariciaba con delicadeza los suaves rizos que escondian su
secreto.
Jadeó apartando la boca del hombre.
Los ojos azules fueron como un iman para los suyos y la retuvieron
prisionera mientras que aquella experta mano la regalaba caricias
intimas. Nataxa se abrió más contra él y le vió sonreir. Tembló al
sentir un dedo dentro de ella y sus piernas se cerraron
automaticamente. Con paciencia Christian se detuvó y con ternura la
instó para que volviera abrirse a él.
La tumbó sobre el escritorio,
levantando las faldas sobre la cintura. Ella le vió desabotonar el
pantalón y corrió a incorporarse. Christian la
abrazó.
-No va a pasar nada Nataxa.- la
susurró volviendo acariciar la humedad del cuerpo
femenino.
-No por favor.- rogó ella sin saber
que era lo que exactamente pedia. Tenia miedo, pero deseaba que ese
hombre la mostrara las maravillas que producia a su cuerpo con su
caricias.
Christian presionó a la joven con su
miembro endurecido, acariciando la cavidad femenina con su
sexo.
Nataxa se dejó caer sobre el
escritorio y cerró los ojos en busca de nuevas sensaciones.Vibrando
ante las multiples caricias que provocaban una serie de placenteros
cosquilleos en su interior que lograban encender su cuerpo como una
antorcha cuando arde en su apogeo.
Le sentía, el calor de su cuerpo, su
miembro acariciandola con cuidado, abriendose camino. ¿por que no
entraba?. Ella, apenas elevó la cabeza para
mirarlo.
Christian, con el rostro rojo de deseo
contenido esperaba. Una sola señal de Nataxa y entonces él
profundizaria en ella.
-Pidemelo.- susurró con voz ronca y
apasionada.
Nataxa negó con la cabeza. Estaba
ardiendo, temblando, le necesitaba. No sabia realemente que
necesitaba, pero tampoco podia pedirlo.
Christian volvió a presionar y estiró
una de sus manos para alcanzar el escote de la joven. Su mano
acarició un pecho a traves de la tela y ambos pudieron notar como
el pezón se endurecia presionando contra las ropas. Él se inclinó
sobre ella y lamió el pezón atraves del vestido, haciendo que la
joven volviera a tomarlo del cabello con
fuerza.
El tirador de la puerta chasqueó
repetidamente.
Christian se incorporó del todo,
levantando a Nataxa por los hombros.
Rapidamente el hombre colocó sus
pantalones donde debian haber estado todo el tiempo y observó a la
muchacha con mirada verdaderamente
preocupada.
Nataxa le miró confusa, hasta que
volvió a escuchar el tirador de la puerta. Cuando quisó darse
cuenta Christian ya le habia bajado las
faldas.
Ella saltó del escritorio con la
respiración entrecortada y las manos aún temblando. Buscó
rápidamente algún lugar donde pudiera
esconderse.
Christian la empujó hasta las pesadas
cortinas que ocultaban la ventana y la cubrió con las telas,
dandola un suave beso en los labios antes de girarse hacia la
puerta y abrirla.
-¡Gordon!.- escuchó exclamar a
Christian.- Subí a por la nota del hombre ese.- recorrió con la
mirada el suelo donde Nataxa habia dejado caer el papel. Lo recogió
con agilidad y rodeó los hombros de Gordon con una
sonrisa.-Volvamos a la fiesta.
-¿Has visto a tu hermana?.- rió su
cuñado.- Esta disfrutando como nunca...
Ambos hombres abandonaron el
despacho.
Christian, desde
la ventana del dormitorio donde estaba instalado, miró la casa de
enfrente.
Últimamente no dormia bien y se
desvelaba con una facilidad increible, pero esa noche, ni siquiera
habia hecho el intento de meterse en la
cama.
Habia pedido perdón a Nataxa en
contadas ocasiones, pero la joven se habia dedicado a sonreirle con
frivolidad aparentando una tranquilidad que ambos sabian, no
existia.
Nunca, en ningún momento habia pensado
tomarla asi, sobre un escritorio, en una sala vacia e
incomoda.
Aún se preguntaba que lo habia llevado
a actuar de aquella manera. Solo queria un beso o dos, asustarla,
en cambio el efecto habia obrado a la
inversa.
No sabia por que lo habia hecho, ni
que demonios se le habia cruzado por la
cabeza.
Él no era asi. Él adoraba a las damas,
las trataba con cariño, las hacia lujosos y carisimos regalos y
luego de dos dias de enamorarlas, intentaba, en el mejor de los
casos, llevarselas a la cama. La mayoria de las veces con
exito.
Pero con Nataxa no. Nataxa era
especial.
Ella era bastante joven, ingenua la
mayoria de las veces, impetuosa. Hermosa, ardiente,
apasionada.
Quizá nunca se le debió ocurrir urdir
aquel plan, si tan solo hubiera pensado por un minuto que fuera él
y no ella, el que acabara enamorado como un
colegial.
Nataxa le atraia como la miel a las
moscas, como ninguna mujer lo había hecho
nunca.
Deseó verla a todas horas desde el
primer momento que se tropezó con ella en mitad de la calle. Y
ahora, su proprosito más firme, era regresar a Boston en el New
Cassey en cuestión de dias y olvidarla para
siempre.
Debia evitar a Nataxa, no queria
sucumbir a sus encantos, no queria apartarla de todo lo que conocia
por qué él, jámas renunciaria a su vida, a su hogar. No queria
dañarla.
Al observar la negra oscuridad a
traves de la ventana, imaginó el cuerpo esbelto y elegante, las
curvas blandas, suaves, la piel
aterciopelada.
Abrió el cristal necesitando respirar
el aire fresco. Era una tortura pensar asi, cuando sabia que con
solo cruzar la calle, la tendria a ella.
Durante esos dias la habia visto
entrar y salir de casa, pasear por los
jardines.
Encontrarse con ella el dia anterior
en el parque, habia sido pura casualidad, conocia el horario de la
dama y solia ser mucho más madrugadora que
él.
Si Nataxa no lo hubiera ofendido tanto
al llamar salvajes a sus compatriotas, posiblemente hubiera
intentado enamorarla, conquistarla.
Christian respiró el aire de la noche,
una ligera brisa llevó hasta alli el olor del
Tamessis.
Miró de nuevo al interior de su
dormitorio y buscó la botella de Bourbon que habia dejado alli, en
algún lado, hacia tan solo unos minutos.
Si de verdad hubiera sido un salvaje,
hubiera secuestrado a la damita y se la hubiera llevado a las
montañas nevadas de donde nunca pudiera
escapar.
Sonrió divertido al imaginarlo. Cogió
la botella y, despues de colocar el vaso sobre el arcón de madera
se sirvió un trago bastante generoso. Lo bebió de un solo sorbo y
salió del dormitorio.
Al llegar a la planta baja, descubrió
a Jhon charlando animadamente con una doncella que no paraba de
reir tontamente. Jhon la tenia medio acorralada, apresada entre los
brazos que habia extendido a cada lado del cuerpo de la
mujer.
-Jhon, no creo que este sea el
lugar.
El hombre se apartó de la joven y
observó a Christian.
La doncella se escabulló con una
debil disculpa.
-¿Ocurre algo amigo?.- Jhon soltó un
suspiro de desilusión.
-Vamos a
charlar.
Ambos se encerraron en la
biblioteca.
Marlyn entró
presurosa en la habitación de Nataxa.
El dormitorio se hallaba totalmente a
oscuras y la muchacha se movió bajo las
cobijas.
-¿Quién es?¿Que sucede?.- la cegó la
luz del sol cuando la señorita Dimlomp descorrió las pesadas
cortinas.
-Es algo urgente.- la informó la mujer
retirando las sabanas a un lado. -Hay un caballero en la puerta que
dice algo sobre Nolfork.
-¿De Nolfork?- repitió la joven
colocandose la bata que Marlyn ya le acercaba.-¿Ha pasado
algo?
El cabello negro y revuelto llegaba
más abajo de las caderas, su rostro estaba aún hinchado de lo poco
que habia podido dormir aquella noche.
-No lo sé.- se quejó Marlyn- será
mejor que bajes.
-¿pero le conocen?.Habrá dicho algo
más¿No?
Marlyn no contestó y Nataxa se cepilló
el cabello con rápidez.
El hombre al que le habian hecho pasar
al comedor era muy alto,de huesos delgados. Vestía una levita
oscura y poseia un porte altivo.
Habia rechazado el comer o beber algo
y esperaba impaciente. Su rostro se relajó cuando Nataxa llegó
hasta él.
-Señorita Needs.- se acercó a ella en
dos largas zancadas, casi asustandola, e inclinó secamente la
cabeza a modo de saludo.- Es urgente que le informe que su casa en
Nolfork ha sufrido un incendio, la requieren en la mayor brevedad
posible.
El rostro de Nataxa perdió el color y
debió apoyarse en una pequeña mesita para que sus piernas no
flaquearan.
-¿Como estan todos?. Habia bastante
personal en la casa.¿Como ha ocurrido?
-No lo sé. Yo me dirijó hacia allí en
este momento. Soy Zacharias Smith, estoy al servicio de su
majestad.
-¿Puede esperarme señor Smith?.No me
demoraré mucho.- Zacharias asintió con rostro serio y la muchacha
corrió de nuevo a su alcoba.
Debido a los nervios no lograron hacer
un equipaje en condiciones. Nataxa realmente no temia por la
propiedad, pero si por todos los empleados que se encontraban alli,
bajo sus ordenes, y que seguramente necesitaran de
ella.
Bajó al vestibulo en un tiempo record,
tan solo con un pequeño bolso de mano y un arcón que Tanner ya
estaba cargando en el vehiculo.
Zacharias reparó en que Nataxa
llevaria su propio carruaje y cochero, eso no lo tenia previsto,
pero su mente era rápida e inteligente.
-Señorita Needs.Seria una tonteria
viajar en dos vehiculos.¿Que le pareceria si yo y mi compañero
Timothy vamos con usted y despedimos el coche que hemos
traido?
Nataxa le miró sin verle y le escuchó
sin oirle. Asintió nerviosa, aterrada, con el corazón en un puño,
deseando con todas su fuerzas que todo el mundo se hallara
bien.
Marlyn habia insistido en acompañarla,
pero la negativa de Nataxa habia sido rotunda, la necesitaba en
Londres.
George apuró los caballos, tenian un
largo viaje por delante y ese Timothy no le estaba dando buenas
vibraciones.
Se arrepintió de no haber convencido a
la joven de llevar alguna escolta, o por lo menos a
Tanner.
Nataxa, tensa, observaba por la
ventanilla sin prestar atención a
Zacharias.
Pensó en Christian y en la locura que
habia estado a punto de cometer en la noche. La noche de su anuncio
y habia estado en un tris de entregarse a un
americano.
Desde que habia conocido a Christian
habia pensado mucho en el odio que profesaba a aquel pais en
particular, habia analizado con detenimiento lo ocurrido
nueve años atrás.
La señorita Dimlomp estaba en lo
cierto, ella habia volcado toda su aversión hacia aquel pais
desconocido, cuando realmente la culpa de todo lo ocurrido habia
sido de Loord Needs.
Amó tanto al anciano que en ningún
momento le llegó a reprochar nada, pero si él hubiera aceptado el
matrimonio de sus padres y no les hubiera desheredado, las cosas no
hubieran ocurrido asi. Incluso Simón y su familia lo sabian, por
ese motivon guardaban tanto odio contra ella, lo habian tenido todo
y con la llegada de Nataxa y el remordimiento de Douglas lo habian
vuelto a perde.
Nataxa nunca habia querido
reconocerlo, hasta ahora que conocia a Christian, que se sentia
enamorada de un hombre al que habia sentido el deber de
odiar.
Por más que quisiera, no podia apartar
al hermoso hombre de cabellos dorados de su mente, todos los
jovenes que habia conocido no se podian comparar con
él.
Lord Tylor quizá habia sido el único
que habia llamado su atención, apuesto, elegante. Era muy guapo con
un rostro aniñado y juvenil, algo infantil para su
gusto.
El vehiculo debió pisar alguna piedra,
pues Nataxa regresó a la realidad de repente, dejando todos sus
pensamientos bien guardados y ciñiendose a la preocupante situación
que tenia entre manos.
A traves de la ventana vió llegar al
jinete. La hubiera gustado ver en él los cabellos de oro, sin
embargo este hombre de estructura fuerte tenia el pelo tan rojo
como el fuego.
La joven ahogó una exclamación cuando
el jinete sacó un arma y apuntó al
pescante.
Timothy tambien estuvo atento, suspiró
aliviado y propino un fuerte golpe en la cabeza de George que se
desplomó en el acto.
El vehiculo se detuvo y la puerta fue
abierta con brutalidad, sacandola de sus
goznes.
Un miedo atroz se apoderó de Nataxa
que entreabrió los labios para soltar un grito estridente y lleno
de panico.
-Grite lo que quiera.- dijo su voz
seca y desagradable.
Nataxa consiguió abrir la puerta
opuesta, Timothy la esperaba con una sonrisa
burlona.
La joven miró en su derredor, si
corria un poco podria llegar al bosque y esconderse, un poco más
alla se encontraban los altos riscos con su infinidad de
cuevas.
Se estaba recogiendo la falda cuando
sintió el frió metal del cañon del arma contra su
cuello.
-Yo de usted no lo haria.- Avisó el
pelirrojo con una mirada obscena en su frios ojos
azules.
Ella arrugó la nariz disgustada y
regaló una peligrosa mirada al jinete y a Zacharias, que ni
siquiera se habia movido del asiento. Timothy rebuscaba en el arcón
de la joven.
-¿George?¿Que le han
hecho?.
-En estos momentos
descansa.
-¡Salvajes!.- gritó
ella.
Timothy se acercó hasta ella iracundo
y abofeteó el rostro femenino con furia, lanzando a la muchacha
contra el vehiculo.
El jinete la metió dentro, con una
sonrisa en los labios y miró al pelirrojo:
-encargate de los
caballos.
-¿Que hago con el
cochero?
-Lo que quieras. Dejalo, no nos
sirve.
El carruaje volvió a ponerse en
marcha, esta vez con una direción distinta, hacía los
páramos.
-¿Quienes son?- le preguntó a
Zacharias, el jinete trotaba junto a la ventana.-Si voy a morir me
gustaria saber por que.
-Me parece justo.- respondió
Zacharias.- Se lo diré cuando llegue el
momento.
-¿No ha sucedido nada en Nolfork,
verdad?.
-Acomodese, no tardaremos en
llegar.
-¿En llegar?¿A donde?.- insistió, pero
Zacharias negó con la cabeza ignorandola
deliberadamente.
Nataxa, furiosa, golpeó su cabeza
contra el respaldo del asiento. ¡Que ingenua y credula habia sido!¡
la habian engañado!