LA SIRENITA DEL CULITO VERDE
Para mi nieta Ana que, en la playa de
Mallorca, gusta de jugar a ser una sirena
traviesa, con un bañador verde.
A esa sirenita del culito verde
que llega de pronto y pronto se va;
que salta y se ríe, que juega y se pierde,
¿quién la seguirá?
A esa sirenita del culito verde
que asoma su rostro mojado y bonito
y luego se esfuma fundida en el mar,
¿quién la encontrará?
Si viene rompiendo la espuma y las olas,
si tiene dos colas,
si bulle y rebulle
y, al fin, se zambulle
y no la ves más,
¿quién la alcanzará?
Si tiene reflejos de nácar su frente
si lleva corona de rojo coral
pero es elusiva, fugaz, transparente,
¿quién la pescará?
¡Ay! a la sirena del culito verde,
que nadie la toca,
que, cuando te acercas, está más allá,
que tiene sabores de miel en la boca,
¿quién la besará?
A esa sirenita del culito verde;
que de todos huye, se burla
y se pierde,
yo, que la encontré,
en la mar salada
no la perderé.
Antes que la pesque cualquier
marinero,
prendida en mis brazos,
me la llevaré.
Y, antes que la bese cualquier caballero,
yo la besaré.
Dormirá en mi casa. Yo la velaré.
Porque ya era mía, hace muchos años,
cuando la soñé.
Porque ya era mía, hace muchos años,
cuando la besé,
de recién nacida, por primera vez.
(Mallorca, julio, 1973)