Capítulo 13

Casi no coincidíamos con Alice y Thomas. Alguna que otra vez les veíamos cuando tomábamos una cerveza juntos en la cafetería del Hotel antes de pasarnos por la habitación que teníamos alquilada, para deshacer la cama, por supuesto. El resto de nuestro tiempo nos dedicábamos el uno al otro y yo en particular a disfrutar de todo lo que proviniera de su entorno como sus amigos, sus sitios preferidos, su casa y sin duda alguna, su familia. En alguna ocasión Ben me preguntó si estaba a gusto durmiendo en su casa, con los suyos, que si no era así, nos mudábamos al hotel, pero en ningún momento se me pasó por la cabeza hacerlo. Me encontraba muy tranquila y muy querida con sus padres. Sobre todo con Emily. Teníamos una conexión muy especial y muy fuerte que a mi particularmente, me encantaba. Prefería estar con ellos y de vez en cuando visitar el hotel para nuestros encuentros. Para mi eran mis primeras vacaciones con Ben. Perfectas. Iban a ser breves, pero intensas, de eso estaba segura. No sucedía lo mismo con Rose. Pero a mi, que realmente no me caía mal, me hizo esforzarme mucho por complacerla, sin éxito alguno, todo hay que decirlo.

— Mañana tengo que reunirme durante toda la mañana para terminar de concretar las condiciones de la promoción de la nueva película de la que en breve se estrenará en Europa. Elegí Londres con primera país europeo donde se estrenara por egoísmo, je, je. Ya te lo comente en el avión — me dijo con miedo mientras su frente se apoyaba sobre la mía— . Un breve inciso en nuestras vacaciones, pero que te prometo te recompensaré. ¿Te quedas en mi casa o te acerco al hotel,? .— me preguntó al final viendo que no le mal contestaba – No creo que me lleve más de media mañana. Lo que prefieras.

— Casi me quedo en tu casa, con Emily. Si no te importa – le contesté con una sonrisa de oreja a oreja ya que la verdad era que no me importaba. Ben puso los ojos en blanco ante mi reacción. Él esperaba una discusión y obtuvo mi beneplácito — Así hablamos un poquito de nuestras cosas. En la habitación sólo vería la tele A Alice no se la ve el pelo, debe estar muy ocupada con su renovación de vestuario. Mejor le diré a tu madre y a tu hermana si me lleven de compras por la ciudad. Seguro que nos lo pasaremos genial.

— Vale .— me dijo dándome un beso en la mejilla a la vez que alucinado – Estoy tan feliz de que congenies tan bien con mi madre. Te lo agradezco mucho Mery.

— No me tienes que agradecer nada. Estoy encantada y la agradecida soy yo de que me hayas dado esta oportunidad de conocer a los tuyos. Gracias.

Y me volvió a besar, esta vez en la boca.

A la mañana siguiente tal y como Ben me anuncio, partió temprano al evento que tenía programado para ese día, así que, baje a desayunar tranquilamente con Emily. Mantuvimos una dulce charla y no dejaba de recordarme a mi madre cuando movía de esa manera los ojos al contarme alguna cosa y expresaba con multitud de gestos en sus manos lo que no le daba tiempo a hacerlo con sus frases. Creo que ese era el verdadero secreto del porque me apetecía tanto sus entrañables horas de cháchara. Después subí a ducharme y me arreglé para ir de compras por la ciudad con ella, como habíamos planeado. Por supuesto Rose no quiso acompañarnos. Pero yo no me daba por vencida. Haría que la cayese bien tarde o temprano.

Estuvimos prácticamente toda la mañana en la calle. Vinimos con un montón de bolsas de compras y regalos para todos, incluido para Rose. Dejé el bolso encima de la mesa de la cocina mientras Emily ponía una tetera con agua sobre el fuego.

— Subiré todas estas bolsa a la habitación.

— Bien ¿quieres té o café? — me preguntó mientras se quitaba el abrigo

— Café, gracias. Las aguas calientes …..

— ¡Vale, vale! — me dijo levantando la mano. No aceptaba que no me gustara el té

Dejé las bolsas en la que era mi habitación y cogí una de ellas para llevarla a otro sitio. Fui hacia donde sabía que estaba el dormitorio de Rose, golpeé con los nudillos la puerta cerrada y al no contestar entre, dejando aquella bolsa sobre su cama. Cuando llegué a la puerta me di media vuelta y regrese a donde había dejado la bolsa. La abrí y saqué lo que la había comprado. La dejé extendida sobre los pies de la cama: una chaqueta de cuero, negra, por supuesto.

— Mery suena el móvil en tu bolso — me gritaba Emily desde la cocina.

Baje lo mas deprisa posible y cuando por fin encontré el teléfono entre tanto trasto dentro del bolso la llamada se había cortado.

— Sera Ben — le dije sujetando con la otra mano la taza de café que me ofrecía Emily— quedó en avisarme cuando acabara para ir a comer juntos. — Miré el registro mientras daba un sorbo al café — Pues no. Era Alice.

Intenté ponerme en contacto con ella pero n cogía el teléfono. Recibí un wassap en ese mismo instante:

“” Necesito hablar contigo Mery. He discutido con Thomas y hemos cortado. Por favor necesito verte. Estoy en el Hotel. Esto es horroroso””

Mi rostro preocupó a Emily. Le explique según salía por la puerta a Emily lo que sucedía y me dirigí al hotel en taxi no sin antes ponerme en contacto con Ben para decirle que no me viniera a recoger a su casa para comer, que fuera directamente al hotel.

Llegué al Hotel y subí a la habitación donde me esperaba Alice como alma que lleva el diablo. Tenía que haber pasado algo gordo entre estos dos para que Thomas la hubiera dejado. Llegue a la puerta de su habitación y al llamar con los nudillos la puerta se entreabrió.

Algo me hizo dudar pero inmediatamente pensé en lo despistada que mi amiga era y seguro se la habría dejado abierta sin darse cuenta o que me estaba esperando con tanta urgencia que no habría querido cerrarla por dentro. Empujé la puerta llamando a Alice en voz alta para prevenirla de que iba a entrar, pero no hubo respuesta por parte de ella. Entré dentro de la habitación llamándola de nuevo y al obtener solo silencio pensé que estaría en el baño, cuando oí que de un portazo se cerraba la puerta tras de mí. Me giré sobresaltada por el ruido y fue entonces cuando lo vi.

— Hola corazón, ¿pensabas que ya me habías perdido de vista para siempre verdad? —me dijo aquella voz familiar que automáticamente puso imagen de su rostro en mi pupila.

Me quede petrificada. Era El, el monstruo. Se suponía que estaba muerto. Debía de estar volviéndome loca, lo estaba volviendo a ver. Me intenté convencer de que era una alucinación, de que no era posible aquello. Cerré los ojos esperando con ello que al volverlos a abrir Él no estuviera allí. Pero estaba.

—Crees estar enamorada de nuevo de ese larguirucho ¿verdad? —Estaba apoyado en la puerta que acababa de cerrar y estaba echando el cerrojo. Mientras chascaba su lengua meneando la cabeza de un lado a otro a modo de negación mientras entornando los ojos, sonreía. — Me has roto el corazón nena — Avanzó peligrosamente hacia mi — Otra vez — estaba ya a mi altura.

Me cogió el rostro entre sus manos y puso su frente sobre la mía con los ojos cerrados y aspirando todo mi aroma. Su aliento olía a alcohol y humo.

— Te dije que le echaras de tu vida — su voz estaba cargada de desprecio.

—¿Que te hace pensar que entres ese hombre y yo hay amor? — me atreví a responderle con temor y con los ojos brillantes a causa de las lágrimas, pero algo debía decirle para convencerle de que le había obedecido.

— ¿Crees en algún momento que soy un estúpido, pequeña zorra?

Cerré de nuevo los ojos para ver si con ello desaparecía mi pesadilla. Sentí como acariciaba mi frente con su dedo frío para bajar hacia donde empezaba mi mandíbula y terminar sobre el contorno de mis labios. La coraza tras la que intentaba protegerme se vino abajo haciendo que de un manotazo le quitara su mano de mi rostro. Se detuvo entonces y aproveché el momento para cruzarle la cara de una bofetada e intente huir hacia la puerta. Soltó un rugido entre sus dientes apretados y me agarró con fuerza la garganta haciéndome imposible el respirar. Podía notar como se iba agarrotando su mano más y más en ella. Me levantó literalmente del suelo como si mi peso no lo notara y me lanzón contra la pared con su mano aún en mi cuello, haciéndome golpear la cabeza contra el duro muro. Estaba desorientada por el golpe cuando sentí otro en mi cara. Me había dado un puñetazo en el pómulo. Creí desmayarme cuando el dolor hizo acto de presencia en rostro, pero me despertó su pestilente aliento sobre mi boca.

— ¿Me has estado esperando todo este tiempo cariño? — me dijo dándome lametones sobre la herida del pómulo que acababa de hacerme. —¡NO! Vas a pagar por toda tu traición, o ¿acaso llegaste a pensar que era tan estúpido de caer en aquella gasolinera?

No podía articular palabra ni mover un solo músculo. Mis ojos estaban abiertos de par en par por el pánico, sentía tanto pavor que no reaccionaba en ningún momento. Mi cuerpo si lo hizo tensándose, mis ojos lo hicieron derramando lágrimas por ellos. “¿Dónde estás Alice? “— me repetía para mis adentros como si aquella llamada silenciosa pudiera atraerla en esos momentos.

Empezó a tocarme por todo mi cuerpo, por todas partes. Sus manos recorrían sin permiso cada centímetro de mi piel mientras me besaba por todos los lados con tanta fuerza que me hacía sentir ganas de vomitar con solo imaginarme lo que después vendría.

Quise gritar su nombre, el de alguien que viniera a socorrerme, pero de mi garganta solo salía tímidos sollozos. Sus nombres se ahogaban en ella.

Me giró bruscamente haciendo coincidir ahora mi rostro sobre la pared fría de aquella habitación. Podía sentirle en todo su esplendor sobre mi espalda. Su calor humano asqueaba. Olía a sudor. Empecé a gritar, ahora si salía de mi garganta, en cuanto me di cuenta de ya me había bajado las medias y me había arrancado el tanga. Me volvió a golpear esta vez en lo riñones, haciéndome que me doblara hacia afuera, sobre él y aprovechando él esta posición volvió a girarme para hacerme coincidir con su excitado rostro, tapándome la boca con su mano. Me rasgó la blusa de un tirón con la otra y me bajó el sujetador sin ningún esfuerzo. No era la primera vez que lo hacía. Todo aquello hacía que se excitara aún más. Y yo lo sabía.Sus labios se dirigieron hacia mis senos. De repente sentí una quemazón aguda seguida de un dolor tremendo en el pecho. Me había dado un enorme mordisco en él. Grité de dolor aunque nadie parecía oírme. Instintivamente me eche mano hacia dónde provenía aquel espasmo y noté como sangraba .Me retiró con brusquedad mi mano de la herida y empezó a besarla, a chuparla por todos los lados mientras con la otra seguía presionando mi cuello contra la pared. Parecía no darse cuenta de que cada vez apretaba más. No podía respirar. Notaba como mis fosas nasales hacían verdadero esfuerzo para acoger algo de aire a través de ellas. Me sujetó con dureza mi mano y se la llevó hacia sus genitales haciéndola frotar contra su miembro. Intenté retirarla pero solo conseguí que su excitación aumentara. Luego cesó por unos instantes pero su jadeo entrecortado hizo que entreabriera mis ojos para ver si se había arrepentido de todo lo que estaba haciendo. Le vi mirándome con odio mientras me estiraba mi dedo anular, donde estaba la alianza de Ben. Acababa de verla. Hizo una mueca de desapruebo y con un gruñido ahogado se introdujo mi dedo en su boca. Volví a sentir un dolor espantoso, después de una succión tremenda. Había vuelto a morderme, en el dedo, pero esta vez escupió algo de su boca, con fuerza hacia fuera. Sólo pude ver mi dedo ensangrentado. “¿Dónde estabas mi amor? Te necesitaba. Dijiste que siempre estarías a mi lado para protegerme de mis fantasmas.......”

—¿Pensabas que no me iba a enterar de tus intenciones con el larguirucho, zorra estúpida? Se cada uno de los pasos que habéis dado. Uno detrás de otro y te juro que nunca te verás junto a él.

— No tienes derecho a entrar a si en mi vida — logré escupirle a la cara pues ya me daba igual lo que hiciera con migo puesto que había comprendido que luchar mas era inútil.

— ¡PUTA! — le espeto mientras abría la boca con exageración volviéndola a agarrarme del cuello mientras yo me retorcía, Mi respiración se convirtió en un jadeo. En su cara se retrató una furia incondicional. Volví en mí puesto que mis sentidos se habían congestionado, al volver a sentir otro golpe sobre mi cabeza. Esta vez la había golpeado sobre el espejo que había colgado en la pared contraria, sobre la cómoda de la habitación. No me había enterado como me había desplazado hasta allí. Yo intentaba dibujar el rostro de Ben en mi mente, como si eso fuera suficiente para salir de aquella pesadilla. El espejo se había roto con el golpe en mil pedazos. Ahora sí me iba a matar, era lo único que lograba pensar al notar caer sobre mi sien liquido caliente. Vi pasar por delante de mi todo mi pasado, y mi presente, pero ya no veía mi futuro. El me lo estaba volviendo a arrebatar. Mis pies no tocaban el suelo. Me tenía alzada sujetándome con su mano del cuello. Estaba fuera de sí. Sus ojos estaban inyectados en sangre. “¿Cómo demonios había sido capaz de encontrarnos?. Sin duda porque nosotros bajamos la guardia con respecto al monstruo muerto en la explosión de la gasolinera”

Logré tocar con la mano que tenía libre de dolor puesto que la otra aún clamaba por el mordisco recibido, los pedazos rotos del espejo sobre la encimera de la cómoda donde había logrado tumbarme. Sin pensármelo dos veces los agarré como pude notando con ello como se me clavaban en la piel cuando cerré el puño para cogerlos como arma defensora. Cuando noté que la presión que había sobre mi cuello descendía porque para desabrocharse los pantalones me tubo que soltar la garganta, me incorporé con todas mi fuerzas hacia delante acertando a clavarle aquel enorme trozo de espejo donde fuera y fue en el cuello, como si fuera una daga afilada. Empezó a brotarle un río de sangre por él. Intentó taparlo con sus manos no siendo eficaz aquella maniobra porque seguía fluyendo sangre de entre sus dedos como un sumidero. Su rostro empalidecía a la par que sus ojos se inyectaban en sangre por el odio. Aun así, tuvo fuerzas suficientes para volverme a agarrar y con toda su rabia lanzarme hacia arriba y en sentido contrario a donde estábamos. Caí sobre una mesita de cristal que había en el centro de la sala. Sentí como mi cuerpo chocaba contra el suelo envuelto en un ruido atroz y de inmediato un dolor agudo en la pierna, sobre la ingle izquierda. Mis sentidos se centraban en que ahora ya podía respirar sin dificultad. Él me había soltado. Esperé un segundo inmóvil, esperando a que se echara sobre mi otra vez, pero no sucedió. No me moví de puro pavor. Ante la falta de cualquier ruido por parte de él, intente inclinarme sobre mi misma. El dolor era insoportable. Le busqué con la mirada hacia donde creía que podía estar, pero no estaba. Desvié entonces la vista hacia abajo, hacia mis pies, al presentir algo entre todo aquel mobiliario esparcido por el sitio y allí estaba él, tumbado boca a abajo con un gran charco de sangre alrededor de su cabeza, con el brazo extendido hacia mi y la mano abierta como si quisiera agarrarme de nuevo. No se movía. Parecía haberle acertado de pleno. Permanecí un buen rato sin moverme convencida de que se levantaría. Aquél ser irracional, frío, poderoso y maligno permanecía inerte en todo ese tiempo. Era el momento de salir de allí corriendo.

Pero al intentar incorporarme, mi pierna no reaccionaba, no me obedecía. Me miré para intentar saber cuál era la causa y vi un tremendo trozo de cristal clavado en la ingle. Salía mucha sangre, brotaba en todas direcciones, resbalando con intensidad por mi pierna. Me temblaban las manos, y hacia verdaderos esfuerzos por tapar aquel agujero con ellas. Tenía que sacar de ahí ese trozo de cristal. Metí un dedo, ante mi incredulidad de ser capaz de lo que iba a hacer, en el boquete y tire del cristal con todas mis fuerzas hacia afuera. Salió y también con él un buen chorro de sangre, como si hubiera abierto un grifo.

Empecé a marearme, a verlo todo rojo y a faltarme la respiración se convirtió en jadeos dentro de mí. Tenía que taponar esa herida como fuera si no quería que mi vida se escapara por aquél boquete.

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Mientras Ben estaba terminando la reunión de trabajo al que tuvo que asistir, cuando vio aparecer a la pareja a lo lejos, agarrados por la cintura y dando muestras de cariño. Sorprendido de verlos juntos sin más y a aparecer por allí, hizo un gesto de preocupación por el que Thomas sin tener que oír nada de los labios de Ben ,en un par de zancadas largas le alcanzó hasta ponerse a su altura.

— Alice, ¿qué haces aquí?. Vosotros dos… ¿Estáis de nuevo juntos? —Le preguntó mientras la pareja se quedaba inmóvil y sin saber de qué demonios estaba hablando Ben. — Mery me telefoneó que habías quedado con ella en la habitación del hotel. ¿Se encuentra ella bien? —le preguntó mirando por encima de su hombro por si venía tras ellos.

— ¿Cómo dices? No he podido hablar con ella en toda la mañana. He perdido el móvil, creo, ha desaparecido otra vez por Dios, yo y mi mala cabeza con los teléfonos. No he hablado con ella desde anoche — Su gesto empezaba a ponerse tenso — ¿Qué demonios te dijo?

— Que la pusiste un wasaap diciendo que habías discutido con Thomas y que necesitabas hablar con ella.

— Mierda, yo no he hecho nada de eso. ¿Cuándo ha sido eso?

Pues no lo sé exactamente. Quizás media hora o tres cuartos escasos.— dijo Ben comprobando en su reloj que efectivamente había ya pasado largo rato desde que Mery le telefoneó.

— ¿Parecía preocupada?¿Dónde se supone que debíamos vernos?

— En la habitación de hotel.

— Esto no me gusta.— dijo Alice bastante preocupada y con un rictus de inminente pavor– Yo no he llamado a nadie. Tengo la sensación de..... Me voy al hotel a ver si está allí. Algo no va bien. Lo sé.

— ¿Cómo que algo no va bien? ¿Qué quieres decir con eso? — le chillaba Ben mientras la retenía por el brazo —Joder es igual me voy con vosotros.

Salieron de allí todo lo deprisa que el coche de Thomas podía. Conducía como nunca anteriormente lo había hecho ante la insistencia de Alice de que acelerara su marcha. Ben, tembloroso y nervioso a la vez no paraba de llamarla a su móvil sin obtener contestación alguna. Alice parecía histérica por momentos y no dejaba de girar su cabeza hacia el asiento trasero donde Ben permanecía con el rostro entre sus manos, como intentando obtener una aclaración a algo que no entendían ninguno.

Efectivamente algo no iba bien.