CAPÍTULO 2
No quedaba mucho para que Mario llegara a su estación, quedaron que se volverían a encontrar. Intercambio de teléfonos y cierta sensación de incomodidad por esa separación…
-Seguro, que no quieres bajarte conmigo.
Sandra lo miraba y sentía que una profunda conexión habida nacido entre ellos. Por unos segundos dudó de coger su equipaje. Pero siguió firme en sus decisiones.
-Pero no decías que has salido a vivir…
-Sí, gracias por recordármelo, por poco me vuelvo a quedar enganchada en tus redes
¿Sabes? Te voy a encontrar a faltar.
-Dentro de nada nos volveremos a encontrar, recuerda que tienes una cita pendiente. Y éso me recuerda...ayer no me dejaste preguntarte… cómo sabes que la Síndome que hay en Torino no es la verdadera.
-Porque las pruebas de laboratorio dan cantidad de datos… el polen, las heridas, la sangre… falla la prueba del carbono catorce, pero tiene un motivo científico explicado. Pero hay un detalle que esta obviado, en las sagradas escrituras cuenta que José de Arimatea emulsionó todo el cuerpo de Jesús con aloe y mirra. En la explicación científica no habla para nada de la mirra
-Por éso piensas que la tiene el Vaticano.
-Sí… solo los recursos de la iglesia pueden proteger algo tan valioso. Aunque a veces sueño que está en algún lugar secreto y humilde, dónde verdaderamente se venere las enseñanzas que intentaba transmitir Jesús. Tengo mis teorías, pero la verdad es que solo son teorías. El Vaticano durante años, ha promovido a favor de la Sábana de Turín, puede que así intenten desviar la atención de la verdadera ubicación de la Síndome.
-Pero sería muy favorable para la iglesia demostrar al mundo que Jesús existió.
-A la verdadera fe no le hacen falta demostraciones, en cambio en momentos de dudas siempre habría dónde buscar una reafirmación.
-Mario, ¿tú crees en Dios?
-Yo creo en lo que me envuelve, siento y percibo. Llámalo Dios, llámalo fe, energía, intuición, amor. Pero no creo en nada que ponga barreras a mi derecho de vivir y evolucionar. La iglesia durante años fue pura inquisición. Pero todos nos perdemos. ¿Y tú en que crees?
-Yo hasta hace poco podría darte la misma definición, pero después de una desagradable experiencia que tuve, puedo asegurarte que hay algo más.
-Me vas dando pistas de algo que desconozco, pero no acabas de decidirte a contarme nada.
-No es el momento, es largo, ya tendremos tiempo de hablar.
-Tienes razón. Estamos a punto de llegar y aún tengo que recoger mis cosas. No sé lo que piensas tú, pero a mí, me va a resultar muy difícil olvidarte.
-Éso espero.
Se abrazaron, se despidieron con un beso y una desdibujada sonrisa hasta su reencuentro. Las manos entrelazadas él desde el andén y ella en el tren, esa ventana que los separaba era la misma que los unió. Una frase en los labios de él…
-Nos encontramos pronto.
El tren se puso en marcha, la frase se fue repitiendo a la vez que se desvaneció su presencia. Sandra volvió a su departamento. Un sentimiento de nostalgia afloró en sus ojos. Se sentó al lado de esa ventana dónde tanta ternura se había desencadenado apenas unas horas atrás.
-No, no voy a dejarme arrastrar.
De forma instintiva buscó la barra de labios y se los repasó, luego cogió los mapas que había comprado y se dispuso a mirarlos, le seducía bastante ir a ver más de cerca ese ropaje tan especial del que le había hablado Mario. Empezaba a creer que su vida ya tenía un camino predestinado, por suerte en su travesía se acercaban personas con un poso humano demasiado hermoso para no quedarse prendada, y eso era abrir una puerta hacía uno de los campos más complejos para ella. Lidiar con los sentimientos.