Parte tres
El pequeño Leo volvió a protestar cuando vio que su padre besaba a su madre y no le hacía caso a él. Además le dolía sus colmillos que estaban empezando a salir y tenía ganas de morder todo…
Millie sonrió mirando a su pequeño, y le dio un mordedor, con el que estuvo entretenido y calmado.
Harrison sonrió también. Su vida había cambiado en unos meses, Millie se había trasladado a vivir a Madrid, con él, se habían comprado una casa y pronto se iban a casar.
¡Todo era perfecto!
Llevaban tres meses viviendo juntos y el niño se había adaptado perfectamente a su nueva casa, a su nuevo barrio e incluso estaban pensando llevarlo a la guardería para que socializara con otros niños.
Estaban planeando la boda y ellos eran muy felices juntos.
¡Se amaban de verdad!
De repente, el pequeño Leo levantó la cabeza, se sentó y con gran esfuerzo se puso de pie apoyándose en la mesa del salón. Se acercó a sus padres que estaban sentados en el sofá, y con su pequeña manita, tocó el vientre de Millie, y sonriendo, dijo… “¡Tata!”
Harrison y Millie se miraron y sonrieron, confiaban plenamente en su hijo cuando les anunció la llegada de su futura hermana, aunque ni ellos lo habían planeado…