En economía y sociología existe la expresión self-fulfiling prophecy (profecía auto-realizante) para designar aquellas predicciones en las que el mero hecho de formularlas contribuye a su ulterior realización.

Esta célebre y deliciosa narración de Oscar Wilde es, en cierto modo, un caso de self-fulfiling prophecy a nivel individual, donde en vez de un economista o un sociólogo tenemos a un quiromántico, y en vez de las fuerzas socioeconómicas a un hombre enamorado (que puede resultar igualmente incontenible). Todo ello como pretexto para una de esas agudas críticas de costumbres aparentemente (sólo aparentemente) desenfrenadas en las que Wilde es un consumado maestro.