GÉNESIS

1 En [el] principio Dios creó los cielos y la tierra.

2 Ahora bien, resultaba que la tierra se hallaba sin forma y desierta y había oscuridad sobre la superficie de [la] profundidad acuosa; y la fuerza activa de Dios se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas.

3 Y Dios procedió a decir: “Llegue a haber luz”. Entonces llegó a haber luz. 4 Después de eso Dios vio que la luz era buena, y efectuó Dios una división entre la luz y la oscuridad. 5 Y Dios empezó a llamar a la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero.

6 Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber una expansión en medio de las aguas, y ocurra un dividir entre las aguas y las aguas”. 7 Entonces Dios procedió a hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que deberían estar debajo de la expansión y las aguas que deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así. 8 Y Dios empezó a llamar a la expansión Cielo. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día segundo.

9 Y Dios pasó a decir: “Que las aguas [que están] debajo de los cielos se reúnan en un mismo lugar y aparezca lo seco”. Y llegó a ser así. 10 Y Dios empezó a llamar a lo seco Tierra, pero a la reunión de aguas llamó Mares. Además, vio Dios que [era] bueno. 11 Y pasó Dios a decir: “Haga brotar la tierra hierba, vegetación que dé semilla, árboles frutales que lleven fruto según sus géneros, cuya semilla esté en él, sobre la tierra”. Y llegó a ser así. 12 Y la tierra empezó a producir hierba, vegetación que da semilla según su género y árboles que llevan fruto, cuya semilla está en él según su género. Entonces Dios vio que [era] bueno. 13 Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día tercero.

14 Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber lumbreras en la expansión de los cielos para hacer una división entre el día y la noche; y tienen que servir de señales y para estaciones y para días y años. 15 Y tienen que servir de lumbreras en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra”. Y llegó a ser así. 16 Y Dios procedió a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas. 17 Así las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra, 18 y para dominar de día y de noche y para hacer una división entre la luz y la oscuridad. Entonces vio Dios que [era] bueno. 19 Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día cuarto.

20 Y Dios pasó a decir: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes, y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra sobre la faz de la expansión de los cielos”. 21 Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género. Y llegó a ver Dios que [era] bueno. 22 Con eso los bendijo Dios, y dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen las aguas en las cuencas de los mares, y háganse muchas las criaturas voladoras en la tierra”. 23 Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día quinto.

24 Y Dios pasó a decir: “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género”. Y llegó a ser así. 25 Y Dios procedió a hacer la bestia salvaje de la tierra según su género y el animal doméstico según su género y todo animal moviente del suelo según su género. Y Dios llegó a ver que [era] bueno.

26 Y Dios pasó a decir: “Hagamos [al] hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza, y tengan ellos en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra”. 27 Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. 28 Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.

29 Y Dios pasó a decir: “Miren que les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva de alimento. 30 Y a toda bestia salvaje de la tierra y a toda criatura voladora de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma he dado toda la vegetación verde para alimento”. Y llegó a ser así.

31 Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, [era] muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto.

2 Así quedaron terminados los cielos y la tierra y todo su ejército. 2 Y para el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho, y procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho. 3 Y Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha creado con el propósito de hacer.

4 Esta es una historia de los cielos y la tierra en el tiempo en que fueron creados, en el día que Jehová Dios hizo tierra y cielo.

5 Ahora bien, todavía no se hallaba ningún arbusto del campo en la tierra y ninguna vegetación del campo brotaba aún, porque Jehová Dios no había hecho llover sobre la tierra y no había hombre que cultivara el suelo. 6 Pero una neblina subía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.

7 Y Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente. 8 Además, Jehová Dios plantó un jardín en Edén, hacia el este, y allí puso al hombre que había formado. 9 Así Jehová Dios hizo crecer del suelo todo árbol deseable a la vista de uno y bueno para alimento, y también el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo.

10 Ahora bien, había un río que procedía de Edén para regar el jardín, y de allí empezaba a dividirse y llegaba a ser, por decirlo así, cuatro cabeceras. 11 El nombre del primer [río] es Pisón; es el que rodea toda la tierra de Havilá, donde hay oro. 12 Y el oro de aquella tierra es bueno. Allí hay también el bedelio y la piedra de ónice. 13 Y el nombre del segundo río es Guihón; es el que rodea toda la tierra de Cus. 14 Y el nombre del tercer río es Hidequel; es el que va al este de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.

15 Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.

18 Y Jehová Dios pasó a decir: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él”. 19 Ahora bien, Jehová Dios estaba formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los cielos, y empezó a traerlas al hombre para ver lo que llamaría a cada una; y lo que el hombre la llamaba, a cada alma viviente, ese era su nombre. 20 De modo que el hombre iba dando nombres a todos los animales domésticos y a las criaturas voladoras de los cielos y a toda bestia salvaje del campo, pero para el hombre no se halló ayudante como complemento de él. 21 Por lo tanto Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre y, mientras este dormía, tomó una de sus costillas y entonces cerró la carne sobre su lugar. 22 Y Jehová Dios procedió a construir de la costilla que había tomado del hombre una mujer, y a traerla al hombre.

23 Entonces dijo el hombre:

“Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne.

Esta será llamada Mujer, porque del hombre fue tomada esta”.

24 Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne. 25 Y ambos continuaban desnudos, el hombre y su esposa, y sin embargo no se avergonzaban.

3 Ahora bien, la serpiente resultó ser la más cautelosa de todas las bestias salvajes del campo que Jehová Dios había hecho. De modo que empezó a decir a la mujer: “¿Es realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol del jardín?”. 2 Ante esto, la mujer dijo a la serpiente: “Del fruto de los árboles del jardín podemos comer. 3 Pero en cuanto a [comer] del fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios ha dicho: ‘No deben comer de él, no, no deben tocarlo para que no mueran’”. 4 Ante esto, la serpiente dijo a la mujer: “Positivamente no morirán. 5 Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”.

6 Por consiguiente, la mujer vio que el árbol era bueno para alimento, y que a los ojos era algo que anhelar, sí, el árbol era deseable para contemplarlo. De modo que empezó a tomar de su fruto y a comerlo. Después dio de este también a su esposo cuando [él estuvo] con ella, y él empezó a comerlo. 7 Entonces se les abrieron los ojos a ambos, y empezaron a darse cuenta de que estaban desnudos. Por lo tanto cosieron hojas de higuera y se hicieron coberturas para los lomos.

8 Más tarde oyeron la voz de Jehová Dios que andaba en el jardín hacia la parte airosa del día, y el hombre y su esposa procedieron a esconderse del rostro de Jehová Dios entre los árboles del jardín. 9 Y Jehová Dios siguió llamando al hombre y diciéndole: “¿Dónde estás?”. 10 Por fin él dijo: “Oí tu voz en el jardín, pero tuve miedo porque estaba desnudo, y por eso me escondí”. 11 A lo que dijo él: “¿Quién te informó que estabas desnudo? ¿Del árbol del que te mandé que no comieras has comido?”. 12 Y pasó el hombre a decir: “La mujer que me diste para que estuviera conmigo, ella me dio [fruto] del árbol y así es que comí”. 13 Ante eso, Jehová Dios dijo a la mujer: “¿Qué es esto que has hecho?”. A lo cual respondió la mujer: “La serpiente… ella me engañó, y así es que comí”.

14 Y Jehová Dios procedió a decir a la serpiente: “Porque has hecho esta cosa, tú eres la maldita de entre todos los animales domésticos y de entre todas las bestias salvajes del campo. Sobre tu vientre irás, y polvo es lo que comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”.

16 A la mujer dijo: “Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos, y tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará”.

17 Y a Adán dijo: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: ‘No debes comer de él’, maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. 18 Y espinos y cardos hará crecer para ti, y tienes que comer la vegetación del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”.

20 Después de esto Adán llamó a su esposa por nombre Eva, porque ella tenía que llegar a ser la madre de todo el que viviera. 21 Y Jehová Dios procedió a hacer largas prendas de vestir de piel para Adán y para su esposa, y a vestirlos. 22 Y Jehová Dios pasó a decir: “Mira que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo, y ahora, para que no alargue la mano y efectivamente tome [fruto] también del árbol de la vida y coma y viva hasta tiempo indefinido…”. 23 Con eso Jehová Dios lo echó del jardín de Edén para que cultivara el suelo del cual había sido tomado. 24 De modo que expulsó al hombre, y al este del jardín de Edén apostó los querubines y la hoja llameante de una espada que continuamente daba vueltas para guardar el camino al árbol de la vida.

4 Ahora bien, Adán tuvo coito con Eva su esposa, y ella quedó encinta. Con el tiempo ella dio a luz a Caín y dijo: “He producido un hombre con la ayuda de Jehová”. 2 Más tarde volvió a dar a luz, a su hermano Abel.

Y Abel llegó a ser pastor de ovejas, pero Caín se hizo cultivador del suelo. 3 Y al cabo de algún tiempo aconteció que Caín procedió a traer algunos frutos del suelo como ofrenda a Jehová. 4 Pero en cuanto a Abel, él también trajo algunos primogénitos de su rebaño, aun sus trozos grasos. Ahora bien, aunque Jehová miraba con favor a Abel y su ofrenda, 5 no miraba con ningún favor a Caín ni su ofrenda. Y Caín se enardeció de gran cólera, y empezó a decaérsele el semblante. 6 Por lo cual Jehová dijo a Caín: “¿Por qué estás enardecido de cólera, y por qué se te ha decaído el semblante? 7 Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?”.

8 Después de eso, Caín dijo a Abel su hermano: [“Vamos allá al campo”.] De modo que aconteció que, mientras estaban en el campo, Caín procedió a atacar a Abel su hermano y a matarlo. 9 Más tarde Jehová dijo a Caín: “¿Dónde está Abel tu hermano?”, y él dijo: “No sé. ¿Soy yo el guardián de mi hermano?”. 10 A lo cual él dijo: “¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano está clamando a mí desde el suelo. 11 Y ahora se te maldice con destierro del suelo, que ha abierto su boca para recibir la sangre de tu hermano [derramada] por mano tuya. 12 Cuando cultives el suelo, no te devolverá su poder. Errante y fugitivo llegarás a ser en la tierra”. 13 Por lo cual Caín dijo a Jehová: “Mi castigo por el error es demasiado grande para llevarlo. 14 Aquí efectivamente estás expulsándome hoy de sobre la superficie del suelo, y de tu rostro estaré oculto; y tendré que llegar a ser errante y fugitivo en la tierra, y es cosa segura que cualquiera que me halle me matará”. 15 Ante eso, Jehová le dijo: “Por esa razón, cualquiera que mate a Caín tiene que sufrir venganza siete veces”.

De modo que Jehová estableció una señal para Caín a fin de que nadie que lo hallara lo hiriese. 16 Con eso, Caín se fue de ante el rostro de Jehová y se puso a morar en la tierra de la Condición de Fugitivo, al este de Edén.

17 Después Caín tuvo coito con su esposa, y ella quedó encinta y dio a luz a Enoc. Entonces [Caín] se ocupó en edificar una ciudad, y llamó la ciudad por el nombre de su hijo Enoc. 18 Más tarde, a Enoc le nació Irad. E Irad llegó a ser padre de Mehujael, y Mehujael llegó a ser padre de Metusael, y Metusael llegó a ser padre de Lamec.

19 Y Lamec procedió a tomar para sí dos esposas. El nombre de la primera fue Adá y el nombre de la segunda fue Zilá. 20 Con el tiempo, Adá dio a luz a Jabal. Él resultó fundador de los que moran en tiendas y tienen ganado. 21 Y el nombre de su hermano fue Jubal. Él resultó fundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo. 22 En cuanto a Zilá, ella también dio a luz a Tubal-caín, forjador de toda clase de herramienta de cobre y de hierro. Y la hermana de Tubal-caín fue Naamá. 23 Por consiguiente, Lamec compuso estas palabras para sus esposas Adá y Zilá:

“Oigan mi voz, esposas de Lamec; presten oído a mi dicho:

A un hombre he matado por haberme herido, sí, a un joven por haberme dado un golpe.

24 Si siete veces ha de ser vengado Caín, entonces Lamec setenta veces y siete”.

25 Y Adán procedió a tener coito otra vez con su esposa, de modo que ella dio a luz un hijo y lo llamó por nombre Set, porque, según dijo ella: “Dios ha nombrado otra descendencia en lugar de Abel, porque Caín lo mató”. 26 Y a Set también le nació un hijo, y él procedió a llamarlo por nombre Enós. En aquel tiempo se dio comienzo a invocar el nombre de Jehová.

5 Este es el libro de la historia de Adán. En el día que Dios creó a Adán, lo hizo a la semejanza de Dios. 2 Macho y hembra los creó. Después los bendijo, y por nombre los llamó Hombre en el día que fueron creados.

3 Y Adán siguió viviendo ciento treinta años. Entonces llegó a ser padre de un hijo a su semejanza, a su imagen, y lo llamó por nombre Set. 4 Y los días de Adán después de engendrar a Set llegaron a ser ochocientos años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 5 De modo que todos los días de Adán que él vivió ascendieron a novecientos treinta años, y murió.

6 Y Set siguió viviendo ciento cinco años. Entonces llegó a ser padre de Enós. 7 Y después de engendrar a Enós, Set continuó viviendo ochocientos siete años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 8 De modo que todos los días de Set ascendieron a novecientos doce años, y murió.

9 Y Enós siguió viviendo noventa años. Entonces llegó a ser padre de Quenán. 10 Y después de engendrar a Quenán, Enós continuó viviendo ochocientos quince años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 11 De modo que todos los días de Enós ascendieron a novecientos cinco años, y murió.

12 Y Quenán siguió viviendo setenta años. Entonces llegó a ser padre de Mahalalel. 13 Y después de engendrar a Mahalalel, Quenán continuó viviendo ochocientos cuarenta años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 14 De modo que todos los días de Quenán ascendieron a novecientos diez años, y murió.

15 Y Mahalalel siguió viviendo sesenta y cinco años. Entonces llegó a ser padre de Jared. 16 Y después de engendrar a Jared, Mahalalel continuó viviendo ochocientos treinta años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 17 De modo que todos los días de Mahalalel ascendieron a ochocientos noventa y cinco años, y murió.

18 Y Jared siguió viviendo ciento sesenta y dos años. Entonces llegó a ser padre de Enoc. 19 Y después de engendrar a Enoc, Jared continuó viviendo ochocientos años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 20 De modo que todos los días de Jared ascendieron a novecientos sesenta y dos años, y murió.

21 Y Enoc siguió viviendo sesenta y cinco años. Entonces llegó a ser padre de Matusalén. 22 Y después de engendrar a Matusalén, Enoc siguió andando con el Dios [verdadero] trescientos años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 23 De modo que todos los días de Enoc ascendieron a trescientos sesenta y cinco años. 24 Y Enoc siguió andando con el Dios [verdadero]. Entonces no fue más, porque Dios lo tomó.

25 Y Matusalén siguió viviendo ciento ochenta y siete años. Entonces llegó a ser padre de Lamec. 26 Y después de engendrar a Lamec, Matusalén continuó viviendo setecientos ochenta y dos años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 27 De modo que todos los días de Matusalén ascendieron a novecientos sesenta y nueve años, y murió.

28 Y Lamec siguió viviendo ciento ochenta y dos años. Entonces llegó a ser padre de un hijo. 29 Y procedió a llamarlo por nombre Noé, diciendo: “Este nos traerá consuelo [aliviándonos] de nuestro trabajo y del dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido”. 30 Y después de engendrar a Noé, Lamec continuó viviendo quinientos noventa y cinco años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. 31 De modo que todos los días de Lamec ascendieron a setecientos setenta y siete años, y murió.

32 Y Noé llegó a tener quinientos años de edad. Después Noé llegó a ser padre de Sem, Cam y Jafet.

6 Ahora bien, aconteció que cuando los hombres comenzaron a crecer en número sobre la superficie del suelo y les nacieron hijas, 2 entonces los hijos del Dios [verdadero] empezaron a fijarse en las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas; y se pusieron a tomar esposas para sí, a saber, todas las que escogieron. 3 Después de eso dijo Jehová: “Ciertamente no obrará mi espíritu para con el hombre por tiempo indefinido, ya que él también es carne. Por consiguiente, sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”.

4 Los nefilim se hallaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos del Dios [verdadero] continuaron teniendo relaciones con las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos, estos fueron los poderosos que eran de la antigüedad, los hombres de fama.

5 Por consiguiente, Jehová vio que la maldad del hombre abundaba en la tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón de este era solamente mala todo el tiempo. 6 Y Jehová sintió pesar por haber hecho a hombres en la tierra, y se sintió herido en el corazón. 7 De modo que Jehová dijo: “Voy a borrar de sobre la superficie del suelo a hombres que he creado, desde hombre hasta animal doméstico, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos, porque de veras me pesa haberlos hecho”. 8 Pero Noé halló favor a los ojos de Jehová.

9 Esta es la historia de Noé.

Noé fue hombre justo. Resultó exento de falta entre sus contemporáneos. Noé andaba con el Dios [verdadero]. 10 Con el tiempo Noé llegó a ser padre de tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 11 Y la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios [verdadero], y la tierra se llenó de violencia. 12 De modo que Dios vio la tierra y, ¡mire!, estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra.

13 Después de eso Dios dijo a Noé: “El fin de toda carne ha llegado delante de mí, porque la tierra está llena de violencia como resultado de ellos; y, ¡mira!, voy a arruinarlos junto con la tierra. 14 Haz para ti un arca de madera de árbol resinoso. Harás compartimientos en el arca, y tendrás que cubrirla por dentro y por fuera con alquitrán. 15 Y de esta manera la harás: trescientos codos la longitud del arca, cincuenta codos su anchura, y treinta codos su altura. 16 Harás un tsóhar [techo; o ventana] para el arca, y la completarás hasta el punto de un codo hacia arriba, y pondrás la entrada del arca en su costado; la harás con un [piso] bajo, un [piso] segundo y un [piso] tercero.

17 ”Y en cuanto a mí, aquí voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida. Todo lo que está en la tierra expirará. 18 Y de veras establezco mi pacto contigo; y tienes que entrar en el arca, tú y tus hijos y tu esposa y las esposas de tus hijos contigo. 19 Y de toda criatura viviente de toda clase de carne, dos de cada una, traerás dentro del arca para conservarlas vivas contigo. Macho y hembra serán. 20 De las criaturas voladoras según sus géneros y de los animales domésticos según sus géneros, de todos los animales movientes del suelo según sus géneros, dos de cada uno entrarán a donde ti allí para conservarlos vivos. 21 Y en cuanto a ti, toma para ti toda clase de alimento que se come; y tienes que recogértelo, y tiene que servir de alimento para ti y para ellos”.

22 Y Noé procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Dios. Hizo precisamente así.

7 Después de eso Jehová dijo a Noé: “Entra, tú y toda tu casa, en el arca, porque es a ti a quien he visto justo delante de mí en medio de esta generación. 2 De toda bestia limpia tienes que tomar para ti de siete en siete, el macho y su hembra; y de toda bestia que no es limpia solamente dos, el macho y su hembra; 3 también de las criaturas voladoras de los cielos de siete en siete, macho y hembra, para conservar viva prole sobre la superficie de toda la tierra. 4 Porque dentro de solo siete días más voy a hacer que llueva sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y ciertamente borraré de sobre la superficie del suelo toda cosa existente que he hecho”. 5 Y Noé procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Jehová.

6 Y Noé tenía seiscientos años de edad cuando ocurrió el diluvio de aguas sobre la tierra. 7 De modo que entró Noé, y con él sus hijos, y su esposa, y las esposas de sus hijos, en el arca antes de [que empezaran] las aguas del diluvio. 8 De toda bestia limpia y de toda bestia que no es limpia, y de las criaturas voladoras y de todo lo que se mueve sobre el suelo, 9 entraron de dos en dos a donde Noé en el arca, macho y hembra, tal como Dios había mandado a Noé. 10 Y a los siete días resultó que las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.

11 En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes, en este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas. 12 Y siguió la fuerte precipitación sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches. 13 En ese mismo día entró Noé -y con él Sem y Cam y Jafet, los hijos de Noé, y la esposa de Noé y las tres esposas de sus hijos- en el arca; 14 ellos y toda bestia salvaje según su género, y todo animal doméstico según su género, y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra según su género, y toda criatura voladora según su género, todo pájaro, toda criatura alada. 15 Y siguieron yendo a Noé dentro del arca, de dos en dos, de toda clase de carne en la cual estaba activa la fuerza de vida. 16 Y los que iban entrando, macho y hembra de toda clase de carne, entraron, tal como le había mandado Dios. Después Jehová cerró tras él la puerta.

17 Y el diluvio siguió sobre la tierra por cuarenta días, y las aguas siguieron aumentando y empezaron a llevar el arca, y esta estaba flotando muy por encima de la tierra. 18 Y las aguas se hicieron anegadoras y siguieron aumentando mucho sobre la tierra, pero el arca siguió yendo sobre la superficie de las aguas. 19 Y a grado tan grande anegaron la tierra las aguas que todas las altas montañas que estaban debajo de todos los cielos quedaron cubiertas. 20 Hasta quince codos [por encima] las anegaron las aguas, y las montañas quedaron cubiertas.

21 De modo que expiró toda carne que estaba moviéndose sobre la tierra, entre las criaturas voladoras y entre los animales domésticos y entre las bestias salvajes y entre todos los enjambres que estaban enjambrando sobre la tierra, y toda la humanidad. 22 Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió. 23 Así borró él toda cosa existente que había sobre la superficie del suelo, desde hombre hasta bestia, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos, y fueron borrados de sobre la tierra; y solo Noé y los que con él estaban en el arca siguieron sobreviviendo. 24 Y las aguas continuaron anegando la tierra por ciento cincuenta días.

8 Después de eso Dios se acordó de Noé y de toda bestia salvaje y de todo animal doméstico que estaba con él en el arca, y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra, y las aguas empezaron a bajar. 2 Y se cerraron los manantiales de la profundidad acuosa y las compuertas de los cielos, y así se contuvo la fuerte precipitación del cielo. 3 Y las aguas empezaron a retirarse de sobre la tierra, retirándose progresivamente; y al cabo de ciento cincuenta días faltaban las aguas. 4 Y en el séptimo mes, en el día diecisiete del mes, el arca llegó a descansar sobre las montañas de Ararat. 5 Y las aguas siguieron menguando progresivamente hasta el mes décimo. En el mes décimo, en el primer día del mes, aparecieron las cimas de las montañas.

6 Así sucedió que al cabo de cuarenta días Noé procedió a abrir la ventana del arca que había hecho. 7 A continuación envió un cuervo, y este continuó volando al aire libre, yendo y volviendo, hasta que las aguas se secaron de sobre la tierra.

8 Más tarde él envió de consigo una paloma para ver si las aguas habían decrecido de sobre la superficie del suelo. 9 Y la paloma no halló lugar de descanso para la planta de su pie, de modo que volvió a él dentro del arca porque las aguas todavía estaban sobre la superficie de toda la tierra. Por lo cual él alargó la mano y la tomó y la trajo a sí dentro del arca. 10 Y siguió esperando aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca. 11 Más tarde la paloma volvió a él como a la hora del atardecer y, ¡mire!, tenía en el pico una hoja de olivo recién arrancada, y así Noé se enteró de que las aguas habían decrecido de sobre la tierra. 12 Y siguió esperando aún otros siete días. Entonces envió a la paloma, pero esta ya no volvió más a él.

13 Ahora bien, en el año seiscientos uno, en el primer mes, en el primer día del mes, aconteció que se habían secado las aguas de sobre la tierra; y Noé procedió a quitar la cubierta del arca y a mirar, y resultó que la superficie del suelo se había desecado. 14 Y en el segundo mes, en el día veintisiete del mes, la tierra quedó completamente seca.

15 Ahora Dios habló a Noé, y dijo: 16 “Sal del arca, tú y tu esposa y tus hijos y las esposas de tus hijos contigo. 17 Toda criatura viviente que está contigo de toda clase de carne, entre las criaturas voladoras y entre las bestias y entre todos los animales movientes que se mueven sobre la tierra, sácala contigo, puesto que tienen que enjambrar en la tierra y ser fructíferos y llegar a ser muchos sobre la tierra”.

18 Con eso salió Noé, y con él también sus hijos y su esposa y las esposas de sus hijos. 19 Toda criatura viviente, todo animal moviente y toda criatura voladora, todo lo que se mueve sobre la tierra, según sus familias salieron del arca. 20 Y Noé empezó a edificar un altar a Jehová y a tomar algunas de todas las bestias limpias y de todas las criaturas voladoras limpias y a ofrecer ofrendas quemadas sobre el altar. 21 Y Jehová empezó a oler un olor conducente a descanso, de modo que dijo Jehová en su corazón: “Nunca más invocaré el mal sobre el suelo a causa del hombre, porque la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud; y nunca más asestaré un golpe a toda cosa viviente tal como he hecho. 22 Durante todos los días que continúe la tierra, nunca cesarán siembra y cosecha, y frío y calor, y verano e invierno, y día y noche”.

9 Y Dios pasó a bendecir a Noé y a sus hijos y a decirles: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra. 2 Y un temor a ustedes y un terror a ustedes continuarán sobre toda criatura viviente de la tierra y sobre toda criatura voladora de los cielos, sobre todo lo que va moviéndose sobre el suelo, y sobre todos los peces del mar. En mano de ustedes ahora se han dado. 3 Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes. 4 Solo carne con su alma -su sangre- no deben comer. 5 Y, además de eso, su sangre de sus almas la reclamaré. De la mano de toda criatura viviente la reclamaré; y de la mano del hombre, de la mano de cada uno que es su hermano, reclamaré el alma del hombre. 6 Cualquiera que derrame la sangre del hombre, por el hombre será derramada su propia sangre, porque a la imagen de Dios hizo él al hombre. 7 Y en cuanto a ustedes, sean fructíferos y lleguen a ser muchos, hagan que la tierra enjambre de ustedes y lleguen a ser muchos en ella”.

8 Y Dios pasó a decir a Noé y a sus hijos con él: 9 “Y en cuanto a mí, aquí estoy estableciendo mi pacto con ustedes y con su prole después de ustedes, 10 y con toda alma viviente que está con ustedes, entre aves, entre bestias y entre todas las criaturas vivientes de la tierra con ustedes, desde todas las que salieron del arca hasta toda criatura viviente de la tierra. 11 Sí, de veras establezco mi pacto con ustedes: Nunca más será cortada [de la vida] toda carne por aguas de un diluvio, y nunca más ocurrirá un diluvio para arruinar la tierra”.

12 Y Dios añadió: “Esta es la señal del pacto que estoy dando entre yo y ustedes y toda alma viviente que está con ustedes, por las generaciones hasta tiempo indefinido. 13 De veras doy mi arco iris en la nube, y tiene que servir como señal del pacto entre yo y la tierra. 14 Y tiene que suceder que cuando yo traiga una nube sobre la tierra, entonces ciertamente aparecerá el arco iris en la nube. 15 Y ciertamente me acordaré de mi pacto que hay entre yo y ustedes y toda alma viviente entre toda carne; y nunca más llegarán a ser las aguas un diluvio para arruinar toda carne. 16 Y el arco iris tiene que ocurrir en la nube, y ciertamente lo veré para acordarme del pacto hasta tiempo indefinido entre Dios y toda alma viviente entre toda carne que está sobre la tierra”.

17 Y le repitió Dios a Noé: “Esta es la señal del pacto que de veras establezco entre yo y toda carne que está sobre la tierra”.

18 Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem y Cam y Jafet. Más tarde, Cam fue padre de Canaán. 19 Estos tres fueron los hijos de Noé, y de estos se esparció la población de toda la tierra.

20 Ahora bien, Noé comenzó [a trabajar] de labrador y procedió a plantar una viña. 21 Y empezó a beber del vino y se embriagó, y así se desarropó en medio de su tienda. 22 Más tarde, Cam el padre de Canaán vio la desnudez de su padre y se puso a informarlo a sus dos hermanos afuera. 23 Ante aquello, Sem y Jafet tomaron un manto y se lo pusieron sobre los dos hombros y entraron caminando hacia atrás. Así cubrieron la desnudez de su padre, mientras tenían vuelto el rostro, y no vieron la desnudez de su padre.

24 Por fin Noé despertó de su vino y llegó a saber lo que le había hecho su hijo menor. 25 Por lo cual dijo:

“Maldito sea Canaán.

Llegue a ser él el esclavo más bajo para sus hermanos”.

26 Y añadió:

“Bendito sea Jehová, el Dios de Sem, y llegue a ser Canaán esclavo para él.

27 Conceda Dios amplio espacio a Jafet, y resida él en las tiendas de Sem.

Llegue a ser Canaán esclavo para él también”.

28 Y Noé continuó viviendo trescientos cincuenta años después del diluvio. 29 De modo que todos los días de Noé ascendieron a novecientos cincuenta años, y murió.

10 Y esta es la historia de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet.

Ahora bien, empezaron a nacerles hijos después del diluvio. 2 Los hijos de Jafet fueron Gómer y Magog y Madai y Javán y Tubal y Mesec y Tirás.

3 Y los hijos de Gómer fueron Askenaz y Rifat y Togarmá.

4 Y los hijos de Javán fueron Elisá y Tarsis, Kitim y Dodanim.

5 Procedente de estos la población de las islas de las naciones se esparció por sus tierras, cada una según su lengua, según sus familias, por sus naciones.

6 Y los hijos de Cam fueron Cus y Mizraim y Put y Canaán.

7 Y los hijos de Cus fueron Sebá y Havilá y Sabtá y Raamá y Sabtecá.

Y los hijos de Raamá fueron Seba y Dedán.

8 Y Cus llegó a ser padre de Nemrod. Él dio comienzo a lo de hacerse un poderoso en la tierra. 9 Se exhibió [como un] poderoso cazador en oposición a Jehová. Por eso hay un dicho: “Como Nemrod, poderoso cazador en oposición a Jehová”. 10 Y el principio de su reino llegó a ser Babel y Erec y Akkad y Calné, en la tierra de Sinar. 11 De aquella tierra salió para Asiria y se puso a edificar a Nínive y a Rehobot-Ir y a Cálah 12 y a Resen entre Nínive y Cálah: esta es la gran ciudad.

13 Y Mizraim llegó a ser padre de [los] ludim y de [los] anamim y de [los] lehabim y de [los] naftuhim 14 y de [los] patrusim y de [los] casluhim (de entre quienes procedieron los filisteos) y de [los] caftorim.

15 Y Canaán llegó a ser padre de Sidón su primogénito y de Het 16 y del jebuseo y del amorreo y del guirgaseo 17 y del heveo y del arqueo y del sineo 18 y del arvadeo y del zemareo y del hamateo; y después las familias del cananeo fueron esparcidas. 19 De modo que el límite del cananeo llegó a ser desde Sidón hasta Guerar, cerca de Gaza, hasta Sodoma y Gomorra y Admá y Zeboyim, cerca de Lasa. 20 Estos fueron los hijos de Cam según sus familias, según sus lenguas, en sus tierras, por sus naciones.

21 Y a Sem, el antepasado de todos los hijos de Éber, el hermano de Jafet el mayor, también le nació descendencia. 22 Los hijos de Sem fueron Elam y Asur y Arpaksad y Lud y Aram.

23 Y los hijos de Aram fueron Uz y Hul y Guéter y Mas.

24 Y Arpaksad llegó a ser padre de Selah, y Selah llegó a ser padre de Éber.

25 Y a Éber le nacieron dos hijos. El nombre del uno fue Péleg, porque en sus días se dividió la tierra; y el nombre de su hermano fue Joqtán.

26 Y Joqtán llegó a ser padre de Almodad y de Sélef y de Hazarmávet y de Jérah 27 y de Hadoram y de Uzal y de Diqlá 28 y de Obal y de Abimael y de Seba 29 y de Ofir y de Havilá y de Jobab; todos estos fueron los hijos de Joqtán.

30 Y el lugar de su morada llegó a extenderse desde Mesá hasta Sefar, la región montañosa del Oriente.

31 Estos fueron los hijos de Sem según sus familias, según sus lenguas, en sus tierras, según sus naciones.

32 Estas fueron las familias de los hijos de Noé según sus descendencias familiares, por sus naciones, y procedentes de estas las naciones se esparcieron por la tierra después del diluvio.

11 Ahora bien, toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras. 2 Y aconteció que, al ir viajando hacia el este, finalmente descubrieron una llanura-valle en la tierra de Sinar, y se pusieron a morar allí. 3 Y empezaron a decirse, cada uno al otro: “¡Vamos! Hagamos ladrillos y cozámoslos con un procedimiento de quema”. De modo que el ladrillo les sirvió de piedra, pero el betún les sirvió de argamasa. 4 Entonces dijeron: “¡Vamos! Edifiquémonos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre célebre, por temor de que seamos esparcidos por toda la superficie de la tierra”.

5 Y Jehová procedió a bajar para ver la ciudad y la torre que los hijos de los hombres habían edificado. 6 A continuación dijo Jehová: “¡Mira! Son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos, y esto es lo que comienzan a hacer. Pues, ahora no hay nada que tengan pensado hacer que no les sea posible lograr. 7 ¡Vamos! Bajemos y confundamos allí su lenguaje para que no escuche el uno el lenguaje del otro”. 8 Por consiguiente, Jehová los esparció desde allí sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de edificar la ciudad. 9 Por eso se le dio el nombre de Babel, porque allí había confundido Jehová el lenguaje de toda la tierra, y de allí los había esparcido Jehová sobre toda la superficie de la tierra.

10 Esta es la historia de Sem.

Sem tenía cien años de edad cuando llegó a ser padre de Arpaksad, dos años después del diluvio. 11 Y después de engendrar a Arpaksad, Sem continuó viviendo quinientos años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

12 Y Arpaksad vivió treinta y cinco años. Entonces llegó a ser padre de Selah. 13 Y después de engendrar a Selah, Arpaksad continuó viviendo cuatrocientos tres años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

14 Y Selah vivió treinta años. Entonces llegó a ser padre de Éber. 15 Y después de engendrar a Éber, Selah continuó viviendo cuatrocientos tres años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

16 Y Éber siguió viviendo treinta y cuatro años. Entonces llegó a ser padre de Péleg. 17 Y después de engendrar a Péleg, Éber continuó viviendo cuatrocientos treinta años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

18 Y Péleg siguió viviendo treinta años. Entonces llegó a ser padre de Reú. 19 Y después de engendrar a Reú, Péleg continuó viviendo doscientos nueve años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

20 Y Reú siguió viviendo treinta y dos años. Entonces llegó a ser padre de Serug. 21 Y después de engendrar a Serug, Reú continuó viviendo doscientos siete años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

22 Y Serug siguió viviendo treinta años. Entonces llegó a ser padre de Nacor. 23 Y después de engendrar a Nacor, Serug continuó viviendo doscientos años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

24 Y Nacor siguió viviendo veintinueve años. Entonces llegó a ser padre de Taré. 25 Y después de engendrar a Taré, Nacor continuó viviendo ciento diecinueve años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.

26 Y Taré siguió viviendo setenta años, después de lo cual llegó a ser padre de Abrán, Nacor y Harán.

27 Y esta es la historia de Taré.

Taré llegó a ser padre de Abrán, Nacor y Harán; y Harán llegó a ser padre de Lot. 28 Más tarde, Harán murió mientras estaba en compañía de Taré su padre en la tierra de su nacimiento, en Ur de los caldeos. 29 Y Abrán y Nacor procedieron a tomar esposas para sí. El nombre de la esposa de Abrán fue Sarai, mientras que el nombre de la esposa de Nacor fue Milcá, la hija de Harán, el padre de Milcá y padre de Iscá. 30 Pero Sarai continuó estéril; no tenía hijo alguno.

31 Después de eso Taré tomó a Abrán su hijo y a Lot, el hijo de Harán, su nieto, y a Sarai su nuera, la esposa de Abrán su hijo, y estos salieron con él de Ur de los caldeos para ir a la tierra de Canaán. Con el tiempo llegaron a Harán y se pusieron a morar allí. 32 Y los días de Taré llegaron a ser doscientos cinco años. Entonces murió Taré en Harán.

12 Y Jehová procedió a decir a Abrán: “Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré; 2 y haré de ti una nación grande y te bendeciré y de veras haré grande tu nombre; y resulta ser tú una bendición. 3 Y ciertamente bendeciré a los que te bendigan, y al que invoque mal sobre ti lo maldeciré, y ciertamente se bendecirán por medio de ti todas las familias del suelo”.

4 Ante eso, Abrán se fue tal como le había hablado Jehová, y Lot lo acompañó. Y Abrán tenía setenta y cinco años de edad cuando salió de Harán. 5 Así que Abrán tomó a Sarai su esposa y a Lot el hijo de su hermano y todos los bienes que ellos habían acumulado y las almas que habían adquirido en Harán, y procedieron a salir para ir a la tierra de Canaán. Por fin llegaron a la tierra de Canaán. 6 Y Abrán siguió a través de la tierra hasta la ubicación de Siquem, cerca de los árboles grandes de Moré; y en aquel tiempo el cananeo estaba en la tierra. 7 Jehová ahora se apareció a Abrán y dijo: “A tu descendencia voy a dar esta tierra”. Después de eso él edificó allí un altar a Jehová, que se le había aparecido. 8 Más tarde se mudó de allí a la región montañosa, al este de Betel, y asentó su tienda, con Betel al oeste y Hai al este. Entonces edificó allí un altar a Jehová y empezó a invocar el nombre de Jehová. 9 Después Abrán levantó el campamento, y fue entonces de campamento en campamento hacia el Négueb.

10 Ahora bien, surgió un hambre en el país, y Abrán procedió a bajar hacia Egipto para residir allí como forastero, porque era grave el hambre en el país. 11 Y aconteció que tan pronto como estuvo próximo a entrar en Egipto, entonces dijo a Sarai su esposa: “¡Mira, por favor! Bien sé yo que eres mujer de hermosa apariencia. 12 Por eso de seguro sucederá que los egipcios te verán y dirán: ‘Esta es su esposa’. Y ciertamente me matarán, pero a ti te conservarán viva. 13 Por favor, di que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya, y con certeza mi alma vivirá debido a ti”.

14 Sucedió, pues, que tan pronto como Abrán entró en Egipto, los egipcios llegaron a ver a la mujer, que ella era muy hermosa. 15 Y también los príncipes de Faraón llegaron a verla y empezaron a alabársela a Faraón, de modo que la mujer fue llevada a casa de Faraón. 16 Y él trató bien a Abrán por causa de ella, y este llegó a tener ovejas y ganado vacuno y asnos y siervos y siervas y asnas y camellos. 17 Entonces Jehová tocó a Faraón y a su casa con grandes plagas por causa de Sarai, esposa de Abrán. 18 Por lo tanto Faraón llamó a Abrán y dijo: “¿Qué es esto que me has hecho? ¿Por qué no me informaste que era tu esposa? 19 ¿Por qué dijiste: ‘Es mi hermana’, de modo que yo estuve a punto de tomarla por esposa? Y ahora, aquí está tu esposa. ¡Tómala y vete!”. 20 Y Faraón dio mandatos respecto de él a unos hombres, y estos se fueron acompañándolo en despedida a él y a su esposa y todo cuanto tenía.

13 Después de eso Abrán subió de Egipto -él y su esposa y todo cuanto tenía, y Lot con él- al Négueb. 2 Y Abrán tenía gran cantidad de manadas y plata y oro. 3 Y siguió adelante de campamento en campamento desde el Négueb hasta Betel, al lugar donde primero había estado su tienda entre Betel y Hai, 4 al lugar del altar que había hecho allí originalmente; y Abrán procedió a invocar allí el nombre de Jehová.

5 Ahora bien, Lot, que iba junto con Abrán, también era dueño de ovejas y ganado vacuno y tiendas. 6 Así que la tierra no permitía que moraran todos juntos, porque se habían hecho muchos sus bienes y ellos no podían morar todos juntos. 7 Y se suscitó una riña entre los manaderos del ganado de Abrán y los manaderos del ganado de Lot; y en aquel tiempo el cananeo y el perizita moraban en el país. 8 Por eso dijo Abrán a Lot: “Por favor, que no continúe riña alguna entre yo y tú y entre mis manaderos y tus manaderos, porque somos hermanos. 9 ¿No está a tu disposición todo el país? Por favor, sepárate de mí. Si tú vas a la izquierda, entonces yo ciertamente iré a la derecha; pero si tú vas a la derecha, entonces yo ciertamente iré a la izquierda”. 10 De modo que Lot alzó los ojos y vio todo el Distrito del Jordán, que todo él era una región bien regada, antes de que Jehová arruinara a Sodoma y Gomorra, como el jardín de Jehová, como la tierra de Egipto hasta Zóar. 11 Entonces Lot escogió para sí todo el Distrito del Jordán, y Lot mudó su campamento al este. Así que se separaron el uno del otro. 12 Abrán moró en la tierra de Canaán, pero Lot moró entre las ciudades del Distrito. Por fin asentó su tienda cerca de Sodoma. 13 Y los hombres de Sodoma eran malos, y eran pecadores en extremo contra Jehová.

14 Y Jehová dijo a Abrán después que Lot se hubo separado de él: “Alza los ojos, por favor, y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte y hacia el sur y hacia el este y hacia el oeste, 15 porque toda la tierra que estás mirando, a ti y a tu descendencia la voy a dar hasta tiempo indefinido. 16 Y ciertamente constituiré a tu descendencia como las partículas de polvo de la tierra, de modo que, si un hombre pudiera contar las partículas de polvo de la tierra, entonces podría ser contada tu descendencia. 17 Levántate, ve de un sitio a otro en la tierra por su largo y por su ancho, porque a ti te la voy a dar”. 18 De modo que Abrán continuó viviendo en tiendas. Más tarde vino y moró entre los árboles grandes de Mamré, que están en Hebrón; y allí se puso a edificar un altar a Jehová.

14 Ahora bien, aconteció en los días de Amrafel rey de Sinar, Arioc rey de Elasar, Kedorlaomer rey de Elam y Tidal rey de Goyim, 2 que estos hicieron guerra contra Bera rey de Sodoma, y contra Birsá rey de Gomorra, Sinab rey de Admá y Seméber rey de Zeboyim, y el rey de Bela (es decir, Zóar). 3 Todos estos marcharon como aliados a la llanura baja de Sidim, es decir, el mar Salado.

4 Doce años habían servido a Kedorlaomer, pero al año decimotercero se rebelaron. 5 Y en el año decimocuarto vino Kedorlaomer, y también los reyes que con él estaban, y asestaron derrotas a los refaím en Asterot-qarnaim, y a los zuzim en Cam, y a los emim en Savé-quiryataim, 6 y a los horeos en su montaña de Seír, hasta El-parán, que está junto al desierto. 7 Entonces se volvieron y vinieron a En-mispat, es decir, Qadés, y derrotaron a todo el campo de los amalequitas y también a los amorreos que moraban en Hazazón-tamar.

8 Entonces fue cuando salió en marcha el rey de Sodoma, y también el rey de Gomorra y el rey de Admá y el rey de Zeboyim y el rey de Bela (es decir, Zóar), y se formaron en orden de batalla contra ellos en la llanura baja de Sidim, 9 contra Kedorlaomer rey de Elam y Tidal rey de Goyim y Amrafel rey de Sinar y Arioc rey de Elasar; cuatro reyes contra los cinco. 10 Ahora bien, la llanura baja de Sidim era pozo tras pozo de betún; y los reyes de Sodoma y Gomorra se dieron a la fuga y fueron cayendo en estos, y los que quedaron huyeron a la región montañosa. 11 Entonces los vencedores tomaron todos los bienes de Sodoma y Gomorra y todo su alimento y se fueron por su camino. 12 También tomaron a Lot, hijo del hermano de Abrán, y sus bienes, y siguieron su camino. En aquel entonces él moraba en Sodoma.

13 Después de eso, un hombre que había escapado vino y se lo informó a Abrán el hebreo. Él residía entonces entre los árboles grandes de Mamré el amorreo, el hermano de Escol y hermano de Aner; y ellos eran confederados de Abrán. 14 Así llegó a oír Abrán que su hermano había sido llevado cautivo. En seguida juntó en formación militar a sus hombres adiestrados, trescientos dieciocho esclavos nacidos en su casa, y fue en persecución de ellos hasta Dan. 15 Y de noche se puso a dividir sus fuerzas, él y sus esclavos, contra ellos, y así los derrotó y siguió persiguiéndolos hasta Hobá, que está al norte de Damasco. 16 Y procedió a recobrar todos los bienes, y recobró también a Lot su hermano, y sus bienes, y también a las mujeres y a la gente.

17 Entonces el rey de Sodoma salió a su encuentro después que él volvió de derrotar a Kedorlaomer y a los reyes que con él estaban, a la llanura baja de Savé, es decir, a la llanura baja del rey. 18 Y Melquisedec rey de Salem sacó pan y vino, y él era sacerdote del Dios Altísimo. 19 Entonces lo bendijo y dijo:

“¡Bendito sea Abrán del Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra;

20 y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!”.

Ante aquello, Abrán le dio el décimo de todo.

21 Después de eso el rey de Sodoma dijo a Abrán: “Dame las almas, pero toma los bienes para ti”. 22 Ante esto, Abrán dijo al rey de Sodoma: “De veras alzo la mano [en juramento] a Jehová el Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra, 23 [y juro] que, desde un hilo hasta una correa de sandalia, no, no tomaré nada de lo que es tuyo, para que no digas: ‘Yo fui quien enriqueció a Abrán’. 24 ¡Nada para mí! Solamente lo que ya hayan comido los jóvenes, y la parte que les corresponde a los hombres que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamré… que tomen ellos la parte que les corresponde”.

15 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abrán en una visión, y dijo: “No temas, Abrán. Soy para ti un escudo. Tu galardón será muy grande”. 2 A lo que dijo Abrán: “Señor Soberano Jehová, ¿qué me darás, cuando voy quedándome sin hijo y el que poseerá mi casa es un hombre de Damasco, Eliezer?”. 3 Y Abrán añadió: “¡Mira! No me has dado descendencia, y, ¡mira!, un hijo de mi casa me sucede como heredero”. 4 Pero, ¡mire!, la palabra de Jehová a él fue en estas palabras: “Este hombre no te sucederá como heredero; más bien, uno que saldrá de tus propias entrañas te sucederá como heredero”.

5 Entonces lo sacó afuera y dijo: “Mira hacia arriba, por favor, a los cielos, y cuenta las estrellas, si es que se te hace posible contarlas”. Y pasó a decirle: “Así llegará a ser tu descendencia”. 6 Y él puso fe en Jehová; y él procedió a contárselo por justicia. 7 Entonces le añadió: “Yo soy Jehová, que te hizo salir de Ur de los caldeos para darte esta tierra para que la tomes en posesión”. 8 A lo cual él dijo: “Señor Soberano Jehová, ¿en qué sabré que la tomaré en posesión?”. 9 Él a su vez le dijo: “Toma para mí una novilla de tres años y una cabra de tres años y un carnero de tres años y una tórtola y un pichón”. 10 De modo que él tomó para sí todos estos y los partió en dos y puso cada parte de ellos de modo que hiciera juego con la otra, pero no cortó en pedazos los pájaros. 11 Y las aves de rapiña empezaron a descender sobre los cadáveres, pero Abrán seguía ahuyentándolas.

12 Después de un rato el sol estaba para ponerse, y un sueño profundo cayó sobre Abrán, y, ¡mire!, una oscuridad aterradoramente grande estaba cayendo sobre él. 13 Y él empezó a decir a Abrán: “Puedes saber con seguridad que tu descendencia llegará a ser residente forastera en tierra ajena, y tendrá que servirles, y estos ciertamente la afligirán por cuatrocientos años. 14 Pero a la nación que ellos servirán yo la voy a juzgar, y después de aquello saldrán con muchos bienes. 15 En cuanto a ti, irás a tus antepasados en paz; serás enterrado en buena vejez. 16 Pero a la cuarta generación ellos volverán acá, porque todavía no ha quedado completo el error de los amorreos”.

17 Ahora el sol se estaba poniendo y vino una densa oscuridad y, ¡mire!, un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre estos trozos. 18 En aquel día Jehová celebró un pacto con Abrán, diciendo: “A tu descendencia ciertamente daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates: 19 los quenitas y los quenizitas y los qadmonitas 20 y los hititas y los perizitas y los refaím 21 y los amorreos y los cananeos y los guirgaseos y los jebuseos”.

16 Ahora bien, Sarai, esposa de Abrán, no le había dado hijos; pero ella tenía una sierva egipcia, y el nombre de esta era Agar. 2 Por lo tanto Sarai dijo a Abrán: “¡Ah, por favor! Jehová me ha excluido de dar a luz hijos. Por favor, ten relaciones con mi sierva. Quizás yo consiga hijos de ella”. De modo que Abrán escuchó la voz de Sarai. 3 Entonces Sarai, esposa de Abrán, tomó a Agar, su sierva egipcia, al cabo de diez años de haber morado Abrán en la tierra de Canaán, y se la dio por esposa a Abrán su marido. 4 Por consiguiente, él tuvo relaciones con Agar, y ella quedó encinta. Cuando ella se dio cuenta de que estaba encinta, entonces su ama empezó a ser despreciada a los ojos de ella.

5 Ante esto, Sarai dijo a Abrán: “Venga sobre ti la violencia que se me ha hecho. Yo misma entregué mi sierva en tu seno, y ella se dio cuenta de que estaba encinta, y empecé a ser despreciada a sus ojos. Juzgue Jehová entre yo y tú”. 6 De modo que Abrán dijo a Sarai: “¡Mira! Tu sierva está a disposición tuya. Hazle lo que parezca bien a tus ojos”. Entonces Sarai se puso a humillarla de modo que esta huyó de ella.

7 Más tarde, el ángel de Jehová la halló junto a una fuente de aguas en el desierto, junto a la fuente en el camino a Sur. 8 Y empezó a decir: “Agar, sierva de Sarai, ¿precisamente de dónde has venido, y a dónde vas?”. A lo cual dijo ella: “Pues, estoy huyendo de Sarai mi ama”. 9 Y el ángel de Jehová pasó a decirle: “Vuélvete a tu ama y humíllate bajo su mano”. 10 Entonces le dijo el ángel de Jehová: “Multiplicaré en gran manera tu descendencia, de modo que no será contada por su multitud”. 11 Además, el ángel de Jehová le añadió: “Mira que estás encinta, y ciertamente darás a luz un hijo, y tienes que llamarlo por nombre Ismael; porque Jehová ha oído tu aflicción. 12 En cuanto a él, llegará a ser un hombre [con características de] cebra. Su mano estará contra todos, y la mano de todos estará contra él; y delante del rostro de todos sus hermanos residirá”.

13 Entonces ella empezó a llamar por nombre a Jehová, que le estaba hablando: “Tú eres un Dios de la vista -porque dijo ella-: ¿Realmente he mirado yo aquí al que me ve?”. 14 Por eso se llamó al pozo Beer-lahai-roí. Aquí está entre Qadés y Bered. 15 Más tarde Agar le dio a luz un hijo a Abrán, y Abrán llamó por nombre Ismael a su hijo que Agar dio a luz. 16 Y Abrán tenía ochenta y seis años de edad cuando Agar dio a luz a Ismael a Abrán.

17 Cuando Abrán alcanzó la edad de noventa y nueve años, entonces Jehová se apareció a Abrán y le dijo: “Yo soy Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y resulta exento de falta. 2 Y ciertamente daré mi pacto entre yo y tú, para multiplicarte muchísimo”.

3 Ante aquello, Abrán cayó sobre su rostro, y Dios continuó hablando con él, y dijo: 4 “En cuanto a mí, ¡mira!, mi pacto es contigo, y ciertamente llegarás a ser padre de una muchedumbre de naciones. 5 Y ya no te llamarás más por el nombre Abrán, y tu nombre tiene que llegar a ser Abrahán, porque padre de una muchedumbre de naciones de seguro te haré yo. 6 Y ciertamente te haré fructífero en sumo grado, y de veras haré que llegues a ser naciones, y reyes saldrán de ti.

7 ”Y ciertamente pondré por obra mi pacto entre yo y tú y tu descendencia después de ti según sus generaciones para un pacto hasta tiempo indefinido, para que yo resulte ser Dios para ti y para tu descendencia después de ti. 8 Y ciertamente te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus residencias como forastero, sí, toda la tierra de Canaán, por posesión hasta tiempo indefinido; y ciertamente resultaré ser Dios para ellos”.

9 Y Dios dijo además a Abrahán: “En cuanto a ti, tú has de guardar mi pacto, tú y tu descendencia después de ti según sus generaciones. 10 Este es mi pacto que ustedes guardarán, entre yo y ustedes, incluso tu descendencia después de ti: Todo varón de ustedes tiene que ser circuncidado. 11 Y tienen que ser circuncidados ustedes en la carne de su prepucio, y esto tiene que servir como señal del pacto entre yo y ustedes. 12 Y todo varón de ustedes que tenga ocho días de edad tiene que ser circuncidado, según sus generaciones, cualquiera nacido en la casa y cualquiera comprado con dinero de cualquier extranjero que no sea de tu descendencia. 13 Sin falta tiene que ser circuncidado todo el nacido en tu casa y todo el comprado con dinero tuyo; y mi pacto en la carne de ustedes tiene que servir de pacto hasta tiempo indefinido. 14 Y el varón incircunciso que no quiera circuncidarse la carne de su prepucio, esa misma alma tiene que ser cortada de su pueblo. Ha quebrantado mi pacto”.

15 Y Dios pasó a decir a Abrahán: “En cuanto a Sarai tu esposa, no debes llamarla por el nombre Sarai, porque su nombre es Sara. 16 Y ciertamente la bendeciré y también te daré de ella un hijo; y ciertamente la bendeciré, y ella de veras llegará a ser naciones; reyes de pueblos provendrán de ella”. 17 Ante esto, Abrahán cayó sobre su rostro y se puso a reír y a decir en su corazón: “¿A un hombre de cien años de edad le nacerá un hijo, y Sara, sí, una mujer de noventa años de edad, dará a luz?”.

18 Después Abrahán dijo al Dios [verdadero]: “¡Oh que viviera Ismael delante de ti!”. 19 A lo cual dijo Dios: “Sara tu esposa realmente te va a dar a luz un hijo, y tienes que llamarlo por nombre Isaac. Y ciertamente estableceré mi pacto con él por pacto hasta tiempo indefinido para su descendencia después de él. 20 Pero tocante a Ismael te he oído. ¡Mira! Ciertamente lo bendeciré y lo haré fructífero y lo multiplicaré muchísimo. Ciertamente producirá él doce principales, y de veras haré que llegue a ser una nación grande. 21 Sin embargo, mi pacto lo estableceré con Isaac, que Sara te dará a luz a este tiempo señalado el año próximo”.

22 Con eso Dios acabó de hablar con él y subió de donde [estaba] Abrahán. 23 Entonces Abrahán procedió a tomar a Ismael su hijo y a todos los hombres nacidos en su casa y a todos los comprados con dinero suyo, a todo varón entre los hombres de la casa de Abrahán, y se puso a circuncidar la carne de su prepucio en aquel mismo día, tal como había hablado Dios con él. 24 Y Abrahán tenía noventa y nueve años de edad cuando le fue circuncidada la carne de su prepucio. 25 E Ismael su hijo tenía trece años de edad cuando le fue circuncidada la carne de su prepucio. 26 En aquel mismo día fue circuncidado Abrahán, y también Ismael su hijo. 27 Y todos los hombres de su casa, todo nacido en la casa y todo comprado de extranjero por dinero, fueron circuncidados con él.

18 Después Jehová se le apareció entre los árboles grandes de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su tienda como al calor del día. 2 Cuando él alzó los ojos, entonces miró y allí estaban tres hombres de pie a alguna distancia de él. Cuando alcanzó a verlos, echó a correr a su encuentro desde la entrada de la tienda y procedió a inclinarse a tierra. 3 Entonces dijo: “Ah, Jehová, si he hallado favor a tus ojos, sírvete no pasar de largo a tu siervo. 4 Que se traiga un poco de agua, por favor, y se les tiene que lavar los pies. Entonces recuéstense debajo del árbol. 5 Y permítaseme traer un pedazo de pan, y refresquen sus corazones. Después de eso pueden pasar adelante, porque por eso han pasado por este camino a donde su siervo”. A lo cual dijeron: “Está bien. Puedes hacer tal como has hablado”.

6 De modo que Abrahán fue apresurándose a la tienda a donde Sara y dijo: “¡Apresúrate! Toma tres medidas de sea de flor de harina, amásala y haz tortas redondas”. 7 Luego Abrahán corrió a la vacada y procedió a tomar un toro joven, tierno y bueno, y a darlo al servidor, y este fue apresurándose a aderezarlo. 8 Tomó entonces mantequilla y leche y el toro joven que había aderezado y lo puso delante de ellos. Entonces él mismo se quedó de pie al lado de ellos debajo del árbol mientras ellos comían.

9 Ahora ellos le dijeron: “¿Dónde está Sara tu esposa?”. A lo cual él dijo: “¡Aquí en la tienda!”. 10 De modo que continuó él: “De seguro volveré a ti el año próximo por este tiempo, y, ¡mira!, Sara tu esposa tendrá un hijo”. Ahora bien, Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, y esta estaba detrás del hombre. 11 Y Abrahán y Sara eran viejos, avanzados en años. A Sara le había cesado la menstruación. 12 Por eso Sara empezó a reírse dentro de sí, diciendo: “Después que estoy gastada, ¿verdaderamente tendré placer, siendo, además, viejo mi señor?”. 13 Entonces Jehová dijo a Abrahán: “¿Por qué se rió Sara, y dijo: ‘¿Es que de veras y ciertamente daré a luz, aunque he envejecido?’? 14 ¿Hay cosa alguna demasiado extraordinaria para Jehová? Al tiempo señalado volveré a ti, el año próximo por este tiempo, y Sara tendrá un hijo”. 15 Pero Sara empezó a negarlo, diciendo: “¡No me reí!”. Pues tenía miedo. A lo cual dijo él: “¡No!, pero sí te reíste”.

16 Más tarde los hombres se levantaron de allí y miraron abajo hacia Sodoma, y Abrahán iba andando con ellos para acompañarlos. 17 Y Jehová dijo: “¿Estoy yo manteniendo encubierto de Abrahán lo que voy a hacer? 18 Pues Abrahán de seguro llegará a ser una nación grande y poderosa, y todas las naciones de la tierra tendrán que bendecirse por medio de él. 19 Porque he llegado a conocerlo a fin de que dé mandato a sus hijos y a su casa después de él de modo que verdaderamente guarden el camino de Jehová para hacer justicia y juicio; a fin de que Jehová ciertamente haga venir sobre Abrahán lo que ha hablado acerca de él”.

20 Por consiguiente, Jehová dijo: “El clamor de queja acerca de Sodoma y Gomorra es ciertamente fuerte, y su pecado es ciertamente muy grave. 21 Estoy completamente resuelto a bajar para ver si obran del todo conforme al clamor que acerca de ello ha llegado a mí, y, si no, podré llegar a saberlo”.

22 Entonces los hombres se volvieron de allí y procedieron a irse a Sodoma; pero en cuanto a Jehová, él todavía estaba de pie delante de Abrahán. 23 Entonces Abrahán se aproximó y empezó a decir: “¿Verdaderamente barrerás al justo con el inicuo? 24 Supongamos que haya cincuenta hombres justos en medio de la ciudad. ¿Los barrerás, pues, y no perdonarás el lugar por causa de los cincuenta justos que estén en él? 25 ¡Es inconcebible de ti el que vayas a obrar de esta manera para dar muerte al justo con el inicuo, de modo que tenga que ocurrirle al justo lo mismo que le ocurre al inicuo! Es inconcebible de ti. ¿El Juez de toda la tierra no va a hacer lo que es recto?”. 26 Entonces dijo Jehová: “Si hallo en Sodoma cincuenta hombres justos en medio de la ciudad, ciertamente perdonaré a todo el lugar por causa de ellos”. 27 Pero Abrahán pasó a contestar y decir: “Por favor, mira que he tomado a mi cargo hablar a Jehová, cuando soy polvo y ceniza. 28 Supongamos que de los cincuenta justos faltaran cinco. ¿Arruinarás por los cinco a toda la ciudad?”. A lo cual él dijo: “No la arruinaré si hallo allí cuarenta y cinco”.

29 Pero volvió a hablarle de nuevo, y dijo: “Supongamos que se hallen allí cuarenta”. A su vez, él dijo: “No lo haré por causa de los cuarenta”. 30 Pero continuó: “Que Jehová, por favor, no se enardezca de cólera, sino que se me permita seguir hablando: Supongamos que se hallen allí treinta”. A su vez, él dijo: “No lo haré si hallo allí treinta”. 31 Pero continuó: “Por favor, mira que he tomado a mi cargo hablar a Jehová: Supongamos que se hallen allí veinte”. A su vez, él dijo: “No la arruinaré por causa de los veinte”. 32 Por fin dijo: “Que Jehová, por favor, no se enardezca de cólera, sino que se me permita hablar esta sola vez: Supongamos que se hallen allí diez”. A su vez, él dijo: “No la arruinaré por causa de los diez”. 33 Entonces Jehová procedió a irse cuando hubo acabado de hablar a Abrahán, y Abrahán se volvió a su lugar.

19 Ahora bien, los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer, y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Cuando Lot alcanzó a verlos, entonces se levantó para ir a su encuentro y se inclinó rostro a tierra. 2 Y procedió a decir: “Por favor, ahora, señores míos, desvíense, por favor, a casa de su siervo, y quédense toda la noche, y que se les laven los pies. Luego tienen que levantarse temprano y seguir viajando por su camino”. A lo que dijeron ellos: “No, sino que en la plaza pública nos quedaremos toda la noche”. 3 Pero él los instó mucho, de modo que se desviaron a donde él y entraron en su casa. Entonces él les hizo un banquete, y coció tortas no fermentadas, y ellos se pusieron a comer.

4 Antes que pudieran acostarse, los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, cercaron la casa, desde el muchacho hasta el viejo, toda la gente en una chusma. 5 Y siguieron llamando a Lot y diciéndole: “¿Dónde están los hombres que entraron contigo esta noche? Sácanoslos para que tengamos ayuntamiento con ellos”.

6 Por fin Lot salió a donde ellos, a la entrada, pero cerró la puerta tras sí. 7 Entonces dijo: “Por favor, hermanos míos, no obren mal. 8 Por favor, miren que tengo dos hijas que nunca han tenido coito con hombre. Por favor, déjenme sacarlas a ustedes. Entonces háganles lo que parezca bien a sus ojos. Solo no hagan nada a estos hombres, porque por eso han venido bajo la sombra de mi techo”. 9 A lo que dijeron: “¡Quítate allá!”. Y añadieron: “Este hombre solitario vino acá a morar como forastero y, no obstante, realmente quiere hacer de juez. Ahora vamos a hacerte peor a ti que a ellos”. Y con ímpetu vinieron echándose pesadamente sobre el hombre, sobre Lot, y estaban acercándose para forzar la puerta. 10 De modo que los hombres alargaron la mano y metieron a Lot consigo, dentro de la casa, y cerraron la puerta. 11 Pero a los hombres que estaban a la entrada de la casa los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de modo que estos se agotaban tratando de hallar la entrada.

12 Entonces los hombres dijeron a Lot: “¿Tienes otros aquí? Yerno y tus hijos y tus hijas y cuantos sean tuyos en la ciudad, ¡sácalos del lugar! 13 Pues vamos a arruinar este lugar, porque el clamor contra ellos se ha hecho fuerte delante de Jehová, de modo que Jehová nos ha enviado para arruinar la ciudad”. 14 Por lo tanto Lot salió y empezó a hablar a sus yernos que habían de tomar a sus hijas, y siguió diciendo: “¡Levántense! ¡Sálganse de este lugar, porque Jehová va a arruinar la ciudad!”. Pero a los ojos de sus yernos parecía como hombre que bromeaba.

15 No obstante, cuando ascendió el alba, entonces los ángeles se pusieron a apremiar a Lot, diciendo: “¡Levántate! ¡Toma a tu esposa y a tus dos hijas que se hallan aquí, por temor de que seas barrido en el error de la ciudad!”. 16 Cuando siguió demorándose, entonces, por la compasión de Jehová para con él, los hombres asieron la mano de él y la mano de su esposa y las manos de sus dos hijas y procedieron a sacarlo y a situarlo fuera de la ciudad. 17 Y aconteció que, tan pronto como los hubieron sacado a las afueras, él empezó a decir: “¡Escapa por tu alma! ¡No mires atrás y no te detengas en todo el Distrito! ¡Escapa a la región montañosa por temor de que seas barrido!”.

18 Entonces les dijo Lot: “¡Eso no, por favor, Jehová! 19 Ahora, por favor, tu siervo ha hallado favor a tus ojos de modo que estás engrandeciendo tu bondad amorosa, la cual has ejercido conmigo para conservar viva mi alma, pero yo… yo no puedo escapar a la región montañosa por temor de que la calamidad se mantenga cerca de mí y yo ciertamente muera. 20 Ahora, por favor, esta ciudad está cerca para huir allá, y es cosa pequeña. Permítaseme, por favor, escapar allá -¿no es cosa pequeña?- y mi alma seguirá viviendo”. 21 Así que él le dijo: “Mira que verdaderamente te muestro consideración hasta este grado también, al no derribar la ciudad de la cual has hablado. 22 ¡Apresúrate! ¡Escapa allá, porque no puedo hacer nada hasta que llegues allá!”. Por eso él llamó la ciudad por nombre Zóar.

23 El sol había salido sobre la tierra cuando Lot llegó a Zóar. 24 Entonces Jehová hizo llover azufre y fuego desde Jehová, desde los cielos, sobre Sodoma y sobre Gomorra. 25 De modo que siguió adelante derribando a estas ciudades, sí, al Distrito entero, y a todos los habitantes de las ciudades, y las plantas del suelo. 26 Y la esposa de él empezó a mirar alrededor desde detrás de él, y se convirtió en columna de sal.

27 Ahora bien, muy de mañana Abrahán se dirigió al lugar donde había estado de pie delante de Jehová. 28 Entonces miró abajo hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la tierra del Distrito, y vio una escena. ¡Pues mire, humo denso ascendía de la tierra como el humo denso de un horno de calcinación! 29 Y aconteció que, cuando Dios arruinó las ciudades del Distrito, Dios tuvo presente a Abrahán, pues dio pasos para enviar a Lot de en medio del derribo cuando derribó las ciudades en medio de las cuales había estado morando Lot.

30 Más tarde Lot subió desde Zóar y empezó a morar en la región montañosa, y sus dos hijas junto con él, porque le dio miedo morar en Zóar. De modo que empezó a morar en una cueva, él y sus dos hijas. 31 Y la primogénita procedió a decir a la más joven: “Nuestro padre es viejo, y no hay hombre en el país que tenga relaciones con nosotras según la manera de toda la tierra. 32 Ven, demos a beber vino a nuestro padre y acostémonos con él y conservemos prole de nuestro padre”.

33 De modo que siguieron dando a beber vino a su padre durante aquella noche; entonces la primogénita entró y se acostó con su padre, pero él no supo cuando ella se acostó ni cuando se levantó. 34 Y al día siguiente sucedió que la primogénita dijo entonces a la más joven: “Mira, anoche me acosté con mi padre. Démosle a beber vino también esta noche. Entonces entra tú, acuéstate con él, y conservemos prole de nuestro padre”. 35 De modo que repetidas veces dieron a beber vino a su padre durante aquella noche también; entonces la más joven se levantó y se acostó con él, pero él no supo cuando ella se acostó ni cuando se levantó. 36 Y ambas hijas de Lot quedaron encinta de su padre. 37 Con el tiempo la primogénita llegó a ser madre de un hijo, y lo llamó por nombre Moab. Es el padre de Moab, hasta el día de hoy. 38 En cuanto a la más joven, ella también dio a luz un hijo, y entonces lo llamó por nombre Ben-ammí. Es el padre de los hijos de Ammón, hasta el día de hoy.

20 Ahora bien, Abrahán mudó su campamento de allí a la tierra del Négueb y se puso a morar entre Qadés y Sur y a residir como forastero en Guerar. 2 Y repitió Abrahán respecto a Sara su esposa: “Es mi hermana”. Ante aquello, Abimélec rey de Guerar envió, y tomó a Sara. 3 Después Dios vino a Abimélec en un sueño de noche y le dijo: “Mira que puedes darte por muerto a causa de la mujer que has tomado, puesto que es poseída por otro dueño como esposa”. 4 Sin embargo, Abimélec no se había acercado a ella. Por eso dijo: “Jehová, ¿matarás a una nación que es verdaderamente justa? 5 ¿No me dijo él: ‘Es mi hermana’?, y ella… ¿no dijo ella también: ‘Es mi hermano’? En la honradez de mi corazón y con inocencia de mis manos he hecho esto”. 6 Ante aquello, el Dios [verdadero] le dijo en el sueño: “Yo también he sabido que has hecho esto en la honradez de tu corazón, y también estaba deteniéndote de pecar contra mí. Por eso no te permití tocarla. 7 Pero ahora, devuelve la esposa del hombre, porque es profeta, y él hará súplica por ti. Así que, sigue viviendo. Pero si no la vas a devolver, sabe que positivamente morirás, tú y todos los que son tuyos”.

8 De modo que Abimélec se levantó muy de mañana y procedió a llamar a todos sus siervos y a hablar de todas estas cosas a oídos de ellos. Y a los hombres les dio mucho miedo. 9 Entonces llamó Abimélec a Abrahán y le dijo: “¿Qué nos has hecho, y qué pecado he cometido yo contra ti, para que hayas traído sobre mí y sobre mi reino un pecado grande? Obras que no debieran haberse hecho has hecho tú respecto a mí”. 10 Y Abimélec pasó a decir a Abrahán: “¿Qué tenías en mira para que hayas hecho esta cosa?”. 11 A esto Abrahán dijo: “Fue porque me dije a mí mismo: ‘Sin duda no hay temor de Dios en este lugar, y ciertamente me matarán por causa de mi esposa’. 12 Y, además, ella en verdad es mi hermana, hija de mi padre, solo que no es hija de mi madre; y vino a ser mi esposa. 13 Y aconteció que, cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, entonces le dije a ella: ‘Esta es tu bondad amorosa que puedes ejercer para conmigo: En todo lugar adonde lleguemos, di de mí: “Es mi hermano”’”.

14 Después de eso Abimélec tomó ovejas y ganado vacuno y siervos y siervas y los dio a Abrahán, y le devolvió a Sara su esposa. 15 Además dijo Abimélec: “Mira, mi tierra está a tu disposición. Mora donde parezca bien a tus ojos”. 16 Y a Sara dijo: “Mira que de veras doy mil piezas de moneda de plata a tu hermano. Mira que es para ti una cobertura de los ojos para todos los que están contigo, y ante todo el mundo, y quedas libre de oprobio”. 17 Y Abrahán se puso a hacer súplica al Dios [verdadero]; y Dios procedió a sanar a Abimélec y a su esposa y a sus esclavas, y estas empezaron a dar a luz hijos. 18 Porque Jehová había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimélec por causa de Sara, esposa de Abrahán.

21 Y Jehová dirigió su atención a Sara tal como había dicho, y ahora Jehová hizo para con Sara tal como había hablado. 2 Y Sara quedó encinta y entonces le dio a luz un hijo a Abrahán, en la vejez de él, al tiempo señalado del cual le había hablado Dios. 3 Por lo tanto Abrahán llamó por nombre Isaac a su hijo que le había nacido, que Sara le había dado a luz. 4 Y Abrahán procedió a circuncidar a Isaac su hijo cuando este tenía ocho días de edad, tal como le había mandado Dios. 5 Y Abrahán tenía cien años de edad cuando le nació Isaac su hijo. 6 Entonces dijo Sara: “Dios me ha preparado risa: todo el que oiga de ello se reirá de mí”. 7 Y añadió: “¿Quién hubiera expresado [esto] a Abrahán: ‘Sara ciertamente amamantará hijos’, cuando el caso es que he dado a luz un hijo cuando él es viejo?”.

8 Ahora bien, el niño siguió creciendo y llegó a ser destetado; y entonces Abrahán preparó un gran banquete el día en que Isaac fue destetado. 9 Y Sara observaba de continuo que el hijo de Agar la egipcia, que esta le había dado a luz a Abrahán, se burlaba. 10 De modo que empezó a decir a Abrahán: “¡Expulsa a esta esclava y a su hijo, porque el hijo de esta esclava no va a ser heredero con mi hijo, con Isaac!”. 11 Pero muy desagradable le resultó [aquella] cosa a Abrahán, en lo que tocaba a su hijo. 12 Entonces Dios dijo a Abrahán: “No te sea desagradable nada de lo que Sara siga diciéndote acerca del muchacho y acerca de tu esclava. Escucha su voz, porque es por medio de Isaac por quien lo que será llamado descendencia tuya será. 13 Y en cuanto al hijo de la esclava, también a él lo constituiré en nación, porque es prole tuya”.

14 De modo que Abrahán se levantó muy de mañana y tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar, poniéndolo sobre el hombro de ella, y al niño, y entonces la despidió. Y ella se puso en marcha y anduvo errante por el desierto de Beer-seba. 15 Por fin se agotó el agua del odre, y ella arrojó al niño bajo uno de los arbustos. 16 Entonces siguió adelante y se sentó sola, como a la distancia de un tiro de arco, porque decía: “Que no vea yo cuando muera el niño”. De modo que se sentó a lo lejos y se puso a alzar la voz y a llorar.

17 En esto Dios oyó la voz del muchacho, y el ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos y le dijo: “¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo, porque Dios ha escuchado la voz del muchacho allí donde está. 18 Levántate, alza al muchacho y áselo con tu mano, porque lo constituiré en nación grande”. 19 Entonces Dios le abrió los ojos de modo que ella alcanzara a ver un pozo de agua; y ella fue y se puso a llenar de agua el odre y a dar de beber al muchacho. 20 Y Dios continuó estando con el muchacho, y él siguió creciendo y morando en el desierto; y se hizo arquero. 21 Y se puso a morar en el desierto de Parán, y su madre procedió a tomarle esposa de la tierra de Egipto.

22 Ahora bien, por aquel tiempo aconteció que Abimélec, junto con Ficol, el jefe de su ejército, dijo a Abrahán: “Dios está contigo en todo lo que estás haciendo. 23 De modo que ahora júrame aquí por Dios que no me resultarás falso a mí, ni a mi prole, ni a mi posteridad; que, conforme al amor leal con que yo he tratado contigo, tú tratarás conmigo y con la tierra en la cual has estado residiendo como forastero”. 24 De modo que Abrahán dijo: “Juraré”.

25 Cuando Abrahán criticó severamente a Abimélec respecto al pozo de agua del que se habían apoderado con violencia los siervos de Abimélec, 26 entonces dijo Abimélec: “No sé quién hizo esta cosa, ni tú mismo me lo informaste, y yo mismo tampoco lo he oído hasta hoy”. 27 Ante aquello, Abrahán tomó ovejas y ganado vacuno y los dio a Abimélec, y ambos procedieron a celebrar un pacto. 28 Cuando Abrahán puso aparte siete corderas del rebaño, 29 Abimélec pasó a decir a Abrahán: “¿Pues qué significan estas siete corderas que has puesto aparte?”. 30 Entonces él dijo: “Has de aceptar de mi mano las siete corderas, para que ello me sirva de testimonio de que yo he cavado este pozo”. 31 Por eso llamó a aquel lugar Beer-seba, porque allí ambos habían prestado juramento. 32 Así que celebraron un pacto en Beer-seba, después de lo cual Abimélec se levantó junto con Ficol, el jefe de su ejército, y se volvieron a la tierra de los filisteos. 33 Después de aquello él plantó un tamarisco en Beer-seba e invocó allí el nombre de Jehová el Dios de duración indefinida. 34 Y Abrahán extendió su residencia como forastero en la tierra de los filisteos muchos días.

22 Ahora bien, después de estas cosas aconteció que el Dios [verdadero] puso a prueba a Abrahán. Por consiguiente, le dijo: “¡Abrahán!”, a lo cual dijo él: “¡Aquí estoy!”. 2 Y él pasó a decir: “Toma, por favor, a tu hijo, a tu hijo único a quien amas tanto, a Isaac, y haz un viaje a la tierra de Moria, y allí ofrécelo como ofrenda quemada sobre una de las montañas que yo te designaré”.

3 De modo que Abrahán se levantó muy de mañana y aparejó su asno y tomó consigo a dos de sus servidores y a Isaac su hijo; y partió la leña para la ofrenda quemada. Entonces se levantó y emprendió el viaje al lugar que le designó el Dios [verdadero]. 4 Fue por primera vez al tercer día cuando Abrahán alzó los ojos y empezó a ver el lugar desde lejos. 5 Entonces Abrahán dijo a sus servidores: “Quédense aquí con el asno, pero yo y el muchacho queremos ir allá, y adorar, y volver a ustedes”.

6 Después de eso, Abrahán tomó la leña de la ofrenda quemada y la puso sobre Isaac su hijo, y tomó en sus manos el fuego y el cuchillo de degüello, y ambos siguieron adelante juntos. 7 E Isaac empezó a decir a Abrahán su padre: “¡Padre mío!”. Él a su vez dijo: “¡Aquí estoy, hijo mío!”. De modo que continuó: “Aquí están el fuego y la leña, ¿pero dónde está la oveja para la ofrenda quemada?”. 8 A lo cual dijo Abrahán: “Dios se proveerá la oveja para la ofrenda quemada, hijo mío”. Y ambos siguieron andando juntos.

9 Finalmente llegaron al lugar que le había designado el Dios [verdadero], y allí Abrahán edificó un altar y puso en orden la leña y ató de manos y pies a Isaac su hijo y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10 Entonces Abrahán extendió la mano y tomó el cuchillo de degüello para matar a su hijo. 11 Pero el ángel de Jehová se puso a llamarlo desde los cielos y a decir: “¡Abrahán, Abrahán!”, a lo cual él contestó: “¡Aquí estoy!”. 12 Y pasó a decir: “No extiendas tu mano contra el muchacho y no le hagas nada, porque ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu hijo, tu único”. 13 En esto Abrahán alzó los ojos y miró, y allí, a poca distancia enfrente de él, había un carnero prendido por los cuernos en un matorral. De modo que Abrahán fue y tomó el carnero y lo ofreció como ofrenda quemada en lugar de su hijo. 14 Y Abrahán se puso a llamar aquel lugar por nombre Jehová-yiré. Por eso se acostumbra decir hoy: “En la montaña de Jehová se proveerá”.

15 Y el ángel de Jehová procedió a llamar a Abrahán por segunda vez desde los cielos 16 y a decir: “‘Por mí mismo de veras juro -es la expresión de Jehová- que por motivo de que has hecho esta cosa y no has retenido a tu hijo, tu único, 17 yo de seguro te bendeciré y de seguro multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar; y tu descendencia tomará posesión de la puerta de sus enemigos. 18 Y mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra debido a que has escuchado mi voz’”.

19 Después de eso Abrahán volvió a sus servidores, y se levantaron, y juntos procedieron a irse a Beer-seba; y Abrahán continuó morando en Beer-seba.

20 Ahora bien, después de estas cosas aconteció que le llegó a Abrahán el informe: “Mira que Milcá misma también le ha dado a luz hijos a Nacor tu hermano: 21 Uz su primogénito y Buz su hermano y Quemuel el padre de Aram, 22 y Késed y Hazó y Pildás y Jidlaf y Betuel”. 23 Y Betuel llegó a ser padre de Rebeca. Estos ocho le dio a luz Milcá a Nacor el hermano de Abrahán. 24 Estaba también su concubina, cuyo nombre era Reumá. Con el tiempo ella misma también dio a luz a Tébah y Gaham y Tahas y Maacá.

23 Y la vida de Sara llegó a ciento veintisiete años. Estos fueron los años de la vida de Sara. 2 De modo que murió Sara en Quiryat-arbá, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán, y Abrahán entró a plañir a Sara y a llorarla. 3 Entonces se levantó Abrahán de delante de su muerto y procedió a hablar a los hijos de Het, diciendo: 4 “Residente forastero y poblador soy yo entre ustedes. Denme la posesión de una sepultura entre ustedes para que entierre a mi muerto fuera del alcance de mi vista”. 5 Ante esto, los hijos de Het contestaron a Abrahán, y le dijeron: 6 “Escúchanos, señor mío. Un principal de Dios eres tú en medio de nosotros. En la más selecta de nuestras sepulturas entierra a tu muerto. Ninguno de nosotros retendrá de ti su sepultura para impedir el entierro de tu muerto”.

7 Por lo tanto Abrahán se levantó y se inclinó ante los naturales, ante los hijos de Het, 8 y habló con ellos, y dijo: “Si sus almas convienen en enterrar a mi muerto fuera del alcance de mi vista, escúchenme e insten por mí a Efrón el hijo de Zóhar, 9 para que me dé la cueva de Macpelá, que es suya, la cual está a la extremidad de su campo. Por la plena cantidad de plata, que me la dé en medio de ustedes para la posesión de una sepultura”.

10 El caso era que Efrón estaba sentado en medio de los hijos de Het. Así que Efrón el hitita contestó a Abrahán, a oídos de los hijos de Het junto con todos los que entraban por la puerta de su ciudad, y dijo: 11 “¡No, señor mío! Escúchame. El campo sí te lo doy, y la cueva que está en él a ti te la doy, sí. Ante los ojos de los hijos de mi pueblo de veras te la doy. Entierra a tu muerto”. 12 En esto se inclinó Abrahán ante los naturales 13 y habló a Efrón, oyéndolo los naturales, y dijo: “Solamente si tú… ¡no, escúchame! Ciertamente te daré la cantidad de plata por el campo. Tómala de mí, para que yo entierre allí a mi muerto”.

14 Entonces contestó Efrón a Abrahán, diciéndole: 15 “Señor mío, escúchame. Una porción de terreno que vale cuatrocientos siclos de plata, ¿qué es eso entre yo y tú? De modo que entierra a tu muerto”. 16 Por consiguiente, escuchó Abrahán a Efrón, y Abrahán le pesó a Efrón la cantidad de plata de que había hablado a oídos de los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, corriente entre mercaderes. 17 Así el campo de Efrón que estaba en Macpelá, que está enfrente de Mamré, el campo y la cueva que estaba en él, y todos los árboles que estaban en el campo, que estaban dentro de todos sus límites en derredor, quedaron confirmados 18 a Abrahán como propiedad suya comprada ante los ojos de los hijos de Het, entre todos los que entraban por la puerta de su ciudad. 19 Y después de aquello Abrahán enterró a Sara su esposa en la cueva del campo de Macpelá, enfrente de Mamré, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán. 20 Así el campo y la cueva que estaba en él quedaron confirmados a Abrahán para posesión de sepultura, de mano de los hijos de Het.

24 Ahora bien, Abrahán era viejo, avanzado en años; y Jehová había bendecido a Abrahán en todo. 2 Por lo tanto Abrahán dijo a su siervo, al más viejo de su casa, que administraba todo lo que tenía: “Pon tu mano, por favor, debajo de mi muslo, 3 porque tengo que hacerte jurar por Jehová, el Dios de los cielos y el Dios de la tierra, que no tomarás esposa para mi hijo de las hijas de los cananeos, entre quienes estoy morando, 4 sino que irás a mi país y a mis parientes, y ciertamente tomarás esposa para mi hijo, para Isaac”.

5 Sin embargo, el siervo le dijo: “¿Y si la mujer no desea venir conmigo a esta tierra? ¿Sin falta tendré que devolver a tu hijo a la tierra de donde saliste?”. 6 Ante esto, Abrahán le dijo: “Cuídate de devolver a mi hijo a aquel lugar. 7 Jehová el Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mis parientes, y que me habló y que me juró, diciendo: ‘A tu descendencia voy a dar esta tierra’, él enviará a su ángel delante de ti, y ciertamente tomarás de allá esposa para mi hijo. 8 Pero si la mujer no deseara venir contigo, tú también habrás quedado libre de este juramento que me prestaste. Solamente que no debes devolver a mi hijo a aquel lugar”. 9 Ante aquello, el siervo puso su mano debajo del muslo de Abrahán su amo y le juró respecto a este asunto.

10 De modo que el siervo tomó diez camellos de los camellos de su amo y procedió a ir con toda suerte de cosa buena de su amo en la mano. Entonces se levantó y se puso en camino a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor. 11 Por fin hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad junto a un pozo de agua, como al atardecer, como a la hora en que acostumbraban salir las mujeres que sacan agua. 12 Y pasó a decir: “Jehová, el Dios de mi amo Abrahán, haz que suceda, por favor, ante mí en este día, y ejecuta bondad amorosa para con mi amo Abrahán. 13 Aquí estoy apostado junto a una fuente de agua, y las hijas de los hombres de la ciudad están saliendo para sacar agua. 14 Lo que tiene que suceder es que la joven a quien yo diga: ‘Baja tu jarro de agua, por favor, para que yo beba’, y que realmente diga: ‘Bebe, y también daré de beber a tus camellos’, esta sea la que tienes que asignar a tu siervo, a Isaac; y mediante esto déjame saber que has ejecutado amor leal para con mi amo”.

15 Ahora bien, aconteció que antes que hubiera acabado de hablar, pues, aquí venía saliendo Rebeca, que le había nacido a Betuel hijo de Milcá la esposa de Nacor, hermano de Abrahán, y llevaba su jarro de agua sobre el hombro. 16 Pues bien, la joven era de apariencia muy atractiva, virgen, y ningún hombre había tenido coito con ella; y vino bajando hasta la fuente y empezó a llenar su jarro de agua, y entonces subió. 17 En seguida el siervo corrió a su encuentro y dijo: “Dame, por favor, un sorbito de agua de tu jarro”. 18 Ella, a su vez, dijo: “Bebe, señor mío”. Con eso, rápidamente bajó su jarro sobre su mano y le dio de beber. 19 Cuando acabó de darle de beber, entonces dijo: “También para tus camellos sacaré agua hasta que acaben de beber”. 20 De modo que ella rápidamente vació su jarro en el abrevadero y corrió vez tras vez al pozo para sacar agua, y siguió sacando para todos los camellos de él. 21 Entretanto, el hombre se quedó mirándola con fijeza, admirado, guardando silencio para saber si Jehová había dado éxito a su viaje o no.

22 Por consiguiente, aconteció que, cuando los camellos habían acabado de beber, entonces el hombre tomó una nariguera de oro de medio siclo de peso, y dos brazaletes para las manos de ella -diez siclos de oro era el peso de estos-, 23 y pasó a decir: “¿De quién eres hija? Infórmame, por favor. ¿Hay lugar en casa de tu padre para que pasemos la noche?”. 24 Ante aquello, ella le dijo: “Soy la hija de Betuel el hijo de Milcá, que ella le dio a luz a Nacor”. 25 Y además le dijo: “Hay con nosotros paja, así como también mucho forraje, también lugar donde pasar la noche”. 26 Y el hombre procedió a inclinarse y postrarse ante Jehová, 27 y a decir: “Bendito sea Jehová el Dios de mi amo Abrahán, que no ha abandonado su bondad amorosa y su confiabilidad para con mi amo. Estando yo en camino, Jehová me ha guiado a la casa de los hermanos de mi amo”.

28 Y la joven echó a correr y refirió estas cosas a la casa de su madre. 29 Ahora bien, Rebeca tenía un hermano, y el nombre de este era Labán. Así que Labán fue corriendo a donde el hombre que estaba fuera, junto a la fuente. 30 Y aconteció que, al ver la nariguera, y los brazaletes en las manos de su hermana, y al oír las palabras de Rebeca su hermana, que decía: “De esta manera me habló el hombre”, entonces vino al hombre, y allí estaba él, de pie al lado de los camellos, junto a la fuente. 31 En seguida dijo: “Ven, bendito de Jehová. ¿Por qué te quedas parado aquí afuera, cuando yo mismo he alistado la casa, y lugar para los camellos?”. 32 Ante aquello, el hombre entró en la casa, y él se puso a desaparejar los camellos y a dar paja y forraje a los camellos y agua para lavar los pies de aquel y los pies de los hombres que con él estaban. 33 Entonces pusieron algo de comer delante de él, pero dijo: “No comeré hasta que haya hablado acerca de mis asuntos”. Por lo tanto él dijo: “¡Habla!”.

34 Entonces pasó a decir: “Soy siervo de Abrahán. 35 Y Jehová ha bendecido a mi amo muchísimo, por cuanto sigue haciéndolo más grande y dándole ovejas y ganado vacuno y plata y oro y siervos y siervas y camellos y asnos. 36 Además, Sara la esposa de mi amo le dio a luz un hijo a mi amo después de haber envejecido ella; y él le dará todo lo que tiene. 37 De modo que mi amo me hizo jurar, diciendo: ‘No debes tomar esposa para mi hijo de las hijas de los cananeos en cuya tierra estoy morando. 38 No, sino que irás a la casa de mi padre y a mi familia, y tienes que tomar esposa para mi hijo’. 39 Pero yo dije a mi amo: ‘¿Y si la mujer no quiere venir conmigo?’. 40 Entonces él me dijo: ‘Jehová, delante de quien he andado, enviará a su ángel contigo y ciertamente dará éxito a tu camino; y tienes que tomar esposa, para mi hijo, de mi familia y de la casa de mi padre. 41 En aquel tiempo quedarás desligado de tu obligación a mí por juramento cuando llegues a mi familia, y si no quieren dártela, entonces llegarás a estar libre de obligación a mí por juramento’.

42 ”Cuando llegué a la fuente hoy, entonces dije: ‘Jehová el Dios de mi amo Abrahán, si realmente vas a dar éxito a mi camino por el cual estoy yendo, 43 aquí estoy apostado junto a una fuente de agua. Lo que tiene que suceder es que la doncella que salga a sacar agua a quien yo en efecto diga: “Por favor, permíteme beber un poco de agua de tu jarro”, 44 y que realmente me diga: “Bebe tú, y también sacaré agua para tus camellos”, ella es la mujer que Jehová ha asignado para el hijo de mi amo’.

45 ”Antes que acabara de hablar en mi corazón, pues, allí estaba Rebeca que salía, con su jarro sobre el hombro; y vino bajando hasta la fuente y empezó a sacar agua. Entonces le dije: ‘Dame de beber, por favor’. 46 De modo que ella rápidamente bajó su jarro de sobre sí y dijo: ‘Bebe, y también daré de beber a tus camellos’. Entonces bebí, y también a los camellos dio ella de beber. 47 Después le pregunté y dije: ‘¿De quién eres hija?’, a lo cual ella dijo: ‘La hija de Betuel el hijo de Nacor, que Milcá le dio a luz’. Por consiguiente, le puse la nariguera en la nariz y los brazaletes en las manos. 48 Y procedí a inclinarme y postrarme ante Jehová y a bendecir a Jehová el Dios de mi amo Abrahán, que me había guiado por el camino verdadero a tomar la hija del hermano de mi amo para su hijo. 49 Y ahora, si ustedes realmente están ejerciendo bondad amorosa y confiabilidad para con mi amo, declárenmelo; pero si no, declárenmelo, para que me vuelva o a la derecha o a la izquierda”.

50 Entonces contestaron Labán y Betuel, y dijeron: “De Jehová ha procedido esta cosa. No podemos hablarte lo malo ni lo bueno. 51 Aquí está Rebeca delante de ti. Tómala y vete, y llegue ella a ser esposa del hijo de tu amo, tal como ha hablado Jehová”. 52 Y aconteció que cuando el siervo de Abrahán hubo oído sus palabras, en seguida se postró en tierra ante Jehová. 53 Y el siervo empezó a sacar objetos de plata y objetos de oro y prendas de vestir y a darlos a Rebeca; y dio cosas selectas al hermano y a la madre de ella. 54 Después comieron y bebieron, él y los hombres que con él estaban, y pasaron la noche allí, y se levantaron por la mañana.

Entonces dijo él: “Envíenme a donde mi amo”. 55 A lo cual dijeron el hermano y la madre de ella: “Que la joven se quede con nosotros por lo menos diez días. Después de eso puede ir”. 56 Pero él les dijo: “No me detengan, ya que Jehová ha dado éxito a mi camino. Envíenme, para que vaya a mi amo”. 57 Así que dijeron: “Llamemos a la joven, e inquiramos de su boca”. 58 Entonces llamaron a Rebeca y le dijeron: “¿Quieres ir con este hombre?”. A su vez, ella dijo: “Estoy dispuesta a ir”.

59 Por lo tanto enviaron a Rebeca su hermana y a la nodriza de esta, y al siervo de Abrahán y sus hombres. 60 Y empezaron a bendecir a Rebeca y a decirle: “Oh tú, hermana nuestra, que llegues a ser millares de veces diez mil, y que tu descendencia tome posesión de la puerta de los que la odien”. 61 Después Rebeca y sus servidoras se levantaron y fueron cabalgando en los camellos y siguiendo al hombre; y el siervo tomó a Rebeca y procedió a irse.

62 Ahora bien, Isaac había venido del camino que va a Beer-lahai-roí, porque moraba en la tierra del Négueb. 63 E Isaac estaba afuera paseando a fin de meditar en el campo como al caer la tarde. Cuando alzó los ojos y miró, pues, ¡allí venían [unos] camellos! 64 Cuando Rebeca alzó los ojos, alcanzó a ver a Isaac, y se bajó del camello. 65 Entonces dijo al siervo: “¿Quién es aquel hombre que viene andando por el campo a nuestro encuentro?”, y el siervo dijo: “Es mi amo”. Y ella procedió a tomar una mantilla y a cubrirse. 66 Y el siervo se puso a contar a Isaac todas las cosas que había hecho. 67 Después Isaac la introdujo en la tienda de Sara su madre. Así tomó a Rebeca, y ella llegó a ser su esposa; y él se enamoró de ella, e Isaac halló consuelo después de la pérdida de su madre.

25 Además, Abrahán volvió a tomar esposa, y el nombre de esta fue Queturá. 2 Con el tiempo, ella le dio a luz a Zimrán y a Joqsán y a Medán y a Madián y a Isbaq y a Súah.

3 Y Joqsán llegó a ser padre de Seba y de Dedán.

Y los hijos de Dedán llegaron a ser [los] asurim y [los] letusim y [los] leumim.

4 Y los hijos de Madián fueron Efá y Éfer y Hanok y Abidá y Eldaá.

Todos estos fueron los hijos de Queturá.

5 Más tarde Abrahán dio todo cuanto tenía a Isaac, 6 pero a los hijos de las concubinas que Abrahán tuvo, Abrahán dio dádivas. Entonces los envió de donde estaba Isaac su hijo, mientras todavía estaba vivo, hacia el este, a la tierra del Oriente. 7 Y estos son los días de los años de la vida de Abrahán que él vivió: ciento setenta y cinco años. 8 Entonces expiró Abrahán y murió en buena vejez, viejo y satisfecho, y fue recogido a su pueblo. 9 De modo que Isaac e Ismael sus hijos lo enterraron en la cueva de Macpelá, en el campo de Efrón el hijo de Zóhar el hitita, que está enfrente de Mamré, 10 el campo que Abrahán había comprado a los hijos de Het. Allí fue enterrado Abrahán, y también Sara su esposa. 11 Y resultó que después de la muerte de Abrahán Dios continuó bendiciendo a Isaac su hijo, e Isaac moraba cerca de Beer-lahai-roí.

12 Y esta es la historia de Ismael, hijo de Abrahán, que Agar la egipcia, la sierva de Sara, le dio a luz a Abrahán.

13 Ahora bien, estos son los nombres de los hijos de Ismael, por sus nombres, según los orígenes de sus familias: el primogénito de Ismael, Nebayot, y Quedar y Adbeel y Mibsam 14 y Mismá y Dumá y Masá, 15 Hadad y Temá, Jetur, Nafís y Quedemá. 16 Estos son los hijos de Ismael, y estos son sus nombres por sus patios y por sus campamentos amurallados: doce principales según sus clanes. 17 Y estos son los años de la vida de Ismael: ciento treinta y siete años. Entonces expiró y murió y fue recogido a su pueblo. 18 Y se pusieron a residir desde Havilá cerca de Sur, que está enfrente de Egipto, hasta Asiria. Enfrente de todos sus hermanos se estableció.

19 Y esta es la historia de Isaac el hijo de Abrahán.

Abrahán llegó a ser padre de Isaac. 20 Y contaba Isaac con cuarenta años de edad cuando tomó por esposa a Rebeca la hija de Betuel el sirio de Padán-aram, hermana de Labán el sirio. 21 E Isaac siguió rogando a Jehová especialmente por su esposa, porque ella era estéril; así que Jehová se dejó rogar a favor de él, y Rebeca su esposa quedó encinta. 22 Y los hijos dentro [del vientre] de ella empezaron a pugnar el uno con el otro, de modo que ella dijo: “Si es de esta manera, ¿exactamente por qué estoy viva?”. Y se fue a inquirir de Jehová. 23 Y Jehová procedió a decirle: “Dos naciones están en tu vientre, y dos grupos nacionales serán separados de tus entrañas; y un grupo nacional será más fuerte que el otro grupo nacional, y el mayor servirá al menor”.

24 Gradualmente se le cumplieron los días para dar a luz, y, ¡mire!, había gemelos en su vientre. 25 Entonces salió el primero, rojo por todas partes como un vestido oficial de pelo; así que lo llamaron por nombre Esaú. 26 Y después salió su hermano, y con la mano tenía asido el talón de Esaú; de modo que él lo llamó por nombre Jacob. E Isaac tenía sesenta años de edad cuando ella los dio a luz.

27 Y fueron creciendo los muchachos, y Esaú llegó a ser hombre que sabía cazar, hombre del campo, pero Jacob hombre sin culpa, que moraba en tiendas. 28 E Isaac amaba a Esaú, porque significaba caza en su boca, mientras que Rebeca amaba a Jacob. 29 Una vez Jacob estaba cociendo un guisado, cuando Esaú venía del campo, y estaba cansado. 30 De modo que Esaú dijo a Jacob: “¡Aprisa, por favor, dame un bocado de lo rojo… lo rojo [que está] allí, porque estoy cansado!”. Por eso fue llamado por nombre Edom. 31 A esto dijo Jacob: “¡Véndeme, ante todo, tu derecho de primogénito!”. 32 Y Esaú continuó: “Aquí estoy que simplemente voy a morirme, ¿y de qué provecho me es una primogenitura?”. 33 Y añadió Jacob: “¡Júrame, ante todo!”. Y procedió a jurarle, y a vender su derecho de primogénito a Jacob. 34 Y Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas, y él se puso a comer y beber. Entonces se levantó y se puso en marcha. Así que Esaú despreció la primogenitura.

26 Ahora bien, surgió un hambre en el país, además de la primera hambre que ocurrió en los días de Abrahán, de modo que Isaac se dirigió hacia Abimélec, rey de los filisteos, a Guerar. 2 Entonces Jehová se le apareció y dijo: “No bajes a Egipto. Reside en el país que yo te designe. 3 Reside como forastero en este país, y yo continuaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y ciertamente pondré por obra la declaración jurada que juré a Abrahán tu padre: 4 ‘Y ciertamente multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y verdaderamente daré a tu descendencia todas estas tierras; y por medio de tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra’, 5 debido a que Abrahán escuchó mi voz y continuó guardando sus obligaciones para conmigo, mis mandatos, mis estatutos y mis leyes”. 6 De modo que Isaac siguió morando en Guerar.

7 Ahora bien, los hombres del lugar preguntaban de continuo acerca de su esposa, y él decía: “Es mi hermana”. Pues tenía miedo de decir: “Mi esposa”, por temor de que, según decía él, “los hombres del lugar me maten a causa de Rebeca”, porque era de apariencia atractiva. 8 Aconteció, pues, que como se le extendían los días allí, Abimélec, rey de los filisteos, estaba mirando por la ventana y observando la escena, y allí estaba Isaac divirtiéndose con Rebeca su esposa. 9 En seguida Abimélec llamó a Isaac y dijo: “¡Claro está que ella es tu esposa! Entonces, ¿cómo es que dijiste: ‘Es mi hermana’?”. Ante esto, le dijo Isaac: “Lo dije por temor de morir a causa de ella”. 10 Pero Abimélec continuó: “¿Qué es esto que nos has hecho? ¡Un poco más y ciertamente alguno del pueblo se hubiera acostado con tu esposa, y habrías traído sobre nosotros culpa!”. 11 Entonces mandó Abimélec a todo el pueblo, diciendo: “¡Cualquiera que toque a este hombre y a su esposa, de seguro será muerto!”.

12 Después Isaac empezó a sembrar en aquella tierra, y en aquel año estaba consiguiendo hasta cien medidas por una, puesto que Jehová lo estaba bendiciendo. 13 Por consiguiente, el hombre se engrandeció y siguió avanzando más y más y engrandeciéndose, hasta que se hizo muy grande. 14 Y llegó a tener rebaños de ovejas y manadas de ganado vacuno y una gran servidumbre, de modo que los filisteos empezaron a envidiarle.

15 En cuanto a todos los pozos que habían cavado los siervos de su padre en los días de Abrahán su padre, estos los cegaron los filisteos, y los llenaron de tierra seca. 16 Por fin Abimélec dijo a Isaac: “Múdate de nuestra vecindad, porque te has hecho mucho más fuerte que nosotros”. 17 Así que Isaac se mudó de allí y acampó en el valle torrencial de Guerar, y se puso a morar allí. 18 E Isaac procedió a cavar de nuevo los pozos de agua que habían cavado en los días de Abrahán su padre, pero los cuales los filisteos fueron cegando después de la muerte de Abrahán; y volvió a ponerles por nombre los nombres que su padre les había puesto.

19 Y los siervos de Isaac siguieron cavando en el valle torrencial, y así hallaron allí un pozo de agua dulce. 20 Y los pastores de Guerar se pusieron a reñir con los pastores de Isaac, diciendo: “¡Nuestra es el agua!”. Por lo tanto, él llamó al pozo por nombre Éseq, porque habían contendido con él. 21 Y se dirigieron a cavar otro pozo, y se pusieron a reñir por él también. Por lo tanto lo llamó por nombre Sitná. 22 Más tarde se mudó de allí y cavó otro pozo, pero no riñeron por él. Por lo tanto lo llamó por nombre Rehobot, y dijo: “Es porque ahora nos ha dado Jehová amplio espacio y nos ha hecho fructíferos en la tierra”.

23 Entonces subió de allí a Beer-seba. 24 Y Jehová procedió a aparecérsele durante aquella noche y a decir: “Yo soy el Dios de Abrahán tu padre. No tengas miedo, porque yo estoy contigo, y ciertamente te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por causa de Abrahán mi siervo”. 25 Por consiguiente, él edificó allí un altar e invocó el nombre de Jehová y asentó allí su tienda, y los siervos de Isaac se pusieron a excavar un pozo allí.

26 Más tarde Abimélec vino a él desde Guerar con Ahuzat su amigo íntimo y Ficol el jefe de su ejército. 27 Por lo cual les dijo Isaac: “¿Por qué han venido a mí, puesto que ustedes mismos me odiaron y por eso me enviaron fuera de su vecindad?”. 28 A esto dijeron: “Hemos visto, innegablemente, que Jehová ha resultado estar contigo. Por eso dijimos: ‘Ocurra, por favor, un juramento de obligación entre nosotros, entre nosotros y tú, y déjanos celebrar un pacto contigo, 29 de que no harás nada malo para con nosotros así como nosotros no te hemos tocado a ti y así como nosotros hemos hecho solamente lo bueno para contigo puesto que te enviamos en paz. Tú ahora eres el bendito de Jehová’”. 30 Entonces él les hizo un banquete y comieron y bebieron. 31 A la mañana siguiente madrugaron y se hicieron declaraciones juradas el uno al otro. Después Isaac los envió y ellos se fueron de él en paz.

32 Ahora bien, en aquel día ocurrió que los siervos de Isaac procedieron a venir a él e informarle acerca del pozo que habían cavado, y a decirle: “¡Hemos hallado agua!”. 33 Por lo tanto lo llamó por nombre Sibá. Por eso el nombre de la ciudad es Beer-seba, hasta el día de hoy.

34 Y Esaú llegó a tener cuarenta años de edad. Entonces tomó por esposa a Judit hija de Beerí el hitita, y también a Basemat hija de Elón el hitita. 35 Y ellas fueron una fuente de amargura de espíritu para Isaac y Rebeca.

27 Ahora bien, aconteció que cuando Isaac era viejo y se le habían oscurecido tanto los ojos que no veía, entonces llamó a Esaú su hijo mayor y le dijo: “¡Hijo mío!”, por lo cual él le dijo: “¡Aquí estoy!”. 2 Y él pasó a decir: “Pues mira, yo he envejecido. No sé el día de mi muerte. 3 Así que toma, ahora mismo, por favor, tus útiles, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y cázame una pieza. 4 Entonces hazme un plato sabroso de los que me gustan y tráemelo y, ah, déjame comer, a fin de que te bendiga mi alma antes que yo muera”.

5 Sin embargo, Rebeca estaba escuchando mientras Isaac hablaba a Esaú su hijo. Y Esaú procedió a ir al campo para cazar algo de caza y para traerlo. 6 Y Rebeca dijo a Jacob su hijo: “Mira, acabo de oír a tu padre hablar a Esaú tu hermano, diciendo: 7 ‘Tráeme algo de caza y hazme un plato sabroso y, ah, déjame comer, para que te bendiga delante de Jehová antes de mi muerte’. 8 Y, ahora, hijo mío, escucha mi voz en lo que te estoy mandando. 9 Ve, por favor, a la manada y consígueme de allí dos cabritos de las cabras, buenos, para que haga de ellos para tu padre un plato sabroso de los que le gustan. 10 Entonces tú tienes que llevarlo a tu padre y él tiene que comerlo, a fin de que te bendiga antes de su muerte”.

11 Y Jacob procedió a decir a Rebeca su madre: “Pero Esaú mi hermano es hombre velludo, y yo soy hombre lampiño. 12 ¿Y si me palpa mi padre? Entonces ciertamente llegaré a ser a sus ojos como quien está mofándose, y ciertamente traeré sobre mí una invocación de mal y no una bendición”. 13 Ante aquello, su madre le dijo: “Sobre mí venga la invocación de mal propuesta para ti, hijo mío. Solo escucha mi voz y ve, consígueme[los]”. 14 Por lo tanto él se fue y [los] consiguió y [los] trajo a su madre, y su madre hizo un plato sabroso de los que le gustaban a su padre. 15 Después de eso Rebeca tomó prendas de vestir de Esaú su hijo mayor, las más deseables que estaban en casa con ella, y se las puso a Jacob su hijo menor. 16 Y las pieles de los cabritos de las cabras se las puso a él sobre las manos y sobre la parte lampiña del cuello. 17 Entonces puso en la mano de Jacob su hijo el plato sabroso y el pan que había hecho.

18 De modo que él entró a donde estaba su padre y dijo: “¡Padre mío!”, a lo cual dijo él: “¡Aquí estoy! ¿Quién eres, hijo mío?”. 19 Y Jacob pasó a decir a su padre: “Soy Esaú tu primogénito. He hecho tal como me hablaste. Levántate, por favor. Siéntate y come de mi caza, para que me bendiga tu alma”. 20 Ante esto, Isaac dijo a su hijo: “¿Cómo pudiste hallarla tan rápidamente, hijo mío?”. A su vez él dijo: “Porque Jehová tu Dios hizo que se encontrara conmigo”. 21 Entonces Isaac dijo a Jacob: “Acércate, por favor, para que te palpe, hijo mío, para saber si verdaderamente eres mi hijo Esaú o no”. 22 De modo que se acercó Jacob a Isaac su padre, y él se puso a palparlo, después de lo cual dijo: “La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú”. 23 Y no lo reconoció, porque sus manos resultaban velludas como las manos de Esaú su hermano. Por lo tanto lo bendijo.

24 Después dijo: “¿Tú realmente eres mi hijo Esaú?”, a lo cual dijo: “Yo soy”. 25 Entonces dijo: “Acércamela para que coma de la caza de mi hijo, a fin de que te bendiga mi alma”. Con eso se la acercó y él empezó a comer, y le trajo vino, y él empezó a beber. 26 Entonces le dijo Isaac su padre: “Acércate, por favor, y bésame, hijo mío”. 27 De modo que se acercó y lo besó, y él pudo percibir el olor de sus prendas de vestir. Y procedió a bendecirlo y decir:

“Mira, el olor de mi hijo es como el olor del campo que Jehová ha bendecido. 28 Y déte el Dios [verdadero] los rocíos de los cielos y los terrenos fértiles de la tierra y una abundancia de grano y vino nuevo. 29 Sírvante pueblos e inclínense ante ti grupos nacionales. Llega a ser amo sobre tus hermanos, e inclínense ante ti los hijos de tu madre. Maldito sea cada uno de los que te maldigan, y bendito cada uno de los que te bendigan”.

30 Ahora bien, aconteció tan pronto como Isaac hubo acabado de bendecir a Jacob, sí, en efecto aconteció cuando apenas hubo salido Jacob de delante del rostro de Isaac su padre, que Esaú su hermano volvió de su caza. 31 Y él también se puso a hacer un plato sabroso. Entonces lo llevó a su padre y dijo a su padre: “Levántese mi padre y coma de la caza de su hijo, a fin de que me bendiga tu alma”. 32 Ante esto, le dijo Isaac su padre: “¿Quién eres?”, a lo cual él dijo: “Soy tu hijo, tu primogénito, Esaú”. 33 E Isaac empezó a estremecerse con gran temblor en sumo grado, y así que dijo: “¿Quién, pues, fue en busca de caza y vino a traérmela, de modo que comí de todo antes que pudieras entrar tú, y lo bendije? ¡Bendito también llegará a ser!”.

34 Al oír las palabras de su padre, Esaú empezó a clamar de una manera extremadamente fuerte y amarga, y a decir a su padre: “¡Bendíceme a mí, sí, a mí también, padre mío!”. 35 Pero él pasó a decir: “Vino tu hermano con engaño para conseguir la bendición propuesta para ti”. 36 Ante aquello, él dijo: “¿No es por eso por lo que se le llama por nombre Jacob, puesto que me suplantaría estas dos veces? ¡Mi primogenitura ya la ha tomado, y, mira, en esta ocasión ha tomado mi bendición!”. Entonces añadió: “¿No has reservado una bendición para mí?”. 37 Pero en respuesta a Esaú, Isaac continuó: “Mira que lo he nombrado amo sobre ti, y todos sus hermanos se los he dado por siervos, y grano y vino nuevo he otorgado para su sostén, y ¿dónde hay algo que pueda hacer por ti, hijo mío?”.

38 Entonces Esaú dijo a su padre: “¿Es solamente una la bendición que tienes, padre mío? ¡Bendíceme a mí, sí, a mí también, padre mío!”. Con eso Esaú alzó la voz y prorrumpió en lágrimas. 39 De modo que en respuesta Isaac su padre le dijo:

“Mira, lejos de los terrenos fértiles de la tierra se hallará tu morada, y lejos del rocío de los cielos arriba. 40 Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás. Pero ciertamente ocurrirá que, cuando te inquietes, verdaderamente romperás su yugo de sobre tu cuello”.

41 Sin embargo, Esaú le abrigó animosidad a Jacob por causa de la bendición con que lo había bendecido su padre, y Esaú siguió diciendo en su corazón: “Van acercándose los días del período de duelo por mi padre. Después de eso voy a matar a Jacob mi hermano”. 42 Cuando le fueron referidas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor, en seguida ella envió y llamó a Jacob su hijo menor y le dijo: “¡Mira! Esaú tu hermano está consolándose respecto de ti… para matarte. 43 Ahora, pues, hijo mío, escucha mi voz y levántate, huye a donde Labán mi hermano, en Harán. 44 Y tendrás que morar con él algunos días, hasta que se calme la furia de tu hermano, 45 hasta que la cólera de tu hermano se aparte de ti y haya olvidado lo que le has hecho. Y yo ciertamente enviaré y te traeré de allá. ¿Por qué debo quedar privada también de ustedes dos en un solo día?”.

46 Después Rebeca siguió diciendo a Isaac: “He llegado a aborrecer esta vida mía a causa de las hijas de Het. Si alguna vez Jacob toma esposa de las hijas de Het como estas de las hijas del país, ¿de qué me sirve la vida?”.

28 Por consiguiente, Isaac llamó a Jacob y lo bendijo y le mandó y le dijo: “No debes tomar esposa de las hijas de Canaán. 2 Levántate, ve a Padán-aram, a la casa de Betuel, padre de tu madre, y de allí tómate una esposa de las hijas de Labán el hermano de tu madre. 3 Y Dios Todopoderoso te bendecirá y te hará fructífero y te multiplicará, y ciertamente llegarás a ser una congregación de pueblos. 4 Y a ti te dará la bendición de Abrahán, a ti y a tu descendencia contigo, para que tomes posesión de la tierra de tus residencias como forastero, que Dios ha dado a Abrahán”.

5 De modo que Isaac envió a Jacob, y este partió para Padán-aram, hacia Labán hijo de Betuel el sirio, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú.

6 Cuando Esaú vio que Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a Padán-aram para que se tomara esposa de allá, y que cuando lo bendijo le impuso el mandato, diciendo: “No tomes esposa de las hijas de Canaán”; 7 y que Jacob estaba obedeciendo a su padre y a su madre y estaba yendo a Padán-aram; 8 entonces vio Esaú que las hijas de Canaán eran desagradables a los ojos de Isaac su padre. 9 Por lo tanto Esaú fue a Ismael y tomó por esposa a Mahalat la hija de Ismael el hijo de Abrahán, la hermana de Nebayot, además de sus otras esposas.

10 Y Jacob continuó su salida de Beer-seba y siguió encaminándose hacia Harán. 11 Con el tiempo llegó a un lugar y se puso a pasar la noche allí porque se había puesto el sol. De modo que tomó una de las piedras del lugar y la puso como apoyo para su cabeza, y se acostó en aquel lugar. 12 Y empezó a soñar, y, ¡mire!, allí estaba una escalera situada sobre la tierra, y su parte superior alcanzaba hasta los cielos; y, ¡mire!, allí estaban los ángeles de Dios ascendiendo y descendiendo por ella. 13 Y, ¡mire!, allí estaba Jehová apostado por encima de ella, y procedió a decir: