PRESENTACIÓN
SF y presente
Está totalmente generalizada la idea que la SF[1] es un género que se ocupa del porvenir. Esto es cierto en la medida en que la mayoría de sus obras están ambientadas en el futuro; pero puede inducir a un error —al que ya he aludido en otras ocasiones— consistente en pensar que la SF, debido a su índole futurista, está desconectada de la realidad actual.
Por el contrario, la principal preocupación de la SF —de la de cierta calidad, se entiende— es el mundo que nos rodea, el presente; y el bucear en el futuro no es más que un preguntarse hacia dónde vamos, qué consecuencias pueden acarrear nuestras actuales circunstancias.
Esta preocupación por la realidad actual puede encontrarse fácilmente incluso en obras cuya acción se sitúa a enormes distancias en el espacio y en el tiempo; pero, además, el creciente interés del género por nuestro mundo resulta evidente por el hecho de que en la moderna SF cada vez son más abundantes las obras cuya acción se sitúa en el presente, o en un futuro tan próximo que casi no puede hablarse de extrapolación.
La presente antología está constituida por varias muestras de esta «SF del año que viene», donde los problemas actuales son analizados a la luz de sus consecuencias inmediatas.
Así, en Cantata 140 se nos muestran unos Estados Unidos probables y próximos donde los negros, chicanos y portorriqueños están alcanzando una mayoría numérica con respecto a los blancos, hasta el punto que la idea de un Presidente negro ha dejado de ser una utopía.
Cuatro clases de lo imposible, de ambientación plenamente actual, es una meditación irónica sobre el mundo de la investigación científica en una sociedad que busca aplicaciones militares incluso al problema de la cuadratura del círculo.
En Muscadine son puestos de manifiesto, mediante la parábola del robot escritor, los rutinarios y mercantilizados mecanismos de la industria cultural, mientras que en La cama número doce se describe un inhumano hospital que no es sino una caricatura —no demasiado distorsionada— de tantas instituciones públicas con las que se pretende resolver ciertos problemas sociales especialmente delicados.
Pero otra razón por la que la SF tiende cada vez con mayor frecuencia a mostrarse en el presente o el futuro inmediato es, probablemente, porque los autores han empezado a darse cuenta que no hace falta trasladarse con la imaginación a lejanas galaxias y eras remotas en busca de lo asombroso, uno de los ingredientes básicos de la SF. Pues lo asombroso, lo inconcebible, lo demencial y lo alucinante se encuentran a nuestro alrededor, en todas partes… Bastaría con que los periódicos contaran la verdad para que, a su lado, las más delirantes fantasías del escritor más imaginativo parecieran triviales.
A este paso, lo que habrá que situar en el futuro, para darle visos de verosimilitud, será lo que hasta ahora se ha llamado novela realista.
CARLO FRABETTI