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EL PROCESO DE LA PSICOTERAPIA
Introducción
1. La psicoterapia es un proceso que cambia la visión del "yo". 2A lo sumo, este "nuevo yo" es un concepto de sí mismo más beneficioso, pero no puede esperarse que la psicoterapia establezca qué es realidad. 3Esa no es su función. 4Si logra abrirle paso a la realidad, ha alcanzado su máximo éxito. 5Toda su función, al final, consiste en ayudar al paciente a manejar un error fundamental: la creencia de que la ira le ofrece algo que en realidad desea, y de que al justificar el ataque se está protegiendo a sí mismo. 6En la medida en que llegue a darse cuenta de que esto es un error, en esa misma medida se ha salvado realmente.
2. Los pacientes no entran en una relación terapéutica con este objetivo en mente. 2Por el contrario, tales conceptos significan poco para ellos, o no necesitarían ayuda. 3Su objetivo es ser capaces de conservar su concepto del yo exactamente como está, pero sin el sufrimiento que ello conlleva. 4Todo su equilibrio descansa sobre la insensata creencia de que esto es posible. 5Y como resulta tan claramente imposible para la mente sana, lo que buscan es magia. 6En las ilusiones lo imposible se consigue fácilmente, pero a costa de hacer realidad las ilusiones. 7El paciente ya ha pagado su precio. 8Ahora quiere una ilusión "mejor".
3. Al comienzo, pues, la meta del paciente y la del terapeuta son divergentes. 2Tanto el terapeuta como el paciente pueden abrigar falsos conceptos de sí mismos, pero aun así sus respectivas percepciones sobre la "mejoría" deben ser distintas. 3El paciente espera aprender a lograr los cambios que quiere sin cambiar su concepto de sí mismo de manera significativa. 4De hecho, espera que ese concepto se estabilice lo suficiente para incluir en el mismo los poderes mágicos que busca en la psicoterapia. 5Desea volver invulnerable lo vulnerable e ilimitado lo finito. 6El yo que ve es su dios, y lo único que busca es servirle mejor.
4. Sin importar cuán sincero pueda ser el propio terapeuta, debe querer cambiar el concepto que el paciente tiene de sí mismo de alguna manera que considera real. 2La tarea de la terapia es reconciliar estas diferencias. 3Con suerte, ambos aprenderán a abandonar sus metas originales, pues sólo en las relaciones puede hallarse la salvación. 4Al comienzo, es inevitable que tanto los pacientes como los terapeutas acepten metas irreales que no están completamente libres de matices mágicos. 5Finalmente, estas se abandonarán en las mentes de ambos.
1. Los límites en la psicoterapia
1. Pero el resultado ideal rara vez se alcanza. 2La terapia comienza con el entendimiento de que la sanación es de la mente, y en psicoterapia los que creen esto, ya se han acercado entre sí. 3Puede ser que no lleguen mucho más lejos, pues nadie aprende más allá de su disposición. 4Sin embargo, los niveles de disposición cambian, y cuando el terapeuta o el paciente han alcanzado el siguiente, se les ofrecerá una relación que se adapta a su cambiante necesidad. 5Tal vez se unan de nuevo y avancen en la misma relación, haciéndola más santa. 6o tal vez cada uno de ellos se adentrará en otro compromiso. 7Ten esto por seguro: cada uno de ellos progresará. 8Los retrocesos son temporales. 9La dirección general es de progreso hacia la verdad.
2. La psicoterapia de por sí no puede ser creativa. 2Este es uno de los errores que el ego fomenta: que es capaz de verdadero cambio, y por consiguiente, de verdadera creatividad. 3Cuando hablamos de "la ilusión salvadora" o "el sueño final", no es esto lo que queremos decir, pero aquí radica la última
defensa del ego. 4La "resistencia" es su manera de ver las cosas; su interpretación del progreso y del crecimiento. 5Estas interpretaciones estarán necesariamente equivocadas, puesto que son ilusorias. 6Los cambios que el ego busca no son cambios reales. 7Son sólo sombras más profundas, o tal vez distintos patrones de nubes. sSin embargo, lo que está hecho de nada no puede ser llamado nuevo o diferente. 9Las ilusiones son ilusiones; la verdad, es verdad.
3. La resistencia como se define aquí puede ser característica tanto de un terapeuta como de un paciente. 2En ambos casos, le pone un límite a la psicoterapia porque restringe sus objetivos. 3El Espíritu Santo tampoco puede luchar contra las intrusiones del ego en el proceso terapéutico. 4Pero Él esperará, y Su paciencia es infinita. 5Su meta es siempre totalmente indivisa. 6Cualesquiera que sean las resoluciones alcanzadas por el paciente y el psicoterapeuta con respecto a sus propias metas divergentes, no pueden llegar a reconciliarse completamente como una hasta que se unen con las Suyas. 7Sólo entonces acaba todo conflicto, pues sólo entonces puede haber certidumbre.
4. En forma ideal, la psicoterapia es una serie de encuentros santos en los que los hermanos se encuentran para bendecirse y recibir la paz de Dios. 2Y esto llegará a ocurrir algún día para todo "paciente" sobre la faz de la tierra, pues ¿quién sino un paciente podría haber llegado aquí? 3El terapeuta es sólo un maestro de Dios un poco más especializado. 4Aprende mediante la enseñanza, y cuanto más avanzado se encuentra más enseña y más aprende. 5Pero cualquiera que sea la fase en la que se encuentra, hay pacientes que lo necesitan exactamente así. 6No pueden asimilar más de lo que él puede dar por el momento. 7Sin embargo, ambos finalmente hallarán la cordura.
II. El lugar de la religión en la psicoterapia.
1. Para ser un maestro de Dios, no es necesario ser religioso o creer siquiera en Dios de modo reconocible. 2Es necesario, sin embargo, enseñar perdón en lugar de condenación. 3Aun en esto no se requiere completa consistencia, puesto que cualquiera que haya alcanzado ese punto podría enseñar la salvación completamente, en un instante y sin una palabra. 4No obstante, quien ha aprendido todas las cosas no necesita maestro, y los que han sanado no tienen necesidad de terapeuta. 5Las relaciones son aún el templo del Espíritu Santo, y se perfeccionarán en el tiempo y se restituirán a la eternidad.
2. La religión formal no ocupa ningún lugar en la psicoterapia, así como tampoco ocupa un lugar verdadero en la religión. 2En este mundo, hay una asombrosa tendencia a unir palabras contradictorias en un solo término sin percibir la contradicción en absoluto. 3El intento de formalizar la religión es un intento tan evidente del ego de reconciliar lo irreconciliable que prácticamente no necesita explicarse aquí. 4La religión es experiencia; la psicoterapia es experiencia. 5En sus más altos niveles se vuelven una. 6Ninguna es verdad en sí misma, pero ambas pueden conducir a la verdad. 7¿Qué puede ser necesario para encontrar la verdad, la cual permanece perfectamente obvia, sino la eliminación de los aparentes obstáculos a la verdadera conciencia?
3. Nadie que aprenda a perdonar puede dejar de recordar a Dios. 2El perdón, pues, es todo lo que necesita enseñarse, pues es todo lo que necesita aprenderse. 3Todos los obstáculos al recuerdo de Dios son formas de falta de perdón, y nada más. 4Esto nunca está claro para el paciente, y es muy raro que lo esté para el terapeuta. 5EI mundo ha enfilado todas sus fuerzas contra esta conciencia específica, pues en ella radica el fin del mundo y todo lo que representa.
4. Sin embargo, la conciencia de Dios no constituye una meta razonable para la psicoterapia. 2Ésta llegará cuando se complete la psicoterapia, puesto que donde hay perdón la verdad tiene que llegar. 3Sería injusto en verdad si la creencia en Dios fuera necesaria para el éxito terapéutico. 4La creencia en Dios tampoco es un concepto significativo, puesto que a Dios sólo puede conocérsele. 5La creencia implica que la no creencia es posible, pero el conocimiento de Dios no tiene opuesto verdadero. 6No conocer a Dios es no tener ningún conocimiento, y es a esto a lo que conduce toda falta de perdón. 7Y sin el conocimiento uno sólo puede tener creencia.
5. Diferentes ayudas de aprendizaje resultan atractivas para gente diferente. 2Algunas formas de religión no tienen nada que ver con Dios, y algunas formas de psicoterapia no tienen nada que ver con la sanación. 3Pero si el alumno y el maestro se unen para compartir una meta, Dios entrará en su relación, porque Él ha sido invitado a entrar. 4De la misma manera, una unión de propósito entre el paciente y el terapeuta restituye al predominio el lugar de Dios, primero a través de la visión de Cristo y luego a través de la memoria de Dios Mismo. 5El proceso de la psicoterapia es el regreso a la cordura. 6Profesor y alumno, terapeuta y paciente, están todos locos o de lo contrario no estarían aquí. 7Juntos pueden encontrar un camino de salida, puesto que nadie encontrará la cordura solo.
6. Si la sanación es una invitación a que Dios entre en Su Reino, ¿qué importa la manera como está escrita la invitación? 2 ¿Importa el papel, o la tinta, o el bolígrafo? 3¿o es el que escribe el que extiende la invitación? 4Dios llega a todos los que quieren restituir Su mundo, pues han encontrado la manera de Llamarlo. 5Si dos se unen, Él tiene que estar ahí. 6Cuál sea su propósito no importa, pero tienen que compartirlo completamente para que tengan éxito. 7Es imposible compartir una meta sin la bendición de Cristo, pues lo que no se ve a través de sus ojos está demasiado fragmentado para que tenga sentido.
7. De la misma manera que la verdadera religión sana, la verdadera psicoterapia debe ser religiosa. 2Pero ambas tienen muchas formas, pues ningún buen maestro utiliza la misma aproximación con todos los alumnos. 3Por el contrario, escucha pacientemente a cada uno, y lo deja formular su propio currículo; no la meta de éste, sino la manera como puede alcanzar mejor la meta que se propone. 4Tal vez el maestro no piensa en Dios como parte de la enseñanza. 5Tal vez el psicoterapeuta no entiende que la sanación procede de Dios. 6Pueden tener éxito allí donde fallan muchos que creen que han encontrado a Dios.
8. ¿Qué tiene que hacer el maestro para asegurar el aprendizaje? 2¿Qué tiene que hacer el terapeuta para conseguir la sanación? 3Sólo una cosa, el mismo requisito que la salvación pide de todos. 4Cada uno debe compartir una meta con alguien más, y al hacerla, perder todo sentido de intereses separados. 5Sólo cuando se hace esto es posible trascender los estrechos límites que el ego quiere imponerle al yo. 6Sólo al hacer esto maestro y alumno, terapeuta y paciente, tú y yo, podemos aceptar la Expiación y aprender a darla tal como se recibió.
9. La comunión es imposible si se está solo. 2Nadie que permanece aparte puede recibir la visión de Cristo. 3Se le está ofreciendo, pero no puede extender su mano para recibida. 4Que se aquiete y reconozca que la necesidad de su hermano es la suya propia. 5Y que entonces satisfaga la necesidad de su hermano como suya y vea que éstas se satisfacen como si fueran una sola, porque lo son. 6¿Qué es la religión sino un instrumento para ayudarle a ver que esto es así? 7¿Y qué es la psicoterapia sino una ayuda en esa misma dirección precisamente? 8Es la meta la que convierte estos procesos en lo mismo, pues son uno en propósito y por consiguiente deben ser uno en los medios.
III. El papel del psicoterapeuta
1. El psicoterapeuta es un líder en el sentido de que camina ligeramente delante del paciente, y le ayuda a evitar algunas de las trampas del camino al verlas primero. 2ldealmente, es también un seguidor, pues hay "Uno" que debe caminar delante de él y darle luz para que vea. 3Sin Éste, ambos1 sólo tropezarán ciegamente sin dirección alguna. 4Sin embargo, es imposible que Éste se halle ausente del todo si la meta es la sanación. 5No obstante, puede que no se Le reconozca. 6Y de esta manera la pequeña luz que se puede aceptar en ese momento, es todo lo que se tiene para iluminar el camino hacia la verdad.
2. La sanación está restringida tanto por las limitaciones del psicoterapeuta, como por las del paciente.
2El objetivo del proceso, por tanto, es trascender estos límites. 3Ninguno de los dos puede hacer esto solo, pero cuando se unen, se les ha dado la potencialidad para trascender todas las limitaciones. 4Ahora el alcance de su éxito depende de qué tanto de su potencialidad están dispuestos a usar. 5La voluntad puede provenir de
cualquiera de los dos al principio, y en cuanto el otro la comparta, crecerá. 6El progreso se convierte en un asunto de decisión; puede alcanzar casi hasta el Cielo o no alejarse del infierno más que un paso o dos.
3. Es muy posible que la psicoterapia parezca fracasar. 2Incluso es posible que el resultado parezca un retroceso. 3Pero al final tiene que haber algún éxito. 4Uno pide ayuda; otro escucha y trata de responder en forma de ayuda. 5Esta es la fórmula de la salvación, y tiene que sanar. 6Sólo las metas divididas pueden interferir en la sanación perfecta. 7Un terapeuta sin ningún ego podría sanar el mundo sin una palabra, por el solo hecho de estar ahí. 8No necesita que nadie lo vea o le hable o incluso sepa de su existencia. 9Su simple Presencia es suficiente para sanar.
4. El terapeuta ideal es uno con Cristo. 2Pero la sanación es un proceso, no un hecho. 3El terapeuta no puede progresar sin el paciente, y el paciente no puede estar listo para recibir a Cristo o de lo contrario no podría estar enfermo. 4En un sentido, el terapeuta sin ego es una abstracción que se encuentra al final del proceso de sanación, demasiado avanzado para creer en la enfermedad y demasiado cerca de Dios para conservar sus pies en la tierra. 5Ahora él puede ayudar a través de aquellos que necesitan ayuda, pues de esta manera está llevando a cabo el plan establecido para la salvación. 6El psicoterapeuta se convierte en su paciente, al trabajar a través de otros pacientes para expresar sus pensamientos a medida que los recibe de la Mente de Cristo.
IV. El proceso de la enfermedad
1. De la misma manera que toda terapia es psicoterapia, toda enfermedad es mental. 2Es un juicio sobre el Hijo de Dios, y el juicio es una actividad mental. 3El juicio es una decisión, tomada una y otra vez, contra la creación y su Creador. 4Es una decisión de percibir el universo como tú lo habrías creado. 5Es una decisión de que la verdad puede mentir y debe ser mentira. 6¿Qué otra cosa, pues, puede ser la enfermedad sino una expresión de tristeza y culpa? 7¿y quién podría llorar sino por su inocencia?
2. Una vez que el Hijo de Dios se ve culpable, la enfermedad no se puede evitar. 2Se ha pedido y se recibirá. 3Y todos los que piden la enfermedad se han condenado ahora a sí mismos a buscar remedios que no les pueden ayudar, pues su fe está puesta en la enfermedad y no en la salvación. 4No puede haber nada que un cambio de mentalidad no pueda afectar, pues todas las cosas externas son sólo sombras de una decisión ya tomada. 5Si se cambia la decisión, ¿cómo puede su sombra permanecer sin cambio? 6La enfermedad no puede ser sino la sombra de la culpa, grotesca y fea, puesto que imita la deformidad. 7Si una deformidad se ve como real, ¿cómo puede ser su sombra sino deforme?
3. El descenso al infierno sigue paso a paso un curso inevitable, una vez se ha tomado la decisión de que la culpa es real. 2La enfermedad y la muerte y la miseria acechan ahora la tierra en inexorables vaivenes, algunas veces simultáneamente y otras en siniestra sucesión. 3Pero todas estas cosas, por reales que parezcan, son sólo ilusiones. 4 ¿Quién podría tener fe en ellas una vez que ha reconocido esto? 5Y ¿quién podría no tener fe en ellas hasta que lo reconozca? 6La sanación es terapia o corrección, y hemos dicho ya, y volveremos a decir, que toda terapia es psicoterapia. 7Sanar a los enfermos no es sino ofrecerles este entendimiento.
4. La palabra "cura" ha perdido reputación entre los más "respetables" terapeutas del mundo, y con razón. 2Pues ni uno solo de ellos puede curar, y ninguno de ellos entiende lo que es la sanación. 3En el peor de los casos, sólo hacen el cuerpo real en sus propias mentes, y una vez lo han hecho, buscan la magia para sanar los males con los cuales sus mentes lo han dotado. 4¿Cómo podría sanar un proceso
así? 5Es ridículo de principio a fin. 6Pero una vez comenzado, tiene que terminar del mismo modo. 7Es como si Dios fuese el diablo y fuera necesario encontrarlo en el mal. 8¿Cómo podría haber amor allí? 9Y cómo podría sanar la enfermedad? 10¿No son estas dos preguntas una sola?
5. En el mejor de los casos, y la palabra tal vez sea cuestionable aquí, los "sanadores" del mundo pueden reconocer que la mente es el origen de la enfermedad. 2Pero su error estriba en la creencia de que ésta puede sanarse a sí misma. 3Esto tiene algún mérito en un mundo en donde el concepto de "grados de error" tiene significado. 4Sin embargo, sus curas siguen siendo temporales, o, aparece otra enfermedad en su lugar, puesto que la muerte no se ha superado hasta que el significado del amor se entienda. 5Y ¿quién puede entender esto sin la Palabra de Dios, dada por Él al Espíritu Santo como Su regalo para ti?
6. Toda clase de enfermedad puede definirse como el resultado de una visión del yo como débil, vulnerable, malvado y en peligro, y por consiguiente en necesidad de constante defensa. 2Sin embargo, si el yo fuera realmente así, la defensa sería imposible. 3Por lo tanto, las defensas que se han buscado tienen que ser mágicas. 4Tienen que superar todos los límites percibidos en el yo, al mismo tiempo que fabrican un nuevo concepto del yo en el cual el antiguo no tiene cabida. 5En una palabra, el error se acepta como real y lo manejan las ilusiones. 6Cuando la verdad se trae ante las ilusiones, la realidad se convierte en una amenaza y se percibe como maligna. 7El amor se vuelve algo temible porque la realidad es amor. 8De esta forma se cierra el círculo contra las "intrusiones" de la salvación.
7. Por lo tanto, la enfermedad es un error y necesita corrección. 2Y como hemos enfatizado ya, la corrección no puede ser alcanzada estableciendo primero lo "correcto" del error para luego pasarlo por alto. 3Si la enfermedad es real, en verdad no se puede pasar por alto, puesto que pasar por alto la realidad es insensatez. 4Sin embargo, ese es el propósito de la magia: transformar en realidad las ilusiones a través de una falsa percepción. 5Esto no puede sanar, puesto que se opone a la verdad. 6Tal vez una ilusión de salud sustituya la ilusión de enfermedad por un corto tiempo, pero no durará. 7El miedo no puede ser ocultado por las ilusiones durante mucho tiempo, puesto que es parte de ellas. 8Escapará y adoptará otra forma, pues es la fuente de todas las ilusiones.
8. La enfermedad es locura porque toda enfermedad es mental, y en ella no hay grados. 2Una de las ilusiones a través de las cuales se percibe la enfermedad como real es la creencia de que la enfermedad varía en intensidad; que el grado de amenaza difiere de acuerdo con la forma que toma. 3Áquí radica la base de todos los errores, pues todos ellos no son más que intentos de transigir, que se hacen por ver sólo una parte Ínfima del infierno. 4Esto es una burla tan ajena a Dios que tiene que ser inconcebible por siempre. 5Pero los locos lo creen porque están locos.
9. Un loco defenderá sus ilusiones porque ve en ellas su salvación. 2De esta manera, atacará a aquél que trate de salvarlo de ellas, al creer que lo está atacando. 3Este curioso círculo de ataque-defensa es uno de los problemas más difíciles que debe enfrentar el psicoterapeuta. 4De hecho, esta es su tarea central: el corazón de la psicoterapia. 5El terapeuta se ve como alguien que está atacando la posesión más querida del paciente: la imagen de sí mismo. 6Y como esta imagen se ha convertido en la seguridad del paciente tal como él la percibe, el terapeuta no puede verse sino como una real fuente de peligro, que debe atacarse e incluso matarse.
10. El psicoterapeuta, pues, tiene una tremenda responsabilidad. 2Debe enfrentar el ataque sin ataque, y por tanto, sin defensa. 3Su tarea es demostrar que las defensas no son necesarias y que la indefensión,2 es fuerza. 4Esta tiene que ser su enseñanza, si su lección ha de ser que la cordura es seguridad. 5No puede enfatizarse con suficiente fuerza que los locos creen que la cordura es una amenaza. 6Este es el corolario del "pecado original": la creencia de que la culpa es real y está completamente justificada.
7Por lo tanto la función del psicoterapeuta consiste en enseñar que la culpa, por ser irreal, no tiene justificación. 8Ni tampoco es segura. 9Y así pues, tiene que permanecer indeseable además de irreal.
11. La doctrina única de la salvación, es la meta de toda psicoterapia. 2Álivia la mente del insensato peso de la culpa que carga tan fatigosamente, y la sanación se logra. 3El cuerpo no se sana. 4Tan solo se reconoce como lo que es. 5Visto correctamente, se puede entender su propósito. 6¿Para qué se necesita la enfermedad entonces? 7Con esta única sustitución, todo lo demás se logrará. 8No hay necesidad de complicados cambios. 9No hay necesidad de largos análisis y discusiones y búsquedas fatigosas. 1oLa verdad es simple, puesto que es una para todos.
V. El proceso de la sanación
1. Aunque la verdad es simple, de todas maneras se le tiene que enseñar a aquellos que ya han perdido su camino en interminables laberintos de complejidad. 2Esta es la gran ilusión. 3En su estela viene la inevitable creencia de que, para estar seguro, uno debe controlar lo desconocido. 4Esta extraña creencia se basa en ciertos pasos que nunca llegan a la conciencia. 5Primero, se introduce a través de la creencia de que hay fuerzas que deben vencerse para poder estar vivo. 6Y luego, parece como si estas fuerzas pudiesen mantenerse a raya únicamente mediante un inflado sentido del yo, que mantiene en la oscuridad lo que en realidad se siente, y busca elevar las ilusiones a la luz.
2. Recordemos que los que vienen a nosotros en busca de ayuda están severamente atemorizados. 2Lo que creen que ayudará sólo puede hacer daño; lo que creen que les hará daño es lo único que puede ayudar. 3El progreso se vuelve imposible hasta que el paciente es persuadido de invertir su torcida manera de ver el mundo, su torcida manera de verse a sí mismo. 4La verdad es simple. 5Pero tiene que enseñarse a aquellos que creen que los pondrá en peligro. 6Se le tiene que enseñar a aquellos que atacarán por sentirse amenazados, y a aquellos que necesitan la lección de la indefensión (inofensividad) por encima de todo, para que ésta les demuestre lo que es la fortaleza.
3. Si este mundo fuera ideal, tal vez podría existir una terapia ideal. 2Y aun así, sería inútil en un estado ideal. 3Hablamos de enseñanza ideal en un mundo en el cual el maestro perfecto no podría permanecer por mucho tiempo; el perfecto psicoterapeuta es sólo un destello de un pensamiento aún no concebido. 4Pero de todas maneras hablamos de lo que puede hacerse todavía para ayudar a los locos dentro de los límites de lo realizable. 5Mientras estén enfermos, pueden y deben ser ayudados. 6Nada más que eso se le pide a la psicoterapia; nada menos que todo lo que tiene para dar es digno del terapeuta. 7Pues Dios Mismo le ofrece a su hermano como su salvador del mundo.
4. La sanación es santa. 2Nada en el mundo es más santo que ayudar a alguien que pide ayuda. 3Y en este intento, aunque sea limitado, aunque carezca de sinceridad, los dos se acercan mucho a Dios. 4Donde dos se han unido para la sanación, allí está Dios. 5Y Él ha garantizado que en verdad los escuchará y les responderá. 6Pueden estar seguros de que la sanación es un proceso que Él dirige, pues está de acuerdo con Su Voluntad. 7Tenemos Su Palabra para guiamos, mientras tratamos de ayudar a nuestros hermanos. 8No olvidemos que por nosotros solos somos impotentes, y apoyémonos en una fuerza que está más allá de nuestro limitado alcance, con respecto a qué enseñar y a cómo debemos aprenderlo.
5. Un hermano que busca ayuda puede traemos regalos más allá de las alturas percibidas en sueño alguno. 2Nos ofrece la salvación, pues viene a nosotros como Cristo y Salvador. 3Lo que él pide lo está pidiendo Dios a través de él. 4Y lo que hacemos por él se convierte en el regalo que le damos a Dios. 5El sagrado pedido de ayuda del Hijo de Dios, en su percibido infortunio, su Padre no puede sino contestarlo. 6Pero Él necesita una voz a través de la cual hablar Su sagrada Palabra; una mano con la cual pueda alcanzar a Su Hijo y tocar su corazón. 7En un proceso como ese, ¿quién podría no sanarse? 8Esta interacción sagrada es el plan de Dios Mismo, por medio del cual Su Hijo es salvado.
6. Pues dos se han unido. 2Y ahora las promesas de Dios son cumplidas por Él. 3Los límites impuestos tanto por el paciente como por el terapeuta no contarán para nada, pues la sanación ha comenzado. 4Lo que ellos tienen que comenzar, su Padre lo completará. 5Pues Él jamás ha pedido otra cosa que la más pequeña buena voluntad, el menor avance, el más diminuto susurro de Su Nombre. 6Pedir ayuda, en la forma que sea, no es otra cosa que Llamarlo. 7Y Él enviará Su Respuesta a través del terapeuta que mejor pueda servir a Su Hijo en todas sus actuales necesidades. 8Tal vez la respuesta no parezca ser un regalo del Cielo. 9Puede incluso parecer un empeoramiento y no una ayuda. 10Aun así, que no seamos nosotros quienes juzguemos el resultado.
7. En alguna parte todos los regalos de Dios tienen que ser recibidos. 2En el tiempo ningún esfuerzo puede hacerse en vano. 3No es nuestra perfección lo que se pide en nuestros intentos de sanar. 4Ya estamos engañados si creemos que hay necesidad de sanación. 5Y la verdad nos llegará sólo a través de alguien que parece compartir nuestro sueño de enfermedad. 6Ayudémoslo a perdonarse por todas las ofensas por las cuales se condenaría sin causa. 7Su sanación es la nuestra. 8Y según vemos que su impecabilidad llega brillando a través del velo de culpa que cubre al Hijo de Dios, contemplaremos en él el rostro de Cristo, y comprenderemos que no es sino el nuestro.
8. Permanezcamos en silencio ante la Voluntad de Dios, y hagamos lo que ésta ha elegido que hagamos. 2Hay sólo una manera mediante la cual llegamos a donde se iniciaron todos los sueños. 3Y es allí donde los depositaremos, para marcharnos en paz para siempre. 4Escucha a un hermano pedir ayuda y respóndele. 5Será a Dios a Quien respondas, pues Lo llamaste. 6No hay otra manera de escuchar Su Voz. 7No hay otra manera de buscar a Su Hijo. 8No hay otra manera de encontrar tu propio Ser. 9Santa es la sanación, pues el Hijo de Dios regresa al Cielo a través de su benévolo abrazo. 10Pues la sanación le dice, en la Voz que habla por Dios, que todos sus pecados le han sido perdonados.
VI. Cómo se define la sanación.
1. El proceso de la psicoterapia, pues, se puede definir simplemente como perdón, pues no hay sanación que pueda ser otra cosa. 2Los que no perdonan están enfermos, pues creen que ellos no han sido perdonados. 3El asirse a la culpa, el abrazarla estrechamente y cuidarla, el protegerla con amor y el mantener en alerta su defensa, todo esto no es otra cosa que una implacable negativa a perdonar. 4"Dios no puede entrar aquí" repiten los enfermos, una y otra vez, mientras lamentan su pérdida y, sin embargo, se regocijan en ella. 5La sanación ocurre a medida que un paciente comienza a escuchar el canto fúnebre que entona y a cuestionar su validez. 6Hasta que no lo escuche, no puede entender que es él quien se lo canta a sí mismo. 7Escucharlo es el primer paso en la recuperación. 8Cuestionarlo tiene que convertirse entonces en su elección.
2. Hay una tendencia, y muy fuerte, a escuchar este canto de muerte sólo un instante, para luego descartarlo sin haberlo corregido. 2Estas conciencias fugaces representan las muchas oportunidades que se nos dan literalmente para "cambiar de melodía"3 3En vez de ésta, puede escucharse el sonido de la sanación. 4Pero primero debe surgir la voluntad de cuestionar la "verdad" del canto de condenación. 5Las distorsiones extrañas que se tejen inextricablemente al interior del concepto del yo, que en sí no es otra cosa que una seudo-creación, hacen que este feo sonido parezca verdaderamente hermoso. 6"EI ritmo del universo", "el canto del ángel heraldo", todo esto y más, se oye en lugar de esos ruidosos chillidos discordantes.4
3. El oído traduce, no oye. 2EI ojo reproduce, no ve. 3Su tarea es hacer agradable aquello que se invoca, no importa cuán desagradable pueda ser. 4Responden a las decisiones de la mente, al reproducir sus deseos y traducidos en formas aceptables y placenteras. 5Algunas veces el pensamiento detrás de la forma se asoma, aunque sólo muy brevemente, y la mente se asusta y comienza a dudar de su cordura. 6Pero no permitirá a sus esclavos cambiar las formas que contemplan, los sonidos que oyen. 7Estos son sus "remedios", sus "salvaguardias" contra la locura.
4. Estos testimonios que traen los sentidos tienen un solo propósito: justificar el ataque y de esta manera conservar la falta de perdón sin reconocerla como lo que es. 2Cuando se la ve sin disfraz resulta intolerable. 3Sin protección no podría soportarse. 4Aquí se atesoran todas las enfermedades, pero sin reconocer que es así. 5Pues cuando no se reconoce una falta de perdón, la forma que toma parece ser algo distinto. 6Y ahora es ese "algo distinto" lo que parece aterrorizar. 7Pero no es el "algo distinto" lo que se puede sanar. 8No está enfermo, y no necesita remedio. 9Concentrar tus esfuerzos sanadores aquí no es más que futilidad. 1o¿Quién puede sanar lo que no está enfermo y aliviado?
5. La enfermedad toma muchas formas, y lo mismo hace la falta de perdón. 2Las formas de una sólo reproducen las formas de la otra, pues son la misma ilusión. 3Tan fielmente la una se traduce en la otra, que un estudio cuidadoso de la forma de una enfermedad revelará con bastante claridad la forma de falta de perdón que representa. 4Sin embargo, ver esto no efectuará una sanación. 5Eso se logra mediante un solo reconocimiento: que sólo el perdón sana una falta de perdón, y sólo una falta de perdón puede ser el origen de cualquier clase de enfermedad.
6. Esta comprensión es la meta final de la psicoterapia. 2¿Cómo se alcanza? 3El terapeuta ve en el paciente todo lo que no ha perdonado en sí mismo, y de esta manera se le da otra oportunidad de mirarlo, someterlo a una nueva evaluación y perdonarlo. 4Cuando esto ocurre, ve cómo desaparecen sus pecados en un pasado que ya no está aquí. 5Hasta que lo haga, tiene que pensar que el mal lo asedia aquí y ahora. 6El paciente es la pantalla para la proyección de sus pecados, lo cual hace posible que se deshaga de ellos. 7Pero si llega a retener una mancha de pecado en lo que mira, su liberación es parcial y no será segura.
7. Nadie se cura solo. 2Este es el alegre canto que la salvación entona a todo el que oye su Voz. 3Esta afirmación no puede ser recordada con demasiada frecuencia por todos los que se vean a sí mismos como terapeutas. 4Sus pacientes sólo se pueden ver como portadores de perdón, pues son ellos quienes vienen a demostrar su impecabilidad ante ojos que aún creen que el pecado se encuentra ahí para que lo vean. 5Pero la prueba de la impecabilidad, vista en el paciente y aceptada en el terapeuta, le ofrece a la mente de ambos un pacto en el cual se encuentran y unen y son uno.
VII. La relación ideal paciente-terapeuta
1. ¿Quién es, entonces, el terapeuta, y quién es el paciente? 2Al final, todo el mundo desempeña ambos papeles. 3Quien necesita sanación debe sanar. 4Médico, sánate a ti mismo. 5¿Quién más hay para sanar? 6¿Y quién más tiene necesidad de sanación? 7Cada paciente que viene a un terapeuta le ofrece una oportunidad de sanarse a sí mismo. 8Por lo tanto, él es el terapeuta. 9Y cada terapeuta debe aprender a sanar de cada paciente que viene a él. 1oDe esta manera, se convierte en su paciente. nDios no sabe de separación. 12Lo único que Él sabe es que tiene un Hijo. 13Su conocimiento se refleja en la relación ideal paciente-terapeuta. 14Dios viene a aquel que llama, y en Él se reconoce a Sí Mismo.
2. Piensen cuidadosamente, maestro y terapeuta, por quién oran y quién tiene necesidad de sanación. 2Pues la terapia es oración, y el sanar es su objetivo y su resultado. 3¿Qué es la oración excepto el unir las mentes en una relación en la cual Cristo puede entrar? 4Esta es Su hogar, al cual la psicoterapia Lo invita. 5¿Qué es la sanación de un síntoma, si siempre hay otro para escoger? 6Pero una vez que Cristo entra, ¿qué alternativa hay excepto la de permitirle quedarse? 7No hay necesidad de más, pues eso es todo. 8La sanación está aquí, y la felicidad y la paz. 9Estos son los "síntomas" de la relación ideal terapeuta-paciente, los cuales reemplazan a aquellos con los que el paciente vino al pedir ayuda.
3. En el proceso que tiene lugar en esta relación, en realidad, el terapeuta en su corazón le dice al paciente que todos sus pecados han sido perdonados, junto con los propios. 2¿Qué diferencia podría haber entre la sanación y el perdón? 3Sólo Cristo perdona, pues conoce Su impecabilidad. 4Su visión sana la percepción y la enfermedad desaparece. 5Y no regresará de nuevo, una vez su causa se ha eliminado. 6Esto, sin embargo, necesita la ayuda de un terapeuta muy avanzado, capaz de unirse con el paciente en una relación santa en la cual todo sentido de separación, finalmente, se supera.
4. Para ello, se requiere una cosa y sólo una: que el terapeuta no se confunda a sí mismo con Dios en absoluto. Todos los "sanadores no sanados" caen en esta confusión fundamental de una u otra manera, pues deben considerarse como sus propios creadores, en lugar de creados por Dios. 3Esta confusión rara vez o nunca se halla en la conciencia, o el sanador no sanado se convertiría instantáneamente en un maestro de Dios, y le dedicaría su vida a la función de sanar verdaderamente. 4Antes de alcanzar este punto, pensó que estaba a cargo del proceso terapéutico y que, por lo tanto, era responsable de su resultado. 5Los errores de su paciente se convirtieron así en sus propios fracasos, y la culpa se convirtió en la cubierta, oscura y fuerte, de lo que debería ser la Santidad de Cristo. 6La culpa es inevitable en aquellos que usan su juicio al tomar sus decisiones. 7La culpa es imposible en aquellos a través de los cuales habla el Espíritu Santo.
5. La desaparición de la culpa es el verdadero objetivo de la terapia y el evidente objetivo del perdón. 2En esto su unidad se puede ver claramente. 3Pero ¿cómo podría experimentar el final de la culpa quien se siente responsable de su hermano al ejercer el papel de guía suyo? 4Tal función presupone un conocimiento que nadie aquí puede tener; una certeza del pasado, presente y futuro, y de todos los efectos que pueden ocurrir en ellos. 5Sólo desde este punto omnisciente sería posible semejante papel. 6Sin embargo, ninguna percepción es omnisciente, ni es el diminuto yo de uno solo contra el universo capaz de asumir que posee tal sabiduría, excepto en la locura. 7Que muchos terapeutas están locos es obvio. 8Ningún sanador no sanado puede estar completamente cuerdo.
6. Sin embargo, es tan insensato no aceptar una función que Dios te ha dado, como lo es inventar una que no proviene de Él. 2El terapeuta avanzado no puede dudar jamás en modo alguno del poder que hay en él. 3Tampoco duda nunca de su Fuente. 4Entiende que todo el poder en la tierra y en el Cielo le pertenece, por ser quien es. 5Y él es esto debido a su Creador, Cuyo Amor está en él y Quien no puede fallar. 6Piensa en lo que esto significa: tiene los regalos de Dios Mismo para dar. 7Sus pacientes son los santos de Dios, quienes invocan su santidad para hacerla suya. 8Y en la medida en que él se las brinda, contemplan el radiante rostro de Cristo que los mira también.
7. Los locos, creyendo que son Dios, no tienen miedo de ofrecer debilidad al Hijo de Dios. 2Pero lo que por esta razón ven en él, en verdad los atemoriza. 3El sanador no sanado no puede evitar sentir miedo de sus pacientes, y sospechar en ellos la traición que ve en él. 4Trata de sanar, y puede hacerla algunas veces. 5Pero su éxito sólo se dará en cierta medida y por corto tiempo. 6No ve el Cristo en el que lo llama. 7¿Qué respuesta puede dar a quien parece ser un extraño, ajeno a la verdad y pobre en sabiduría, sin el dios que se le debe dar? 8Contempla a tu Dios en él, pues lo que ves será tu Respuesta.
8. Piensa lo que en realidad significa la unión de dos hermanos. 2Y entonces, olvídate del mundo y de todos sus pequeños triunfos y sus sueños de muerte. 3Los mismos son uno, y nada puede ahora recordarse del mundo de la culpa. 4La habitación se transforma en un templo, y la calle en una corriente de estrellas que pasa rozando levemente, más allá de todos los sueños enfermizos. 5La sanación se ha realizado, pues lo que es perfecto no necesita sanación, y ¿qué queda para ser perdonado donde el pecado no existe?
9. Siéntete agradecido, terapeuta, de que puedas ver cosas como éstas con tan solo entender tu verdadero papel. 2Pero si fallas en esto, habrás negado que Dios te creó, y por consiguiente no sabrás que eres Su Hijo. 3¿Quién es tu hermano ahora? 4¿Qué santo puede venir para llevarte consigo a casa? 5Perdiste el camino. 6Y ¿esperas ahora poder ver en él una respuesta que te has negado a dar? 7Sana y sánate. 8No hay otra alternativa de caminos que pueda jamás conducir a la paz. 9Ah, deja entrar a tu paciente, pues llega a ti de Dios. 1o¿No es su santidad suficiente para despertar tu memoria de Él?