2 Segunda y tercera estrofa del epicedio del coro en el tercer acto del "Fausto" definitivo: ¡Ay! Nacido a la dicha de la tierra, de grandes antepasados, de gran poder, ¡lástima!, perdido para ti mismo, barrido en la flor de la juventud; tenías aguda mirada para ver el mundo, eco en todo impulso cordial, fuego de amor de las mejores damas y un canto muy tuyo. Pero tú corrías inconteniblemente libre en la red indecisa; rompiste violentamente con la moral, con la ley; mas al fin el supremo sentir dio fuerza al puro aliento; quisiste conquistar algo magnífico y no lo pudiste.<<