Capítulo
15
La expedición de compras demostró mi teoría de que sería una auténtica locura.
—¿A qué te refieres con que no vas a llevarte estos zapatos? —Benny sujetaba lo que resultaban ser unos stilettos de Louboutin de quince centímetros con cristales incrustados—. Son fabulosos. No puedes no llevártelos, amor. Harán tus piernas kilométricas.
Puse los ojos en blanco y después le miré.
—Y el objetivo de eso es…
—¿Estar sexi?
Sacudí la cabeza hacia Ben.
—No, querido. El objetivo de ese día es casarse, no que parezca que trabajo para un servicio de prostitutas de lujo. —Me señalé vientre—. Embarazada, ¿recuerdas?
—Sí —dijo sarcásticamente Gaby a mi izquierda—. ¡Aún no me creo que me ocultaras el secreto durante casi dos semanas!
—Lo siento, no era mi intención ¿y he mencionado que todo esto fue un shock para mí? En todos los sentidos —le contesté con otra buena dosis de sarcasmo—. Estoy empezando a sentirme humana. —Fruncí el ceño—. Enfatizo el empezando.
Gaby sacudió la cabeza.
—Apuesto a que sí —dijo, y miró a lo largo de un perchero lleno de vestidos con la esperanza de encontrar algo que pudiese servir para pasar por una dama de honor—. Siete semanas, Bree. Tenemos siete semanas para organizar esta boda. Es de locos.
—Lo sé. Ojalá pudiésemos tener un poco más de tiempo para planearlo todo, pero Ethan quiere hacerlo lo antes posible. Tenemos un margen de dos semanas tras la clausura de las Olimpiadas. —Bajé la voz hasta reducirla a un susurro—: Cree que si nos casamos con una gran celebración pública y anunciamos que estamos embarazados, impedirá que quienquiera que me esté siguiendo haga algo. Solo espero que esté en lo cierto. —Se me revolvió un poco el estómago, pero me deshice de cualquier miedo. Lo cierto es que ya no tenía tiempo de preocuparme de quién podría ir tras de mí. Iba a tener un bebé y era otra persona a la que proteger. Me sorprendió lo fácil que era asumir ese papel. Me di cuenta de que la fuerza de la naturaleza era innata en nosotros. Proteger a mi bebé era tan solo un instinto natural que debía seguir. Respiré hondo y recordé que Ethan me tenía bien vigilada y que no estaba corriendo ningún riesgo. Nunca más. No, ese mensaje extraño en mi móvil antiguo me había aterrado muchísimo, además de la idea de que dos de mis agresores del vídeo estuviesen muertos con casi total seguridad. Miré hacia donde Len estaba haciendo guardia; la tienda de novias no le había frenado en absoluto. Esos días era mi sombra, al estar Ethan y Neil tan ocupados con las Olimpiadas. Le sonreí y vi cómo suavizaba el gesto durante un momento antes de regresar a sus obligaciones de guardaespaldas, analizando el lugar y manteniendo a los locos alejados. Gracias a Dios.
Gaby debió de notar mi preocupación, porque me rodeó con el brazo.
—Has sufrido mucho. ¿Cómo has hecho para no enloquecer, tía? —Apenas hizo una pausa para tomar aliento—. ¿Color? ¿Nos quieres en tonos morados o lavanda?
—Esa es una muy buena pregunta. Una pregunta para la que no tengo respuesta. —Me encogí de hombros—. Me refiero a lo de por qué no he enloquecido —le dije suspirando—. Y me encantaríais de morado si encuentras algo que te guste. Quiero que Elaina y tú os sintáis cómodas llevéis lo que llevéis, Gab. Y vuestros vestidos no tienen por qué ser iguales en absoluto, o incluso del mismo tono o tela. Quiero que llevéis lo que os guste. Estaréis preciosas con cualquier cosa.
—Bueno, ya basta de cháchara, señoritas. Tenemos que encontrar un vestido de novia y el tiempo vuela —anunció Ben de manera imperiosa mientras miraba su reloj de forma teatral—. ¿Puedes decirme qué es lo que buscas en el vestido, querida? Si sé lo que buscas será coser y cantar. —Chasqueó los dedos de ambas manos haciendo una floritura.
Gaby puso los ojos en blanco ante la afirmación de Ben.
—Eso es un poco osado, Ben. Eres un tío. ¿Qué te hace pensar que puedes dar con el vestido de Bree entre el millón de tiendas de Londres?
Ben miró a Gaby y le chistó.
—Soy gay. Con eso es suficiente, mujer. ¿Cuándo te he aconsejado mal? —Repasó a Gaby de arriba abajo. No era ningún secreto que él siempre le elegía la ropa y que ella siempre se tomaba sus sugerencias a rajatabla. Ben era muy bueno con la moda y el diseño. Dios, les quería tanto a los dos…
—Me gusta lo que sugeriste antes, Benny. Algo de inspiración vintage, un encaje sencillo es bonito, y quiero mangas. Pueden ser cortas, pero nada de un vestido sin mangas. —Hice un gesto con las manos sobre mi vientre—. Tal vez un talle alto sea lo mejor, por si acaso me empiezo a hinchar. ¿Un toque de morado tal vez?
Ben miró al cielo.
—Para nada pareces embarazada, querida. —Inclinó la cabeza y dijo, curioso—: ¿Tendrás barriga el 24 de agosto?
—No lo sé y no empieces, por favor. Todos los invitados saben que estoy embarazada, así que no es como si intentásemos ocultarlo. Créeme, ya he tenido que escuchar a mi madre. Como si fingir que no vamos a tener un bebé fuera a ser más respetable de algún modo. Odio los numeritos que monta. ¿Por qué no puede tan solo alegrarse por mí? Va a tener un nieto, ¡por el amor de Dios!
Gaby posó su mano en mi hombro.
—Con barriga o sin barriga, estarás preciosa, y tu madre tendrá que superarlo sin más. La sorprenderemos con una boda maravillosa y una novia tan radiante que no tendrá otra opción que encantarle todo.
Eran muy monos por decirme eso, pero no tenía muchas esperanzas de que mi madre cambiara de opinión. No quería oír hablar de Ethan ni de nuestra relación. De hecho tuvo el valor de decirme que estaba tirando mi vida a la basura con Ethan y el bebé. Me preguntó para qué habían servido los últimos cuatro años si todo lo que había hecho era quedarme embarazada de nuevo. Eso duele. Pensaba muy poco en mí. La primera vez no fue culpa mía y esta vez…, bueno, no pretendía quedarme embarazada. Sé que Ethan y yo fuimos irresponsables, pero no me arrepentía de las consecuencias. No podría arrepentirme. Me toqué el vientre y lo acaricié de un lado a otro. Este bebé había sido concebido con amor independientemente de lo que pensara mi madre o lo que yo opinara de mí misma. Al menos sabía que eso era cierto. Amaba a Ethan y él me amaba a mí. No tenía más opciones, lo entendiese mi madre o no; no había otra opción para mí en este mundo.
—Gracias, chicos. De verdad…, no sé cómo habría organizado esto en tan poco tiempo sin vosotros dos —dije suspirando—. Incluso Elaina y Hannah están hasta arriba de trabajo. Espero que podamos de verdad sacar esto adelante.
—Como si no pudiésemos —se burló Ben—. Tendrías que detenerme a punta de pistola para evitar que te ayude con esta boda pija, llena de famosos y organizada en una mansión ¡a la que Su Majestad ha sido invitada!
—Sí, bueno, recemos para que no venga. Gracias a Dios que Elaina me puso en contacto con esa planificadora de bodas, Victoria algo. Me ha asegurado que se hará cargo de todo lo que tenga que ver con reinas y príncipes. No sé nada del protocolo a seguir cuando se tiene a la realeza en la boda de uno. —Miré a Ben y a Gaby, lancé los brazos al aire y tragué al pensar en todo—. Creo que me estoy poniendo mala.
—No. Nada de ponerse mala, pequeña —dijo Ben con determinación, colocando sus largos brazos sobre mis hombros—. Vamos a sentarnos para tomar un agradable almuerzo y coger fuerzas para volver a la búsqueda del vestido perfecto para tu pija y famosa boda campestre. Que tendrá lugar en siete semanitas. —Ben miró al cielo y se santiguó—. Podemos hacerlo.
No pude resistirme a mandarle un mensaje a Ethan a la hora del almuerzo. Parecía disfrutar de nuestras bromas y solía contestar si no se encontraba en una reunión, e incluso a veces aunque estuviera en una. Mensajes traviesos también. Sonreí según tecleaba. Es posible q tenga q ir desnuda xa casarme contigo. Aún no tengo vestido. Estás comiendo? ♥
No tuve que esperar mucho antes de que mi móvil vibrara.
«No, nena. No lo entendiste. Vale a lo de ir desnuda SOLO en la luna de miel. Vestido indispensable xa la boda. Xx».
Me reí en alto y llamé sin querer la atención de mis amigos. Intenté disimular revolviendo la ensalada.
Era imposible que funcionase.
—¿Mensajes guarros otra vez? —preguntó Ben con una sonrisa.
—Lo siento. Sale espontáneo. —Me encogí de hombros y ladeé la cabeza—. ¿Culpa de las hormonas? —Merecía la pena utilizar en mi defensa la excusa de las hormonas al menos una vez.
—Te pillé, querida —dijo Ben con una risita y el radar de cotilla encendido. Estoy seguro de que podría engatusar a una monja para que se quitara la ropa si quisiese. Daba miedo el modo en que conseguía las cosas.
—Solo tenían que mirarse el uno al otro para hacer que la sala entrara en combustión espontánea —añadió Gaby burlonamente mientras le daba un buen sorbo a su copa de vino.
Me dio rabia no poder unirme a ella con otra copa y decidí que no pasaba nada si sentía celos inhumanos por ella en ese momento.
—No seas mala, Gab, ya me estás dando bastante envidia con el vino. No puedo evitar que Ethan consiga que entre en combustión espontánea.
Gaby se echó a reír y volvió a llenar su copa de Chardonnay.
—No me sorprende que Ethan te dejara embarazada. Imagino que al principio apenas comíais o bebíais. Todo lo que hacíais era darle como conejos.
La miré con cara muy seria. Aguanté unos diez segundos antes de romper a reír.
—Es cierto, es totalmente cierto.
Estábamos bromeando, haciendo el bobo cuando me sonó el teléfono. ¿Mamá? ¿A estas horas? Nunca me llama por la mañana.
—¡Mierda! Me está llamando mi madre. ¿Creéis que ha notado que hablaba mal de ella? —Decidí dejar que saltara el buzón de voz.
—¿La melodía de Psicosis es el tono para tu madre? —preguntó Gaby, que se había quedado con la boca abierta.
Me encogí de hombros.
—Ethan fue quien lo puso. —Silencio incómodo—. Siempre está jugueteando con aplicaciones y esas cosas. —El silencio se hizo aún más evidente—. Quiero decir que quien se pica… —Intenté zanjarlo con algo ligero y gracioso.
Benny me salvó cuando empezó a reírse y me lo contagió. Dios, si tenía que aguantar el terrible resentimiento de mi madre, también podía intentar encontrarle la gracia a hacerlo. Ben la había conocido y había sobrevivido para contarlo. Mi madre le toleraba, pero ella adoraba a Gabrielle, así que estoy segura de que Gaby pensaba que estaba siendo muy dura. No lo era. Ben era testigo de ello.
Un minuto más tarde vi que tenía un mensaje de voz, lo que no era una sorpresa. Mi madre me dejaba mensajes de voz todo el tiempo. Sabía que no le cogía el teléfono y eso le molestaba aún más de lo que ya lo estaba conmigo. De pronto me sentí cansada. Era agotador mantener esta guerra entre nosotras. Deseé que hubiese paz. Me pegaría un tiro si tuviese una relación así de tortuosa con mi hija o hijo.
Mientras me bebía mi limonada me quedé pensativa un rato, contenta de oír a Gaby y Ben hablando sobre distintos estilos de velos y los pros y los contras del blanco y el crema para una novia embarazada. Hasta que me empezó a invadir la culpa.
¿Qué decía esto de cómo estaba manejando la situación? ¿Y si algún día mi hija no quisiera hablar conmigo? ¿O si no aguantara estar cerca de mí? ¿O si pensara que era una perra hipócrita?
Me quedé hecha polvo.
Cogí mi móvil y pulsé el buzón de voz.
—Brynne, necesito hablar contigo. Es…, es… una emergencia. Intentaré llamar a Ethan y ver si puedo dar con él.
Un miedo helador me atravesó al instante. Si mi madre se dignaba llamar a Ethan, entonces se trataba de algo realmente malo. ¡No! No dejes que se trate de papá. No dejes que se trate de él. Ni podía pensar en eso. Me quedé congelada mirando el teléfono. Su voz no era normal. Sonaba como si estuviese llorando. Mi madre nunca lloraba.
Me tembló la mano al apretar las teclas de su número. Me di cuenta de que Ethan acababa de mandarme un mensaje de texto, pero lo ignoré. Y entonces el móvil de Ben se encendió como un árbol de Navidad.
—¿Qué ocurre, Bree? —Gaby se acercó y me tocó el brazo.
—No lo sé. Mi madre… dice que es una emergencia…, estaba llorando.
Las ideas se agolpaban en mi cabeza, mi corazón latía tan fuerte que podía sentir mi cuerpo temblar. Ben contestó a su llamada. Su mirada se cruzó con la mía y dijo:
—Está aquí mismo. Llamando a su madre.
Sabía que Ben estaba hablando con Ethan, y sabía que eran malas noticias. Mi mente estaba aturdida cuando escuché la voz de mi madre al otro lado de la línea. Todo se movía tan rápido que no podía hacer nada por pararlo. Quería parar el tiempo. Párate. Por favor, para todo esto… No quiero saber lo que sea que tiene que decirme.
—¿Brynne? Cariño, ¿estás con alguien? —Mi madre nunca me llamaba «cariño» y nunca sonaba como lo hacía ahora mismo.
—¡Mamá! ¿Qué ocurre? Estoy con Ben y Gaby. Estamos buscando mi vestido de novia… —Podía oír cómo mi voz se empezaba a quebrar—. ¿Por qué has llamado a Ethan?
El silencio de mi madre fue como la hoja de un cuchillo clavándose en mi corazón. Sabía que no estaba callada por mi comentario sobre el vestido de novia. Quería pensar que esa era la razón, pero sabía que no era así.
—Brynne…, es tu padre.
—¿Qué le ocurre a papá? ¿Está… bien? —Apenas podía preguntar. Miré a Benny y vi su gesto de sincero dolor. Entonces empezó a hablar bajito por su propio teléfono. No me miraba, mantenía la vista baja. Sabía lo que estaba haciendo. Ben estaba hablando con Ethan y diciéndole en qué restaurante estábamos para que pudiese venir a por mí.
¡Noooooooooo! Eso significaba que algo muy malo había ocurrido.
—Brynne, cariño, tu padre se ha ahogado en la piscina. Le encontró el servicio de mantenimiento. —Mis oídos escuchaban las palabras, pero mi cerebro se rebelaba. No podía aceptarlo. No podía.
—¡No! —la interrumpí.
—Brynne…, es cierto. Ojalá no lo fuese…, pero lo es.
—Pero no puede ser, mamá. No puede estarlo… ¡No! ¡No, no me digas eso! Mamá… ¿Mamá?
—Cariño, estuvo en el agua mucho tiempo. Probablemente fue un ataque al corazón.
—N… no… —gimoteé—. No puede ser cierto. Papá va a venir a Londres a visitarme. Vendrá a mi boda…, me va a llevar al altar. Él me lo dijo. Me dijo que estaría aquí…
—Brynne…, se ha ido, cariño. Lo siento tanto. —Estaba llorando. Mi madre estaba sollozando por teléfono y yo estaba estupefacta porque nunca la había visto u oído llorar antes.
Se me cayó el teléfono y terminó en mi plato de sopa, que salpicó todo lo que tenía enfrente. Yo solo me quedé mirándolo y lo dejé en el fondo de la sopa de pollo. Ethan me conseguiría otro. Ese teléfono ya era parte del pasado. No volvería a tocarlo.
De algún modo me puse en pie, pero no tenía adónde ir. No había ningún sitio bueno al que ir, estaba atrapada. Así que empecé a flotar como hice aquella otra vez. Solo yo me di cuenta de lo que me estaba ocurriendo en ese momento. Agradecí la sensación. La ligereza resulta agradable cuando tu corazón es tan pesado que te quiere arrastrar hasta la boca del infierno. Sí, salir de tu cuerpo es mucho más agradable.
Floté más alto hasta que pude verme ahí abajo. Vi a Ben abrazarme y arroparme en su regazo. Se sentó en el suelo del restaurante sin soltarme. Gaby estaba a su lado hablando con alguien por teléfono. El camarero se apresuró para echar una mano.
Pero era todo tan absurdo…
¿Por qué estaban todos en el suelo de un restaurante pijo londinense cuando deberíamos estar comiendo? Teníamos que salir de ahí. Tenía que encontrar un vestido y organizar mi boda. Mi padre iba a llevarme al altar dentro de siete semanas. La reina de Inglaterra había recibido nuestra invitación. ¡Santo Dios! ¡No teníamos tiempo de hacer el idiota así!
Finalmente me di cuenta. La ligereza que sentía tan agradable desapareció y el peso del dolor y la pena volvieron a su lugar.
No quería regresar a la Tierra. Quería quedarme justo donde estaba.
Eso no era cierto. Quería seguir flotando hacia arriba hasta desintegrarme. Eso sonaba agradable. Desintegrarme…
Lo único que sentía era un odio absoluto hacia el techo. Ese maldito techo traidor estaba evitando que siguiera flotando.
¡Deja que me vaya! Deja que me vaya flotando…