La vaca

Ésta es la historia cierta de una vaca

que, desde que nació, se llamó Paca.

Tenía siete meses y algún día

cuando vino a vivir a la alquería.

Era su aspecto un tanto singular

y ella trataba de disimular…

Tenía ciertas peculiaridades,

ciertas taras, ciertas deformidades.

Sobre el lomo tenía dos muñones,

dos bultos del tamaño de melones.

un buen día, los dos bultos crecieron,

se hincharon, se agrandaron y…¡se abrieron!

Yo estaba allí con ella, en aquel prado,

bastante sorprendido y asustado.

Pero no sucedieron cosas malas,

al contrario, ¡le aparecieron alas!

Dos alas formidables, imponentes,

con plumas de oro y plata refulgentes.

Jamás se había visto cosa así.

—¡Querida Paca mía! ¿Es cierto, di?

¿De veras te ha ocurrido a ti esta cosa

tan sorprendente y tan maravillosa?

Pero ya estaba Paca aleteando

y un segundo después, ¡salió volando!

¡Una vaca con alas, voladora!

¿Quién vio cosa así nunca antes de ahora?

Una vaca que sabe alzar el vuelo

y recorre tranquila todo el cielo…

Una vaca que asciende hasta una nube,

que se lanza en picado y luego sube…

Enseguida millones de turistas

llegaron con sus trastos tomavistas,

y las gentes de la televisión

también aprovecharon la ocasión

de rodar un suceso tan extraño,

¡la cosa más fantástica del año!

Todo el mundo decía: —¡Es formidable!

El vuelo de esta vaca es admirable.

Todos, menos un tipo algo patán

que volvía de un viaje al Pakistán

y que vociferó desde una roca:

—¡Eh, tú, vaca, óyeme!, ¿te has vuelto loca?

¿Estás descerebrada, vaca Paca?

¿O acaso en vez de sesos tienes caca?

La vaca, que oyó cosas semejantes,

bajó para hacer vuelos más rasantes

y luego se lanzó sobre el patán gritando:

—¡Bombas fuera! ¡Allá te van!

Paca, con magnífica destreza,

¡le estampó una boñiga en la cabeza!