ESCENA CUARTA

La cama de LA PICHONA. Un silencio con suspiros y arrullos. Sobre sus gayos[110] caballetes azules, cruje el tabanque del jergón. CARA DE PLATA y LA PICHONA están a falagare[111] bajo el paraíso de una colcha portuguesa. ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! Rueda una piedra por el tejado. Apagan sus voces las bocas maridadas.

PICHONA LA BISBISERA.— ¡No escapes! ¡Bésame! ¡No caviles en tus duelos!

CARA DE PLATA.— ¡Calla!

PICHONA LA BISBISERA.— ¿Qué estás a escuchar?

CARA DE PLATA.— Calla.

PICHONA LA BISBISERA.— ¿La andrómeda[112] del viento en las tejas?

CARA DE PLATA.— No es el viento.

PICHONA LA BISBISERA.— ¿Quién piensas tú que sea?

CARA DE PLATA.— El trasgo[113] con los zuecos.

PICHONA LA BISBISERA.— ¡Tesorín, no me asustes, que todo me lo creo! ¡Bésame! ¡No escapes con esa boca! ¡Bésame!

Los zuecos del trasgo quiebran las tejas. La risa estruenda por la negra bocana del humo, y la acompasa cascabeleño el serpentón de la gramallera[114]. Se esparce la ceniza, bailan las trébedes.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Touporroutóu!

PICHONA LA BISBISERA.— ¿Será el que anuncias, mi dueño?

CARA DE PLATA.— Seguramente.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¿Qué cabrón te ocupa la cama, Pichona?

CARA DE PLATA.— Baja, Perico, que nos conocemos.

PICHONA LA BISBISERA.— Como le incites, tenemos leria[115]. ¡Abrázame, tesorín!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Echa de la cama a ese galicoso[116], Pichona.

PICHONA LA BISBISERA.— ¡Arreniégote!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Tengo para ti un bolso de amarillas redondas. ¡Óyelas cómo suenan!

PICHONA LA BISBISERA.— Sonar de tramoya.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Alegría, alegrote, el rabo de puerco a bailar en el pote! Pichona, ¿quieres que te caliente las piernas? ¡Entre pecado y pecado, una empanada de lamprea!

CARA DE PLATA.— Y vino del Rivero.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Eres entendido, cabrón.

PICHONA LA BISBISERA.— Fuso Negro, como salga que lo eres, te descuerno. ¡No me quiebres las tejas, malvado!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Touporroutóu! Este bolso es para ti, puta de caballeros. ¡Óyelo cantar!

PICHONA LA BISBISERA.— Canto de fingimiento.

CARA DE PLATA.— Perico, ese bolso lo hallaste en un camino.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Tú ves el ojo del gato bajo del rabo!

CARA DE PLATA.— Soy de tu arte.

PICHONA LA BISBISERA.— ¡Fúndete, Demo!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Touporroutóu! ¡Con este tesoro soy más que el Papa!

CARA DE PLATA.— Tanto.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Puedo dormir en el convento con las benditas monjas y fornicarlas de siete en siete.

CARA DE PLATA.— ¡Puedes!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Sabes Teología!

CARA DE PLATA.— ¿No estabas para casar, Perico?

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Touporroutóu! ¡Cuatro cuernos llevo en el bonete! ¡Cabra negra, si nos concertamos, te pongo un candado de fierro!

CARA DE PLATA.— ¿Quién te burló la moza, Perico?

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Un gallo turqués que se metió por medio.

CARA DE PLATA.— ¿Cómo no lo espantaste?

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Bajó revestido de negra centella.

CARA DE PLATA.— ¿Y tu ciencia, Perico?

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Para el Diablo Mayor no hay ciencia. ¡Touporroutóu! ¡Qué luna clara! ¡Sube, Pichona, y echamos un baile!

PICHONA LA BISBISERA.— Me falta el unto para los sobacos.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Date cuspe[117] en las perillas[118]. Pichoneta, sube y echamos un baile a la luna. ¡Touporroutóu! ¡Sube, camisa escandrillada![119]

PICHONA LA BISBISERA.— ¡Gran castrón, no traes mala tema!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Touporroutóu! ¡En cirolas[120] estoy para repenicar[121] un fandango!

PICHONA LA BISBISERA.— ¡Condenado antruejo!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Touporroutóu!

PICHONA LA BISBISERA.— ¡Vas a hundirme la chimenea con tus gargalladas![122]

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Oye esta rula[123] de oro cómo te reclama!

PICHONA LA BISBISERA.— Perico, llegas tarde.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Echa de la cama a ese puto!

PICHONA LA BISBISERA.— Es un rey.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Córtale la cabeza.

PICHONA LA BISBISERA.— Me tiene ligada.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Si en la cama te meas, quiebras el lazo.

PICHONA LA BISBISERA.— ¡Qué doctrina apañada!

CARA DE PLATA.— ¡Perico, esa bolsa no es tuya!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¿Quién lo declara?

CARA DE PLATA.— Esa bolsa te la descubrió la luna.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Mentira podre!

CARA DE PLATA.— La alzaste de un camino.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Sacas ese invento para disputármela.

CARA DE PLATA.— Anochecido pasabas por la Quintana de San Clemente.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¿Quién eres tú, que tanto sabes?

PICHONA LA BISBISERA.— Vuelve la bolsa a su dueño, Perico.

CARA DE PLATA.— Su dueño no la quiere.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Centellón! ¿A quién tienes en la cama, Pichona?

CARA DE PLATA.— Baja, si quieres conocerme.

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— Aún me rasco una nalga chamuscada. En el lóstrego[124] de la pólvora reconocí el bonete oculto a la espera. Trabuco apuntado.

CARA DE PLATA.— ¡Baja, Perico!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— No bajo. Ya me pasó la muerte por delante en la Quintana. Al fogonazo de la pólvora he visto los cuatro cuernos y la cara de sangre.

CARA DE PLATA.— ¿Y era mi cara?

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Touporroutóu! Señor Abade, no haga más las coscas[125] a esa cabra negra. ¡Vístase los hábitos!

CARA DE PLATA.— ¡Perico, la yerras!

FUSO NEGRO.— ¡Touporroutóu! ¡Bien veo los cuernos del bonete! El girasol de su solana, un gallo turqués está a piteirarlo[126]. ¡Touporroutóu! ¡Oiga el grito que pasa la noche! ¡Ya el virgo de la sobrina se lo llevó el ladrón Vinculero!

CARA DE PLATA.— ¡Qué espanto me traes, negra centella!

FUSO NEGRO.— Desnuda, en cabellos, da voces y se cubre los pechos, en una cueva de Lantañón. ¡El gallo turqués está a piteirar sobre la pita[127] blanca!

CARA DE PLATA.— ¡Qué negra luz me alumbras! ¡Es mi padre el ladrón que me roba!

LA VOZ DE LA CHIMENEA.— ¡Centellón! Pues ¿tú quién eres?

CARA DE PLATA.— ¡Satanás me ampare!

CARA DE PLATA, con sorda brama, los ojos en lumbre, airado y frenético, del tajo hogareño arranca el hacha. Armado con ella revuelve el brazo, hunde la puerta, se lanza a la noche estrellada.

PICHONA LA BISBISERA.— ¿Qué negra idea te gobierna? ¡Espera! ¡Detente! ¡No dejes mis brazos, rebelde a tu padre! ¡Quédate mío y te serviré toda la vida! ¡Seré tu esclava! ¡No renueves mi sino enlutado! ¡Yo soy aquella de la vida airada por quien mató a su padre Benitiño el Penitenciado! De tu misma furia revestido, escapó de mis brazos. ¡Detente, adorado! ¡Quedo rezándote!

VOZ DE RUADA:[128]

Noite noitiña de meigas e trasgos

fun á ó muiño d'o meu compadre;

fun pol'o vento, vin pol'o aire.[129]