IV

Lector, ha recibido ya la advertencia reglamentaria, y cualquier cosa que diga en contra del siguiente texto podrá utilizarse contra usted. Es posible multiplicar una máquina, digamos, un transductor lineal, por una constante y sumar dos máquinas. Recuérdese que asumimos que la salida de una máquina fuese un potencial eléctrico, el cual podemos suponer que se lea en un circuito abierto, si aprovechamos los dispositivos modernos que se conocen como seguidores de cátodo. Con el uso de potenciómetros y/o transformadores, podemos multiplicar la salida de un transductor por cualquier constante, positiva o negativa: Si tenemos dos o más transductores separados, podemos sumar sus potenciales de salida con la misma entrada arreglándolos en serie, y entonces obtenemos un dispositivo compuesto, con una salida que es cualquier suma de las salidas de sus, partes componentes, cada una de las cuales tendría un coeficiente positivo o negativo apropiado.

En consecuencia, podemos introducir en el análisis y síntesis de máquinas las nociones familiares de desarrollos polinómicos y series. Éstas nociones resultan familiares en el caso de los desarrollos trigonométricos y las series de Fourier. A fin de dar una forma estándar para la realización, y, consecuentemente, para la duplicación de una imagen operativa, aún falta dar un repertorio apropiado de transductores capaces de formar tales series. Se sabe que existe un repertorio estándar de máquinas elementales tal que puede representar aproximadamente a todas las máquinas existentes con cierto grado de precisión, en un sentido apropiado. Describir esto en forma matemática es una labor de cierto grado de complejidad; mas para beneficio del matemático extraviado que acaso lea con cuidado estas páginas, debo decir que para cualquier mensaje de entrada estos dispositivos arrojan productos de los polinomios de Hermite en los coeficientes de Laguerre del pasado de la entrada. Esto es realmente tan específico y tan complicado como suena.

¿Dónde es posible obtener estos dispositivos? Temo que por ahora no sea posible obtenerlos como dispositivos ya fabricados en una tienda de materiales eléctricos; sin embargo, pueden construirse siguiendo especificaciones precisas. Los componentes de estos dispositivos son, en primer término, resistores, condensadores e inductores, componentes habituales de los aparatos lineales. Junto con ellos, a fin de obtener linealidad, necesitamos multiplicadores que tomen dos potenciales como entradas y arrojen un potencial, que sea producto de los dos.

Tales dispositivos están a la venta en el mercado, y si son ligeramente más caros de lo que quisiéramos en vista del número que necesitamos, el desarrollo de la invención quizá pueda hacer bajar el precio; y sobre todo, el gasto no es una consideración del mismo orden que la posibilidad. Un dispositivo de esta especie en extremo interesante, que trabaja sobre principios de cristales piezoeléctricos, fue hecho en el laboratorio del profesor Dennis Gabor[15], del Imperial College of science and Technology. Lo usó para un dispositivo que es en muchos sentidos distinto del que he indicado, pero que se usa también para el análisis y síntesis de máquinas arbitrarias.

Volviendo a los dispositivos particulares que he mencionado, tienen tres propiedades que los hacen adecuados para el análisis y la síntesis de la máquina en general. Para comenzar, son un conjunto cerrado de máquinas.

Es decir, combinándolas con coeficientes apropiados, podemos aproximarnos a cualquier máquina en cualquier caso. En consecuencia, pueden ser tan proporcionadas que sean normales, en el sentido de que para un impulso aleatorio cuya fuerza estadística sea la unidad, darán salidas cuya fuerza estadística será la unidad. Finalmente, son ortogonales.

Esto significa que si tomamos cualquiera de las dos, le damos la misma entrada de «efecto disparo» estandarizada, y multiplicamos sus salidas, el producto de estas salidas, promediado sobre las estadísticas del «efecto disparo» de todas las entradas, será igual a cero.

Al desarrollar una máquina en esta forma, el análisis es tan fácil como la síntesis.

Supongamos que tenemos una máquina en la forma de una «caja negra», esto es, una máquina que realiza una operación definida y estable (que no cae en la oscilación espontánea), pero con una estructura interna inaccesible a nosotros, y que no conocemos. Tengamos también una «caja blanca», o una máquina de estructura conocida, que representa uno de los términos en el desarrollo de la «caja negra». Si entonces las dos cajas tienen conectados sus terminales de entrada al mismo generador de «efecto disparo», y sus terminales de salida están conectados a un multiplicador que multiplica sus salidas, el producto de sus salidas, promediado sobre toda la distribución del «efecto disparo» de su entrada común constituirá los coeficientes de la caja blanca en el desarrollo de la caja negra como la suma de todas las cajas blancas con coeficientes apropiados. Obtener esto es aparentemente imposible, ya que parece que involucraría el estudio del sistema para toda la gama estadística de las entradas de «efecto disparo».

Sin embargo, existe un accidente importante que nos permite evadir esta dificultad. Hay un teorema en física matemática que nos permite en ciertos casos remplazar promedios sobre distribuciones con promedios de tiempo, no en cualquier caso especifico, sino en un conjunto de casos con probabilidad 1. En el caso particular del «efecto disparo», se puede probar rigurosamente que las condiciones para la validez de este teorema se cumplen. En consecuencia, podemos reemplazar el promedio sobre la totalidad del conjunto de los «efectos disparo» posibles, necesario para obtener el coeficiente de la caja blanca en el desarrollo de la caja negra, por un promedio en el tiempo, y obtendremos el coeficiente correcto con probabilidad 1. Esto, aunque no es teóricamente una certidumbre, en la práctica es equivalente a una certidumbre. Para ello, necesitamos ser capaces de tomar un promedio en el tiempo de un potencial.

Afortunadamente son bien conocidos y fáciles de obtener los aparatos para la obtención de tales promedios en el tiempo. Están formados solamente de resistores, capacitores y dispositivos para medir potenciales. Por tanto, nuestro tipo de sistema es igualmente útil para el análisis y la síntesis de máquinas. Si lo usamos para el análisis de máquinas y luego usamos el mismo aparato para la síntesis de una máquina de acuerdo con este análisis, habremos reproducido la imagen operativa de la máquina.

A primera vista, esto parece incluir la intervención humana. Sin embargo, es fácil —mucho más fácil que el análisis y la síntesis mismos— conseguir que las lecturas del análisis no aparezcan como medidas en una escala sino como los ajustes de cierto número de potenciómetros. Por lo tanto, en la medida en que el número de términos disponible y la precisión de las técnicas de ingeniería lo permiten, habremos logrado que una caja negra desconocida, mediante su propia operación, transfiera su patrón de operación a una caja blanca compleja, capaz inicialmente de asumir cualquier patrón de acción. Esto es de hecho muy similar a lo que ocurre en el acto fundamental de la reproducción de la materia viva. Aquí, también, un sustrato capaz de asumir un gran número de formas, estructuras moleculares en este caso, es llevado a asumir una forma particular por la presencia de una estructura —una molécula— que ya posee esta forma. Cuando he presentado esta discusión de sistemas que se multiplican a sí mismos a filósofos y bioquímicos, he enfrentado la siguiente expresión:

¡Pero los dos procesos son completamente diferentes!

Cualquier analogía entre lo vivo y lo inerte debe ser puramente superficial. Desde luego, se conocen los detalles del proceso de multiplicación biológica, y nada tiene que ver con el proceso que usted menciona para la multiplicación de máquinas. Por una parte, las máquinas están hechas de acero y cobre, cuya más fina estructura química nada tiene que ver con sus funciones como partes de una máquina. La materia viva, sin embargo, está viva hasta en sus partes más finas, que la caracterizan como la misma especie de materia —las moléculas—. Por tanto, también, la multiplicación de la materia viva ocurre por un proceso de modelo arquetípico bien descrito, en el cual los ácidos nucleicos determinan la colocación de la cadena de aminoácidos, y esta cadena es doble y consiste en un par de espirales complementarias. Cuando éstas se separan, cada cual atrae hacia sí los residuos moleculares necesarios para reconstituir la doble espiral de la cadena original".

Es claro que el proceso de reproducción de la materia viva es distinto en sus detalles del proceso de reproducción de las máquinas que he esbozado. Como se indica en el trabajo de Gabor, que ya he mencionado, existen otras formas de hacer que una máquina se reproduzca a si misma, y éstas, que son menos rígidas que las que he presentado, encierran probablemente una semejanza mayor con el fenómeno de la multiplicación en la vida.

Ciertamente, la materia viva tiene una estructura fina más adecuada a su función y multiplicación que la de las partes de una máquina no viva, aunque esto puede no ser también el caso para las máquinas más nuevas que operan con los principios de la física del estado sólido. Sin embargo, aún los sistemas vivos no lo son (con toda probabilidad) por debajo del nivel molecular. Además: con todas las diferencias entre los sistemas vivos y los mecánicos usuales, resulta presuntuoso negar que sistemas de una especie puedan arrojar cierta luz sobre los sistemas de otra.

Una situación en que este bien puede ser el caso es la de la mutua convertibilidad de la estructura espacial y funcional, por una parte, y de mensajes en el tiempo, por la otra. La descripción de la reproducción como basada en una «plantilla» evidentemente no es toda la historia. Debe haber alguna comunicación entre las moléculas de genes y los residuos que se pueden encontrar en el fluido nutriente, y esta comunicación debe tener alguna dinámica. Encaja perfectamente en el espíritu de la física moderna suponer que fenómenos de campo de una naturaleza radiactiva median la dinámica de tal comunicación. No estaría bien afirmar categóricamente que los procesos de reproducción en la máquina y en el ser vivo nada tienen en común.

Pronunciamientos de este tipo, a menudo parecen menos riesgosos a las mentes prudentes y conservadoras que afirmaciones temerarias de analogía. Sin embargo, si es peligroso afirmar que existe una analogía fundamentándonos en evidencias insuficientes, es igualmente peligroso rechazar una sin pruebas de su falta de congruencia. La honestidad intelectual no es equivalente a la negativa a asumir un riesgo intelectual, e incluso la negativa a considerar que lo nuevo y emocionalmente perturbador carece de mérito ético particular. Porque la idea de que la supuesta creación del hombre y los animales por Dios, el engendramiento de los seres vivos de acuerdo con su clase, y la posible reproducción de máquinas, forman parte del mismo orden de fenómenos, es emocionalmente perturbadora, tal como las especulaciones de Darwin acerca de la evolución y el origen del hombre fueron perturbadoras. Si fue una ofensa contra nuestro propio orgullo el que se nos comparase con un simio, ahora ya nos hemos repuesto de ello; y es una ofensa aún mayor ser comparado con una máquina. A cada una de estas sugerencias, en sus respectivas épocas, se vincula una reprobación semejante a la que en épocas anteriores se vinculó al pecado de brujería.

Ya he mencionado la herencia de la máquina y la evolución natural de Darwin a través de la selección natural. En cuanto a la genética que hemos relacionado con la máquina como la base de una especie de evolución a través de la selección natural, debemos explicarla por variación y por la herencia de variaciones. Sin embargo, del tipo de genética de máquina que suponemos permite las dos. La variación ocurre en la imprecisión de la realización del proceso de copia que hemos discutido, mientras que la máquina copiada que se ejemplificó en nuestra caja blanca está ella misma disponible como arquetipo para posteriores copias.

Realmente, mientras que en el copiado original de una fase la copia se parece a su original en imagen operativa, pero no en apariencia, en la etapa siguiente de copiado se preserva la estructura espacial, y la réplica es una réplica también de ésta.

Queda claro que el proceso de copiado puede utilizar la primera copia como un nuevo original. O sea que se preservan las variaciones en la herencia, aunque estén sujetas a variación posterior.