Acto Final.
Soy la voz del pasado que siempre será...
Soy la voz del futuro...
Soy la Voz...
Efrén contempló embelesado a su bisabuela. Marta era joven de nuevo y reía como una niña mientras corría tras Simba, Antares los perseguía divertido por el cielo, haciendo bailar las hojas de los arboles, mientras Merak hacía elevarse el suelo bajo los pies de Simba para que este trastabillara y cayera sobre los charcos que Ailean formaba a su paso.
Y su bisabuela seguía riendo, y saltando, y corriendo, y brillando...
Jamás pensó que un alma humana pudiera ser tan hermosa.
Giró la cabeza y observó a su mujer Laia estaba junto a él, sonriendo por las payasadas de sus hermanos y animando a Marta para que cazara a Simba y le diera su merecido.
No le hacía falta mirarla para saber que el alma de su amada resplandecía con el mismo fulgor que la de su bisabuela. Eran almas hermanas. Solo que Laia era mitad humana mitad diosa, y le pertenecía a él, únicamente a él. Era suya. Y él de ella.
—¿Te he dicho hoy cuanto te quiero? —le susurró al oído, deleitándose con la calidez de su suave cabello dorado.
—Sí, me lo has dicho unas mil veces —contestó ella sonriéndole—, pero aún no me lo has demostrado... y ya es casi media mañana —La mirada pícara que le dirigió, inflamó la sangre que corría por sus venas.
—Habrá que solucionar ese terrible olvido —insinuó tomándola de la mano e instándola a elevarse hacia el cielo junto a él.
—¿Bailarás para mí?
—Siempre.
Fin
[1] The Voice, Celtic Woman.
[2] Simba: León en Suajili.