Libro segundo
Menos seguro que nunca de sí mismo y de su destino, el rey albino se ve obligado a hacer uso de sus poderes hechiceros, consciente de que se ha embarcado en un sistema de actuación que no concuerda en absoluto con su concepción primera de cómo deseaba vivir su existencia. Ahora, hay que arreglar ciertos asuntos. Elric debe empezar a gobernar. Debe hacerse cruel. Sin embargo, incluso en esto se verá frustrado.