7. En el que el joven aprende el valor de la autoimagen
El joven no había desayunado y el desgaste emocional que había sufrido durante la noche anterior había aumentado su apetito. De repente, entró el mayordomo, llevando una bandeja con café y cruasanes, y desayunó mientras continuaba la lección, que prosiguió de la siguiente manera:
—Voy a formularle una serie de preguntas —dijo el Millonario Instantáneo— para ayudarle a que comprenda lo que le ocurrió durante su minuto de reflexión, que, para usted, seguramente ha sido muy corto.
—Efectivamente, lo ha sido.
—La primera observación que debe hacer es que la cantidad que ha escrito sobre este trozo de papel significa mucho más de lo que usted piensa. De hecho, esta cantidad representa casi hasta el último penique lo que usted cree que vale. A sus ojos, quiera admitirlo voluntariamente o no, usted vale 30.000 libras al año. Ni un penique más ni un penique menos.
—No entiendo por qué dice eso —observó el joven—. El hecho de que yo haya escogido esa cantidad en particular significa que pienso con claridad y que tengo los pies bien puestos en el suelo. No veo cómo podría ganar más en estos momentos. Después de todo, no tengo ningún título, el saldo de mi cuenta en el banco está prácticamente a cero y estoy en paro.
—Su forma de pensar es válida, no lo dudo, y la respeto. El único problema es que esta actitud es la causa de su actual situación. Las circunstancias externas en realidad no tienen mucha importancia. Téngalo siempre muy presente: todos los hechos de su vida, sean emocionales, sociales o profesionales, son el reflejo de sus pensamientos. Pero, como su mente todavía no está formada, no puede comprender este principio. Su mente continúa aceptando la ilusión un tanto generalizada de que los factores externos juegan un papel en determinar cómo será su vida, cuando en realidad todo en la vida es una cuestión de actitud. La vida es exactamente tal cual nosotros la representamos. Todo lo que le ocurre, le sucede debido a sus pensamientos. De manera que, si usted quiere cambiar su vida, debe comenzar por cambiar sus pensamientos. No dudo que usted considera todo esto un tanto trivial. Muchos individuos niegan obstinadamente este principio.
Al darse cuenta de que el joven estaba pendiente de cada una de sus palabras, el millonario añadió rápidamente:
—Todos los que han conseguido grandes cosas en la vida, no importa en qué campo, siempre han ignorado las objeciones planteadas por los pensadores racionales y los intelectuales. No importa lo que digan, sus pensamientos son en esencia materialistas. No dejan de discutir y razonar sobre todas las cosas. Pero, si lo mirarnos bien, sus discusiones son bastante estériles.
Sin embargo —continuó— no debe usted creer que estoy en contra de la inteligencia. Muy al contrario. La lógica y el razonamiento son necesarios para conseguir el éxito. Pero no suficientes. Deben ser instrumentos y fieles sirvientes, nada más. No obstante, en la mayoría de los casos, se convierten en obstáculos en el camino de los grandes logros, que son creados sólo por aquellos que tienen fe en los poderes de la mente. Estas personas de éxito jamás permiten que las circunstancias les preocupen demasiado, y esto atrae la fortuna hacia ellos, de una forma casi milagrosa. Si se fija con atención, verá que las circunstancias que tuvieron que afrontar en el pasado los grandes triunfadores no eran diferentes a las que debieron hacer frente sus contemporáneos. A menudo, por cierto, estas circunstancias fueron incluso más difíciles, pero esta situación simplemente les llevó a buscar aún con más ahínco en sus recursos interiores. Todos estos triunfadores creían firmemente que conseguirían grandes logros. Todos aquellos que se hicieron ricos estaban profundamente convencidos de que se harían ricos. Y por eso triunfaron.
«Pero volvamos a nuestro trozo de papel —concluyó el anciano— y respóndame a esta pregunta. Esta cifra de 30.000 libras que ha escrito no es, con toda seguridad, la primera cantidad que se le ha pasado por la cabeza, ¿verdad?
—Tiene usted razón, no lo es.
—¿Y cuál ha sido la primera?
—No se lo podría decir. Mi cabeza estaba llena de cifras.
—¿Por ejemplo?
—Bueno, 50.000 libras.
—¿Y por qué no la ha escrito?
—No lo sé. Supongo que me ha parecido que estaba totalmente fuera de mi alcance.
—Lo seguirá estando hasta que usted crea que puede conseguirla. Dado que ha comenzado con sólo 30.000 libras, tenemos una tarea urgente por delante; de lo contrario tardará muchísimo tiempo en convertirse en millonario. Así que escriba la cifra más alta que a usted le parece que puede conseguir.
El joven le obedeció. Tras un instante de reflexión, apuntó 40.000 libras.
—¡Felicidades! —respondió el Millonario Instantáneo—. Acaba de ganar usted 10.000 libras en un segundo. ¿No está mal, eh?
—Pero todavía no las he ganado.
—Es como si lo hubiera hecho. Ha dado un gran paso. Ha aumentado su autoimagen al considerar que podría ganar 40.000 libras en lugar de 30.000. No es un enorme avance, pero de todas maneras es un adelanto. Después de todo, Roma no se construyó en un día. Dentro de usted hay una ciudad oscura, una especie de Roma, y ciertamente lo mismo les ocurre a todos los seres humanos. Por asombroso que parezca, esta ciudad es exactamente como usted se la imagina. Es sorprendentemente flexible. El tamaño de su ciudad depende de la circunferencia exacta que usted le asigne. Poca gente sabe que esta ciudad interior existe. Los límites que usted le fija son conocidos comúnmente como su «autoimagen». Al aumentar la cifra que usted ha escrito, ha puesto en movimiento el proceso de expansión de los límites de su ciudad. Y su Roma interior ha crecido al mismo tiempo. Todos los sabios pensadores han dicho durante siglos que la mayor limitación que el hombre puede imponerse a sí mismo, y en consecuencia el obstáculo más grande a su triunfo, es mental. Amplíe sus límites mentales y ampliará su vida. Las condiciones de su vida habrán cambiado como por arte de magia. Esto se lo juro solemnemente.
—Pero ¿cómo puede saber cuáles son mis limitaciones mentales? —preguntó el joven—. Todo esto me parece admisible pero, al mismo tiempo, bastante abstracto.
—Acabo de explicarle cómo encontrar los límites que encierran su mente y que se corresponden a su propia imagen —le contestó el millonario—. Usted lo ha plasmado en términos concretos al escribir esa cifra. Es fascinante ver lo fácil que resulta descubrir lo que cada individuo piensa realmente de sí mismo. Cada vez que alguien realiza este ejercicio, una sola cifra revela inmediatamente su verdadera autoimagen. Se ve enfrentado con sus limitaciones mentales, que se corresponderán exactamente con los límites que encontrará en la vida. La vida se inclinará ante los límites que él se ha fijado a sí mismo, sea o no consciente de este hecho. Lo más trágico de todo esto, es que las personas que generalmente fracasan son las menos conscientes de estos principios clave del éxito y la fortuna. Por el contrario, los individuos de éxito son conscientes de este fenómeno y han hecho todo lo posible para trabajar en su autoimagen. Al principio —prosiguió—, la forma más fácil para conseguirlo es coger una hoja de papel en blanco y escribir cada vez cantidades más grandes. En cualquier caso, una cosa está bien clara. No podrá hacerse rico si no está convencido de que puede hacerlo. La imagen que usted cree de sí mismo debe corresponder a la de una persona que puede hacerse rica. Así que vamos a realizar otra vez nuestro pequeño ejercicio. Esta vez escriba una cifra más arriesgada.
El joven pensó por unos instantes y luego, sin controlar su inquietud, anotó 60.000 libras, confesando, inmediatamente, que eso era el máximo que podía tener esperanzas de ganar.
—Tal vez sea el máximo que tenga esperanzas de ganar, pero de ninguna manera es el máximo que usted puede ganar. Es una cifra bastante modesta. Algunas personas la ganan en un mes, otras en una semana, incluso en un día, cada día del año. En cualquier caso, permítame que le felicite. Ha hecho usted un progreso asombroso, ha doblado su autoimagen y extendido considerablemente sus límites mentales. No tanto como yo hubiera deseado, pero no quiero meterle prisa. Tiene que comenzar por fijarse un objetivo que considere atrevido, pero al mismo tiempo razonable. De otra manera, le resultaría demasiado difícil creer en ello. El secreto de una meta es que debe ser al mismo tiempo ambiciosa y estar a su alcance. Jamás lo olvide cuando al final tenga que fijarse una meta. Por otro lado, tampoco se olvide de que la mayoría de las personas son sumamente conservadoras. Tienen miedo de que sus limitaciones mentales se rompan. Las han convertido en una especie de hábito. Están acostumbradas a llevar una existencia mediocre y no quieren más, convencidas de que así es la vida. Están demasiado asustadas para soñar. Pero usted no debe tener miedo de ampliar sus límites mentales, ya que con el simple hecho de escribir una serie de cantidades cada vez más grandes, vea lo que se puede conseguir en una hora. Por ejemplo, fíjese en usted mismo. Ha conseguido doblar su objetivo en cuestión de minutos. Más tarde —prosiguió—, cuando esté a solas en su cuarto, haga el siguiente ejercicio. Siéntese en la intimidad de su dormitorio y escriba el curso de su destino financiero de la siguiente manera. Anote: dentro de seis años, a partir de hoy, me convertiré en millonario. Esta es la aplicación práctica de mi secreto para convertirse en millonario instantáneo. Probablemente no estará de acuerdo con el hecho de que tendrá que esperar seis largos años para hacerse millonario. Lo comprendo, pero sólo le llevará un segundo girar la llave secreta que le asegurará su destino financiero y su fortuna. En cuanto a mí, a pesar de que comencé con 10.000 libras que me prestó un viejo millonario, me costó exactamente cinco años y nueve meses hacer mi primer millón. A partir de entonces, he prosperado utilizando la misma fórmula cada vez. Esta fórmula siempre ha sido objeto de burla por parte de muchas personas, y esto no va a cambiar. Sin embargo, ¡los que se reían tanto, no son ricos!
El joven movía la cabeza, pensativo. En realidad, no sabía qué decir. Estaba convencido a medias. Pero todo eso le resultaba demasiado fácil.
—Como es obvio —continuó el Millonario Instantáneo— la fórmula sólo es válida para aquellos que quieran convertirse en millonarios. Al fin y al cabo, no todo el mundo tiene esta ambición. Y esta es precisamente la belleza de este secreto. Vale perfectamente para cualquier tipo de sueño, desde el más modesto al más extravagante. Le puede hacer ganar 5.000 libras extras al año o doblarle los ingresos anuales, algo que, por cierto, es completamente factible. Así que, si no le importa, váyase un rato a su habitación mientras yo vuelvo a mis preciosas rosas, y escriba la frase que le he dicho: dentro de seis años a partir de hoy, me habré hecho millonario. Por lo tanto, el..., escriba el día, el mes y el año, seré millonario. Asegúrese de que toma nota de cualquier cosa que se le pase por la cabeza, no importa lo que sea. Encontrará unas cuantas hojas de papel en el escritorio. Y no olvide lo que le voy a decir: mientras no se acostumbre a la idea de que se convertirá en millonario, mientras no lo integre en su vida, y por lo tanto en sus pensamientos más íntimos, nada podrá ayudarle a hacerse millonario. Ahora vaya y reflexione sobre mi fórmula, que se convertirá en el principio que le guiará durante los primeros seis años.