—CAPÍTULO 24—
Las tarjetas de Morata
Son pocos ya los hechos que nos quedan por desmontar en la versión oficial sobre los atentados del 11-M. Uno de esos pocos datos sobre los que aún no habíamos puesto la lupa del análisis es el relativo a las siete tarjetas telefónicas que supuestamente se activaron en la casa de Morata de Tajuña el día anterior a los atentados y que se utilizaron, al parecer, en la confección de siete de las bombas de los trenes.
Es hora de que volvamos nuestra atención sobre ello.
Vamos a ver si ese dato nos confirma, efectivamente, que alguien que residía en Morata participó en los atentados o si se trata, por el contrario, de una más de esa cadena de intoxicaciones en que está basada la versión oficial. Como el lector es inteligente, ya se imaginará cuál es la respuesta más probable. Sin embargo, le garantizo que el análisis le sorprenderá, porque esas siete tarjetas de Morata nos van a llevar a demostrar la falsedad de otro de los datos fundamentales del sumario referido a la mochila de Vallecas.
¿Cómo llegó la Policía a la conclusión de que en Morata se activaron esas siete famosas tarjetas telefónicas?
Acudamos a los primeros informes policiales incluidos en el sumario.
En el primer informe de diligencias policiales, que recoge las actuaciones realizadas entre el 11 y el 18 de marzo, la Policía afirmaba que:
- La investigación consiguió determinar que 15 de las primeras 30 tarjetas (llegadas al locutorio de Zougham) no se activaron nunca, y de ellas siete habían sido encendidas (marcar número de PIN sin realizar llamada) entre las 16:00 y las 19:00 horas del día 10 de marzo en las proximidades de Morata de Tajuña. Entre ellas estaba la tarjeta 652282963 (la encontrada en la mochila de Vallecas).
En el segundo informe de diligencias policiales, que abarca las actuaciones comprendidas entre el 17 y el 22 de marzo de 2004, la versión es ya menos explícita:
- A partir de esos datos (el teléfono y la tarjeta encontrados en la mochila de Vallecas), se pudo identificar una serie de IMEI y de Tarjetas SIM que habían estado, alternativamente, colocadas en diferentes teléfonos, y que habían tenido diferentes intercambios de comunicación, o contacto. La característica más llamativa de dicho estudio estuvo en averiguar que algunas de ellas habían estado, juntas, en un periodo de tiempo determinado y el día antes de los atentados, en un mismo sitio que pudo ser centrado entre los términos municipales de Morata de Tajuña y Chinchón.
Por tanto, la Policía había determinado en una fase muy temprana de las investigaciones que siete tarjetas se habían activado en Morata el día anterior a los atentados, siete tarjetas que se supone que fueron utilizadas con sus correspondientes terminales telefónicos en otras tantas bolsas-bomba de los trenes.
¿Cómo había llegado la Policía a la conclusión de que esas tarjetas habían sido activadas en Morata el 10 de marzo? Se supone que preguntando a las compañías telefónicas, pero ¿qué datos son, exactamente, los que Amena le dio a la Policía?
La respuesta a esta pregunta está contenida en un detallado informe en el que la UCIE le indica al juez Del Olmo el estado de las investigaciones a fecha de 29 de marzo de 2004. Ese informe se encuentra en el tomo 17 del sumario e incluye un Anexo III titulado «Informe conexiones telefónicas», donde la Policía explica más en detalle las averiguaciones:
5) INVESTIGACIONES EFECTUADAS SOBRE LOS TERMINALES Y LAS TARJETAS CITADAS EN LOS ANTERIORES APARTADOS.
5.1) Tomando como dato objetivo que el auténtico IMEI del terminal recuperado en la bolsa (de Vallecas) fuese el 350822350941947, se ha averiguado que fue encendido con la tarjeta 652282963 en su interior (sin hacer llamada alguna, por tanto sin activarse) bajo la cobertura de la BTS (Estación Base) de Morata de Tajuña (con posterioridad al 09-03-04 a las 2 de la mañana, no pudiéndose precisar más ya que el día 12-03-04 fue analizada, teniendo constancia los sistemas de la actividad realizada tan solo en 72 horas).
5.2) El mismo procedimiento que se usó con la tarjeta 652282963 y el terminal 350822350941947, en el mismo lugar y periodo temporal, fue asimismo el utilizado con las siguientes tarjetas e IMEI, lo cual nos lleva a pensar que han sido de las utilizadas para la realización de los atentados (enumera a continuación las otras seis tarjetas y terminales de Morata).
En otras palabras: el día 12 de marzo a las 2 de la madrugada, Amena le dice a la Policía que la tarjeta 652282963 (la tarjeta de la mochila de Vallecas) se había encendido junto con otras seis tarjetas telefónicas bajo el repetidor de Morata en algún momento de las 72 horas anteriores, sin llegar a realizar llamada alguna.
Ese párrafo del informe policial tiene una enorme importancia, porque nos dice dos cosas:
- En primer lugar, que la consulta sobre la tarjeta de la mochila de Vallecas se realiza a las 2 de la madrugada del día 12 de marzo. Sin embargo, este dato contradice todo lo que sabemos acerca de la aparición de la mochila de Vallecas. ¿Cómo es posible que se efectuara esa consulta a las 2 de la madrugada, si la mochila de Vallecas no fue encontrada oficialmente hasta más o menos esa hora y no es desactivada hasta las cuatro o cinco de la mañana de ese mismo día? ¿Cómo se puede preguntar a las 2 de la madrugada por una tarjeta que no aparecería hasta algunas horas después?
- En segundo lugar, ese informe policial revela que esas tarjetas fueron encendidas en Morata en algún momento de las 72 horas anteriores a las 2 de la madrugada del día 12 de marzo. Es decir, esas tarjetas fueron encendidas en algún momento entre las 2 de la madrugada del 9 de marzo y las 2 de la madrugada del 12 de marzo. Lo cual equivale a decir que resulta perfectamente posible que esas tarjetas fueran encendidas en Morata después de los atentados.
La gravedad de los hechos que se derivan de este informe policial es enorme, porque esos hechos contradicen la historia oficial sobre la hora de aparición de la mochila y porque echan por tierra el dato de que siete tarjetas se encendieran cerca de la casa de Morata el día anterior a la masacre.
Tratemos de pensar en una explicación racional que no invalide la versión oficial sobre la hora de aparición de la mochila. Vamos a suponer, por ejemplo, que se trata de un error del informe policial: las horas de la madrugada siempre causan confusiones a la hora de asignarlas a un día u otro, así que vamos a suponer que la consulta a la compañía telefónica se realizó «por la noche» del día 12 de marzo, es decir, a las 2 de la madrugada del día 13 marzo.
Si fuera así, eso querría decir que las siete tarjetas se encendieron en Morata en algún momento entre las 2 de la madrugada del día 10 de marzo y las 2 de la madrugada del día 13 de marzo. Eso seguiría dejando abierta la puerta a la posibilidad de que esas tarjetas hubieran sido activadas en Morata después de los atentados, pero serviría para evitar la contradicción con la hora oficial de aparición de la mochila.
Sin embargo, ese error resulta muy poco probable. La versión oficial nos dice que la mochila de Vallecas se encontró alrededor de las 2 de la madrugada del día 12 y se desactivó un par de horas después. Es decir, en la mañana del día 12 la Policía disponía ya de la tarjeta y el terminal telefónicos de la mochila de Vallecas, así que cualquier consulta a las compañías telefónicas se habría realizado a lo largo de ese día. No habría tenido sentido que esperaran a la madrugada del día siguiente.
Pero, además, el propio informe de la UCIE, como vamos a ver, proporciona otra información que viene a corroborar que en realidad no hay ningún error y que lo que sucede es que no es cierto que la mochila de Vallecas fuera encontrada a eso de las 2 de la madrugada del día 12 de marzo.
¿Donde se encontró la mochila?
En el sumario hay varios testimonios e informes en los que se indica que la mochila de Vallecas pasó por IFEMA antes de terminar recalando en la comisaría de Puente de Vallecas (donde luego sería encontrada, según la versión oficial).
Así, en el primer informe de diligencias policiales, de 17 de marzo, se afirma que:
«A través del análisis que se realizó de la bolsa sin explotar encontrada entre los efectos llevados al recinto ferial, y posteriormente trasladada a la Comisaría de Vallecas, y de ahí a los Servicios TEDAX, se averiguó que contenía un teléfono móvil».
Es decir, se afirma que la mochila de Vallecas pasó por IFEMA. Pero, si esa mochila fue descubierta en la comisaría, ¿cómo podía la Policía estar tan segura de que había pasado por IFEMA? Como ya saben los lectores, sólo la primera tanda de bultos de la estación de El Pozo pasó por IFEMA; todas las demás tandas de bultos del tren de El Pozo fueron directamente desde la estación hasta la comisaría. Entonces, ¿por qué no podía esa mochila haber ido directamente a comisaría desde El Pozo?
¿Qué dato tenía la Policía para afirmar que esa mochila estaba en la primera tanda de bultos, que sí que había pasado por IFEMA?
Esta misma afirmación vuelve a realizarse en el segundo informe de diligencias policiales, de fecha 22 de marzo:
«… en total se produjeron DIEZ EXPLOSIONES, a las que había que unir otras dos que fueron provocadas por Equipos TEDAX en bolsas, no explosionadas, que fueron encontradas, y una que fue localizada entre los efectos recuperados en los lugares de los hechos, y trasladados a los recintos de IFEMA y que, desde allí, fue remitida a la Comisaria de Policía de Vallecas. Esta bolsa fue intervenida por equipos TEDAX que procedieron a su estudio y análisis».
De nuevo, la pregunta es la misma: ¿cómo sabía la Policía que la mochila pasó por IFEMA?
El misterio lo desvela el informe de la UCIE de fecha 29 de marzo al que hacíamos referencia en el apartado anterior.
En ese informe, la Policía le comunica al juez Del Olmo, textualmente, lo siguiente:
2) APARICIÓN DE UNA BOLSA SIN EXPLOTAR.
Entre los efectos recuperados de la Estación del Pozo y trasladados seguidamente al Pabellón 6 de IFEMA, fue localizada una bolsa de deportes de loneta, en cuyo interior se hallaba:
- Un detonador eléctrico del número 5, con dos mordazas y cápsula de cobre, fabricado por Unión Española de Explosivos.
- Un cargador de red a energía eléctrica, para teléfono móvil.
- Un teléfono móvil, marca TRIUM, unido a explosivo compuesto por diez kilos y ciento veinte gramos de sustancia, identificada como Goma-2/ Dinamita, con el logotipo ECO.
- 640 gramos de diversos elementos de tornillería y clavos que actuarían, en su caso, como metralla.
La bolsa fue posteriormente remitida a una Comisaría de Policía y el artefacto, que estaba programado para explosionar a las 07:40 horas del día once de marzo, fue neutralizada por los artificieros del TEDAX.
Es decir, aquella mochila de Vallecas fue encontrada, en realidad, en IFEMA. Es allí donde se detecta aquella bolsa-bomba, mucho antes de la hora oficial en que nos dicen que se encontró. Y es sólo después de detectar esa bomba que se decide trasladarla a la comisaría de Puente de Vallecas.
Es por eso que sí que pudo realizarse la consulta a la compañía telefónica a las 2 de la madrugada de aquel 12 de marzo: porque la Policía podía perfectamente disponer ya de la tarjeta telefónica contenida en esa bolsa que, en realidad, había sido detectada algunas horas antes de lo que nos dijeron.
Hasta aquí, todos los datos están extraídos de los informes policiales contenidos en el sumario judicial. Pero además contamos con testimonios de personas que estuvieron en IFEMA aquella tarde del 11 de marzo y que cuentan cómo se produjo una alarma de bomba en algún momento entre las 19:30 y las 21:00, alarma que motivó la presencia de un equipo de desactivación de explosivos con perros que (según dicen) no encontraron nada. Esa labor de rastreo de explosivos con perros en IFEMA no está reflejada en el sumario. ¿Se ha molestado alguien en informar de ese episodio al juez instructor?
El episodio no es baladí, porque ¿cómo pudo producirse esa alarma de bomba, si no es porque alguien abriera algún bulto y viera algo raro en su interior? ¿Quién llamó a ese equipo de desactivación de explosivos y qué fue lo que motivó la llamada? ¿Quiénes acudieron a IFEMA a realizar esa inspección? ¿Fue antes o después de que los bultos de El Pozo salieran hacia la comisaria de Puente de Vallecas, lo cual se produjo en torno a las 21:00?
El análisis del auto va confirmando lo que ya dijimos nada más hacer una primera lectura de los datos suministrados por Del Olmo:
- Que se confirma punto por punto lo que se ha ido publicando en los distintos medios que investigan el 11-M.
- Que seguimos sin conocer los hechos básicos del atentado (explosivo, composición de las bombas, personas que las colocaron…), porque ni siquiera han sido investigados.
- Que las pruebas a partir de las cuales se construyó la versión oficial (mochila de Vallecas y conexiones telefónicas obtenidas a partir de ella) no sólo son cuestionables, sino que no resisten el más mínimo análisis.
- Que los datos aportados desde el Ministerio de Interior al juez son incompletos, contradictorios y claramente dirigidos a apuntalar a cualquier precio la versión oficial.
- Y que, como consecuencia, toda la armazón de esa versión oficial se viene abajo en cuanto uno escarba mínimamente en los datos concretos.
Un buen ejemplo es el tema de la activación de siete tarjetas telefónicas en Morata el día anterior a los atentados.
Decíamos que el sumario reflejaba tres informes distintos (y contradictorios) proporcionados por la Policía:
- En un informe de 18/3/2004, la Policía afirmaba que las siete tarjetas se habían encendido en Morata entre las 16:00 y las 19:00 del día 10 de marzo.
- Un segundo informe de 22/3/2004 afirmaba que las siete tarjetas se habían encendido en Morata el día anterior a los atentados (sin especificar hora).
- Un tercer informe de 29/3/2004 afirmaba que lo único que podía determinarse, a partir de los datos proporcionados por Amena, era que esas tarjetas se habían encendido en Morata en algún momento entre las 2:00 del día 9 de marzo y las 2:00 del día 12 de marzo.
A este respecto, comentábamos que eso abría la puerta a que esas tarjetas hubieran sido encendidas en Morata con posterioridad a los atentados.
El auto de Del Olmo incluye un nuevo informe, proporcionado por Amena el día 3/4/2006, en el que se afirma que los datos contenidos en los logs de Amena indican que las tarjetas se encendieron en Morata entre las 2:00 del 10 de marzo y las 2:00 del 11 de marzo. ¡Tachán! ¡Tachán! ¡Cuarta versión sobre un mismo hecho!
¿Qué es lo que debemos deducir de aquí? Si los datos que Amena guarda indican que la versión correcta es la cuarta, ¿de dónde sacó la Policía los datos que certificaban lo afirmado en las tres versiones anteriores? Se supone que la Policía le pasaría los datos al juez basándose en lo que Amena le hubiera dicho; por tanto, ¿envió Amena datos falsos o incompletos a la Policía las tres primeras veces? ¿O envió la Policía al juez datos distintos de los que Amena le había proporcionado? ¿Estamos, una vez más, ante esos proverbiales «errores de transcripción» que hacen, por ejemplo, que aparezca metenamina en un análisis químico de un explosivo que no contenía metenamina? En concreto, ¿de dónde sale ese dato tan llamativamente preciso del primer informe, en el que se cuenta que las tarjetas se encendieron entre las 16:00 y las 19:00 del 10 de marzo?
Teniendo en cuenta que el cuarto de los informes ha sido realizado el mismo día en que se publicaba que los tres informes anteriores abrían la puerta a que las tarjetas se hubieran activado después de los atentados, y teniendo en cuenta que este cuarto informe viene a tapar ese agujero, ¿nos llamarán mal pensados si pedimos ver los informes anteriores que Amena hubiera entregado a la Policía y pedimos que nos indiquen quiénes son los que han elaborado este cuarto informe?
Siento ser tan puntilloso, pero cuando hay cuatro informes contradictorios sobre un mismo hecho, no puedo evitar deducir dos cosas:
- Que alguien ha mentido al elaborar al menos 3 de los 4 informes.
- Que existe la posibilidad de que se haya mentido al elaborar los 4.
Ni hay pruebas ni las habrá
Supongo que quienes lo fían todo a la manipulación mediática no son conscientes de ello, pero la repetición de mensajes que se terminan revelando falsos acaba por destruir la credibilidad de las manipulaciones.
En diciembre de 2004, un contundente Rodríguez Zapatero aseguraba en la Supuesta Comisión de Investigación del 11-M que todo estaba claro. En las semanas posteriores a estas declaraciones los medios de comunicación desvelaban las habilidades de Haddad jugando al dominó en Tetuán, las declaraciones de Zouhier sobre las conexiones de la trama asturiana y ETA, las nuevas desventuras del confidente Lavandera, nuevos datos sobre las actividades de tráfico de droga de El Chino, la afiliación al PSOE de Mouhanad Almallah, la condición de espía de Huarte, la primera lista de dudas sobre la mochila de Vallecas, las conexiones entre Kalaji y los hermanos Almallah, la ocultación al juez Del Olmo de los verdaderos motivos por los que la mochila de Vallecas no había explotado…
En julio de 2005, el PSOE y sus socios volvieron a proclamar que todo estaba claro después de cerrar vergonzantemente la Comisión 11-M. Semanas después, los españoles conocíamos, de nuevo gracias a los medios de comunicación, las primeras dudas sobre la furgoneta de Alcalá, los primeros enigmas sobre las detenciones del 13-M, las notas del confidente Cartagena, las diferencias entre el 11-M y el 7-J, la posible utilización de explosivo militar en los trenes, la ausencia de metralla en las bombas, las idas y venidas de la mochila de Vallecas, las relaciones entre El Chino y ETA, el levantamiento de los seguimientos a los terroristas pocos días antes del 11-M…
Vuelve ahora el PSOE a lanzar el mismo mensaje («todo está claro»), como si el auto de procesamiento (de los cuales puede haber varios a lo largo de una misma investigación) fuera la sentencia del Juicio Final. Bueno, pues la opinión pública volverá a ver, en las próximas semanas, que de nuevo el PSOE miente. Y volverá a preguntarse por qué. ¿De qué tienen miedo?
Repiten los socialistas los mismos mensajes vez tras vez.
Lanzan con insistencia machacona las ideas de que todo está claro y de que no hay ninguna prueba de que ETA haya participado en la masacre. Sólo les falta añadir que no hay ninguna prueba… ni la habrá (como dijo González en su día acerca de los GAL). Bueno, pues allá ellos con sus mensajes, porque las revelaciones continuarán de nuevo en las próximas semanas.
Pero aprovecharé que estoy de buen humor tras la lectura del Auto de Del Olmo para dar dos consejos al nuevo Ministro de Interior. Primero: no infravaloren tanto la inteligencia de los españoles. Segundo (y verdaderamente crucial): no saquen a pasear a Pepiño Blanco.
La menguante versión oficial
Ahora se entiende a qué venía la catarata de filtraciones que nos han endilgado en los últimos días: los defensores de la versión oficial tenían que aminorar el golpe ante la publicación del auto de Del Olmo. Porque la lectura del auto resulta escandalosa. Habrá tiempo de entrar en detalles, porque el auto confirma muchos de los elementos de análisis que los medios de comunicación independientes han ido poniendo sobre la mesa en los últimos meses. Por el momento, centrémonos en la lista de procesados, que en sí misma supone un varapalo terrible para la actuación de la Fiscalía y del Ministerio de Interior y, como consecuencia, para la propia versión oficial.
De las 116 personas detenidas en conexión con el 11-M, el juez Del Olmo sólo ha encontrado indicios para procesar a 29.
En otras palabras: desde instancias dependientes del ministro Alonso se ha detenido a 87 personas para las que el juez no ha podido encontrar elemento incriminatorio ninguno.
Algunos medios ya señalamos en su día que se estaba deteniendo a personas que nada tenían que ver con la masacre, con el fin de tratar de apuntalar la inexistente conexión islámica. Los hechos nos han dado la razón. Cada vez que el ministro Alonso salía a los medios a pregonar la última detención de pelanas magrebíes, indefectiblemente esos pelanas eran puestos en libertad a los pocos días por el juez. El auto viene a confirmar que eran detenciones meramente publicitarias. Detenciones, por cierto, que se acabaron en cuanto el gobierno dictó el cierre de la SCI (Supuesta Comisión de Investigación) del 11-M. En resumen: sólo se sentará en el banquillo uno de cada cuatro detenidos.
Pero es que la lista de procesados es más escandalosa aún.
De los 29 procesados:
- Nueve son españoles: Emilio Suárez Trashorras, Antonio Toro, Carmen Toro, Iván Granados, Javier González Díaz, Emilio Llano, Raúl González Peláez, Sergio Álvarez Sánchez y Antonio Iván Reis Palicio.
- Once son vulgares delincuentes, a quienes se acusa de facilitar la tarea a los verdaderos terroristas, pero sin ser ellos mismos terroristas: Rafa Zouhier, Hamid Ahmidan, Otman El Gnaoui, Abdelilah El Fadual, Rachid Aglif, Mohamed Bouharrat, Saed El Harrak, Nasreddine Bousbaa, Mahmoud Slimane, Brahim Moussaten y Mohamed Moussaten.
- Y sólo nueve son acusados de ser terroristas islámicos: Jamal Zougham, Fouad El Morabit, Basel Ghalyoun, Mouhanad Almallah, Mohamed El Egipcio, Hassan El Haski, Youssef Belhadj, Mohamed Larbi Ben Sellam y Abdelmahid Bouchar.
¡Tremendo atentado de Al Qaeda, con nueve españoles y once chorizos! Para colmo, al menos cinco de los procesados son confidentes policiales o de los servicios de inteligencia españoles y existen sospechas sobre la condición de confidente de al menos otros tres.
Por último, en cuanto a la autoría material, resulta que sólo se imputan los 191 asesinatos del 11-M a tres personas: Zougham, Trashorras y Bouchar, de los cuales sólo uno (Zougham) colocó mochilas en los trenes (y ya sabemos que las declaraciones de los testigos que afirman que vieron a Zougham son para el museo de los despropósitos, por contradictorias). El único otro «colocador de mochilas» que tenía la versión oficial (Basel Ghalyoun) se ha caído de la lista de autores materiales (lo que no ha impedido que se le siguiera incluyendo en las filtraciones que hemos escuchado estos días).
En resumen: la versión oficial no es que se tambalee, sino que se esfuma a ojos vista. No es de extrañar que hayan tenido que recurrir a Rubalcaba. Los suplentes no van a poder remontar la goleada, así que hay que sacar al titular.
¡Para ir al servicio y no echar gota, que diría un finolis!
Cerebros de quita y pon
Desde que comenzó la supuesta investigación oficial del 11-M, se nos han ido presentando sucesivamente los siguientes cerebros: Jamal Zougham, Jamal Ahmidan (El Chino), Serhane Farket (El Tunecino), Allekema Lamari, los hermanos Almallah, Mohamed El Egipcio, Youssef Belhadj y Mustafá Setmarian.
Hoy, El País vuelve a los orígenes y nos dice que, según el juez, ahora los cerebros vuelven a ser El Chino y El Tunecino.
¿No les dije que terminarían intentando echarle el muerto a los muertos?
O sea, que los que idearon el atentado son el tío que se pasó por comisaría cinco días antes de los atentados y el que andaba persiguiendo a su cabra ocho días después. Pero qué pobre, ¿no?
¿En qué ha quedado el informe policial en el que se acusa por escrito a los hermanos Almallah de ser los ideólogos de los atentados? ¿Eran imputaciones falsas? ¿Tan falsas como las que se hicieron a Youssef Belhadj, de quien se decía que suya era la voz que aparecía en el vídeo de reivindicación, lo cual se ha demostrado (mediante la prueba pericial de voz) que era mentira?
Discúlpenme la pregunta, pero entonces ¿en qué nos basamos para deducir que las imputaciones contra El Chino y El Tunecino no son falsas? ¿O es que esta vez hemos acertado, después de imputarles la autoría intelectual, luego desimputársela y luego volvérsela a imputar?
No es de extrañar que los defensores de la versión oficial prefieran leer lo menos posible acerca del 11-M. Tiene que terminar uno esquizofrénico tratando de justificar ante sus amistades las afirmaciones de El País, para que luego venga el mismo periódico a desmentirles. Desventajas de tratar de defender una mentira infumable.
La rendición
Hoy es día de valoraciones. Ignacio Villa nos recuerda que la información manejada por el CNI acerca de la tregua de ETA ha resultado determinante en la defenestración de Bono.
Demasiado peligro para Zapatero. Federico Jiménez Losantos se pregunta de qué será capaz Rubalcaba para terminar de enterrar el 11-M. Demasiado peligro para la Justicia. La Fundación para la defensa de la nación española nos resume cuál es la verdadera naturaleza de la operación que está en marcha: «Estamos asistiendo a un intento por salvar el sistema político a costa de sacrificar a la nación». Demasiado peligro para España. Y para el régimen democrático.
Zapatero ha emprendido la huida hacia adelante. ¿Se han dado ustedes cuenta de la creciente velocidad a la que se queman los mensajes-fuerza (perdónenme la cursilería) de este gobierno? Primero fue «el talante», del que no queda ni el recuerdo después de que la sonrisa se revelara rictus. Tras eso nos lanzaron lo de «la vuelta al corazón de Europa», que ha terminado en un retorno al club de la banana. Alguien plagió más tarde lo de la «alianza de civilizaciones», de la que ya no se ha vuelto a oír hablar después de que la comunidad internacional comenzara a alertar sobre las pretensiones nucleares de ese Irán promotor de la idea.
Hace escasas semanas, en plena vorágine informativa sobre el 11-M, Zapatero arrancaba de los asesinos un comunicado de estética ku-klux-klaniana para lanzar su nueva consigna: «el proceso de paz». Teniendo en cuenta que Bono no se caracteriza precisamente por sus escrúpulos (no dudó en mentir para tratar de reventar una manifestación de las víctimas), ¡cómo estarán las cosas para que Bono haya salido por piernas! El cocido que están preparando entre Zapatero y ETA debe de ser realmente vomitivo. Sea como fuere, lo cierto es que la nueva consigna del «proceso de paz» se ha revelado rápidamente como lo que es: una victoria de ETA.
No ha pasado mucho tiempo desde que el propio Bono nos dijera que ese «proceso de paz» significaba que ETA iba a «salir con los brazos en alto». Bueno, pues ya vemos lo que había de verdad en esas palabras: el primero en rendirse ha sido Bono. ETA ya ha conseguido cargarse a los escasos residuos de izquierda nacional que quedaban en el PSOE. Para que luego nos vengan con la mandanga de que no se pagan precios políticos.
Rubalcaba va a tener que emplearse a fondo para acallar la pregunta que cada vez más españoles de izquierda se hacen:
¿De dónde nace el poder que ETA tiene sobre Zapatero? ¿Con qué información cuenta ETA para que, puestos a optar, Zapatero no tenga otro remedio que sacrificar a Bono? Quizá al amigo Rubalcaba le suenen estas palabras:
¡Queremos saber!
Esas complicadas casillas centrales
Las blancas deben de verlo realmente mal. Que se tenga que poner a Rubalcaba como ministro de Interior para tapar agujeros es, para empezar, un indicio de que hay agujeros.
Que pase el CNI a depender de Alonso, buen amigo de Zapatero, indica que era necesario reforzar el control sobre el CNI, lo que a su vez nos sugiere que ese control no era suficiente.
¿Estamos asistiendo a movimientos debidos exclusivamente a la falsa tregua de ETA? No lo creo. Lo más probable es que los movimientos se deban tanto a esa falsa tregua como a los derroteros que las investigaciones del 11-M puedan tomar en fechas próximas.
La clave está en el doble cambio. Hubiera sido perfectamente posible una crisis que sólo implicara la sustitución de Bono por Rubalcaba (o por otro candidato), dejando a Alonso como ministro de Interior. De hecho, creo que Rubalcaba sería bastante más efectivo que Alonso a la hora de tratar de aplacar en el Ejército el malestar que la rendición ante ETA pudiera causar. Rubalcaba es un todoterreno, es un buen negociador y sabe ser extraordinariamente simpático en la corta distancia.
Y, en lugar de eso, se pone al frente de Defensa a Alonso (que el pobre es más seco que la pata de Perico) y a Rubalcaba en Interior. Si las blancas sitúan en Interior a una de sus mejores piezas, quiere decir que es Interior (y no Defensa) la principal brecha que se quiere taponar.
A partir de ahora, podemos esperar un férreo intento de tapar el 11-M a costa de lo que sea: el portavoz del «Queremos saber» dedicado en cuerpo y alma a que los españoles no sepan.
Hace sólo unos pocos días que las blancas sacaron a pasear a su reina, pero el falso anuncio de falsa tregua de ETA no ha tenido tanta influencia como ellos esperaban, porque después de un clímax inicial de estupidez colectiva (que tampoco fue tan colectiva), la falsa euforia se les ha ido quitando a los españoles a medida que veían crecer la sonrisa en la cara de los batasunos y de los independentistas de diversos pelajes.
Ahora, las blancas vuelven a mover ficha y sacan a pasear a la torre, tratando de controlar las casillas del centro del tablero.
Mientras tanto, las negras, neutralizada ya la amenaza de la dama, siguen maniobrando con su línea de peones. En una partida tan cerrada y tan compleja como ésta, resulta muy habitual que las blancas recurran a iniciar un intercambio de piezas, para clarificar la posición. Bono ha sido la primera ficha en caer.
Sin embargo, sea como sea, los expertos que analizan la partida coinciden en su diagnóstico: las blancas juegan… y pierden.
Conclusiones
Los propios informes policiales nos permiten afirmar dos cosas. En primer lugar, que no existe constancia alguna de que las famosas siete tarjetas de Morata fueran activadas antes de los atentados. En segundo lugar, que la mochila de Vallecas no sólo no estuvo nunca en los trenes, sino que tampoco fue encontrada en Vallecas, ni tampoco fue encontrada a la hora que nos dijeron, sino varias horas antes.
Aquella mochila fue, muy probablemente, depositada en los recintos feriales de IFEMA, localizada varias horas antes de la hora oficial de aparición y trasladada a comisaría sólo después de saberse que contenía una bomba.
¿Por qué ese retraso en la comunicación de que había aparecido una bolsa-bomba en IFEMA? ¿Quién podía tener interés en retrasar ese hallazgo unas horas? ¿A quién se le comunicó la existencia de esa bomba, y a quién se le ocultó que esa bomba había aparecido? ¿Quién estuvo a cargo de la custodia de esa bolsa entre su hora de aparición «real» y la hora de aparición «oficial»? ¿Tuvo alguien oportunidad de manipular su contenido? Pero, sobre todo, la pregunta fundamental es: ¿quién depositó esa bomba en IFEMA?
A estas alturas, pocas dudas caben ya acerca del inmenso ejercicio de manipulación que se puso en marcha aquel 11 de marzo. Aunque aún nos queda mucho por averiguar.