9
Las palabras de Spock impulsaron a Kirk a la acción.
—Pistolas fásicas en modo paralizador —exclamó Kirk sacando la suya de debajo del uniforme—. Rand, Bones, hagan un barrido con los sensores. ¿Dónde están?
—En el exterior del edificio, capitán —informó Janice Rand, barriendo en círculo con el sensor.
—¿Cuántos son?
—Tres, señor.
—¿Establecemos nuestras posiciones defensivas aquí dentro? —quiso saber Scott.
—No, podrían quemar este edificio con nosotros dentro. Todavía están materializándose, por lo que aún no se han organizado. Los atacaremos antes de que tengan oportunidad de hacerlo ellos. —Kirk se encaminó hacia una de las grandes puertas del depósito—. Rand, McCoy, cúbrannos a Scotty y a mí. Iremos hacia el arroyo y los cogeremos en un fuego cruzado. Cuando hayamos llegado allí, los cubriremos a ustedes.
A pesar de que Kirk se hallaba en un campo de gravedad inferior al que estaba habituado, descubrió que no se desplazaba más rápido que Orun, que se le adelantó camino de la puerta, con su pistola mercaniana de un solo disparo desenfundada y lista para disparar para impresionar si era necesario. El mercaniano se situó con las piernas separadas y flexionadas en la puerta, sujetando el arma con ambas manos delante de sí, dispuesto a disparar.
Pero Orun bajó la pistola a un lado y luego la enfundó en el preciso momento en que Kirk y Scotty se preparaban para lanzarse precipitadamente a través de la puerta en dirección al arroyuelo cercano.
—¡Espere, James Kirk! ¡Nuestros visitantes son Delin y Othol con uno de los líderes de la Técnica! —gritó Orun—. Han venido tal y como yo esperaba que lo harían.
Kirk alzó una mano hacia su grupo de descenso pero no enfundó la pistola fásica.
—Orun, compruebe que están solos. Podrían ser una trampa de los procuradores.
—No es ninguna trampa —le aseguró Orun—. No con un prominente líder de la Técnica en el grupo.
El alto mercaniano salió al ardiente sol y se encaminó hacia el grupo de tres mercanianos que se aproximaban al almacén desde el linde del bosque, cerca del arroyo.
—¡Fuuuf! —Suspiró McCoy con alivio—. Que me hablen luego de la caballería que llega por la colina para rescatarlo a uno en el último momento…
—Es usted un romántico incurable, Bones —observó Kirk mientras guardaba la pistola fásica tras haber visto por sí mismo que se trataba realmente del grupo de rescate que Orun había anunciado.
—Bueno, quizá no en el último momento —agregó el médico, corrigiéndose—. Pero otro par de horas y las crecientes radiaciones Berthold lo habrían convertido en el último momento.
Kirk abrió el comunicador.
—Enterprise, aquí Kirk. Spock, la actividad de transportación que detectó usted era de un grupo de tres de los técnicos que venían a rescatarnos.
—Gracias por informarme, capitán. Estábamos preparándonos para sacarlos de allí —replicó la voz de Spock.
—No creo que eso vaya a ser necesario ahora, Spock. Hemos establecido contacto aquí con el grupo que tiene más posibilidades de ser capaz de ayudar a Scotty.
—Muy bien, señor, pero continúa habiendo una actividad de transportación considerable dentro de un radio de diez kilómetros del lugar en el que se encuentran ahora, aunque no es lo suficientemente intensa como para impedirnos obtener una buena fijación del transportador sobre ustedes. La prudencia dicta que nos mantengamos preparados para transferir a bordo a un grupo grande si es necesario —sugirió el primer oficial de la Enterprise.
—Es lógico, Spock.
—Por supuesto, capitán.
—¡Kirk, vengan! —los llamó Orun.
—Mantenga abierto este canal, Spock. —Se volvió a mirar a Janice Rand—. Mantenga su comunicador abierto y en contacto con Spock. Guarden todos las pistolas fásicas. Vayamos a conocer a nuestros rescatadores.
Kirk reconoció a la mujer, Delin, y al otro joven mercaniano, Othol, los cuales habían estado presentes cuando llegaron a la superficie del planeta. Saludaron al grupo de la Federación con las palmas de las manos hacia arriba, el signo mercaniano de bienvenida. Un hombre mercaniano de elevada estatura, obviamente de más edad que los otros, con cabellos ralos en la cabeza y zonas carentes de la pigmentación protectora en las mejillas y otros puntos prominentes del rostro, le tendió las palmas a Kirk.
—Bienvenido, James Kirk. Y bienvenidos sean sus compañeros. Soy Thallan de los Pares de la Técnica. Por favor, acepte las disculpas de la Técnica por no haber venido en su ayuda antes de ahora, pero no podíamos hacerlo sin provocar un enfrentamiento con los procuradores…
—Sus disculpas son aceptadas, Thallan —le replicó Kirk, ofreciéndole las palmas vueltas hacia arriba a modo de respuesta.
Comenzaba a presentar al resto de su grupo de descenso cuando Thallan lo interrumpió.
—Ya los conocemos, James Kirk. Las presentaciones formales tendrán que esperar hasta que nos hayamos desplazado a la seguridad de nuestra Reserva privada, debajo de Eronde —le dijo el líder de la Técnica—. No nos atrevemos a permanecer aquí fuera durante más tiempo porque Mercaniad se está volviendo cada vez más activo. También corremos el peligro de que los procuradores descubran nuestro desplazamiento hasta aquí, a pesar de que están muy ocupados en trasladar a la población a las Reservas…
Le entregó a Kirk un pequeño dispositivo mientras Orun distribuía otros entre los miembros de la Federación. Kirk lo identificó como un control de viaje mercaniano.
—Thallan, nosotros no somos de Mercan. No sabemos cómo manejar esto.
Thallan asintió con la cabeza.
—Tal y como lo había supuesto por el informe de Othol.
Muy bien, si siguen mis instrucciones, nos desplazaremos hasta nuestra Reserva…
La breve conferencia del líder de la Técnica sobre el manejo del control de viaje mercaniano, fue interrumpida por el armonioso sonido de una materialización múltiple de transportador.
En cuestión de segundos, todo el grupo se vio rodeado por nueve procuradores armados que se materializaron con las armas a punto para disparar.
El primer procurador Lenos se materializó a menos de cinco metros de Kirk y Thallan.
—Larga vida a ti, Thallan; y a Othol y Delin —dijo Lenos, con apenas un toque burlón en la voz—. Sabíamos que si aguardábamos el tiempo suficiente, morderíais el cebo de esta trampa e intentaríais rescatar a vuestras creaciones de la Técnica. Ahora, entréguenme todos los controles de desplazamiento. Vamos a viajar juntos, pero no a Eronde.
—Procurador Lenos, no tienes ningún derecho de detenernos, según el Código —protestó Thallan, sin hacer movimiento alguno de entregarle el control.
—Estoy actuando según el mandato del guardián uno de detener a estas cuatro creaciones de la Técnica y a cualquier mercaniano que las acompañe —replicó Lenos en un tono menos que cordial, mientras los amaneramientos de Mercan lo abandonaban a causa de la creciente tensión emocional del encuentro—. Han hecho descabelladas afirmaciones ante el grupo de los guardianes líderes referentes al Código de la Morada y las leyendas aceptadas del comienzo. Entrégame tu control de desplazamiento…
—Ellos no son creaciones de la Técnica, ni tampoco forman parte del grupo de la Técnica, Lenos —le replicó Thallan, que continuaba reteniendo su control—. No los había visto antes de ahora y lo único que sé de ellos es lo que me han contado Othol y Delin.
—No son de la Morada, Lenos —repitió Orun—. Ya se lo dije al guardián uno, pero él no me cree.
—Es por eso por lo que todos vosotros debéis acompañarme —ordenó Lenos—. Estáis todos afectados por esa misma locura y necesitáis reentrenamiento. Viajaremos con todos vosotros a la Reserva de Reentrenamiento, donde seréis examinados por los guardianes y sometidos a reentrenamiento… excepto vuestras creaciones deformes que serán utilizadas en estudios médicos…
Por lo que a Kirk respectaba, aquello estaba comenzando una vez más a escapársele de las manos a toda velocidad; la trampa de los procuradores que él había temido acababa de cerrarse y los estaba conduciendo a una situación que empeoraba rápidamente. Además, ¡aquello estaba caldeándose! En los rostros de los otros tres miembros de la Enterprise se apreciaban gotas de transpiración, mientras que el sudor le corría a él por la cara y se le metía en los ojos, haciendo que le costase ver sin frotárselos. Entonces supo por qué los mercanianos llevaban aquellas cintas en torno a la frente…
Era una situación en la que no tendría más remedio que actuar.
Kirk giró la cabeza para mirar a Janice Rand, que se hallaba de pie junto a él.
—¿Tiene abierto el canal de comunicación?
—Sí, señor.
Kirk se interpuso entre Lenos y Thallan, y levantó la vista hacia el procurador acorazado que se encumbraba por encima de él.
—¡Lenos, ha llegado el momento de demostrarle que digo la verdad! —Habló en voz muy alta con el fin de que el comunicador de Janice Rand captara su voz, y abrigando la esperanza de que Lenos no reaccionara de forma exagerada. Lenos no lo hizo; simplemente miró a Kirk con incredulidad mientras éste hablaba—. Enterprise, aquí Kirk. Spock, transfiérase de inmediato aquí. Equipo de transportador, manténganse alerta para trasladar a todo el grupo a bordo cuando dé la orden.
Contaba con la mente disciplinada de Spock para obedecer las órdenes de forma precisa e inmediata… y no se vio decepcionado.
Casi al instante, se produjo el sonido del rayo transportador de la Enterprise, a su izquierda. No lo había advertido hasta ese momento, pero había una ligera diferencia entre el sonido del desplazador mercaniano y el de la unidad transportadora de la Federación.
Spock apareció, con su figura magra casi tan alta como la de los mercanianos que lo rodeaban, pero sus cejas dirigidas hacia arriba y sus orejas en punta constituían una diferencia obvia y definitiva. Spock no sólo había actuado inmediatamente sino que se había anticipado a las órdenes de Kirk, ya que llevaba un sensor colgado del hombro y una pistola fásica tipo II escondida en la mano derecha.
—Damas y caballeros de Mercan, permítanme que les presente al primer oficial de la nave estelar Enterprise, y mi segundo al mando, el señor Spock, de Vulcano… otra morada de la vida —anunció Kirk con exagerada cortesía.
Thallan estaba evidentemente sorprendido por la apariencia del vulcaniano, pero su expresión se transformó lentamente en una de entusiasmo y deleite mientras echaba hacia atrás los labios en lo que era una sonrisa mercaniana.
Por otra parte, el procurador Lenos parecía confuso. Miró a Thallan, luego a Kirk y después a Spock.
—¿Cómo ha hecho eso? —inquirió Lenos con incredulidad—. Hemos puesto un bloqueo de desplazamiento en la central del sistema para evitar que nadie se desplace desde aquí como no sea con mi código de viaje.
—Existe una ligera diferencia en la forma de funcionar de nuestro desplazador, Lenos —le replicó Kirk, haciendo una conjetura.
—Totalmente correcto —agregó Spock—. Nosotros detectamos el campo suspensor y conseguimos rodearlo. Y en la nave estamos preparados, capitán, para emprender cualquier acción que sea necesaria.
Kirk sacó su pistola fásica y le indicó con un gesto a su grupo que hiciera lo mismo.
—Todos ustedes van a viajar con nosotros. Tenemos una Reserva en el cielo, un aparato de viaje que da vueltas constantemente en torno a la Morada. Lenos, usted y sus procuradores van, por favor, a entregarnos sus armas de inmediato.
—¡Aquí somos nosotros los procuradores! ¡Somos nosotros quienes damos las órdenes! ¡No ustedes! —gruñó Lenos, echándole mano a su pistola—. ¡Procuradores! ¡Disparen contra esta creación!
Los procuradores no tuvieron ni una sola oportunidad. Uno de ellos levantó su pistola de cañón largo y disparos múltiples, pero no llegó más allá. Spock reaccionó antes.
El procurador cayó al suelo, con el cerebro paralizado hasta la inconsciencia por el rayo de la pistola fásica de Spock.
Para entonces, Scotty y Janice Rand habían derribado a otros cuatro miembros de la patrulla de procuradores, utilizando el programa paralizador de sus pistolas fásicas.
Kirk no tuvo siquiera tiempo de reaccionar a causa de lo bien entrenada que estaba su gente.
Se produjo un largo momento de silencio absoluto mientras la realidad de lo que acababan de presenciar penetraba en la conciencia de los procuradores mercanianos restantes… y en la de cada uno de los otros mercanianos de la Técnica que se hallaban en el lugar.
—Gracias, Spock —dijo Kirk.
Spock estaba reprogramando su pistola fásica, y se limitó a alzar las cejas.
—¿Qué… qué es lo que les ha ocurrido a mis procuradores? —tartamudeó Lenos, bajando el arma.
Los otros tres, al ver que su jefe hacía aquello, también bajaron sus armas.
—Sólo están inconscientes. Se recuperarán dentro de poco —replicó Kirk—. Ya le dije que no éramos de la Morada. Lamento que haya hecho falta la violencia para demostrarles algo que no podían creer. Ahora, entreguen sus armas, Lenos. Thallan, si sus gentes de la Técnica mantienen las armas enfundadas, no les pediré que me las entreguen.
—James Kirk, usted y sus compañeros obviamente no proceden de la Morada, y poseen un poder técnico armamentístico muy superior al que tenemos nosotros —dijo el líder de la Técnica—. Estamos a su merced, señor.
—Muy por el contrario, son ustedes nuestros huéspedes —dijo Kirk con tono amable—. Y eso les incluye a ustedes, Lenos. Tenemos que transportar a diecisiete personas, así que comenzaremos por los procuradores, en grupos de seis…
Tal y como Kirk había esperado, los mercanianos se sintieron completamente deslumbrados al materializarse a bordo de la Enterprise. Aquello le proporcionó al destacamento de seguridad el tiempo suficiente para subir a la plataforma del transportador y acompañarlos, en proporción de un hombre por procurador.
—Instalen a la patrulla de procuradores en cabinas de reclusión —ordenó Kirk—. Thallan, Orun, Othol, Delin, Lenos… por favor, acompáñennos al comandante Spock y a mí al puente. Scotty, tiene la misión de conservar la energía para nuestros escudos. Bones, averigüe qué ha ocurrido con la muestra de sangre de Orun y vaya al puente con los datos en cuanto los tenga.
—Tiene toda la razón, capitán —murmuró Scotty, y desapareció en dirección al turboascensor que lo llevaría hasta la sección de máquinas.
—Es agradable estar de vuelta… ¡y considerablemente más fresco! —fue el comentario de McCoy—. Veamos qué ha sido lo que ha demorado tanto a M'Benga con el análisis de esa muestra…
Los miembros de la Técnica parecían mucho menos sobrecogidos por la nave espacial que el procurador Lenos, que abría la boca de asombro ante absolutamente todo. No cabía duda alguna de ello: en los ojos del procurador había miedo. Kirk sabía que la Enterprise escapaba completamente a la comprensión de Lenos. Tanto Orun como Delin parecían regocijados al ver la tecnología diferente que los rodeaba en la nave espacial.
Kirk los llevó al puente. En cuanto se abrieron las puertas del turboascensor, Spock se encaminó inmediatamente hacia la consola de la biblioteca de la computadora. Kirk abarcó el puente con un gesto de la mano.
—Mercanianos, éste es el centro de control de nuestro aparato de viaje.
—Esto es una burla de la Técnica —objetó el procurador Lenos—. De alguna forma, en alguna parte de la Morada, Thallan, han conseguido ustedes construir esta insólita reserva. Debo felicitarlos por haber hecho un trabajo tan magnífico. Es ciertamente mucho más cómoda que la Reserva de los guardianes… y presenta pruebas de una tecnología mucho mayor que cualquier cosa que nosotros o los guardianes habíamos sospechado jamás.
Thallan estaba mirando alrededor de sí, evidentemente impresionado, pero en un sentido intelectual más que en el sentido de temor y aprensión que demostraba Lenos.
—Lenos, tú sabes que soy uno de los miembros más viejos del grupo de la Técnica. Puede que no sepas que formo parte del Consejo de Pares de la Técnica que les proporciona consejo y guía a otros que se han decantado por la fe de la Técnica. Como miembro del Consejo, sé perfectamente qué es lo que se está haciendo en la Morada. Lenos, te hablo con la verdad, ¡esto no pertenece a la Técnica!
—¿Pero qué otra cosa puede ser?
—Procurador Lenos, tu mente no es diferente de la mía, excepto por el hecho de que yo he sido entrenado para adaptarme a acontecimientos nuevos, cosas nuevas y pensamientos nuevos —le dijo Thallan—. Tú has sido entrenado para acatar las órdenes de los guardianes sin cuestionarlas y aceptar sus dogmas… sin cuestionarlos. Puede que vaya a resultarte duro aceptar la realidad de este cambio que ha llegado a Mercan desde la Cinta de la Noche. Tendrás que aprender a aceptar este cambio… y ya no estarás capacitado para ejercer el cargo de primer procurador. De hecho, todos nosotros vamos a tener que aprender a aceptar algunos cambios que jamás habíamos previsto, ni siquiera en nuestras más descabelladas herejías sobre el Código.
Eso, por supuesto, era precisamente lo que le preocupaba en aquel momento al capitán James Kirk.
Pero a pesar de sus aprensiones por la posibilidad de haber violado la Orden General Número Uno, los primeros pensamientos de Kirk fueron dedicados al mando, la Enterprise y su tripulación, que en aquel momento se hallaban en peligro con muy pocas opciones a su disposición. De hecho, Kirk había tenido que estrechar considerablemente el abanico de opciones a causa de la presión de los acontecimientos.
De todas formas, entonces contaba con una opción nueva. Tenía al primer procurador de Mercan a bordo de la Enterprise para utilizarlo, si bien no como rehén, sí como tema de las negociaciones con Pallar y el resto de los guardianes una vez que se hubieran solucionado los problemas inmediatos planteados por la inestabilidad de Mercaniad. Y había llevado a bordo de la nave a por lo menos cuatro habitantes de Mercan, inteligentes y con conocimientos técnicos, algunos de los cuales sabían qué era lo que estaban viendo en la Enterprise y serían capaces de aplicar la tecnología de la Federación a la tecnología de Mercan cuando regresaran al planeta. El punto sin retorno ya había quedado atrás; ya no habría forma de que la Enterprise pudiera marcharse de Mercan, independientemente de cómo consiguiera Scotty hacer las reparaciones, sin dejar tras de sí una alteración permanente de la cultura mercaniana. La puerta a cualquier tipo de visita sin interferencias se había cerrado irrevocablemente detrás del capitán James T. Kirk.
Al margen de los conflictos internos que lo agitaban, Kirk tenía sus prioridades bien delimitadas y sabía qué era lo que había que hacer. Si dichas prioridades resultaban una violación flagrante de la Primera Directriz, estaba dispuesto a aceptar las consecuencias… incluso si ello significaba perder el mando de la nave que, sabía, tenía que salvar antes que nada.
—Señor Spock —dijo, dejando solos a los mercanianos durante un momento y acercándose adonde Spock se encontraba trabajando con la consola de la biblioteca de la computadora—. ¿Cuál es la situación respecto a Mercaniad?
Spock no apartó su atención de la pantalla.
—Capitán, hace varias horas que estoy fuera de contacto con la situación a causa de la necesidad de estar presente en la sala del transportador. En este momento estoy actualizando mis datos. El mejor informe que puedo proporcionarle en este momento es esquemático en el mejor de los casos.
—Bueno, pues dígame lo que sepa, Spock. ¿Qué está haciendo esa estrella?
—Todavía está incrementando la emisión constante dentro de todo el espectro electromagnético y emitiendo una cantidad de intensidad creciente de lo que podríamos denominar como rayos hiper–Berthold.
—¿De cuánto tiempo disponemos antes de que los escudos de la nave puedan encontrarse en peligro?
—Desconocido de momento, porque no he conseguido averiguar la tendencia definitiva a causa de la inestabilidad de las propias inestabilidades de esta estrella —replicó el vulcaniano con una voz carente de emoción—. Es la primera estrella de clase G del tipo variable irregular que hemos tenido la oportunidad de investigar y observar, capitán. Las otras estrellas de clase G de este tipo no se comportan de la misma forma porque se hallan rodeadas por uno o más planetas gigantes gaseosos de gran tamaño que producen un efecto demostrable sobre ellas a causa de la atracción gravitacional.
—Señor Spock, ¿dispongo de horas para tomar la decisión final… o sólo de unos minutos?
Spock interrumpió su trabajo, levantó los ojos que fijó sobre nada en particular, y pensó durante un largo momento antes de responder.
—Capitán, la mejor de mis estimaciones indica que dispone de siete horas coma tres antes de que la radiación sobrepase la fuerza de nuestros escudos. Esto suponiendo que, por supuesto, no podamos lanzar los torpedos de fotones al interior de la estrella como teníamos planeado antes de que el nivel de radiación sea demasiado elevado…
—Manténgame informado, señor Spock. Si tenemos que utilizar una parte de nuestra preciosa energía para apartarnos de Mercaniad, quiero saberlo lo antes posible con el fin de disponer del tiempo necesario para evaluar todas las opciones.
La cabeza de Spock estaba nuevamente en el visor encapuchado de la biblioteca de la computadora.
—Señor, puede tener la seguridad de que le informaré de cualquier dato nuevo en cuanto lo tenga en mis manos.
DIARIO DEL CAPITÁN: FECHA ESTELAR 5076.8
No podemos hacer otra cosa que aguardar los datos resultantes de las observaciones de Spock.
Tras abandonar el puente, llevé a los mercanianos a realizar un rápido recorrido por la nave. La Primera Directriz ya se ha visto comprometida, y existía la posibilidad de que yo pudiera averiguar algo más sobre el nivel de sofisticación de este pueblo aislado. Me siento estimulado, pero los mercanianos podrían estar averiguando de nosotros más cosas que nosotros de ellos.
Cuando Thallan descubrió qué era lo que estaba haciendo Spock, él y Othol se pusieron a cooperar con mi primer oficial, proporcionándole una insospechada fuente de información de las pasadas Pruebas y del comportamiento de Mercaniad, con las que podrá trabajar la biblioteca de la computadora.
Yo no sospechaba que Orun tuviera los suficientes conocimientos de física como para poder ayudar al ingeniero Scott, informándole de la naturaleza exacta de las radiaciones de Mercaniad con el fin de que los escudos pudieran ser ajustados de forma selectiva para rechazar las partes más intensas del espectro y así ahorrar energía. Delin está en la enfermería trabajando con el doctor McCoy en el laboratorio, ayudándolo a completar sus conocimientos de la biología de los mercanianos, donándole muestras de su propia sangre y tejido extraído mediante biopsia, así como trabajando junto con el doctor McCoy en los análisis, y ahorrándole así muchísimo tiempo.
Estos miembros del grupo de la Técnica de Mercan son una gente intelectualmente brillante, y no me preocuparía por la Primera Directriz ni por la posibilidad de hacer entrar a Mercan en la Federación si estuviera seguro de que todos los mercanianos poseen la misma calidad de sofisticación intelectual. Estos cuatro son indudablemente nuestros iguales en muchas áreas de la ciencia y la tecnología, aunque a veces desde un punto de vista y unos métodos completamente distintos, como uno puede sospechar a causa de su aislamiento.
Sin embargo, yo sé que no todos los mercanianos son como estos cuatro de la Técnica. Tras haber tratado con Pallar y su grupo de guardianes, me enfrento francamente con un problema que no sé cómo resolver, ni mucho menos, en este momento, cómo abordar. Parece que los guardianes no estarán dispuestos a renunciar a su dogma referente a que son la única morada de la vida en el universo. Cuando estos cuatro mercanianos regresen a Mercan con los conocimientos que están adquiriendo aquí, podrían sentirse lo suficientemente fuertes como para intentar derrocar a los guardianes. Si ése fuera el caso, puede que yo haya iniciado una guerra civil en el planeta… y deberé asumir toda la responsabilidad de haberlo hecho.
Mi gran problema es el procurador Lenos, que parece estar en un estado de shock desde un momento después de ver la Enterprise.
De hecho, mi mayor problema podría ser la organización de los procuradores dirigida por Lenos, e incluso el mismísimo Lenos. No es un hombre estúpido. Él muy bien puede convencerse de la realidad de la Enterprise y de las grietas del Código que tiene la responsabilidad de hacer cumplir. Si él llega a convencerse, ¿qué camino tomará y hacia dónde será capaz de conducir a la organización de los protectores?
Todo esto debe ser considerado como puras especulaciones introducidas en el registro con el único fin de dar cuenta de la evolución de mi propia línea de pensamiento mientras nos encaminamos hacia lo que parece ser un inevitable enfrentamiento que forzosamente provocará un cambio drástico en la cultura de Mercan.
En este punto y momento no dispongo de los datos suficientes como para emprender acción de ningún tipo. De hecho, no dispongo de datos suficientes para actuar con respecto a cualquier cosa hasta que el señor Spock me informe…
—Capitán Kirk, Spock informando —se oyó por el intercomunicador de la pared, emplazado por encima de la cabeza de Kirk.
Kirk no se había dado cuenta de que estaba tan cansado.
Se había tendido durante un momento… pero una rápida ojeada a su cronómetro le indicó que había dormido durante varias horas. Mientras sacudía la cabeza, medio dormido, tendió la mano hacia el botón de respuesta del intercomunicador.
—Aquí Kirk.
—Capitán, ¿podría venir al puente de inmediato, por favor?
—Voy hacia allí. —Kirk ni siquiera se molestó en preguntar el porqué. Si Spock quería que fuera al puente era porque o bien tenía algo que quería mostrarle, o bien algo que no deseaba confiarle a la seguridad del sistema de comunicaciones de la nave.
Kirk tardó menos de un minuto en llegar al puente y avanzar hasta donde se hallaba Spock. Tanto Thallan como Othol estaban con el oficial científico.
—Informe, señor Spock.
—Capitán, solicito permiso para lanzar de inmediato los torpedos de fotones, señor.
—Por supuesto, señor Spock. ¿Por qué necesita mi permiso para emprender una acción que yo ya había aprobado? —quiso saber Kirk.
—A causa de la negligencia por mi parte como oficial científico —replicó Spock sin emoción alguna.
—¿Negligencia? Explíquese.
—Señor, fui apartado de esta estación para proporcionarle la ayuda necesaria a la tripulación del transportador con el fin de llevar a cabo el rescate de la superficie del planeta —explicó Spock—. Durante mi ausencia de este puesto, la situación de la inestabilidad de Mercaniad fue más allá de mi control. Ha requerido todo mi tiempo desde el momento en que fui transferido de vuelta a bordo, junto con la ayuda de los miembros de la Técnica aquí presentes, el actualizar mis conocimientos y la biblioteca de la computadora en lo referente a la situación de Mercaniad…
—Spock, vaya al grano.
—Acabo de descubrir que ya es demasiado tarde para disminuir las explosiones de Mercaniad mediante el lanzamiento de los torpedos de fotones al interior de su núcleo.