13. EL PROYECTO ATMAN

Ya hemos visto que el desarrollo psicológico de los seres humanos persigue el mismo objetivo que la evolución natural: la creación de totalidades cada vez más inclusivas. Y, puesto que la Unidad última es Buda, Dios o Atinan (utilizando estos términos en su sentido más amplio como «Realidad Ultima»), de ello se deduce que el desarrollo psicológico se encamina hacia Atinan y forma parte de lo que nosotros denominamos proyecto Atinan.

También hemos visto que cada individuo porta consigo -envueltas o replegadas en su propio ser- todas las estructuras profundas de la conciencia y que además engloba y participa, desde el mismo comienzo, de la conciencia Atinan. Obviamente, un niño no está iluminado pero también es evidente, sin embargo, que no carece de Atinan. «Todo ser sensible -dice el Nirvana Sutra participa de la naturaleza de Buda.»3M «Dondequiera que haya conciencia -proclama El libro tibetano de los muertos-, existe Dharmakaya».10Anima Naturaliter Christiana, dice Tertuliano, lo que significa que «el alma está dotada desde el origen del conocimiento de Dios y que lo que Dios imparte de ese modo puede hallarse, a lo sumo, ensombrecido pero jamás anulado»."' «A esto se refiere el midrash hebreo cuando atribuye conocimiento al feto que está en el útero y cuando afirma que sobre su cabeza resplandece una luz que permite contemplar los confines del mundo.»279 Pero el alma no

El proyecto Atman

se contenta con ese potencial replegado y también intenta, desde el primer momento, actualizar y hacer realidad su naturaleza Atinan.

Este impulso que lleva a actualizar Atman constituye una parte fundamental del proyecto Atinan. Pero ciertamente sólo se trata de una parte porque, a pesar de que cada nuevo estadio del proceso de crecimiento psicológico suponga un mayor acercamiento a Dios, no constituye, sin embargo, más que una etapa del camino. Es decir, cada nuevo estadio del proceso de acercamiento a Dios todavía no es Dios, cada estadio es una búsqueda de Dios que tiene lugar en unas condiciones que no llegan a alcanzar a Dios. El alma aspira a la Unidad a través de las limitaciones del estadio presente, un estadio que todavía no es la Unidad. Y ésta es la otra vertiente del proyecto Atinan: lo que todo individuo quiere es Atman pero, para alcanzarlo, recurre a ciertas condiciones que ciertamente se lo impiden. De este modo, sólo es posible alcanzar la iluminación y la liberación en y como Dios al final del proceso de crecimiento psicológico, aunque esto sea lo único a lo que se aspire desde el principio. Adviértase, sin embargo, que en cada uno de los distintos estadios del proceso de crecimiento, el alma sólo aspira a la Unidad o Atinan y que cada uno de los estadios es menos que Atman y tiende entonces a convertirse, de manera consciente o inconsciente, en una solución de compromiso, en un sustituto de Atinan. Y esto es algo que ocurre, de manera automática, en todos y cada uno de los diferentes estadios, desde el inferior hasta el superior.

El caso es que cada uno de los estadios o niveles de crecimiento aspira a la Unidad absoluta pero por caminos, o bajo circunstancias, que necesariamente se lo impiden y que sólo le permiten pergeñar soluciones provisionales: unidades sustitutorias y gratificaciones sustitutorias. Y cuanto más primitivo sea el nivel, más rudimentaria será la unidad sustitutoria provisional. Cada nuevo estadio permite alcanzar una unidad jerárquicamente superior y el proceso continúa hasta que sólo existe la Unidad. El proyecto Atman, pues, debe proseguir hasta que sólo exista Atman. Ésta es la dinámica y éste es el objetivo mismo del proceso de crecimiento y desarrollo.

Si observamos cuidadosamente esta definición del proyecto Atman nos daremos cuenta de que presenta tres vertientes claramente diferentes. Por una parte decimos que «cada uno de los estadios o niveles de crecimiento aspira a la Unidad absoluta» (lo que denominamos tendencia Atman o Atman-telos); por la otra afirmamos que tal cosa ocurre «por caminos, o bajo circunstancias, que necesariamente se lo impiden» (la represión, la negación o la contracción de Atman) y, por último, «que sólo le permiten unidades sustitutorias y gratificaciones sustitutorias» (el proyecto Atman propiamente dicho, una solución de compromiso entre la tendencia hacia Atman y su represión). No quisiera, en este punto, entrar en detalles demasiado técnicos y me limitaré, por ello, a referirme a todo este complejo, en general, como proyecto Atman. El lector interesado sabrá discernir, por el contexto, a qué vertiente nos estemos refiriendo.

Variaciones en el proyecto Atman

En esta sección sólo nos proponemos describir la naturaleza del proyecto Atman desde diferentes puntos de vista, en abstracto, para tratar de comprender su estructura global. En los próximos capítulos examinaremos las formas concretas que asume el proyecto Atman en cada uno de los diferentes estadios del proceso de desarrollo.

Según la filosofía perenne, la naturaleza última de la realidad es sunyata o nirguna, 364 lo que suele traducirse como «vacuidad», «vacío» o «nada». Pero sunyata no significa vacío, carencia o ausencia. «Vacío», como señala R.H. Blyth, no significa desprovisto de rasgos distintivos sino inconsútil («el tejido inconsútil del universo» del que hablaba Whitehead). Sunyata significa simplemente que, al igual que los brazos, las piernas y los dedos son entidades completamente diferentes que también forman parte de un solo cuerpo, todas las cosas y todos los eventos del universo constituyen aspectos diferentes de la misma Totalidad, Fuente y Esencia de la Realidad única.` Esto, obviamente, es tan cierto para los hombres como para las mujeres. Es por ello que la psicología última es la psicología de la Totalidad esencial o del Todo supraconsciente. En cualquier caso, limitémonos simplemente a señalar que esta Totalidad es, según la psicología perenne, la realidad, la única realidad. En ningún lugar existe una entidad radicalmente separada, aislada e independiente.` No hay fisura alguna en el mundo, en las cosas, en los seres humanos ni en Dios.

De esto se desprende, por tanto, que el hecho de trazar fronteras o de erigir barreras para sustentar una sensación de identidad independiente de la Totalidad no sólo supone una ilusión sino que también requiere un gasto continuo de energía, una contracción constante, una forma, en suma, de represión. Y esta represión ensombrece la misma Totalidad anterior y constituye -como ya hemos sugerido en otro sitio4t0- la represión primaria, la represión ilusoria de la conciencia universal y su proyección como un yo interno frente a un mundo exterior, como un sujeto frente a un objeto.

Advirtamos, por tanto, que el sujeto o la sensación de identidad separada que experimentamos la mayor parte de los individuos normales se asienta en la superposición de una frontera ilusoria sobre la Totalidad anterior. A partir de ese momento, la Totalidad anterior se transforma en un sujeto-aquí-dentro que se halla frente a un objeto-ahí-fuera. De este modo, la frontera escinde a la Totalidad en un sujeto versus un objeto y termina oscureciendo (aunque, obviamente, no destruyendo) a la Totalidad anterior o Atman.

La filosofía perenne nos dice que la necesidad y el anhelo fundamental de todos los hombres y de todas las mujeres consiste en el redescubrimiento de esta Totalidad infinita y eterna." Porque Atman no sólo es la naturaleza esencial de todas las

almas sino que toda alma -o todo sujeto- sabe, o intuye, que eso es así. Todo individuo -todo ser sensible- intuye de continuo que su Naturaleza esencial es lo infinito y lo eterno, el Todo, la Totalidad, es decir, está dotado de una auténtica intuición de Atman. Anima Naturaliter Christiana.

Pero, al mismo tiempo, al sujeto le aterra la trascendencia porque ello supondría la «muerte» de la sensación de identidad independiente y aislada. El individuo sólo puede alcanzar la Totalidad anterior suprimiendo la frontera existente entre el sujeto y el objeto, lo cual implica la muerte del sujeto independiente, una perspectiva que necesariamente aterroriza al sujeto. El hecho de que el sujeto no pueda -o no quiera- desprenderse de su yo independiente -y, en ese mismo sentido, morir- le impide alcanzar la auténtica trascendencia y la gratificación superior en la Totalidad integral. Es así como, presa de sí mismo y de su subjetividad, amordaza a Atman y, aferrándose a su propio ego, se obstina en negar el resto de la Totalidad.

Pero, de este modo, el ser humano se ve abocado a un dilema auténticamente fundamental ya que lo que más desea es la trascendencia, la conciencia Atman, la Totalidad, pero, al mismo tiempo, lo que más teme es la pérdida de la sensación de identidad independiente, la «muerte» del ego o del sujeto independiente. Lo único que la persona desea es la Totalidad, pero esa Totalidad le da miedo y se resiste a ella (porque ello supondría la «muerte» de su sensación de identidad independiente). Y, de esa manera, el impulso que conduce hacia Atman se enfrenta a la represión de Atman. Este es realmente el «doble vínculo» en el que se encuentra atrapado el ser humano ante la eternidad, el último nudo que atenaza el corazón de la sensación de identidad independiente.

Por encima de cualquier otra cosa, el ser humano desea alcanzar la trascendencia pero, al no aceptar la necesaria muerte de la sensación de identidad independiente que aquélla conlleva, la busca por caminos, o a través de estructuras, que se lo impiden y le impulsan a buscar gratificaciones simbólicas sustitutorias. Estas gratificaciones sustitutorias (el sexo, el alimento, el dinero, la fama, la erudición, el poder, etcétera) pueden ser sumamente diversas pero todas ellas, en última instancia, son alternativas provisionales, meros sustitutos de la auténtica liberación en la Totalidad. Hoy podemos afirmar, con absoluta certeza -como hace Gilson, por ejemplo- que, «aun en medio de los placeres más mundanos, el ser humano está buscando a Dios». Esta es la auténtica razón por la que el ser humano es insaciable, ése es el auténtico motivo por el que todos los placeres anhelan lo infinito: lo único que la persona desea es Atman pero sólo encuentra meros sustitutos simbólicos. Este intento de recuperar la conciencia Atman por caminos, o bajo condiciones, que se lo impiden y le obligan a lanzarse a la búsqueda de sustitutos simbólicos es el proyecto Atman.

La vertiente subjetiva

Hasta la misma sensación de individualidad separada e independiente no es más que un mero sustituto de nuestra auténtica Naturaleza, un sustituto provisional de la Identidad trascendente, de la Totalidad última. Todo individuo intuye correctamente que su naturaleza esencial es Atman pero distorsiona esa intuición y la imputa a su sensación de identidad independiente. Entonces siente que su self independiente es inmortal, que es omniinclusivo, que es el centro del cosmos, que es extraordinariamente importante y sustituye, en suma, a Atman por su ego. Pero, en ese mismo instante, reemplaza la auténtica Totalidad atemporal por el deseo de vivir eternamente y la unidad con el cosmos por el deseo de apropiarse de él y, en lugar de ser uno con Dios, pretende simplemente suplantarlo.

A esto, precisamente, es a lo que nos referimos cuando hablamos de la vertiente subjetiva del proyecto Atman. Dado que el proyecto Atman se origina a partir de la separación entre su

jeto y objeto, la puesta en marcha del proyecto Atman exige una manipulación tanto del aspecto subjetivo como del aspecto objetivo de la conciencia (en breve volveremos a la vertiente objetiva). El aspecto subjetivo del proyecto Atman consiste en el deseo imposible de que el self individual sea inmortal, cosmocéntrico y omniimportante, pero es, al mismo tiempo, un deseo que se basa en la intuición correcta de que la auténtica Naturaleza del individuo es realmente infinita y eterna. Así pues el proyecto Atman no consiste en creer que nuestra naturaleza esencial sea ya Dios sino en considerar que nuestro ego debe llegar a ser Dios, inmortal, cosmocéntrico, todopoderoso y sin miedo a la muerte. Y el hecho es que o existe Atman o existe proyecto Atman.

Hubert Benoit tiene una cita extraordinaria sobre la naturaleza de la vertiente subjetiva del proyecto Atman: «Uno -comienza diciendo- debería preguntarse ¿cómo puede ser que [cualquier persona] llegue a aceptar ese estado temporal, ese estado limitado y mortal [que no es la Totalidad sino tan sólo un self separado] que es ciertamente inaceptable? ¿Cómo es posible vivir de ese modo?». Es decir ¿cómo puede uno vivir sin Atman? La respuesta, obviamente, hay que buscarla en la creación de sustitutos de ese estado y en el establecimiento de un proyecto Atman que haga (de manera consciente o inconsciente) que el yo independiente parezca Atman (cosmocéntrico, inmortal, divino, centro y motor de todo cuanto existe). ¿Cómo puede un alma, se pregunta Benoit, admitir la inadmisible situación de no ser consciente de Atman? «Lo logra, esencialmente, a través de su imaginación, esa facultad mental que le permite inventar un mundo subjetivo en el que él es el único principio motor. El hombre no se resigna a no ser la causa última del universo real [es decir, no se resigna a no ser Atman], debido a su reconfortante capacidad de crear un universo propio.» 27 Ésta es la vertiente subjetiva del proyecto Atman.

Vida y muerte

Una vez creada esta falsa sensación de identidad individual e independiente a partir de la Totalidad anterior, el self se ve enfrentado a dos grandes impulsos: el intento de perpetuar su propia existencia (Eros) y la lucha contra todo aquello que amenace su disolución (Thanatos). De este modo, esta falsa identidad -interna y aislada-, se resiste encarnizadamente, por una parte, a la muerte, la disolución y la trascendencia (Thanatos), mientras que aspira, por la otra, a la cosmocentricidad, la omnipotencia y la inmortalidad (Eros). Éstos son simplemente

los aspectos positivos y negativos del proyecto Atman: Vida y Muerte, Eros y Thanatos, Vishnú y Shiva.

Es esta división entre sujeto y objeto la que da lugar a dos grandes impulsos dinámicos: Eros y Thanatos, Vida y Muerte. Eros constituye, en última instancia, el deseo de recuperar la Totalidad anterior oculta desde el mismo momento en que se erigió la barrera que separa el self de los demás. Para poder volver a reunificar el sujeto y el objeto, al yo y a los demás, es necesaria la muerte y la disolución de la sensación de identidad independiente, que es precisamente la que se resiste a esa unión. Hasta que no llegue tal momento, Eros no podrá recuperar la verdadera unión, la auténtica Totalidad, y se verá, por tanto, impulsado a la búsqueda de sustitutos simbólicos de la Totalidad perdida, sustitutos que, para ser eficaces, deberán presentar como un hecho consumado el anhelo de la Unidad anterior. Eros, pues, es el impulso subyacente que estimula a la búsqueda, la comprensión, el deseo, la perpetuación, el amor, la vida, la voluntad, etcétera, un impulso, sin embargo, que nunca podrá ser saciado con meros sustitutos. Eros es el hambre ontológica.

Veamos ahora Thanatos, la muerte y el miedo a la muerte. A la psicología occidental le ha costado mucho llegar a comprender que existen, por lo menos, dos formas fundamentales de miedo y de angustia completamente diferentes. Una de ellas es el miedo patológico o neurótico, la angustia ligada a la «enfermedad mental», a los mecanismos de defensa patológicos o a la culpabilidad neurótica. Pero también existe otra forma de miedo que no tiene nada que ver con la neurosis ni con ningún tipo de perturbación mental sino con la auténtica percepción de la verdad, con el miedo esencial e ineludible inherente que necesariamente acompaña a toda sensación de identidad separada. La Naturaleza esencial del hombre es la Totalidad pero, cuando esa Totalidad se escinde en un yo independiente enfrentado a otro yo externo, la sensación de identidad independiente termina abocada a la toma de conciencia de la muerte y al miedo a la muerte. Este último, pues, no es un miedo circunstancial sino un miedo existencial, un miedo dado, un miedo intrínseco (un miedo que perdurará mientras persista una frontera que separe al sujeto del objeto) y la percepción de dicho miedo nada tiene que ver con la enfermedad mental sino con una auténtica toma de conciencia de la situación.

Desde hace, por lo menos, unos tres mil años, Oriente ha sido plenamente consciente de este hecho, un hecho que las Upanishads han resumido perfectamente con la frase: «Dondequiera que exista otro, existe el miedo». 191 Afortunadamente, sin embargo, después de varias décadas de intentos frustrados de la psiquiatría ortodoxa por tratar de reducir el miedo existencial a un sentimiento neurótico de culpabilidad, los psicólogos existenciales occidentales han conseguido descubrir y explicar este punto con tal claridad que ya no podemos seguir ignorándolo. «La angustia esencial, la archiangustia [la angustia primordial] -como la calificó el eminente psicólogo existencial Médard Boss es connatural a toda forma individual y aislada de existencia humana. En la angustia básica, el existente teme y ansía, al mismo tiempo, su ser-en-el-mundo.» 25 Obviamente, la mayor parte de nosotros no somos directamente conscientes de este miedo primordial subyacente que se oculta detrás de la fachada de nuestro ego cotidiano. Y Zilboorg nos explica el porqué:
Si fuéramos conscientes de continuo de este miedo seríamos incapaces de funcionar con normalidad. Para poder vivir con un mínimo de sosiego es necesario llegar a reprimir ese miedo... El miedo a la muerte tiñe

todo nuestro funcionamiento mental.... Nadie está libre

 

del miedo a la muerte. 436

El miedo a la muerte es inherente a la sensación de identidad separada, al sujeto aislado y, de una u otra forma, aparece dondequiera que exista una frontera. Y, cuando se activa la impronta de la muerte, el ser humano sólo tiene dos alternativas, porque, ante la muerte y ante Thanatos, los hombres y las mujeres sólo tienen dos posibilidades: negarla y reprimirla o bien trascenderla en la Totalidad supraconsciente. Mientras uno siga aferrado a la sensación de identidad independiente no le queda más remedio que reprimir a la muerte y al miedo a la muerte. Para trascender ese miedo uno debe trascender la sensación de identidad independiente. No hay nada que el yo independiente pueda hacer para desembarazarse realmente del miedo a la muerte, ya que el yo independiente es el miedo a la muerte, nacen juntos y sólo juntos desaparecerán. Lo único que el yo independiente puede hacer con la muerte es negarla, reprimirla, diluirla u ocultarla. El miedo a la muerte sólo podrá erradicarse definitivamente en la Totalidad supraconsciente, en la auténtica trascendencia, puesto que entonces se erradica también la sensación de identidad independiente. Pero, en palabras de Becker, hasta que llegue tal momento «la represión primaria no es la represión de la sexualidad sino la represión de la conciencia de la muerte» (las cursivas son suyas)."

El miedo a la muerte es, pues, un reflejo contra Thanatos. Pero ¿cuál es exactamente la naturaleza de Thanatos? ¿Cuál es su verdadero significado? Tal vez sea posible responder a esta pregunta del siguiente modo:

Hemos visto que en ningún lugar existen entidades radicalmente independientes y que la frontera existente entre sujeto y objeto es, en última instancia, ilusoria. Por tanto, la barrera irreal existente entre sujeto y objeto, entre uno mismo y los demás, debe ser recreada de continuo instante tras instante. Pero, al mismo tiempo, la fuerza de la realidad, la Totalidad última, también «empuja», instante tras instante, para tratar de derribar esa barrera. Y esa fuerza es precisamente Thanatos. Así pues, del mismo modo que el individuo va recreando, instante tras instante, las fronteras ilusorias, la realidad también conspira tenazmente, instante tras instante, para tratar de destruirlas.

El objetivo de Thanatos apunta, pues, realmente hacia la trascendencia. Thanatos no es una fuerza que trate de convertir a la vida en materia inorgánica (ésa, como veremos, es la fuerza de la «involución»), una repetición compulsiva, un principio homeostático, un instinto suicida. Thanatos es el poder de sunyata -el impulso que empuja a trascender todo tipo de fronteras- un impulso que aparece, sin embargo, ante los ojos del self, que no quiere -o que no puede- renunciar a sus fronteras (en cualquiera de los niveles), como una amenaza de muerte que pone en peligro su misma integridad.

El hecho es que, dondequiera que exista una barrera, Thanatos, el impulso de nuestra Naturaleza más profunda, no dejará de tratar de derribarla. Mientras haya fronteras, existirá Thanatos. Y, en tal caso, uno deberá someterse a Thanatos, al sacrificio y a la trascendencia o, por el contrario, deberá hacer algo con ese deseo de muerte, con ese impulso al sacrificio (es decir, uno tendrá que encontrar sacrificios sustitutorios). Y, como intenté demostrar en Después el Edén, 427 lo más despreciable de la conducta humana, lo que caracteriza al ser humano como el más repugnante de los animales, lo que le convierte en un asesino a gran escala, pertenece a la categoría de los sacrificios sustitutorios. Otto Rank lo expresó perfectamente en una frase que resume magistralmente todo cuanto puede decirse a este respecto: «El miedo a la muerte del ego se amortigua mediante el asesinato, o el sacrificio, del otro, mediante la muerte del otro, una forma de liberarse de la propia condena de muerte» .25 Freud dijo que «el deseo de matar sustituye al deseo de morir» y

Becker lo resumió diciendo que «la ofrenda de un cuerpo ajeno es una forma de trueque para librarse de la propia muerte» .26

Advirtamos que la negación de la muerte (y la búsqueda de sacrificios sustitutorios) construye la vertiente negativa del proyecto Atman, el aspecto «negativo» del intento de recuperar la conciencia Atman. Ya hemos señalado que, al crearse un self a partir de la Totalidad anterior, éste se ve enfrentado a dos grandes pulsiones, la perpetuación de su propia existencia ilusoria (Eros) y la lucha contra todo aquello que amenace su disolución (Thanatos). En el aspecto positivo (que no significa el «aspecto bueno», sino simplemente -como si se tratara del polo positivo de un imán- la vertiente erótica del proyecto Atman), busca todo tipo de gratificaciones sustitutorias con las que saciar su deseo de ser infinito, cosmocéntrico, todopoderoso, heroico y semejante a Dios. En el aspecto negativo

(la vertiente thanáti-, ca), por su parte, el proyecto Aman oculta o reprime todo aquello que suponga una amenaza de muerte, disolución, trascendencia y extinción y, para ello, crea todo tipo de sacrificios sustitutorios. La razón por la cual afirmamos que ambas pulsiones -la gratificación sustitutoria y el sacrificio sustitutorioforman parte del proyecto Atman es el hecho de que, a fin de cuentas, ambas obedecen a la intuición correcta de que nuestra Naturaleza esencial es realmente infinita y eterna pero que esta intuición se ve distorsionada apenas la imputamos a una sensación de identidad independiente que es necesariamente finita y mortal.

Así pues, Eros -el anhelo de vida, el deseo de poseerlo todo y de ser cosmocéntrico- obedece a la intuición correcta de que, en realidad, uno es la Totalidad. Pero, cuando esta intuición se aplica a la sensación de identidad independiente, termina adulterándose y convirtiéndose en el deseo de poseerlo todo. Así, en lugar de serlo todo, uno se limita simplemente a tratar de poseerlo todo. Éste es el fundamento de toda gratificación sustitutoria, ésta es la sed insaciable que padece todo yo independien

te, éste es, a fin de cuentas, el aspecto positivo del proyecto Atman, un anhelo que sólo puede saciarse con Atman.

Del mismo modo, la negación de la muerte (la vertiente negativa o thanática del proyecto Atman) se basa en la intuición correcta de que nuestra Naturaleza esencial es, en realidad, atemporal, eterna e inmortal y de que está más allá de toda forma. Pero, cuando esa ilusión de atemporalidad se imputa al yo independiente, se distorsiona y termina convirtiéndose en el simple deseo de vivir eternamente, de que la vida perdure para siempre, de escapar permanentemente de la muerte. De este modo, el individuo transforma el deseo trascendente de ser atemporal en el deseo de vivir eternamente y la eternidad se convierte en la negación de la muerte, la lucha por la inmortalidad y los sacrificios sustitutorios. Ésta es, repitámoslo una vez más, la vertiente negativa del proyecto Atman, un burdo proyecto de inmortalidad que sólo trata de negar la muerte.

La sensación de identidad independiente se halla, por tanto, a merced del proyecto Atman, un proyecto que le impele a tratar de recobrar la Totalidad perdida por caminos que se lo impiden y la obligan a buscar sustitutos simbólicos. Así pues, en lugar de hallar la auténtica Totalidad se ve impulsado por consideraciones sobre su mera existencia: Eros le impulsa a proseguir con su pseudoseparación y Thanatos introduce a la muerte y al miedo a la muerte. De este modo, la lucha vida contra la muerte, de Eros contra Thanatos, es la principal batalla, la angustia básica, el dilema fundamental al que se ve abocado toda sensación de identidad independiente, un estado de miedo primigenio que sólo se erradica cuando tiene lugar la auténtica trascendencia en la Totalidad.

La vertiente objetiva

Con esto llegamos al último gran aspecto del proyecto Atman porque, por más que la sensación de identidad independiente pretenda y aspire a la inmortalidad y a la cosmocentricidad, ese intento estará, en una u otra medida, inexcusablemente abocado al fracaso porque es incapaz de mantener hasta sus últimas consecuencias la farsa de estabilidad, permanencia, constancia e inmortalidad. James afirmó que el pavoroso rostro de la muerte está presente de continuo y que la calavera finalmente sonreirá en el banquete." A partir del momento en que aparece la sensación de identidad separada, la sombra de la muerte será su inseparable compañera y no habrá compensaciones, defensas ni represiones suficientes que puedan ocultar definitivamente ese espantoso espectro. No hay nada que el yo pueda hacer para escapar de esa aterradora imagen y es por ello que recurre a todo tipo de apoyos «externos» u «objetivos» que le ayuden a apuntalar el proyecto Atman, contribuyan a aliviar el miedo a la muerte y consoliden el engaño de que el yo es inmortal.

Estos apoyos externos pueden ser positivos o negativos, pueden estar al servicio de Eros o Thanatos. El individuo puede crear o aferrarse a una hueste completa de necesidades, deseos, propiedades, posesiones y bienes materiales externos u objetivos. Por ello busca la riqueza, la fama, el poder y el conocimiento y les atribuye un valor absoluto. Pero, dado que lo que los hombres y las mujeres buscan, en realidad, es precisamente lo absoluto, todos esos objetos externos, objetivos y finitos, no son más que meras gratificaciones sustitutorias. Son objetos sustitutorios, del mismo modo que el yo independiente es un sujeto sustitutorio.

Una vez más, Hubert Benoit describe con brillante precisión la naturaleza del proyecto Atman, en general, y de los objetos sustitutorios, en particular: «El hombre ambiciona a divinizarse en la esfera temporal porque ignora su auténtica esencia divina [Atman]. El hombre nace hijo de Dios y participa plenamente de la misma naturaleza del Principio Supremo del Universo pero olvida su origen y termina convenciéndose ilusoriamente de que no es más que ese cuerpo limitado y mortal que

perciben sus sentidos. Víctima de la amnesia, padece la sensación ilusoria de haber sido abandonado por Dios (cuando, en realidad, él es Dios) y deambula perdido por la esfera temporal en una búsqueda quimérica de afirmaciones que sostengan su divinidad...». 27 Al olvidar -e incluso negar- a Dios, sin dejar, no obstante, de intuir su existencia, «deambula perdido por la esfera temporal» en busca de objetos sustitutorios, al tiempo que trata de divinizarse internamente (sujeto sustitutorio). Ambos intentos son, por consiguiente, la inevitable consecuencia de la pérdida de esa Unidad radical que es la Totalidad única.

Vemos, por tanto, que hay dos vertientes del proyecto Atman
-la subjetiva y la objetiva- y dos aspectos -el positivo y el negativo, Eros y Thanatos-, y que esas cuatro facetas se combinan entre sí pudiendo hablarse incluso de Eros sujeto y de Eros objeto, de Thanatos sujeto y de Thanatos objeto. Pero todo esto no es más que la consecuencia y el producto de una barrera, puesto que, a partir del momento en que se erige una barrera ante la Totalidad esencial, esa Totalidad se transforma en un sujeto frente a un objeto. Entonces el yo subjetivo trata de recuperar la Totalidad anterior (a través de Eros) pero teme, al mismo tiempo, su propia disolución (Thanatos). Es así como se instituye, a guisa de compromiso, el proyecto Atman, imputando al sujeto las características intuidas de la Totalidad y tratando de que la parte se asemeje al Todo (cosmocéntrico, inmortal y negador de la muerte). Un sujeto sustitutorio en busca de objetos sustitutorios... y todo ello impulsado por el anhelo de llegar a Dios.

La forma de la muerte y del recuerdo

El proyecto Atman aparece en las formas más diversas siempre que Atman parece estar ausente, es decir, aparece en los reinos manifiestos. Pero ése, en realidad, es otro de los nombres de maya. El modo en que acabo de describirlo no es más que una de las formas más frecuentes y normales que adopta en los seres humanos. El proyecto Atman asume todo tipo de estructuras y de formas a lo largo del desarrollo humano, desde las inferiores hasta las más elevadas, desde el pleroma hasta las mismas inmediaciones del estadio último. Aparece incluso en el útero aunque, obviamente, en la forma más débil y rudimentaria. Nosotros no acusamos al niño de negar a Dios porque, en su caso, Atman todavía no ha tenido la oportunidad de emerger (eso es algo que sólo suele ocurrir -si es que lo hace- en la segunda mitad de la vida, en el Arco Interno). Lo único que afirmamos es que todos los individuos participan de Dios y que todos los seres sensibles lo intuyen. Eso es, a fin de cuentas, lo único que mantiene unido al cosmos. Los seres sensibles -de cualquier edad y condición- intuyen acertadamente que su propia esencia es Atman y tratan de alcanzarla con, bajo, o a través de las condiciones, limitaciones y capacidades concretas propias de su nivel particular de adaptación. Y, en la medida en que intuyen a Atman, imputan esa intuición al nivel en el que se encuentren.

Pero no debemos olvidar que una parte del proyecto Atman consiste realmente en la búsqueda de Atman (es decir, «Atman-telos»). Desde el mismo comienzo, todas las criaturas intuyen a Dios, desde el primer momento, los hombres y las mujeres intuyen su naturaleza Atman esencial, y esto, por así decirlo, actúa como un gigantesco imán en la conciencia, impulsándola a avanzar y ascender hacia la perfecta liberación en la Totalidad supraconsciente. Pero también les encamina, como medida provisional y paliativa, hacia la búsqueda de sustitutos de Atman: sujetos sustitutorios, objetos sustitutorios, gratificaciones sustitutorias, sacrificios sustitutorios, proyectos de inmortalidad, aspiraciones cosmocéntricas y prendas de trascendencia.

Bajo esta presión, se van creando estructuras sucesivas de conciencia que luego son abandonadas y terminan trascendiéndose, se estructuran y terminan superándose. Estas estructuras se crean como sustitutos de Atman y se abandonan una vez que fracasan en su intento. De este modo prosigue la evolución a lo largo de una serie de intentos abortados -vía proyecto Atman- de alcanzar la conciencia Atinan, acercándose, a cada nuevo paso, un poco más a Atinan.

A lo largo del proceso de desarrollo, van apareciendo estructuras cada vez más evolucionadas, pero las nuevas estructuras sólo emergen -como gratificaciones también sustitutorias- cuando las gratificaciones sustitutorias inferiores son finalmente descartadas. Cuando se desarticulan las formas inferiores de Eros, otras estructuras nuevas y superiores cada vez más sutiles reclaman la atención hasta que, después de haber experimentado todos los sustitutos posibles de la Unidad y habiéndolos hallado insatisfactorios, sólo perdura la Unidad.

Una vez creado un nuevo nivel de desarrollo -una sensación de identidad provisional nueva y superior- por transformación vertical de la estructura profunda propia del nivel anterior, el Eros del nuevo nivel se ocupa, por medio de traducciones horizontales, de integrar las estructuras superficiales de ese estadio en una totalidad supraordenada. Dado que no es capaz de alcanzar la auténtica y verdadera Unidad, intenta al menos -como estrategia sustitutoria- unificarse. Estas traducciones de Eros siguen organizando y desarrollando las características emergentes y las estructuras superficiales del nuevo nivel, estabilizándolo y consolidándolo por medio de la integración de los nuevos sustitutos simbólicos de orden superior. Y este proceso de traducción prosigue hasta que, por diversas razones, resulta inadecuado, momento en el cual la traducción fracasa y comienza la nueva transformación.

Las razones por las que una traducción fracasa son numerosas y varían de un nivel a otro del espectro. En general, sin embargo, podemos afirmar que, mientras que Eros excede a Thanatos (en un determinado nivel), la traducción prosigue y se consolida el equilibrio. El proceso de búsqueda y de estabilización propios del nivel en cuestión se encuentra satisfecho con las gratificaciones sustitutorias que parecen saciar el deseo de Unidad. Pero cuando Thanatos supera a Eros la traducción en cuestión se desmorona, termina siendo abandonada y tiene lugar una transformación a otra modalidad del yo, a la que sigue una nueva traducción y el recuerdo de una nueva estructura profunda, que permite aprender nuevas estructuras superficiales.

Esencialmente, esto significa que la conciencia abandona su identificación exclusiva con la estructura inferior, «muere» con respecto a la misma, acepta el Thanatos del nivel inferior, muere a ese nivel y, por consiguiente, se desidentifica de la estructura inferior y, al aceptar la muerte del nivel inferior, termina trascendiéndolo.

Como ya hemos visto, cuando emerge una estructura de or'den superior el yo se identifica con ella. Así se crea un nuevo tipo de sensación de identidad, con nuevas formas de búsqueda del Eros. Y este nuevo tipo de yo se enfrenta a un nuevo tipo de miedo o de impronta de la muerte que no es otra cosa más que el intento del self de conservar su nueva sensación de identidad. Un nuevo yo, un nuevo otro y, eh consecuencia, una nueva muerte y una nueva negación de la muerte. Y la nueva traducción proseguirá mientras que el Eros de ese nivel supere a Thanatos, mientras lo alcanzado supere al vacío (sunyata), mientras la nueva estructura cumpla con su cometido de gratificación sustitutoria y no vea frustrado su deseo. Pero cuando tal cosa ocurra, cuando Thanatos supere a Eros, el self se verá obligado a aceptar la «muerte» del nivel inferior, se desidentificará del mismo -trascendiéndolo- y trasladará su identidad a la estructura superior emergente que, a su vez, acometerá nuevas formas de Eros y se enfrentará a nuevas amenazas de Thanatos y de la muerte.

Nos ocuparemos de este tema en los próximos capítulos, pero, por el momento, veamos unos pocos ejemplos.
Según hemos visto, en el estadio del ego corporal el self se hallaba casi exclusivamente identificado con las emociones y los instintos corporales. En ese nivel, la búsqueda de Eros es instintiva, biológica, visceral y, cuando dichos instintos se ven traumáticamente frustrados (como ocurre, por ejemplo, en el caso del hambre que impulsa al niño hacia el pecho de la madre), experimentará dicho contratiempo como una verdadera amenaza de muerte. En este nivel, el instinto y el yo son lo mismo y, por consiguiente, entorpecer el instinto equivale a entorpecer el yo.
Pero con la emergencia de la mente verbal el yo se diferencia o desidentifica de su vínculo exclusivo con los instintos y desplaza su identidad esencial al yo verbal (la persona). Ahora es capaz de aceptar -con sus limitaciones, claro está- la frustración del instinto del hambre. Ya no «muere» cuando no puede satisfacer de un modo inmediato su apetito, sino que simplemente aumenta su necesidad. Pero ahora dispone de un nuevo yo, y este nuevo yo se ve enfrentado a nuevas necesidades y a nuevas amenazas de muerte. La humillación, por ejemplo, constituye una amenaza de muerte para la persona, dado que el yo -que ahora está identificado con la persona- experimenta literalmente una especie de muerte cuando la persona se ve «desacreditada», humillada o queda en ridículo. En tal caso, no es extraño escuchar que la persona diga: «¡Casi muero de vergüenza! ». Esto ocurre y seguirá ocurriendo mientras el yo siga identificado con la persona (mientras Eros supere a Thanatos) y sólo cesará en el momento en que la sensación de identidad se desidentifique de la persona, acepte su muerte, la trascienda y se asiente en otra estructura superior y más inclusiva. Este tipo de proceso, como veremos, se repite en cada nuevo estadio del desarrollo. Y, cuando la sensación de identidad se ha desidentificado y ha trascendido todas las estructuras, sólo queda lo Infinito; cuando se han muerto todas las muertes, sólo existe Dios.
Todo esto, obviamente, .parece un tanto abstracto. En los próximos capítulos nos dedicaremos, no obstante, a examinar las formas del proyecto Atman que aparecen en cada uno de los diferentes niveles de conciencia. Veremos cómo cada nivel se esfuerza, de manera consciente o inconsciente, por alcanzar la Unidad (Atman-telos) recurriendo a ciertas condiciones que necesariamente se lo impiden (represión Atman) y le obligan a forjar gratificaciones sustitutorias (proyecto Atman). Cuando estos sustitutos dejan de ser satisfactorios se abandona el nivel inferior (se acepta su muerte) y se crea un nuevo nivel de orden superior -que, aunque sigue siendo un sustituto, se halla, no obstante, más cercano a lo Real-, hasta que sólo exista lo Real y el alma se funda con la Totalidad supraconsciente, que es -y ha sido- su primer y único anhelo.