Notas Sección 3
(1) En la 4.ª edición sigue aquí el subtítulo. 1 Proceso de trabajo. <<
1 «En escasa cantidad y completamente independientes del hombre, los productos espontáneos de la tierra parece que los concediera la naturaleza del mismo modo que a un joven se le entrega una pequeña suma, con la mira de encaminarlo hacia la laboriosidad y para que forje su fortuna.» (James Steuart, Principles of Political Economy, Dublín, 1770, vol. I, p. 116). <<
2 «La razón es tan astuta como poderosa. La astucia consiste, en general, en la actividad mediadora que, al hacer que los objetos actúen unos sobre otros y se desgasten recíprocamente con arreglo a su propia naturaleza, sin injerirse de manera directa en ese proceso, se limita a alcanzar, no obstante, su propio fin.» (Hegel, Enzyklopädie, primera parte, Die Logik, Berlín, 1840, p. 382.) <<
3 En su obra, por lo demás lamentable, Théorie de l’économie politique, París, 1815, Ganilh enumera acertadamente, polemizando con los fisiócratas, la larga serie de procesos de trabajo que constituye el supuesto de la agricultura propiamente dicha. <<
4 En las Réflexions sur la formation et la distribution des richesses (1766), Turgot expone convenientemente la importancia del animal domesticado para los inicios de la cultura. <<
5 De todas las mercancías, los artículos suntuarios propiamente dichos son los más irrelevantes para comparar en el dominio tecnológico las diversas épocas de la producción. <<
5bis Nota a la 2.ª edición. —Por poco que se haya ocupado la historiografía, hasta el presente, del desarrollo de la producción material, o sea, de la base de toda vida social y por tanto de toda historia real, por lo menos se han dividido los tiempos prehistóricos en Edad de Piedra, Edad del Bronce y Edad del Hierro, conforme al material de las herramientas y armas y fundándose en investigaciones científico-naturales, no en investigaciones presuntamente históricas. <<
6 Parece paradojal denominar medio de producción para la pesca, por ejemplo, al pez que aún no ha sido pescado. Pero hasta el presente no se ha inventado el arte de capturar peces en aguas donde no se encontraran previamente. <<
7 Esta definición de trabajo productivo, tal como se desprende del punto de vista del proceso laboral simple, de ningún modo es suficiente en el caso del proceso capitalista de producción. <<
8 Storch diferencia la materia prima propiamente dicha como «matière», de los materiales auxiliares o «matériaux» [86] Cherbuliez denomina «matières instrumentales» a los materiales auxiliares [87]. <<
[86] (W) Henri Storch, Cours d’économie politique, ou exposition des principes qui déterminent la prospérité des nations, t. I, San Petersburgo, 1815, p. 228. — 220. <<
[87] (W) Antoine-Elisée Cherbuliez, Richesse ou pauvreté. Exposition des causes et des effets de la distribution actuelle des richesses sociales, París, 1841, p. 14. — 220. <<
(2) En la 4.ª edición, «ese producto» en vez de «esos productos». <<
9 No cabe duda de que es por esta razón, de lógica irresistible, que el coronel Torrens descubre en la piedra del salvaje… el origen del capital. «En la primera piedra que [el salvaje] arroja al animal que persigue, en el primer palo que empuña para voltear la fruta que está fuera de su alcance, vemos la apropiación de un artículo con la mira de coadyuvar en la apropiación de otro, descubriéndose así… el origen del capital.» (R. Torrens, An Essay…, pp. 70, 71.) Con toda probabilidad, aquel primer palo [Stock] explica por qué en inglés stock es sinónimo de capital. <<
(3) 3.ª y 4.ª ediciones: «personal» en vez de «subjetivo». <<
10 «Los productos son objeto de apropiación antes de transformarse en capital; su transformación no los sustrae a esa apropiación.» (Cherbuliez, Richesse ou pauvreté, París, 1841, p. 54.) «Al vender su trabajo por una cantidad determinada de medios de subsistencia (approvisionnement), el proletario renuncia por entero a toda participación en el producto. La apropiación de los productos se mantiene al igual que antes; la mencionada convención no la ha modificado en modo alguno. El producto pertenece exclusivamente al capitalista que ha proporcionado las materias primas y los medios de subsistencia. Es ésa una consecuencia rigurosa de la ley de la apropiación, cuyo principio fundamental era, por el contrario, el derecho de propiedad exclusiva que cada trabajador tiene con respecto a su producto.» (Ibídem, p. 58.) Véase J. Mill, Elements of…, pp. 70, 71: «Cuando los trabajadores reciben salario por su trabajo […] el capitalista es entonces el propietario no sólo del capital» (Mill se refiere aquí a los medios de producción) «sino también del trabajo (of the labour also). Si lo que se paga en calidad de salarios está incluido, como suele ocurrir, en el concepto de capital, es absurdo hablar separadamente del trabajo como de algo separado de aquél. Así empleada, la palabra capital incluye tanto el trabajo como el capital». <<
(4) En la 4.ª edición figura entre estos dos párrafos el subtítulo: 2. Proceso de valorización. <<
11 «No sólo afecta al valor de las mercancías el trabajo aplicado directamente a las mismas, sino también el empleado en los implementos, herramientas y edificios que coadyuvan a ese trabajo.» (Ricardo, On the Principles.… p. 16). <<
(5) Sigue aquí en la 3.ª y 4.ª ediciones: «esto es, gasto de la fuerza vital del hilandero durante una hora». <<
(6) En la 3.ª y 4.ª ediciones esta frase comienza así: «Al igual que el trabajo mismo, también la materia prima se manifiesta»… <<
(7) En la 3.ª y 4.ª ediciones dice así esta frase secundaria: «porque la fuerza de trabajo se gastó bajo la forma de actividad de hilar y bajo esa forma se agregó a ella». <<
12 Estos números son completamente arbitrarios. <<
13 Es ésta la tesis fundamental sobre la que se funda la doctrina fisiocrática acerca de la improductividad de todo trabajo no agrícola, tesis irrefutable para los economistas… profesionales. «Esta manera de imputar a una sola cosa el valor de muchas otras» (por ejemplo al lino el consumo del tejedor), «de aplicar, por así decirlo, capa sobre capa, diversos valores sobre uno solo, hace que éste crezca en la misma proporción… El término adición describe muy bien la manera en que se forma el precio de las cosas producidas por la mano de obra, ese precio no es sino un total constituido por diversos valores consumidos y sumados; ahora bien, sumar no es multiplicar.» (Mercier de la Rivière, L’ordre naturel…, p. 599). <<
14 Así, por ejemplo, en 1844-1847 retiró de la actividad productiva una parte de su capital a fin de especular en acciones ferroviarias. Así, durante la guerra civil norteamericana cerró la fábrica y echó a la calle a los obreros para jugar en la bolsa algodonera de Liverpool. <<
[88] La traducción literal del dicho alemán sería: «Donde no hay nada, el emperador ha perdido su derecho». La sustituimos por su equivalente español: «Al que no tiene, el rey le hace libre», frase proverbial con la cual, como explica la Academia, se da a entender que el insolvente queda indemne. — 232. <<
15 «Deja que te ensalcen, adornen y blanqueen… Pero quien toma más o mejor» (de lo que dio) «comete usura, y esto no se llama servicio, sino daño inferido a su prójimo, como cuando eso ocurre con hurto y robo. No todo lo que llaman servir y ayudar al prójimo es servirlo y ayudarlo. Pues una adúltera y un adúltero se hacen uno al otro gran servicio y placer. Un reitre le presta un gran servicio de reitre a un incendiario asesino cuando lo ayuda a robar por los caminos y a destruir vidas y haciendas. Los papistas les hacen a los nuestros el gran servicio de no ahogarlos, quemarlos o asesinarlos a todos, o hacer que todos se pudran en la prisión, sino que dejan a algunos con vida y los destierran o les confiscan sus bienes. El diablo mismo presta a sus servidores un grande, un enorme servicio… En suma, el mundo está colmado de grandes, excelsos, diarios servicios y beneficios.» (Martín Luther, An die Pfarrherrn…, Witenberg, 1540.) <<
16 Al respecto he observado en Zur Kritik…, p. 14, entre otras cosas: «Se comprende qué gran “servicio” habrá de prestar la categoría “servicio” (service) a cierto género de economistas, como Jean-Baptiste Say y Frédéric Bastiat». <<
[89] Caso que lo hace reír. — Marx parafrasea palabras del Faust (parte I, «Estudio»): «Der Kasus macht mich lachen» (el caso me hace reír). — 235. <<
[90] Tout [est] pour le mieux dans le meilleur des mondes possibles (todo va de la mejor manera en el mejor de los mundos posibles). — Con variantes, esta frase aparece reiteradas veces en Cándido (caps. I, III, VI, XXX); Voltaire satiriza con ella la tesis de Leibniz (Teodicea, I, 8), según la cual «Dios no habría creado el mundo si éste no fuera el mejor de todos los posibles». — 236; 965. <<
[91] Cual si tuviera dentro del cuerpo el amor. — Goethe, Faust (parte I, «Taberna de Auerbach»). En la canción de los bebedores, la rata envenenada salta de angustia, «cual si tuviera dentro del cuerpo el amor». — 236. <<
(8) En la 3.ª y 4.ª ediciones, «útil» en vez de «efectivo». <<
(9) en la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega: «de manera útil». <<
17 Es ésta una de las circunstancias que encarecen la producción fundada en la esclavitud. Al trabajador se lo distingue aquí, según la certera expresión de los antiguos, sólo como instrumentum vocale [instrumento hablante] del animal como instrumentum semivocale [instrumento semimudo] y de la herramienta inanimada como instrumentum mutum [instrumento mudo] [92]. Pero él mismo hace sentir al animal y la herramienta que no es su igual, sino hombre. Adquiere el sentimiento de la propia dignidad, de la diferencia que lo separa de ellos, maltratándolos y destrozándolos con amore [93]. En este modo de producción, por tanto, rige como principio económico el de emplear únicamente los instrumentos de trabajo más toscos y pesados, que precisamente por su tosca rusticidad son los más difíciles de estropear. Hasta el estallido de la guerra civil, por eso, era posible hallar en los estados esclavistas ribereños del golfo de México arados similares a los de la antigua China, que hozaban en el suelo como los cerdos o los topos, pero no lo hendían ni daban vuelta. Cfr. J. E. Cairnes, The Slave Power, Londres, 1862, p. 46 y ss. En su Seabord Slave States [pp. 46, 47] narra Olmsted, entre otras cosas: «Me han mostrado herramientas, aquí, con las cuales entre nosotros ninguna persona en sus cabales permitiría que se abrumara a un trabajador por el que estuviera pagando salario; el excesivo peso y tosquedad de las mismas, a mi juicio, hacen que el trabajo sea cuando menos diez por ciento mayor que con las usadas habitualmente entre nosotros. Y se me asegura que, de la manera negligente y torpe con que necesariamente las usan los esclavos, no podría suministrárseles con buenos resultados económicos ninguna herramienta más liviana o menos tosca, y que herramientas como las que confiamos regularmente a nuestros trabajadores, obteniendo con ello beneficios, no durarían un día en un trigal de Virginia, pese a ser suelos más livianos y menos pedregosos que los nuestros. Así también, cuando pregunto por qué las mulas sustituyen de manera casi universal a los caballos en los trabajos agrícolas, la razón primera y manifiestamente la más concluyente que se aducía era que los caballos no podían soportar el tratamiento que siempre les dan los negros; en sus manos, quedan pronto despeados o tullidos, mientras que las mulas soportan los apaleos o la falta de un pienso o dos, de cuando en cuando, sin que ello las afecte físicamente o se resfríen o enfermen porque se las abandone o haga trabajar en exceso. Pero no necesito ir más allá de la ventana del cuarto en que escribo para observar, casi en cualquier momento, que al ganado se le da un tratamiento que en el Norte aseguraría el despido inmediato del arriero por parte del granjero». <<
[92] Marx cita a Varrón según Dureau de la Malle: «Para Varrón, el esclavo es un instrumentum vocale, el animal un instrumentum semi-mutum, el arado un instrumentum mutum» (Dureau de la Malle, Économie politique des romains, París, 1840, t. I, pp. 253-254; cit. en Grundrisse…, ed. cit., p. 719). Aunque en germen, no con tanta nitidez, esta idea aparece ya en la Política de Aristóteles: «[…] De los instrumentos, unos son inanimados y otros animados […]. El esclavo [es] una posesión animada.» (Cfr. Aristóteles, Política, México, Bibliotheca Scriptorum Græcorum et Romanorum Mexicana, 1963, libro I, cap. II, p. 6.)— 238; 843. <<
[93] Con amore (con amor [con placer, con agrado]). — Marx toma del poeta alemán Christoph Wieland (1733-1813) la expresión italiana, que éste solía usar en sus obras y traducciones (en su versión de las Epístolas de Horacio, por ejemplo, Wieland traduce «gaudent scribentes» por «sie schreiben con amore»). — 238. <<
18 La diferencia entre trabajo calificado y trabajo simple, «skilled» y «unskilled labour», se funda en parte en meras ilusiones, o por lo menos en diferencias que hace ya mucho tiempo han dejado de ser reales y que perduran tan sólo en el mundo de las convenciones inveteradas; en parte en la situación de desvalimiento en que se hallan ciertas capas de la clase obrera, situación que les impide, más que a otras, arrancar a sus patrones el valor de sus fuerza de trabajo. Circunstancias fortuitas desempeñan en ello un papel tan considerable, que los mismos tipos de trabajo cambian de lugar. Por ejemplo, allí donde las reservas físicas de la clase obrera están debilitadas y relativamente agotadas, como en todos los países de producción capitalista desarrollada, en general los trabajos brutales, que requieren gran fuerza muscular, sobrepujan a trabajos mucho más finos, que descienden a la categoría de trabajo simple; por ejemplo, en Inglaterra el trabajo de un bricklayer (albañil) pasa a ocupar un nivel muy superior al de un tejedor de damascos. Por la otra parte, figura como trabajo «simple» el que efectúa un fustian cutter (tundidor de pana), aunque se trata de una actividad que exige mucho esfuerzo corporal y es por añadidura altamente insalubre. Por lo demás, no sería correcto suponer que el llamado «skilled labour» constituya una parte cuantitativamente considerable del trabajo nacional. Laing calcula que en Inglaterra (y Gales) la subsistencia de más de 11 millones depende del trabajo simple. Una vez deducidos, de los 18 millones de personas que cuando se publicó su obra componían la población, 1 millón de aristócratas y 1.500.000 de indigentes, vagabundos, delincuentes, prostitutas, etc., restan 4.000.000 (10) integrantes de la clase media, entre ellos pequeños rentistas, empleados, escritores, artistas, maestros, etc. Para llegar a esos 4 (11) millones, incluye en la parte activa de la clase media, además de los banqueros, etc., ¡a todos los «obreros fabriles» mejor pagos! Ni siquiera los brickayers quedan fuera de los «trabajadores elevados a alguna potencia». Obtiene así los mencionados 11 millones. (S. Laing, National Distre…, Londres, 1844[, pp. 49-52, y pássim].) «La gran clase que no tiene nada que dar a cambio de los alimentos, salvo trabajo ordinario, constituye la gran masa del pueblo.» (James Mill, en el artículo «Colony», Supplement to the Encyclopædia Britannica, 1831.) <<
(10) En la 4.ª edición: «4.650.000». <<
(11) En la 4.ª edición: «4 2/3». <<
19 «Cuando nos referimos al trabajo como medida de valor, queda implícito, necesariamente, que se trata de trabajo de un tipo determinado… siendo fácil de averiguar la proporción que otros tipos de trabajo guardan con aquél.» ([J. Cazenove,] Outlines of Political Economy, Londres, 1832, pp. 22. 23.) <<
20 «El trabajo produce una creación nueva a cambio de otra que se extingue». (An Essay on the Political Economy of Nations, Londres, 1821. p. 13). <<
(12) En el original: «en un caso será seis veces menor, en el otro seis veces mayor». Véase seis líneas más arriba. <<
21 No consideramos aquí las reparaciones de los medios de trabajo, máquinas, edificaciones, etc. Una máquina en reparaciones no funciona como medio de trabajo, sino como material de trabajo. No se labora con ella sino en ella misma para recomponer su valor de uso. Para nuestro fin, siempre deben concebirse tales trabajos de reparación como incluidos en la labor que se requiere para la producción del medio de trabajo. En el texto nos referimos al deterioro que ningún médico puede curar y que paulatinamente suscita la muerte, a «ese tipo de desgaste que es imposible reparar de tiempo en tiempo y que, por ejemplo, reduce finalmente un cuchillo a tal estado que el cuchillero dice que ya no vale la pena ponerle hoja nueva». Hemos visto en el texto que una máquina, por ejemplo, participa íntegramente en todo proceso aislado de trabajo, pero sólo fraccionadamente en el proceso simultáneo de la valorización. Conforme a ello corresponde juzgar la siguiente confusión conceptual: «El señor Ricardo se refiere a una parte del trabajo efectuado por el mecánico que produce máquinas de hacer medias» como si, por ejemplo, esa parte estuviera contenida en el valor de un par de medias. «Sin embargo el trabajo global que produjo cada par de medias… incluye el trabajo global del constructor de máquinas, no una parte, puesto que una máquina hace muchos pares, y no podría hacerse ninguno de esos pares si faltara una parte cualquiera de la máquina.» (Observations on Certain Verbal Disputes…, p. 54.) El autor, un «wiseacre» [sabelotodo] descomunalmente pagado de sí mismo, con su confusión y por tanto con su polémica sólo tiene razón en la medida en que ni Ricardo ni ningún otro economista, anterior o posterior a él, ha distinguido con exactitud los dos aspectos del trabajo, ni por ende analizado tampoco sus diversos papeles en la formación del valor. <<
[93bis] En Werke (p. 220), sin indicación de haberse enmendado el original, «15 Pfund» (15 libras) en vez de «15%». La corrección, que se debió registrar en una nota, es certera. Si de cada 115 libras, en efecto, se pierden 15, el desperdicio no será del 15%, sino del 12,2% (aproximadamente); si el desperdicio es efectivamente del 15%, las libras perdidas serán 17¼, no 15, y sólo se conservarán en el hilado 97¾ libras, no 100. Este desliz se corrige también en la versión inglesa, pero no en las demás que hemos consultado. — 248. <<
22 Se desprende de ello el absurdo en que incurre el insulso Jean-Baptiste Say, al tratar de derivar el plusvalor (interés, ganancia, renta) de los «services productifs» [servicios productivos] que, mediante sus valores de uso, prestan en el proceso laboral los medios de producción, la tierra, los instrumentos, el cuero, etc. El señor Wilhelm Roscher, que rara vez deja escapar la oportunidad de registrar por escrito ingeniosas agudezas apologéticas, exclama: «con mucha razón observa Jean-Baptiste Say, Traité, t. I, cap. IV: el valor producido por un molino de aceite, una vez deducidos todos los gastos, es una cosa nueva, esencialmente diferente del trabajo por el cual ha sido creado el molino mismo». (Die Grundlagen…, p. 82, nota.) ¡Con mucha razón! El «aceite» producido por el molino aceitero es algo muy diferente del trabajo que costó construir el molino. Y por valor entiende el señor Roscher cosas tales como el «aceite», ya que el «aceite» tiene valor. Y aunque «en la naturaleza» se encuentra aceite mineral, en términos relativos éste no es «mucho», circunstancia que es seguramente la que lo induce a otra de sus observaciones: «Casi nunca produce» (¡la naturaleza!) «valores de cambio». [Ibídem, p. 79.] A la naturaleza de Roscher le pasa con el valor de cambio lo que a la incauta doncella que había tenido un niño, sí, «¡pero tan pequeñito!» El mismo sabio («savant sérieux») [serio sabio] advierte además, respecto al punto mencionado: «La escuela de Ricardo suele también subsumir el capital en el concepto de trabajo, en calidad de “trabajo ahorrado”. Esto es inhábil (!), porque (!), eso es (!), el poseedor de capital (!), con todo (!), hizo más (!) que el mero (?!) engendramiento (?) y (??) conservación del mismo (¿del mismo qué?): precisamente (?!?) abstenerse del propio disfrute, por lo cual él, por ejemplo (!!!), reclama intereses». (Ibídem[, p. 82].) ¡Cuán «hábil» es este «método anatomofisiológico» de la economía política que, eso es, con todo, precisamente, deriva el «valor» del mero «reclamar» <<
22bis «De todos los medios que emplea el agricultor, el trabajo del hombre… es aquel en el que más debe apoyarse para la reposición de su capital. Los otros dos… las existencias de animales de labor y los… carros, arados, azadas y palas, etc., no cuentan absolutamente para nada sin cierta cantidad del primero.» (Edmund Burke, Thoughts and Details on Scarcity, Originally Presented to the Rt. Hon. W. Pitt in the Month of November 1795, Londres, 1800, p. 10.) <<
23 En el Times del 26 de noviembre de 1862 un fabricante, cuya hilandería ocupa 800 obreros y tiene un consumo semanal medio de 150 balas de algodón de la India o aproximadamente 130 balas de algodón norteamericano, plañe ante el público con motivo de los costos que le insume anualmente la paralización de su fábrica. Los evalúa en £ 6.000. Entre ellos hay no pocos rubros que no nos conciernen aquí, como alquiler, impuestos, primas de seguros, salarios a obreros contratados por año, gerente, tenedor de libros, ingeniero, etc. Pero luego calcula £ 150 de carbón, para caldear la fábrica de cuando en cuando y poner ocasionalmente en movimiento la máquina de vapor, además de salarios para los obreros que con su trabajo eventual mantienen en buenas condiciones la maquinaria. Finalmente, £ 1.200 por el deterioro de la maquinaria, ya que «las condiciones atmosféricas y el principio natural de la decadencia no suspenden sus efectos por el hecho de que la máquina de vapor cese de funcionar». Hace constar expresamente que esa suma de £ 1.200 ha sido fijada en un nivel tan modesto porque la maquinaria se encuentra ya muy desgastada. <<
24 «Consumo productivo… donde el consumo de una mercancía forma parte del proceso de producción… En tales casos no tiene lugar un consumo de valor.» (S. P. Newman, Elements of…, p. 296.) <<
25 En un compendio norteamericano, que tal vez haya llegado a veinte ediciones, se lee lo siguiente: «No importa bajo qué forma reaparece el capital». Después de una verbosa enumeración de todos los ingredientes que pueden participar en la producción y cuyo valor reaparece en el producto, concluye: «Se han modificado, asimismo, los diversos tipos de alimentos, vestimenta y abrigo necesarios para la existencia y comodidad del ser humano. De tanto en tanto se los consume, y su valor reaparece en ese nuevo vigor infundido al cuerpo y la mente del hombre, formándose así nuevo capital que se empleará una vez más en el proceso de la producción». (F. Wayland, The Elements…, pp. 31, 32.) Para no hablar de todas las demás rarezas, digamos que no es, por ejemplo, el precio del pan lo que reaparece en el vigor renovado, sino sus sustancias hematopoyéticas. Por el contrario, lo que reaparece como valor de ese vigor no son los medios de subsistencia, sino el valor de éstos. Aunque sólo cuesten la mitad, los mismos medios de subsistencia producirán la misma cantidad de músculos, huesos, etcétera, en suma, el mismo vigor, pero no vigor del mismo valor. Esa mutación de «valor» en «vigor» y toda esa farisaica ambigüedad encubren el intento, por cierto fallido, de extraer de la mera reaparición de los valores adelantados un plusvalor. <<
26 «Todos los productos de un mismo género no forman, en propiedad, sino una masa cuyo precio se determina en general e independientemente de las circunstancias particulares.» (Le Trosne, De l’intérêt social, p. 893.) <<
26bis «Si el valor del capital fijo empleado lo computamos como parte de los adelantos, deberemos computar el valor remanente de ese capital, al término del año, como parte de las utilidades anuales.» (Malthus, Principles of Political Economy, 2.ª ed. Londres, 1836, p. 269.) <<
27 Nota a la 2.ª edición. —Ni qué decir tiene, con Lucrecio, que «nil posee creari de nihilo» [94]. Nada puede crearse de la nada. «Creación de valor» significa conversión de fuerza de trabajo en trabajo. Por su parte, la fuerza de trabajo es, ante todo, materia natural transformada en organismo humano. <<
[94] Nil posse creari de nihilo (nada puede crearse de la nada). — Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, libro I, versos 156-157. — 259. <<
28 Del mismo modo que los ingleses usan los términos «rate of profits» [tasa de ganancia], «rate of interest» [tasa de interés]. Se verá en el libro tercero que la tasa de ganancia es fácil de comprender una vez que se conocen las leyes del plusvalor. Si se sigue el camino inverso, no se comprenderá ni l’un, ni l’autre [ni lo uno ni lo otro]. <<
28bis {F. E. —Nota a la 3.ª edición. —El autor echa mano aquí del lenguaje económico corriente. Como se recordará, en la página 137 (13) se demostró que en realidad no es el capitalista quien «adelanta» al obrero, sino el obrero al capitalista.} <<
(14) Véanse, en la presente edición, pp. 211-213. <<
29 Hasta aquí, en esta obra empleamos el término «tiempo de trabajo necesario» en el sentido de tiempo de trabajo que es socialmente necesario para la producción de una mercancía en general. De ahora en adelante lo aplicamos también en el sentido de tiempo de trabajo necesario para la producción de esa mercancía específica que es la fuerza de trabajo. El uso de los mismos termini technici en sentidos diferentes es inconveniente, pero no hay ciencia en que sea totalmente evitable. Compárese, por ejemplo, el nivel superior de la matemática con el elemental. <<
30 Con una genialidad que recuerda a la de Gottsched [95] el señor Wilhelm Tucídides Roscher [95bis] descubre que aunque hoy día la formación de plusvalor o plusproducto, y la consiguiente acumulación, se deben al «espíritu de ahorro» del capitalista el que como recompensa, «por ejemplo, reclama intereses», en cambio «en los estadios culturales más bajos… los más fuertes obligan a ahorrar a los más débiles». (Op. cit., pp. 82, 78.) ¿A ahorrar qué? ¿Trabajo? ¿O productos excedentarios inexistentes? Además de su ignorancia efectiva, es su horror apologético por el análisis concienzudo del valor y el plusvalor, así como el temor de llegar tal vez a un resultado embarazoso y contrario a las ordenanzas policíacas, lo que induce a un Roscher y consortes a transmutar en causas de surgimiento del plusvalor los argumentos, más o menos convincentes, que esgrime el capitalista para justificar su apropiación. <<
[95] El crítico literario y escritor Johann Gottsched ejerció de 1730 a 1740, aproximadamente, una influencia rectora sobre la literatura alemana, a la que procuró ajustar a los cánones del clasicismo francés. Su intolerancia y altanería se volvieron proverbiales y contribuyeron, en último término, a facilitar los ataques de críticos como Bodmer y Breitinger, que defendían corrientes literarias renovadoras. — 261. <<
[95bis] En el prólogo a su libro Los fundamentos de la economía política Wilhelm Georg Roscher se había comparado a sí mismo con Tucídides; de ahí el apodo que le agrega Marx. «Su identidad con Tucídides tal vez derive de la idea que tiene de éste, a saber: que confundía continuamente la causa con el efecto», dice Marx de Roscher en Teorías del plusvalor. — 261. <<
30bis Nota a la 2.ª edición. —Aunque expresión exacta del grado de explotación al que está sujeta la fuerza de trabajo, la tasa de plusvalor no expresa la magnitud absoluta de la explotación. Por ejemplo, si el trabajo necesario es = 5 horas y el plustrabajo = 5 horas, el grado de explotación será = 100%. La magnitud de la explotación se mide aquí por 5 horas. En cambio, si el trabajo necesario es = 6 horas y el plustrabajo = 6 horas, el grado de explotación seguirá siendo de 100%, mientras que la magnitud de la explotación aumentará en 20%, de 5 horas a 6. <<
[96] Los editores de Werke que repararon en el error comentado en nuestra nota 93bis, no advierten aquí, sin embargo, un descuido similar. Si de 10.600 libras de algodón se pierden 600, el desperdicio no será del 6 sino sólo del 5,66%; si el desperdicio es efectivamente del 6%, se perderán 636 libras, no 600, y el producto no ascenderá a 10.000 libras de hilado sino a 9.964. Este desliz tampoco se enmienda, que sepamos, en otras ediciones y traducciones de El capital. — 264. <<
31 Nota a la 2.ª edición. El ejemplo de una hilandería, para el año 1860, que dimos en la primera edición contenía algunos errores de hecho. Un fabricante de Manchester me ha proporcionado los datos, absolutamente exactos, que figuran en el texto. Cabe observar que antes en Inglaterra se calculaba la fuerza en caballos por el diámetro del cilindro, mientras que ahora la fuerza efectiva se mide por lo que marca el contador. <<
[97] (W) William Jacob, A Letter to Samuel Whitblead, Being a Sequel to Considerations on the Protection Required by British Agriculture, Londres, 1815, p. 33. — 264. <<
31bis Los cálculos del texto sólo valen a modo de ilustración. Se supone, en efecto, que los precios = los valores. En el libro tercero veremos que esa equiparación no se aplica tan sencillamente ni siquiera en el caso de los precios medios. <<
(14) En la 3.ª y 4.ª ediciones, «medios de trabajo» en vez de «medios de producción». <<
[97bis] Clauren era el anagrama y seudónimo de Carl Heun (1771-1854), autor de una serie de cuentos y novelas melosamente sentimentales que alcanzaron, en su época, considerable difusión. — 269. <<
[98] Factory Act (ley fabril). — El autor se refiere aquí a la primera ley fabril que tuvo cierta eficacia, la de 1833. Más adelante (p. 336 y SS. del presente volumen) Marx analiza esta norma legal inglesa con más detención. — 269. <<
[99] En TI 225 el texto de Senior, desde el punto y coma, dice así: «1/23 (o £ 5.000 de las £ 115.000) suple el deterioro de la fábrica y la maquinaria». Desaparece el signo de admiración insertado por Marx en las versiones alemanas. — 270. <<
32 Senior, op. cit., pp. 12, 13. No pasamos a analizar rarezas que no tienen que ver con nuestro objetivo, como por ejemplo la afirmación de que los fabricantes calculan dentro de su ganancia, bruta o neta, sucia o pura, la sustitución de la maquinaria, etc., desgastada; por tanto de una parte integrante del capital. Ni la exactitud o falsedad de los guarismos dados. Que dichos guarismos no valen más que el presunto «análisis» lo ha demostrado Leonard Horner en A Letter to Mr. Senior…, Londres, 1837. Horner, uno de los Factory Inquiry Commissioners [investigadores fabriles] de 1833 e inspector de fábricas —en realidad censor de fábricas— hasta 1859, ha conquistado méritos imperecederos ante la clase obrera inglesa. Luchó durante toda su vida no sólo contra los exasperados fabricantes, sino también contra los ministros, para los que era enormemente más importante contar los «votos» de los patrones en la Cámara de los Comunes que las horas de trabajo de la «mano de obra» en la fábrica.
Agregado a la nota 32. —La exposición de Senior es confusa, incluso si prescindimos de la falsedad de su contenido. Lo que realmente quiso decir es esto: el fabricante ocupa diariamente a los obreros durante 11½ o 23/2 horas. Al igual que cada jornada laboral, el año de trabajo se compone de 11½ o 23/2 horas (multiplicadas por la cantidad de jornadas trabajadas en el año). Esto supuesto, las 23/2 horas laborales generan un producto anual de £ 115.000; ½ hora de trabajo produce 1/23 x £ 115.000; 20/2 horas de trabajo producen 20/23 x £ 115.000= £ 100.000, esto es, no hacen más que suplir el capital adelantado. Restan 3/2 horas de trabajo, que producen 3/23 x £ 115.000 = £ 15.000, esto es, la ganancia bruta. De estas 3/2 horas de trabajo ½ hora de trabajo produce 1/23 x £ 115.000 = £ 5.000, es decir, produce sólo el equivalente por el desgaste de la fábrica y de la maquinaria. Las últimas dos medias horas de trabajo, o sea, la última hora de trabajo, producen 2/23 x £ 115.000= £ 10.000, esto es, la ganancia neta. En el texto, Senior transforma los últimos 2/23 del producto en partes de la jornada laboral misma. <<
[100] Quiliastas (del griego, «khilioi», mil) se denominó a quienes dentro del parsismo y del judaísmo esperaban el advenimiento de un reino intermedio, previo al «reino de Dios»; los quiliastas cristianos, basándose en ciertos pasajes de los Evangelios y sobre todo en el Apocalipsis, confiaban también en la llegada de un reino milenario de paz y justicia. Así como la creencia en la Edad de Oro perdida expresaba la nostalgia de las masas populares por la sociedad comunista del pasado, en las nociones fantásticas del milenarismo se reflejó muchas veces el anhelo por la sociedad sin clases, igualitaria, del futuro. — 274 <<
32bis Si Senior ha demostrado que la ganancia neta de los fabricantes, la existencia de la industria algodonera inglesa y la preponderancia de Inglaterra en el mercado mundial dependen «de la última hora de trabajo», a su vez el doctor Andrew Ure [101] ha podido comprobar, por añadidura, que los niños y muchachos obreros menores de 18 años a los que no se retiene en la atmósfera moralmente tibia y pura de la fábrica, arrojándolos «una hora» antes al desamorado y frívolo mundo exterior, caen en las garras del ocio y la depravación, con grave riesgo para la salvación de sus almas. Desde 1848, en sus Reports semestrales, los inspectores fabriles no se han cansado de poner en ridículo a los patrones en lo que respecta a «la última hora» u «hora fatal». Así, por ejemplo, el señor Howell dice en su informe fabril del 31 de mayo de 1855: «Si este ingenioso cálculo» (Howell cita a Senior) «fuera correcto, todas las fábricas algodoneras del Reino Unido estarían trabajando a pérdida desde 1850». (Reports of the Inspectors of the Factories for the Half Year Ending 30th April 1855, pp. 19, 20.) En 1848, cuando se sometió al parlamento la ley de las diez horas, los fabricantes obligaron a algunos trabajadores regulares de las hilanderías rurales de lino diseminadas por los condados de Dorset y Somerset a que firmaran una contrapetición, en la que entre otras cosas se lee lo siguiente: «Vuestros peticionarios, en su condición de padres, entienden que una hora adicional de holganza tenderá más a pervertir a los niños que a otra cosa, pues la ociosidad es la madre de todo vicio». Sobre el particular observa el informe fabril del 31 de octubre de 1848: «La atmósfera de las hilanderías de lino, en las cuales trabajan los hijos de estos virtuosos y tiernos padres, está tan cargada con el polvillo y la fibra de la materia prima, que es desagradabilísimo permanecer aun 10 minutos en los recintos donde se hila; es imposible hacerlo, en efecto, sin experimentar la más penosa sensación, ya que ojos, oídos, nariz y boca se tupen inmediatamente con la polvareda del lino, a la que no es posible eludir. El trabajo mismo, en virtud de la rapidez febril de la maquinaria, requiere un desgaste incesante de destreza y movimiento, bajo el control de una atención infatigable, y parece algo excesivo permitir a estos padres que tilden de “holgazanes” a sus propios hijos, los cuales, una vez deducido el tiempo que emplean en las comidas, pasan encadenados durante 10 horas enteras a tal ocupación, y en la atmósfera descrita… Estos niños trabajan más horas que los mozos de labranza en las aldeas vecinas… Es preciso estigmatizar como la más pura cant [gazmoñería] y la hipocresía más desvergonzada, toda esa cháchara inhumana en torno a “la ociosidad y el vicio”… Esa parte del público que, hace unos doce años, quedó impresionada por la seguridad con que se proclamó públicamente, del modo más serio y bajo los auspicios de una eminente autoridad, que toda la ganancia neta del fabricante derivaba del trabajo “de la última hora” y que, por ende, la reducción de la jornada laboral en una hora aniquilaría su ganancia neta; esa parte del público, decimos, difícilmente dé crédito a sus propios ojos cuando encuentre ahora que el descubrimiento primitivo de las virtudes de “la última hora” se ha perfeccionado tanto desde entonces que no sólo abarca la ganancia, sino también la moral; de tal modo que si se limita a 10 horas completas la duración del trabajo de los niños se esfumará la moral infantil junto con la ganancia neta de sus patrones, ya que ambas dependen de esa hora última y fatal». (Reports… 31st Oct. 1848, p. 101.) Este mismo informe fabril aduce pruebas, más abajo, de la moral y virtud de esos señores fabricantes, de las fullerías, artimañas, señuelos, amenazas, engañifas, etc. a que echaron mano para que unos pocos trabajadores totalmente desamparados firmaran peticiones de esa calaña y engañar al parlamento haciéndolas pasar luego por solicitudes de toda una rama industrial, de condados enteros.
Un índice que caracteriza notablemente el estado actual de la llamada «ciencia» económica es que ni el propio Senior —quien más adelante, digámoslo en su honor, abogó resueltamente por la legislación fabril— ni sus impugnadores iniciales y posteriores supieron explicar las falsas conclusiones del «descubrimiento original». Se remitieron a la experiencia real. El why [el porqué] y el wherefore [motivo] quedaron en el misterio. <<
[101] En Werke se atribuye esta cita a la edición original inglesa de la obra de Andrew Ure, The Philosophy of Manufactures, Londres, 1835, p. 406. En realidad, Marx utiliza aquí, como en otras partes, la versión francesa del libro: A. Ure, Philosophie des manufactures ou économie industrielle de la fabrication du coton, de la laine, du lin et de la soie. Trad. sous les yeux de l’auteur, París, 1836. — 274. <<
33 Con todo, el señor profesor extrajo no poco provecho de su gira manchesteriana. En las Letters on the Factory Act… ¡toda la ganancia neta, la «ganancia», el «interés» y hasta «something more» [algo más], dependen de una hora de trabajo impaga del obrero! Un año antes, en su obra Outlines of Political Economy, redactada para edificación y deleite de los estudiantes oxonienses y de los filisteos cultivados, había «descubierto», en polémica con la determinación ricardiana del valor por el tiempo de trabajo, que del trabajo del capitalista dimanaba la ganancia, y de su ascetismo, de su «abstinencia», el interés. La monserga era aneja, pero nueva la palabra «abstinencia». El señor Roscher la germanizó atinadamente por «Enthaltung». Menos versados en latín, sus compatriotas, los Wirt, Schulze y otros Michel, la «conventualizaron» por «Entsagung» [renunciamiento]. <<
(15) En la 2.ª edición, por error: «2/10». <<
(16) En la 2.ª edición: «3». <<
34 «Para un individuo con un capital de £ 20.000, cuyas ganancias fueran de £ 2.000 anuales, carecería de toda importancia que su capital empleara 100 o 1.000 hombres, que la mercancía producida se vendiera a £ 10.000 o £ 20.000, siempre y cuando, indefectiblemente, su ganancia no bajara de £ 2.000. ¿No es similar el verdadero interés de la nación? Siempre que su ingreso real neto, su renta y ganancias sean los mismos, carece de toda importancia que la nación se componga de 10 o de 12 millones de habitantes.» (Ricardo, On the Principles…, p. 416.) Arthur Young, el fanático del plusproducto —por lo demás un escritor charlatanesco, fantasioso y acrítico, cuya fama está en proporción inversa a su mérito—, sostuvo mucho antes que Ricardo: «En un reino moderno, ¿de qué serviría una provincia entera cuyo suelo se cultivara a la usanza de los antiguos romanos, por pequeños campesinos independientes, aunque se lo cultivase muy bien? ¿Con qué finalidad si se exceptúa la de producir hombres (the mere purpose of breeding men), lo que en sí y para sí no constituye finalidad alguna (is a most useless purpose)?» [102] (Arthur Young, Political Arithmetic…, Londres, 1774, p. 47.)
Agregado a la nota 34. —Es curiosa «la fuerte inclinación […] a presentar la riqueza neta como benéfica para la clase trabajadora… aunque es evidente que no lo es porque sea neta». (Th. Hopkins, On Rent of Land…, Londres, 1828, p. 126.) <<
[102] En TI 230 se presenta así el pasaje de Young: «En un reino moderno, ¿de qué serviría una provincia entera dividida así [conforme a la antigua usanza romana, por pequeños campesinos independientes], aunque se lo cultivase muy bien, si no es con la mera finalidad de producir hombres, lo que considerado en sí mismo es una finalidad inutilísima?» (Los corchetes no son nuestros, figuran en TI; el texto entre ellos probablemente sea una paráfrasis de palabras de Young.)— 276. <<
35 «Una jornada laboral es imprecisa, puede ser larga o corta». (An Essay on Trade and Commerce, Containing Observations on Taxation…, Londres, 1770, p. 73). <<
36 Este interrogante es infinitamente más importante que la célebre pregunta de sir Robert Peel a la Cámara de Comercio de Birmingham: «What is a pound?» [«¿Qué es una libra?»], cuestión que sólo pudo plantearse porque Peel estaba tan a oscuras acerca de la naturaleza del dinero como los «little shilling men» [partidarios de los chelines pequeños] [103] de Birmingham. <<
[103] Little shilling men (partidarios de los chelines pequeños). — Al término de las guerras napoleónicas se planteó, en Inglaterra, el problema de cómo pagar la inmensa deuda pública y la gran masa de deudas privadas contraídas en billetes de banco depreciados. Hombres como el banquero Thomas Attwood, Wright, Harlow, Spoones y otros propusieron que se pagara a los acreedores tantos chelines como habían prestado, pero que se diera el nombre de chelín no a 1/78 de onza de oro sino a 1/90, por ejemplo; de ahí el nombre de «partidarios de los chelines pequeños» dado a la escuela. (Véase Contribución a la crítica…, II, B; MEW, t. XIII, pp. 64-65.)— 279. <<
[104] Descubierta por el griego Piteas de Marsella en el siglo IV a. n. e., Tule (sobre cuya ubicación precisa se discrepa) parece haber sido el punto más septentrional alcanzado por los viajeros y mercaderes de la Antigüedad clásica, y de ahí que se la considerara como paradigma de lo remoto, límite infranqueable del mundo (véase por ejemplo Virgilio, Geórgicas, I, 30). — 279. <<
37 «Es tarea del capitalista obtener del capital desembolsado la mayor suma posible de trabajo» («d’obtenir du capital dépensé la plus forte somme de travail possible»). J. G. Courcelle-Seneuil. Traité théorique et pratique des entreprises industrielles, 2.ª ed., París, 1857, p. 62.) <<
38 «Una hora de trabajo perdida cada día infiere un daño inmenso a un estado comercial.» «Existe un consumo muy grande de artículos de lujo entre los trabajadores pobres de este reino, particularmente entre el populacho manufacturero, en lo cual consumen también su tiempo, el más nefasto de los consumos.» (An Essay on Trade and Commerce…, pp. 47 y 153.) <<
39 «Si el jornalero libre se toma un momento de descanso, la economía sórdida que lo atisba con inquietud pretende que aquél la roba.» (N. Linguet, Théorie des loix civiles…, Londres, 1767, t. II, p. 466.) <<
40 Durante la gran strike [huelga] que los builders [albañiles] de Londres efectuaron en 1860-1861 por la reducción de la jornada laboral a 9 horas, su comisión publicó un manifiesto que coincide en gran parte con el alegato de nuestro obrero. El documento alude, no sin ironía, a que el «building master» [constructor] más ávido de ganancias —un tal sir M. Peto— vivía en «olor de santidad». (Este mismo Peto tuvo, después de 1867, un fin a lo… ¡Strousberg!) [104bis] <<
[104bis] El original no es aquí muy claro. Marx escribe estas líneas de la segunda edición bajo la impresión de la ruidosa quiebra (1873) del empresario ferrocarrilero Barthel Heinrich Strousberg o Strausberg, con la que se cierra en Alemania el período de especulación febril provocado por los pagos de guerra franceses. La bancarrota de sir Samuel Morton Peto —despiadado explotador de sus obreros, espléndido protector de las iglesias bautista y anglicana— se declaró en mayo de 1866, esto es, antes de la fecha indicada por Marx («después de 1867») y mucho antes de la ruina de Strousberg. Peto (tal vez sea éste el motivo de la confusión) no se vio obligado a renunciar a su banca por Bristol hasta 1868. — 279; 281. <<
41 «Los que trabajan… en realidad alimentan tanto a los pensionistas […], llamados ricos, como a sí mismos.» (Edmund Burke, Thoughts and Details on Scarcity, Londres, 1800, p. 2.) <<
42 Con todo candor observa Niebuhr, en su «Römische Geschichte»: «No es posible desconocer que obras como las etruscas, que aun en ruinas despiertan el asombro, presuponen en estados pequeños (!) señores y siervos». Mucho más profundamente dijo Sismondi que los «encajes de Bruselas» presuponían patrones y asalariados. <<
43 «No se puede contemplar a esos infelices» (en las minas de oro entre Egipto, Etiopía y Arabia), «que ni siquiera pueden asear sus cuerpos o cubrir su desnudez, sin dolerse de su trágico destino. Pues allí no tiene cabida ninguna indulgencia ni miramiento por los enfermos, los enclenques, los ancianos, por la endeblez femenil. Obligados a golpes, todos deben continuar trabajando hasta que la muerte pone término a sus tormentos y su miseria.» (Diodor von Sicilien, Historische Bibliothek, lib. 3, cap. 13[, p. 260]). <<
44 Lo que sigue se refiere a la situación de las provincias rumanas con anterioridad a la revolución [84] operada luego de la guerra de Crimea. <<
[84] La revolución de Cuza. — Alexandru Cuza, hospodar (príncipe) bajo el cual se habían unificado en 1861 los principados de Moldavia y Valaquia (dando lugar a la formación de la actual Rumania), secularizó los bienes de mano muerta y disolvió en 1864 la Asamblea Nacional, refractaria a sus proyectos de reforma. Abolió luego la servidumbre e implantó una reforma agraria que promovió el desarrollo de relaciones capitalistas en el campo rumano. Fue derrocado en febrero de 1866. — 204; 284. <<
44bis {F. E. —Nota a la 3.ª edición. —Esto se aplica también a Alemania, y en especial a la parte de Prusia que queda al este del Elba. En el siglo XV el campesino alemán, en casi todas partes, aunque sujeto a determinadas prestaciones en especie y laborales, era en lo demás un hombre libre, por lo menos de hecho. A los colonos alemanes en Brandeburgo, Pomerania, Silesia y Prusia Oriental se los reconocía incluso jurídicamente como hombres libres. La victoria de los nobles en la Guerra Campesina puso término a esa situación. No sólo los campesinos del sur de Alemania se convirtieron nuevamente en siervos de la gleba. Ya desde mediados del siglo XVI los campesinos libres prusiano-orientales, los brandeburgueses, pomeranios y silesios, y pronto también los de Schleswig-Holstein, fueron degradados a la condición servil. (Maurer, Fronhöfe, t. IV; Meitzen, Der Boden des preussischen Staats; Hanssen, Leibeigenschaft in Schleswig-Holstein.)} <<
[105] Règlement organique. — Especie de constitución impuesta en 1831 a los principados danubianos (Moldavia y Valaquia, aproximadamente la Rumania actual) por los ocupantes rusos, luego de la derrota otomana en la guerra de 1828-29. El poder político se concentraba en el hospodar (príncipe satélite del ocupante) de cada principado, electo vitaliciamente por terratenientes, clérigos y burgueses, la situación de los siervos —pese al derecho formal a cambiar de señor y la abolición nominal de la tortura— se volvía aún más agobiadora. Principal redactor del Règlement fue el general ruso Pavel Dmítrievich Kiseliov, gobernador de los principados de 1829 a 1834. — 285. <<
45 Otros detalles pueden verse en É. Regnault, Histoire politique et sociale des principautés danubiennes, París, 1855[, p. 304 y ss.]. <<
46 «En general, y dentro de ciertos límites, el rebasar las medidas medias de su especie testimonia en favor del desarrollo de los seres orgánicos. En el caso del hombre, su talla disminuye cuando su desarrollo se ve perjudicado a causa de condiciones físicas o sociales. En todos los países europeos en los que rige el reclutamiento obligatorio, desde la introducción del mismo ha disminuido la talla media de los adultos y, en términos generales, su aptitud para el servicio. Antes de la revolución (1789), el mínimo (17) para los soldados de infantería era en Francia de 165 centímetros; en 1818 (ley del 10 de marzo), 157, y conforme a la ley del 21 de marzo de 1832, 156 centímetros; en Francia, término medio, se exime del servicio a más de la mitad de los reclutas por insuficiencia de talla y defectos físicos. En 1780, la talla militar era en Sajonia de 178 centímetros; ahora es 155. En Prusia es de 157. Según datos publicados en el Bayrische Zeitung del 9 de mayo de 1862 por el doctor Meyer, el resultado medio de 9 años es que en Prusia de 1.000 reclutas 716 son ineptos para el servicio militar: 317 por insuficiencia de talla y 399 por defectos físicos… En 1858 Berlín no pudo integrar su contingente de reclutas suplentes, pues faltaban 156 hombres.» (J. V. Liebig, Die Chemie in ihrer Anwendung auf Agrikultur und Physiologie, 7.ª ed., 1862, t. I, pp. 117, 118.) <<
(17) 2.ª y 3.ª ediciones: «máximo» en vez de «mínimo». <<
(18) En la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega: «(1867)». <<
47 En el curso de este capítulo figura la historia de la ley fabril de 1850. <<
48 Sólo ocasionalmente me refiero al período que va desde el comienzo de la gran industria inglesa hasta 1845, y en lo que concierne a este punto remito al lector a Die Lage der arbeitenden Klasse in England, de Friedrich Engels, Leipzig, 1845. Los Factory Reports, los Reports on Mines, etc. aparecidos desde 1845, ponen de manifiesto cuán profundamente aprehendió Engels el espíritu del modo de producción capitalista, y la comparación más superficial de su obra con los informes oficiales de la Children’s Employment Commission, publicados 20 años más tarde (1863-1867), muestra lo admirablemente que pintó la situación en sus detalles. Estos últimos informes, en particular, versan sobre ramos industriales en los que hasta 1862 no se había introducido la legislación fabril, y en parte ello no ha ocurrido aún. Aquí, pues, la situación descrita por Engels no ha experimentado cambios más o menos grandes, impuestos desde afuera. Tomo mis ejemplos, en lo principal, del período librecambista posterior a 1848, de esa época paradisíaca de la cual los buhoneros del librecambismo, tan locuaces como científicamente nulos, faucherean [105bis] tantas maravillas a los alemanes. Por lo demás, si Inglaterra ocupa aquí el primer plano, ello se debe únicamente a que representa de manera clásica el modo de producción capitalista y posee, ella sola, información estadística oficial y continua acerca de los objetos en discusión. <<
[105bis] Marx juega aquí con el nombre del economista vulgar Julius Faucher (1820-78). El verbo alemán fauchen significa «resoplar, jadear, bufar, echar pestes». — 288; 568. <<
49 «Suggestions… by Mr. L. Horner, Inspector of Factories», en Factories Regulation Act. Ordered by the House of Commons to be Printed 9th August, 1859, pp. 4, 5. <<
50 Reports… October 1856, p. 35. <<
51 Reports… 30th April 1858, p. 9. <<
52 Ibídem, p. 10. <<
53 Ibídem, p. 25. <<
54 Reports… 30th April 1861. Véase apéndice n.º 2; Reports… 31st October 1862, pp. 7, 52, 53. Las transgresiones volvieron a menudear en el último semestre de 1863. Cfr. Reports… 31st October 1863, p. 7. <<
55 Reports… for the Half Year Ending 31st October 1860, p. 23. El siguiente y curioso caso muestra con qué fanatismo, según el testimonio de los fabricantes ante la justicia, los obreros de sus establecimientos se resisten a toda interrupción del trabajo: en los primeros días de junio de 1836 los magistrados de Dewsbury (Yorkshire) recibieron denuncias de que los propietarios de ocho grandes fábricas, en las cercanías de Batley, violaban la ley fabril. Se acusaba a varios de estos señores de haber hecho trabajar a cinco muchachos, cuya edad oscilaba entre los 12 y los 15 años, desde las 6 de la mañana del viernes hasta las 4 de la tarde del sábado siguiente, sin permitirles más descanso que para las comidas y una hora de sueño a medianoche. ¡Y esos muchachos tenían que ejecutar el incesante trabajo de 30 horas metidos en la «shoddy-hole» [cueva de la lana], como se llama al infierno donde se desgarran los retazos de lana y en el cual un mar aéreo de polvo, pelusas, etc., obliga a los obreros adultos mismos a usar continuamente tapabocas para protegerse los pulmones! En lugar de jurar —porque en su calidad de cuáqueros eran personas tan escrupulosamente religiosas que no podían prestar juramento—, los señores acusados dieron seguridades de que, en su gran misericordia, les habían permitido a los pobres niños que durmieran durante cuatro horas, ¡pero que los muy testarudos de los muchachos se negaron rotundamente a ir a la cama! Los señores cuáqueros fueron condenados a pagar una multa de £ 20. Dryden presintió a esos cuáqueros:
«Un zorro henchido de fingida santidad,
que mentía como el diablo pero se espantaba ante un juramento,
que miraba como la Cuaresma, píamente, de reojo,
y no osaba pecar sin antes rezar sus oraciones» [106]. <<
[106] John Dryden, The Cock and the Fox; or, the Tale of the Nun’s Priest, en Fables Ancient and Modern. — 291. <<
56 Reports… 31st October 1856, p. 34. <<
57 Ibídem, p. 35. <<
58 Ibídem, p. 48. <<
59 Ibídem, p. 48. <<
60 Ibídem, p. 48. <<
61 Ibídem, p. 48. <<
62 «Moments are the elements of profit.» (Reports… 30th April 1860, p. 56.) <<
(19) Así en el original (el término normal es «full-timers»). <<
(20) Así en el original (el término normal es «half-timers»). <<
63 La expresión ha adquirido derecho de ciudadanía, tanto en la fábrica como en los informes fabriles. <<
64 «La codicia de los fabricantes, cuyas atrocidades en la prosecución de las ganancias difícilmente hayan sido superadas por las que perpetraron los españoles, en la búsqueda de oro, durante la conquista de América.» (John Wade, History of the Middle and Working Classes, 3.ª ed., Londres, 1835, p. 114.) La parte teórica de este libro, una especie de bosquejo de la economía política, contiene algún material original para su época, por ejemplo en torno a las crisis comerciales. La parte histórica se ve afectada por plagios desvergonzados del libro de sir F. M. Eden, The State of the Poor…, Londres, 1797. <<
65 Daily Telegraph, Londres, 17 de enero de 1860. <<
[107] El Privy Council (Consejo Privado), compuesto de dignatarios de la corte, grandes señores, prelados y (desde los Tudores) también de jurisconsultos y otros especialistas, desempeñó en ciertos períodos de la historia inglesa las funciones de gabinete ministerial, pese a que nominalmente no era más que un cuerpo asesor del monarca. En tiempos de Marx la importancia de la institución era ya escasa. — 293; 486; 566; 817. <<
66 Cfr. Engels, Die Lage…, pp. 249-251. <<
67 Children’s Employment Commission. First Report… 1863, apéndice, pp. 16, 19, 18. <<
68 Public Health, 3rd Report…, pp. 103, 105. <<
69 Children’s…, 1863, pp. 24, 22 y XI. <<
70 Ibídem, p. XLVII. <<
71 Ibídem, p. LIV. <<
72 No debe entenderse esto en el sentido que damos nosotros al tiempo de plustrabajo. Estos señores consideran que el trabajo de 10½ horas es la jornada laboral normal, que incluye también, por lo tanto, el plustrabajo normal. Luego comienza «el sobretiempo», algo mejor remunerado. En otra oportunidad, más adelante, se verá que el empleo de la fuerza de trabajo durante la llamada jornada normal se paga por debajo de su valor, de manera que el «sobretiempo» es una simple artimaña de los capitalistas para estrujar más «plustrabajo», lo cual, por lo demás, sigue siendo lo mismo cuando la fuerza de trabajo empleada durante la «jornada normal» se remunera realmente en su totalidad. <<
[108] Ecce iterum Crispinus («¡He aquí de nuevo a Crispín!», «¡Otra vez Crispín!») Así comienza la sátira IV de Juvenal, en la que el poeta toma como blanco de su censura a Crispín, cortesano del emperador Domiciano; la frase suele utilizarse en el sentido de «¡Otra vez la misma persona!», «¡Siempre la misma canción!»— 297. <<
73 Children’s…, 1863, pp. 123, 124, 125, 140 y LXIV. <<
74 El alumbre, pulverizado finamente o mezclado con sal, es un artículo normal en el comercio, se lo conoce por el nombre, muy sugerente, de «baker’s stuff» [material de panadero]. <<
75 El hollín, como es sabido, es una forma muy activa del carbono y constituye un abono que deshollinadores capitalistas venden a los agricultores ingleses. Ahora bien, en 1862 el «juryman» [miembro de un jurado] británico hubo de decidir en un proceso si el hollín al que se añadía, sin conocimiento del comprador, un 90% de polvo y arena era hollín «verdadero» en el sentido «comercial» u hollín «adulterado» en el sentido «legal». Los «ammis du commerce» fallaron que se trataba de hollín comercial «verdadero» y rechazaron la demanda del agricultor querellante, quien por añadidura tuvo que pagar las costas. <<
[109] Eleáticos o eleatas. — Escuela de filósofos griegos (Jenófanes de Colofón, Parménides de Elea, Zenón de Elea, Meliso de Samos) que floreció en los siglos VI-V a. n. e. Idealistas y monistas, los eleáticos sostenían la inmovilidad del ser (para moverse, el ser debería hacerlo en algo distinto de él, exterior a él, en un no-ser, y el no-ser —tautologizaba Parménides— no es) y que los fenómenos naturales eran mera apariencia. — 299; 302. <<
76 En una memoria sobre las «sophistications» de las mercancías, el químico francés Chevalier consigna, para muchos de los más de 600 artículos a los que pasa revista, 10, 20 o 30 métodos diversos de adulteración. Acota que no conoce todos los métodos ni menciona todos los que conoce. Registra 6 falsificaciones del azúcar, 9 del aceite de oliva, 10 de la manteca, 12 de la sal, 19 de la leche, 20 del pan, 23 del aguardiente, 24 de la harina, 28 del chocolate, 30 del vino, 32 del café, etc. Ni siquiera el buen Dios logra eludir ese destino. Véase Rouard de Card, De la falsification des substances sacramentelles, París, 1856. <<
77 Report… Relating to the Grievances Complained of by the Journeymen Bakers…, Londres, 1862, y Second Report…, Londres, 1863. <<
(21) En la 4.ª edición: «5». <<
(22 Grados Fahrenheit; entre 24° y 32° C. <<
78 Ibídem, First Report…, pp. VI VII. <<
79 Ibídem, p. LXXI. <<
80 George Read, The History of Baking, Londres, 1848, p. 16. <<
81 Report (First)… Evidence. Declaración del «full priced baker» Cheesman, p. 108. <<
82 G. Read, op. cit. A fines del siglo XVII y principios del XVIII, aún se denunciaba oficialmente como «public nuisances» [estorbos públicos] a los factors (agentes) que se infiltraban en todas las industrias posibles. Así, por ejemplo, el Grand Jury, [109bis] en la reunión trimestral de los jueces de paz del condado de Somerset, elevó una «presentment» («denuncia») a la Cámara de los Comunes en la que, entre otras cosas, se dice «que esos agentes de Blackwell Hall son un estorbo y perjuicio público para la industria pañera y debiera reprimírselos como a un estorbo». (The Case of Our English Wool…, Londres, 1685, pp. 6, 7.) <<
[109bis] El Grand Jury cuerpo compuesto de 13 a 23 jurados, tenía por cometido decidir si el procedimiento penal seguido contra el acusado se ajustaba o no a derecho; elevaba la acusación al tribunal del crimen o absolvía al inculpado. — 302. <<
83 First Report…, p. VIII. <<
84 Report of Committee on the Baking Trade in Ireland for 1861. <<
85 Ibídem. <<
86 Asamblea pública de los trabajadores agrícolas en Lasswade, cerca de Glasgow (23), el 5 de enero de 1866. (Véase Workman’s Advocate, 13 de enero de 1866.) La formación, a partir de fines de 1865, de un trade’s union entre los trabajadores agrícolas, primero en Escocia, constituye un acontecimiento histórico. En uno de los más oprimidos distritos agrícolas de Inglaterra, en Buckinghamshire, los asalariados efectuaron en marzo de 1867 una gran huelga para que les aumentaran el salario semanal de 9-10 chelines a 12. —Como vemos por esta nota (24), que figura en el apéndice de la primera edición, y por la nota 86, p. 247 (25), a la que complementa (26), el movimiento del proletariado agrario inglés, que había quedado totalmente quebrado después de la represión de sus violentas manifestaciones posteriores a 1830, y especialmente desde la aplicación de la nueva ley de pobres, se reanuda en el decenio de 1860 y adquiere, finalmente, características memorables en 1872. Trataremos nuevamente el punto en el tomo II, donde nos ocuparemos asimismo de los libros azules publicados desde 1867 y dedicados a la situación del trabajador agrícola inglés (27). <<
(23) En la versión inglesa dice, con más precisión: «cerca de Edimburgo»[109bis2]. <<
[109bis2] En la versión inglesa se corrige: «cerca de Edimburgo» en vez de «cerca de Glasgow». Lasswade, en efecto, ocupa el extremo de un arco imaginario que pasa por Edimburgo y cuyo otro extremo es Glasgow. — 304. <<
(24) Marx se refiere (este agregado figura en el apéndice de la 2.ª edición) a la frase precedente. <<
(25) El autor se refiere a las tres primeras frases de esta nota 86. <<
(26) En la 3.ª y 4.ª ediciones esta frase comienza así: «Como vemos por lo precedente»… <<
(27) En la 3.ª y 4.ª ediciones toda esta parte de la nota (desde «Como vemos») se presenta como «Agregado a la 3.ª edición». <<
87 «Reynold’s [News]paper», [21 de] enero de 1866. Semana tras semana este hebdomadario publica, bajo «sensational headings» [«títulos sensacionales»] como «Fearful and fatal accidents» [«Accidentes pavorosos y fatales»], «Appaling tragedies» [«Espantosas tragedias»], etc., una lista completa de nuevas catástrofes ferroviarias. Al respecto contesta un obrero de la línea North Stafford: «Todo el mundo conoce cuáles son las consecuencias que pueden sobrevenir si la atención del maquinista y el fogonero de una locomotora decae un instante. ¿Cómo podría ocurrir otra cosa cuando se prolonga desmesuradamente el trabajo, con el tiempo más desapacible, sin pausas ni reposo? El siguiente es un ejemplo que ocurre muy a menudo: el lunes pasado un fogonero comenzó su jornada muy temprano, de mañana. La terminó luego de 14 horas y 50 minutos. Antes de que tuviera tiempo de tomar el té, lo llamaron de nuevo al trabajo. […] Tuvo, pues, que bregar ininterrumpidamente durante 29 horas y 15 minutos. El resto de su semana de trabajo fue como sigue: miércoles, 15 horas; jueves, 15 horas 35 minutos, viernes, 14½ horas; sábado, 14 horas 10 minutos; total de la semana, 88 horas 30 minutos. Y ahora, señor, imagínese su sorpresa cuando le pagaron 6 días de trabajo. El hombre era nuevo y […] preguntó qué se entendía por jornada laboral. Respuesta: 13 horas, o sea 78 horas por semana. […] Preguntó qué pasaba con el pago por las 10 horas 30 minutos de más. Tras mucho discutir recibió una compensación de 10 peniques» (menos de 10 silbergroschen). (Ibídem, 4 de febrero de 1866.) <<
[110] Apenas llega Odiseo al tenebroso país de los cimerios realiza un sacrificio y los muertos —recién casadas, hombres jóvenes, ancianos achacosos, guerreros caídos en combate— se agolpan en torno de él para beber la sangre de las víctimas (Odisea, canto XI). — 305. <<
88 Cfr. F. Engels, Die Lage…, pp. 253, 254. <<
89 El doctor Letheby, médico de apelación del Board of Health [Ministerio de Salud Pública], declaró entonces: «Para un adulto, el mínimo de aire que tendría que haber en un dormitorio es de 300 pies cúbicos (28), y en un cuarto de estar de 500 (29)». El doctor Richardson, médico jefe en uno de los hospitales londinenses, declaró: «Las costureras de todo tipo, entre ellas las sombrereras, modistas y costureras ordinarias, padecen de tres males: trabajo excesivo, falta de aire y comida deficiente o digestión deficiente. […] En lo esencial, este tipo de trabajo […] se adapta infinitamente mejor a las mujeres que a los hombres. Pero la desgracia de la industria, especialmente en la metrópoli, es que está monopolizada por unos 26 capitalistas que, aprovechándose de las ventajas que derivan del capital (that spring from capital), arrancan economía del trabajo» (force economy out of labour: quiere decir que economizan desembolsos derrochando fuerza de trabajo). «Su poder se hace sentir en todo el dominio de esta clase de trabajadoras. Si una modista consigue una reducida clientela, la competencia la obliga, para conservarla, a matarse en su casa trabajando, y necesariamente tiene que infligir el mismo trabajo excesivo a sus ayudantas. Si fracasa o no puede establecerse por su cuenta, habrá de dirigirse a un establecimiento en el que no trabajará menos, pero tendrá segura la paga. En esa colocación se vuelve una verdadera esclava, llevada aquí y allá por el oleaje de la sociedad; ora en su casa, pasando hambre o poco menos en un cuartucho; ora nuevamente ocupada 15, 16 y hasta 18 de las 24 horas del día en una atmósfera difícilmente tolerable, y con una comida que, aun si es buena, no puede digerirse por falta de aire puro. La tisis, que es simplemente una enfermedad causada por el aire viciado, se nutre de estas víctimas.» Dr. Richardson, «Work and Overwork», en Social Science Review, 18 de julio de 1863. <<
(28) 8,5 m3, aproximadamente <<
(29) 14,2 m3, aproximadamente <<
90 Morning Star, 23 de junio de 1863. El Times aprovechó el acontecimiento para defender a los esclavistas norteamericanos contra Bright, etc. «Muchísimos de nosotros», sostuvo «piensan que mientras hagamos trabajar a nuestras jóvenes hasta la muerte, valiéndonos del azote del hambre en vez del chasquido del látigo […], difícilmente tengamos el derecho de excitar las pasiones, al rojo vivo, contra familias que han nacido esclavistas y que por lo menos alimentan bien a sus esclavos y los hacen trabajar con moderación.» (Times, 2 de julio de 1863.) Del mismo modo el Standard, órgano tory, sermoneó al reverendo Newman Hall: «Excomulga a los esclavistas, pero reza junto a esos honrados sujetos que […] hacen trabajar 16 horas diarias, por un salario de perros, a los conductores y guardas de los ómnibus de Londres». Por último habló el oráculo, el señor Thomas Carlyle, de quien ya en 1850 hice imprimir: «El genio se ha ido al diablo; ha permanecido el culto» [111]. En una breve parábola reduce el único acontecimiento grandioso de la historia contemporánea, la guerra civil norteamericana, a que Pedro del Norte quiere destrozar violentamente el cráneo a Pablo del Sur porque Pedro del Norte «alquila» a sus trabajadores «por día», y Pablo del Sur lo hace «de por vida». (Macmillan’s Magazine. «Ilias Americana in nuce». Cuaderno de agosto de 1863.) Así reventó, por fin, la burbuja de la simpatía tory por el asalariado urbano, ¡en modo alguno por el rural, claro está! El meollo se denomina: ¡esclavitud! <<
[111] Las palabras «hice imprimir» parecen sugerir que Marx no fue el autor del comentario sobre el libro de Carlyle, Latter-Day Pamphlets. En la edición francesa —difícilmente se trate aquí de libertades que se haya tomado Roy— la cita se presenta así, sin embargo: «Por último habló la Sibila de Chelsea, Thomas Carlyle, el inventor del culto de los genios (hero worship), acerca del cual ya escribía yo en 1850», etc. Sea como fuere, Marx no cita textualmente el artículo de 1850, en el que se lee: «Al culto del genio, que Carlyle comparte con Strauss, en estos folletos se le ha extraviado el genio. Ha quedado el culto». (Cfr. Rezensionen aus der Neuen Rheinischen Zeitung… en MEW, t. VII, p. 256.). — 307. <<
91 Dr. Richardson, op. cit.[, p. 476 y s.]. <<
(30) En la 3.ª y 4.ª ediciones, «de la región de Moscú» en vez de «de Moscú». <<
92 Children’s… Third Report, Londres, 1864, pp. IV, V, VI. <<
93 «Tanto en Staffordshire como en Gales del Sur las muchachas y mujeres trabajan en las minas de carbón y en los vaciaderos de coque, no sólo de día sino también de noche. A menudo se ha citado esta práctica en informes presentados al parlamento, indicándose que la misma trae consigo males considerables y manifiestos. Estas mujeres, que trabajan junto a los hombres y apenas se distinguen de ellos por su vestimenta, tiznadas y mugrientas, se hallan expuestas al deterioro de su carácter, resultante de esa pérdida de respeto de sí mismas que es la consecuencia casi obligada de su ocupación nada femenina.» (Ibídem, 194, p. XXVI. Véase Children’s… Fourth Report, 1865, 61, p. XIII). Otro tanto ocurre en las fábricas de vidrio. <<
94 «Parece natural», observa un fabricante de acero que recurre al trabajo nocturno de los niños, «que los muchachos que trabajan por la noche no puedan dormir de día ni encontrar ningún reposo propiamente dicho, y que en vez de eso el día siguiente anden vagabundeando sin cesar.» (Ibídem, 63, p. XIII.) Un médico indica lo siguiente, entre otras cosas, con respecto a la importancia de la luz solar para la conservación y desarrollo del cuerpo: «La luz opera directamente, asimismo, sobre los tejidos del cuerpo, dándoles dureza y elasticidad. Los músculos de animales a los que se priva de la cantidad debida de luz, se ablandan y pierden su elasticidad; la deficiencia de estímulo hace que la facultad nerviosa pierda su tono y se atrofie la elaboración de todo lo que debiera crecer… En el caso de los niños, la exposición constante a la plenitud de la luz diurna y durante parte del día a los rayos directos del sol, es esencialísima para la salud. La luz coadyuva a la elaboración de sangre sana y plástica y endurece las fibras ya formadas. Actúa también como estímulo sobre los órganos de la vista y motiva así una actividad mayor de las diversas funciones cerebrales». El doctor W. Strange, médico-jefe del «General Hospital» de Worcester, y de cuya obra La salud, (1864) hemos tomado el pasaje precedente [112], le escribe a uno de los investigadores, el señor White: «Estando en Lancashire, he tenido hace un tiempo la oportunidad de observar los efectos del trabajo nocturno sobre los niños y no vacilo en afirmar, contrariamente a lo que gustan decir algunos patrones, que a corto plazo se resentía la salud de los niños que lo practicaban». (Ibídem, 284, p. 55.) Que estos temas puedan ser, en general, objeto de controversias serias, demuestra insuperablemente hasta qué punto la producción capitalista afecta las «funciones cerebrales» de los capitalistas y sus retainers [paniaguados]. <<
[112] (W) William Strange, The Seven Sources of Health, Londres, 1864, p. 84. — 310. <<
95 Ibídem, 57, p. XII. <<
96 Ibídem, p. XII. <<
97 Ibídem, p. XII. <<
(31) En la 3.ª y 4.ª ediciones, en vez de las palabras precedentes, «duraba de 6 de la mañana a 5.30 de la tarde». <<
(32) 8 Km. <<
98 Ibídem, p. XIII. El nivel cultural de estas «fuerzas de trabajo» no podía ser otro que el que revelan los diálogos siguientes con el comisionado. Jeremiah Haynes, de 12 años: «Cuatro por cuatro son ocho, pero cuatro cuatros (4 fours) son 16… Un rey es ese que tiene todo el dinero y el oro. (A king is him that has all the money and gold.) Tenemos un rey, y dicen que él es una reina; la llaman princesa Alejandra. Dicen que se casó con el hijo de la reina. […] Una princesa es un hombre». William Turner, de 12 años: «No vivo en Inglaterra. Pienso que es un país, pero nunca supe antes de él». John Morris, de 14: «Oí decir que Dios hizo el mundo y que ahogó a toda la gente, menos a uno; oí decir que ese que quedó era un pajarito». William Smith, de 15 años: «Dios hizo al hombre, el hombre hizo a la mujer». Edward Taylor, de 15: «No sé qué es Londres». Henry Matthewman, de 17: «A veces voy a la iglesia… Un nombre del que predican es un tal Jesucristo, pero no puedo decir ningún otro nombre, y tampoco puedo decir nada de él. No lo asesinaron, sino que murió como otra gente. En cierto sentido no era igual a la otra gente, porque en cierto sentido era religioso, y otros no lo es (33). (He was not the same as other people in some ways, because he was religious in some ways, and others isn’t.)» (Ibídem, 74, p. XV.) «El diablo es una buena persona. No sé dónde vive […]. Cristo era un tipo perverso.» («The devil is a good person. I don’t know where he lives. Christ was a wicked man.») «Esta muchacha (10 años) deletrea God [Dios] = Dog [perro] y no conoce el nombre de la reina.» (Children’s… Fifth Report, 1866, p. 55, n.º 278.) El mismo sistema de las manufacturas de metal citadas prevalece en las fábricas de vidrio y de papel. En las fábricas de papel donde éste se confecciona con máquina, el trabajo nocturno es la norma en todos los procesos, salvo en la clasificación de trapos. En algunos casos el trabajo nocturno, por medio de relevos, prosigue incesantemente durante toda la semana; lo usual es que dure desde la noche del domingo hasta las 12 horas del sábado siguiente. El equipo al que le corresponde el turno del día trabaja 5 jornadas de 12 horas y una de 18, y el de la noche 5 noches de 12 horas y una de 6, todas las semanas. En otros casos cada turno trabaja 24 horas, el uno después del otro, en días alternados. Un turno trabaja 6 horas el lunes y, para completar las 24, 18 el sábado. En otros casos se introduce un sistema intermedio, con arreglo al cual todos los que tienen que ver con la maquinaria de fabricar papel trabajan de 15 a 16 horas todos los días de la semana. Este sistema, dice el comisionado Lord, parece combinar todos los males inherentes a los relevos de 12 y de 24 horas. Bajo este sistema de trabajo nocturno laboran niños de menos de 13 años, muchachos menores de 18 y mujeres. A veces, en el sistema de 12 horas, tienen que trabajar un turno doble de 24 por no presentación del relevo. Las declaraciones de testigos demuestran que muy a menudo muchachos y chicas se ven obligados a trabajar sobretiempo, que no raras veces comprende 24 y hasta 36 horas de trabajo ininterrumpido. En el proceso «continuo e invariable» de los talleres de vidriado es posible encontrar muchachas de 12 años que durante todo el mes trabajan 14 horas diarias «sin ningún descanso regular o interrupción, salvo dos o a lo más tres pausas de media hora para las comidas». En algunas fábricas en las que se ha abandonado por entero el trabajo nocturno regular, se trabaja una cantidad terriblemente grande de sobretiempo, y «eso ocurre a menudo en los procesos más sucios, calurosos y monótonos». (Children’s… Fourth Report, pp. XXXVIII y XXXIX.) <<
(33) En nuestra traducción mantenemos la falta de concordancia del original. <<
(34) Grados Fahrenheit; 28° a 30° C. <<
99 Ibídem, 79, p. XVI. <<
100 Ibídem, 80, pp. XVI, XVII. <<
101 Ibídem, 82, p. XVII. <<
102 «En nuestra época, tan reflexiva y razonadora, no habrá de adelantar mucho en su carrera quien no sepa aducir una buena razón para todo, incluso para lo peor y más absurdo. Todo lo que en el mundo está torcido, está torcido por buenas razones.» (Hegel, Enzyklopädie, 1.ª parte, Die Logik, p. 249.) <<
103 Children’s Fourth Report, 85, p. XVII. Respondiendo a los delicados y análogos reparos de los señores fabricantes de vidrio, según los cuales son imposibles las «comidas regulares» de los niños porque a causa de ellas determinada cantidad de calor irradiada por los hornos se convertiría en «pérdida neta» o se «desperdiciaría», dice el comisionado White, nada conmovido —a diferencia de Ure, Senior, etc., y de sus mezquinos imitadores alemanes como Roscher, etc.— por la «abstinencia», el «renunciamiento» y «espíritu de ahorro» de los capitalistas en el gasto de su dinero y por su «derroche» timur-tamerlánico de vidas humanas: «Si se asegurara la realización de comidas regulares, es probable que se desperdiciase cierta cantidad de calor por encima de la medida actual, pero incluso en valor dinerario eso no significa nada si se lo compara con el desperdicio de fuerza vital (the waste of animal power) que se produce actualmente, en las fábricas de vidrio de todo el reino, en virtud de que niños que están desarrollándose no disponen del tiempo necesario para efectuar tranquilamente sus comidas y poder digerirlas». (Ibídem, p. XLV.) ¡Y esto en el «año del progreso» 1865! Dejando a un lado el gasto de energía que exige el levantar y transportar objetos, en las fábricas de botellas y de cristal uno de esos niños tiene que recorrer, durante la ejecución continua de su trabajo, ¡de 15 a 20 millas (inglesas) (35) en 6 horas! ¡Y el trabajo dura a menudo 14 y hasta 15 horas! En muchas de esas fábricas de vidrio rige, como en las hilanderías de Moscú, el sistema de relevos cada seis horas: «Durante el período laborable de la semana, 6 horas son el período ininterrumpido más largo de descanso, y de esto hay que deducir el tiempo para ir a la fábrica y volver de ella, lavarse, vestirse, comer, todo lo cual insume tiempo. Queda así, en verdad, un tiempo brevísimo para el descanso, y nada para jugar y tomar aire fresco, salvo que sea a expensas del sueño, tan indispensable para niños que ejecutan un trabajo tan fatigoso y en una atmósfera tan caldeada… Hasta ese breve sueño se ve interrumpido, pues se trata de un niño que de noche tiene que despertarse solo, o de día se desvela por el ruido exterior». El señor White menciona casos como el de un muchacho que trabajó 36 horas consecutivas; en otro, chicos de 12 años bregaron hasta las 2 de la madrugada y luego durmieron en la fábrica hasta las 5 de la mañana (¡3 horas!), ¡reanudando entonces el trabajo diario! «El volumen de trabajo», dicen los redactores del informe general, Tremenheere y Tufnell, «efectuado por muchachos, chicas y mujeres en el curso de su turno de trabajo (spell of labour), es realmente extraordinario». (Ibídem, pp. XLIII y XLIV.) Mientras esto ocurre, el capital vidriero, «pleno de renunciamiento», vuelve quizás del club a su casa, tarde en la noche y amodorrado por el oporto y canturreando maquinal y estúpidamente: «Britons never, never shall be slaves!» (¡Los britanos nunca jamás serán esclavos!] [113]. <<
(35) De 24 a 32 Km. <<
[113] Britons never, never shall be slaves! (¡Los britanos nunca jamás serán esclavos!) — El estribillo de la famosa canción patriotera inglesa (contenida en la obra de James Thomson y David Mallet, Alfred: a Masque, acto II, última escena) es ligeramente diferente: «Britons never will be slaves!»— 318. <<
104 En Inglaterra, por ejemplo, aun hoy, de cuando en cuando se condena a pena de prisión a un obrero, en el campo, por profanar el domingo al trabajar en la huertecita de su casa. Al mismo obrero se lo castiga por ruptura de contrato si el domingo, aunque sea debido a sus chifladuras religiosas, falta a la fábrica de metal, de papel o de vidrio. El ortodoxo parlamento hace oídos sordos a la profanación del domingo cuando se comete en el «proceso de valorización» del capital. En un memorial (agosto de 1863) en que los jornaleros londinenses de las pescaderías y expendios de aves reclaman la supresión del trabajo dominical, se indica que durante los primeros seis días de la semana se ven obligados a trabajar un promedio de 15 horas diarias, y de 8 a 10 horas el domingo. De este memorial se desprende, a la vez, que dicho «trabajo dominical» alienta precisamente el delicado sibaritismo de los aristocráticos hipócritas de Exeter Hall [114]. Estos «santos», tan celosos «in cute curanda» [en darse buena vida], dan muestras de su cristianismo en la resignación con que soportan el trabajo excesivo, las privaciones y el hambre de terceros. Obsequium ventris istis (para los obreros) perniciosius est [la glotonería es sumamente perniciosa para ellos (para los obreros)]. <<
[114] Exeter Hall. — Edificio del Strand londinense, utilizado entre 1831 y 1880 como local de conciertos y reuniones y sede de sociedades caritativas y religiosas. — 319. <<
105 «En nuestros informes anteriores citamos las declaraciones de diversos fabricantes experimentados, según los cuales las horas excesivas de trabajo… tienden sin duda a agotar prematuramente la fuerza de trabajo de los hombres.» (Children’s… Fourth Report, 64, p. XIII.) <<
106 Cairnes, The Slave Power, pp. 110, 111. <<
[2] Mutato nomine de te fabula narratur! (¡Bajo otro nombre, a ti se refiere la historia!)— Horacio, «Sátiras», libro I, sátira 1, verso 69 y s. — 7; 321. <<
107 John Ward, History of the Borough of Stoke upon Trent…, Londres, 1843, p. 42. <<
108 Discurso de Ferrand en la House of Commons, 27 de abril de 1863. <<
109 «That the manufacturers would absorb it and use it up. Those were the very words used by the cotton manufacturers.» (Ibídem.) <<
110 Ibídem. Pese a su inmejorable buena voluntad, Villiers estaba «legalmente» obligado a denegar la petición de los fabricantes. Estos caballeros, no obstante, alcanzaron sus objetivos gracias a la condescendencia de las autoridades locales de asilos. El señor Alexander Redgrave, inspector fabril, asegura que esta vez el sistema por el cual los huérfanos e hijos de indigentes eran considerados «legalmente» como apprentices [aprendices], «no se veía acompañado por los viejos abusos» (acerca de estos «abusos» cfr. Engel, Die Lage…), aunque es verdad que en un caso hubo «abuso del sistema con respecto a muchachas y mujeres jóvenes, traídas de los distritos agrícolas escoceses a Lancashire y Cheshire». Conforme a este «sistema» el fabricante suscribe un contrato, válido durante cierto período, con las autoridades de los asilos. El primero alimenta, viste y aloja a los niños y les da una pequeña retribución en dinero. Suena un poco extraña la siguiente observación del señor Redgrave, especialmente si se tiene en cuenta que, aun entre los años más prósperos de la industria algodonera inglesa, 1860 ocupa una posición única, y que además los salarios eran elevados, porque la extraordinaria demanda de trabajo chocaba con la despoblación de Irlanda, con una emigración excepcional de habitantes de los distritos agrícolas ingleses y escoceses hacia Australia y América y con una disminución positiva de la población en algunos distritos rurales ingleses, causada en parte por el quebrantamiento —logrado con todo éxito— de la vitalidad de los campesinos, y en parte por el previo agotamiento de la población disponible debido a los mercaderes de carne humana. Y a despecho de todo esto, afirma el señor Redgrave: «Sólo se busca este tipo de trabajo» (el de los niños de los asilos) «cuando no se puede encontrar ningún otro, ya que se trata de trabajo caro (high-priced labour). El salario corriente de un muchacho de 13 años es de unos 4 chelines semanales, pero alojar, vestir, alimentar y suministrar asistencia édica y una vigilancia adecuada a 50 o 100 de estos muchachos y por añadidura darles una pequeña retribución en dinero, es cosa que no puede hacerse con 4 chelines semanales por cabeza». (Reports… 30th April 1860, p. 27.) El señor Redgrave se olvida de decirnos cómo el obrero mismo puede proporcionar todo eso a sus muchachos con los 4 chelines que ganan de salario, si no puede hacerlo el fabricante en el caso de 50 o 100 de esos jóvenes a los que se aloja, alimenta y vigila juntos. Para evitar que del texto se extraigan conclusiones erróneas, me veo obligado a indicar aquí que a la industria algodonera inglesa, después de su supeditación a la Factory Act de 1850 con su regulación del tiempo de trabajo, etc., se la debe considerar como la industria modelo de Inglaterra. El obrero inglés del algodón está muy por encima, en todos los aspectos, de su compañero continental de infortunio. «El obrero fabril prusiano trabaja por lo menos 10 horas más por semana que su competidor inglés, y si se ocupa en su casa misma con su propio telar, su labor no se restringe siquiera a esas horas de más.» (Reports… 31st October 1855, p. 103.) El inspector fabril Redgrave, arriba citado, luego de la exposición industrial de 1851 viajó por el continente, y sobre todo por Francia y Prusia, para investigar la situación de las fábricas locales. Del obrero fabril prusiano dice estas palabras: «Recibe una remuneración que le basta para procurarse la mera pitanza y las pocas comodidades a las que está acostumbrado y con las que se contenta… Vive peor y trabaja más duramente que su rival inglés». (Reports… 31st October 1853, p. 85.) <<
111 «Los abrumados por el trabajo mueren con extraña rapidez, pero los lugares de los que perecen son cubiertos al instante, y un cambio frecuente de los personajes no suscita alteración alguna en el escenario». England and America, Londres, 1833, vol. I, p. 55. (Autor: E. G. Wakefield.) <<
112 Véase Public Health. Sixth Report of the Medical Officer of the Privy Council, 1863. Publicado en Londres en 1864. Este informe versa principalmente sobre los trabajadores agrícolas. «Se ha presentado a Sutherland […] como un condado muy mejorado, I…] pero […] una investigación reciente ha descubierto que aquí, en distritos otrora famosos por sus hombres bien proporcionados y sus valientes soldados, los habitantes han degenerado en una raza magra y raquítica. En los lugares más salubres, en las pendientes de las colinas fronteras al mar, las caras de los niños son tan delgadas y pálidas como sólo podría haberlas en la atmósfera fétida de un callejón londinense.» (Thornton, Over-Population and its Remedy, pp. 74, 75.) Semejan, en realidad, a los 30.000 «gallant Highlanders» [bizarros montañeses] que Glasgow hacina, en sus wynds y closes [callejones y pasadizos], junto a prostitutas y ladrones. <<
[115] Après moi le déluge! (¡Después de mi el diluvio!) — La frase la habría pronunciado, en la primera persona del plural, la favorita de Luis XV, Jeanne Antoinette Poisson, marquesa de Pompadour, al llegar a la corte francesa la noticia de que el ejército franco-austríaco había sido batido en Rossbach por los prusianos (1757). — 325. <<
113 «Aunque la salud de la población es un elemento tan importante del capital nacional, lamentamos tener que decir que los capitalistas en absoluto se hallan dispuestos a conservar y justipreciar ese tesoro… La consideración por la salud de los obreros les fue impuesta a los fabricantes.» (Times, 5 de noviembre de 1861.) «Los hombres del West Riding se convirtieron en los pañeros de la humanidad… Se sacrificó la salud de la población obrera, y en un par de generaciones la raza habría degenerado, pero tuvo lugar una reacción. Se limitaron las horas del trabajo infantil» etc. (Twenty-second Annual Report of the Registrar-General, 1861.) <<
[116] El autor cita a Goethe, An Suleika, en Westöstlicher Diwan. En uno de sus artículos de 1853 sobre la dominación inglesa en la India, Marx había recurrido a ese pasaje al describir la destrucción de la industria vernácula por Inglaterra. (Véase K. Marx-F. Engels, On Colonialism, ed. cit., p. 37.)— 325. <<
114 Nos encontramos así, por ejemplo, con que a principios de 1863, veintiséis empresas propietarias de grandes alfarerías en Staffordshire, entre ellas también la de J. Wedgwood & Sons, solicitan en un memorial «la intervención coactiva del estado». La «competencia con otros capitalistas» no les permite una limitación «voluntaria» del tiempo de trabajo de los niños, etc. «Por mucho que deploremos los males mencionados más arriba, ningún tipo de acuerdo entre los fabricantes podría impedirlos… Tomando en consideración todos esos puntos, hemos llegado a la convicción de que se requiere una ley coactiva.» (Children’s… First Report, página 322.)
Agregado a la nota 114. —Un ejemplo mucho más llamativo nos lo brinda el pasado más reciente. El elevado precio del algodón, en una época de febril auge del negocio, indujo a los propietarios de hilanderías algodoneras en Blackburn, de común acuerdo, a reducir el tiempo de trabajo en sus fábricas durante un plazo determinado que expiraba, aproximadamente, a fines de noviembre (1871). Entretanto los fabricantes más ricos, que combinan la hilandería con la tejeduría, aprovecharon la merma en la producción, ocasionada por ese acuerdo, para extender sus negocios y obtener así grandes beneficios a expensas de los pequeños patrones. Viéndose en dificultades, ¡estos últimos se dirigieron a los obreros de las fábricas, los exhortaron a emprender una agitación seria en pro de la jornada de nueve horas y les prometieron colaborar económicamente para tal fin! <<
115 Estas leyes obreras, que también se promulgan contemporáneamente en Francia, los Países Bajos, etc., no fueron derogadas formalmente en Inglaterra hasta 1813, cuando ya hacía mucho que las relaciones de producción las habían vuelto obsoletas. <<
116 «No se empleará a ningún niño menor de 12 años, en ningún establecimiento fabril, más de 10 horas por día.» (General Statutes of Massachusetts, cap. 60, § 3. Las ordenanzas se promulgaron de 1836 a 1858). «Se considerará jornada laboral legal el trabajo efectuado durante un lapso de 10 horas diarias en toda fábrica de la industria del algodón, de la lana, la seda, el papel, el vidrio y el lino, o en empresas siderúrgicas y otras empresas metalúrgicas. Se establece además legalmente que en lo futuro a ningún menor empleado en una fábrica se lo retendrá o se le exigirá que trabaje más de 10 horas diarias o 60 horas semanales, y que de aquí en adelante no se admitirá como obrero a ningún menor de 10 años en ninguna fábrica dentro de los límites de este estado.» (State of News Jersey. An Act to Limit the Hours of Labour…, §§ 1 y 2. Ley del 18 de marzo de 1851.) «Ningún menor que haya cumplido 12 años y tenga menos de 15 será empleado en cualquier establecimiento fabril más de 11 horas diarias, ni antes de las 5 de la mañana o después de las 7 y 30 de la tarde.» (Revised Statutes of the State of Rhode Island…, cap. 134, § 23, 1.º de julio de 1857.) <<
(36) Ley dictada en el vigesimotercer año del reinado de Eduardo III, en 1349. <<
[117] Peste Negra. — De 1346 a 1350, aproximadamente, la peste bubónica asoló Europa, aniquilando aproximadamente la cuarta parte de la población del continente. La epidemia recibió diversos nombres, entre ellos los de peste o muerte negra. — 328; 880. <<
117 [J. B. Byles,] Sophisms of Free Trade, 7.ª ed., Londres, 1850, p. 205. Este mismo tory admite, por lo demás: «Las leyes parlamentarias que regulan los salarios, contra el trabajador y a favor del patrón, duraron a lo largo del extenso período de 464 años. La población creció. Estas leyes […] se volvieron innecesarias y onerosas». (Ibídem, p. 206.) <<
(37) En la 2.ª edición, por error: «Enrique VIII». <<
118 John Wade, con razón, observa a propósito de aquella ordenanza: «De la ley de 1496 se desprende que la alimentación se consideraba equivalente a 1/3 del ingreso de un artesano y ½ (38) del ingreso de un trabajador agrícola, lo cual es índice de un mayor grado de independencia entre los trabajadores que el que prevalece actualmente, ya que la alimentación de los trabajadores en la agricultura y en la industria representa ahora una proporción mucho mayor de sus salarios». (J. Wade, History of…, pp. 24, 25 y 577.) La idea de que esta diferencia se debería a la diferencia que existe, en la relación de precios, entre los alimentos y la vestimenta, entonces y ahora, es refutada por la ojeada más superficial al Chronicon Preciosum…, del obispo Fleetwood, 1.ª ed., Londres, 1707, 2.ª ed., Londres, 1745. <<
(38) 1.ª y 2.ª ediciones: « 2/3»; 3.ª: «2/8»; 4.ª: «½». En Wade: «½». <<
119 W. Petty, Political Anatomy…, p. 10. <<
[118] En TI 273 la cita de Petty termina así: «se puede recaudar el (impuesto) arriba mencionado». — 329. <<
120 A Discourse on the Necessity of Encouraging Mechanick Industry, Londres, 1690, p. 13. Macaulay, que ha falsificado a fondo la historia inglesa en interés de los whigs y de los burgueses, declama a este respecto: «La práctica de hacer trabajar prematuramente a los niños […] predominaba en el siglo XVII en un grado que, si se tiene en cuenta la situación de la industria de esa época, resulta casi increíble. En Norwich, sede principal de la industria pañera, se declaró apto para el trabajo a un pequeño de 6 años. Diversos escritores de la época, y entre ellos algunos a los que se consideraba como extraordinariamente benevolentes, mencionan con exultation (embeleso) el hecho de que en esa sola ciudad, muchachos y muchachas […] creaban una riqueza que excedía de lo necesario para su propia subsistencia en doce mil esterlinas anuales. Cuanto más escrupulosamente examinamos la historia del pasado, encontramos tantos más motivos para disentir con quienes imaginan que nuestra época ha sido fructífera en nuevos males sociales. […] Lo que es nuevo es la inteligencia que descubre los males y el espíritu humanitario que los remedia». (History of England, vol. I, p. 417.) Macaulay podría haber informado, además, que amis du commerce «extraordinariamente benevolentes» narran en el siglo XVII con «exultation» cómo en un asilo de Holanda se hacía trabajar a un niño de 4 años, y que este ejemplo de «vertu mise en pratique» [virtud aplicada] figura en todos los escritos de los humanitarios a lo Macaulay hasta los tiempos de Adam Smith. Es verdad que con el surgimiento de la manufactura, por oposición al artesanado, aparecen rastros de explotación infantil; hasta cierto punto ésta existía desde antiguo entre los campesinos y tanto más se desarrollaba cuanto más pesado fuera el yugo que soportaba el labrador. La tendencia del capital es inequívoca, pero los hechos eran todavía tan infrecuentes como el nacimiento de niños con dos cabezas. De ahí que los clarividentes «amis du commerce» los registran con «exultation», como particularmente notables y dignos de admiración, destacándolos ante los contemporáneos y la posteridad y recomendando que se los imitara. El mismo sicofante y declamador escocés Macaulay dice: «Sólo oímos hablar de retroceso y no vemos más que progreso». ¡Qué ojos, y especialmente qué oídos! <<
121 Entre los acusadores de los obreros el más iracundo es el anónimo autor, mencionado en el texto, de An Essay on Trade and Commerce: Containing Observations on Taxation… Londres, 1770. Ya antes había tratado el punto en su obra Consideration on Taxes, Londres, 1765. También Polonio Arthur Young, el inefable charlatán estadístico, siguió la misma línea. Entre los defensores de los obreros figuran, sobre todo: Jacob Vanderlint en Money Answers All Things, Londres, 1734, el reverendo Nathaniel Forster, D. D. (39), en An Inquiry Into the Causes of the Present [High] Price of Provisions, Londres, 1767; el doctor Price y también, sobre todo, Postlethwayt, tanto en un suplemento a su Universal Dictionary of Trade and Commerce como en Great-Britain’s Commercial Interest Explained and Improved, 2.ª ed., Londres 1759. Los hechos mismos aparecen verificados en otros muchos escritores contemporáneos, entre ellos Josiah Tucker. <<
(39) Divinitatis Doctor: doctor en teología. <<
122 Postlethwayt, op. cit., First Preliminary Discourse, p. 14. <<
123 An Essay… Él mismo nos relata, en la p. 96, en qué consistía la «felicidad» de los trabajadores agrícolas, ya en 1770. «Sus fuerzas de trabajo (their working powers) son exigidas siempre al máximo (on the stretch); […] no pueden vivir peor de lo que viven (they cannot live cheaper than they do), ni trabajar más duramente (nor work harder).» <<
124 El protestantismo, simplemente con su conversión de casi todas las festividades tradicionales en días laborales, desempeña un importante papel en la génesis del capital. <<
125 An Essay…, pp. 41, 15, 96, 97, 55, 56, 57. <<
126 Ibídem, p. 69. Jacob Vanderlint explicó, ya en 1734, que la clave de la alharaca de los capitalistas contra la holgazanería de la población obrera consistía, simplemente, en que por el mismo salario aspiraban a 6 días de trabajo en vez de 4. <<
[119] En TI 276, «and excess» («y los excesos») en vez de «y ensoñaciones románticas sobre la libertad». Estas tal vez tengan que ver con las «entusiastas ideas sobre la libertad» que aparecen en la cita de la nota 128 de Marx, en esa misma página. — 333. <<
[120] En TI 276 el pasaje entre comillas es como sigue: «abatir el precio del trabajo en nuestras manufacturas y aliviar las tierras de la pesada carga que significan los impuestos de beneficencia»; las palabras «fomentar la industriosidad» no figuran entre comillas. — 333. <<
[121] Fiel Eckart. —Figura de la mitología germánica: en la saga de Harlunge aparece como salvador de la sobrina de Ermannrich; en la Canción de los Nibelungos desempeña el papel de vigía y guardián, y en las cacerías de la terrible señora Holle es quien advierte a los desprevenidos que se aparten del camino de aquélla. — 333. <<
127 Ibídem, pp. 242, 243: «Such ideal workhouse must be made a “House of Terror” y no en un asilo para pobres donde éstos coman en abundancia, se abriguen y vistan decentemente y sólo trabajen poco». <<
128 «In this ideal workhouse the poor shall work 14 hours in a day, allowing proper time for meals, in such manner that there shall remain 12 hours of neat labour.» (Ibídem[, p. 260].) «Los franceses», dice, «se ríen de nuestras entusiastas ideas sobre la libertad.» (Ibídem, p. 78.) <<
(40) En la 3.ª y 4.ª ediciones se suprime «obrero». <<
129 «Se resistían a trabajar más de 12 horas diarias, especialmente porque la ley que fijaba esa cantidad de horas era el único bien que les quedaba de la legislación de la república.» (Reports… 31st October 1855, p. 80.) La ley francesa del 5 de setiembre de 1850 sobre las 12 horas, una versión aburguesada del decreto del gobierno provisional (7 de marzo de 1848), se aplicaba a todos los talleres sin distinción. Con anterioridad a esa ley, la jornada laboral en Francia no estaba limitada. Duraba, en las fábricas, 14, 15 y más horas. Véase Blanqui, Des classes ouvrières en France, pendant l’année 1848. Al señor Blanqui, el economista, no el revolucionario, el gobierno le había confiado la realización de una encuesta sobre la condición obrera. <<
130 Bélgica, también en lo tocante a la regulación de la jornada laboral, se acredita como el estado burgués modelo. Lord Howard de Walden, plenipotenciario inglés en Bruselas, informa al «Foreign Office» en nota fechada el 12 de mayo de 1862: «El señor Rogier, el ministro, me explicó que ni una ley general ni ningunas regulaciones locales limitan el trabajo infantil; que el gobierno, durante los últimos tres años, tuvo en cada período de sesiones la idea de proponer a las cámaras una ley sobre el punto, pero que siempre encontró un obstáculo insuperable en la celosa repugnancia por toda ley que contradijera el principio de una perfecta libertad del trabajo» (!). <<
(41) Marx traduce aquí literalmente («Arbeitshaus») la palabra inglesa «workhouse» (asilo, hospicio). Véase, en el cap. XXIII, la nota 108. <<
131 «Es muy lamentable, ciertamente, que una clase de personas tenga que matarse trabajando 12 horas diarias, lo que, si se suma el tiempo de las comidas y el que lleva ir y venir al trabajo, asciende en realidad a 14 de las 24 horas del día… Dejando a un lado el problema de la salud, nadie vacilará en reconocer, supongo, que desde un punto de vista moral una absorción tan completa del tiempo de las clases trabajadoras, sin interrupción, desde la temprana edad de 13 años y en los ramos “libres” de la industria desde una edad mucho más temprana, es extremadamente perjudicial y constituye un terrible mal… En interés de la moral pública, para que se forme una población capacitada y para proporcionar a la gran masa del pueblo un razonable disfrute de la vida, debe insistirse en que en todos los ramos de la industria se debe reservar una parte de toda jornada laboral con fines de descanso y esparcimiento.» (Leonard Horner, en Reports… 31st December 1841.) <<
132 Véase Judgement of Mr. J. H. Otway, Belfast, Hilary Sessions, County Antrim 1860. <<
133 Es muy característico del régimen de Luis Felipe, del roi bourgeois [rey burgués], que nunca llegara a aplicarse la única ley fabril promulgada durante su reinado, el 22 de marzo de 1841. Y esta ley sólo se refiere al trabajo infantil. Establece 8 horas para los niños entre 8 y 12 años, 12 horas para los muchachos entre 12 y 16, y las excepciones son muchas: hasta se permite el trabajo nocturno de los chicos de 8 años. La supervisión e imposición de la ley, en un país donde no hay ratón que no esté sujeto a la administración policíaca, quedaban libradas a la buena voluntad de los «amis du commerce». Sólo desde 1853, y en un único departamento, el département du Nord, existe un inspector gubernamental remunerado. No menos característico del desarrollo de la sociedad francesa en general es que, hasta la revolución de 1848, ¡la ley de Luis Felipe se irguiera solitaria en esa fábrica francesa de leyes que todo lo envuelve y enmaraña! <<
134 Reports… 30th April 1860, p. 50. <<
(42) Este pasaje no figura entre comillas en la 4.ª edición. <<
[122] En su Historia de Roma, XXXVIII, 25, 13, Tito Livio se refiere a una situación en la cual, por haber «más peligro en la demora [plus in mora periculi] que seguridad en la conservación del orden», los soldados huyeron a la desbandada; la expresión periculum in mora! se aplica a casos en que la demora en recurrir a un remedio puede significar una catástrofe. — 338. <<
135 «Legislation is equally necessary for the prevention of death, in any form in which it can be prematurely inflicted, and certainly this must be viewed as a most cruel mode of inflicting it» [123]. <<
[123] (W) Report from the Committee on the «Bill to Regulate the Labour of Children in the Mills and Factories of the United Kingdom»: with the Minutes of Evidence. Ordered by the House of Commons, to be Printed, 8 August 1832. — 338 <<
[124] Parlamento «reformado». — La Ley de Reforma de 1832 abolió los llamados «burgos podridos» y «burgos de bolsillo» (circunscripciones que pese a tener un puñado de electores —y a veces un solo elector efectivo, por lo general un terrateniente—, estaban representadas en el parlamento, mientras que grandes ciudades no lo estaban o lo estaban apenas) y redistribuyó los escaños parlamentarios de manera que las ciudades nuevas (industriales) tuvieran representación o la ampliaran. La Reform Act significó una victoria política de la burguesía industrial sobre los terratenientes. — 338. <<
[125] Pressure from without. — En su artículo «Un mitin obrero londinense» dice Marx: «Ninguna innovación importante, ninguna medida decisiva se lleva a cabo en este país [Inglaterra] sin pressure from without (presión desde afuera), ya sea que la oposición necesite tal pressure contra el gobierno o el gobierno contra la oposición. Por pressure from without el inglés entiende las grandes demostraciones populares, extraparlamentarias, que no se pueden poner en escena, naturalmente, sin la activa cooperación de la clase obrera». (MEW t. XV, p. 454.)— 338. <<
[126] Zhaganat (pronúnciese la zh aproximadamente como j francesa en «jour») o Juggernaut en la transliteración inglesa (del sánscrito Zhagannatha, «protector del universo»). Uno de los títulos de Krishna, octavo avatar del dios índico Visnú. Durante el festival del Razaiatra, en la ciudad de Puri o Zhaganat se pasea en procesión la imagen de la deidad, instalada sobre un carro de ruedas gigantescas; no era infrecuente otrora que algunos fieles se arrojaran bajo las ruedas y perecieran aplastados. — 338; 805. <<
136 Reports… 31st October 1849, p. 6. <<
[127] La People’s Charter (Carta o Constitución del Pueblo), publicada en 1838, es el documento en que sintetizaban sus exigencias quienes después serían llamados cartistas («la parte políticamente activa de la clase obrera inglesa», según Marx): sufragio universal (salvo para las mujeres y los menores de 21 años), voto secreto, elecciones parlamentarias anuales, equiparación de las circunscripciones electorales, dietas para los diputados, abolición del sistema censitario para los candidatos. Pese a la modestia de estos reclamos y a que su satisfacción, como lo demostró la historia posterior, era perfectamente compatible con la subsistencia y desarrollo del capitalismo, la primera respuesta de las clases dominantes inglesas a los cartistas fue la represión brutal. — 339. <<
[128] En su campaña contra los aranceles que impedían la importación de trigo a Gran Bretaña, la AntiCorn-Law League (véase nuestra nota 10) aseguraba a los obreros que si eran derogadas las leyes cerealeras se duplicaría el tamaño del pan. La era del librecambio no mejoró, sin embargo, el salario real de la clase obrera. — 340; 554. <<
137 Reports… 31st October 1848, p. 98. <<
138 Por lo demás, Leonard Horner emplea oficialmente la expresión «nefarious practices». (Reports… 31st October 1859, página 7.) <<
139 Reports… 30th September 1844, p. 15. <<
140 La ley permite hacer trabajar 10 horas a los niños siempre que no lo hagan en días seguidos, sino sólo en días alternados. Esta cláusula, en líneas generales, ha quedado sin efecto. <<
(43) Este pasaje no figura entrecomillado en la 4.ª edición. <<
141 «Como una reducción en sus horas de trabajo haría que se empleara un número mayor» (de niños), «se pensó que el suministro adicional de niños de 8 a 9 años de edad cubriría la demanda acrecentada.» (Reports… 30th September 1844, p. 13.) <<
142 Reports… 31st October 1848, p. 16. <<
143 «Me encontré con que a hombres que habían ganado 10 chelines semanales se les había descontado 1 chelín con motivo de la rebaja salarial general del 10% y 1 chelín 6 peniques más […] por la reducción de la jornada, en total 2 chelines 6 peniques, y a pesar de todo esto la mayor parte de ellos mantenía con firmeza su apoyo a la ley de diez horas.» (Ibídem). <<
144 «Cuando firmé la petición, dije al mismo tiempo que estaba haciendo algo malo. —¿Por qué la firmó, entonces? —Porque si me negaba me habrían puesto en la calle.— […] El peticionante se sentía “oprimido”, en efecto, pero no precisamente por la ley fabril.» (Ibídem, p. 102.) <<
[129] Comisarios de la Convención. Representantes plenipotenciarios de este cuerpo en los departamentos franceses y entre las tropas (1792-1795). — 343. <<
145 Ibídem, p. 17. Así, en el distrito del señor Horner se interrogó a 10.270 obreros varones adultos, en 181 fábricas. Sus deposiciones figuran en el apéndice del informe fabril correspondiente al semestre que finaliza en octubre de 1848. Estas declaraciones testimoniales proporcionan, también en otros aspectos, un valioso material. <<
146 Véanse las declaraciones recogidas por el propio Leonard Horner, números 69, 70, 71, 72, 92, 93 y las reunidas por el subinspector A., números 51, 52, 58, 59, 62, 70, del apéndice. Un fabricante, incluso, cuenta la verdad sin tapujos. Véase la n.º 14 después de la 265, Ibídem. <<
[130] Loi des suspects (ley de sospechosos). — Ley de febrero de 1850 (su nombre oficial era «Loi de sûreté générale») por la cual se reprimía severamente a los adversarios de Luis Bonaparte: Se da el mismo nombre a otra disposición similar, aprobada en febrero de 1858, que permitía al gobierno de Napoleón III encarcelar, confinar o deportar a las personas de quienes se sabía o meramente se sospechaba que se oponían al régimen imperial. — 344. <<
[21] Proslavery rebellion («rebelión a favor de la esclavitud»). — Se alude aquí a la insurrección y guerra de los esclavistas sureños contra el gobierno federal norteamericano (1861-1865). — 32; 345; 520. <<
147 Ibídem, pp. 133, 134. <<
(44) En la 4.ª edición se agrega: «o una hora entera». <<
148 Reports… 30th April 1848, p. 47. <<
149 Reports… 31st October 1848, p. 130 <<
150 Ibídem, p. 142. <<
[131] Shakespeare, El mercader de Venecia, acto IV, escena 1. — 346; 347. <<
151 Reports… 31st October 1850, pp. 5, 6. <<
152 La naturaleza del capital es la misma tanto en sus formas no desarrolladas como en las desarrolladas. En el código que la influencia de los esclavistas impuso al territorio de Nuevo México, poco antes de que estallara la guerra civil norteamericana, se dice: el obrero, en tanto el capitalista ha comprado su fuerza de trabajo, «es su dinero» (su del capitalista). («The labourer is his (the capitalist’s) money.») [132] La misma concepción era corriente entre los patricios romanos. El dinero prestado por ellos al deudor plebeyo se había convertido, a través de los medios de subsistencia de éste, en carne y sangre del deudor. Esta «carne y sangre» eran, pues, «su dinero». De ahí la ley shylockiana de las Diez Tablas [133]. Quede sin decidir la hipótesis de Linguet, según la cual los acreedores patricios organizaban de cuando en cuando, del otro lado del Tiber, festines con la carne convenientemente aderezada de sus deudores, [134] así como la hipótesis de Daumer en torno a la eucaristía cristiana [135]. <<
[132] Los esclavistas de Nuevo México no hacían más que adaptar a sus necesidades una norma que figuraba en su libro de cabecera y había estado vigente en una muy antigua formación precapitalista: «Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo de su mano, será castigado mas si durare por un día o dos, no será castigado, porque su dinero es» (La Biblia, Éxodo, XXI, 20-21, subrayados nuestros). — 347. <<
[133] Leyes de las diez tablas. — Según los Fasti (anales o calendarios romanos), estas leyes son una variante primitiva de las de las «doce tablas», preparada en 451 a. n. e. por un colegio decenviral. Aunque por el mero hecho de su existencia escrita esas disposiciones legales, primera codificación del viejo derecho romano, representaban una tenue garantía para los plebeyos (tal vez menos expuestos que antes a interpretaciones arbitrarias de las normas tradicionales), se mantuvieron en ellas las severísimas penas contra los deudores morosos: privación de la libertad, esclavitud o mutilación, según los casos. — 347. <<
[134] Esta conjetura de Linguet sobre el régimen alimentario de los acreedores patricios figura en su Théorie des loix civiles, ou principes fondamentaux de la société, Londres, 1767, t. II, libro V, cap. XX. Marx, que había leído extractos de la obra de Linguet ya en 1846, experimentaba por el escritor francés una viva simpatía. — 347. <<
[135] En su obra Geheimnisse des christlichen Altertums, Hamburgo, 1847, Georg Daumer sostuvo que los cristianos de los primeros siglos practicaban la antropofagia en la eucaristía. Marx y Engels, sin abrir opinión sobre esa interesante hipótesis, señalaron en una reseña literaria de 1850 que Daumer, con sus intentos de restaurar en forma modernizada la religión natural precristiana de la Antigüedad, se las había ingeniado para oponerse «hasta al propio cristianismo desde posiciones reaccionarias». (Véase MEW, t. VII, pp. 198-203.)— 347. <<
[131] Shakespeare, El mercader de Venecia, acto IV, escena 1. — 346; 347. <<
153 Reports… 31st October 1848, p. 133. <<
154 Así, entre otros, el filántropo Ashworth, en una carta, cuaquerescamente repugnante, dirigida a Leonard Horner. [Reports… April 1849, p. 4.] <<
155 Reports… 31st October 1848, p. 138 <<
156 Ibídem, p. 140. <<
157 Estos county magistrates, los «great unpaid» [grandes impagos] como los denomina William Cobbett, son una especie de jueces de paz honorarios, designados entre los notables de los condados. Constituyen, en rigor, los tribunales patrimoniales de las clases dominantes. <<
[135bis] Marx juega con el apellido de este fabricante y lo compara con el protagonista de la novela de Daniel Defoe, Robinson Crusoe, y con Viernes (Friday) el criado indígena de Robinsón (un man-Friday es en inglés un criado para todo servicio). — 349. <<
158 Reports… 30th April 1849, pp. 21, 22. Cfr. ejemplos análogos, Ibídem, pp. 4, 5. <<
159 Por 1 y 2 Guillermo IV, cap. 24, secc. 10, conocidas como Sir John Hobhouse’s Factory Act [ley fabril de sir John Hobhouse], se prohíbe que cualquier propietario de una hilandería o tejeduría de algodón, o padre, hijo o hermano de uno de esos propietarios, desempeñe las funciones de juez de paz en causas que se refieran a la Factory Act. <<
160 Ibídem. <<
161 Reports… 30th April 1849, p. 5. <<
162 Reports… 31st October 1849, p. 6. <<
163 Reports… 30th April 1849, p. 21. <<
164 Reports… 31st October 1848, p. 95. <<
[136] Courtes séances (sesiones breves). — Según Fourier era necesario que «la industria societaria, para volverse atrayente», satisficiera entre otras esta condición: «Que las sesiones industriales varíen alrededor de ocho veces por día, ya que el entusiasmo no puede mantenerse más de una hora y media o dos horas en el ejercicio de una función agrícola o manufacturera» (Fourier, Textes choisis por Félix Armand, París, 1953, p. 140). De esta manera cada persona podría «ejercer en el curso de la jornada de 7 a 8 trabajos atrayentes, cambiar el día siguiente, frecuentar grupos diferentes del de la víspera» (Fourier, Le nouveau monde industriel et sociétaire, París, 1829, p. 80; cit. por Rubel). — 350. <<
(45) 4.ª edición: «15». <<
165 Véanse Reports… 30th April 1849, p. 6, y la amplia explicación del «shifting system» por los inspectores fabriles Howell y Saunders en Report… 31st October 1848. Véase la petición que el clero de Ashton y alrededores elevó a la reina, en la primavera de 1849, contra el «shift system». <<
166 Cfr., por ejemplo, The Factory Question and the Ten Hours Bill, de R. H. Greg, [Londres,] 1837. <<
167 Friedrich Engels, «Die englische Zehnstundenbill» (en la Neue Rheinische Zeitung. Politisch-Ökonomische Revue, editada por mí. Cuaderno de abril de 1850, p. 13). El mismo tribunal «superior» de justicia descubrió también, durante la guerra civil norteamericana, una ambigüedad verbal que convertía la ley contra el equipamiento de naves piratas exactamente en su contrario. <<
168 Reports… 30th April 1850. <<
169 En invierno ese período puede abarcar de las 7 de la mañana a las 7 de la tarde. <<
170 «La presente ley» (de 1850) «fue un compromiso, por el cual los obreros renunciaban a los beneficios de la ley de diez horas a cambio de la ventaja de que el trabajo comenzara y terminara de manera uniforme en el caso de aquellos cuyo trabajo era objeto de limitación.» (Reports… 30th April 1852, p. 14.) <<
171 Reports… 30th September 1844, p. 13. <<
172 Ibídem. <<
173 «The delicate texture of the fabric in which they were employed requiring a lightness of touch, only to be acquired by their early introduction to these factories.» Reports… 31st October 1846, p. 20. <<
174 Reports… 31st October 1861, p. 26. <<
175 Ibídem, p. 27. En general, la población obrera sujeta a la ley fabril ha mejorado mucho en lo físico. Todos los testimonios médicos coinciden al respecto, y mis propias observaciones personales, efectuadas en distintos períodos, me han persuadido de ello. No obstante, y si prescindimos de la altísima tasa de mortalidad de los niños durante sus primeros años, los informes oficiales del doctor Greenhow revelan las desfavorables condiciones de salubridad en los distritos fabriles, comparados con «distritos agrícolas de salubridad normal». Reproducimos, a modo de ejemplo, el siguiente cuadro tomado de su informe de 1861:
Porcentaje de varones adultos empleados en la manufactura | Tasa de mortalidad por afecciones pulmonares por cada 100.000 hombres | Nombre del distrito | Tasa de mortalidad por afecciones pulmonares por cada 100.000 mujeres | Porcentaje de mujeres adultas empleadas en la manufactura | Índole de la ocupación femenina |
14,9 | 598 | Wigan | 644 | 18,0 | Algodón |
42,6 | 708 | Blackburn | 734 | 34,9 | ídem |
37,3 | 547 | Halifax | 564 | 20,4 | Estambre |
41,9 | 611 | Bradford | 603 | 30,0 | ídem |
31,0 | 691 | Macclesfield | 804 | 26,0 | Seda |
14,9 | 588 | Leck | 705 | 17,2 | ídem |
36,6 | 721 | Stoke-upon-Trent | 665 | 19,3 | Loza |
30,4 | 726 | Woolstanton | 727 | 13,9 | ídem |
— | 305 | Ocho distritos agrícolas salubres | 340 | — |
176 Es conocida la renuencia con que los «librecambistas» ingleses renunciaron a los aranceles que protegían la manufactura sedera. En lugar de la protección contra la importación francesa, se valen ahora de la falta de protección a los niños de las fábricas inglesas. <<
177 Reports… 30th April 1853, p. 30. <<
178 Durante 1859 y 1860, años en que la industria algodonera inglesa alcanza su apogeo, algunos fabricantes, mediante el señuelo de salarios más elevados por las horas extras, procuraron que los hilanderos varones adultos, etc., se pronunciaran por la prolongación de la jornada laboral. Los hand-mule spinners y selfactor minders [tejedores manuales y operadores de las hiladoras automáticas] pusieron fin al experimento con un memorial dirigido a sus patrones, en el cual entre otras cosas decían: «Hablando con franqueza, nuestras vidas son para nosotros una carga, y mientras estemos encadenados a la fábrica casi dos días» (20 horas) «más por semana que los demás obreros […], nos sentiremos como ilotas en este país y nos reprocharemos a nosotros mismos el perpetuar un sistema física y moralmente nocivo para nosotros y nuestros descendientes… La presente, por tanto, es para comunicarles muy respetuosamente que a partir del primero de año trabajaremos ni un minuto más de 60 horas por semana, de 6 de la mañana a 6 de la tarde, descontando las pausas legales de 1½ horas». (Reports… 30th April 1860, p. 30.) <<
179 Con respecto a los medios que la redacción de esta ley ofrece para su transgresión, véase el informe parlamentario «Factories Regulation Acts» (9 de agosto de 1859) y en el mismo la propuesta de Leonard Horner Suggestions for Amending the Factory Acts to enable the Inspectors to Prevent Illegal Working, Now Become Very Prevalent. <<
180 «Durante el último semestre» (1857) «en mi distrito en realidad se ha extenuado de trabajo a niños de 8 y más años, de 6 de la mañana a 9 de la noche.» (Reports… 31st October 1857, página 39.) <<
181 «Se admite que la ley sobre talleres de estampado de telas es un fracaso, tanto en lo que respecta a sus medidas educacionales como en lo relativo a las de protección.» (Reports… 31st October 1862, p. 52.) <<
182 Así, por ejemplo, Edmund Potter en carta al Times del 24 de marzo de 1863. El «Times» le recordó la revuelta de los fabricantes contra la ley de diez horas. <<
183 Por ejemplo, entre otros, el señor William Newmarch, colaborador y editor de la History of Prices, de Tooke. ¿Es un progreso científico hacer temerosas concesiones a la opinión pública? <<
184 La ley de talleres de blanqueo y tintorerías, promulgada en 1860, determinó que la jornada laboral se redujera el 1.º de agosto de 1861 a 12 horas, provisoriamente, y el 1.º de agosto de 1862 definitivamente a 10 horas, esto es, 10½ los días de semana y 7½ los sábados. Ahora bien, cuando sobrevino el mal año de 1862, se repitió la vieja farsa. Los señores fabricantes solicitaron al parlamento que tolerara por un solo año más la jornada de 12 horas para las personas jóvenes y mujeres… «En la situación actual de la industria» (era en la época de escasez de algodón) «constituiría un gran beneficio para los trabajadores que se les permitiera trabajar 12 horas diarias y ganar tanto salario como sea posible… En la cámara baja ya se había presentado una ley a estos efectos. La misma fue rechazada gracias, principalmente, a la agitación de los obreros en las blanquerías de Escocia.» (Reports… 31st October 1862, pp. 14, 15.) Derrotado de este modo por los propios obreros en cuyo nombre presumía hablar, el capital descubrió ahora, con la ayuda de los anteojos de ciertos juristas, que la ley de 1860, redactada al igual que todas las disposiciones parlamentarias de «protección del trabajo» en cláusulas retorcidas y anfibológicas, brindaba un pretexto para excluir de sus alcances a los «calenderers» [aprensadores] y «finishers» [aprestadores]. Como siempre vasalla fiel del capital, la judicatura inglesa sancionó la leguleyería mediante la corte de «Common Pleas» [tribunal de lo civil]. «Ha suscitado gran descontento entre los obreros […] y es muy deplorable que, so pretexto de una definición verbal defectuosa, se frustre la clara intención del legislador.» (Ibídem, p. 18.) <<
185 Los propietarios de «blanquerías al aire libre» se habían sustraído a la ley de 1860 sobre «talleres de blanqueo» gracias a la falsedad de que no empleaban mujeres durante la noche. Los inspectores fabriles pusieron la mentira al descubierto, y al mismo tiempo las peticiones obreras privaron al parlamento de las bucólicas ideas que había profesado con respecto a las «blanquerías al aire libre». En estas aéreas blanquerías se emplean cámaras de secado a una temperatura oscilante entre los 90 y 100 Fahrenheit (46) en las que trabajan principalmente muchachas. «Cooling» (refrigeración) es el término técnico que designa las salidas ocasionales al aire libre, fuera del secador. «Quince muchachas en los secadores. Una temperatura de 80° a 90° (47) para el lienzo, de 100° (48) y más para las batistas. Doce muchachas planchan y pliegan (las batistas, etcétera) en un cuartito de aproximadamente 10 pies (49) por 10 pies, en cuyo centro hay una estufa completamente cerrada. Las muchachas están de pie alrededor de la estufa, que irradia un calor terrible y seca rápidamente las batistas para las planchadoras. El horario de trabajo de esta mano de obra es ilimitado. Cuando están atareadas, trabajan hasta las 9 y las 12 de la noche durante muchos días seguidos.» (Ibídem, p. 56.) Un médico declara: «No se conceden horas especiales para refrescarse, pero si la temperatura se vuelve excesivamente insoportable o las manos de las obreras se impregnan de transpiración, se les permite salir unos pocos minutos… Mi experiencia […] en el tratamiento de las enfermedades que afectan a estas obreras me obliga a manifestar que su estado de salud es muy inferior al de las hilanderas de algodón» (¡y el capital, en sus peticiones al parlamento, las había pintado con los pinceles de Rubens, como si vendieran salud!). «Las enfermedades más observables entre ellas son la tisis, bronquitis, afecciones uterinas, histeria en sus formas más atroces y reumatismo. Creo que todas éstas derivan, directa o indirectamente, del aire recalentado de los lugares de trabajo y de la carencia de suficiente ropa de abrigo que, durante los meses de invierno, proteja de la atmósfera fría y húmeda a las obreras cuando regresan a sus casas.» (Ibídem, pp. 56, 57.) Los inspectores fabriles observan lo siguiente con respecto a la ley de 1863, arrancada complementariamente a los joviales propietarios de «blanquerías al aire libre»: «La ley no sólo falla al no otorgar a los obreros la protección que parece conceder… Está formulada de tal manera que sólo brinda protección cuando se sorprende a niños y mujeres trabajando después de las 8 de la noche, e incluso entonces el método de prueba prescrito es tan complicado que difícilmente puede castigarse la infracción». (Ibídem, p. 52.) «[…] En cuanto ley con objetivos humanitarios y educacionales, ha fracasado por entero, difícilmente pueda llamarse humanitario permitir, o lo que tanto da, compeler a mujeres y niños a trabajar diariamente 14 y quizás aún más horas, con o sin tiempo para las comidas, según venga bien, sin límite alguno relativo a la edad, sin diferenciación de sexos y sin miramientos por los hábitos sociales de las familias de la comarca en la que están situadas las blanquerías.» (Reports… 30th April 1863, p. 40.) <<
(46) Entre 32,1 y 37,7 C. <<
(47) De 26,7 a 32,1 C. <<
(48) 37,7 C. <<
(49) Aproximadamente 3 metros. <<
185bis Nota a la 2.ª edición. Desde 1866, fecha en que escribí lo que figura en el texto, se ha operado nuevamente una reacción. <<
186 «La conducta de cada una de esas clases» (capitalistas y obreros) «era el resultado de la situación respectiva en que se hallaban colocadas.» (Reports… 31st October 1848, p. 113.) <<
187 «Las ocupaciones sujetas a restricción estaban vinculadas a la manufactura de productos textiles con la ayuda del vapor o de la fuerza hidráulica. Para que una actividad laboral quedase sujeta a las inspecciones fabriles tenía que satisfacer dos condiciones, a saber: el empleo de fuerza de vapor o hidráulica y la elaboración de ciertas fibras especificadas.» (Reports… 31st October 1864, p. 8.) <<
188 En torno a la situación de esas llamadas industrias domiciliarias, véase el riquísimo material que contienen los últimos informes de la Children’s Employment Commission. <<
189 «Las leyes del último período de sesiones» (1864) «abarcan una serie de actividades en las que imperan hábitos muy diferentes, y el uso de fuerza mecánica para movilizar la maquinaria ya no es, como antes, uno de los elementos necesarios para que una industria, a los efectos de la ley, constituya una “fábrica”». (Reports… 31st October 1864, p. 8.) <<
190 Bélgica, el paraíso del liberalismo continental, no revela huella alguna de ese movimiento. Incluso en sus minas de carbón y de metales son consumidos obreros de uno u otro sexo y de cualquier edad, con absoluta «libertad» en todo lo que respecta a duración y períodos del trabajo. Por cada 1.000 personas ocupadas en las minas hay 733 hombres, 88 mujeres, 135 muchachos y 44 muchachas menores de 16 años; en los altos hornos, etc., por cada 1.000 hay 668 hombres, 149 mujeres, 98 muchachos y 85 muchachas menores de 16 años (50). Agréguese a esto un salario inferior pago por una enorme explotación de fuerzas de trabajo maduras e inmaduras, un promedio diario de 2 chelines 8 peniques para los hombres, 1 chelín 8 peniques para las mujeres, 1 chelín 2½ peniques para los muchachos. Pero a cambio de ello, en 1863 Bélgica casi ha duplicado en volumen y valor, con respecto a 1850, su exportación de carbón, hierro, etcétera. <<
(50) Datos corregidos según la 4.ª edición. <<
191 Cuando Robert Owen, poco después del primer decenio de este siglo, no sólo expuso en teoría la necesidad de restringir la jornada laboral sino que implantó realmente la jornada de 10 horas en su fábrica de New-Lanark, se ridiculizó esa medida tachándola de utopía comunista, exactamente lo mismo que a su «combinación de trabajo productivo y educación infantil» y exactamente lo mismo que a las empresas cooperativas de obreros, fundadas por él. Hoy en día la primera utopía es una ley fabril, la segunda figura como frase oficial en todas las «Factory Acts» y la tercera sirve incluso como cobertura de maquinaciones reaccionarias. <<
192 Ure (traducción francesa), Philosophie des manufactures, París, 1836, t. II, pp. 39, 40, 67, 77, etcétera. <<
193 En el compte rendu [informe] del Congreso Internacional de Estadística reunido en París en 1855, se dice entre otras cosas: «La ley francesa que reduce a 12 horas la duración del trabajo diario en fábricas y talleres, no circunscribe este trabajo dentro de horas fijas» (períodos), «puesto que sólo para el trabajo infantil se preceptúa el período entre las 5 de la mañana y las 9 de la noche. De ahí que una parte de los fabricantes se aproveche del derecho que ese ominoso silencio les concede, y salvo quizás los domingos haga trabajar a sus obreros sin interrupción, día tras día. Utilizan para ello dos turnos diferentes de obreros, de los cuales ninguno pasa en el taller más de 12 horas, pero la actividad del establecimiento dura día y noche. La ley ha quedado satisfecha, ¿pero también la humanidad?» Además de «la influencia perniciosa del trabajo nocturno sobre el organismo humano», se pone también de relieve «el influjo funesto de la asociación nocturna entre ambos sexos en los mismos talleres malamente iluminados». <<
194 «Por ejemplo, en mi distrito, en los mismos edificios fabriles, un mismo fabricante es blanqueador y tintorero bajo la “Ley de blanquerías y tintorerías”, estampador bajo la “Print Works Act” y finisher bajo la “Ley Fabril”…» (Report of Mr. Redgrave (51) in Reports… 31st October 1861, p. 20.) Tras enumerar las diversas disposiciones de estas leyes [y poner de relieve] la complicación resultante, dice el señor Redgrave: «Se verá lo difícil que tiene que ser garantizar el cumplimiento de esas 3 resoluciones del parlamento cuando el fabricante opta por transgredir la ley» [Ibídem, p. 21.] Pero lo que se garantiza con esto a los señores abogados es… procesos. <<
(51) En la 4.ª edición, «Baker» en vez de «Redgrave». <<
195 De esta suerte, finalmente, los inspectores fabriles se aventuran a decir: «Estas objeciones» (del capital contra la restricción legal del tiempo de trabajo) «deben ceder ante el gran principio de los derechos del trabajo… Llega un momento en que cesa el derecho del patrón sobre el trabajo de su obrero, y en que éste, aunque todavía no esté exhausto, puede disponer de su tiempo». (Reports… 31st October 1862, p. 54.) <<
[137] (W) El Congreso General del Trabajo se reunió en Baltimore del 20 al 25 de agosto de 1866. En el conclave participaron 60 delegados, en representación de más de 60.000 obreros agremiados. El congreso deliberó acerca de los siguientes asuntos: implantación legal de la jornada de ocho horas, actividad política de los obreros, cooperativas, sindicalización de todos los trabajadores. Se resolvió, además, fundar la National Labour Union, organización política de la clase obrera. [En Werke se corrige sin indicarlo en nota, el contenido del paréntesis que figura en el texto: «agosto de 1866» en vez de, como en Marx, «16 de agosto de 1866».]— 363. <<
196 «Nosotros, los obreros de Dunkirk, declaramos que la duración del tiempo de trabajo requerida bajo el actual sistema es demasiado grande y, que lejos de dejar al obrero tiempo para el reposo y la educación, lo sume en una condición de servidumbre que es poco mejor que la esclavitud (a condition of servitude but little better than slavery). Por eso decimos que 8 horas son suficientes para una jornada laboral y que tienen que ser legalmente reconocidas como suficientes; […] llamar en nuestra ayuda a la prensa, esa poderosa palanca… y considerar a todos los que rehúsen esa ayuda como enemigos de la reforma del trabajo y de los derechos obreros.» (Resoluciones de los obreros en Dunkirk, estado de Nueva York, 1866.) <<
[138] El Congreso Obrero Internacional de 1866, reunido en Ginebra, fundó esa resolución en instrucciones redactadas por el propio Marx. — 363. <<
197 Reports… 31st October 1848, p. 112. <<
198 «Estos procedimientos» (las maniobras del capital, por ejemplo en 1848-1850), «han aportado además la prueba incontrovertible de lo falaz que es la afirmación, tantas veces formulada, según la cual los obreros no necesitan protección, sino que debe considerárselos como personas actuantes que disponen libremente de la única propiedad que poseen: el trabajo de sus manos y el sudor de su frente.» (Reports… 30th April 1850, p. 45.) «El trabajo libre, si así puede llamárselo, incluso en un país libre requiere para su protección el fuerte brazo de la ley.» (Reports… 31st October 1864, p. 34.) «Permitir, o lo que tanto da, compeler… a trabajar diariamente 14 horas, con o sin tiempo para las comidas», etcétera. (Reports… 30th April 1863, p. 40.) <<
199 F. Engels, Die englische…, p. 5. <<
[139] Serpiente de sus tormentos. — Marx toma esta expresión de «Enrique», poema de Heinrich Heine. Humillado en Canosa el emperador Enrique IV sueña con el día en que Alemania conciba un hombre que aplaste «la serpiente de mis tormentos». — 364. <<
200 La ley de diez horas, en los ramos industriales por ella protegidos, «ha salvado a los obreros de una degeneración total y protegido su salud física». (Reports… 31st October 1859, p. 47.) «El capital» (en las fábricas) «nunca puede mantener la maquinaria en movimiento más allá de un período determinado sin perjudicar en su salud y su moral a los obreros que emplea, los cuales no están en situación de protegerse a sí mismos.» (Ibídem, p. 8.) <<
[140] Magna Charta Libertatum. — Documento arrancado al rey inglés Juan sin Tierra, en 1215, por sus barones sublevados; verdadera carta de las libertades del señor feudal. La Carta Magna también concede algunos derechos a las ciudades a expensas del poder real, pero mínimos; los siervos, que constituían el grueso de la población inglesa, quedaron excluidos de toda mejora (nadie supuso, por ejemplo, que un siervo sólo podía ser sometido «per legale iudicium parium», a «juicio legal por sus pares»). — 365. <<
201 «Una ventaja aun mayor es la distinción, que por fin se ha vuelto clara, entre el tiempo que pertenece al propio obrero y el que es de su patrón. El obrero ahora sabe cuándo termina el tiempo que vende, y cuando comienza el suyo propio, y al tener un conocimiento previo y seguro de esta circunstancia, está en condiciones de disponer por anticipado de sus propios minutos para sus propios fines.» (Ibídem, p. 52.) «Al convertirlos en dueños de su propio tiempo», (las leyes fabriles) «les han infundido una energía moral que los está orientando hacia una posible toma del poder político.» (Ibídem, p. 47.) Con contenida ironía y giros muy circunspectos, los inspectores fabriles insinúan que la actual ley de diez horas también ha liberado a los capitalistas, hasta cierto punto, de su brutalidad natural en cuanto mera encarnación del capital y les ha concedido tiempo para «cultivarse» ellos mismos. Anteriormente, «el empresario no tenía tiempo para nada que no fuese el dinero; el obrero para nada que no fuera el trabajo». (Ibídem, p. 48.) <<
[141] Quantum mutatus ab illo [Hectore]! («¡Qué gran transformación [en Héctor]!»; más literalmente, «¡cuán diferente de aquel [Héctor]!») — Virgilio (Eneida, II, 274) se refiere al profundo cambio que se ha operado en Héctor, antes tan arrogante y ahora arrastrado ante los muros de Troya. — 365. <<
(52) En la 4.ª edición, el párrafo quedó redactado de la siguiente manera: «El capital variable, empero, es la expresión dineraria correspondiente al valor total de todas las fuerzas de trabajo que el capitalista emplea simultáneamente. Su valor será igual, pues, al valor medio de una fuerza de trabajo, multiplicado por el número de fuerzas de trabajo empleadas. Por consiguiente, si el valor de la fuerza de trabajo está dado, la magnitud del capital variable estará en razón directa de la cantidad de obreros utilizados simultáneamente. Si el valor diario de una fuerza de trabajo es = 1 tálero, será necesario adelantar un capital de 100 táleros para explotar diariamente 100 fuerzas de trabajo; de n táleros para explotar n fuerzas de trabajo». <<
(53) 3.ª edición: «tendremos entonces esta ley»; 4.ª edición: «tendremos entonces esta primera ley». <<
(54) En la versión francesa la segunda parte de esta frase dice así: «o bien es igual al valor de una fuerza de trabajo, multiplicado por el grado de su explotación, multiplicado por el número de fuerzas empleadas conjuntamente». <<
(55) 3.ª y 4.ª ediciones: «50 táleros». <<
202 Esta ley elemental parece serles desconocida a los caballeros de la economía vulgar, Arquímedes al revés que creen haber encontrado, en la determinación de los precios del trabajo en el mercado por la oferta y la demanda, la palanca no para mover de sus quicios al mundo, sino para mantenerlo en reposo. <<
(56) 4.ª edición: «la reducción del capital variable». <<
(57) 4.ª edición: «la restricción del número de obreros explotados». <<
(58) 4.ª edición: «segunda ley». <<
203 Más detalles sobre el particular en el libro cuarto [142]. <<
[142] Libro cuarto. — Marx se refiere aquí a la parte de su obra que hoy conocemos por Teorías del plusvalor. — 372. <<
[143] Piedra del escándalo. — Expresión bíblica (Isaías, VIII, 14, Romanos IX, 32-33, etc.). En la versión de De Reina y De Valera se lee en I Pedro, II, 8, por ejemplo: «Piedra de tropiezo y roca de escándalo a aquellos que tropiezan en la palabra». — 372. <<
[144] Realmente tampoco ha aprendido nada. — «Nadie se ha corregido, nadie ha sabido olvidar nada ni aprender nada», habría dicho Talleyrand, en 1796, de los cortesanos que rodeaban al conde de Provenza, autoproclamado Luis XVIII. — 372. <<
[145] La cita implícita (por decirlo así) es fiel al pensamiento de Spinoza, pero no parece ser textual. En el apéndice a la parte I de la Ética (utilizamos la traducción española de Angel Rodríguez Bachiller, editada por Aguilar en Buenos Aires, 1961), Spinoza critica a quienes «han introducido […] una nueva manera de argumentar, la reducción, no a lo imposible, sino a la ignorancia; lo que demuestra que no tenían ningún otro medio de argumentar». «Saben que destruir la ignorancia es destruir el asombro imbécil, es decir, su único medio de razonamiento y la salvaguardia de su autoridad» (ed. cit., pp. 83-84). En La ideología alemana Marx y Engels citan la tesis espinociana bajo la forma «La ignorancia no es argumento», mientras que en el Anti-Dühring Engels reproduce en latín el aforismo: «Ignorantia non est argumentum». — 372. <<
204 «El trabajo de una sociedad, esto es, su tiempo económico, representa una porción dada, digamos 10 horas diarias de un millón de personas, o diez millones de horas… El capital tiene un límite opuesto a su crecimiento. Este límite puede alcanzarse, en cualquier período dado, dentro de la extensión actual del tiempo económico que se emplea.» (An Essay on the Political Economy of Nations, Londres, 1821, pp. 47, 49.) <<
205 «El agricultor no debe basarse en su propio trabajo, y si lo hace, sostengo que perderá con ello. Debe ocuparse en la atención general del conjunto; tiene que vigilar a su trillador, o pronto perderá los salarios pagados por trigo no trillado; ha de observar a sus segadores, cosechadores, etc.; constantemente tiene que inspeccionar sus cercos, debe ver que no haya negligencia, lo que ocurriría si estuviera confinado en un punto.» ([John Arbuthnot,] «An Enquiry into the Connection between the Price of Provisions, and the Size of Farms… By a Farmer», Londres, 1773, p. 12.) Esta obra es muy interesante. Puede estudiarse en ella la génesis del «capitalist farmer» [agricultor capitalista] o «merchant farmer» [agricultor comercial], como expresamente se lo denomina, y prestar oídos a su autoglorificación frente al «small farmer» [pequeño agricultor], que esencialmente debe trabajar para su subsistencia. «La clase de los capitalistas queda liberada, primero parcial y por último totalmente, de la necesidad del trabajo manual.» (Textbook of Lectures on the Political Economy of Nations, por el reverendo Richard Jones, Hertford, 1852, lección III, p. 39.) <<
205bis La teoría molecular aplicada en la química moderna, que Laurent y Gerhardt desarrollaron científicamente por vez primera, no se funda en otra ley. {F. E. Agregado a la 3.ª edición. —Para explicar este aserto, que resultará bastante oscuro a los no químicos, hacemos notar que el autor se refiere aquí a las «series homólogas» de hidrocarburos, a las que Charles Gerhardt designó así por primera vez, en 1843, y cada una de las cuales tiene su propia fórmula algebraica. Así, por ejemplo, la serie de las parafinas: CnH2n+2; la de los alcoholes normales: CnH2n+2O; la de los ácidos grasos normales, CnH2nO2 y muchos otros. En los ejemplos precedentes, mediante la adición puramente cuantitativa de CH2 a la fórmula molecular se crea cada vez un cuerpo cualitativamente diferente. Con respecto a la participación de Laurent y Gerhardt en la comprobación de este importante hecho (participación sobrestimada por Marx), cfr. Kopp, Entwicklung der Chemie, Munich, 1873, pp. 709 y 716, y Schorlemmer, Rise and Progress of Organic Chemistry, Londres, 1879, p. 54.} <<
[146] Véase Hegel, Wissenschaft der Logik, libro I, sección tercera, cap. II, B. — 374. <<
206 «La sociedad monopolia» llama Martín Lutero a semejantes instituciones. <<
207 Reports… 30th April 1849, p. 59. <<
208 Ibídem, p. 60. El inspector fabril Stuart, escocés él también y, a diferencia de los inspectores fabriles ingleses, totalmente imbuido en el modo de pensar capitalista, indica expresamente que esta carta, que incorpora a su informe, «es la más útil de todas las comunicaciones hechas por cualquiera de los fabricantes que emplean el sistema de relevos, y concebida de modo especialísimo para disipar los prejuicios y escrúpulos relativos a ese sistema». <<