[PAGINAS SUELTAS]

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[Venta de la fuerza de trabajo y sindicatos]

< una disposición temporal sobre > su capacidad de trabajo. Tan pronto comienza realmente su trabajo, éste ha cesado de pertenecerle, y por tanto ya no puede venderlo.

La naturaleza peculiar de esta mercancía específica, de la capacidad de trabajo, implica que con la celebración del contrato entre el vendedor y el comprador la mercancía vendida ha pasado realmente y sólo como valor de uso a manos del comprador[154]. El valor de cambio de esta mercancía, al igual que el de cualquier otra, está determinado con anterioridad a la entrada de la misma en la circulación, puesto que se vende como capacidad, como fuerza, y para producir esta capacidad, esta fuerza, se necesitó determinado tiempo de trabajo. Por consiguiente el valor de cambio de esta mercancía existe antes de su venta, pero su valor de uso consiste tan sólo en la manifestación posterior de esa fuerza. La enajenación de la fuerza y su manifestación real, esto es, su existencia como valor de uso, no coinciden por lo tanto en el tiempo. Sucede como si me hubieran vendido el uso de una casa por un mes. El valor de uso sólo se me habrá entregado totalmente luego de haber vivido un mes en la casa. Del mismo modo, el valor de uso de la capacidad de trabajo no se me entrega hasta tanto yo no lo haya utilizado, en realidad hasta tanto no la haya hecho trabajar para mí. En el caso de tales valores de uso, sin embargo, cuando no coinciden en el tiempo la enajenación formal de la mercancía por medio de la venta y la cesión real de su valor de uso al comprador, el dinero del comprador opera al principio, como hemos visto, en calidad de medio de pago. La capacidad de trabajo se vende por día, por semana, etc., pero no se paga sino después de que se la ha consumido durante un día, una semana, etc. En todos los países donde la relación capitalista se ha desarrollado, la capacidad laboral no se paga hasta después de que haya funcionado. Por consiguiente, en todas partes el obrero adelanta al capitalista el uso de su mercancía, la deja [140] consumir por el comprador, la acredita, antes de cobrar su valor de cambio. En épocas de crisis, e incluso cuando se producen bancarrotas aisladas, se pone de manifiesto que ese constante crédito de los obreros a los capitalistas, que surge de la naturaleza especial del valor de uso vendido no es ninguna fantasía huera.(32) [155]

Sin embargo, nada cambia en cuanto a la naturaleza del intercambio de mercancías, que el dinero funcione como medio de compra o medio de pago. En la compra se establece contractualmente [141] el precio de la capacidad laboral, aunque sólo se realice más tarde[156]. Esta forma de pago tampono modifica que esta determinación de precio se refiera al valor de la capacidad laboral y no al valor del producto ni al valor del trabajo, trabajo que en cuanto tal en modo alguno es una mercancía.

El valor de cambio de la capacidad laboral, como se ha visto, se paga al pagar el precio de los medíos de subsistencia habitualmente necesarios en un estado dado de la sociedad, y ello con el fin de que el obrero ejerza en general su capacidad de trabajo con el grado necesario de fuerza, salud, capacidad vital, y se perpetúe por medio de reemplazantes.(33) [157] [158] [142]

Si el hombre se distingue de todos los demás animales por lo ilimitado y dilatable de sus necesidades, no existe por otra parte ningún animal que pueda restringirlas en el mismo e increíble grado y que pueda reducirse a igual mínimo en sus condiciones de vida, en una palabra, que tenga semejante talento para irlandizarse[159]. No es el tema aquí donde nos ocupamos del valor de la capacidad laboral, ese mínimo físico de la existencia. Al igual [143] que en el caso de cualquier otra mercancía, el precio de la capacidad de trabajo puede subir por encima de su valor o de caer por debajo de él, esto es, divergir en uno u otro sentido del precio que no es más que la expresión monetaria del valor mismo. El nivel de las necesidades vitales mismas, cuyo valor total constituye el valor de la capacidad laboral, puede ascender o descender[160]. No es éste, empero, el lugar indicado para analizar estas oscilaciones, que corresponde tratar en la teoría del salario. En el curso ulterior de esta investigación se verá que, para el análisis del capital, es de todo punto indiferente que se presuponga alto o bajo el nivel de las necesidades de los obreros. Al igual que en la teoría, en la práctica se parte del valor de la capacidad laboral como de una magnitud dada. Un poseedor de dinero que, a modo de ejemplo, quiera convertir su dinero en capital, digamos que en el capital de explotación de una fábrica algodonera, ante todo procura informarse sobre el nivel medio de los salarios en la localidad donde proyecta construir la fábrica. Sabe que al igual que los precios del algodón, el salario continuamente se aparta del término medio, pero sabe igualmente que estas oscilaciones se compensan. Por ello, en sus cálculos presupuestales el salario entra como una magnitud de valor dada. Por lo demás, el valor de la capacidad laboral constituye la base consciente y declarada de las trades' unions, cuya trascendencia para la clase obrera inglesa difícilmente pueda sobrestimarse. Las trades' unions no persiguen otro fin que el de impedir que el nivel del salario descienda por debajo del tradicionalmente dado en las diversas ramas de la industria, que se rebaje el precio de la capacidad laboral con respecto a su valor. Saben, naturalmente, que un cambio en la relación entre la oferta y la demanda provoca un cambio en el precio del mercado. Por un lado, empero, una cosa es que ocurra un cambio de esa índole, y otra muy distinta es que el comprador sostenga unilateralmente que se ha verificado tal cambio. Por otra parte, media ''una gran diferencia entre el nivel salarial determinado por la oferta y la demanda[161], esto es, el nivel que resulta de la honesta (fair) operación del intercambio [144] mercantil, cuando el comprador y el vendedor tratan en un pie de igualdad, y el nivel salarial que el vendedor, el obrero, ha tenido que dejar caer cuando el capitalista negocia individualmente con cada hombre e impone una rebaja aprovechándose de la miseria fortuita de diversos obreros (que no depende de la relación general entre la oferta y la demanda). Los obreros se asocian para ponerse hasta cierto punto, en el contrato sobre la venta de su trabajo, en pie de igualdad con el capitalista. Es esto lo racional (el fundamento lógico) de las trades' unions.”(34) A lo que éstas aspiran es a «que la indigencia directa ocasional de un obrero no lo fuerce a contentarse con un salario menor del que la oferta y la demanda, anteriormente, han establecido en el ramo determinado de trabajo»,(35) y con ello a rebajar, con respecto a su nivel habitual, el valor de la capacidad laboral en determinada esfera. Este valor de la capacidad laboral es «considerado por los obreros mismos como el salario mínimo; por el capitalista como salario uniforme, regular, de todos los obreros en un ramo de la producción»(36). Por eso los sindicatos nunca permiten a sus miembros trabajar por debajo de ese salario mínimo(37) [162] [163] [164] [165]. [145]

Son sociedades de seguros fundadas a tal efecto por los trabajadores mismos. Un ejemplo puede ilustrar el objetivo de estas coaliciones obreras, constituidas para proteger el valor de la capacidad de trabajo. En todas las empresas de Londres existen los llamados «sweaters» (expoliadores de sudor). «Un sweater es aquel que se encarga de entregar a un primer empresario, al salario habitual, cierta cantidad de trabajo, pero que la hace ejecutar por otro a un precio inferior; esta diferencia, que constituye su beneficio, la obtiene expoliando el sudor a los obreros que ejecutan realmente el trabajo»(38) y no representa otra cosa que la diferencia entre el valor de la capacidad laboral, pagado por el primer empresario, y el precio que por debajo del valor de la capacidad laboral paga el sweater a los verdaderos obreros(39). Dicho sea entre paréntesis, sumamente característica…[166]

Por ejemplo en los talleres ceramistas (potteries) ingleses se [146] utiliza la forma del pago a destajo para tomar jóvenes aprendices (apprentices) (a partir de los 13 años) pagándoles menos por pieza, de tal suerte que, precisamente en su período de desarrollo, aquéllos se matan trabajando «para mayor provecho de su patrón». Oficialmente se reconoce a éste como uno de los motivos del descaecimiento de la población en las fábricas de cerámica(40) [167].

Una vez que el aumento del salario total (por ejemplo del semanal) en aquellas ramas de trabajo donde acaba de introducirse el destajo (task work) —aumento producido, digamos, a causa de una intensidad acrecentada del trabajo— ha alcanzado [147] cierto nivel, ello para los mismos patrones (masters) ya constituye un motivo de reducción del salario, puesto que lo consideran más alto de lo que es bueno para el obrero. De este modo se desenmascara directamente el task work como un medio para la rebaja del salario(41) [168].

Debe dejarse claramente sentado, en sí y para sí, que la forma como se paga el salario, no modifica nada, en sí y para sí, en la naturaleza de éste —la cual, por lo demás, conforme a la índole técnica del trabajo admite tan sólo una o la otra forma—, aunque una forma de pago puede favorecer más que la otra el desarrollo del proceso capitalista de producción.

Está claro que las diferencias individuales del salario, que con el pago a destajo tienen un campo más amplio que con el pago por tiempo, no constituyen más que anomalías con respecto al nivel del salario. Pero el pago a destajo tiene una tendencia, cuando no está refrenada por otras circunstancias, a rebajar incluso ese nivel[169]. [148]

El salario[170] como precio total del trabajo medio cotidiano, contradice el concepto de valor. Todo precio ha de ser reducible a un valor ya que el precio en y para si es tan sólo la expresión monetaria del valor, y la circunstancia de que precios reales estén encima o debajo del precio correspondiente a su valor, en nada afecta el hecho de que son expresiones cuantitativas incongruentes del valor de la mercancía, aun cuando en el caso propuesto anteriormente sean también cuantitativamente demasiado altos o demasiado bajos. Pero aquí, en el precio del trabajo, existiría una incongruencia cualitativa.

Nota 16 a la p. 244, «When corn forms a part of the subsistance of the labourer, an increase in its natural price, necessarily occasions an increase in the natural price of labour; or, in other words, when it requires a greater quantity of labour to procure subsistance, a greater quantity of labour, or of its produce, must remain with the labourer, as his wages. But, as a greater quantity of his labour, or (what is the same thing) of the produce of his labour, becomes necessary to the subsistance of the labouring manufacturer, and is consumed by him while at work, a smaller quantity of the productions of labour will remain with the employer.» («Formando el cereal parte de la subsistencia del trabajador, un aumento en su precio natural motiva necesariamente un aumento en el precio natural, del trabajo; o bien, en otras palabras, cuando se requiere una cantidad mayor de trabajo para procurarse la subsistencia, una cantidad mayor de trabajo —o de su producto— debe quedar en manos del trabajador, en calidad de salario. Pero como una cantidad mayor de su trabajo o (lo que es lo mismo) del producto de su trabajo se vuelve necesaria para la subsistencia del trabajador fabril y es consumida, por éste durante su trabajo, al patrón le corresponderá una cantidad menor de los productos del trabajo.») (235, 236, R TORRENS: An Essay on the External Corn Track, 1815.)

Como el valor de una mercancía = al trabajo necesario contenido en la misma, el valor de una jornada laboral —ejecutándose el trabajo, por lo demás, bajo condiciones de producción adecuadas y con la medida social habitual inedia de intensidad y destreza— seria igual al jornal contenido en ella, lo que es un disparate y no da determinación alguna[171]. [149] El valor del trabajo —esto es, el precio del trabajo despojado (cualitativamente) de su expresión monetaria— es pues una expresión irracional y, en realidad, meramente una forma trastrocada y tergiversada del valor de la capacidad laboral. (El precio que no pueda reducirse a valor, sea directamente o a través de una serie de términos intermedios, expresa cualquier intercambio meramente fortuito de no importa qué cosa por dinero. Y de esta suerte, cosas que conforme a su naturaleza no son mercancías —y que por tanto en este sentido son ajenas al comercio de los hombres (extra comercium hominum)— se convierten en mercancías gracias a su intercambio por dinero. De ahí el nexo entre venalidad y corrupción, [por un lado], y relación monetaria [por el otro]. Como el dinero es la forma modificada de la mercancía, es difícil ver de dónde procede ni en que se transforma: conciencia, virginidad o papas[172]"

Pero tan irracional como el pago según el tiempo de trabajo cuando se toma a ese modo de pago como forma más directa del salario, es el pago a destajo cuando debe servir directamente como expresión de una relación de valor. En una mercancía cualquiera, por ejemplo (prescindiendo del capital constante contenido en ella), está objetivada una hora de trabajo = 6 d., digamos. El obrero recibe 3 d… o sea que el valor de este artículo, en lo que respecta al obrero, no está determinado por el valor contenido en el mismo, medido por el tiempo de trabajo. Por ende, este pago a destajo en realidad no expresa directamente una relación de valor. No se trata, pues, de medir el valor de la pieza por el tiempo de trabajo contenido en ella, sino, por el contrario, de medir por la pieza el tiempo de trabajo necesario empleado por el obrero. El salario que recibe el obrero, por consiguiente, es pago por tiempo, ya que la pieza tiene solamente la función de medir el tiempo por el cual aquel percibe el salario, así como la de servir como garantía de que sólo se ha empleado el tiempo de trabajo necesario, o sea trabajado con la intensidad adecuada, y que su trabajo (como valor de uso) ha tenido la calidad pertinente. El pago a destajo, [150] pues, no es otra cosa que determinada forma del pago por tiempo, que a su vez es solamente la forma modificada que corresponde al valor de la capacidad laboral, o bien el precio —correspondiente cuantitativamente a ese valor o divergente del mismo— de la capacidad laboral. Si bien el pago a destajo tiene la tendencia a dejar un campo más libre a la individualidad del obrero, y por tanto a elevar en mayor o menor grado, con respecto al nivel general, el salario de tales o cuales obreros, tiende sumamente, asimismo, a rebajar el salario de otros obreros con relación a ese nivel e incluso a abatir ese nivel por medio de la competencia entre los obreros, acicateada y llevada a su máxima tensión.

Por cuanto la intensidad del trabajo —bajo circunstancias en lo demás iguales— se mide por la masa de productos que suministra el obrero en un tiempo determinado, es menester, al comparar el pago por tiempo (a modo de ejemplo, el pago de una jornada laboral de extensión determinada) en diversos países, comparar a la vez qué ocurre con estos salarios cuando se les expresa como pago a destajo[173]. Únicamente de esta manera percibimos la verdadera relación entre el trabajo necesario y el plustrabajo, o entre el salario y la plusvalía. Encontraremos a menudo, entonces, que aunque aparentemente el pago por tiempo es más elevado en países ricos, el pago a destajo es más alto en países pobres: en éstos, pues, el obrero de hecho requiere una parte mayor de la jornada laboral para la reproducción de su salario que en aquéllos, o sea que la tasa de la plusvalía es aquí menor que allí y el salario por ende es proporcionalmente mayor[174]. De hecho, pues, el precio real del trabajo es aquí mayor que allí. Al comparar diversas naciones, [encontramos que] la intensidad —además de la duración y de la productividad, independiente del obrero individual— presenta diferencias tan señaladas como la duración de la jornada laboral. La jornada nacional de trabajo más intensa equivale a la menos intensa + x. Si tomamos la jornada laboral de los países productores de oro y plata como medida de la jornada laboral internacional, tendremos que por ejemplo la jornada laboral inglesa de 12 horas, más intensa, se expresará en más oro que la española, menos intensa: esto es, con relación a la jornada laboral media realizada en oro y plata, alcanzará un [151] nivel más elevado. Considerando la jornada Integra de una extensión dada, un salario nacional más elevado —más elevado no sólo en cuanto al valor de uso, sino al de cambio y por tanto también en expresión monetaria (una vez presupuesto un valor dado del oro y la plata, una expresión monetaria más elevada habrá de expresar siempre más valor, y una más baja siempre menos valor; si consideramos simultáneamente los salarios que perciben en dinero los obreros en naciones diferentes, el valor del oro v la plata estará siempre presupuesto como dado, ya que incluso un cambio en ese valor es simultáneo para las diversas naciones, o sea que, en lo referente a su relación reciproca, no existe ningún cambio)—; [un salario nacional más elevado, decíamos,] de hecho no supone, por consiguiente, un precio más alto del trabajo, como precio para determinado cuanto de trabajo. En el caso de una jornada laboral más prolongada, como en el de una mayor intensidad del trabajo, lo cual en el plano internacional es la misma cosa, el salario puede ser más alto en un país que en otro, pero sin embargo, en primer lugar, constituir una parte menor de la jornada total, es decir ser relativamente menor, y en segundo lugar, incluso, representar un precio menor del trabajo. Por ejemplo, si el obrero percibe diariamente 3 sh. por 12 horas, esto es menos que si su jornal asciende a 2 ½ sh. por 11 horas, puesto que esa hora de plustrabajo incluye una utilización mucho mayor y por tanto una reproducción más rápida de capacidad laboral. Aún mayor seria la diferencia si los 2 ½ sh, por 10, y los 3 por[175]

[Diferencia de centralización de los medios de producción en los diferentes países]

«Although skill and mechanical science may do much, the preponderance of the vital elements is essential in the extension of manufactures. The system of morcellement, in preventing a rapid development of the population, has thus tended indirectly to retard the extension of manufactures. It has also had that effect in a direct manner. It has retained a large population attached to and occupied upon the soil. The cultivation of the soil is their primary occupation —that which is followed with pride ant contentment— their employment in spinning, weaving, and the like is but a subsidiary one necessary for their support. Their savings are hoarded for the purpose of increasing [152] their inheritance and they are not prone to wander from home in search of fresh occupation or new habits. (Luego, precisamente aqui, donde saving = hoarding relatively to a hig degree still exists, and is able to exist under the given circumstances, is the formation of capital, relatively speaking, and the development of capitalist production, prevented, in comparison to England by the very same economical conditions that are favourable to the hoarding etc.) The position of a proprietor, the possession of a house, of a plot of ground, is the chief object also of the factory operative, and of almost every poor man who hast not already a property; in fact, all look to the land. From this description of the character and occupations of a very numerous class of the French people, it will be readily inferred that, unlike that of England, the manufacturing industry of France is represented by small establishments (se ve aquí cuán necesaria es la expropiación de la tierra para el desarrollo de la gran industria) some moved by steam and water, many dependent for their moving power upon animal labour and many factories still employing manual labour only. The characteristic of French industry is well described by Baron C. Dupin, as consequent upon the system of the tenure of land. He says: As France is the country of divided properties, that small holdings, so it is the country of the division of industry, and of small workshops». («Aunque la destreza y la ciencia mecánica tienen gran importancia, la preponderancia del elemento vivo es esencial en la extensión de las manufacturas. El sistema de la parcelación, al impedir un rápido desarrollo de la población, ha tendido indirectamente, de esta suerte, a retardar la extensión de las manufacturas. Ha alcanzado ese efecto, también, de manera directa. Ha retenido a una población numerosa ligada a y activa en la tierra. El cultivo de la tierra es su ocupación primaria —que desempeñan con orgullo y satisfacción—; hilar, tejer y las actividades similares son, aunque subsidiarias, imprescindibles para su sustento. Atesoran sus ahorros con vistas a aumentar su herencia y no muestran propensión a abandonar sus hogares en busca de nuevas ocupaciones o hábitos. (Por tanto, precisamente aquí —donde todavía existe relativamente hasta un alto grado la igualdad entre ahorrar y atesorar, igualdad que puede existir bajo las circunstancias dadas—, la formación del capital, relativamente hablando, y el desarrollo de la producción capitalista, están trabados, en comparación con Inglaterra, por las mismísimas condiciones económicas que son favorables al atesoramiento, etc.) Ser un propietario, poseer una casa o un terreno, es también el objetivo fundamental del [153] operario fabril y casi de cualquier pobre que aún no tenga una propiedad; en realidad, todos tienen la vista fija en la tierra. De esta descripción del carácter y ocupaciones de una clase muy numerosa del pueblo francés se inferirá fácilmente que, a diferencia de la de Inglaterra, la industria manufacturera de Francia está representada por establecimientos pequeños (…), algunos de ellos puestos en movimiento por el agua y el vapor, muchos que en cuanto a fuerza motriz dependen del trabajo animal y muchas fábricas que aún emplean exclusivamente el trabajo manual. El barón C. Dupin describe bien lo característico de la industria francesa, como consecuencia del sistema de tenencia de la tierra. Señala: Así como Francia es el país de la división de la propiedad, de las fincas pequeñas, es también el país de la división de la industria y de los pequeños talleres.») (67, 68 «Report of Ins[pectors] of Fact[ories]». 31 de octubre de 1855.) El mismo inspector de fábrica (factory inspector) (A. Redgrave) pinta un cuadro general (para 1852) de las manufacturas textiles (textile manufactures) francesas, sea cual fuese su importancia (of whatever importante), de donde se sigue que la fuerza motriz es vapor (steam):( 2.053 (caballos de fuerza), agua (water): 959, y otras fuerzas motrices mecánicas (other mechanical powers): 2.057). (P. 69, l. c.)(42) Compara este informe (return) con el informe acerca del número de fábricas, etc., presentado a la Cámara de los Comunes en 1850 (return of the number of factories etc., presented to the House of Commons in 1850), y a partir de ahí muestra «the following remarkable difference between the system of textile manufacture of England and that of France» («la notable diferencia siguiente [154] entre los sistemas de manufacturas textiles de Inglaterra y Francia»). A saber, el siguiente resultado:

«The number of factories in France is 3 times as large as those in England, while the number of persons employed in them is only 1/5 greater; but the very different proportions of machinery and moving power will be best shown by the following comparison.» («El número de fábricas es en Francia 3 veces mayor que en Inglaterra, mientras que el número de personas empleadas en ellas es sólo mayor en 1/5, pero las muy diferentes proporciones de maquinaria y fuerza motriz se podrán apreciar mejor en la tabla siguiente»):

Según esto en Francia hay empleadas (employed) más personas que en Inglaterra, pero únicamente porque en el informe oficial (return) inglés se excluyen todos los telares manuales (handloom weaving); pero en el establecimiento medio (average establishment) entran en Inglaterra más del doble de personas que en Francia (54/136 = 27/68 = 13/34 = 1/3 aproximadamente), o sea una mayor aglomeración de personas bajo el mando del mismo capital. En Francia hay tres veces más fábricas, pero sólo 1/5 más [155] de personas ocupadas en ellas, o sea menos personas ocupadas en proporción al número de los establecimientos (establishments). Por añadidura, en lo que respecta a la masa de maquinaria que corresponde a cada persona (mass of machinery coming upon each person), en Inglaterra hay 6 veces más husos (spindles) que en Francia. Si todas las personas fueran hilanderos, en Francia tendríamos 4.945.180 husos (spindles), en Inglaterra 1/5 menos. Así, en Inglaterra hay 1 telar mecánico (power loom) cada 2 personas, en Francia 1 telar mecánico o 1 manual (1 power or 1 hand loom).

In England 25,631,526. Además the steampower employed in factories of Great Britain = 108,113 horses; the proportion of persons employed about5 ½ persons to each horse power of steam; the proportion of France upon this estimate should give a steam power = 128,409 horses, whereas the whole of the steam power of France was in 1852 only 75,518 horses, produced by 6,080 steam-engines, of the average power of less than 12 ½ horses to each; while the number of steam engines employed in the textile factories of France appears to have been in 1852 2053 and the power of those engines to be equal to 20,282 horses, distributed as follows:

Factories Power
in Horses
Employed in spinning only 1,438 16,494
" " weaving only 101 1,738
" " finishing etc. 242 612
" " Other processes 272 1,438
2,053 20,282
(p. 70, l. c.)

The absence, in France, of the bones and sinews of manufactures, coal and iron, must ever retard her progress as a manufacturing country» (1. c.).

En Inglaterra, 25.631.526. Además la fuerza de vapor empleada en fábricas de Gran Bretaña es = 108.113 caballos; la proporción de personas empleadas por cada caballo de fuerza [156] de vapor es de alrededor de 5 1/2; la proporción en Francia, según esta evaluación, daría una fuerza de vapor = 128.409 caballos, mientras que el total de fuerza de vapor era en Francia, en 1852, sólo = 75.518 caballos, producidos por 6.080 máquinas de vapor cuya fuerza media era de menos de 12 ½ caballos cada una; a su vez, el número de las máquinas de vapor utilizadas en las fábricas textiles francesas resulta haber sido en 1852 de 2.053 y la fuerza de estas máquinas igual a 20.282 caballos, distribuidos como siguen:

Fábricas Fuerza en
caballos
Utilizadas solamente en hilado 1.438 16.494
en tejido 101 1,738
en acabado, etc. 242 612
en otros procesos 272 1.438
2.053 20.282
(p. 70, 1.c.)

La ausencia en Francia, de los huesos y tendones de las manufacturas —el carbón y el hierro— en todo caso ha de retardar su progreso como país manufacturero.») (l. c.)

Por cada obrero en la fábrica inglesa hay mucha más maquinaria de trabajo y maquinaria movida por fuerza mecánica (mechanic power), por consiguiente también mucha más materia prima elaborada por él en el mismo tiempo, compared to the Frenchmen. The productive power of his labour is, therefore, much greater, as is the capital that employs him. The number of establishments much smaller in England than in France. The number of workingmen employed on the average, in one single establishment, much greater than in France, although the total number employed in France greater than in England, although in a small proportion only, compared to the number of establishments[176] («comparado con los franceses. Por consiguiente, la fuerza productiva de su trabajo es mucho mayor, como lo es el capital que lo emplea. El número de establecimientos es mucho menor en Inglaterra que en Francia. El número de obreros empleados en un solo establecimiento es, término medio, mucho mayor en Inglaterra que en Francia, aun cuando el número total empleado en Francia sea mayor que en Inglaterra, aunque sólo en una pequeña proporción, si se le compara con el número de establecimientos»).[157]

Vemos aquí que, a consecuencia de circunstancias históricas, etc., que han influido de diferente manera sobre la magnitud relativa alcanzada por la concentración de los medíos de producción, en correspondencia con la relativamente mayor o menor expropiación de la masa de los productores directos, las fuerzas productivas y el modo capitalista de producción en general [alcanzan] estadios de desarrollo muy diferentes. Esto ocurre precisamente en relación inversa al ahorro («saving») y el atesoramiento («hoarding») de los productores directos, actividades que en Francia son muy grandes comparadas con Inglaterra. La escala en que el plustrabajo (surpluslabour) de los producers can be «saved» and «hoarded» and «accumulated» and brought together in great masses, íd est concentrated, can be used as capital, corresponds exactly to the degree in which their surpluslabour is hoarded etc. by their employers instead of by themselves[177]; corresponds, therefore, to the degree in which the great mass of the real producers is precluded from the capacity and the conditions of «saving», «hoarding», «accumulating», is in one word precluded from all power of appropriating its own surplus labour to any important degree, because of their more or less complete expropriation from their means of production.

Capitalistic accumulation and concentration are based upon, and correspond to, the facility of appropriating other people’s surplus labour in great masses, and the corresponding inability of these people themselves to lay any claim to their own surplus labour. It is, therefore, the most ludicrous delusion, fullacy, or imposture, to explain, and account for, this capitalistic accumulation by confounding it with, and, as far as phraseology goes, converting it into, a process quite its opposite, exclusive of it, and corresponding to a mode of production upon whose ruins capitalistic production can alone be reared. It is this one of the delusions carefully entertained by the political economy. The truth is this, that in this bourgeois, society, every workman if he is an exceedingly clever and shrewd fellow, and gifted with bourgeois instincts, and favoured by an exceptional fortune, can possibly be converted himself into an exploiteur du travail d’autrui. But where was no travail to be exploité, there would be no capitalist nor capitalistic production, («productores [158] puede “ahorrarse” y “atesorarse” y “acumularse” e integrarse en grandes masas, esto es, concentrarse, en que se le puede usar como capital, corresponde exactamente al grado en que el plustrabajo de aquéllos es atesorado, etc., por sus patrones en lugar de por ellos mismos; corresponde, pues, al grado en el cual la gran masa de los productores reales está excluida de la posibilidad y condiciones de “ahorrar”, “atesorar”, “acumular”, en una palabra, en que está excluida de toda posibilidad de apoderarse de su propio plustrabajo, en alguna medida importante, y ello a causa de su expropiación, más o menos completa, respecto de sus medios de producción.

La acumulación y concentración capitalistas se basan en, y corresponden a, la facilidad de apropiarse en grandes masas del plustrabajo de otras personas, y la consiguiente incapacidad en que se hallan estas mismas de formular pretensión alguna respecto a su propio plustrabajo. Por ello, es el engaño, superchería o impostura más risible el de explicar y dar razón de esta acumulación capitalista confundiéndola con —y, en la medida en que la fraseología cuela, convirtiéndola en— un proceso que es su opuesto, que la excluye y que corresponde a un modo de producción sólo sobre cuyas ruinas puede erigirse la producción capitalista. Es éste uno de los engaños que la economía política hace subsistir cuidadosamente. La verdad es que, en esta sociedad burguesa, cualquier trabajador que sea un tipo extraordinariamente diestro y astuto, adornado por instintos burgueses y favorecido por una buena fortuna excepcional, tiene posibilidades de convertirse en un explotador del trabajo ajeno. Pero donde no hubiera trabajo para ser explotado, no podría haber ni capitalistas ni producción capitalista»).

75)[178] Ricardo, en realidad, consuela a los obreros con que, a consecuencia de la creciente fuerza productiva del trabajo, el aumento del capital total con respecto a la componente variable, y también la parte de la plusvalía consumida como renta, crece, y por ende [existe] una demanda creciente de servidores domésticos (increased demand for menial servants). (RICARDO, Principles, p. 473)

76) «Property… is essential to preserve the common unskilled [159] labourer from falling into the condition of a piece of machinery, bought at the minimun market price at which it can be produced, that is at which labourers can be got to exist and propagate their species, to which he is invariably reduced sooner or later, when the interests of capital and labour are quite distinct, and are left to adjust themselves under the sole operation of the law of supply and demand.» («La propiedad… es esencial para preservar al trabajador común, no calificado, de caer en la condición de pieza de una maquinaria, comprada en el mercado al precio mínimo al que puede producírsele. Esto es, al precio al cual los trabajadores pueden existir y propagar su especie; el trabajador es reducido invariablemente a esta situación cuando, siendo totalmente distintos los intereses del capital y los del trabajo, se les deja que se regulen bajo la acción exclusiva de la ley de la oferta y de la demanda.») (SAMUEL LAING, National Distress, London, 1844, p. 46.)

[Irlanda, Emigración]

77) Irlanda, Emigración[179]. En la medida en que el crecimiento o reducción reales de la población obrera en el ciclo decenal de la industria pueda ejercer alguna influencia perceptible en el mercado laboral, en Inglaterra ello sólo podría ocurrir —y la tomamos como ejemplo porque aquí el modo de producción capitalista está desarrollado y no se mueve en gran parte, como ocurre en Europa, sobre la base de una economía agraria que no corresponde a aquél— sólo merced a la influencia que las necesidades de valorización del capital ejercen sobre el incremento o merma de la emigración. En primer término debe señalarse que la emigración del capital, esto es, de la parte de la renta anual que se invierte como capital en el extranjero, particularmente en las colonias y los United States de América, es mucho mayor en relación con el fondo anual de acumulación que el número de los emigrantes con respecto al aumento anual de la población. Además en realidad, una parte sólo viaja detrás del capital. Por lo demás, la emigración de Inglaterra, en cuanto nos ocupamos de su parte principal, la agrícola, no se compone en su mayor parte de obreros, sino de hijos de agricultores, etc. Hasta el presente ha sido más que sustituida por la inmigración de Irlanda. Los períodos de estancamiento y crisis, cuando el impulso a la emigración es más poderoso, son los mismos en los que se envía más capital suplementario hacia [160] el extranjero, y los períodos en que decrece la emigración, los mismos en que se reduce la emigración del capital excedente. Por lo tanto, las oscilaciones de la emigración afectan escasamente la relación absoluta entre el capital y la fuerza de trabajo empleados en el país. Si la emigración en Inglaterra alcanzara proporciones serias con respecto al crecimiento anual de la población, ello significaría que se había arruinado la posición de este país en el mercado mundial. La emigración irlandesa desde 1848 ha chasqueado a los maltusianos en todas sus expectativas y presagios. En primer término, habían declarado imposible una emigración que excediera la medida del aumento de población. Los irlandeses han resuelto el problema, pese a su pobreza. Por regla general, la parte emigrada envía anualmente a los que quedaron atrás los medios para la emigración. En segundo lugar, además, los mismos señores habían presagiado que la hambruna (famine) que había arrebatado un millón [de vidas][180] y el éxodo subsiguiente, tendrían en Irlanda exactamente el mismo efecto que la Black Death[181] a mediados del siglo XIV en Inglaterra. Ha ocurrido precisamente lo contrario. La producción decreció más rápidamente que la población, e igualmente los medios de ocupación de los trabajadores agrícolas, aunque su salario de hoy —si tenemos en cuenta los precios diferentes de los medios de subsistencia— no es más alto que en 1847. La población, empero, en 15 años se redujo de 8 a 4 ½ millones aproximadamente. Sin duda, hasta cierto punto aumentó la producción ganadera, y Lord Dufferin, que quisiera transformar a Irlanda en una mera dehesa para ovejas, tiene mucha razón al decir que todavía la población es demasiado numerosa. Los irlandeses, entretanto, no sólo llevan a América sus propios huesos, sino a sí mismos, y el «exoriare aliquis ultor»[182] se [confirmará] terriblemente allende el Atlántico[183]. [161]

Si examinamos los dos últimos años, 1864 y 1865, encontraremos respecto a las principales cosechas (crops):

1864 1865 Merma
qrs. qrs. (Decrease)
Trigo (Wheat) 875,782 826,783 48,999
Avena (Oats) 7,826,332 7,659,727 166,605
Cebada (Barley) 761,909 732,017 29,892
Cebadas (Bere)[184] 15,160 13,989 1,171
Papas (Potatoes) 4,312,388 3,865,990 446,398
Nabos (Turnips) 3,467,659 3,301,683 165,976
Lino (Flax) 64,506 39,561 24,945
(Esto es oficial: Agricult. Statisties. Ireland, Dublín, 1866, p. 4.)

Ello no impide que tales o cuales sujetos se enriquezcan en medio de la rápida ruina del país. Así, por ejemplo, el número: de personas con un ingreso anual de 900 a 1.000 £ [era] en 1864: 59 y en 1865: 66; el de 1.000-2.000 £: 1864: 315, 1866: 342; en 1964 tenían

1864 1865
Ingresos (incomes) entre 3.000 - 4.000 46 50
4.000 - 5.000 19 28
5.000 - 10.000 30 44
10.000 - 50.000 23 25

y tres personas, cada una con 87.706 £ [de promedio]; tres, cada una de las cuales con 91.509 £ [de promedio] (Income and Property Tax Return, 7 de agosto de 1866). Lord Dufferin, que pertenece al número de estas personas «excedentes», llega a la razonable conclusión de que Irlanda cuenta aún con muchísimos habitantes de más.

[Expropiación y despoblación en Alemania Oriental en el siglo VIII]

[185] «Tan sólo bajo Federico II en las más de las provincias del reino de Prusia se garantizó a los súbditos (campesinos) los derechos de herencia y propiedad. Y esta disposición coadyuvó a terminar con un padecimiento de la gente rústica, el cual amenazaba con despoblar la campaña. Pues precisamente en el [162] pasado siglo (XVIII), no bien los hacendados pensaron en acrecentar los ingresos de sus explotaciones, encontraron que era ventajoso desahuciar a tales o cuales de sus vasallos e incorporar los predios de los campesinos a la hacienda señorial. Los desalojados, al quedar sin hogar, caían en la miseria, pero a los demás vasallos las cargas se les volvían completamente insoportables, puesto que ahora los señores les exigían que cultivaran también las parcelas campesinas cuyos propietarios otrora habían facilitado con su trabajo el laboreo de la finca del señor. Esta “expulsión de los campesinos” fue particularmente rigurosa en Alemania oriental. Cuando Federico II conquistó Silesia había allí muchos miles de granjas campesinas sin dueño: las viviendas yacían en ruinas, las tierras estaban en manos de los señores. Se debió reconstruir las viviendas de todos los predios confiscados, se les dotó de dueños y proveyó de ganado y aperos y se les distribuyó entre los campesinos como posesión privada y hereditaria. El mismo abuso provocó en Rügen, aún en los años mozos de [Ernst] Moritz Arndt, rebeliones campesinas: se enviaron soldados y encarceló a los revoltosos: los campesinos buscaron vengarse, acecharon a diversos aristócratas y les dieron muerte. Asimismo, en el principado electoral de Sajonia el mismo abuso fue la causa aun en 1790 de una sublevación.» (G. FREITAG[186].)

¡Bien se ve aquí en qué consistían los nobles sentimientos de los señores feudales[187]!

[Propiedad y capital]

[188] Aun cuando, en su esencia, la formación del capital y el modo capitalista de producción se fundan no sólo sobre la abolición del modo de producción feudal, sino [además] sobre la expropiación de los campesinos y artesanos, en general [sobre la abolición] del modo de producción que se basa en la propiedad privada de sus condiciones de producción por parte del productor directo; aun cuando una vez introducido el modo capitalista de producción, se desarrolla en la misma medida en que se suprimen aquella propiedad privada y el modo de producción fundado en ella, en que se expropia, por ende, bajo el nombre de la concentración del capital (centralización) [163] a esos productores directos: aun cuando ese proceso de expropiación, reiterado sistemáticamente más adelante en el clearing of estates[189], sirvió en parte, como acto de violencia, de introducción al modo de producción capitalista, aun así, no sólo la teoría del modo capitalista de producción (la economía política, la filosofía del derecho, etc.) sino también el capitalista mismo, gusta en su imaginación de confundir su modo de propiedad y apropiación —modo cuyo desarrollo se funda en la apropiación de trabajo ajeno y cuya base descansa sobre la expropiación del productor directo— con aquel modo de producción que por el contrario presupone la propiedad privada del productor directo con respecto a sus condiciones de producción —una presuposición bajo la cual el modo capitalista de producción sería imposible en la agricultura y la manufactura[190], etc.—, y por tanto gusta de representarse todo ataque contra esa forma de la apropiación como un ataque contra aquella propiedad ganada a fuerza de trabajo, y en general contra toda propiedad. Naturalmente, son cada vez mayores las dificultades que derivan de representar la expropiación de los bienes de las masas laboriosas como si esa expropiación fuera una condición vital de la propiedad fundada en el trabajo. (Dicho sea de paso, la propiedad privada en esa forma siempre implica, cuando menos, la esclavitud de los miembros de la familia, de los cuales se sirve y a los que explota abiertamente el jefe de familia.) Por eso la representación jurídica general desde Locke hasta Ricardo [ha sido] la de la propiedad pequeño-burguesa, mientras que las relaciones de producción expuestas por ellos corresponden al modo capitalista de producción. Lo que posibilita esto es la relación de comprador y vendedor, los cuales formalmente se conservan iguales en ambas formas. En todos estos escritores encontramos la dualidad [siguiente]:

1) económicamente [están] contra la propiedad privada basada en el trabajo, y demuestran las ventajas que presentan la expropiación de la masa y el modo capitalista de producción:

2) Ideológica y jurídicamente se trasplanta sin más preámbulos [164] la ideología de la propiedad privada fundada en el trabajo a la propiedad basada en la expropiación de los productores directos,

79) Tenemos, por ejemplo la frase de echar sobre los hombros de las nuevas generaciones, por medio de las deudas públicas, las cargas del presente. A puede darle a B, quien de manera real o ficticia le presta mercancías, un vale u obligación sobre productos del futuro (así como hay poetas y músicos del futuro). Pero A y B juntos no consumen ni siquiera un átomo de productos del futuro. Cada época debe pagar sus propios gastos de guerra. Un obrero, en cambio, puede rendir por anticipado en este año el trabajo de los tres años siguientes.

«In pretending to stave off the expenses of the present hour to a future day, in pretending that you can burthen posterity to supply the wants of the existing generations», se sostiene el absurdo «that you can consume what does not yet exist, that you can feed on provisions before their seeds have been sown in the earth… Al1 the wisdom of our statesmen will have ended in a great transfer of property from one class of persons to another, in creating an enormous fund for the rewards of jobs and peculation.» («Al querer transferir a un día futuro los gastos de la hora presente, al pretender que alguien es capaz de echar sobre la posteridad la carga de proveer a las necesidades de la actual generación [se sostiene el absurdo] de que se puede consumir lo que aún no existe, de que es posible alimentarse con alimentos antes de que se siembren sus semillas en la tierra… Toda la sabiduría de nuestros estadistas tendrá como único resultado transferir en gran escala la propiedad de una clase de personas a otra, creando un fondo enorme para especulaciones y malversaciones[191].») (8, 9, PIERCY RAVENSTONE, M. A., Thoughts on the Funding System and its Effects, London, 1824.)

Los mineros (colliers)

73) The Colliers. En cada huelga se puede apreciar la dependencia en que los mineros (colliers) se encuentran, en materia de viviendas, con respecto a los explotadores. Por ejemplo la huelga (strike) de [165] noviembre de 1863 en Durham. Bajo las más crudas condiciones atmosféricas echaron a la calle a los obreros, con sus mujeres e hijos, y tiraron los muebles, etc., frente a las casas. Ante todo, había que encontrar abrigo durante las gélidas noches. Una gran parte de la gente dormía al sereno; otros forzaron las entradas de sus viviendas desocupadas (evacuate dwellings) y las ocuparon (occupied) durante la noche. En consecuencia, los dueños de las minas el día siguiente hicieron condenar puertas y ventanas con clavos y barras, para que los desalojados no gozaran del lujo de dormir, en la noche glacial, sobre el piso desnudo de las casuchas (cottages) vacías. Para refugiarse, la gente comenzó entonces a construir tugurios (cabins) de madera, chozas (wigwams) de turba, pero los propietarios de los terrenos, a su vez, las arrasaron. Gran cantidad de niños perecieron miserablemente durante esta campaña del trabajo contra el capital. (Reynolds Newspaper, 29 de noviembre de 1863.)