6. Confianza

El día había sido largo para todos, pero especialmente para Andrew, que lo había pasado velando a Náyade, a quien la posesión había dejado muy alterada. Cuando por fin se quedó dormida, Lucy convenció a Andrew de que bajara a la cocina y cenara algo con los demás. Cuando esta terminó, Lucy apareció corriendo y visiblemente preocupada mientras decía:

—Náyade se ha despertado, ha tenido pesadillas y parece muy angustiada.

Andrew se levantó de un salto de la silla, pero Lucy añadió suavemente:

—Me ha pedido que suba Joshua.

El rostro de Andrew se nubló por la tristeza, pero no protestó. Joshua siguió escaleras arriba a Lucy, que dejó que entrara solo en la habitación. Esta estaba iluminada por unas velas blancas que creaban una agradable penumbra. Náyade yacía en la cama y le miraba con los mismos ojos que cuando tenía pesadillas siendo una niña pequeña. Joshua se acercó rápidamente a ella, se sentó en su cama y la ayudó a incorporarse. Náyade, para su sorpresa, le abrazó con una intensidad que hacía tiempo que no hacía y permaneció con el rostro enterrado en su hombro mientras comenzaba a sollozar. Joshua le pasó la mano por el cabello con suavidad y dejó que se tranquilizara, permaneciendo en esa misma postura durante varios minutos. Cuando sintió que sus emociones se calmaban la separó con cuidado de él y le preguntó mirándole a los ojos:

—¿Qué sucede?

Ella suspiró, tomó aire y contestó:

—Creía que la bruja se había limitado a intentar dominarme con oscuridad y que yo había estado inconsciente durante toda la posesión. Pero cuando me he quedado dormida, he comenzado a recordar fragmentos de lo que ha sucedido.

Hizo una pausa, antes de atreverse a preguntar:

—¿Qué es lo que hice con Chris?

Joshua bajó los ojos y preguntó a su vez:

—¿Qué es lo que recuerdas?

—Yo desnudándome y metiéndome en su cama…

Su voz se quebró y Joshua se apresuró a decir:

—No pasó nada más.

—¿Cómo lo sabes?

—Chris nos dio su visión.

—¿Nos? —repitió ella, frunciendo el ceño, temiendo la respuesta.

—A Carl, a Andrew y a mí. Te estábamos buscando cuando Chris nos avisó de que estabas en su habitación.

—¿Andrew me vio intentar seducir a Chris? —susurró ella, angustiada.

—Sí, pero como te he dicho no pasó nada entre Chris y tú.

Náyade le miró. Tenía un nudo en la garganta e intentaba retener las lágrimas que pugnaban por salir.

—Quiero verlo.

—No es una buena idea.

—Vosotros lo habéis visto y, dado que era mi cuerpo el que esa maldita bruja usó, tengo derecho a saberlo.

Joshua intercambió una mirada comprensiva con su hermana. Aunque sabía que le dolería, era consciente de que ella necesitaba saber la verdad. Por ello colocó delicadamente la mano sobre su pecho y le transmitió la visión como Chris había hecho con ellos. Cuando terminó, los ojos de Náyade volvían a estar anegados en lágrimas. Haciendo acopio de valor se los secó y musitó:

—Lo siento mucho por Chris, debería disculparme.

—No fue culpa tuya, pero si te sientes mejor puedes hablar con él mañana, ahora debes descansar.

Náyade asintió con la cabeza y preguntó:

—¿Cómo se lo tomó Andrew?

Joshua suspiró por toda respuesta. No le correspondía a él contestar a aquella pregunta, así que sugirió:

—¿Por qué no lo hablas con él?

—No puedo preguntarle qué le parece que me quedara en ropa interior delante de Chris e intentara acostarme con él. Yo… nosotros… todo es perfecto… no quiero estropearlo —replicó ella, sintiéndose derrumbada por la mera idea de que aquella bruja la separara de su novio.

Joshua la miró con el gesto fruncido. Intuía el sufrimiento de su hermana y también el profundo amor que la unía a Andrew. La rabia contra la bruja que había hecho eso creció en su interior, pero trató de calmarse mientras le recordaba:

—Náyade, tú no has hecho nada malo y Andrew lo sabe.

—No puedo hablar de esto con él —repitió Náyade.

Joshua le acarició la mejilla con suavidad e insistió:

—Si no hablas con él esta historia se hará más grande y eso sí te creará problemas. Lo sé por experiencia.

Ella le miró sin comprender y su hermano se explicó:

—Carl y yo estamos juntos desde hace muchos años, pero cuando vinimos a la Universidad y lo hicimos público, todo se complicó. Su familia no aceptaba que estuviera con un chico, menos que este fuera un brujo. Además, nuestras Hermandades estaban siempre en confrontación. Huck y Carl un día eran como hermanos y al otro solo se dirigían la palabra para soltar algún comentario sarcástico; y eso se hizo extensible al resto de nosotros. Así que solo nos veíamos cuando nos escapábamos a la cabaña del bosque, lejos de todo.

Hizo una pausa y Náyade intuyó que el recuerdo todavía le dolía:

—El resto del tiempo, Carl siempre estaba con Andrew, que era muy guapo, que nunca salía con chicas y con el que podía compartirlo todo, ya que era un cambiante como él.

La sorpresa tomó el rostro de Náyade mientras preguntaba, incrédula:

—¿Tú estabas celoso de Andrew?

—Sí, era su cómplice y temí que pudiera ser algo más, pero no me atreví a decírselo a Carl, y durante un tiempo eso complicó aún más las cosas entre nosotros. Y si algo aprendí de aquello es que es mejor hablar de lo que nos preocupa.

Náyade esbozó una media sonrisa y concedió:

—Está bien, lo intentaré. Pero, Joshua, hay algo que me preocupa. ¿Qué hubiera ocurrido si en lugar de ir a la habitación de Chris hubiera ido a la de alguien de la Hermandad de las Águilas?

—Náyade, no juegues al «que hubiera pasado», es duro y no sirve para nada. Lo importante es que fue con Chris y todo está bien ahora.

La sonrisa de Náyade se ensanchó y apretando la mano de su hermano preguntó:

—¿Puedo pedirte un favor?

—El que quieras.

—¿Compartirías la habitación conmigo esta noche? Tengo una cama libre y sería como cuando éramos pequeños y yo tenía miedo. No quiero estar sola.

Al escucharle Joshua se acercó a ella y besándole en la frente le garantizó:

—No te preocupes, no estarás sola. Pero tengo que ir un momento abajo.

Su hermana sonrió dulcemente y musitó:

—Muchas gracias, Joshua.

Él volvió a besarla en la frente y salió de la habitación sabiendo qué era lo que debía hacer, lo que su hermana necesitaba para comenzar a olvidar lo que había sucedido.

Tal y como había previsto, Andrew le esperaba con el rostro ansioso al pie de la escalera. Joshua le ofreció una sonrisa amable y comentó:

—Náyade está bien, solo algo alterada por lo que ha sucedido, pero estoy segura de que se le pasará.

Andrew esbozó una sonrisa de alivio y Joshua añadió:

—¿Te importaría si hablamos un momento a solas en mi habitación?

—No, por supuesto que no.

Los dos chicos entraron en la habitación de Joshua y este le indicó que tomara asiento en la única silla libre. Él se colocó al borde de la cama, con las palmas apoyadas en ella, como solía hacer cuando estaba inquieto. Finalmente, comentó:

—Hay algo que siempre he querido saber, pero jamás me he atrevido a preguntarte. Es sobre Carl.

Andrew permaneció boquiabierto unos segundos, pero después aclaró con suavidad:

—A pesar de las leyendas que corren por el campus, nunca he sido gay ni he estado enamorado de Carl.

—Eso ya lo sé.

Andrew le miró sin comprender y Joshua añadió:

—Soy un brujo y Carl un cambiante. Se supone que nuestras Hermandades debían estar separadas, así que exceptuando a Huck y Chris no creo que a nadie le gustara que estuviéramos juntos. Y en el caso de ambos, nos conocen a los dos desde hace años y vivieron el principio de nuestra historia; por tanto fue fácil para ellos. Pero tú y yo ni siquiera éramos amigos y, a pesar de eso, siempre apoyaste nuestra relación e incluso cuando Carl me dejó, le insististe en que volviera conmigo. ¿Por qué?

Andrew suspiró aliviado de que fuera eso lo que preocupaba a Joshua y contestó:

—La respuesta es fácil. Carl es como un hermano para mí y quiero que sea feliz. Cuando está contigo, lo es. Así que lo lógico es que estéis juntos.

Joshua sonrió ante su respuesta y preguntó:

—¿Así de sencillo?

—Así de sencillo. Además, intuía que tú y yo podíamos ser amigos, como así ha sido ahora que nos estamos saltando las estúpidas normas de estar separados por quienes somos.

—Lamento no haber intentado conocerte mejor antes —se disculpó Joshua, mordiéndose el labio.

—No importa, ahora tenemos mucho tiempo por delante.

Los dos chicos intercambiaron una mirada cómplice y Joshua supo que había llegado el momento de explicarle todo:

—Náyade está comenzando a recordar lo que ha sucedido esta mañana y eso la ha puesto muy nerviosa. Me ha pedido que comparta habitación con ella, no quiere estar sola.

—Me parece bien. ¿Duermo con Carl en tu habitación?

Joshua vaciló. Su instinto de hermano mayor se escondía en algún lugar de su interior, intentando encontrar un resquicio entre lo que quería hacer y lo que sabía que estaba bien. Por eso, antes de que pudiera cambiar de idea, respondió:

—No, duermes con Náyade en la suya, que es lo que ella quiere en realidad aunque no se haya atrevido a pedírmelo.

Andrew se removió en la silla y concentró su vista lejos de Joshua mientras decía:

—No estoy seguro de que eso sea buena idea.

—¿Por qué no?

Andrew suspiró. Era la primera vez en la iba a atreverse a mantener esa conversación con Joshua y, aunque fuera difícil hablar así con el hermano de su novia, tenía que decirle la verdad, por lo que contestó:

—¿Honestamente? Porque seguir tus normas es más fácil cuando estamos rodeados de gente. No puedo garantizarte que pueda hacerlo si comienzo a dormir con ella. No esta noche, obviamente, que está enferma, pero en el futuro…

Joshua bajó los ojos, suspiró y luego declaró:

—Esta conversación es incómoda para ambos, así que seré sincero yo también. Adoro a Náyade y si estoy con ella puedo intentar que esté más tranquila, pero lo cierto es que ella solo está feliz cuando está contigo. Por lo tanto aplicaré la misma regla que tú utilizaste con Carl y conmigo. Si la amas tanto como para haberte expuesto al Círculo de las sombras no necesitas mis normas, porque sé que jamás harías nada que ella no quisiera. Nunca dejé que nadie nos dijera a Carl y a mí como teníamos que llevar nuestra relación; y me he dado cuenta de que no es correcto que yo lo haga con mi hermana. Por tanto, a partir de ahora, vosotros ponéis las reglas.

Andrew le miró incrédulo, y en eso momento Carl apareció. Les miró a ambos y preguntó:

—¿Todo bien?

—Sí —contestó Joshua por los dos.

Andrew sonrió a su amigo y después se separó de ambos diciendo:

—Buenas noches. Y gracias por confiar en mí, Joshua.

—Buenas noches, Andrew. Llámame si necesitas algo, ya sabes que estamos en la habitación de al lado.

—Lo tendré presente.

—¿Vas a dejar que duerma con Náyade? —Curioseó Carl cuando estuvieron solos.

—La otra opción era que Andrew durmiera contigo. No me ha quedado claro cuál de las dos situaciones era más peligrosa —bromeó Joshua.

—Muy gracioso… Pero que sepas que no pienso dejarte que monitorices la habitación de al lado.

Joshua sacudió la cabeza y rio ante su comentario mientras decía:

—Tranquilo, me temo que mi sabia hermana sabe hacer conjuros de insonorización a la perfección. Aunque, siendo sincero, hoy estará demasiado cansada para que suceda nada.

—Lo cual te alegra enormemente…

Joshua esbozó una sonrisa culpable y Carl le preguntó pícaramente:

—Por cierto, ¿te he dicho alguna vez que ese conjuro de insonorización me encanta?

—No, y no se me ocurre por qué —replicó Joshua en el mismo tono.

Carl rio y algo se removió en el interior de Joshua. Hablar con Náyade de lo que había sucedido entre ellos le había recordado lo duro que había sido amarle desde la distancia, disponer de tan pocos momentos para estar juntos. Pero ahora eso ya no era válido. Ahora Carl le miraba con aquel brillo en los ojos mientras le insinuaba que quería estar con él. Ya no tenían que fingir, ni alejarse, ni separarse al caer la tarde. Y por ello sintió estremecerse de excitación y se lanzó sin pensarlo sobre Carl, besándole con pasión mientras le decía:

—Definitivamente, necesitamos ese conjuro de insonorización…