4. Sanación
El desván de la Hermandad parecía tomado por la desesperación. Durante varias horas habían intentado conjuros, sanaciones y círculos de energía con el mismo resultado negativo. Náyade continuaba sumida en la oscuridad y el pánico comenzaba a hacer mella en todos ellos. Por eso, cuando Huck escuchó el sonido inconfundible de la Harley de su padre, lanzó una mirada de hastío a través de la ventana y masculló:
—¿Qué hace aquí? Es lo último que nos faltaba.
—Yo le he pedido que venga.
La voz de Andrew se dejó oír firme y Huck trató de controlar su rabia, a sabiendas de la preocupación que sentía por Náyade. Sin embargo, protestó:
—¿Por qué has hecho algo así? La norma básica de la Hermandad es que nunca llamamos a mi padre.
—En realidad la norma básica es que hacemos lo que sea para sanarnos. Y puede que Lucius tenga una idea mejor para ayudar a Náyade, porque la estamos perdiendo… —intercedió Joshua.
Huck bajó los ojos, avergonzado de anteponer sus problemas familiares a la seguridad de Náyade, y Andrew se explicó:
—No le he llamado. He ido a verle.
—Cuando has dicho que necesitabas estar a solas, en realidad has volado hasta el castillo del Círculo de las sombras. —Adivinó Joshua.
Andrew asintió y Carl indicó:
—No deberías haber salido de la casa solo, esa bruja podría haberte atacado.
—Esa bruja está demasiado ocupada dominando a Náyade como para preocuparse por mí. Así que siento si he abusado de vuestra confianza acudiendo al Círculo de las sombras, pero no se me ha ocurrido otra forma de ayudarla —contestó Andrew.
Sus palabras impactaron a Huck, sobre todo porque hubiera tenido la valentía de ir al Castillo del Círculo de las sombras él solo, así que susurró:
—Tienes razón, lamento haberte gritado.
—No pasa nada. Será mejor que vaya a abrir la puerta a tu padre —contestó Andrew.
Todos asintieron y esperaron en tensión a que llegara Lucius. Este parecía haber perdido su dureza habitual y su rostro denotaba una profunda preocupación. Ladeó la cabeza en señal de saludo silencioso y se acercó a Náyade. Con delicadeza, la inspeccionó durante varios minutos, hasta que al final comentó:
—Andrew me ha explicado todo lo sucedido con Debby. Este sería un buen momento para recordaros que los ataques de brujos deben ser comunicados; de haberlo hecho, quizás habríamos evitado el que ha sufrido Náyade. Pero ya tendremos tiempo de hablar de ello. Ahora tenemos trabajo. ¿Qué habéis intentado hacer hasta ahora?
Huck le miró. A pesar de que su tono no era tan frío como de costumbre, estaba convencido de que era incapaz de preocuparse por nadie y que le daba igual lo que le pasara a Náyade. Solo estaba allí obligado por su mandato del Círculo de las sombras. Por eso fue cauto al responder:
—Joshua y Lucy llevan dos horas intentando sanarla, pero no hay forma de sacar la oscuridad de ella. Tampoco han funcionado los conjuros.
—Sin embargo, ayer os funcionó con Debby —les recordó Lucius.
—Sí, pero fue Náyade quien lo hizo —comentó Joshua—. Como usted bien sabe, yo no tengo el poder que ella tiene, así que por mucho que lo he intentado no puedo eliminar la oscuridad que ha tomado su interior.
Lucius apretó los puños con fuerza y pestañeó con furia al escuchar esto. Andrew tenía razón al haber ido en su búsqueda al Castillo. Náyade estaba grave y no tenía muy claro que ninguno de ellos tuviera el poder de ayudarla. Sintió que su corazón latía violentamente y un sentimiento de preocupación le invadió de tal modo que se sintió desorientado. Hacía años que había aprendido a no dejarse influenciar por lo que veía, y eso que había sido testigo de sucesos terribles. Pero nunca había nada normal en su relación con aquella joven sanadora que parecía ser la única capaz de reconocer en él hombre que hacía mucho tiempo había dejado de ser. Por razones que él no entendía, Náyade era la única que veía a través de su máscara, y eso era algo que no podía olvidar, que jamás se permitiría olvidar. Él la había encerrado, pero en lugar de odiarlo ella le había prometido que le ayudaría cuando fuera lo suficientemente fuerte. No obstante, ahora era él quien tenía que ser fuerte, devolverle la consciencia y eliminar lo que fuera que la estaba poseyendo. Se obligó a sí mismo a no temblar ante la dificultad de salvarla, ante la mera idea de que algo le sucediera. Finalmente, utilizando todas sus fuerzas, consiguió contenerse y, tratando de escoger cuidadosamente las palabras para no causar más pánico, comentó:
—Tienes razón, Joshua. El don de Náyade es algo único, que se da en contadas ocasiones y en distintas generaciones. Y puede que solo ese tipo de poder sea capaz de eliminar tanta oscuridad como la que percibo en ella.
—¿Conoces a alguien que lo tenga? —preguntó Huck, temeroso de escuchar la respuesta.
Lucius apartó la mirada hacia otro lado adrede mientras decía:
—Me temo que no. El último brujo sanador que conocí con esa capacidad falleció este invierno; y ni siquiera era tan poderoso como Náyade. Puede que exista alguien más, pero dado que el Círculo de las sombras castiga ese don si es utilizado, es difícil que alguien reconozca voluntariamente que lo tiene. Más cuando solo se detecta la primera vez que se devuelve algo a la vida.
Sus palabras causaron un silencio devastador, que finalmente fue roto por Andrew al preguntar:
—¿Eso significa que…?
—En todo este tiempo nunca os he visto rendiros y no vamos a hacerlo ahora. Solo necesito pensar un poco más en esto y buscar la solución más adecuada —le interrumpió Lucius.
Huck volvió a extrañarse por el tono afectado de su padre, pero se centró en su deber como jefe de la Hermandad y propuso:
—Hagamos un círculo de energía, te ayudará a concentrarte.
Su padre asintió y mientras sus amigos tomaban asiento, Huck colocó unas velas de colores y un incienso en medio y después se sumó al grupo, comenzando a musitar la letanía que debía elevar el nivel energético de su padre.
Estuvieron concentrados durante varios minutos, hasta que Lucius abrió los ojos y rompió el círculo de energía. Se inclinó hacia atrás y respiró profundamente antes de revelar:
—Tengo una idea, aunque me veo en la obligación de deciros que no estoy seguro de que funcione.
—Sea lo que sea, hay que intentarlo. La estamos perdiendo, señor —musitó Joshua, que había permanecido fuera del círculo de energía sosteniendo la mano de su hermana.
Todos asintieron al unísono y Lucius comenzó a explicar:
—La luz del interior de Náyade tiene la fuerza de terminar con la oscuridad. Si mis conocimientos sobre estos temas son exactos, cuando eso sucede, la luz que penetra en la persona a la que ha sanado pasa a formar parte de ella. Quizá si utilizas tu poder sanador, Joshua, unido a mi fuerza mágica, podemos intentar conectar a Náyade con la luz que dejó en Debby.
—Guiándola para que se cure a sí misma. —Adivinó Joshua.
Lucius asintió, pero él protestó:
—Eso es muy peligroso para usted. Jamás he hecho algo así, puedo quitarle más energía de la que necesita para sobrevivir.
—Lo sé, pero es nuestra única opción —insistió Lucius.
—Puedo hacerlo yo. Si sucede algo es más probable que tú puedas salvarme que nosotros a ti —propuso Huck.
Su padre le agradeció el gesto con la mirada, pero le recordó:
—Soy el brujo con más nivel aquí y vamos a necesitar mucha energía, más de la que tú tienes. Yo soy la única opción.
Mientras lo decía se acercó a Joshua, que comentó:
—Esto es muy valiente por su parte, señor. No sabe cómo le agradezco que ayude a mi hermana.
Lucius, poco acostumbrado a que nadie le diera las gracias, esbozó una sonrisa de satisfacción, que borró enseguida para recordarles:
—Deberemos estar muy concentrados. Solo tenemos una oportunidad de conectar, y ni siquiera sé si la luz que dejó en el interior de Debby será suficiente.
—¿Qué quiere decir? —preguntó Joshua.
—¿Es posible que Náyade haya salvado a ningún otro animal muerto? Uno al que tengamos acceso.
—No —respondió Joshua con firmeza—. Náyade cumplió la promesa que le hizo al Círculo de las sombras, se lo aseguro.
—Ojalá no lo hubiera hecho —resopló Lucius, sintiéndose nuevamente culpable de su encierro.
Todos le miraron sin comprender y él se explicó:
—La luz necesaria para devolver a la vida a un animal hubiera sido mucho más potente que la que usó para limpiar la oscuridad que atacó a Debby, sin llegar a dominarla por completo.
Andrew sintió que su corazón se paralizaba, pero con una gran exhibición de autocontrol se atrevió a decir:
—En ese caso, debo ser yo quien lo haga y no Debby. Yo he intercambiado más energía con Náyade.
—Lamento tener que hacer de Chris, pero el sexo no cuenta como intercambio de energía, así que tu declaración solo sirve para cabrear a Joshua —aclaró Zack, poniendo en palabras lo que todos pensaban.
Andrew suspiró y, siendo consciente de que aquello podía significar su fin, aclaró:
—No me he acostado con Náyade, pero sí que soy el animal al que ella trajo del borde de la muerte. Por tanto, tengo la luz que me salvó la vida en mi interior.
Todos le miraron boquiabiertos, sin saber qué decir, como si hubieran sido tocados por el mismo resorte de incredulidad. Entonces, para su sorpresa, Lucius posó su mano delicadamente sobre la de Náyade. La miró varios segundos en silencio y después se inclinó con suavidad hacia ella mientras susurraba:
—Ella decía la verdad. No hizo el conjuro de olvido para protegerse a sí misma, sino para proteger a alguien. Debí haber imaginado que se trataba de un cambiante y no de un simple animal.
Al escucharle Huck reaccionó, comprendiendo el gran riesgo que corría Andrew y se apresuró a decir:
—No puedes encerrarle…
—Ahora no, Huck, no tenemos tiempo —le interrumpió su padre.
—Tu padre tiene razón, lo único que importa es salvar a Náyade —intercedió el aludido.
Huck les miró preocupado, pero, para su sorpresa, no detectó en su padre odio o ira hacia Andrew, sino más bien admiración. Joshua también lo captó y propuso:
—Deberíamos comenzar, ya tendremos tiempo después para aclaraciones. Señor Rogers, ¿está seguro de que quiere hacerlo?
Él asintió y Andrew preguntó:
—¿Qué quiere que haga?
—Me explicaste que Náyade te dio una visión de cuando estuvo en el castillo. ¿Habéis vuelto a hacer algo similar?
Andrew vaciló unos segundos y después contestó algo nervioso:
—Compartimos la visión de lo que había sucedido cuando me salvó. Y, después, Náyade me enseñó a conectar con ella cada vez que nos acariciamos, de forma que puedo ver nuestras auras juntas.
Lucius le miró, suspiró pesadamente y comentó con cierto sarcasmo:
—En ese caso, que seas su novio nos será de mucha utilidad. Quiero que hagas lo mismo que haces para ver vuestras auras y que te concentres en conectar con ella. Joshua tomará mi energía y pondrá su mano sobre la tuya para transmitírtela. Y será mejor que roguemos para que Náyade pueda recibirla en el estado en el que está y eliminar su oscuridad.
Huck lo miró, temiendo de nuevo lo que podía suponer para su padre ese esfuerzo. Por ello sugirió:
—Los demás haremos un círculo protector de energía para destruirla o para ayudarte si es necesario. ¿Te parece bien?
Padre e hijo intercambiaron una mirada de dolor. Después de todo lo que había sucedido en sus últimos encuentros, ahora iban a trabajar juntos para salvar a Náyade, dejando sus diferencias apartadas. Por eso Lucius contestó en un tono suave que jamás utilizaba con Huck:
—Buena idea, os lo agradezco.
Su hijo le miró, todavía preocupado, y musitó:
—Ten cuidado.
Lucius asintió e indicó a Andrew que se acercara a Náyade. Este colocó su mano con delicadeza sobre su pecho, escuchando el suave latir de su corazón, y comenzó a recordar la luz que ella le había transmitido el día que le salvó. Lucius se tumbó al lado de la chica y cerró los ojos. Joshua pasó sus manos por una vela cercana, se concentró y colocó una mano sobre el pecho de Lucius para tomar su energía, otra sobre la mano de Andrew. La energía era tan fuerte que temblaba, y podía percibir como Lucius se iba debilitando. La conexión se hizo más y más fuerte, hasta que un haz de luz comenzó a brotar de la mano de Andrew al pecho de Náyade, requiriendo que Joshua tomara más energía de Lucius. Estuvieron así largo rato, hasta que Joshua les soltó lentamente a ambos y comentó:
—Ahora depende de ella, necesita un tiempo para canalizar la luz que le hemos dado.
Sus ojos estaban húmedos por la preocupación, pero aun así mantuvo la serenidad al añadir:
—Lucy, necesito tu ayuda urgentemente, el señor Rogers, está muy débil.
Ella le miró asustada, pero se acercó a él mientras Huck rompía el círculo de energía para acercarse corriendo a su padre. Este tenía el pulso muy débil, así que Lucy y Joshua comenzaron a sanarle mientras Jimmy preparaba varias infusiones reparadoras. Nadie habló, preocupados como estaban no solo por Náyade, sino también por Lucius, que parecía incapaz de reaccionar. La sanación continuó varios minutos, hasta que por fin Lucius abrió los ojos y preguntó con la voz entrecortada:
—¿Ha funcionado?
—Lo sabremos en unos momentos. ¿Se encuentra usted bien?
Lucius asintió, pero cuando intentó incorporarse se mareó. Huck le sostuvo y le ayudó a tomarse una infusión ante la mirada sorprendida de todos y especialmente la de Carl, Chris y Joshua, que jamás habían visto a Huck mostrarte cariñoso, ni siquiera amable, con su padre. Y, sin embargo, Debby comprendió. Su novio distaba mucho de ser el chico duro que aparentaba; de hecho, cuando estaban solos siempre era tierno y dulce; por lo que intuía que si no era así con su padre era por aquella parte del pasado que nunca había terminado de explicarle. Pero después de ver la facilidad con la su padre había estado dispuesto a arriesgar su vida por Náyade, parecía que había bajado la guardia con él, al menos momentáneamente.
Joshua la sacó de sus cavilaciones, ya que había vuelto al lado de Náyade y esta comenzaba a abrir los ojos. Andrew apretó con fuerza su mano y ella musitó:
—Gracias…
Joshua suspiró aliviado y Náyade abrió completamente los ojos mientras decía mirando a Andrew:
—Sentí mi luz en tu interior guiándome. ¿Cómo lo has hecho?
—Tu hermano la canalizó y el señor Rogers le dio parte de su energía para hacerlo posible.
Ella se giró hacia Lucius y se interesó:
—¿Se encuentra bien?
Su voz sonaba angustiada, y lo estaba. Era consciente de que para realizar una sanación como la practicada se necesitaba una gran cantidad de energía y temía por él. Sin embargo, Lucius se incorporó con una considerable dosis de esfuerzo y la tranquilizó diciendo:
—Ya me estoy recuperando, no te preocupes.
Joshua ayudó a su hermana a incorporarse y Eleanor le tendió una infusión. Náyade tomó algunos sorbos, pero una idea pasó por su cabeza y adivinó mirando a Andrew:
—Les has contado lo que pasó…
—Era necesario, para que la sanación funcionara debías encontrar tu propia luz. Y había más en mi interior que en el de Debby.
Los ojos de Náyade se humedecieron y miró aterrada a Lucius. Andrew la tomó de la mano, suspiró y le aseguró:
—No había otra opción. Y ha valido la pena.
Todos intercambiaron una mirada de ansiedad y Carl se apresuró a decir:
—Tío Lucius, no puedes llevártelo. No ha hecho nada malo…
Las voces defendiendo a Andrew se alzaron e incluso Huck soltó a su padre y se unió a las protestas. Este, visiblemente recuperado, se puso de pie y les miró retomando su semblante serio. Las súplicas continuaron, pero Andrew alzó la mano y les pidió:
—Chicos, dejadlo. El señor Rogers ha salvado a Náyade y eso es lo que importa. Siempre he sabido que el Círculo no podía dejar pasar algo así, y no quiero que nadie más tenga problemas por mi causa. Iré con usted cuando quiera, señor.
En ese momento, Náyade se giró a Lucius con los ojos llenos de lágrimas. No le pidió nada, ni siquiera le habló. Se limitó a mirarle con los ojos suplicantes. Él suspiró y después afirmó mirando a todo el grupo:
—Andrew tiene razón. Un miembro del Círculo no puede dejar pasar algo así.
La angustia se hizo palpable en todos los presentes, pero Lucius añadió con una voz profunda y amable que jamás le habían escuchado:
—No obstante, un padre que está haciendo una visita de cortesía a su hijo y a sus amigos no tiene por qué decir todo lo que ve. Así que lo único que recordaré de este incidente es que Náyade ha resultado ilesa del ataque de la bruja.
Todos suspiraron aliviados, especialmente Huck. Había esperado una gran dosis de reproches y quejas, que terminarían seguro con la detención de Andrew. Pero en cambio, su padre dejaba pasar aquello, algo que no recordaba que hubiera hecho anteriormente. Andrew también fue consciente de lo que Lucius arriesgaba por él y le preguntó:
—¿Cómo puedo agradecérselo?
—No hay nada que agradecer. Tú solo preocúpate de proteger a Náyade.
La aludida sonrió de aquella forma dulce que sabía llegar a su alma y Lucius añadió:
—Ahora debo irme e informar de lo que ha sucedido, de forma que comencemos a trabajar desde el Círculo para terminar con esa maldita bruja.
Huck le miró inquieto y se ofreció:
—Si no te encuentras bien para conducir, podría acompañarte.
Su voz denotaba una profunda preocupación y Lucius contestó:
—Estoy bien. Además, no quiero que ninguno de vosotros salga de la casa, este es el único sitio en el que estáis protegidos. Y eso os incluye a vosotros, Carl y Andrew. Si esa bruja tiene en su punto de mira a esta Hermandad también atacará a las personas que importan a sus miembros.
Ellos le miraron no muy convencidos, pero la voz de Lucius era autoritaria cuando afirmó:
—Sé que a ninguno de vosotros os gusta obedecer órdenes del Círculo, pero esta vez es de vital importancia que lo hagáis. Náyade ha sido muy afortunada de salvarse del ataque, no puedo garantizar que la próxima vez tengamos éxito.
Huck le miró y, por primera vez en muchos años, acató la orden sin rechistar diciendo:
—Tienes razón, me encargaré personalmente de que nadie se mueva de la Hermandad.
—Bien, estaremos en contacto telefónico para cualquier cosa que averigüemos.
Los chicos intercambiaron una mirada, pero ninguno de ellos se atrevió a hablar del diario de la madre de Eleanor. Lucius detectó que le ocultaban algo, pero prefirió no hacer ningún comentario. Aunque no quería reconocerlo delante de Huck para que no se preocupara, se sentía muy débil y necesitaba descansar en el Castillo; y lo último que quería en ese momento era una discusión. Más cuando, y esto tampoco lo reconocería nunca, estaba conmocionado por la forma que Huck se había ocupado de él después de la sanación. Por ello retomó su semblante frío y ordenó:
—Carl, avisa a tus hermanos. Que ningún cambiante vaya a los bosques, no sé si ellos puedan estar en peligro también.
—Así lo haré.
—Bien. Andrew, ¿me acompañas a la puerta?
—Por supuesto, señor.
—Gracias de nuevo, señor Rogers, no olvidaré jamás lo que ha hecho por mi hermana —le dijo Joshua.
Él hizo un gesto a modo de despedida general con la cabeza y salió con Andrew de la habitación. Cuando ya no podía escucharles Chris preguntó, intrigado:
—¿Por qué tu padre está tan diferente hoy?
Huck se encogió de hombros y después reconoció:
—No lo sé, nunca es el mismo cuando se trata de Náyade.
La aludida sonrió y, tomándole de la mano, le aseguró:
—Tu padre es un buen hombre, solo que a veces solo recuerda que es un brujo del Círculo de las sombras.
Huck le devolvió la sonrisa y le acarició la mejilla con el torso de la mano, pensando en cuanto le gustaría poder creer eso, ver lo que Náyade veía, tener su confianza. Y, por qué negarlo, también que su padre bajara la guardia con él como lo hacía con ella. Mientras, los demás permanecieron en silencio, comenzando a valorar por primera vez que quizá Lucius no era el enemigo que todos creían.