Capítulo 10
Luke no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Los hombres que estaban sentados en el salón de su abuelo querían que invirtiera su tiempo y su dinero en un proyecto que revitalizara el centro de Divine? Ni hablar. Sus sentimientos hacia Divine no estaban claros desde antes del accidente. Por aquel entonces se estaba convirtiendo en un pueblo deprimente y en la actualidad era peor. Solucionar sus problemas supondría una gran cantidad de dinero y muchísima suerte. El reto era interesante, pero tendría que volver a vivir allí para hacerlo bien.
—Caballeros, lo siento, pero mis negocios están en Chicago y dudo de que pueda conseguir inversores para un proyecto como éste.
—Teníamos que preguntar. Aquí tienes mi tarjeta y si tienes ideas sobre qué podemos hacer, por favor, compártelas conmigo.
—Lo haré. Os deseo buena suerte —dijo Luke mientras tomaba la tarjeta.
Excepto en lo que concernía a Nicki y a su abuelo, la idea de que Divine iba muriendo lentamente no lo molestaba mucho. Bueno, en realidad lo molestaba.
Pensó en la gente de la residencia de ancianos y en lo que Nicki había dicho sobre su trabajo, sus sacrificios y sus éxitos. La mujer con artrosis en los dedos que había sido profesora de piano y de violín y que ya no podía ni colocar las fichas en el cartón; o el hombre que había pilotado bombarderos, con la esperanza de que el mundo fuera más seguro una vez que los estragos de la guerra hubieran desaparecido; o la mujer que había acogido a niños con tanto amor que tenía vínculos de por vida con ellos. ¿Cómo se sentían ellos a causa de que Divine se estuviera apagando? De alguna forma sabía que les dolía tanto como a Nicki.
—Miren. Pensaré sobre ello. Divine es un lugar especial que tiene que sobrevivir.
—Gracias por su tiempo —dijo Willard.
Estrecharon las manos y Luke vio cómo salían de la casa. Entonces se volvió y vio que su abuelo lo miraba en silencio. Hacía años que no buscaba su consejo, que no escuchaba a nadie más que a él mismo.
—Supongo que piensas que debería hacerlo.
—Sólo si pones el corazón en ello.
Hacía mucho tiempo que no ponía el corazón en algo, ni siquiera en vivir, pero tenía la impresión de que las cosas estaban a punto de cambiar.
—Necesito hablar con Nicki.
—Sabía que te sentirías así. Está fuera, en la parte de atrás.
Nicki escuchaba el sonido del agua del arroyo e intentaba relajarse, pero se sentía culpable. No debería haber interferido, por mucho que pensara que estuviera ayudando. Después de un rato apareció Luke y se sentó junto a ella, estirando sus bronceadas piernas hacia el agua. Su cara no revelaba nada de lo que había sucedido.
Nicki quiso preguntar, pero no le salieron las palabras.
¿Habría adivinado él que ella estaba detrás de la propuesta? Quizá Willard y los demás le habían dicho que había sido idea suya pedirle ayuda. Podían haber pensado que ella había hablado del asunto con él.
Nicki metió el pie en el agua y pensó en cómo Luke y ella habían trabajado en el jardín. Habían hecho mucho más juntos de lo que ella podía haber hecho sola. Había quedado muy bien, con los estanques limpios, era como un fresco oasis en medio del bochornoso calor de Illinois. Nicki echó las piernas hacia atrás y tocó la hierba de la orilla con los dedos.
—Yo les pedí que vinieran.
Luke no dijo nada y Nicki lo miró.
—¿Luke?
—Me lo temía.
—Oh. ¿Qué les has dicho?
—Al principio les dije que no, pero después les dije que lo pensaría. Pero mi vida está en Chicago, no en Divine, Nicki. Cuando era joven quise irme y ahora no puedo imaginarme volver. Este lugar… es que hay demasiados malos recuerdos.
—Sé que estás enfadado con la gente de aquí, pero realmente podrías ayudar a que esto cambiara —dijo desesperada. No podía equivocarse con respecto a él—. Si te preocupa la gente y tienes principios, querrás ayudar a tus vecinos. ¿De verdad prefieres el prestigio de levantar centros comerciales y complejos de oficinas en ciudades donde no necesitan más centros comerciales ni más complejos de oficinas?
—Tú no lo entiendes.
—No, no lo entiendo —Nicki sabía que se lo estaba tomando mal, pero no importaba lo culpable que se había sentido ni lo que le había costado decidir involucrarlo a él, había creído de verdad que él quería ayudar—. ¿Qué te da Chicago que no te de Divine? ¿Dinero? ¿No tienes ya suficiente para dos vidas?
—Nicki, sé razonable. Algo así requerirá que me mude aquí y sabes cómo me siento con respecto a Divine.
Lo sabía. Sabía que la gente había actuado mal cuando se lesionó en el instituto y desaparecieron, con él, las esperanzas de ganar. Divine se había emocionado tanto con su equipo de fútbol y el carismático capitán del mismo, que se había olvidado de que era un ser humano como cualquier otro. Pero también sabía que había más.
Muchos de ellos no sabían qué decir ni cómo comportarse con un chico lesionado cuya vida había cambiado repentinamente.
El era humano. Ellos también. Y la vida continuó.
—Fue un accidente, ya está. No puedes aceptar que ni tú ni el pueblo tuvisteis la culpa. Se que no pudiste jugar al fútbol como habías soñado, pero ¿por qué no puedes ver que lo que tienes es, como mínimo, igual de bueno que lo que perdiste?
—preguntó Nicki casi llorando.
—Nicki…
—Estabas en la cima del mundo y pensabas que nada malo podía ocurrirte.
Pero sucedió y te enfadaste. Todo eso lo entiendo, pero es que todavía estás enfadado.
—No estoy enfadado. Lo estuve, pero ya no.
—Sí que lo estás. Y ahora no dejas a tu corazón creer en algo verdadero por miedo a que te sea arrebatado de nuevo.
—El dinero es real. Tú deberías saberlo.
El que usara una de sus inseguridades contra ella la hizo hablar todavía más alto y más deprisa.
—El dinero es con lo que pagas la hipoteca, sirve para comprar comida y medicamentos. Es una cosa buena, sí, pero es sólo dinero. Lo que importa es lo que haces con ese dinero.
—Yo he hecho cosas importantes —dijo Luke con firmeza.
—¿Has hecho algo como lo que acaban de hacer los del Ayuntamiento viniendo hasta aquí? —preguntó Nicki casi gritando—. Esos hombres no son estúpidos, saben que tienes razones para odiarlos, pero aun así, se han tragado su orgullo y te han pedido ayuda por el bien del pueblo.
—Sí, creo que tienen mucha cara— replicó, aunque dudaba. ¿El hombre en el que quería convertirse por Nicki querría ayudar porque era lo correcto?
Nicki, con lágrimas en los ojos, se puso de pie de un salto.
—Sigue justificándote, Luke y no te olvides de que es el resto del mundo contra ti, seguro que eso te reconforta —dijo Nicki y se dirigió hacia la casa.
Maldición. Luke se frotó la cabeza. Quería ir tras ella, pero ¿qué iba a decirle?
Observando el arroyo, pensó en cómo Nicki le había abierto el corazón las semanas pasadas. Ella tenía tanto amor y bondad dentro que lo había iluminado. Y tenía razón. Nicki le había enseñado que los hombres y mujeres de la residencia de ancianos eran interesantes y merecían respeto. Le había estado haciendo ver que el mundo no estaba contra él, que había cosas importantes que hacer que no daban ningún beneficio.
Antes de todo aquello, nunca se había tomado tiempo para disfrutar nada, ni siquiera su éxito. Lo peor de todo era que durante todos esos años había ignorado a Nicki y ése era el error más grave que había cometido. Ella había perdonado a Divine por el pasado. Lo había perdonado a él por lo mal que la había tratado cuando eran niños. ¿No era lo menos que podía hacer?
Luke se había sentido intrigado por la paz interior de Nicki, la que en aquel momento sentía en su propio corazón. Le había preocupado perder el control de nuevo, pero había confiado en Nicki y si había que cometer errores, al menos se cometerían por buenas causas.
Luke se levantó y atravesó el jardín. Amaba a Nicki… ella era lo mejor que le había pasado en la vida. Alegaría demencia temporal y confiaría en que le perdonase una vez más por ser un idiota.
De vuelta en casa se topó con su abuelo.
—Lo sé. He metido la pata —Nicki tenía razón, el accidente sólo había sido un accidente. Y la gente cometía errores. El no era mejor que los demás—. ¿Dónde está?
—No lo sé. No ha entrado en casa. Se metió en su coche y se fue.
No podía pensar en ningún sitio adonde Nicki pudiera ir. Se puso a pensar y le vino una idea.
Nicki se sentó en las gradas, miró el campo de fútbol y suspiró. Nunca había visto un partido de fútbol cuando iba al instituto, pero recordaba la emoción de la gente sobre la capacidad atlética de Luke y porque, finalmente, podían hacerse con el título estatal. El vecino pueblo de Beardington había ganado tres veces y era decepcionante que Divine nunca hubiera conseguido el trofeo. Aquel año, un tornado había destruido el granero y los dueños, que vivían fuera del estado, habían decidido no reconstruirlo, la iglesia más vieja del pueblo se había carbonizado víctima de un defecto en la instalación eléctrica y lo peor de todo había sido la muerte de una familia entera cuando el coche en el que viajaban se había salido de la carretera. El fútbol dio al pueblo una distracción, algo con lo que soñar.
—Parece tan inofensivo —murmuró, buscando todavía una señal en el campo.
—Muchos recuerdos hay en este lugar —dijo una voz. Nicki no se sorprendió porque fuera Luke.
—No para mí, yo nunca vi un partido aquí.
—¿Nunca?
—Mi padre quería que estudiase, no que perdiera el tiempo con friv… —se detuvo sabiendo que Luke nunca diría que el fútbol era algo frívolo—. No quería que hiciera actividades extraescolares.
—Sabes lo que opino de tu padre.
—Tenía sus defectos, pero estaba perdido y solo. No importa lo que parezca, yo sé que quería lo mejor para mí, sólo que no sabía cómo manifestarlo.
Luke supuso que el padre de Nicki había sido como él… un hombre decepcionado con la vida y enfadado sin ni siquiera saberlo. Quizá por eso Nicki lo entendía sin que él mismo se entendiera.
—Debería haberte permitido tener infancia.
—Me di cuenta hace mucho tiempo de que tenía miedo, Luke. Era inseguro y estaba cansado de sus derrotas. Quería que mi vida fuera mejor que la suya y sólo sabía hacerlo presionándome. Quizá no fuese la manera de la que me hubiera gustado ser querida, pero era todo lo que podía dar.
—Supongo —Luke miró el campo de fútbol que había albergado tantos de sus sueños.
Probablemente se habría convertido en un famoso futbolista si las cosas hubieran salido de otra manera.
—¿Por qué has venido aquí? —preguntó ella tras un largo silencio.
—Te estaba buscando.
—¿Por qué?
—Porque me he dado cuenta de que he sido idiota.
Afortunadamente es algo pasajero, aunque cuento contigo para curarme.
Nicki se rió y quiso a Luke más que nunca.
—Bueno, siempre me han tachado de lista pero de corazón blando así que no sé lo útil que te puedo ser.
—No eres blanda de corazón. Tienes un corazón muy bonito y está a tono con tu belleza exterior.
Nicki apoyó la cabeza en el hombro de Luke. No hacía mucho habría evitado cualquier comentario sobre su inteligencia, su cerebro o sus proezas académicas, que tantos problemas le habían causado en su matrimonio. Pero con Luke era diferente.
—Sé cómo puedes curarme, Nicki.
—¿Cómo?
—Diciéndome que me quieres como yo te quiero a ti.
—¿Qué?
—Te quiero —Luke tomó la mano de Nicki y la miró a los ojos. Ya había hecho un milagro yendo a casa de su abuelo y Luke rezaba por que hiciera otro—. Me ha llevado bastante darme cuenta de ello. Sé que en el instituto eras especial, pero yo era un idiota y un cobarde y probablemente no merezca otra oportunidad, pero tengo que pedírtela.
—Creí que habías dicho que el amor era demasiado arriesgado.
El amor era arriesgado, pero vivir sin él era peor. Además, Nicki nunca lo traicionaría. Y además, el amor era lo que hacía que mereciera la pena vivir.
—Digo muchas estupideces.
Sé inclinó y la besó en los labios.
—Pero amarte a ti es lo más inteligente que he hecho en mi vida. Incluso pienso mudarme a Divine y trabajar en el proyecto del Ayuntamiento. Chicago no sería un hogar sin ti. Quiero casarme contigo, que seas la madre de mis hijos y, sobre todo, que seas mi amiga y mi amante.
Una lágrima cayó por la mejilla de Nicki y Luke esperó que fuera una buena señal.
—Nicki, podías haberme salvado hace catorce años, pero perdí la oportunidad.
Por favor, dime que no es demasiado tarde.
Miles de pensamientos se amontonaban en la cabeza de Nicki. Se había enamorado de Luke con sus ridículas peleas en el jardín y al ver la devoción que sentía por su abuelo, pero nunca pensó que él la amara. Parecía imposible. Pero estaba en sus ojos, desnudos de arrogancia o autodefensa.
—Nicki, por favor, di algo.
—Yo…yo te quiero —dijo con la garganta seca.
Luke le tapó la boca con la suya antes de que pudiera decir nada más. Ella sabía que tenía que decirle algo importante, pero… con el beso no pudo recordar lo que era. Hasta que no estuvo sentada a horcajadas en su regazo y él comenzó a quitarle el vestido, ella no recobró el sentido.
—Espera.
—Ya sé que éste no es el lugar apropiado. ¿Cuándo nos casamos?
¿Casarse? Nicki comenzó a temblar. Quería estar con Luke, pero no si no era de verdad y para siempre. No si no era lo correcto. No había sido justa forzando que volviera a Divine y aquellos días habían vivido en una burbuja. Su mundo estaba en otro lugar.
—Creo que deberías volver a Chicago.
—A ti no te gusta la ciudad. Tú quieres vivir en Divine.
—No he dicho «deberíamos» volver.
—¿Qué?
—Sólo por un período de prueba… para estar seguros de que quieres estar conmigo después de volver a tu vida. No es justo que yo te presione con el tema de Divine. Y después de lo que le ocurre a tu abuelo… tienes que estar seguro.
Luke casi pierde los nervios. Anteriormente, habría reaccionado enfadándose con ella por haberle herido en su orgullo. Pero había algo más, aunque pareciera que lo que ocurría era que Nicki no lo creía. Nicki creía en el amor, pero nunca había sido amada por la gente que tenía más cerca. ¿Era tan extraño que no lo creyera? Luke tomó la cara de ella entre sus manos, haciendo que lo mirara a la cara.
—Te quiero, Nicki y esto no es cuestión de Divine o de dónde vayamos a vivir.
Te juro que tanto aquí como en la ciudad, nada cambiará.
—Eso no lo sabes.
—Sé lo que siento. Tú me has liberado. No volveré a mirar atrás y a preguntarme qué habría pasado. Sólo quiero un futuro y ver cómo podemos construirlo. Vamos a llamar a mi familia para decirles que vengan a la boda. Por favor, cariño, no quiero esperar más.
—Yo tampoco, pero no voy a divorciarme otra vez y necesito que estés seguro.
—Estoy seguro —Luke estuvo suplicando hasta que se hizo de noche y, entonces, se dio cuenta de que ella no cambiaría de opinión. Lo que Nicki no podía comprender era que ella era la que no estaba segura de él y Luke sintió un escalofrío al comprenderlo.
¿Y si nunca llegaba a creerlo?